OO8
《Ha habido múltiples revueltas en la capital: Seúl. Muchos jóvenes recién emparejados se rehúsan a casarse con alguien que no aman. Debido al edicto, un gran número de adultos jóvenes se vieron forzados a casarse con conocidos o alguien al azar con la finalidad de seguir la nueva ley. Los que ya contrajeron nupcias, según encuesta, tienen el índice más alto de consumo de supresores. Las fábricas de dichas píldoras están en su auge, y todo porque alfas y omegas se niegan a procrear con sus cónyuges... 》
—Debieron pensar mejor antes de casarlos de esa manera. Era obvio que muchos se verían seriamente afectados —dijo JiMin.
SungJae lo apoyó en silencio, poco animado a seguir esa conversación que podría dar un incómodo giro. El alfa guardó su tableta en su mochila y se puso de pie.
—Mejor no hay que pensar en eso —propuso—. ¿Te invito un sándwich, JiMin? — SungJae sonrió, esperando la respuesta afirmativa del omega.
El azabache devolvió el gesto y asintió con gusto.
Poco tiempo después del encuentro de JiMin y SungJae, ambos se cruzaron en la Universidad. Para sorpresa de ambos, SungJae también estudiaba ahí. El hombre era muy atento, amable y sumamente dulce con JiMin. Lo único «malo» —así era como el azabache lo describía— era que también estudiaba Medicina Humana. En realidad, era algo bueno. La carrera era rentable y bonita a ojos de cualquier amante de la medicina. Lo pésimo del asunto era que, cuando JiMin iba a verlo, siempre, siempre se cruzaba con YoonGi. Y aunque él intentaba ignorarlo a toda costa, era imposible que no terminaran discutiendo de vez en cuando.
—SungJae —llamó el omega, y el aludido lo miró—. ¿Tú... tienes pareja o alguien pensado para emparejarte? Porque eres de Seúl, no tardarán en casarte en cuanto comiences tus prácticas.
El alfa se lo pensó un rato, o no mucho en realidad. Era cierto que, a medida que el tiempo avanzaba, aquella ley que más bien era una concienciación, se iba convirtiendo en una obligación. Pronto los alfas y omegas jóvenes se verían contra la espada y la pared, sin escapatoria. Sin embargo, SungJae no estaba muy preocupado. A su lado, un interesante y complicado azabache había cedido a su sutil cortejo, cosa que no podía alegrarlo más.
—Tengo pensado alguien que es un lindo omega de cabellos oscuros, pero no te voy a decir quién eres.
Dicho eso, SungJae le picó una mejilla y soltó una suave carcajada. JiMin tardó un poco en captar la indirecta, pero, cuando lo hizo, sus mejillas tomaron un leve color carmín, al igual que las del alfa.
Qué manera de confesarse. ¿Le gustaba a SungJae? Bueno, ya llevaban un par de meses conociéndose y era un alfa de lo más caballero y detallista; no era un mal partido. A JiMin también le atraía, para qué negarlo.
El azabache sonrió tiernamente y se pegó un poco más al alfa. Se sentía protector y protegido con él. Pese a que nunca le gustaron las dependencias de omegas para con los alfas o viceversa, por fin entendía un poco el sentimiento. No es como si estuviese profundamente enamorado de SungJae, pero él le estaba dando algo que nunca había recibido, y eso lo hacía sentir bien.
—¿No estás jugando conmigo? —preguntó el omega con una expresión seria.
—Pero qué dices, JiMinnie. Ya deberías saber que no soy ese tipo de persona.
El zabache emitió un sonido disconforme y se encogió de hombros antes de seguir su camino en silencio junto a SungJae, así desapareciendo de la vista de un castaño poco disimulado que los seguía con la mirada.
Sí, había observado todos y cada uno de sus movimientos.
—Esa miradita no lo había visto antes —confesó NamJoon con intenciones de fastidiar a su amigo.
YoonGi se sobresaltó un poco cuando la voz del beta lo sacó de sus pensamientos. Sin querer, se había concentrado demasiado en la conversación de una pareja de la que su peor pesadilla era parte.
—Claro que no, porque nunca las estupideces de JiMin me habían hecho tan feliz. Nunca lo había mirado con alivio —respondió el castaño.
JungKook se sorprendió no pudo ocultar su sorpresa.
—Hyung, acaba de decir su nombre sin asquearse —recalcó el menor de los tres. NamJoon copió la expresión del pelirrojo.
YoonGi se encogió de hombros y sonrió despreocupadamente.
—Estoy de buen humor. Si JiMin está con SungJae, eso significa que yo quedaré libre de él.
NamJoon y JungKook hicieron una "o" con sus labios y asintieron. Aunque, muy en el fondo, el pequeño pelirrojo deseaba que esos dos se enamoraran, y trataría de juntarlos hasta que la relación de SungJae y JiMin se hiciera oficial.
El tema murió, pues los dos betas pocas ganas tenían de seguir hablando de eso: Un poco de mala suerte y YoonGi podría comenzar a romper cosas, o así lo pensaba NamJoon, ya que estaba plenamente convencido de que, tanto alfa como omega, estaban en negación. Quizás estaba un poco equivocado con esa hipótesis.
JungKook sacó su celular al sentir una vibración en su bolsillo. El beta mayor, sin poder evitarlo, ojeó discretamente con quién conversaba el menor.
—¿Quién es SooBin, JungKookie? —preguntó NamJoon con el ceño fruncido, aunque tal vez éste no había notado ese detalle.
El aludido miró a su amigo y sonrió al ver a su hyung con esa cara de fastidio.
—Es mi dongsaeng, NamJoon hyung.
—Oh. ¿Y por qué te envía corazones? —cuestionó a nueva cuenta.
—Porque es muy meloso con todo el mundo.
—Ajá.
JungKook rio por los estúpidos e infantiles celos de NamJoon que, seguramente, eran solo un juego, ¿cierto? Claro que sí. Incluso él mismo molestaba a JiMin y YoonGi de esa manera y, cabe recalcar, no sentía nada por ellos dos más que el deseo de verlos juntos algún día no muy lejano.
YoonGi se contagió de la risa del menor y codeó al más NamJoon.
—No sea idiota, hyung. Estoy seguro de que JungKookie solo tiene ojos para usted —soltó el castaño, ocasionando que dos pares de ojos cayeran sobre él luego de haberlo ignorado un buen rato.
Tanto el pelirrojo como NamJoon se sonrojaron con fuerza. JungKook guardó su celular y prestó especial atención a YoonGi para cerciorarse de que no estuviese bromeando. Ese castaño no sería capaz, ¿verdad? Él sabía lo mucho que le gustaba su mayor y no jugaría con eso. NamJoon, por su parte, miró amenazante al alfa. Obviamente era un «cállate» contundente pero el castaño lo ignoró: no podía tomarlo en serio cuando tenía todo el rostro colorado.
—¿Qué? ¿Qué co-cosas dice, Yonnie hyung? —balbuceaba JungKook. El pobre estaba muy abochornado.
—No se me hagan los desentendidos —prosiguió YoonGi—. Se nota de aquí a kilómetros que se gustan.
Fue entonces cuando el mayor se giró hacia JungKook, cuestionándolo con la mirada. Como no le fue suficiente aquellos ojos que huían de los suyos, se atrevió a hablar.
—¿Te gusto, JungKook? —preguntó NamJoon con miedo.
El pelirrojo quiso desaparecer ante tan directa pregunta. Se sentía demasiado expuesto, demasiado asustado. NamJoon no estaba mejor, y comenzaba a maldecirse por preguntar aquello sin ningún filtro, sabiendo que su amistad peligraba.
—Yo... no lo sé. Es decir, no le haga caso a Yoonnie... Solo olvide que lo dijo, no quiero que dejemos de ser amigos por unos tontos sentimientos.
—¿Tontos? JungKook, ¿tienes idea de lo que he esperado desde que te conocí? Me gustas mucho desde hace un tiempo, JungKookie.
NamJoon sonrió mostrando sus hoyuelos y tomó las manos del menor entre las suyas, causando una agradable sensación en el pelirrojo. Aunque la magia no duró mucho cuando JungKook notó que YoonGi seguía presente y cumplía el "digno" papel de la tercera rueda.
—Hyung... —habló el menor—. Vamos a otro sitio a hablar, no creo que YoonGi hyung esté muy cómodo.
Entonces los dos miraron a YoonGi, quien se veía muy enfrascado en un poco de curry que quedaba en su plato, así evitando la incomodidad.
—Sí, por favor —expresó el alfa sin levantar su vista del plato casi vacío—. No quiero verlos hacerse un lavado bucal.
Ambos betas rieron y dejaron solo al alfa, quien tenía múltiples cosas en mente. Tal vez lo atacó un lapso filosófico, pero algo había rescatado de la reciente situación: La mejor manera de sobrellevar algo, era expresando lo uno siente, sin duda.
Extinción llegó a 1k , muchas gracias por el apoyo <3
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