CAPÍTULO IV • Al final ¿Quién saldrá victorioso? •


En cuanto el retrato estuvo listo, el dibujante de la guardia real le llevó inmediatamente el cartel de se busca al cuidador de vylas, el sujeto, extrañado por la imagen que se veía allí plasmada, le preguntó al sujeto si no era un error que lo mandaran a repartir ese documento.

—Solo soy el dibujante —respondió el sujeto a medida que cerraba su portafolio de trabajo.
—Ahora el alboroto de hace rato tiene algo más de sentido —contestó el mientras alistaba a sus animales entrenados—. De acuerdo, el documento saldrá de inmediato.

El cuidador abrió las jaulas y las enormes aves caminaron lentamente afuera mientras aguardaban que les pusieran su equipo de trabajo. El sujeto caminó hasta unos ganchos, y tomó los pequeños maletines que se ajustaban a sus cuerpos con cintas de cuerpo. Las vylas aguardaron pacientes a que terminara, y una vez que se aseguró de guardar todos los retratos dentro, caminó hacia la puerta del criadero para abrirlas de par en par.

—Será mejor que salgas —le dijo—. Baten con mucha fuerza las alas para el despegue, podrían lastimarte.

El retratista asintió y caminó hasta posicionarse al lado del sujeto.

El primero de los animales no tardó en abrir las enormes alas de casi dos metros mientras empezaba a correr.

—Creitos —dijo el cuidador, y el animal emitió un alarido en señal de respuesta.

El segundo repitió la acción, pero esta vez el destino designado fue Dinaris. El tercero, fue enviado a Dinaru, el cuarto a Brostec, el quinto a Velmot, el sexto a Atreica, y finalmente el último fue enviado a Khaljos.

—¿Qué pasa con el resto de las naciones? —preguntó el retratista mientras observaba a los animales perderse en el horizonte.
—Siempre que hay avisos de búsqueda se envía primero los retratos a las naciones más cercanas, de esta forma los propios retratistas de esas naciones pueden replicar la imagen y repiten la misma acción hasta cubrir por completo el mapa.
—Entiendo —respondió él mientras palmeaba el brazo de su compañero—. Espero se tenga noticias pronto.
—Yo también espero que así sea, pero... para ser franco, tengo una mala sensación en el cuerpo.

La conversación de ambos quedó allí, pero antes de que el retratista volviera a su trabajo, pudo percatarse como los sirvientes del palacio de los Wolfgang partían en dirección al bosque, posiblemente a tratar de conseguir alguna pista sobre el paradero de la supuesta gemela.

Eleonor se encontraba en el salón del palacio, el estado de shock que tenía era tal, que no había dejado de llorar y aún se mantenía fuertemente sujetada al cuerpo de Zefer. El pelinegro buscaba en cierta forma darle algo de consuelo, pero la incomodidad que surgía producto de la cercanía de ambos era algo inevitable, y aunque tratara de buscar a su hermano Jaft con la mirada, este brillaba por su ausencia.

—Señorita, tome esto por favor —le dijo Ana, una de las sirvientas encargadas de la cocina—. Es una infusión de hierba luisa, la ayudara a relajar su cuerpo.

Solo en ese momento despegó el rostro del pecho de Zefer y observó a la anciana, los ojos de la muchacha estaban tan hinchados que apenas se podían distinguir sus orbes de diferente color.

—Gra... gracias —dijo con la voz entrecortada.

Sujetó la taza entre sus manos y estas temblaron, tomó un sorbo del humeante líquido y dejó que poco a poco aquella infusión envolviera su cuerpo.

—Será mejor que vayas a descansar —le dijo Zefer, mientras observaba de soslayo a Celine, quien estaba sentada justo al frente de ambos con una ceja enmarcada.

Para nadie era un secreto que la nueva prometida de Zefer era bastante recelosa con todos, en especial con Eleonor, y en más de una oportunidad le había hecho saber a Zefer lo que pensaba acerca de ella, aunque claro, todo esto se basaba en meras especulaciones. Para Celine la aparente pérdida de memoria de Eleonor no era más que un teatro absurdo, aunque ahora no tenía pruebas concretas de eso.

—¿Se siente mejor? —le preguntó la gentil híbrida mientras recibía la taza vacía.
—Sí, muchas gracias.
—Te acompaño a tu alcoba.

Zefer se puso de pie y ayudó a Eleonor a ponerse de pie, ella aprovechó la situación para sujetar su brazo con firmeza y apegarse aún más, y aunque él tratara de marcar distancia, aquella pequeña tarea se volvió imposible de realizar.

Una vez que la dejó en su habitación se dirigió a sus aposentos. Al entrar, se encontró con Celine observando por la ventana del balcón, ella le dirigió una mirada neutra y se dio la vuelta para poder conversar con tranquilidad.

—¿Qué pasó allá abajo? —preguntó de forma directa mientras Zefer se desabrochaba el cuello de la camisa.
—Eleonor tiene una gemela —respondió él con calma, ella se cruzó de brazos—. Vino al palacio e hizo que la siguiera al bosque.
—¿Y en verdad crees ese cuento? —bufó— Es demasiada coincidencia que una persona que nadie más que ella vio la lleve a un lugar oscuro, donde no había nada más alrededor.
—Pensé lo mismo, pero no hay forma de demostrar que está mintiendo.
—¿Y porque consideras que dice la verdad?
—Esta tarde hubo un ataque en el burdel de Fiora, murieron casi todas las muchachas que trabajaban allí, menos una, que es la que me dijo que la causante de la masacre fue su gemela.
—Zefer, yo estuve en la planta baja todo el rato —dijo ella mientras se sentaba en el borde de la cama—. Posiblemente Eleonor no me haya visto, pero vi que salía con tranquilidad por la puerta de la cocina. No se le veía afligida ni confundida como en su versión.
—El problema radica en que es imposible que Eleonor puede haber estado en dos lugares a la vez. La han atacado, y paralelamente, atacaron a Fiora en la carceleta.
—La única alternativa que veo viable es que haya habido una tercera persona.
—Puede que sea cierto.
—Te lo he dicho desde hace algún tiempo, Zefer —dijo ella mientras caminaba hasta estar frente a él—. Ella es una psicópata manipuladora, no debes confiar en nada de lo que te diga. Estamos en una situación donde debemos desconfiar de todo y de todos. Ni siquiera debes confiar en la familia que tienes.
—¿Lo dices por Jaft? —ella asintió— Él jamás me traicionaría.
—¿Qué pasaría si al final Giorgio decide darte el control completo de la nación? —le preguntó—. Tener el control es algo muy peligroso, Zefer, puede arrimar incluso a la persona más recta a flaquear y a cometer actos despreciables.
—No lo conoces como yo, Jaft es la persona más amable, buena y generosa que he conocido.
—Tienes razón, no lo conozco, es por eso que únicamente te puedo brindar supuestos. Pero que el cariño que sientes por alguien no nuble tu juicio, debes estar preparado para todo, y debes de estar dispuesto a tomar decisiones con tal de seguir con vida.

Celine le dio la espalda y volvió a caminar en dirección a la ventana, abrió las puertas, y se sujetó del barandal del balcón, Zefer la siguió y se recostó en la pared.

—Yo mejor que nadie sé lo que se siente que alguien de tu propia sangre te traicione —ella esbozó una triste sonrisa y Zefer no pudo evitar sentir como el corazón se le sobre encogió—. Te he tomado algo de aprecio, Zefer, y lo que menos quisiera es que te lastimen al punto de que pierdas la esencia de quien eres tú.
—Gracias por los consejos —le respondió.
—No me lo agradezcas, tan solo estoy tratando de prolongar tu vida un poco más.

Zefer no añadió algo más, optó por dejar sola a Celine mientras disfrutaba de la brisa nocturna. La muchacha era una persona callada, desconfiada y arisca. Pero lo que le había tocado vivir era igual de difícil a lo que había vivido Zefer en su momento.

Y desgraciadamente, ella había cerrado por completo su corazón con tal de mantener los restos que quedaban a salvo.

***

Jaft observaba a un punto inexacto de la habitación, Eleonor, quien se encontraba apoyada sobre el respaldar de la cama simplemente se limitaba a esparcir la pomada que aún estaba fresca sobre las heridas de su brazo. Alternaba la vista entre estos y Jaft, y aunque fuera ella quien trataba de iniciar la conversación en esos momentos, simplemente no podía hacerlo.

El rubio, no tolerando más el silencio asfixiante se puso de pie y dejó la comodidad del sillón donde estaba, se acercó a la chimenea, y sus dedos tamborilearon sobre la superficie.

Eleonor, intuyendo que él se encontraba listo para hablar comenzó a llorar sin hacer ruido alguno. Sabía donde atacar a Jaft y sabía exactamente como dominarlo para que la conversación llevara el rumbo que ella quería sin que él se diera cuenta.

—Eleonor —dijo él con voz grave.

Al ver el rostro de Eleonor, Jaft cambió medianamente su compostura. Seguía enojado con ella, pero el verla llorar lo terminaba desarmando por completo.

—Quiero saber la verdad —dijo en el mismo tono serio, ella sorbió su nariz y limpió sus ojos con desgano— ¿Por qué nunca me dijiste lo de tu gemela?

Eleonor apretó los labios de forma lineal y frotó delicadamente sus brazos por encima, un pequeño suspiro terminó escapando de sus labios.

—Jamás planeé ocultarte lo de mi gemela —mintió—. Es solo que nunca supe como abordar el tema. Te lo dije ¿No es verdad? La historia de mi familia es horrible y vergonzosa, por eso nunca pude sincerarme por completo.
—Pues es momento para que hables y me digas todo —respondió mientras se cruzaba de brazos—. Ya me cansé de enterarme las cosas por mi cuenta o por terceros.
—De acuerdo —volvió a suspirar mientras se acomodaba sobre la mullida cama—. Pero te advierto desde ahora, que lo que estás por escuchar no será muy agradable.

» Quizás no lo sepas, pero mi familia en un punto estuvo igualada al estatus que ustedes tenían. Mis tataraabuelos incluso llegaron a tener un pequeño palacio, ya sabes, esas ruinas olvidadas que están cerca de la entrada del bosque.

Mi familia esos años gozó de estatus y poder, incluso el mismo tatarabuelo de Zefer llamaba a mis familiares para que formaran parte de las ceremonias más importantes, pero todo cambió con mi bisabuelo.

Sé que eres consciente de que en algunas familias con tal de conservar el linaje puro de sangre mezclan a sus mismos miembros entre sí, y el linaje de la mía se mantuvo intacto durante muchas generaciones hasta mi bisabuelo, Vesten Wolfgang.

Vesten fue comprometido desde su nacimiento con su prima, Danelia Wolfgang, pero él se terminó enamorando de una híbrida que trabajaba en la casa y terminó embarazándola. Su padre sufrió un golpe tan duro por eso que murió de un paro cardiaco y el resto de mi familia se comenzó a fragmentar y emigró a otras naciones donde no se les reconociera por la vergüenza que su propio heredero acababa de realizar.

Poco a poco los nobles de My—Trent comenzaron a excluir a mi familia y esto generó que las arcas de dinero que teníamos se esfumaran casi por completo. Con tal de sobrevivir, Vesten decidió abandonar aquel palacio que fue nuestro hogar durante tanto tiempo y terminó construyendo una casa modesta en la aldea de los nobles. Mi hogar hasta hace poco.

Producto de esa relación Vesten tuvo dos gemelos: Amut y Ermes. Ambos nacieron con la marca de aquella deshonra, los ojos bicolores, el mismo tono que yo porto hoy en día. Pero pese a que ambos eran gemelos, Amut era el que parecía más un Hanoun en comparación a su hermano, Ermes, y fue por esto que mi familia decidió volverlo el primogénito de la casa ya que representaba la última esperanza de que volviera nuestro linaje puro a gobernar.

Vesten amó mucho a esos dos niños, pero la híbrida causante de todo este problema falleció producto de una enfermedad, y fue esta la oportunidad que el resto necesitó para tomar la tutela total de Amut, quien fue criado y educado como un pura sangre completo, mientras que Ermes fue relegado y convertido en un simple sirviente.

Vesten decidió que lo mejor era marcharse de ese lugar que ya no sentía como propio, y al ser consciente de que únicamente podría criar a uno de sus dos hijos, decidió llevarse consigo a Ermes.

El día del festival de la cosecha llegó la guardia real a la casa a informar de que Vesten estaba muerto y que a su lado, estaba Ermes, quien al estar registrado dentro del acta de nacimiento de nuestra familia, fue llevado de regreso a su hogar para que pudieran criarlo.

Claramente a mis familiares no les gustó ni un poco todo esto, pero la muerte de Vesten fue tan extraña que más de uno especulaba que ellos habían tenido algo que ver.

Ambos hermanos crecieron bajo el mismo techo, pero Amut fue quien recibió todas las comodidades posibles. Al cumplir dieciséis años Amut fue comprometido con una noble de nuestra aldea, que si bien su linaje no era completamente puro, al poseer los mismos rasgos que él, esto restauraría el linaje con mayor prisa.

Sin embargo, Ermes envidiando el poder que su hermano tenía, le arrebató a su prometida y la dejó embarazada. Tú sabes muy bien que la infidelidad está prohibida, así que luego de que ella diera a luz a mi madre, Arlet, ella y el hermano bastardo fueron ejecutados.

Amut volvió a casarse dos años después y producto de esa relación nació Preston, mi padre.

Por fortuna mi madre se veía exactamente como una Hanoun así que ese fue la única razón por la que la dejaron con vida.

Ambos fueron educados de la misma forma que Amut, a ambos se les enseñó que eran una Hanouns poderosos, allegados al gran Kyros Wolfgang y toda la familia real de My—Trent, y que su objetivo, era volver a restaurar el estatus social que nuestra familia alguna vez tuvo.

Ellos se casaron y cuando se enteraron que mi madre estaba embarazada lo celebraron a lo grande. Pero el día del parto, grande fue su sorpresa al ver que ambas adquirimos aquel distintivo vergonzoso, los ojos bicolores.

Nos veíamos como Hanouns, pero nuestra mirada siempre delataría que en algún punto de nuestra familia, hubo un híbrido que manchó nuestro linaje.

Elinor fue la mayor, por ende ella adquirió inmediatamente el cargo de heredera en mi familia, mientras que yo fue destinada a ser una mera sirviente para toda mi vida.

Nadie quería que la historia de los hermanos se repitiera, así que mis padres decidieron volver el asunto un poco más divertido, nos iban a dar la oportunidad que no tuvieron nuestros antepasados, una competencia donde ambas tendríamos que ganar la tan ansiada libertad que queríamos.

Nunca podíamos salir de casa al mismo tiempo, teníamos días definidos para transitar con libertad.

Me esforcé para ser la mejor en todo, siempre busqué la manera de destacar para que tomaran una decisión, pero esto nunca bastó, mi padre al menos fallo siempre nos golpeaba y la risa de mi madre en cuando ambas estábamos tiradas en el suelo, temblando producto de los golpes era algo que nunca podía olvidar.

Al no soportar más la situación Elinor y yo decidimos escapar de nuestro hogar. Pero ella me tendió una trampa y me dio la espalda. Esa tarde del día de nuestro cumpleaños Elinor volvió y me dijo que había conocido a alguien que la liberaría de nuestra familia.

Y claramente, esto implicaba que mi propia hermana me había condenado a una vida de esclavitud y maltrato.

Al día siguiente era mi turno de salir al exterior, así que tomando en cuenta todo lo que Elinor me había contado decidí ir a ver a Zefer, y esa misma tarde, hice que él me acompañara a casa para asegurar mi posición.

Por primera vez ese día vi a mi padre contento, y por primera vez en toda mi vida sentí mucho alivio porque por fin podía librarme de todo ese maltrato que viví a lo largo de mi vida.

Esa misma noche Elinor me golpeó hasta el cansancio y escapó de la casa. No volví a verla, pero ella juró que se me haría pagar por todo lo que le hice.

—¿Es por eso que te atacó?
—Sí. Me dijo que me robe su vida, por eso me odia.
—¿Y porque no te mató? —preguntó él con desconfianza.
—¿Hubieras preferido que lo hiciera? —soltó ella de golpe y Jaft mordió el interior de su boca—. Luché por mi vida, ¿te satisface esa respuesta?
—Eleonor, me cuesta creerte...

La pelinegra entreabrió los labios, algunas lágrimas terminaron surcando sus mejillas, y luego de eso, una risa sarcástica brotó de ella.

—Por primera vez en mi vida estoy siendo completamente sincera —y diciendo esto, volvió a llorar—. He cargado con esto durante años, no sabes lo difícil que ha sido guardar este secreto que me carcomía —dijo ella con frustración—. Me tocó una familia enferma. Siempre estuve sola, y ahora mi hermana regresó para matarme.

Al verla llorar de forma desconsolada Jaft terminó cambiando su postura por completo. Tal vez si había exagerado, era la primera vez que Eleonor se mostraba tan afligida, y eso era precisamente lo que lo hacia cuestionar absolutamente todo.

Se acercó a la cama sin prisas y se sentó justo a su lado, extendió una de sus manos en su dirección y limpió sus lágrimas, Eleonor lo observó directamente y él termino abriendo sus brazos para brindarle refugio.

Era consciente de que no debía creerle, pero los sentimientos que habían surgido dentro de si desde que fueron comprometidos, eran los que le gritaban que se arriesgara a creer genuinamente en ella, aunque era consciente de que quizás en algún momento, esos mismos sentimientos representarían su perdición.

***

El carruaje de Giorgio Wolfgang se detuvo en la entrada de una ciudad completamente destruida. Los híbridos que lo acompañaban, aunque fueran sujetos fornidos y musculosos, no podían evitar sentirse incómodos por el ambiente que los rodeaba.

Los edificios se caían a pedazos, algunos metales oxidados por el tiempo se partían y caían, trayendo abajo algunas edificaciones que hacían eco inclusive en los rincones más ocultos de esa ciudad.

—Quédense aquí —les ordenó el pelinegro mientras ellos asentían con miedo.

La desesperación de Giorgio por llegar a su destino era tal, que prácticamente se encontraba corriendo en medio de la vegetación crecida del lugar. La maleza le llegaba hasta la cintura, y con cada paso que daba, algunos reptiles y animales corrían a ponerse a buen recaudo, como si supieran que la presencia de ese sujeto allí no era algo bueno.

—Te voy a asesinar —murmuraba entre dientes mientras apretaba la mandíbula.

Luego de recorrer un largo trayecto finalmente visualizó el edificio que poseía la cruz roja a lo lejos. Giorgio aceleró aún más el paso, y finalmente logró escapar de la molesta vegetación que acababa de arruinar su traje de alta costura que tenía.

Caminó con prisa, las suelas de sus zapatos resonaban sobre la superficie pavimentada, y el resoplar que emitía producto de la ira que lo embargaba se iba acrecentando conforme se introducía en el lugar.

Observó el suelo y vio marcas de pisadas, indudablemente eran los zapatos de Shikwa, pero no podía distinguir ni un solo rastro de que hubiera huido junto a otra persona.

Al llegar a la inmensa puerta de metal giró la rueda a toda prisa, y un enjambre de moscas salió desde el interior. Aunque no podía oler absolutamente nada, sabía que la presencia de aquellos insectos dentro debía deberse al aroma putrefacto de la comida que Shikwa había dejado allí.

Todo se encontraba en silencio. No había rastro alguno del traidor.

Giorgio observó el contenedor de vidrio tapado por un mantón de color negro y se acercó aún más. Sujetó la tela entre sus manos y tiró de esta con fuerza, inmediatamente lo que vio fue el cuerpo de Lyra, la verdadera Lyra, flotando dentro.

—Hijo de puta.

En un arrebato de ira Giorgio destruyó todo lo que había a su alcance, sus nudillos terminaron empapados en sangre y con la piel rasgada, pero esto no le importó en lo absoluto.

—Terrible decisión —dijo mientras lamía sus nudillos sangrantes—. ¿Quieres jugar con fuego? —rio—. Veamos cuanto tiempo logras enconderte —soltó a medida que una risa escabrosa escapaba de sus labios—. Voy a encontrarte, y cuando lo haga, te torturé al punto de que desearás nunca haber nacido.

Giorgio caminó en dirección al monitor ya apretó los botones, al colocar su mano en el censor este inmediatamente emitió una luz y el reconocimiento de usuario cesó.

—Abrir archivos de administrador.

Bienvenido, amo Giorgio Wolfgang. Mostrando archivos de administrador.

—Muéstrame la grabación de los últimos movimientos dentro de este cuarto.

Mostrando registros.

La pantalla de carga apareció y dejó momentáneamente la habitación en la oscuridad. Giorgio se cruzó de brazos, uno de sus dedos fue directamente hacia sus labios y comenzó a mordisquear la uña de su dedo gordo.

Para cuando finalmente la imagen apareció pudo ver que Shikwa había escapado del laboratorio hace más de un mes, y estratégicamente, las llamadas habían sido desviadas a una casilla que poseía la grabación de interferencia.

—Muéstrame los registros de la capsula el día que fue abierta.

Mostrando registros.

Giorgio observó atentamente la pantalla mientras mordisqueaba con más fuerza su uña. El ver a Shikwa tocando el cuerpo desnudo de Lyra provocó que una creciente ola de celos emergiera desde sus adentros, y conforme las imágenes pasaban una a una, la uña se hizo pedazos dejando el dedo en carne viva y sangrante.

Antes de que las imágenes cesaran, Giorgio vio que Shikwa metía dentro del tanque el cadáver de la antigua Lyra, y luego de eso, llevó a su nueva creación dejos de la cámara para que no pudiera verla en los registros de la máquina.

En cuanto las grabaciones terminaron Giorgio comenzó a reír frenéticamente, agachó su cabeza, las hebras de su largo cabello negro cayeron hacia adelante cubriéndole el rostro por completo, y poco a poco fue alzando el rostro para colocar su cabello hacia atrás. Sus dedos se terminaron enredando en medio de la mata oscura, y luego de una breve pausa, de un momento al otro, él tiró con tanta fuerza de estos que algunos mechos se arrancaron de su cuero cabelludo.

—Bien jugado —dijo, luego de relamer la sangre que aún tenía en sus labios— Pero, ¿cómo lograrás esconderte? —preguntó a la nada mientras sonría—. Estás en mi mundo, Shikwa.

Luego de recobrar medianamente la compostura, Giorgio se colocó nuevamente frente al monitor y digitó unos números en la pantalla.

—Llamar a Polakov.

Llamando a Polakov.

La llamada tardó en ser contestada, pero cuando finalmente la imagen de Polakov apareció en el monitor, la mirada desdeñosa que el anciano tenía se borró inmediatamente, y mostró una sonrisa complaciente y nerviosa.

—¡Mi señor! —dijo enérgico—. Hace semanas que no tenía noticias de usted, estaba muy preocupado.
—Shikwa nos traicionó —exclamó Giorgio directamente, al anciano por poco se le cae la quijada luego de escucharlo—. Hace semanas mis llamadas empezaron a sufrir interferencias, así que tuve que venir al lugar a donde lo envié para comprobar si seguía aquí.
—Mi señor, ¿se la llevó? —Giorgio asintió— ¡Hijo de puta! —gritó Polakov encolerizado— Se atrevió a traicionarlo, a usted, al dios de este mundo ¡Pagará! —añadió— ¡Pagará por la enorme estupidez que acaba de cometer!
—Escucha lo que harás. Necesito que envíes un comunicado a todas las naciones ya sean aliadas o enemigas.
—Desde luego, dígame que debe decir.
—Lo primero que debes tomar en cuenta es que será un aviso de recompensa —Polakov asintió—: Mediante la presente se informa a todas las naciones el atentado contra la vida de Giorgio Wolfgang, heredero de Kyros, a manos de Shikwa Arrow, ex curandero de la nación de My—Trent. El acontecimiento tuvo lugar en la frontera de Dico, lugar al cual Giorgio Wolfgang estaba asistiendo para la firma de unos tratados comerciales. Por suerte, la guardia real de Dico actuó con rapidez e impidió que el suceso pasara a mayores, el Giorgio Wolfgang terminó herido en el proceso.
El fugitivo es altamente peligroso. Se requiere su captura inmediata con vida para que sea juzgado en My—Trent.
—Brillante, mi señor, al haber una recompensa de por medio su búsqueda será aún más fácil.
—¿Recuerdas perfectamente su rostro? —le preguntó Giorgio, Polakov asintió—. Bien, entonces llama al mejor retratista de tu nación y proporciónale todas las características que recuerdes. Ese bastardo no me verá la cara.
—No se preocupe, mi señor, enviaré a mis mejores hombres a buscarlo cuanto antes.
—Bien. Escucha, Polakov, ya que tenemos este pequeño contratiempo resuelto, te quería hacer llegar los comentarios de Let acerca de los prototipos.
—¿Hubo algún problema? —preguntó el mayor mientras limpiaba algunas perlas de sudor de su frente.
—No, por el contrario, me indicó que el ochenta porciento de los soldados han confirmado que todo funciona de maravilla.
—Entonces, mi señor, entendería que Creitos está listo para el ataque.
—Correcto.
—¡Maravilloso!
—Teniendo estos puntos ya establecidos, ve y gestiona el aviso de recompensa lo más rápido que puedas.
—¡Sí, mi señor!
—¿Tienes alguna otra avance significativo?
—Ninguno, señor, de momento todo está avanzando de acuerdo al plan.
—Excelente, Polakov —al escuchar la felicitación Polakov amplió aún más la sonrisa—. Regresaré a Creitos para ir por mi carruaje, confío en que todo saldrá bien en mi ausencia ¿No es verdad?
—Por supuesto, mi señor, no lo defraudaré.
—Más te vale no hacerlo.

Tras decirle esto, Giorgio dio por terminada la llamada.

El pelinegro se mantuvo quieto y en silencio. Las únicas veces que se había sentido así de frustrado las cosas resultaron muy mal, pero era inevitable sentirse de otra manera. Estaba tan molesto que una pequeña vena saltaba en su frente, y apretaba con tanta fuerza los puños, que sus garras terminaron clavándose dentro de la palma de su mano.

Había cometido un error imperdonable. Confió en alguien que aparentemente besaba el suelo por donde pisaba. Nunca debió dejar a Shikwa sin supervisión, aunque claro, ninguno de ellos sabía con exactitud cuanto demoraría aquel nuevo cuerpo en formarse al cien por ciento.

«Te lo dije, sabía que Shikwa nos traicionaría»—siseó la voz dentro de su cabeza.

—No volverá a pasar —le respondió mientras se sujetaba el puente de la nariz.

«¿Estás seguro? Acabas de perder nuevamente a Lyra con alguien que pensaste que lamia el suelo por donde pisabas.» —exclamó eso sarcástico.

—Esto tan solo me ha servido como una lección.

«Jajaja, Giorgio, admite que fuiste muy tonto. Confías en la gente y eso te hace un Dios débil, todos pasan de ti con facilidad»

—No soy débil —se defendió.

«Lo eres, y me das vergüenza. Aun te mantienes atado a estúpidos sentimentalismos, eres igual de patético que Rier.»

—¡No! —gritó él con desesperación mientras clavaba sus garras sobre su cabeza.

«Aquel sentimentalismo estúpido que aún posees, será tu ruina uno de estos días. Necesitas deshacerte de todo eso que te ata, solo así nadie podrá arrebatarte eso que anhelas profundamente»

—¿Cómo lo hago? —preguntó.

«Deshaciéndote de tu entorno»

—Solo así podre conseguir lo que quiero —masculló él con la voz entrecortada.

«Así es, Giorgio. Es momento de quitar en medio a las dos únicas personas que pueden generar una catástrofe»

—¿Quienes? —preguntó con dificultad mientras algunos hilos de sangre caían al suelo.

«Sabes bien a quienes me refiero.»

Y como si una especie de revelación hubiera aparecido frente a Giorgio, este se dio media vuelta mientras sonreía ampliamente.

—Zefer y Jaft... —susurró mientras sus ojos se expandían al punto de que su pupila abarcó casi por completo su iris.

«Así es, son los únicos en My—Trent de quienes no tenemos el control, necesitamos erradicarlos a como de lugar»

—Lo haré —exclamo débilmente pero con seguridad—. Me desharé de aquello que me hace débil. Ambos tienen que ser exterminados —sentenció.

«Exacto, Giorgio. Pero recuerda, necesitamos que parezca un accidente»

—Necesitamos que ambos se maten entre si —el pelinegro comenzó a reír de forma histérica dejando a la vista sus filudos colmillos— Ahora... ¿Quién matara a quién?

«¿Zefer podrá matar a Jaft?»

—¿O Jaft matará a Zefer?

El simple hecho de pensarlo provocó que Giorgio comenzara a reír con más fuerza, el eco de sus carcajadas psicópatas retumbó en cada espacio de aquel lugar abandonado, e inclusive aquel ruido deformado logró escucharse en el exterior.

La voz dentro de su cabeza tenía razón, si no se deshacía de sus emociones estas podrían representar su ruina más adelante, y eso definitivamente era un lujo que no podía permitirse.

La vida de sus dos bastardos debía llegar al final de una u otra forma. 


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