CAPÍTULO XXXVIII • Confrontación •
Las catapultas que se encontraban más lejos de los soldados de Giorgio fueron las primeras en ser derribadas, los soldados que se habían quedado resguardándolas poco o nada pudieron hacer contra esa horda de forasteros.
El muchacho, que aparentemente era el líder ya que venía dando indicaciones, dirigía el frente del ataque, las extrañas carrozas metálicas recogieron a los cansados soldados provenientes de la aldea de Ian y Rik, y los subieron.
El jefe de la guardia gritaba desde atrás para que emprendieran la retirada, ya que los mismos aldeanos de Velmont, como si la llegada de aquellos extraños les hubiera devuelto la esperanza que creían perdida, habían comenzado a reponerse y estaban sacando a los intrusos de su hogar.
El sujeto comenzó a retroceder a tropezones debido a la cantidad de nieve, los soldados que lo seguían desde atrás aguardaron a que los enemigos estuvieran en su rango de visión para disparar, pero la velocidad con la que se movían debido a las máquinas provocaba que los disparos terminaran perdiéndose en medio de la nieve.
—¡Retirada! —gritó uno de los subordinados, el jefe volteó a observarlo con profundo odio y lo sujetó del cuello.
—Peleen malditos enclenques —los amenazó a la par que les proporcionaba una patada— ¡Cumplan con su deber!
Las carrozas rodearon a los soldados que no habían escapado, el jefe seguía firma en medio de todo el caos que se venía formando a su alrededor.
El líder del otro bando, alzando un puño en el aire ordenó que se detuvieran, de un ágil movimiento terminó sobre la nieve que le llegaba hasta casi las rodillas, el jefe de la guardia no perdió tiempo, se lanzó al frente, pero antes que lograra herirlo con sus garras el joven terminó desenfundando su arma y disparó, el proyectil terminó impactando en medio de las cejas del jefe y la nieve debajo de su cuerpo poco a poco se terminó tiñendo de color carmín.
Los soldados de Velmont no tardaron en llegar y apresar a los enemigos, el líder de la guardia caminó al frente y se posicionó delante del joven que acaba de dejar a la vista su cabellera y el parche que bordeaba su ojo.
—Lamento la demora, el clima no favoreció a los vehículos.
El guardia lo reconoció de inmediato, era el muchacho que había venido hace medio año acompañando a la regente Clematis, joven el cual le recordaba mucho a su amo Rier Hanton cuando fue joven.
—Muchas gracias por defender nuestro pueblo —añadió el sujeto mientras hincaba una rodilla en el suelo.
Los demás soldados, en señal de agradecimiento con sus salvadores hicieron exactamente lo mismo.
—Póngase de pie, por favor, solo vinimos a ayudar.
—No —respondió otro que estaba más atrás—, acaban de salvar muchas vidas en este día, lo que menos podemos hacer por ustedes es mostrarles nuestra gratitud.
—No tienen porque agradecernos, por ahora lo mejor será tratar a los heridos —añadió el muchacho mientras obligaba a los guardias a ponerse de pie.
Los soldados de Velmont asintieron e inmediatamente guiaron a los forasteros dentro de la ciudad, dejaron los vehículos guardados dentro de los almacenes del palacio, y el salón principal fue usado para poder comenzar a curar a los heridos.
—William, ha habido bajas considerables aquí —añadió el joven castaño mientras observaba el panorama—. Estuve hablando con las sacerdotisas, y me dijeron que si demorábamos un poco más en llegar, la mitad de la población pudo haber muerto.
—Mierda —masculló él mientras observaba a todos lados, aparentemente estaba buscando a alguien, pero el no encontrar a esa persona en cierta forma le traía cierta paz—. André, debemos estar alertas, sin el muro existe una posibilidad de que regresen a atacarnos.
—Pierde cuidado, los demás se han quedado cerca a los muros.
—Disculpe, joven, me gustaría saber su nombre —interrumpió el guardia, quien seguía asombrado por lo que estaba presenciando.
En un inicio había pensado que los forasteros eran Hanoun's provenientes de naciones aliadas, pero hasta que todos se retiraron la protección de la cabeza, se había podido percatar de que eran humanos.
Los humanos no solo habían hecho retroceder al feroz ejército de los Wolfgang, si no que también acababan de salvarlos a ellos.
—Me llamo William Garyen, soy hermano de la regente Clematis.
—Mucho gusto, soy Lucciano, jefe de guardia.
—Un placer —le dijo con sinceridad mientras colocaba una mano sobre su hombro—. Escucha, Lucciano, necesito un recuento de armamento —el guardia asintió, enseguida corrió en dirección a uno de sus subordinados y juntos se fueron a revisar la cantidad de armamento disponible.
—Por nuestra parte solo perdimos tres unidades en el camino —añadió André, intuyendo lo que William estaba a punto de ordenarle—. Sin embargo, si nos quedamos aquí durante más tiempo, los otros autos terminaran solidificando el combustible y será imposible moverlos.
—Tendré que pedirles que partan a My-Trent cuanto antes, yo no puedo irme de Velmont.
—¿Te quedarás aquí? —le preguntó.
—Debo hacerlo... estuve hablando con otro de los guardias, aparentemente no quieren que el resto sepa que Rier nunca regresó de la boda de Clematis y Argon —él suspiró—, lo que han dicho hasta el momento es que ha sido herido por una de las balas del ejército y se encuentra dentro del palacio.
—¿Y en verdad creyeron eso?
—Con el caos que ha sido todo para ellos desde hace meses, sí, la gente no sospecha que actualmente Velmont no tiene un gobernante, Lucciano ha hecho lo mejor que ha podido, pero es un militar, no un regente, no sabe manejar muchos de los asuntos que implica el cargo, a esto se le suma el hecho de que no tenemos tampoco información de Argon.
—Es verdad, las noticias que nos dieron en Wyrfell tampoco fueron demasiado alentadoras, todo es un caos, no tenemos forma de saber si él está vivo y donde se encuentra Clematis ahora —André sujetó el puente de su nariz y emitió un pausado suspiro—. Giorgio no tenía ninguna intención de quedarse con Velmont, quería borrarla del mapa.... Estoy seguro de que si no hubieran hecho que los humanos escaparan con los niños, todos ellos hubieran muerto...
—Eso dalo por sentado, hicieron bien en mandarlos lejos para evitar que algo malo les pudiera pasar.
—¡André, William! —uno de los soldados llegó corriendo dejando la puerta abierta a sus espaldas, la nieve comenzó a filtrarse dentro de recinto y una de las sacerdotisas tuvo que ir pronto a cerrar la puerta.
—¿Qué sucede? —le preguntaron en cuanto estuvo a una distancia prudente.
—¡Es una emergencia, vengan a la entrada!
Los tres salieron corriendo, tomaron uno de los vehículos y en cuestión de minutos ya se encontraban detrás de los escombros del muro.
Los soldados se pusieron de pie en posición de ataque, a lo lejos se veía la silueta de muchas personas caminando en su dirección, no sabían si eran aliados o enemigos, pero no podían bajar la guardia por ningún motivo.
Para cuando se encontraban un poco más cerca el tenue aroma familiar que William tanto había extrañado llegó hasta su nariz. Comenzó a correr al frente sin importar que André lo estuviera llamando, Clematis, al darse cuenta de que su hermano estaba allí a lo lejos comenzó a correr como pudo mientras por momentos se hundían en la nieve.
Al estar frente a frente ambos se observaron, William sonrió, dejando escapar unas lágrimas tal y como Clematis estaba haciendo, y ella se tiró al frente provocando que los dos cayeran de espaldas sobre la nieve.
—¡Me alegra tanto verte! —ella se separó ligeramente de él con lágrimas en los ojos, su hermano hizo lo mismo. Estaba feliz de verla.
—Lamento haber tardado tanto... —él acarició su rostro con gentileza, ella negó mientras volví a hundir su rostro en su cuello.
William se había percatado de los moretones, rasguños y los vendajes que su hermana tenía. La habían lastimado, y muy posiblemente, ella pudo haber estado al borde de la muerte luego del ataque de Wyrfell.
—Perdón —le dijo mientras la abrazaba con fuerza—. Si hubiera sido capaz de convencerlos antes, no estarías así de lastimada.
—William, estoy bien —respondió con calma, aunque él no lograba tranquilizarse—. Lo importante es que llegaste y ayudaste a esta nación —ella sonrió mientras sujetaba la palma de su mano.
—Clematis... llegamos por poco —William se puso de pie y la ayudó a pararse—. Logramos interceptar tu mensaje, pero tardé en convencer a Leonar y Geiner, Marlo y André fueron los únicos que estuvieron prestos a venir cuanto antes, pero...
—William, escucha lo que te estoy diciendo —le dijo y la obligó a observarla, su hermano apretó los puños a cada lado de su cuerpo debido a la frustración que sentía en esos momentos—. Aunque hayan tardado lograron darle una esperanza a esta gente, ellos les deben que sigan con vida.
André, quien por fin había logrado alcanzar a William en cuanto reconoció a Clematis se lanzó al frente y la elevó ligeramente sobre la nieve, por su parte, los acompañantes que venían siguiéndola finalmente llegaron, William se quedó observando detrás de Ian y Rick, y pese a lo diferente de su apariencia, logró distinguir perfectamente a Zefer quien veía como el rubio caminaba en su dirección.
Clematis giró el cuerpo para tratar de frenar a su hermano, pero tanto Ian como Rick al ver que el muchacho tenía asuntos pendientes con Zefer se abrieron y le dieron el suficiente espacio para que el puñetazo le cayera directo en el rostro.
Zefer por su parte no se quedo quieto, y contrario a lo que todos pensaron, no le devolvió el golpe, este únicamente se agachó y pegó la cabeza sobre la nieve mientras le pedía perdón a William.
—Debería matarte por todo lo que has hecho con ella, animal... —William estaba enojado. Quería seguir golpeándolo en nombre de su hermana hasta saciarse, pero no era el lugar ni el momento adecuado, aunque también era consciente de que posiblemente luego no tendría otra oportunidad—. Pero... también tengo que agradecerte en parte. La mantuviste con vida hasta ahora, a tu manera estúpida de hacerlo, pero lo hiciste —tras decir esto William tendió su mano al frente, Zefer la observó y luego con su ayuda se puso de pie.
Todos comenzaron a caminar hacia el centro de Velmont, Elinor se acercó hacia las sacerdotisas y comenzó a ayudarlas con los heridos, los demás aldeanos pertenecientes al pueblo de Ian y Rik hicieron lo mismo.
Ian y Rick fueron los primeros en desplegar el mapa que usaban sobre la mesa, André, Marlo, Geiner y Leonard se colocaron en el extremo izquierdo, y William, Clematis y Zefer se posicionaron justo al centro mientras comenzaban a mover los pequeños muñecos sobre el tablero.
—Logramos liberar a algunos rehenes que estaban en las minas de vidaleons —comenzó Zefer mientras inclinaba la figura del lobo—. Sin embargo, todavía hay gente cautiva en otros sectores, gracias a la liberación de esos rehenes es probable que un porcentaje de los soldados de Giorgio renuncien, pero todavía no tenemos la certeza de cuanta gente estará en My-trent.
—El siguiente punto de ataque debe ser este —añadió Clematis señalando My-trent, Geiner, Leonar, Marlo y André se observaron—. Es prohable que ya se hayan percatado, pero Velmont se encuentra sin regente, y aunque detesto imaginar lo siguiente, es probable que Giorgio tenga cautivo al Rier Hanton dentro de la carceleta de My-trent.
—¿Por qué quería a Rier? —esta vez fue Leonard quien habló—. Se de la rivalidad que tenían... ¿Pero no era mejor tenerlo aquí, en donde podría atacarlo?
—Porque Giorgio no iba a perder la oportunidad de tener cerca a su enemigo para torturarlo —añadió Zefer que se estaba sujetando tan fuerte de la mesa que esta crujió bajo sus palmas—. Si queremos ponerle un punto final a la guerra debemos derrocar a Giorgio y liberar a Rier.
—Zefer, ¿crees que Giorgio capturó a Rier... y trajo de regreso a Lyra porque...?
—¿Lyra? —preguntó William quien no daba crédito a lo que acababa de escuchar— ¿Lyra Wolfgang?, ¿cómo que Giorgio la trajo de regreso?
—No sabemos que o como lo hizo —respondió Zefer mientras lo observaba—, pero Giorgio volvió a traer a la vida a algo que es exactamente igual a quien fue mi madre.
—¿Ese enfermo no tratará de repetir los sucesos del pasado?
—Es lo que he venido pensando constantemente desde el momento en que me topé con ella —confesó—. En su retorcida mente debe querer deshacerse de todo, situándose él como una deidad absoluta al lado de lo que alguna vez Rier le arrebató.
—La carnada perfecta de Giorgio había sido Jaft —completó Clematis mientras observaba la figura del trono vacío sobre My-trent—. Él era lo único que ataba a Rier a su pasado, y era más que probable que él hubiera salido corriendo en cuanto recibió noticias de su amado hijo, entonces, lo que Giorgio quería... era asesinar a Rier en frente de Lyra, de esta forma ella solo lo elegiría a él.
—Clematis ¿Dónde está Argon? —William observó a su hermana pero esta simplemente se limitó a agachar la mirada mientras mordía su labio con fuerza—. Fue herido en Wyrfell... y aunque he tratado de establecer contacto mediante las vylas, no he tenido respuesta. William, no sé si Argon seguirá con vida.
Los presentes se quedaron en silencio, Geiner y Leonard solo en ese momento cayeron en cuenta la cantidad de bajas que había habido, las cuales posiblemente hubieran podido ser menores si tan solo hubieran proporcionado la ayuda que Clematis fue a buscar hace tantos meses atrás.
—¿Cuántos soldados creen que haya en My—Trent? —Rick colocó la palma de su mano sobre la mesa a medida que hablaba.
—No lo sé, pero es probable que Giorgio haya mandado a llamar a todo el ejército cercano del cual dispone —contestó Zefer con prisa—. A estas alturas, ya debe saber que Lyra está en camino, va a protegerla con todo lo que pueda.
—¿Todo esto lo hizo únicamente por ella? —preguntó Ian luego de oírlos en silencio.
—Dudo que haya sido solamente debido a eso —William le respondió—. Rier estaba sospechando de Giorgio desde hace muchos años, le parecía algo demasiado extraño que extrajeran tal cantidad de vidaleons de la montaña pero que no fabricaran mayor cantidad de dinero, ni siquiera lo usaban en las joyerías o lo exportaban. Es por eso que Rier preparó a Argon desde que era pequeño, la misión que él tenía era averiguar, y de ser posible, destruir los planes de Giorgio.
—Entonces... aquel día, cuando lo encontré en el bosque.
—Así es, Argon venía a realizar su misión.
—Nunca me dijo nada... —Zefer se había quedado luego de oír a William este lo observó atentamente mientras se cruzaba de brazos—, si lo hubiera sabido...
—¿Si lo hubieras sabido, qué? —le preguntó mientras enmarcaba una ceja— Quieras o no aceptarlo, Zefer, en este tiempo, no eras alguien en quien se podría confiar —Zefer agachó la cabeza tras escucharlo, Ian y Rick se miraron incómodos—. No lo dije con ánimos de ofenderte, pero Argon estaba decidido a hacer esto por su cuenta. Estaba dispuesto a dar su vida por ayudar a su padre, quería detener a Giorgio...
—Lo mejor será que... utilicemos los autos para poder atacar desde lejos —Clematis habló para relajar el ambiente, todos se encontraban demasiado tensos en ese momento.
—La gente de Demarrer tiene formaciones de ataque, no será problema, podemos acercarlos lo suficiente como para que logren ingresar.
—¿Crees que sería conveniente? —preguntó André—. Es decir, quieren tu cabeza, Clematis, podrías correr peligro una vez que estés dentro.
—Creo que es peor mantenerla afuera —añadió William desde su lugar—. Los soldados estarán tan enfocados en proteger la entrada que no podrán percatarse de su presencia.
—Clematis, Zefer —Rick los observó atentamente mientras se encontraba de brazos cruzados—. Deben liberar a cuantas personas puedan, no solo a Rier y Lyra.
—¡Desde luego! —le respondió ella.
—Clematis —esta vez fue Zefer quien la llamó—. Escucha, la mayoría de los prisioneros se encuentran en la torre de tortura —tras decir esto Zefer tomó un carboncillo y trazó un círculo un poco más alejado del palacio—. Generaré una distracción y entrarás para rescatarlos, los que trabajan allí son personas desequilibradas, si te atrapan serán capaz de desollarte antes de llevarte con Giorgio.
Todos estaban perfectamente conscientes de que sería una batalla difícil.
Los estaban esperando, y para ese momento no disponían de tácticas perfectamente planeadas, tan solo debían luchar con fiereza y mantenerse fuertes, ya que una vez que Giorgio cayera, los demás soldados que estaban siendo obligados por él dejarían de hacerlo y la batalla cesaría.
Luego de ultimar detalles decidieron partir, en cuanto estuvieron afuera Clematis no pudo evitar sobre encogerse al ver el enorme muro destrozado, la belleza de la cual Velmont había dispuesto durante tanto tiempo se había desmoronado de un momento para otro, la vitalidad que le proporcionaban sus habitantes había sido dejada atrás por una sangrienta guerra, tardarían mucho tiempo en reponerse psicológicamente.
—Necesito ir a un lugar antes de irnos, por favor, espérenme, no tardaré mucho.
Luego de que le dijo aquello Zefer comenzó a correr en dirección al segundo palacio que estaba construido en Velmont, en cuanto llegó el lugar se vía desolado, como si hubiera sido abandonado, inclusive las rejas de la entrada estaban abiertas de par en par.
Al llegar a la entrada abrió la inmensa puerta, las bisagras de esta rechinaron y el eco hizo ruido dentro del interior. Para cuando Zefer logró introducirse vio la silueta de la persona que había venido a buscar dirigirse hacia los enormes ventanales que daban para el exterior.
—Veo que viniste —le dijo la mujer que todavía se encontraba dándole la espalda, observando los rezagos que acababa de dejar el ataque a la nación.
—¿Todo esto te sirvió de algo?, Lydia Hanton —la voz de Zefer sonaba grabe y cortante, la Hanoun al escuchar su nombre esbozó una sonrisa sarcástica y finalmente volteó a observarlo.
Ella se acercó en silencio, se abrochó aún más el mullido abrigo que traía encima y luego de alisar sus guantes extendió las muñecas en dirección a Zefer, pero tras varios minutos de silencio entre ambos ella terminó bajando los brazos.
—¿Y bien? —le preguntó— estoy esperando.
—No voy a encarcelarte.
—¿No? —ella se mostró desconcertada mientras trataba de encontrar su respuesta— ¿A qué viniste entonces, Zefer?
—Vine a ofrecerte un trato, el cual deberás aceptar sin peros.
—Te escucho.
—Te dejaré en libertad, no le diré a nadie que tu colaboraste con Giorgio para que Jaft me asesinara, no diré que fuiste tú quien le brindó las herramientas a Eleonor para que matara a mi hija, ni mucho menos le diré a nadie que eras quien le proporcionaba cada movimiento que Rier daba mediante mensajes secretos a Giorgio.
—Y tu padre decía que no eras listo —añadió ella con sorna mientras reía—. Es gracioso que lo hayas descubierto ¿Qué me delató?, digo, si se me permite preguntar.
—Cuando Argon hablaba de ti siempre me dijo que eras mujer culta, y en una ocasión, él mencionó que Elinor tenía un libro de medicina herbolaria exactamente igual a uno que tu solías tener en tu palacio —a medida que decía esto, Zefer se inclinó peligrosamente al frente, Lydia lo observó todavía con calma como si no supiera de que estaba hablando—. Libro que apareció en el palacio la última vez que ustedes fueron de visita.
Jamás pudiste perdonar a Rier por nunca amarte, pero no podías simplemente atacar directamente a sus hijos porque él tenía los ojos puestos sobre ti. Le dejaste ese libro deliberadamente a Giorgio y este finalmente terminó entregándoselo a Elinor, ya que ambos sabían que llegado el momento, ella se volvería su peón para quitar a lo que tanto odiabas de tu camino, a Jaft, mi hermano, la prueba de que Rier nunca te amó y siempre estuvo enamorado de mi madre.
—¿Quieres que me disculpe acaso? —ella enmarcó una ceja mientras sonreía—Tú y Jaft eran unos bastardos engendrados por esa tipa.
—No, de alguien como tú no puedo esperar absolutamente nada.
—¿Entonces? A que viniste, Zefer.
—Como te dije, vengo a proponerte un trato. Lo que a ti te ocurra no me interesa en lo más mínimo, pero si me importa mi amigo, Argon no merece saber que tú fuiste la conspiradora de su familia.
—¿Qué caso tiene que vengas a confrontarme? Escuché que mi estúpido hijo está muerto.
—Aún nada está confirmado —Zefer la observó atentamente sus ojos despedían una inmensa cantidad de resentimiento—. Quiero que te largues de Velmont, todo título terreno o poder que hayas podido tener se te será revocado. Desparece Lydia, eso es algo que tuviste que hacer desde hace mucho para evitar que tu hijo sufriera, él te quiso siempre, y aún lo sigue haciendo, no quiero que sepa la clase de persona que eras.
—Haces muy mal, querido —ella caminó hacia su lado con la frente y el mentón bien en alto—. Si es que Argon aún vive, sería bueno que él finalmente abriera los ojos—Lydia sonrió con total frialdad mientras caminaba hacia la salida, abrió la puerta, una ventisca sumamente fría fue lo que la recibió en cuanto lo hizo— ¡Ah! Saluda a Rier de mi parte —dijo ella con sorna—. Digo, si lo encuentran vivo.
Tras decir esto Lydia salió del palacio, el eco de la puerta siendo cerrada retumbó en todos los pasadizos. Zefer volteó a observar por donde se había ido y suspiró pesadamente, si Argon aún seguía con vida, no era necesario que supiera esto.
Él siempre amó a su madre, pese a que ella jamás le correspondió y el darle un sorbo tan amargo de realidad podría devastarlo.
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