CAPÍTULO XIX • Y ahora qué •
MY – TRENT
La quietud dentro del palacio fue opacada por el sonido de las pisadas. Los híbridos se movían de un lado al otro cerciorándose de que todo estuviera perfectamente impecable; los adornos no tenían polvo, la alfombra roja estaba perfectamente limpia, y el candelabro que colgaba en el centro del salón había sido pulido minuciosamente.
Tras algunas horas, finalmente el carruaje de Giorgio apareció en la entrada. La servidumbre alisó su ropa y se aseguraron que su aliento no apestara. El encargado de darles la bienvenida fue el Hanoun más viejo de allí. Bajó con prisa, abrió la puerta del carruaje y Giorgio comenzó a descender uno a uno los cortos peldaños de madera, luego caminó a paso pausado hasta la entrada mientras Argon lo seguía desde atrás.
Jaft por su parte no podía dejar de moverse en el interior. Observaba por la ventana, se mordía las garras y sentía como la temperatura de su cuerpo había descendido considerablemente.
No había tenido noticias de su hermano ni mucho menos de Clematis. Y de tan solo pensar en la posible reacción que tendría Giorgio al enterarse, le generaba escalofríos.
Era su culpa. Había permitido que su hermano se marchara sin escolta porque él no se podía mover de My—Trent, ya que Giorgio confiaba en que manejara adecuadamente la nación, pero esto minimizaría todas las cosas buenas que había hecho en este tiempo. Lo iban a tachar de incapaz.
Jaft se encontraba tan enfocado en su batalla mental que ni siquiera se dio cuenta de que Eleonor ya había bajado. Pero a ella no le importó en lo más mínimo ir a avisarle que su padre estaba entrando al palacio. No sentía deseos de quedar bien con su suegro. Desde que Zefer había decidido correr a buscar a la humana ella había estado con un humor detestable, y los híbridos fueron los que terminaron pagando las consecuencias.
Los golpeaba, los insultaba, e incluso, los empujaba apropósito. Jaft no toleraba tal comportamiento, y en más de una ocasión le había expresado su desacuerdo, pero tan solo bastaba un par de movimientos de pestañas en ella, para que él se relajara. Claro que, cuando Jaft se descuidaba, ella volvía a hacerlo.
—Vas a hacer un hueco en el piso—le dijo ella mientras se recostaba en el marco de la puerta.
—No puedo evitarlo. ¡Me va a matar! —respondió él con nerviosismo.
—Quizás, debiste pensarlo mejor antes de «obligarlo» a ir. —la molestia en su voz era evidente, ni siquiera se molestó en disimularlo con su prometido.
Jaft dejó de moverse en círculos y finalmente juntando el poco valor que le quedaba comenzó a caminar a la entrada. Había momentos donde el comportamiento de Eleonor llegaba a desquiciarlo.
—Pensé que nunca volvería —Giorgio entró e inmediatamente, comenzó a sobarse los hombros con desgano. Traía el cuerpo entumecido, el viaje de regreso lo había agotado—. No entiendo como soportan el clima en Velmont. Odio el sol, pero debo admitir que comenzaba a extrañarlo.
—No es tan malo una vez que se acostumbra, señor Giorgio —le respondió Argon quien entró después de él.
Jaft temblaba como una hoja, sus palmas estaban llenas de sudor, incluso fue necesario que limpiara el exceso sobre la tela de su pantalón.
—Padre —Jaft caminó hacia su encuentro, agachó la cabeza ligeramente en señal de respeto, y él le devolvió el gesto—. Bien... Bienvenidos nuevamente.
—Jaft —Argon inclinó la cabeza a modo de saludo—. ¿Cómo se portó Zefer en mi ausencia?, espero que no haya torturado a la pobre de Clematis.
Tras oír la pregunta Jaft sintió como el estómago se le caía al suelo, soltó una risa nerviosa, pero su expresión desencajada no pasó desapercibida para ninguno de los dos. Al quedarse en silencio, Argon intuyó inmediatamente que había pasado algo malo, Giorgio por su parte alzó una ceja y mientras se cruzaba de brazos observó atentamente a su hijo.
—Padre, tengo que hablar con usted.
—¿Debe ser ahora? —preguntó con desgano— Déjame descansar un poco.
—Es de suma importancia—le insistió.
—De acuerdo —suspiró—. Ven, vamos a mi despacho.
Argon no volvió a preguntar nada pero por la actitud de Jaft, y la mirada maliciosa de Eleonor estaba casi seguro de que algo malo había pasado. Olfateó el aire, y al percatarse que el aroma de Clematis ya no estaba, le bastó para confirmar todo. Comenzó a subir con prisa las escaleras, inclusive empujó a Eleonor en el proceso quien por poco se cae, pero ni siquiera se detuvo para preguntar si estaba bien.
—Ni siquiera el aroma de Zefer está presente —dijo una vez que entró al cuarto del nombrado.
Al salir de la habitación volvió a correr a la planta baja y buscó a Meried y Wylan. Las encontró en el huerto recogiendo algunas plantas para la cena, ellas al verlo inmediatamente dejaron su tarea de lado para hacer una reverencia.
—Necesito hablar con ustedes —exclamó de forma cortante, tal comportamiento atípico terminó sorprendiendo a ambas—. ¿Qué ha pasado? —preguntó—. El aroma de Clematis y Zefer es muy tenue en el palacio.
—Joven Argon... verá, la señorita Clematis... fue secuestrada —dijo la gemela de pelo blanco mientras agachaba la mirada—. Al principio pensaron que ella estaba por los alrededores en el antiguo pueblo de los humanos, pero no la encontraron, el amo Jaft estaba muy enojado con el amo Zefer porque pensó que era su culpa.
—Entonces apareció un joven híbrido que dijo que ella había sido secuestrada y llevada a un lugar muy peligroso —completó la otra gemela.
—El amo Jaft le dijo al amo Zefer que fuera por ella... luego de que el amo Zefer se fuera no volvimos a tener respuesta.
—¿Hace cuánto se fueron?
—Ya van a ser casi cuatro meses...
—¿Cómo era la persona que vino al palacio? —Argon sujetó a Meried de los hombros y la removió un poco, las dos gemelas tenían miedo, nunca aquel bondadoso muchacho se había comportado de esa forma con ellas—. Lo siento —dijo él al darse cuenta de su actitud—. Es muy importante para mí que me digan todo lo que saben.
—Bueno, recuerdo que era un híbrido que tenía cabello rubio oscuro, este le llegaba hasta los hombros; sus ojos eran de color verde —la peliblanca observó a su hermana para que le confirmara si la descripción era correcta, ella asintió.
—¿Tenia orejas? —Argon ya se encontraba lo suficientemente irritado, tenía una idea de quien era, pero necesitaba cerciorarse del todo.
—No pudimos observarlas, las mantenía ocultas bajo su cabello.
—Es todo lo que necesitaba saber —tras decir esto, salió furioso de ese lugar dejando a ambas muy confundidas.
Quería gritar y romper todo lo que estuviera a su alcance. Tuvo que hacer despliegue de toda la paciencia que poseía. Estaba furioso, desde que tenía memoria nunca se había sentido de esta manera.
«¿Con qué propósito se habrían llevado a Clematis lejos del palacio?»
Lo que más lo alarmaba es que William haya venido por Zefer. Por lo poco que sabía de «su medio hermano» es que era una persona que no le gustaba depender de los demás. Pero también se había percatado de que era alguien calculador, era el tipo de persona que no daba un paso sin tener planificado el siguiente.
—¡Que frustrante! —exclamó mientras golpeaba el muro que tenía más cerca.
De momento no podía hacer nada, el tratar de buscarlos ahora, sería una tarea imposible. Ya había transcurrido demasiado tiempo, el aroma de ellos ya debería de haberse disipado en el ambiente.
Aunque no quisiera, lo único que podía hacer en ese momento era esperar y rogar porque William, Zefer y Clematis se encontraran a salvo.
Dentro del despacho de Giorgio Wolfgang, Jaft trataba por todos los medios de explicarle cual era la situación en esos momentos, pero las palabras parecían atascadas en su garganta, incapaces de salir.
—Bueno. ¿Hablarás o no? —Giorgio estaba cansado, su hijo se había mantenido callado por aproximadamente cinco minutos.
—Padre —él apretó sus nudillos con fuerza mientras se sujetaba del borde de la silla—. Hace casi cuatro meses... un híbrido vino aquí y nos informó que, Clematis, había sido secuestrada. Zefer fue en su búsqueda... pero aún no he recibido señal alguna de ellos.
Tras finalmente soltarlo Jaft sintió como una enorme piedra era alzada de sus hombros, pero al ver como el rostro de Giorgio comenzó a desencajarse aquella sensación incómoda retornó inmediatamente, siendo más pesada que al comienzo.
—¿Cómo dejaste que eso pasara, Jaft? —Giorgio golpeó el escritorio con la palma de la mano, Jaft se sobresaltó en el asiento—. Si se habían llevado a la humana hubieras dejado que se la quedaran, la vida de Zefer vale mucho más que la de ella —exclamó de forma tajante.
Giorgio se puso de pie inmediatamente y comenzó a observar por la ventana. Estaba pensando en alguna solución, no podía permitir que algo malo le pasara a Zefer.
—¡Ella también es ahora parte de nuestra familia! —soltó Jaft, y Giorgio volteó a observarlo como si hubiera perdido el juicio.
—Es una humana, Jaft —soltó con repudio—. Él que este comprometida no significa nada.
—¿Entonces porque la salvaste de los esclavistas? —cuestionó.
—¡Solo lo hice para molestarlo! —confesó— Pero en verdad —bufó—, no pensé que Zefer sería tan imbécil como para salir corriendo a buscarla. Estoy decepcionado de ambos —dijo con dureza, Jaft se removió incómodo en su asiento tras oírlo—. No pensé que había educado a gente tan estúpida —Giorgio se vio obligado a sujetar el puente de su nariz, era demasiado frustrante para él que sus hijos siendo ya adultos se comportaran como niños—. Zefer acaba de coronarse como el rey de los idiotas.
—¿Por qué siempre te comportas con Zefer de esta forma? —por primera vez en su vida Jaft estaba encarando a Giorgio— No recuerdo ni una sola vez en que lo hayas tratado con cariño. Mi madre era la única que se preocupaba genuinamente por él.
—No menciones a Lyra —espetó Giorgio con molestia en su voz, Jaft se había percatado de que, siempre que trataban de hablar de su madre, su padre se alteraba demasiado—. Si ella hubiera querido seguir velando por su estúpido hijo, entonces no hubiera hecho lo que hizo. Además, como los trate a ti y a tu hermano es mi problema—Jaft apretó con mayor fuerza sus puños, no le gustaba que se expresara de su madre de esa forma—. Retírate de mi vista.
Jaft se paró estrepitosamente de la silla, caminó hacia la puerta, y finalmente salió del despacho luego de dar un portazo.
Giorgio siempre se comportaba de la misma manera, fue un padre ausente en muchos sentidos de la palabra. Nunca les faltó nada, y siempre le dio las mejores cosas a él, pero jamás tuvo un buen trato con Zefer ni con Lyra, su madre.
Era consciente de que la mayoría de los matrimonios son arreglados, pero si ya lo habían engendrado a él —¿Por qué habían decidido tener a Zefer? Y peor aún. ¿Por qué su madre había decidido engañar a Giorgio con aquel humano? —. La mujer que él recordaba era alguien miedosa, que no tenía las agallas suficientes para ponerse firme en presencia de su padre. Jamás entendió que fue lo que la arrimó a hacer lo que hizo, inclusive durante muchos años pensó que Giorgio había orquestado todo ese teatro, aunque eso era imposible.
Él aún le guardaba resentimiento a Zefer. Pero había momentos, como ahora, donde no podía evitar sentir lástima por él. Su hermano era como era por la familia que le había tocado y por como lo trataban los demás.
Movió la cabeza para apartar malos recuerdos, y en cuanto llegó a su habitación, se encontró con Eleonor recostada sobre la cama. Ella, al verlo se puso de pie para acercarse y rodearlo con sus brazos. Jaft había tratado por todos los medios de alejarse de ella, se decía a si mismo que ella era mala, que fingía ser quien no era. Pero en aquellos momentos, en donde ambos se encontraban a solas, ella lograba cautivarlo de tal forma, que se olvidaba de todo, y un inexplicable deseo crecía en su interior.
— ¿Qué sucedió? —la pelinegra acarició el rostro de su prometido con suavidad, Jaft, por instinto, cerró los ojos.
—No es nada... —haciendo gala de su fuerza de voluntad, él se alejó de su tacto mientras desviaba la mirada, se recostó en la cama, y observó hacia el techo. Eleonor no tardó en imitarlo y cuando estuvo allí, se apegó a su cuerpo.
—Jaft, soy tu prometida, deberías confiar más en mí.
Jaft la observó, ella lo miraba de manera atenta, esperando una respuesta. En parte, ella tenía razón, era su prometida, debía saber qué era lo que estaba pasando, ya que, si tendrían que compartir una vida juntos, era necesario fortalecer la confianza en su relación. Pero había algo inexplicable que lo frenaba, él no sabía a ciencia cierta cuál era la verdadera Eleonor, la déspota malintencionada, o la Hanoun dulce y comprensiva que tenía allí a su lado en ese momento.
—No sucede nada —él la observó a los ojos y ella no pudo evitar suspirar resignada—. Es solo que, a veces, me exaspera el comportamiento de mi padre.
—Puedo entenderte a la perfección —le respondió—, pero no te preocupes, que cuando tu seas padre, serás mucho mejor que Giorgio.
Jaft la observó cuando dijo esto último. Sin quererlo, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro al imaginar esa posibilidad.
C L E M A T I S
Comencé a escuchar muchas voces dentro de mi cabeza y enseguida pequeños fragmentos de recuerdos comenzaron a aparecer uno tras otro, lamentablemente, aquellas imágenes eran tan rápidas que no lograba distinguirlas en su totalidad.
Sabía que estaba soñando, pero no pude evitar tapar mis oídos con fuerza. Me agaché y cerré los ojos, sentía mi corazón palpitar con rapidez en mi pecho, mientras mis manos sudaban. Comencé a gritar en medio de la nada, pero mi pedido de ayuda quedó suspendido en el aire.
Tras varios minutos abrí los ojos asustada y me topé con el rostro de Zefer, él me observaba atentamente mientras acariciaba mi rostro con gentileza. Solo al verlo conseguí calmarme por completo y comencé a respirar con tranquilidad.
—¿Estás bien? —preguntó cuando me vio más calmada.
—Sí... —respondí de forma pausada mientras suspiraba— Tan solo fue una pesadilla.
—¿Quieres contarme?
—No podría, ni siquiera yo sé lo que vi...
Zefer me apegó a su cuerpo y me sostuvo entre sus brazos con fuerza, era su manera de brindarme apoyo así que agradecí enormemente el gesto que estaba teniendo conmigo. Estuvimos así por varios minutos, pero el sonido de mi estómago rugiendo fue lo que cortó ese bello momento.
—Lo siento—mis mejillas se encendieron producto de la vergüenza.
—No te disculpes—él me sonrió y con su dedo acarició mis labios.
Se los quedó mirando expectante, alternaba la vista entre ellos y mis ojos, yo no pude evitar hacer lo mismo. Mi rostro se acercó a él con suavidad, y el suyo hizo lo mismo. Sentía que mi corazón comenzó a palpitar con fuerza, el calor de su cuerpo se sentía extrañamente placentero. Finalmente, luego de una tortuosa espera, nuestros labios se juntaron. Él comenzó a moverse con suavidad, yo aún era una inexperta en el tema de los besos, pero Zefer se encargaba de guiarme bien. En cierta forma aquello generaba una pequeña espinita dentro de mi corazón, ya que eso significaba que él tenía mucha experiencia.
Su lengua rozó mis labios y le concedí el permiso que solicitaba, ambos comenzamos un baile interminable de caricias y besos. Me sentía extraña, poco a poco comencé a sentirme acalorada. Aquellos besos inocentes estaban siendo dejados de lado, y cuando me apegué un poco más, pude darme cuenta de que su cuerpo había reaccionado ante mi cercanía.
—¡Lo siento! —murmuró apenado.
Zefer se despegó e inmediatamente, se sentó al filo de la cama, pude distinguir que su rostro estaba rojo, se había avergonzado. Yo, por mi parte, me senté y traté de calmar mi respiración mientras golpeaba levemente mis mejillas.
Antes de que pudiera decir algo tocaron la puerta, Zefer se removió incómodo, pero luego se puso de pie y fue a ver quién era.
—Disculpe que lo interrumpa, amo Zefer. El amo Elian desea saber si bajará a desayunar.
—Enseguida bajamos —Zefer habló con dureza, a raíz de esto, la muchacha apegó aún más el rostro a su pecho, hizo una pequeña reverencia, y se fue. Era increíble pensar que el Zefer que estaba hace unos segundos aquí, recostado conmigo, era el mismo de ahora.
—¿Por qué la trataste así? —le reproché, él me observó atento mientras se cruzaba de brazos— Respóndeme, Zefer. ¿Por qué la trataste de una forma tan seca?, la chica estaba muerta de miedo... pudiste ser un poco más amable con ella.
—Clematis..., es una híbrida.
—Y yo soy una humana —solté mientras una risa sarcástica escapaba de mis labios, él se tensó de golpe, al parecer se había dado cuenta de que había metido la pata—. ¿Sabes? A veces me pregunto si eras así antes de que perdiera la memoria.
—Lo siento—me respondió con obvia incomodidad—. Es un viejo hábito, trataré de tener un mejor trato con los híbridos.
—Con todos, no solo con los híbridos—él asintió—. Es de un buen líder ser respetuoso con todos, sean de su status o no.
—Tienes razón, lo siento —dijo genuinamente—. Es difícil cuando has estado acostumbrado a comportarte de cierta manera —la mirada de Zefer entristeció momentáneamente mientras hablaba—. Créeme que no es tan fácil dejar atrás el quien eres para volverte una mejor persona.
—Y agradezco que lo intentes —a medida que hablaba Zefer se sentó justo en frente a mi así que aproveché para apretar sus manos con gentileza.
—Voy a mejorar —sonrió y sentí como mis rodillas temblaron—. Tú, eres quien me hace desear ser mejor persona.
Luego de aquella pequeña conversación, ambos nos alistamos y bajamos a desayunar. Llevábamos casi tres días en este palacio, ya estábamos bastante repuestos del cansancio, así que decidimos que era hora de continuar. Necesitábamos encontrar una carreta que nos llevara a My—Trent, de lo contrario, deberíamos caminar hasta Itaca, la nación neutral.
Al llegar a la primera planta, Elian y Juth ya estaban sentados degustando de un surtido desayuno. Así fuera de día y no hubiera un compromiso en particular, ambos siempre traían puesto sus mejores prendas y una increíble variedad de joyas, era increíble pensar como ambos tenían para despilfarrar tal cantidad de dinero en joyería, vestimenta y alimentos, mientras que su pueblo se estaba muriendo de hambre.
Ellos al vernos, se pusieron de pie y nos saludaron, pero Juth, inmediatamente borró la sonrisa de su rostro y siguió comiendo con desgano. Una de las híbridas colocó un plato delante de mí, y en cuanto estiró el brazo, me pude percatar de que tenía unos cortes recién hechos con un látigo, ella, al percatarse que observaba la herida, se bajó aún más la manga.
—Elian—el nombrado observó a Zefer—. Muchas gracias por tu hospitalidad. En cuanto terminemos de desayunar, partiremos. Seguiremos con nuestro pequeño anticipo de luna de miel.
—¿Y tus sirvientes, muchacho?
—Están esperándonos en las afueras de Itaca, dejamos el carruaje y nuestras pertenencias allí—él se encogió de los hombros con naturalidad, estaba mintiéndole muy bien, hasta podría jurar que era verdad—. Queríamos vivir una experiencia..., diferente, el viajar por nuestros propios medios ha sido en verdad gratificante.
El desayuno transcurrió con naturalidad, yo no hablé mucho, salvo cuando Elian me preguntaba algo. Juth, por su parte, se mantuvo igual de callada como hizo desde que nosotros llegamos a su palacio. Al terminar, les agradecí por la hospitalidad e insistí en devolverles el vestido, pero Elian dijo que era un pequeño y modesto obsequio de su parte. Juth me observaba por debajo del hombro, pero contrario a lo que ella hubiera esperado, yo no me minimicé, la observé con el mentón en alto, esto la tomó por sorpresa, y un extraño bufido se escapó de sus labios.
Llegamos al centro del pueblo pero no encontramos ningún carruaje disponible, todos habían sido separados con anticipación. Zefer y yo no tuvimos más remedio que apegarnos a esa mentira que le dijo a Elian, tendríamos que ir a Itaca, allá si encontraríamos un transporte que nos llevara de regreso a My—Trent.
Llegamos hasta el portón del muro, y luego de que los guardias nos abrieron la puerta, partimos para seguir nuestro camino. Caminamos durante mucho tiempo, el sol ya estaba comenzando a ocultarse en el horizonte, era necesario que buscáramos un refugio pronto, de lo contrario dormiríamos en la intemperie.
Nos adentramos en el frondoso bosque, pero de un momento a otro Zefer comenzó a alzar el rostro mientras analizaba el ambiente. Algo lo preocupaba, sus facciones se endurecieron de golpe.
—¿Qué sucede? —le pregunté.
—No puedo oler nada... —me respondió.
En cuanto dijo esto comenzamos a escuchar unas pisadas cerca de nosotros, alguien venía persiguiéndonos, Zefer trato de descubrir por donde vendrían, pero simplemente no pudo hacerlo, ni siquiera podía captar mi aroma.
—¡Sube a mi espalda! —él se agachó y cuando me sujeté lo suficientemente bien comenzó a correr.
Zefer de un solo salto llegó a las ramas de los árboles y comenzó a saltar una por una, la madera crujía debido a sus pisadas, otras terminaban partiéndose por la fuerza con la que se impulsaba, pero en ningún momento vaciló. Yo por mi parte estaba bien aferrada a su cuerpo porque había momentos donde sentía que me resbalaba.
Oía que murmuraba algo, pero no alcanzaba entenderlo, y cuando presté atención a nuestro entorno, pude darme cuenta de que ahora se escuchaban muchas más pisadas. Estábamos rodeados.
Al llegar a un claro despejado, una inmensa red de cadenas cayó sobre nosotros, Zefer perdió el equilibrio y terminamos cayendo al suelo, pero antes de que me golpeara interpuso su cuerpo para reducir el impacto. Su espalda resonó al golpear la tierra, y él momentáneamente se quedó sin aire.
—¡Los tenemos! —gritó uno de los sujetos mientras se acercaba hacia nosotros— Es una humana y un Hanoun.
El sujeto traía puesta una máscara de madera que poseía unos símbolos extraños de color dorado que brillaban ligeramente. Cuando trató de sujetarme, Zefer presionó mi cuerpo con fuerza, gruñó mostrando sus colmillos, e inmediatamente, el muchacho retrocedió producto de la impresión.
—Tranquilo, cachorro —apareció otro sujeto, pero este tenía puesta una máscara diferente, la cual exponía la mitad de su rostro—. ¿Segura que es humana?, tiene los ojos de diferente color, como un híbrido.
—No podía correr, él otro era quien la llevaba en la espalda. Si fuera una híbrida, habría corrido a la par.
—Sí, supongo que tienes razón. Bueno—comenzó a frotar sus manos—, es hora de llevarlos.
En cuanto levantaron la red de cadenas, Zefer se lanzó sobre uno de ellos. Buscó su cuello para poder desgarrarlo con sus garras, él muchacho de la máscara por la mitad lo esquivó con rapidez y esto lo descolocó. Los demás no tardaron en aparecer, nos rodearon en un círculo, todos traían puestas máscaras diferentes que ocultaban su rostro.
—Quédate atrás —me ordenó. Yo asentí, y él se puso nuevamente, en posición de ataque.
—Oye, cachorro, tranquilo—el muchacho al que había atacado alzó las manos en señal de paz, pero Zefer estaba tan enojado que no quería escucharlos. Dejó su garrote con clavos en el suelo, y luego retrocedió un poco, Zefer no le apartó la mirada ni un solo segundo—. No venimos a lastimarlos.
En ese momento, sentí como algo se incrustó sobre mi piel, toqué mi cuello, y pude sentir un dardo incrustado allí, llamé a Zefer, y este al voltear, se acercó con rapidez hacia donde me encontraba, me sujetó antes de caer al suelo, pero a él también le tiraron ese extraño dardo.
Mi vista comenzó a hacerse nublosa, podía oír que Zefer me llamaba, pero su imagen desaparecía cada vez más y más. Mi cuerpo se relajó, sentía que mis músculos estaban dormidos. Zefer comenzó a hablar pausadamente y poco a poco se fue inclinando hacia adelante, al parecer, él se estaba sintiendo de la misma manera. Lo llamé, pero mi voz no se entendía, vi como los muchachos se retiraron la máscara, otros se acercaron, y antes de perder el conocimiento, sentí claramente, como era apartada de su lado.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top