CAPÍTULO XXIV • Mi luz guía •
A R G O N
La observé atento.
Ella batió sus pestañas rojizas. Observó hacia los lados. Sus labios se entreabrieron ligeramente como si quisiera decir algo. Pero no dijo nada, únicamente se limitó a observar la manta que reposaba sobre sus piernas.
La había jodido por completo.
Terminé cediendo a mis impulsos e hice algo completamente tonto. Ella jamás me había dado motivos para pensar que me aceptaría, y aún así, no fui capaz de ocultar mis emociones por más tiempo.
Lo del te amo podía disimularlo. Pude haber dicho alguna excusa estúpida y pudo haberme creído.
¿Pero el beso? Ese beso acababa de joder por completo todo.
—Argon... —escuché que murmuró. Apenado, me separé de ella mientras todavía sostenía sus manos.
—Clematis, yo... —tartamudeé, ella mordió su labio inferior. Estaba nerviosa. Siempre hacía eso cuando no sabía que decir—. Lo lamento —mascullé de inmediato, ella me observó confundida—. Perdón, me dejé llevar. Por Kyros, en verdad soy patético.
Ni siquiera podía observarla directamente por más de dos segundos. Terminé escondiendo el rostro producto de la vergüenza entre mis manos. Ella seguía sin decir nada y eso me hacía sentir todavía peor.
Detestaba todo esto.
No debí hacer eso.
—Gracias por decirme lo que sientes.
Podía jurar que había pasado una hora, pero estoy seguro de que apenas fueron unos minutos en los que ella me brindó su respuesta. Tras escucharla alcé el rostro y la observé, pero aunque trataba de adivinar que era lo que pasaba por su mente en esos momentos, simplemente no pude hacerlo.
—Escucha... —dije finalmente—. ¿Podemos pretender que nada de esto pasó? —le pregunté, ella me observó visiblemente confundida—. Acabo de meter la pata, soy completamente consciente de eso y no sabes cuan arrepentido estoy, yo solo...
—Argon, no puedo simplemente fingir que no ha pasado todo esto —contestó con calma mientras me proporcionaba una sonrisa lineal—. Es solo que... necesito terminar de procesar todo esto. Te quiero, y justamente porque lo hago, considero que sería muy insensible de mi parte el que fingiera que nada pasó.
—No tienes que darme una respuesta... —respondí afligido, ella negó con la cabeza.
—Debo hacerlo —añadió mientras apretaba con fuerza mis manos—. Lo único que te pido es que me des tiempo para darte mi respuesta.
—Lo entiendo... de verdad no quise incomodarte de es...
—Argon, tan solo... dame tiempo.
Ella volvió a sonreírme y yo accedí a su petición.
Clematis no estaba lista para soltar a Zefer, y yo mejor que nadie era consciente de esto, pero aún así, aquella petición que me hizo me daba algo de esperanza y generaba que mi corazón palpitara con más fuerza, pero a su vez, esperar por una respuesta provocaba que un nudo se hiciera en mi estómago y me dificultara respirar.
No pudimos hablar con normalidad después de ese momento así que di por terminada la velada.
Antes de abandonar por completo el cuarto vi como ella contemplaba con mirada perdida la fogata mientras abrazaba sus piernas para entrar en calor, e incluso en ese estado, me parecía la mujer más hermosa que alguna vez pude conocer.
En cuanto llegué a mi habitación me tiré sobre el colchón de la cama, tomé una de las almohadas y ahogué un grito para evitar que el resto me escuchara. Mi corazón no dejaba de palpitar, mis manos continuaban temblorosas, y mis piernas ahora también tenían pequeños espasmos.
—Mierda...mierda, mierda.
Nunca antes me había declarado a alguien. E incluso si me ponía a pensar brevemente, podría jurar que nunca antes me había enamorado de esta forma de ninguna persona.
—¿Uno siempre se siente de esta forma luego de hablar?
El nudo de mi estómago se apretaba con más fuerza cada vez que recordaba la suave textura de sus labios sobre los míos, pero inmediatamente el panorama cambiaba y la veía a ella alejarse luego de que me rechazara.
—Odio esto —dije a la nada, y tan solo el ruido del viento golpeando mi ventana fue lo que respondió.
Cerré los ojos. Mi cuerpo comenzó a sentirse cada vez más ligero, y mientras acompasaba la respiración con el ruido del reloj que había en mi habitación, poco a poco fui quedándome dormido, y aunque hubiera deseado despejar mi mente, durante toda la noche lo único que se repitió fue el beso que le di a Clematis.
C LE M A T I S
Los días pasaron con rapidez desde aquella noche y pronto transcurrió más de una semana.
Nuestra rutina claramente se vio afectada luego de eso. Argon comenzó a supervisar con mayor frecuencia los trabajos en el muro, y yo siempre estaba dentro del palacio planeando algunas estrategias con los concejales. Por la noche, cuando la cena estaba servida, él siempre procuraba aparecerse luego de que yo hubiera terminado, y aunque siempre me proporcionaba un gentil saludo, todavía sentía la fricción entre los dos.
Sabía que él aguardaba mi respuesta, pero era todo un caballero. Nunca me presionó más de la cuenta. Y aunque deseaba decirle cual era la resolución a la que había llegado, esta incluso me era esquiva a mí misma.
Desde esa noche medité profundamente en todo lo que había pasado.
Las señales siempre estuvieron allí. Claras, inconfundibles, pero siempre había optado por ponerme una venda a los ojos, aunque muy en el fondo guardaba la esperanza de que estuviera equivocada y todo se tratara de un simple malentendido de mi parte.
Argon era una persona invaluable para mí. Lo amaba, desde luego, pero no de la forma romántica que él y que todos los que me conocían esperaban que lo hiciera. Y la pequeña voz en mi cabeza que siempre me recalcaba mis errores, me repetía una y otra vez que era tonta por no amarlo.
Lo sabía, no era necesario que alguien me lo dijera.
Pero la mente no domina el corazón, y el mío aún le pertenecía a alguien más.
Mi relación con Zefer había sido tormentosa. Tuvimos un pésimo inicio y gran parte de los buenos momentos estuvo plagada de mentiras, pero en ese breve tiempo donde no recordaba que era lo que había pasado, Zefer se encargó de compensar cada una de las cosas malas que había hecho, y eso fue lo que provocó que me enamorara de él.
—Señorita ¿se siente bien? —preguntó Helena, quien acababa de entrar a mi habitación.
—Yo... no lo sé —respondí con sinceridad, ella cerró la puerta a sus espaldas para que pudiéramos conversar.
Normalmente cuando me sentía ansiosa o intranquila siempre conversaba con Argon, pero... en esta oportunidad no podía hacerlo porque esto lo involucraba a él directamente.
—¿Quiere contarme que la aqueja? —tras decir esto se sentó a mi lado en la cama, yo suspiré pausadamente y ella volteó a observarme.
—Argon se me declaró... —solté de golpe, ella entreabrió los ojos ligeramente pero no parecía para nada sorprendida.
—Entonces... el joven por fin lo hizo.
—¿Acaso era la única que no quiso darse cuenta?
—En efecto —contestó mientras una pequeña risa se le escapaba—. Todos nos dimos cuenta que algo pasó entre ustedes, pero nadie quiso tocar el tema para no hacerlos sentir mal —continuó— ¿Aún no le ha dado una respuesta?
—Ni siquiera puedo ordenar mis ideas, Helena —respondí con sinceridad, ella sonrió de forma maternal—. Sé que Argon es la persona perfecta, sé que a su lado... sería la mujer más feliz del mundo. Estoy completamente segura de eso, y sé que debería darle, y darme, una oportunidad, pero...
—¿Usted no lo ama de esa forma, no es verdad?
En cuanto dijo esto me quedé callada. Helena suspiró y luego sujetó mis manos con gentileza para brindarme soporte.
—Nada me haría más feliz que verlos a ustedes formalizar su relación —acotó—. Pero, señorita, soy consciente de que su corazón le pertenece a otra persona, y diga lo que diga, esto no dejará de ser así.
—No quiero lastimarlo —confesé—. Argon no merece sufrir por mi culpa.
—Considero que el joven sabe eso, pero también tenga en cuenta que él debió de haber callado durante mucho tiempo sus sentimientos.
—Lo sé, y aprecio que me lo dijera. Es por eso que le pedí tiempo para meditar las cosas.
—Por lo que veo, mi niña, ya tiene una respuesta, es solo que tiene miedo de sincerarse.
—Tengo mucho miedo, Helena. No quiero perder a Argon —tras decir esto mi voz se quebró—. Odio sentirme de esta forma. Cualquiera en mi lugar estaría feliz luego de haber recibido esa confesión. Pero no puedo... no puedo cambiar lo que siento. Amo a Zefer, y no sabes como me enoja que él aún este aquí dentro —exclamé colocando una mano sobre mi pecho.
Argon no merece todo esto. No merece que lo acepte solo para olvidar a Zefer. Estaría jugando sucio y no sería capaz de hacerlo. Argon merece a una mujer que lo ame profundamente y pueda hacerlo feliz por completo. Y desgraciadamente, esa no puedo ser yo.
—Si me permite opinar, señorita. Considero que si el joven Zefer todavía se encuentra tan aferrado en su corazón, es porque las cosas buenas que hizo compensan el mal rato que pudo haberle hecho pasar.
Ambos fueron dos piezas quebradas que desde el momento en que se encontraron, buscaron la forma de complementarse para no caer. Quizás el tiempo no fue el correcto. Quizás siempre hubo muchas cosas de por medio, pero el amor que ustedes tienen incluso ahora, es algo fuerte y algo real.
El joven Argon por su parte, y en mi opinión personal, es la mejor opción. Es decir, es guapo, inteligente, compasivo y atento. Y quizás si de mi dependiera, podría decir diez mil cosas que la forzarían a aceptarlo. Pero estoy segura de que durante toda su vida a usted le dijeron que es lo que debe o no hacer, y ahora es el momento en que tome sus propias decisiones.
—¿Cómo sabré si hice lo correcto?
—Eso lo sabrá cuando de su respuesta y sienta como el peso del mundo se retira de sus hombros.
—Gracias, Helena.
—No se preocupe —tras decir esto ella me abrazó con fuerza—. La verdad soy partidaria del Armetis, pero seré feliz por usted sea cual sea la decisión que tome.
—¿Armetis?
—Argon y Clematis —contestó ella con una sonrisa—. Es el nombre cariñoso que les pusimos todos los que trabajamos aquí.
No pude evitar reír por la ocurrencia de Helena y los demás.
Ella tenía razón. La respuesta estaba clara en mi mente.
Era momento de sincerarme con Argon.
***
Para cuando llegó la hora de la cena fingí haber terminado y me levanté de mi lugar, Argon entró casi de inmediato por la puerta y tomó asiento en su silla. Yo por mi parte, caminé en dirección a las escaleras, pero no subí a la segunda planta, me quedé en el salón esperando.
Claramente Argon debido a su sentido del olfato desarrollado, se dio cuenta de que estaba cerca, pero no pudo prolongar durante más tiempo su cena ya que ya no había nada más que pudiera comer en su plato. Así que, finalmente se puso de pie, y en cuanto logré verlo lo llamé con la mano para que pudiera acercarse.
Tal y como hacía Cael cuando le llamaba la atención, Argon vino con la cabeza agachada mientras jugueteaba con el botón de su saco. Me observó, yo palmeé ligeramente el espacio libre del mueble y le pedí que tomara asiento, él lo hizo y ambos nos quedamos en silencio.
—Te dije que no necesitaba una respuesta —dijo cabizbajo mientras lo observaba.
—Y yo te dije que no podía dejarte sin una respuesta, Argon. Tan solo necesitaba tiempo para meditarlo.
Él comenzó a removerse incómodo en su lugar, y aunque tratara de disimularlo, se veía notablemente nervioso.
Introduje una mano dentro de mi bolsillo, él me observó sin perderse ni un solo de mis movimientos, y cuando finalmente obtuve el objeto que necesitaba, extendí la mano con el puño cerrado en su dirección. Él estiró la palma de su mano, deposité una pequeña lona de tela de color rojo sobre esta, y luego de que él la abrió sacó de adentro una pequeña flor disecada.
—¿Qué es esto? —preguntó, yo sonreí.
—Es una flor de My—Trent —contesté, el continuó mirando la flor—. El día que nos conocimos yo venía huyendo de unos asesinos. En mi camino, tropecé con la raíz de un árbol y caí al frente. Mis manos terminaron raspadas, tuve una fuerte contusión en el tobillo y terminé en un muy mal estado.
—Lo recuerdo perfectamente.
—Me cuidaste y curaste mis heridas —lo observé, él aún no entendía a donde quería llegar—. Esa pequeña flor que tienes en tus manos, es uno de los recuerdos más valiosos que tengo, ya que pese a todo lo que pasó esa noche, se me brindó la oportunidad de conocerte.
Si a la mañana siguiente no hubiera huido de la cabaña, quizás otro sería mi destino el día de hoy. Estoy segura de que no hubiera pasado por penumbras ni nada me hubiera lastimado, pero también soy consciente de que si todo eso no hubiera pasado, seguiría siendo la misma niña llorona de antes.
Argon, tú has sido la persona que sujetó mi mano y me ayudó a dar mis primeros pasos. Me enseñaste lo bueno y lo malo, así como también me enseñaste a creer en mi misma. Y fue gracias a ti que pude seguir adelante y encontrar mi sendero en medio de la oscuridad.
Créeme cuando te digo lo siguiente, no hay nada que valore más en este mundo que tenerte junto a mí. Es por eso que no puedo tomarte como un reemplazo de alguien. No sería justo para ti, y me odiaría a mí misma por mentirte de esa forma.
Mereces ser amado por alguien que te observe cada mañana y vea la maravillosa persona que eres —añadí mientras colocaba una mano sobre su mejilla, él cerró los ojos por inercia—. Mereces una persona que te ame sin dudas. Sin miedos y sin cuestionamientos. Y lamento no ser esa persona.
Tu confesión me hizo muy feliz —continué—. Te amo muchísimo, nunca quiero que dudes de eso. Pero ese amor que te tengo... aunque yo misma me haya tratado de forzar a aceptarlo, nunca pudo escalar a algo más allá del amor fraternal.
Argon se quedó perplejo observándome, sus ojos, al igual que los míos se cristalizaron y finalmente algunas lágrimas terminaron escapando y recorriendo nuestras mejillas. Él me abrazó con fuerza, yo le devolví el gesto y pude sentir como su corazón palpitaba sin cesar.
—Sabía que esa sería tu respuesta —susurró cerca de mi oído—. Pero que hayas dicho todo esto me hace inmensamente feliz, Clematis. Sé que no soy el dueño de tu corazón, y siendo franco, lamento que sea de esa forma. Pero el único arrepentimiento que tengo es el haberme rendido antes sin pelear, dejé que Zefer sacara ventaja, y al ver como el rostro se te iluminaba cada vez que estaban juntos, era algo que simplemente no me atreví a destruir.
—Argon...
—Eres la mujer más maravillosa que he conocido alguna vez en mi vida —tras decir esto se separó de mí y me observó atento—. Me costará poder soltarte, pero es como dijiste, nuestros caminos hace mucho fueron en direcciones diferentes, y ahora tú te encuentras en un punto donde me es imposible alcanzarte.
Argon limpió las lágrimas de mi rostro, sonrió y depositó un suave beso sobre mi frente. Luego, revoloteó mi cabello con gentileza, tal y como hacía cada vez que podía.
—Te amo, Clematis. Gracias por haberme acompañado gran parte del camino.
—Te amo, Argon. Gracias por haber soltado mi mano para que pudiera crecer.
Ambos sonreímos y nos volvimos a fundir en un fuerte abrazo.
Tal y como había dicho Helena, ahora que logré decirle todo lo que sentía, el peso del mundo poco a poco se fue desvaneciendo de mis hombros.
¡Helo!
Para los que leyeron la primera versión, podrán dar fe que cambié muchas cosas (el capítulo en si mismo está 98% re escrito). Sé que muchas esperaban que Clematis le diera el sí, pero quise también enfatizar el hecho de que ella todavía tiene muchas cosas inconclusas y muchas heridas por cerrar, y Argon no merece ser el sustituto de alguien.
Sin embargo, también quise enfatizar que ella lo ama a su manera, es por eso que coloqué el detalle de la flor, ya que pese a todo lo que pasó esa noche de la aniquilación de la aldea, lo que más valora ella en el mundo es haberlo podido conocer, y eso nada podrá cambiarlo.
¡Me cuentan que tal les pareció el capítulo!
🐺 PD: Quisiera poner una fecha de actualización (los jueves, en el transcurso del día), ya que muy al inicio de la semana se me complica mucho por el trabajo), y como soy consiente de que trabajo mejor bajo presión XD, quería proponerles lo siguiente: Desde el lunes les doy la libertad de bombardearme con mensajes (ya sea en el último capítulo que subo, por ig o twitter)
Algo tipo: EL JUEVES TOCA ACTUALIZAR.
Si están de acuerdo con la idea me dicen (?
Mis redes están arriba para que me bulleen un poco si demoro 💀
🐺 PD2: Si tienen dibujitos o fan arts de la historia también me gustaría verlos :D
¡Cuídense, los amo!
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