CAPÍTULO XXXVI • Uno por uno •
Z E F E R
Después de que termináramos de afinar los detalles del plan los soldados comenzaron a prepararse para partir, sentí un pequeño escozor provenir de las heridas que tenía en mi pecho, y al bajar la mirada, pude notar unas pequeñas manchas de sangre a la altura de las suturas.
Clematis me estaba dando la espalda, todavía continuaba conversando con Rik e Ian, así que antes de que pudiera seguirme, aproveché el momento para caminar nuevamente a la carpa de Lyra.
Mi cuerpo todavía seguía demasiado lastimado producto de la caída, y aunque era consciente de que debía de informar el estado en el que me encontraba, esto lo único que provocaría sería que Clematis se preocupara por mi y posiblemente me pediría que me quede en el campamento.
—Elinor —al escúchame ella pegó un respingo, algunos de los potes que estaba acomodando dentro de su maletín se cayeron en el interior, pero por suerte el líquido que había dentro no se derramó—. Lo siento, no quise asustarte.
—Descuida, Zefer, es solo que... estaba distraída, no me di cuenta que llegaste.
—Necesito que me ayudes —le dije a la par que señalaba las pequeñas manchas sobre mi camisa, ella inmediatamente me pidió que tome asiento y comenzó a buscar los implementos que necesitaba.
Al abrir mi camisa los vendajes que cubrían mi torso quedaron expuestos, ella retiró la tela con sumo cuidado y una vez que dejó las heridas expuestas, examinó con detenimiento las heridas.
—Debo volver a suturar, se rompió el hilo que puse —añadió mientras apretaba los labios de forma lineal—. Lo siento, prometo mejorar mi sutura, sé que todavía me falta mucho por aprender.
—Descuida —la interrumpo antes de que pudiera continuar—, valoro mucho lo que estás haciendo por mí, además, pese a no ser una curandera, vienes realizando un excelente trabajo, si no fuera por tu ayuda no hubiera podido llegar a la aldea.
—Gracias... —añade ella con vergüenza mientras deja el trapo con el que limpió los restantes de sangre a un lado, luego tomó la aguja y el hilo y comenzó a realizar las suturas.
Ambos no hablamos, Elinor parecía estar ida, como si sus pensamientos estuvieran en otro lugar, y aunque mentalmente no estaba allí en ese momento, su cuerpo se movía por inercia y realizaba su labor a la perfección.
—Zefer —dijo tras una breve pausa, exactamente cuándo termino de hacer el nudo final.
—¿Qué sucede?
—Tengo que pedirte un favor —sus manos temblaban al igual que su cuerpo, parecía muy nerviosa.
Elinor jamás pedía nada, aunque tuviera sed o abre ella nunca abría la boca para pedir, quizás esto se debía a que, aunque hayamos sido compañeros de viaje, todavía no tenía la confianza suficiente, pero en esta ocasión en verdad sentía que necesitaba pedir algo.
—Vinieron a informarme que yo marcharé con el pelotón en dirección a Velmont —dice mientras sujeta sus dedos nerviosamente—, sin embargo, quisiera... ir con ustedes a las minas de vidaleons y posteriormente a My-trent —suspiró, y luego me observó con sus ojos bicolores—. Estoy preocupada por Madam Fiora, cuando escapé de allá los guardias fueron a apresarla... yo... necesito saber que está bien.
—No creo que haya problema con eso —le dije, y la mirada se le iluminó.
—No sabes cuanto te lo agradezco —contestó mientras veía como unas pequeñas lágrimas resbalaban por sus ojos.
—Elinor, creo que en todo este tiempo que hemos viajado juntos nunca lo dije...pero lamento lo que pasó la primera vez que nos vimos.
—Déjalo, Zefer, yo entiendo perfectamente que fue lo que pensaste —una sonrisa nerviosa escapó de sus labios—. Siempre fue una desventaja que ambas nos pareciéramos tanto... y fue gracias a esa maldición que Eleonor tomó ventaja.
—Desde que supe la verdad... nunca entendí porque tus padres jamás dejaron que las dos vivieran con libertad.
—Mis progenitores eran unos sujetos demasiado supersticiosos —me dijo mientras colocaba los nuevos vendajes sobre mi cuerpo—. Hace mucho tiempo en nuestra familia hubo dos gemelos, misteriosamente, el padre de uno de esos niños falleció en circunstancias muy extrañas, nunca se logró saber con exactitud que fue lo que pasó, pero al ser el único testigo el hermano menor y al no saber explicar los acontecimientos, fue culpado de homicidio y posteriormente asesinado.
El hermano creció y desposó a un familiar de la primera línea sanguínea con tal de mantener el linaje intacto, a raíz de esto nacieron mis padres, y posteriormente nosotras. Lógicamente debido al precedente que existía de los gemelos, fue que mis padres se asustaron, pensaron que la historia se repetiría nuevamente, y como un modo grotesco de diversión, hicieron una especie de competencia, querían ver cual de nosotras era útil y cual estaba destinada a una vida de servidumbre.
Amé mucho a mi hermana cuando éramos niñas, juntas cargábamos con el dolor de la otras y tolerábamos todos los abusos a los que nuestros padres nos sometían, pero Eleonor siempre fue ambiciosa, y conforme iba creciendo su personalidad comenzó a deformarse cada vez más y más.
Mi error fue confiar en mi hermana. Jamás debí de decirle lo que pasó el día que te conocía, ella posiblemente asumió que automáticamente yo sacaría provecho de la situación y escaparía, condenándola a ella a una prisión, así que usurpó mi identidad y bueno... la historia ya la conoces.
—Lo lamento, no haber podido diferéncialas apropiadamente, quizás...
—La historia no hubiera sido diferente —contesta con una apagada sonrisa—. Mis progenitores jamás hubieran confesado, sin pruebas que avalaran que ellos tenían gemelas, nadie hubiera podido ayudarnos a ambas —dijo mientras acomodaba nuevamente sus cosas—. Sí, sufrí mucho y en muchas ocasiones pensé en que moriría en manos de la persona que me compró. Constantemente despertaba y maldecía a la vida por permitirme respirar todavía, pero aunque hubiera tratado de poner un punto final, mi captor no me lo hubiera permitido.
Pero como se dice no hay mal que dure cien años y todo pasa, el dolor poco a poco va disipándose como una broma. Tuve suerte, es verdad, pero si no hubiera sido por Fiora posiblemente no estaría aquí de pie hoy en día. Ella curó mis heridas, se encargó de ser el pilar que necesitaba, y le agradezco por darme la oportunidad de vivir.
Es por eso que quiero ayudarla. No puedo dejar que una flor tan hermosa sea marchitada por la podredumbre de My—Trent.
—¿No crees que ella asesinó a tus padres a modo de represaría por todo lo que te hicieron?
—¡Claro que no! —dijo ella inmediatamente mientras volteaba a observarme—. Estoy completamente segura que Eleonor fue la causante del asesinato, puede que desde el momento en que Fiora me acogió no volviera a poner un pie fuera del burdel, pero la gente habla, y una vez cuando las demás estaban tomando el té, pude escucharlas hablar, ellas dijeron que posiblemente Eleonor se había cansado de mantenerlos, y es algo que veo muy posible, mis padres siempre nos recalcaban que nosotras únicamente éramos su medio de vida, ya que pese a que eran nobles, su fortuna distaba mucho de lo que alguna vez fue en su momento.
—¿Les pasaba mensualidad?
—Sí, es probable que ellos la estuvieran chantajeando, Eleonor siempre fue retorcida, es muy probable que mis padres estuvieran al tanto de todo el mal que causaba, y ellos con tal de no abrir la boca deben de haberle exigido dinero.
Con ellos fuera del camino necesitaba una culpable, y claramente yo fui la única opción viable que vio para continuar con normalidad su vida.
—Entonces, por eso te inculpó.
—Ella haría lo que fuera para verse librada de todo. Sabía que si mis padres morían inculparían a Fiora, y si llegaban a verme, me encarcelarían ya que nunca fui registrada por mis padres.
—Lamento por todo lo que has pasado.
—Pierde cuidado —exclamó con voz apagada mientras sonreía cabizbaja. Elinor siempre tenía esa mirada de desolación en su rostro desde que la encontré—. No puedo hacer nada por cambiar el pasado, y ahora lo único que puedo hacer es enfocarme en el futuro. Fiora necesita de mi ayuda, todavía mantengo la esperanza de que ella esté viva.
—En esta situación, lo único que puedo pedirte es que no pierdas la esperanza.
—No la pierdo, Zefer —contestó mientras palmeaba mi hombro antes de salir de la tienda—. Así como tú también no pierdes la esperanza en que Argon esté vivo.
Al cabo de un par de horas todo estuvo listo. Las tiendas del campamento habían sido dobladas perfectamente, y con tal de no tener mayores retrasos, las dejamos escondidas en una sección del bosque dentro de unos matorrales.
Comenzamos a caminar prácticamente a hurtadillas en el bosque ya que gracias a la esencia de Mirella y Lupre, no podíamos detectar a ningún enemigo en el aire.
El día se escapó de nuestros dedos, y para cuando el alba estaba al horizonte, el grupo designado a Velmont, y nosotros nos dividimos en el sendero.
Aquella noche los vigilas nos quedamos alertas, los demás descansaron apenas unos metros de nuestra ubicación para poder dar aviso por si algo pasaba, pero por suerte la noche transcurrió con tranquilidad y antes de lo previsto un nuevo día acaba de comenzar.
Para cuando llegamos a la zona minera el silencio nos recibió, tan solo una vez en mi vida había venido a este lugar por insistencia de Giorgio, pero lo recordaba completamente diferente. No había rastro de los trabajadores, los carros que sacaban los minerales de adentro de la escabrosa montaña estaban abandonados en las afueras al igual que todos los materiales.
Aguardamos con calma y un vigía no tardó de asomarse, estaba dando la vuelta a las entradas. En total él tardaba en promedio treinta minutos en dar la vuelta, y otro de sus compañeros durante ese lapso tardaba lo mismo hasta llegar a su posición.
—Bien, es hora del cambio —dije, y el guardia comenzó a caminar para poder bordear la parte baja de la montaña.
—¿En que parte crees que puedan estar? —me pregunta Clematis quien se encontraba sosteniendo el mango de su espada con fuerza.
—Posiblemente estén dentro en la zona de trabajo, es el único lugar amplio debido a las excavaciones.
—De acuerdo —añade Rick mientras nos observa—. Nos dividiremos en tres grupos de diez, los más rápidos vendrán conmigo, tenemos poco tiempo para reducir a los que posiblemente estén por dentro.
—De acuerdo —contestamos Clematis y yo.
—Ian, tú será el líder del segundo grupo y deberás generar neblina —tras decir esto Rick le entregó un extraño polvo de color grisáceo a Ian, aparentemente ellos siempre usaban esa táctica en sus emboscadas —. Zefer junto a Clematis serán los líderes del tercero, cuando los veas ingresar a la cueva deberás generar esta distracción.
Los nombrados asentimos e inmediatamente comenzamos a dividirnos, el grupo de Rick corrió con prisa al interior de la cueva. Tal y como habíamos calculado el siguiente guardia no tardó en asomarse, y luego del tiempo calculado continuó con su ronda, me agaché para que Clematis pudiera subir a mi espalda, se sujetó con firmeza de mis hombros, casi podía sentirla temblar.
Comencé a correr, las heridas me dolían, pero no podía decir absolutamente nada o la misión sería un completo fracaso.
Avanzamos con cautela, el silencio mortuorio era algo que nos generaba preocupación, pero aparentemente el primer grupo de Rick ya había reducido a los guardias de esta zona.
Al transitar los oscuros pasadizos durante algunos minutos vimos una bifurcación, Lyra, quien iba en nuestro grupo de fue con cinco de nuestros hombres a la derecha, y Clematis, yo y los restantes partimos a la izquierda.
El terreno había cambiado medianamente desde la última vez que estuve aquí, antes solo había una entrada y una salida, pero posiblemente con tal de tener mayor cantidad de mano de obra habían abierto otro nuevo sendero.
Las antorchas encendidas se movían al compas de nuestros movimientos debido a la brisa que generábamos, poco a poco continuamos y finalmente tras varios minutos, logramos ver la inmensa zona de trabajo que había en el interior. Sin embargo, a diferencia de los caminos, ahora los guardias de Giorgio habían instalado luz artificial de la misma manera que la gente la usaba en Demarrer.
No me había equivocado, allí estaban los rehenes, había jaulas con la gente atrapada en su interior. Vimos al grupo de Ian al frente, él extendió la mano alzando el pulgar y yo hice lo mismo.
—Necesitamos destruir esas luces —le dije a Clematis, ella me observó.
—¿Eso no los alertará?
—Los distraerá lo suficiente como para que tú bajes y abras la reja junto a los demás —añadí y ella alzó una de las cejas.
—¿Cómo sabré quien tiene la llave?
—Dame unos minutos y te lo diré.
Observé a todos los soldados que estaban caminando, y había uno en particular que estaba sentado bostezando mientras observaba la pequeña caja con superficie de cristal similar a la que tenían las sacerdotisas en Demarrer en la zona de operaciones. Sobre la mesa tenía a las llaves de la jaula.
—¿Ves a ese de allá? —le pregunté, ella asintió— Bien, él tiene las llaves, necesitamos quitárselas.
—¡Está en el segundo nivel! —dijo entre dientes.
—Es por eso que te llevaré hasta allá con suma cautela.
—De acuerdo, confío en ti, Zefer.
Luego de darles indicaciones los demás Clematis volvió a subir a mi espalda, y seguidamente, comenzamos a descender nivel por nivel. Afortunadamente, algunos guardias estaban tan enfrascados en su conversación que ni siquiera se percataron de que veníamos bajando. Al llegar a la segunda planta nos escabullimos en medio de las cosas que habían allí. Picos, carretillas, barriles de pólvora y sacos de tela.
—Vamos... —Clematis se puso de pie dispuesta a ir hacia el guardia, pero antes de que pudiera acercarse uno salió de los pasajes, la halé lo suficientemente rápido nuevamente hacia donde se encontraban las cosas.
Ella cayó sobre mi pecho, nuestros rostros quedaron peligrosamente cerca, sentía su respiración sobre mis labios, nuestros ojos estaban fijos uno en el otro.
No sabía si ellos nos habían escuchado, en ese momento lo único que podía sentir era su cercanía. Pero ella fue quien rompió el contacto, separó la palma de su mano de mi cuerpo y la observó, luego me miró detenidamente.
—Estás sangrando —musitó lo suficientemente bajo para evitar ser escuchada. Observé mi camisa y esta poseía pequeñas manchas de sangre, tal y como había pensado, aquellas heridas nuevamente se habían abierto— ¿Por qué no me dijiste que estabas herido? ¡Me estuviste cargando todo el tiempo!
—Estoy bien —le dije con tal de tranquilizarla, pero esto pareció no funcionar—. Son solo unos rasguños.
Ella desvió la mirada apenada, introdujo su mano al bolsillo y tiró el resto de esencia por el suelo.
—Nos detectaran si huelen tu sangre.
—Lo sé —añadí mientras acariciaba su mejilla—. Escucha, métete a ese callejón, lo llevaré hasta ti, tendré que robar el equipo de algún guardia.
—Zefer, es peligroso, te van a detectar.
—Dijiste que confiabas en mí —ella asintió—. Todo saldrá bien.
Caminé un poco más lejos de ella y luego de darle las indicaciones, se introdujo en el pequeño pasaje. Bordeé al guardia que tenía las llaves, caminaba peligrosamente escondiéndome detrás de las cosas, si alguien me veía, se acabaría el rescate.
Al llegar, me posicioné detrás de un guardia que observaba de manera despreocupada hacia el frente, me lancé sobre él tapándole la boca y luego golpeé su cabeza con un pedazo de roca. Cayó inconsciente, y fue en ese momento que aproveché para desvestirlo. Lo dejé únicamente en ropa interior, lo amarré fuertemente con unas cadenas e introduje otra roca mucho más pequeña dentro de su boca.
Me coloqué el casco que usaban para tapar el parche de mi ojo, y luego comencé a caminar en dirección al jefe.
—¡Reporte de situación! —exclamé con fuerza mientras saludaba de forma militar.
—¿Quién eres tú? —me preguntó.
—¡Gaizka Wolfgang, pertenezco al pelotón uno de reconocimiento, el amo Giorgio me acaba de enviar de Wyrfell!
—¡Oh! Vienes de Wyrfell ¿Cómo fue la masacre, divertida?
—¡Afirmativo!
—¿La humana estúpida lloró mucho?
—¡Afirmativo! —contesté, sintiendo mi sangre hervir.
—Bien, es bueno saber que la capturaron —el sujeto se removió en su silla, sentía deseos de golpearlo en ese momento— ¿Cuál es el reporte?
—Acabamos de encontrar indicios de que podría haber intrusos, me mandaron a informarle y pedirle que lo lleve hasta allá.
—De acuerdo, vamos.
Él sujeto se puso de pie, se colocó las llaves en el cinturón y me siguió por el pasaje, cuando nos encontrábamos lo suficientemente lejos de los demás, Clematis saltó desde una de las vigas del techo y cayó con todo su peso sobre él, el guardia emitió un pequeño quejido antes de desmayarse.
—Buen trabajo —le sonreí y ella elevó un pulgar en mi dirección.
Una vez que aprisioné al guardia de la misma forma que al otro, lo dejamos encerrado dentro de un barril y yo personalmente me encargué de poner diversas cosas pesadas encima para que no pudiera escapar y que nadie pudiera escucharlo para que lo venga a auxiliar.
En cuanto salimos, observé a los que se encontraban en la parte superior y les di la indicación con el pulgar, dispararon y los proyectiles impactaron en varios reflectores. El grupo de Ian hizo lo mismo y todo quedó en tinieblas, los guardias corrían de un lado al otro buscando a los causantes, y uno a uno fueron reducidos. Ayudé a Clematis a bajar hasta la parte inferior, y una vez allí, ella abrió la reja.
Las familias que se encontraban dentro comenzaron a llorar de la emoción, pero aún era demasiado prematuro celebrar algo. Necesitábamos sacar a todos de allí.
Los más jóvenes cargaron a los ancianos y los niños, comenzamos a salir al exterior, pero una vez que nos encontrábamos en la entrada, la niebla ya había comenzado a formarse y el vigía observaba desconcertado como todo se llenaba de neblina.
—Necesito generar una distracción, Clematis —ella me observó y sujetó mi muñeca con fuerza—. En cuanto comience el ruido, quiero que los lleves al bosque, no mires atrás, escapa con ellos y encuéntrate con los demás que están esperando.
—¡No puedo dejarte, mira cuantos son, te van a matar!
—Sólo generaré una distracción, estaré bien —le sonreí, pero aquello no fue suficiente para que me soltara y me dejara ir.
La vi dudar, pero antes de que pudiera responderme corrí en dirección al vigía, le grité desde abajo, y él al verme, comenzó a hacer sonar una campana.
Comencé a alejarme de ellos, corría lo más rápido que podía, y por el rabillo del ojo pude ver como Clematis, con la ayuda de los jóvenes, tumbaron una parte de la cerca y todos empezaron a escapar por allí.
Al menos aunque me atraparan, la ayudaría a ganar tiempo.
—¡Vengan por mi si pueden, enclenques! —grité y enseguida, todos los guardias cercanos comenzaron a acercarse con rapidez.
Esquivé sus golpes, maté a algunos que no eran lo suficientemente rápidos, pero mi cuerpo estaba sumamente cansado, no resistiría mucho en esta situación.
—¡Es Zefer Wolfgang! —gritó uno desde arriba— ¡Estoy seguro, captúrenlo, debemos llevarlo con el amo Giorgio!
Como si aquellas palabras les hubieran insertado algún tipo de adrenalina, ellos comenzaron a atacar con más ferocidad. Los golpes comenzaron a caerme, caí de rodillas al suelo y uno me sujetó con fuerza del cabello y me obligó a mirarlo, me escupió en todo el rostro. Otro comenzó a traer consigo unos grilletes, pero antes de que lograran ponérmelos, se escuchó un disparo venir desde atrás, el cual terminó impactando en el que me tenía fuertemente sujeto. Al ver como el cuerpo caía, todos voltearon a ver quién había sido, y allí parada detrás estaba Clematis, quien tenía dos armas fuertemente sujetas en cada mano.
—¡Déjenlo! —gritó con fuerza, los guardias al reconocerla cambiaron de objetivo.
Ella comenzó a pelear con ferocidad, me repuse lo más rápido que pude y corrí en su dirección, comenzamos a luchar espalda con espalda, yo la defendía y ella me defendía a mí. Pero por más que nos deshacíamos de algunos, otros aparecían.
—¡Esto no ha sido más que la entrada! —gritó uno de los guardias desde donde se encontraba, apuntó su arma peligrosamente hacia ella, la cubrí con mi cuerpo, pero antes de que él disparara, se escuchó el grito de los demás.
El grupo de Ian y el de Rick llegaron a tiempo, comenzaron a pelear con los guardias que había allí, y Clematis y yo los ayudamos. Pasaron largos minutos, estábamos exhaustos, pero por fin, luego de una ardua batalla, todo había resultado bien. Aunque no lograba sentirme relajado, esto había sido sumamente fácil, la guardia de My—Trent era perezosa, pero no eran tan débiles en combate.
—¿Por qué volviste? —mi respiración era entrecortada, Clematis estaba a mi lado, tenía todo el rostro lleno de sudor.
—No estás solo, Zefer. Yo siempre estaré aquí para apoyarte.
Sentía deseos de abrazarla con fuerza en ese momento, pero no era el momento adecuado para hacerlo.
—Tenemos problemas... —comentó Rick luego de conversar con uno de los rehenes.
—¿Qué pasó? —le pregunté con nerviosismo.
—No son todos los aldeanos... en esa jaula solo estaban los de Danios, Stretco y Antreica, faltan los de Itaca y Khaljos, según ellos, esta mañana los llevaron hacia My—Trent.
—¡Maldición! —estaba frustrado, en verdad creí que me había anticipado a Giorgio, pero ese malnacido era muy precavido. Debió intuir que el mensaje que mandé era falso y tomó medidas por si acaso—. Lo siento, fue mi culpa... —Clematis sujetó mi brazo con fuerza, me sentí aún más avergonzado ante su tacto.
—No fue tu culpa, sabemos la clase de mente que tiene Giorgio, había una posibilidad de que esto pasara.
—¿Cuál es el plan ahora, Clematis?
—Primero debemos ir a Velmont, necesitamos asegurarnos de que están bien.
—¿Y los rehenes?
—No pueden pasar por territorio Hanton, así que es probable que traten de ir a My—Trent yendo por Creitos, eso les tomara por lo mínimo unas tres semanas.
—Tenemos otro problema... —Rik se había mantenido callado hasta ahora, los tres volteamos a observarlo.
—¿Qué eso no era todo? —le preguntó Ian.
—Desgraciadamente, no. Del grupo de Zefer y Clematis volvieron todos, pero del grupo de Lyra no volvió ninguno, uno de los guardias con los que nos topamos en el camino tenía esto dentro del bolsillo —Rik extendió un papel de color amarillo, lo abrimos y en conjunto lo miramos, allí dibujado en el pequeño papel, había un retrato, acompañado de un pequeño texto.
«Ella es Lyra Wolfgang, encuéntrenla y tráiganla viva a My—Trent a como dé lugar, son órdenes del regente Giorgio Wolfgang»
Los tres me observaron pidiendo algún tipo de explicación, yo solo me limité a observar hacia el suelo.
Tenía que rescatarla, Lyra corría peligro con Giorgio.
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