CAPÍTULO XXXI • El ataque •
C L E M A T I S
En cuanto recibimos la amenaza por parte de los soldados de Giorgio, supimos que las horas comenzarían a correr rápidamente.
Llamé a los concejales y por decisión unánime optamos por tomar turnos cerca de los muros para estar siempre alertas, de esta forma los demás podrían tratar de descansar algo, aunque claro, sentir a la muerte prácticamente susurrándote cerca del cuello no era precisamente algo que te dejara descansar con tranquilidad.
Durante la noche fue el turno de Lorke, y por suerte, su jornada transcurrió sin mayores contratiempos, después siguió Rey quien fue a darle el alcance en el muro, y mientras ellos se encontraban allí, Luciu, Argon y yo por milésima vez volvimos a revisar la estrategia.
Faltaba apenas una hora para que el contador llegara a cero.
—¿Están seguros de que todo está listo? —pregunté nuevamente, ambos asintieron.
—Envié a un guardia a que vuelva a dar aviso a los vigilantes apostados en las zonas laterales de los muros —dijo Luciu mientras volvía a señalar a los muñecos encima del mapa—. Lo único que podemos hacer en este momento es esperar, sería peligroso adentrarnos y tratar de tomarlos por sorpresa.
—Estoy de acuerdo —añadió Argon mientras acomodaba su cabello hacia atrás—. Debemos ir al muro para poder cambiar de lugares con Lorke y Rey.
—De acuerdo, iré a mi habitación, los veo en la planta baja.
Ambos asintieron y salieron por la puerta, en cuanto llegué a mi habitación me coloqué un pantalón holgado y una camisa que Argon me había cedido, aunque lógicamente por la diferencia de alturas esta terminaba quedándome un poco grande.
—Señorita —escuché a Luciu decir desde el otro lado de la puerta.
—Adelante.
En cuanto ingresó al cuarto lo vi trayendo consigo un vaso con agua que posteriormente dejó en mi tocador, lo observé extrañada, pero traté de disimularlo medianamente sonriéndole.
—Solo quedan unas horas y hemos comido y bebido pocos alimentos —añadió mientras volvía a la puerta—. Será mejor que beba algo antes de ir al muro con los demás, no queremos que en el momento crítico algo pueda salir mal.
—Gracias, enseguida bajo.
Él volvió a sonreírme y seguidamente salió de la habitación. Yo me quedé allí de pie observando el vaso más no lo tomé. Si bien Luciu era alguien de confianza, si algo había aprendido de mala manera era que nunca debía beber algo que no hayan servido delante de mí.
Al llegar a la primera planta Argon y Luciu ya se encontraban esperándome afuera, los tres comenzamos a caminar en dirección al muro, pero el sonido de los cornos situados en el contorno de la puerta principal nos puso en alerta.
Por fin el ataque iba a comenzar.
—¡Informaré a los sirvientes que deben ir al refugio en el centro del pueblo! —gritó Luciu que comenzó a correr en dirección al palacio.
—Sube —me dijo Argon quien se encontraba agachado frente a mí—. Será más rápido si yo te llevo en mi espalda.
Me trepé a su espalda y él comenzó a correr a gran velocidad, la brisa del viento golpeaba mi rostro con fuerza y esto provocaba que entrecerrara los ojos. Al llegar a la zona de la aldea Hanoun debido al tumulto de gente, Argon comenzó a saltar por los tejados para poder evitar el retraso.
—¡Señorita! —gritó el jefe de guardia en cuanto logró verme.
Los demás que se encontraban en la planta baja detrás de las barricadas de la puerta me indicaron por donde debía subir, al situarme en la parte superior pude distinguir como el ejercito que Giorgio había mandado se iba a cercando cada vez más.
Algo era claro. Giorgio no había escatimado en soldados, quería mi cabeza servida en un plato.
—Tenga señorita —el comandante del ejercito se acercó y me entregó una pechera de metal y un casco, al tomarlos pude darme cuenta que al frente había el diseño de una flor justo al centro.
—Esa flor... —dijo Argon con sorpresa—, es una Clematis.
—Así es—respondió el guardia—. El símbolo de la libertad —dijo él con convicción.
—Prometo no defraudarlos—les dije mientras observaba hacia el frente—. Así tenga que entregar mi vida por ustedes, no permitiré que algo malo les pase.
Ambos asintieron a mis espaldas, o al menos eso es lo de lo que pude percatarme. La batalla sería extremadamente difícil. El ejército de Giorgio superaba a con creces el nuestro, y aunque todos tuvieran una excelente puntería, llegaría un punto en el que ellos lograría atravesar las puertas.
Para cuando estuvieron a una distancia considerable uno de ellos, que era aparentemente el líder emitió un aullido que resonó en cada rincón del bosque, las aves que se encontraban por los alrededores comenzaron a volar en todas direcciones intuyendo que algo malo estaba a punto de pasar.
La primera línea de ellos comenzó a avanzar a paso lento pero luego fueron aumentando el ritmo hasta que alcanzaron la tan característica velocidad que solo ellos poseían.
—¡A mi señal! —grité, y el eco comenzó a retumbar en todo el contorno.
Observé al frente y alcé el puño en el aire, el jefe de los guardias hizo lo mismo. Todos aguardaron en silencio, hasta el más joven de los habitantes de Wyrfell aguardaba con calma el momento de actuar.
—Esperen —grité mientras los veía acercarse cada vez más.
Cien metros —dije—. Cincuenta... —y al ver que cada vez faltaba menos, mi corazón no dejó de latir—. ¡Veinte!
—¡Ahora!
Volví a gritar con todas mis fuerzas y abrí la palma de mi mano, el jefe de la guardia hizo lo mismo y al ser escuchado, las inmensas lámparas de fuego que se encontraban en la parte superior fueron empujadas hacia abajo con brusquedad.
En cuanto el fuego hizo contacto con la brea de la zanja un enorme muro de fuego comenzó a alzarse, los soldados que estaban corriendo en nuestra dirección ni siquiera tuvieron tiempo de frenar debido a la velocidad que llevaban, gran parte de ellos terminó cayendo dentro y comenzaron a ser quemados vivos.
Ellos gritaban con desesperación. El aroma de la carne siendo calcinada llegó a nuestra nariz y el humo de color negro no tardó en alzarse en el aire. La segunda línea de ellos, viendo que no podrían pasar por ningún lado se vio obligada a frenar y retroceder para evitar ser quemados como los demás.
—¡Armamento! —di la orden e inmediatamente todos se pusieron en posición, apuntando con las armas a los que estaban más próximos al muro—¡Fuego!
Los proyectiles sonaron ferozmente con forme eran disparados unos tras otros, desde donde nos encontrábamos logramos ver como algunos cuerpos caían al suelo. Por suerte, nuestros soldados habían tenido el tiempo suficiente para poder practicar su puntería, y había mínimas fallas al impactar en los objetivos.
Desde el otro lado vimos como una línea de atrás se acercó con escudos de metal y los pusieron al frente, los soldados que se resguardaron tras esa coraza dura tomaron sus armas y comenzaron a disparar.
Una bala terminó impactando en uno de los soldados que se encontraba prácticamente a mi lado, Argon me tiró hacia atrás alejándome del rango de visión del enemigo, y el jefe de la guardia ordenó de un solo grito ordenó que los demás tomaran sus escudos y dispararan en cuanto pudieran a los enemigos.
Sujeté mi pistola, comencé a disparar y mis proyectiles terminaron impactando en algunos cuantos, Argon también logró darles a algunos de los soldados, pero en definitiva esto estaba siendo demasiado complicado, la humareda negra producto de los cadáveres y la barricada de metal que ellos habían situado al frente no nos estaba simplificando la labor.
De un momento a otro ellos comenzaron a retroceder escondiéndose detrás del muro, yo los observé sin saber que era lo que estaban planeando. No había forma de que entren, todo el contorno estaba encendido por el muro de fuego.
Antes de que si quiera pudiéramos respirar de alivio, porque tendríamos tiempo para plantear la batalla terrestre, oímos unos gritos provenientes de la plaza central, seguidos de la campana de alerta que fue tocada en repetidas ocasiones.
—¡Que los tiradores se queden aquí, necesito que el resto venga conmigo! —ordené, ellos obedecieron y un grupo comenzó a seguirme.
Argon se acercó hacia mí y se volvió a poner en la misma posición de antes, me subí y comenzamos a ir hacia el centro mientras cien guardias iban detrás de nosotros.
Al llegar a la plaza todo era un caos, la gente corría despavorida al frente, había algunos aldeanos tirados en el suelo heridos por armas, y claramente más allá pude distinguir como los soldados de los Wolfgang estaban haciendo de las suyas incendiando algunas cabañas.
—¡Ataquen! —esta vez fue Argon quien dio la orden a la par que corría al frente.
Tomé la espada entre mis manos y comencé a correr al frente tal y como había hecho Argon, algunos soldados se acercaron a mí, pero en cuanto veía que estaban listos para darme un zarpazo utilizaba el escudo para frenarlos y aprovechaba el momento para dar una estocada.
Un cuerpo.
Dos cuerpos.
Tres, cuatro...
Mis manos temblaban con violencia en cuanto a duras penas lograba derribarlos. Su sangre había terminado manchando mis manos y gran parte de mi rostro cada vez que daba una estocada.
—Tu puedes... —murmuré bajo mientras corría al frente.
Por más que traté de ubicar a Argon no pude hacerlo, cada vez que daba un paso veía a un aldeano en peligro y lo ayudaba, o venía un soldado a atacarme y debía de pelear para no morir.
—Hola regente Clematis —escuché que dijeron desde mi lado derecho.
Un proyectil rozó mi brazo, por fortuna no logró darme del todo, pero el trayecto del proyectil había provocado que comenzara a sangrar.
—Hay dos formas de hacer esto —informó—. O me acompaña por las buenas, o será por las malas.
—Sobre mi cadáver —informé, él escupió al lado luego de oírme.
—Entonces será por las malas.
Corrí al frente y me metí a la zona de herrería, el soldado no tardó en darme el alcance y comenzó a disparar. Me vi forzada a tirar el escudo a un lado ya que por el peso, este limitaba mi movilidad, así que lo único que podía hacer en ese punto era escabullirme en medio de los objetos que había allí que me brindaban algo de protección.
—Voy a destruir ese pequeño culo que tienes —soltó mientras se relamía los labios.
Corrí hasta que finalmente me situé detrás de un caldero de hierro, el soldado comenzó a acercarse mientras buscaba protección. Disparé, él logró esquivar la bala. Él también lo hizo, y el proyectil impacto muy cerca de mi mano.
—¡Clematis! —escuché a Argon llamarme desde afuera.
Vi como comenzó a acercarse hasta donde estaba, el soldado estaba apuntándolo, en ese momento donde no reparaba en mi presencia tomé un martillo que había cerca de mí y lo lancé en dirección a su mano, Argon se dio cuenta de que es lo que estaba pasando y se escondió detrás de una viga, el soldado volteó a observarme, pero inmediatamente tomé mi arma y le disparé directo en sus dedos.
El tipo comenzó a retorcerse en el suelo cuando vio que tres de sus dedos ya no estaban más. Cuando Argon se dio cuenta de que era medianamente seguro entrar lo hizo pronto y pateó lejos el arma del solado, yo me acerqué a su altura sin dejar de apuntarlo esta vez a la altura de la cabeza.
—Por favor, no me mates —chilló el muy cobarde—. Fue el amo Giorgio el que nos mandó a hacerlo, nosotros no queríamos.
—¿Por dónde entraron? —le pregunté mientras apretaba el cañón contra su frente.
—Había una... una compuerta subterránea sellada en el lado sur del palacio —contestó con nerviosismo mientras sudaba frío—. El amo Giorgio nos facilitó un mapa para poder saber su ubicación exacta.
—¿Quién los ayudó a abrir esa zona sellada?
—Luciu, tu consejero.
Tras oír el nombre me puse de pie. Ese maldito traidor siempre estuvo conspirando a mis espaldas, es por eso que Giorgio sabía que zonas estarían con poca vigilancia, y gracia Luciu, algunos de los guardias también habían sido reubicados dejando sin una real protección.
—¿Quién más te dio la información? —volví a preguntarle a regañadientes, presionando más el cañón del arma.
—Solo él, ha estado trabajando para Giorgio desde el inicio, por eso sabíamos que usarían el muro de fuego, los que cayeron dentro de la zanja eran reos de diversas carceletas a los que no les informamos nada, solo necesitábamos una distracción.
Me puse de pie, Argon observó al tipo sentándose mientras intentaba detener el sangrado de su mano. Había dejado de temblar de miedo.
—Necesitamos sellar nuevamente esa entrada, de lo contrario los soldados seguirán entrando por allí.
—Debemos detonar el palacio, es la única manera se sellar completamente la entrada, además, los sirvientes corren peligro con Luciu allí.
—¿Qué haremos con él? —preguntó Argon mientras observaba al sujeto.
—No se va a mover.
Y tras decir esto halé del gatillo y le disparé en ambas piernas, el soldado se volvió a tirar al suelo y comenzó a revolcarse de dolor, la saliva que escupía terminó embarrando por completo su rostro y la tierra del lugar se pegó allí.
Argon se quedó perplejo con lo que acababa de hacer, yo por mi parte salí de la herrería y vi como la guardia estaba sacando algo más de ventaja, de igual forma los aldeanos estaban defendiéndose.
—Clematis, espera, esto se está saliendo de control —me dijo mientras sujetaba mi muñeca, yo me deshice de su agarre.
—Si lo dejábamos allí hubiera ido a poner en alerta a Luciu.
—Esto está escalando a niveles que no me agradan, tú no eres así.
—Argon, solo sigue mis órdenes y no me cuestiones —le dije ya cansada—. Iré a buscar a Luciu y generaré una distracción, tú lleva a algunos guardias y llenen el primer piso con los toneles de pólvora que hay en el almacén.
—¿Qué harás con él?
—No querrás saberlo.
Le respondí, y me alejé de él antes de que siquiera pudiera decirme algo.
Comencé a correr en dirección al palacio, por suerte los guardias impedían que los enemigos me frenaran, y al poco tiempo logré ver a lo lejos las paredes del palacio erguidas en medio de aquella bruma negra proveniente del humo.
Esta sería la última vez que alguien me veía la cara. Por culpa de Luciu estaba en juego la vida de muchas personas aquí.
Ahora le tocaba a él probar la justicia, y yo gustosamente seria el verdugo que dictaría sentencia.
¡Helou! Tardé pero llegué, les dije que tendríamos actualización temprano 😂
No me quería ir de viaje sin dejarles actualización. Recuerden que el jueves 4, y el jueves 11 no habrá actualización. No me maten xfi, la verdad he tenido días y momentos muy estresantes últimamente y siento que no doy más t-t
PD: Por fin comenzó la pelea :,), espero que el capítulo de hoy les haya gustado.
PD: Clematis diosa empoderada, te amo 🛐
¡Nos leemos pronto cuando regrese!
Muchísimas gracias por el apoyo y el amor que le dan a mi historia 🧡, los adoro.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top