O16
—¡Pero...! ¡¿Qué te pasó, JiMin?! —SungJae palpó con suavidad la herida en la ceja de JiMin. Esa iba a ser una charla que el omega no quería empezar, a diferencia del alfa, quien lo interrogaba con la mirada mientras revisaba la rojiza llaga.
—No exageres, es un raspón nada más. —El azabache le restó importancia.
—JiMin, esto va a dejar cicatriz. Dime qué ha pasado, por favor —pidió SungJae, entre preocupado, molesto y triste. Esto último por no haber podido protegerlo de quien sea que le haya hecho eso a JiMin, aunque se hacía una idea de quién podría ser.
—Bueno, quizá me peleé con alguien... —susurró el omega, aun sabiendo la reacción de SungJae, cosa que no lo ponía feliz.
—¿Con quién?
Precisamente, esa situación se esperaba. No le gustaba que SungJae fuera tan protector, como si JiMin no pudiese cuidarse por su cuenta.
—¿Ahora me interrogas? Gané, Jae. No hay de qué preocuparse. Tampoco era como si pudiera haber salido totalmente ileso.
—JiMin. —Éste se sorprendió por el tono que había empleado el alfa—. Voy a ser sincero contigo. Me he enamorado de ti, y de verdad quiero cuidarte de cualquier cosa que pueda hacerte daño. Déjame hacerlo, por favor —rogó—. Dime que no ha sido con ese tal YoonGi.
El azabache no sabía cómo reaccionar. ¿Debía responder? Estaba bloqueado y sus ojos parpadeaban con rapidez, esperando a que despertara de aquel supuesto sueño. Porque lo era, ¿verdad? Se sentía irreal que el hombre frente a él le dijera aquello con tal convicción que JiMin nunca imaginó que tendría.
El omega intentó responder con algo coherente, pero no estaba pensando con claridad. SungJae, notando eso, se adelantó al joven azabache.
—Minnie, no tienes que responderme de inmediato. Solo dime con quién has peleado. Dime, ¿fue con Min?
JiMin salió de su trance y asintió, pero se paró con firmeza frente a SungJae, quien, apenas tuvo la confirmación, tomó la dirección en búsqueda de cierto castaño, su propio compañero de facultad.
—Ese problema es mío y nada más que mío. SungJae, no quiero que busques problemas con él. —JiMin lo detuvo antes de que el alfa concretara lo que sea que fuese a hacer.
—¡Pero te ha golpeado! —exclamó— ¡Y tú eres omega! Qué poco alfa ese imbécil.
JiMin sabía lo caballero que era SungJae, pero apenas se daba cuenta de la mentalidad tan anticuada que tenía. Quizás así lo habían criado; no quería que eso fuese algo negativo para ellos y su no oficial relación. Sin embargo, convencerse de eso, por alguna razón que no era tan extraña, le molestaba en demasía la forma de pensar de ese alfa.
—Soy un hombre, uno con honor. Y así fuera una chica, tengo todo el derecho de pelear con quien quiera si me provocan. Déjame mi dignidad, por favor, y no busques a ese estúpido, porque, aparte de que no vale la pena, no voy a dejar que resuelvas mis disputas.
SungJae lo miró perplejo; JiMin, agitado. El carácter del omega desde el inicio le había llamado la atención al alfa, más que todo por el contraste que se formaba entre su linda e infantil actitud que salía a relucir la mayoría del tiempo; pero, en ocasiones como esas, su determinación simplemente lo dejaba callado.
El omega, complacido con el silencio del alfa, lo tomó de la mano y lo acompañó a su aula donde, seguramente, se cruzaría con el idiota de cabello color estiércol. Aunque, de hecho, ansiaba ver cómo le había quedado la boca después de ese increíble golpe, sin ganas de presumir. Y, efectivamente, el labio inferior del alfa tenía pegada una venda, teñida ligeramente de marrón y la piel hinchada alrededor. YoonGi lo miró con odio mientras, dentro del salón, sus compañeros lo fastidiaban y cuchicheaban entre ellos sobre la pelea del día anterior. JiMin, con una sonrisa burlesca, le dio un beso en la mejilla a SungJae y se fue con el orgullo a mil.
No muy lejos, un rubio miraba acongojado a su hyung y crush. ¿Cómo había dejado que JiMin le ganara? No tenía nada en contra del azabache, pero no podía evitar sentir cierta apatía por él; sobre todo por la atención que recibía de YoonGi, aunque no de la buena, pero atención, al fin y al cabo. Él quería cortar eso. Ese mismo día le hablaría a su hyung y, quizá, solo quizá, tuviera una oportunidad con él.
—¿Y yo? ¿Y tu queridísimo Nam? —interrogó YoonGi con un puchero a JungKook, uno que no era muy tierno por la hinchazón que tenía.
—Ya le dije a Nam hyung, solo usted me está haciendo drama. Nos vemos más tarde, Yoonie hyung. —El pelirrojo se despidió y se fue sonriente de ahí.
—Pff. Claro, déjame solo y ve con tu amado JiMinie. —YoonGi remedó la última palabra con una voz chillona y, bufando, se sentó en su típica mesa de almuerzo, pero esta vez totalmente solo.
No iba a pedir nada porque no le apetecía el menú, así que probablemente se sentaría a pensar en nombres de gatos que jamás usaría porque no podía cuidarse ni a sí mismo, menos a un animal. Y porque era alérgico, qué irónico.
Sacó la cajita de jugo de durazno que traía en el bolsillo y le puso el sorbete con una paciencia imperturbable. En otras ocasiones hubiera ido en busca de JiMin para molestarlo, pero después de aquella paliza, por así decirlo, ya ni ganas le quedaban. Aunque odiaba admitirlo, ni más molestaba a esa encarnación mismísima de un engendro de Satán enojado; Min tenía instinto de supervivencia. Había sido humillante, sí, pero con el cuento de su operación para una placa en el hueso fémur, habían cesado las molestias. Tal vez mentir era aún más humillante, pero qué se le iba a hacer.
—¿Está desocupado, hyung?
Una vocecilla rasposa y fina a la vez hizo que YoonGi se girarse para ver a la persona que le había hablado. Le tomó unos segundos entender que se refería al asiento libre.
—Oh, sí. Es más, si quieres traer a alguien, puedo irme a otro lado —ofreció el castaño.
—Para nada, hyung. Vengo por usted. —Aquel rubio sonrió y YoonGi quedó cautivado por unos efímeros instantes en los que notó que no era cómodo para el extraño que lo mirara de aquella manera.
Vaya monada, muy tierno. Lo más atrayente del joven era su aroma. Su aroma... ¿Era omega?
—¿Por mí? Lo siento, no creo que nos conozcamos.
—Lo he estado observando por algún tiempo y, bueno, yo... creí que podríamos ser amigos. —La sonrisa de ese adorable rostro no se borraba, y era muy gracioso para el castaño verlo intentar dar con el orificio de la caja de su jugo mientras mantenía la mirada fija en YoonGi.
El alfa rio y le quitó la cajita de las manos para colocarle el sorbete.
—No sabía que tenía un admirador secreto —dijo el mayor, entregándole el jugo con el sorbete insertado al joven.
—Oh, no, no, no. No lo acoso ni nada por el estilo. —El rubio negó, agitando sus manos—. Solo lo he visto por ahí un par de veces con ese omega peli-negro.
El castaño formuló un «Ah» y no dijo más, cosa que el contrario vio como cabida para seguir la plática.
—¿Le gusta JiMin sunbae? —preguntó el menor.
YoonGi negó con la cabeza tantas veces que se provocó un mareo.
—Claro que no. Lo detesto —afirmó, para luego hacer una mueca de asco y sonreír—. Cambiando de tema, ¿cómo te llamas?
El rubio no insistió y dejó de sorber su jugo para mirar al hombre poco mayor que él. Finalmente, sonrió de igual forma para el castaño.
—Soy Kim SeokJin, YoonGi hyung.
hola ₍ᐢ..ᐢ₎
finalmente actualicé JAHSJA
muchas gracias por el apoyo que le han dado a la historia,,
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