O19
—Señora, pero yo lo reservé antes.
—Lo siento muchísimo, señor. La señorita Irene que lo atendió confundió las fechas y por eso hizo su reservación cuando ya estaba todo ocupado para hoy.
YoonGi resopló. Maldita sea, ¿entonces qué se suponía que hiciera? Vergüenza sentía. SeokJin estaba a su lado, mudo e inmóvil, al igual que el castaño. Qué embarazosa situación. El detalle era que quería celebrar sus seis meses juntos, y pensó que aquel era un buen lugar para ir a cenar. Claro que no contó con el pésimo servicio. El restaurante se iba a llevar una tremenda crítica en el Buzón de Sugerencias.
—Hyung, está bien —balbuceó SeokJin—. Podemos ir a otro sitio.
La pregunta ocasionó que el menor se ganara una mirada de pocos amigos por parte del alfa. No estaba bien, y definitivamente no iban a ir a otro lado.
—No. No sé cómo lo van a arreglar, pero resuelvan los problemas que ocasionan sus empleados.
La señora de edad que estaba pasando el mal rato por la muchacha que había ocasionado todo el problema, estaba a nada de tirar todo e irse.
—Señor, sucede que...
—Sucede que, si no resuelven esto, voy a tomar una maldita mesa por la fuerza —sentenció YoonGi.
El rubio miró a la señora, dándole una sonrisa apenada. Para ese entonces ya eran blanco de muchas de las miradas curiosas de algunos comensales.
Ah, ese lado del castaño a veces desesperaba a SeokJin. Quería gritarle miles de cosas, pero no lo hacía para no montar más escándalo del que ya estaban haciendo. No arruinaría más su salida.
—Podría razonar con la pareja que solicitó la reserva. Tal vez lleguen a un acuerdo —sugirió la señora como último recurso.
YoonGi bufó y, antes de tirarle una última mirada envenenada, se rindió, dándole la espalda y girando su cuerpo hacia la parte trasera del restaurante. Por supuesto que esperaría a que llegaran esos otros dos.
Esa zona de Busán, sin embargo, no tenía demasiados atractivos, y ese restaurante podría ser uno de los lugares más queridos y concurridos, aunque no fuese de lo mejor. Por lo tanto, no fue sorpresa ver quiénes eran los dueños de la reservación. La pregunta que YoonGi y SeokJin se hacían en esos momentos era: ¿Cuál era el límite de mala suerte que podía alcanzar a una persona?
—Buenas tardes. —SungJae saludó a la recepcionista, sin reparar en el otro par que apenas se había girado para verlo a él y a su conocido acompañante: nada más y nada menos que Park JiMin.
El azabache iba vestido casualmente, al igual que su pareja. No parecía ser una ocasión especial, solo una salida. Y, claro, YoonGi sabía que su aniversario ya había pasado. No es como si llevara la cuenta, es solo que ellos iban una semana antes que él y SeokJin. ¿Parecía una competencia también? Maldición.
—Bueno, señor Yook, antes quería pedirle de favor que converse con el señor Min. Hubo un problema en cuanto a la reservación de la mesa y... por favor —pidió la señora, ya cansada de todo el drama.
SungJae giró su cabeza un poco y logró ver a la pareja. JiMin también lo hizo, pero solo enfocó a YoonGi. ¿Hasta en lo más pequeño tenía que estar para arruinar su vida?
—No tenemos nada que tratar con él —dijo el omega azabache—. Iremos a nuestra mesa ya, si no le importa.
SungJae detuvo a su novio, al igual que la voz de aquella señora que en serio estaba a un soplido de perder la paciencia.
—El que hizo la reserva es el señor Yook, si no le importa, jovencito.
Las cuatro miradas cayeron en el pobre alfa. SungJae, sintiéndose atrapado, no hizo más que asentir y ceder la palabra al castaño, quien no dudó en dar un paso al frente y mirar de reojo a JiMin. Humillación, ese era el sentimiento que se esparcía por todo su cuerpo hasta que su piel se crispara de la vergüenza. Cuán humillante era todo.
—Eh, bueno. Al parecer hubo un problema y nos dieron la reserva a los dos. Si su ocasión no es muy importante, puedo pagarlo o algo...
SungJae lo miró, y por un momento quiso reír, no por burlarse, sino por lo cómica que era toda la situación. Sin querer miró al chico rubio que tenía el sonrojo hasta las orejas. Lo entendía, era muy embarazoso.
—Está bien.
—¿Qué? —exclamaron dos personas al unísono. Uno fue YoonGi, que no se lo creía; y el otro fue JiMin, que no cabía en que su novio estuviese aprobando aquello.
Se suponía que SungJae tendría que decirle no y dejarlo. Bueno, se compadecía de SeokJin, pero él no tenía la culpa de que su noviecito fuera un tonto.
—Te ves muy interesado, así que...
—¡SungJae! —reprochó el omega azabache.
—Oye, cierra la boca. —YoonGi calló a JiMin—. SungJae tiene un poco de gentileza al menos.
—Tú no puedes callarme —replicó JiMin.
—JiMin, ya basta, por favor —pidió BoGum. La situación siempre se complicaba más si su novio y YoonGi intervenían.
—Sí. Por favor, bicho —se mofó el castaño, cosa que fastidió al otro alfa.
—Oye, cálmate, YoonGi. No es modo de hablarle. —Fue el turno de YoonGi para ser regañado.
¿Por qué parecía que SungJae era el padre que trataba de calmar a sus dos hijos en presencia del gato que miraba todo con ojos aburridos? Esa era la descripción perfecta de su situación.
La recepcionista no soportó. Tomó el teléfono y marcó el conocido número hasta que le contestaron.
—Irene, estás jodidamente despedida —dijo en un tono alto, lo suficiente como para que el cuarteto se girara hacia ella. Colgó, entonces procedió a sacar el dinero de la caja registradora—. Tenga, señor Yook. Es un reembolso y un extra por las molestias causadas. Usted también, señor Min. Ahora, les pido encarecidamente que se retiren los cuatro o voy a tener que llamar a seguridad.
Ambos alfas recibieron el dinero en silencio y salieron del local.
YoonGi juraría que vio a alguien grabar toda la discusión, y esa no era una forma de las que quisiera hacerse famoso. Resopló enojado, tomando con más fuerza de la necesaria a SeokJin. No se volteó para ver a la otra pareja, claro que no. Jalando la mano del rubio, se alejó de SungJae y JiMin, solo entonces se detuvo y miró a SeokJin, quien estaba inusualmente callado. Cuando lo vio bien, notó que tenía los ojos empapados y los labios fruncidos.
—Te dije que fuéramos a otro lado —espetó SeokJin.
YoonGi sintió romperse un poco por dentro cuando una lágrima cayó y se deslizó por la pálida mejilla de su novio.
—Ya, pero no llores, Jinnie. —YoonGi se acercó al omega y secó el rostro contrario con sus pulgares.
—Tengo razones para hacerlo —dijo, sorbiendo por la nariz y apartando las manos del alfa de sí.
—No, no tienes. ¡Fue culpa de JiMin! —exclamó el alfa.
SeokJin lo miró con la vista cansada, casi con decepción.
—¡Él no tiene nada que ver! Solo pudiste ignorarlo y ya.
YoonGi quedó en silencio, un tanto alarmado por la ausencia de los formalismos que caracterizaban al menor. Sí sabía que no podía, ¿verdad? No podía ignorarlo cuando lo provocaba. Estaba escrito en sus genes que siempre tenía que responderle. Jamás tiraría su orgullo con algo tan cobarde como el silencio.
—No, SeokJin.
El omega, indignado, le miró con dureza.
—Bien. Cuando dejes ese orgullo tuyo, me avisas. Me voy a casa.
Y se fue, corrió, dejando plantado al alfa. Solo eso faltaba para completar la faena. Cada vez esas discusiones por nada —por el idiota de JiMin— se hacían más frecuentes y sus discusiones con SeokJin también.
YoonGi, sin dudarlo, siguió el mismo camino que había tomado SeokJin.
Todavía en la puerta del restaurante, un alfa era minuciosamente analizado por un omega de cabellos oscuros y brazos cruzados.
—¿Qué? —cuestionó SungJae después de unos minutos.
—Lo arruinaste.
—¿Yo? Claro, yo fui el que se puso en plan de niño egoísta —dijo el alfa con un tono sarcástico.
JiMin se mordió el labio, manteniendo su ceño fruncido. Debido a eso, su cicatriz en la ceja quedó a la vista, pues su cabello no alcanzaba a cubrirla. SungJae sintió un poco de culpa.
—Bueno, es que era nuestra cita —respondió JiMin.
Lo sabía, SungJae lo sabía. Pero si eran un poco razonables, YoonGi parecía querer la reservación un poco más que ellos. Había pecado de amable, ¿verdad?
—Era su jodido aniversario. Nosotros no teníamos la misma necesidad. Ahora no me imagino cómo estarán ellos.
JiMin sabía que SungJae era demasiado amable como para poner el bien suyo antes del de otra pareja, incluso si eso acababa con el orgullo muy bien puesto del azabache. Porque eso era más que nada: su orgullo.
—Entonces supongo que nuestra cita ya terminó. Nos vemos mañana, Sungnie —dijo con ironía, dándose vuelta, dispuesto a irse.
—¿En serio te vas a poner así, JiMin? Después de todo, ¿es por nuestra cita o por tu maldito orgullo? —le reclamó el alfa.
JiMin no se giró, mucho menos respondió, porque la respuesta a eso empeoraría las cosas.
El azabache no lo pensó muy bien en ese instante, pero su actitud comenzaba a agrietar un buen corazón por no perder en un enfrentamiento sin sentido. No lo pensó y emprendió el rumbo a su piso, ignorando el resto de la tarde a SungJae.
Les juro que quería actualizar antes, pero opté por tomar clases durante el verano, así que no me he podido dar el tiempo. Hoy actualicé de suerte, porque se cancelaron las clases de la mañana 💋
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top