CAPÍTULO XIII • Todo se define aquí y ahora •
C L E M A T I S
Desperté con el camisón empapado en sudor y sintiendo como el corazón palpitaba en mi pecho con fuerza. Al girar el rostro y ver por la ventana, me di cuenta de que todavía era de noche, posiblemente eran pasadas las tres de la mañana.
En noches como las de ahora extrañaba tenerla compañía de Cael.
Había llegado hace varios días a Wyrfell en compañía de Rier y varios soldados de la guardia de Velmont, William había vuelto a Demarrer porque iba a tratar de nuevamente de convencer al resto de hombres.
El reencuentro con Argon fue extraño, por poco se cae de espaldas cuando vio mi cabello corto y teñido, pero luego de analizarme de pies a cabeza como un niño curioso, me abrazó con fuerza y le alegro que Cael y yo hubiéramos llegado a salvo a nuestros destinos.
Había tratado de mantener mi mente distraída pero el sueño cortado y la preocupación por esta pesadilla en particular no me dejaba descansar con normalidad. Aunque el pico había sido el día anterior. Durante toda la mañana, e incluso antes de irme a dormir me había sentido extraña. Y esto me asustaba. La última vez que había sentido ese malestar en mi cuerpo fue apenas unos días antes de que la aldea fuera exterminada, aunque no le había tomado la debida importancia.
Volví a recostarme y coloqué una mano sobre mi pecho, mi corazón seguía latiendo rápidamente y por más que intentaba tranquilizarme, simplemente no podía hacerlo.
—¿Clematis? —escuché que dijo Argon del otro lado de la puerta.
—Hola, puedes pasar —respondí mientras me acomodaba en el respaldar.
Argon traía puesta una bata de color azul y sostenía una pequeña lámpara de aceite en la mano izquierda, él no la necesitaba, pero desde la vez que le dije de esas extrañas pesadillas que tenía, siempre procuraba alumbrar las instancias donde me encontraba si era de noche.
—Hola, ¿estás bien? —preguntó mientras tomaba asiento justo a la altura de mis piernas.
—Tuve una pesadilla.
—¿Quieres contarme? —asentí.
—Fue extraño, desde que... Camelia partió no había vuelto a tener estos sueños raros, pero ahora, por algún extraño motivo volví a ver algo horrible:
Escuchaba como el sonido de una cascada, el agua me llegaba hasta las rodillas. No podía ver absolutamente nada porque todo se encontraba en tinieblas y a duras penas podía distinguir algo en la niebla, pero la brisa que llegaba hasta mí me indicaba que estaba en la desembocadura de un rio.
Comencé a caminar extendiendo los brazos para evitar golpearme con algo, y al llegar a la orilla, allá a lo lejos, pude ver una extraña silueta recostada sobre el suelo. Me acerqué cautelosamente y aquel bulto no se movía, estaba allí, quieto, hasta me atrevería a decir que inerte porque ni siquiera veía su pecho subir o bajar. En cuanto llegué me di con la sorpresa de que era un felino: Su pelaje dorado estaba empapado en sangre, sus colmillos saltaban claramente a la vista porque tenía la boca abierta, tenía un profundo corte en la garganta, era como si un animal lo hubiera mordido y arrancado la piel en esa zona, a la altura de su hocico vi unos arañones y traía una de las patas estiradas al frente como si estuviera señalando algo en concreto.
Me agaché, lo acaricié y cerré sus ojos abiertos. Sentí pena por él, Argon. Me partía el corazón pensar que esa hermosa criatura hubiera muerto de esa forma y estuviera tan sola en ese lugar.
En cuanto me puse de pie escuché como un animal aullaba de dolor. Observé en todas direcciones y a lo lejos, metros más allá del cuerpo de ese majestuoso animal había otro bulto de color blanco que tampoco se movía. Traté de acercarme, pero con cada paso que daba la distancia entre los dos se acrecentaba y poco a poco comenzaba a perderlo de vista.
Observé al suelo y vi su sangre llegar hasta mis pies, Argon, aquella criatura estaba herida y agonizaba y yo no podía hacer nada por ayudarla. Comencé a desesperarme, lloré debido a la frustración, pedía que lo que sea que lo estaba alejando de mí me permitiera ayudarlo, pero nada parecía funcionar.
Y en cuanto volví a escuchar aquel quejido de dolor de esa criatura fue cuando desperté.
—Lo siento —escuché que dijo Argon mientras frotaba mis piernas sobre la sábana—. A decir verdad, escuché que te quejabas dormida, pero cuando percibí el olor de tus lágrimas fue cuando me preocupé y decidí venir a tu recámara.
—Agradezco que lo hicieras —respondí con una sonrisa apagada—. Argon —él me observó— ¿Crees que este sueño sea algo malo?
Él se me quedó observando en silencio ante mi pregunta, yo lo observé y luego entrelacé mis dedos sobre mis piernas. Francamente quería pensar que esto era nada más que una simple pesadilla, pero la experiencia previa me había enseñado que no debía ignorar estos malos sueños por ningún motivo.
—¿Es la primera vez que sueñas esto? —preguntó con cautela.
—Llevo soñando esto desde que regresé de Velmont, pero es la primera vez que lo sentí tan... real.
—¿Logras distinguir algo más en tu sueño?
—De lo único que estoy segura es de que hay un felino muerto y ese bulto blanco... posiblemente sea un lobo herido.
—¿No será ese animal que los persiguió a ti y a Cael en su viaje?
—No, se distinguirlos, Argon, son animales completamente diferentes. Estoy segura de que es un lobo, y tener esa seguridad me aterra —mis manos temblaban, Argon al darse cuenta de esto las sujetó con firmeza—. Lo mismo me pasó cuando era niña, cuando soñaba que exterminaban a la aldea. Tuve que aprender a ignorar esa pesadilla, pero el costo fue alto. Siento que este sueño me está advirtiendo algo.
—¿Antes soñaste con estos animales?
—Sí, pero fue diferente, la primera vez el felino tenía acorralado al lobo malherido.
—¿Qué crees que intenta decirte este sueño?
—El felino podrías ser tú, Jaft o incluso William... y el lobo...
—¿Es Zefer? —asentí. La simple idea de imaginarlo provocó que mis ojos se llenaran de lágrimas.
—Tranquila —me dijo mientras acariciaba mi mejilla—. Sé que han pasado muchas cosas entre ambos y es natural que... te sigas preocupando por él. Pese a todo tú todavía lo amas.
—Argon...
—Haremos algo, ¿si? —tras oírlo lo observé con curiosidad—. Mañana le diré al cuidado de las vylas que envíe un mensaje a My-Trent, sé que sabes que Giorgio intercepta todos los mensajes de Zefer y posiblemente la respuesta tarde en llegar ¿pero te sentirás más tranquila con eso?
—Sí...
—Perfecto, entonces eso es lo que haré por la mañana.
Argon me obligó a recostarme nuevamente y me arropó, retiró algunos mechones de mi frente y posteriormente bajó ligeramente la intensidad de la lamparilla de aceite para que pudiera descansar.
—Trata de dormir un poco, todavía es temprano.
—No sé si pueda volver a dormir.
—Intenta —sonrió—. Hoy será un día bastante agitado para ambos y será mejor que descansemos un poco para tener energía.
—Perdón por haberte despertado.
—No te preocupes, para ser franco, yo a penas he podido cerrar los ojos hoy.
—¿Estás nervioso?
—No, es solo que tuve que aguantarlos sermones de mi padre hasta tarde y juro que cuando cierro los ojos sigo escuchando su voz.
—Siempre serás su pequeño para él.
—Lo sé, y me gusta serlo, pero a veces resulta un poco asfixiante —confesó—. Bueno, será mejor que me vaya. A no ser que quieras que me quede a dormir y te haga compañía.
—¿Pero que dices? —respondí con las mejillas encendidas.
—Era broma —dijo mientras removía mi cabello—. Solo quería poner una sonrisa en tus labios.
Antes de partir Argon se acercó a la ventana y corrió ligeramente las cortinas gruesas dejando únicamente las que era más delgadas y filtraban la luz de la luna. Me observó por última vez, y haciendo un gesto con las manos se marchó de la habitación.
No pude evitar sonreír. Argon era un buen amigo, una excelente persona, y estaba seguro de que sería un esposo perfecto para cualquiera que verdaderamente lo amara. Es por eso que aceptar su propuesta de matrimonio me había costado tanto, de alguna forma sentía que le estaba arrebatando la oportunidad de buscar a alguien que lo complementara y lo amara desde el fondo de su corazón. Algo que aunque yo me había esforzado por hacer, simplemente no había conseguido y posiblemente nunca lo haría.
Zefer había aprovechado mi perdida de memoria y manipuló mis emociones a su antojo, pero en medio de aquel desconocimiento llegué a conocer una faceta que jamás hubiera podido conocer de él en otras circunstancias. Se volvió mi amigo, mi compañero y mi amante. Era la persona con la que quería formar un hogar. Era la persona con la que deseaba caminar al altar.
Pero aquellos sueños infantiles no terminaron llegando a buen puerto y se habían hundido a mitad de camino.
Teniendo estos pensamientos cerré los ojos. Los momentos en que ambos pasamos juntos allá, en la aldea de Ian y Rick, volvieron a mi y poco a poco me terminé sumiendo en un sueño profundo.
—Señorita Clematis, el baño está listo —escuché a Helena decir desde el otro lado de la puerta.
Entre abrí los ojos y los rayos del sol me dieron directamente en el rostro provocando que volviera a cerrarlos, tomé asiento al borde de la cama y me levanté para ir a abrir la puerta.
—Buenos días, señorita.
—Buenos días, Helena, voy enseguida.
Ella me sonrió maternalmente y comenzó a caminar en dirección al baño, yo volví a entra a mi habitación y observé por la ventana.
Podía ver como el personal del palacio estaba acomodando los adornos de flores en tonalidades azules y blancas en la entrada. Las escaleras que daban a la puerta del salón tenían una hermosa alfombra de color rojo con bordados dorados, Rier había mandado a preparar unas lámparas de papel en tonalidades azules que estaban atadas a los soportes de los rosales, e incluso los guardias de Velmont traían un uniforme diferente, las mangas que iban bajo las mallas de metal eran de color azul, color característico de los Velmont.
Al observar a la entrada pude que Rier estaba conversando con alguno de los guardias, parecía estar dándole instrucciones a medida que señalaba algunos puntos de las entradas del palacio.
Este día sería muy agridulce —pensé.
Luego de que terminé de desenredar mi cabello me dirigí al baño y Helena y las demás muchachas que eran mis damas comenzaron a hacerme un tratamiento, que según ellas era para: Un matrimonio prospero y mucha fertilidad para concebir hijos. Las vi tan entusiasmadas con la ideal del matrimonio que simplemente no tuve corazón para decirles que todo era armado.
En cuanto terminaron nos dirigimos nuevamente a mi habitación, allí ya me esperaba el vestido de novia. Demasiado ostentoso para mi gusto pero eso no quitara de que fuera hermoso: Era de color azul. La parte superior del vestido era de una gasa delgada que a penas dejaba apreciar la piel debajo, el corsé estaba repleto de pedrería y cuando los rayos del sol caían encima de estas brillaban con luz propia, y los faldones pomposos estaban elaborados de una tela muy fina.
Este había sido el regalo de bodas de Rier que personalmente me entregó en cuanto pusimos un pie en Wyrfell. No supe con exactitud cuando fue que mandó a prepararlo, pero era obvio que no había escatimado en su preparación. Según Rier, las Hanouns de la rama Hanton tenían por costumbre casarse de este color ya que representaba madurez, la cual necesitaban para poder contraer nupcias, y también era una forma de desearle buena fortuna, prosperidad y un matrimonio feliz.
—Señorita, ya es hora de alistarla —dijo Helena y yo asentí.
Estaba a tan solo minutos de contraer nupcias con mi mejor amigo y yo no podía evitar sentirme mal por arrastrarlo a todo este teatro.
A R G O N
No lograba encontrar paz adentro ni afuera del palacio.
Cada que me topaba con alguien por los pasillos no podía evitar huir producto de los nervios. Me sentía mal, era consciente de que estas personas me querían, querían a Clematis y nada los hacía más feliz que este suceso, pero la realidad que ellos desconocían era completamente diferente y provocaba que sintiera un nudo en el estómago.
Mi padre, por su parte estaba disfrutando desde la primera fila el espectáculo. Lo observé desde cierta distancia, pero al percibir mi aroma volteó a observarme, me sonrió, y con un gesto de la cabeza me pidió que lo siguiera lejos de todo el alboroto.
En cuanto llegamos a la parte trasera del jardín tomó asiento debajo de uno de los árboles más grandes que había allí, las flores de este habían comenzado a germinar y dentro de poco los pequeños frutos que todavía estaban verdes estarían listos para ser cosechados.
—Bien, querido hijo, el día que tanto planeaste cuando eras niños finalmente llegó— me dijo mientras pedía que me sentara a su lado.
—Tú mismo lo dijiste, padre, esos sueños los tuve únicamente en mi niñez —sonreí, pero el negó con la cabeza de forma divertida.
—Aunque trates de ocultarlo, Argon, sé que ese sueño volvió a revivir cuando encontraste a cierta criatura de melena roja perdida y temblando en el bosque.
—Padre, no empiece, sabe perfectamente que únicamente le propuse esto para poder protegerla.
—Uno no haría todo esto si en verdad no amara a esa persona.
—Está malinterpretándolo todo.
—¿Lo malinterpreto? —preguntó— ¿O sigues estando reacio a aceptar la realidad? —desvié el rostro al suelo, lo escuché suspirar ligeramente— ¿Tienes miedo de que mi historia se repita contigo?
—No es lo mismo, eso no pasará.
—Claro que no es lo mismo, tú podrías cambiar las cosas, Argon —respondió con seriedad y yo lo observé enmarcando una ceja—. Si yo hubiera tenido esta oportunidad que tú tienes ahora, habría hecho hasta lo imposible por no desperdiciarla —tras decir esto colocó una mano sobre y hombro y lo apretó ligeramente—. Puede que trates de engañarte a ti mismo y puede que trates de engañar al resto, pero sé que la amas. Sé que estás enamorado de Clematis.
—Aunque eso fuera cierto ella está prohibida, padre —respondí mientras sonreía de lado—. Es la mujer que mi mejor amigo ama, es mi mejor amiga y sé que está enamorada de mi mejor amigo.
—Los sentimientos pueden cambiar, Argon.
—No dejaré que la historia de los Wolfgang y los Hanton vuelva a repetirse. No debo amarla, no puedo luchar por un lugar que no me corresponde.
—Amar se basa únicamente en estar allí en el momento exacto, y ahora que Zefer no forma parte de los actores principales, eres tú el protagonista de esta historia.
—¿A qué te refieres?
En cuanto dije esto mi padre observó a ambos lados para asegurarse de que nadie lo estuviera viendo, introdujo una mano dentro del bolsillo y sacó un papel de color amarillo que estaba doblado a la mitad. Lo observé con sorpresa y tomé el papel entre mis manos, sabía lo que ese color significaba, los carteles de "Se busca" siempre habían tenido esa tonalidad.
—Léelo, esto acaba de llegar hace algunos minutos.
Tras escucharlo comencé a desdoblar el papel con prisa, lo primero que me llamó la atención era el sello roto de los Wolfgang. Y en cuanto logré ver su contenido, pude sentir como la presión me bajó de golpe, allí, con letras muy grandes citaba lo siguiente: Desaparecido: Zefer Wolfgang, se dará recompensa a quien pueda dar una pista sobre su paradero. Y adjunto en el mismo papel había un retrato perfecto de él.
—¿Qué significa esto? —estaba sudando frío, no daba crédito a lo que acababa de leer.
—Es lo que lees —me respondió él con total serenidad—. Zefer está perdido desde hace varias semanas, ese anuncio fue enviado por el mismo Giorgio, observa la firma.
—¡Eso ya lo sé! A lo que me refiero es ¿Cómo, por qué?
—No se da mayores detalles, solo dice que desapareció luego de su matrimonio. Quién sabe, quizás escapó.
—¿Escapar?, ¿Zefer? ¡Imposible! —dije con seguridad—. Él no haría eso.
—¿Cómo estás tan seguro? Yo llevaba semanas sin tener alguna carta de él. Quizás al final se hartó de todo y simplemente quiso desaparecer.
—No, no. Hay algo extraño en todo esto ¿Por qué desaparecería de la nada? ¿Por qué no dan mayor información de su paradero, o a donde se dirigía la última vez que se lo vio? ¿Qué hay de su esposa, Celine?
—No tengo forma de saberlo, mis espías en My—Trent tienen las manos atadas. En este punto es prácticamente imposible saber que pasa allí. Mira, no conozco a Zefer, pero tal vez no soportó todo esto y huyó.
—¿Por qué estás tan seguro de su escape?
—¿Clematis no te contó lo que hiso Zefer el día de su casamiento? —me preguntó el con visible sorpresa, yo negué con la cabeza—. Giorgio hizo que ella subiera al podio y le pidió que diera unas palabras por la reciente pareja. Fue un espectáculo bastante lamentable y bajo incluso para él francamente, pero ella supo estar a la altura de las circunstancias y dejó a todos perplejos. Habló con tanta naturalidad que quien no conociera la historia detrás, podría jurar que nunca hubo algo entre ellos.
—¿Sólo eso?
—No, luego de que se diera el primer baile Zefer fue a buscarla, ambos hablaron en el jardín. No sé exactamente de que hablaron, pero cuando vino a pedirme que nos fuéramos se la veía bastante consternada, con tal de no hacerla pasar un mal rato terminamos saliendo esa misma noche a Wyrfell.
—Ella no me dijo nada al respecto.
—Quizás no quería preocuparte, aunque imaginé que ustedes se contaban de todo.
—¡El que no me haya dicho nada es lo de menos! Necesito saber que pasó con Zefer —respondí visiblemente afectado—. ¿No hay manera de saber donde se le vio por última vez? No es normal que haga esto, él no es un cobarde. Zefer jamás huiría y la dejaría a ella sola.
—¿Estás seguro que no lo haría? —mi padre me observó atentamente—. Las personas cambian cuando están en situaciones muy complicadas, sea para bien o para mal.
—Padre, yo lo conozco, puedo apostar mi vida a que algo malo le ha pasado.
—Entiendo lo que me dices, hijo, pero ¿francamente quieres encontrarlo?
Tras su pregunta no pude evitar levantarme del asiento con visible indignación, mi padre se me quedó observando desde su lugar, apacible, como si no me hubiera preguntado algo descabellado.
—Desde luego que quiero encontrarlo.
—Si Zefer no regresa tú tendrás el camino libre para hacer lo que quieras —acotó mientras se cruzaba de brazos, y con un gesto de la cabeza señaló en dirección al palacio—. Ya sabes a que me refiero.
—No puedo abandonarlo de esta forma, es mi mejor amigo, puede necesitar mi ayuda.
Luego de escucharme mi padre agachó el rostro y se puso de pie lentamente, me observó con detenimiento y colocó sus manos sobre mis hombros. Los apretó con fuerza, y seguidamente sonrió de lado.
—Lo dejo en tus manos —dijo a medida que alisaba su traje y pasaba por mi lado—. Nadie más vio este papel. En cuanto reconocí a la vyla mensajera de My-trent fui donde el cuidador y tomé el mensaje antes de que pudiera entregárselo a Clematis.
—¿Por qué hiciste eso?
—Porque quise darte la oportunidad que yo jamás tuve —replicó con cierto deje de dolor en la voz—. Si estás seguro de querer buscarlo infórmale a Clematis lo que ha pasado, estoy seguro de que ella hará uso de todos sus recursos para encontrarlo —tras decir esto volteó a observarme—. Argon, nadie te culpará por ser egoísta por una vez en tu vida. Siempre has dado todo por el resto, siempre priorizaste la felicidad de aquellas personas que amabas, pero es momento de que pienses un poco más en ti. Tú decides lo que pasará de ahora en adelante.
Luego de que me dijo esto mi padre se fue y me dejó completamente solo. Volví a sentarme, sentía que mis piernas estaban temblando. Seguía dudando frío, mi corazón había comenzado a palpitar rápidamente y mis manos no habían dejado de temblar mientras volvía a doblar el papel para guardarlo en mi bolsillo.
Tenía dos opciones: Informarle a Clematis, y que ella lidere la búsqueda, o no decirle nada y guardar el secreto.
La opción que había elegido era obvia. Mi cabeza la sabía, pero mi cuerpo simplemente se negaba a obedecerme y no podía pararme de aquella banca de madera para ir a verla.
—No quiero que vuelva a llorar. Ya tuvo que pasar por mucho. No quiero ser la persona que vuelva a traerle dolor. No quiero, no puedo hacerlo, no deseo ver como vuelve a quebrarse entre mis brazos —dije mientras escondía el rostro entre mis manos— Zefer, maldita sea ¿Dónde estás? —pregunté a la nada mientras observaba al cielo— ¿En verdad huiste?, ¿O algo malo te pasó?
Estuve pensando durante varios minutos, y en medio de mi ensimismamiento no me di cuenta de que ella se encontraba frente a mi hasta que movió una de sus manos al frente de mi rostro.
—¿Argon?
Al verla mi corazón volvió a latir con fuerza, mis labios se entreabrieron de golpe. Estaba hermosa, ese vestido de novia le quedaba a la perfección. Aparentemente había escapado de los arreglos finales porque solo traía la mitad del tocado del moño armado, pero aún con esa melena alborotada lucía completamente hermosa.
—¿Te sientes bien? —preguntó y no supe que responder.
—Yo... si ¿Qué haces aquí?
—Rier me dijo que te encontrabas un poco mal, me preocupé así que me escapé de las demás cuando se descuidaron y vine a buscarte —respondió ella con una sonrisa en su rostro— ¿Te sientes bien? ¿Quieres decirme algo?
—Yo...
Tras su pregunta volví a quedarme completamente en blanco. Ella me observó con calma mientras acariciaba una de mis mejillas. Esto solo provocó que mi malestar se expandiera por todo mi cuerpo.
Mis manos temblaban. Sabía lo que debía hacer, era consciente de que debía entregarle ese papel que estaba en mi bolsillo, pero no podía hacerlo, no era capaz de hacerlo.
Todo se definía con esto. Entregárselo y ver como volvía a quebrarse. O esconderlo y seguir adelante, evitar que sufriera, resguardar su corazón, pero que inevitablemente más adelante descubriera todo y me odiara por esconderle la verdad.
¡Helou!
¿Qué piensan que hará Argon ahora? ¿Le contará Clematis la verdad, o decidirá callar?
¡Los leo!
Gracias por el apoyo y paciencia <3 los adoro.
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