Extasis sangriento

Vivía en Ultra Mundo. Aunque suene loco, existe un mundo subalterno bajo sus pies donde viven criaturas de la noche junto a los humanos; todos divididos por regiones de un laberinto invisible a los ojos de los ultra terrenos. Solo los humanos podían atravesar dicho enredo de caminos hasta otra región.
Yo nací en La Ciudad Vampiro.

Los vampiros nos reproducimos de la misma forma que los seres humanos, incluso si no somos infectados por enfermedades, vivimos en promedio, la misma cantidad de años que vosotros; años más años menos.

Yo tenía unos 15 o 16 años.
Ya era una vampira digna de ser respetada, pero en la época en la que nací el respeto no existía.

Los humanos y vampiros luchaban por sus tierras, cada raza quería eliminar a la otra sin titubeo.
Increíblemente yo, para ese entonces ya ni padres tenía, vivía junto a muchos otros huérfanos en el colegio de la ciudad.
El colegio de la ciudad era un reino total y diferente, todos los problemas sociales, éticos y financieros existentes afuera no lo afectaban, todos vivíamos en un paraíso resplandeciente. Un sol en medio de la niebla del inicio, cuando no había nada.

Ahí humanos y vampiros vivíamos en armonía. Tanto así que incluso muchos humanos deseaban ser vampiros, y viceversa.
Sí es posible el cambio, aunque que un vampiro se vuelva humano es un poco iluso; a menos que naciera con el gen del ocaso. De no ser por ello tu vida es casi la misma.

Volviendo a mi vida, yo vivía en el colegio pero como mis padres habían sido grandes políticos hirientes en el gobierno, mantenía cierta relación con gente de fuera. Yo me enteraba de muchas cosas que todos los demás ignoraban, aveces incluso prevenía al director del colegio sobre situaciones peligrosas.

Pero hubo una vez que no llegué a tiempo. ¿Como siempre, no? Si es que estoy aquí significa que algo no salió bien.

Era semana de conversión, muchos humanos iban a ser convertidos en vampiros con la mordida de alguien.

Para ese entonces amaba a una chica, ella me volvía loca; y mi no humanidad la volvía loca a ella. Deseaba ser un vampiro, aunque no por las razones correctas.

Como dije anteriormente los humanos no somos criaturas del mal, a menos que nos llenemos de una enfermedad que nos hace perder la razón. Muchos humanos no entienden eso, solo ven que cuando somos infectados ganamos poder, nos volvemos inmortales; invencible se queda corto para nombrarlos.

A esos vampiros infectados los enviamos al otro lado de un barranco, tan lejos que, a pesar de su inmortalidad les era imposible regresar a nuestro lado del barranco.

Ese día al que quiero llegar hubo una alerta en todo el continente diciendo que un grupo de vampiros infectados había logrado "volar" de un precipicio al otro.

"Imposible". Dijeron todos.

Pero los más curiosos fueron a ver si era cierto. Mi amiga y yo entre ellos.

Al principio me pareció extraño la cantidad de personas que caminaban en dirección al desierto.
Aunque no me extrañó cuando las empezaron a separar en razas. Vampiros izquierda, humanos derecha, nunca olvidaré como me aferré a Hella  y ella me pidió que fuéramos por la izquierda.
Quería decirle que no, que fuéramos por la derecha porque era más seguro para ella pero... no pude. A pesar de ser tan fuerte con mis decisiones y analizar todo a mi alrededor, cuando se trataba de ella caía ante sus pies.

Fuimos por la izquierda.

A ella la dejaron pasar.
Ella traía puesto su collar de conversión. Un dispositivo extraño que, con su uso, podía ir cambiando la esencia de un humano a la de un vampiro. Era un proceso largo pero que lograba mantener la vitalidad de humano en aquel vampiro nuevo.

Hella lo usó gracias a mi insistencia. Si hubiera sido por ella, ya no sería una humana que usa un colgante con esencia de vampiro.

Cuando llegamos al barranco achiqué los ojos para aclarar mejor mi vista. Y me asusté cuando noté que del otro lado todo estaba igual, tan destructivo y lleno de sangre como el día de ayer.
Según Hella ella quería ver lo mismo que yo, para ella mirar hacia el otro lado simplemente era ver un borrón que se movía muy rápido.
Me reí de ella y le di un beso en la cabeza. Ella me quitó de encima.

Como había quedado satisfecha intentamos volver al colegio, sin embargo esa tarea nos costó mucho. Los vampiros que venían de la ciudad parecían cuerpos sin vida que caminaban como en modo automático.
Ahora empujaba a las personas para poder hacerme paso entre ellas. Siempre manteniendo a mi amiga aferrada a mí para que nada le sucediera.
A pesar de ser mi raza, nunca les había tenido mucha confianza. Vivía mejor entre humanos; a pesar de que muchas veces me ofendian e insultaban.

En un momento específico escuché un pitido que me tronó el cerebro, literalmente sentí que recorrió mi cabeza y si no hubiera tenido un objetivo claro, sacar a Hella de ahí, me hubiera vuelto loca y hubiera dejado que ese pitido me dejara llevar por el dolor.

En ese instante vi como los rostros de todos a nuestro alrededor pensaron lo mismo, pero ellos no tenían una intención de rescate como la mía. Aceptaron el dolor de su cabeza y lo dejaron ser el guía de sus movimientos.

Fue traumático para mí entender que todos venían a por nosotras. No, por nosotras no. Todos venían tras el pedazo de carne lleno de sangre palpitante que tenía pegado a la cintura.

Es indescriptible lo que sentí al tomar a Hella y envolverla en mí, ella era más pequeña que yo por lo que trate lo más que pude de no dejar que nadie se le acercara.
Si antes había tenido cuidado, ahora debía ser un huracán arrasando con todo a su paso.

Casi me muero cuando perdí a Hella. No sé como desapareció de mis brazos.

Con los nervios de punta y casi entrando en un colapso cerebral por el temor de perderla y el incesante pitido que aún taladraba en mi cabeza empecé a rastrearla por doquier.

No la encontré pero choqué con un chico gordito que traía su Muchi colgando del cuello.
Estos eran mascotas que cuidabas por algún tiempo. Para mi sorpresa inata, aquel chico traía a mi Muchi, lo había cuidado hace una semana.

Olvidando en lo que estaba le comenté al chico que aquel Muchi era muy divertido y juguetón
El me respondió con una sonrisa y me dijo que sí. Creo que hablamos por unos segundos.

No sé como pero Hella apareció en mi campo de visión y por acto reflejo tomé al chico gordito de la muñeca antes de correr hasta Hella y tomarla a ella también
Tampoco sé cómo, pero llegamos al colegio.

Nos metí por una ventana que daba a la sala común de los vampiros.

No hicimos mucho ruido a pesar de que quebramos algunas cosas.
Nunca nos hubieran escuchado llegar.
En esos momentos se estaba festejando una de las actividades más ruidosa del año: La conversión.

Vimos como muchos adolescentes hormonales bailaban sin sentido sobre mesas y se besaban los unos a los otros, completamente ignorantes a lo que ocurría afuera.

Solté al chico gordito que parecía estar atónito por lo que veían sus ojos. No debía estar acostumbrado al ambiente neutral y poco civilizado del colegio.

Yo caminé con Hella hasta el cuarto científico.
La muy tonta olvidó que ese día era la conversión de Tamara, una de nuestras profesoras más queridas, siendo ella antes una de las huérfanas había decidido pasarse al lado de los terranos.
Tamara nos saludó con la alegría más real que había visto en mi vida. Emanaba verdadera felicidad.

—¡Voy a comerme una hamburguesa! -le gritaba a cualquiera que estuviera cerca. Y no era para menos. Tamara padecía de una enfermedad que le provocaba no poder consumir ningún alimento sólido. Su aspecto escuálido te lo demostraba con lujo.
Todos reían a su alrededor.

Cuando entré no pude evitar no notar los frascos llenos de hormigas negras. Eran frascos transparentes llenos de hormigas que desgarraban pedazos de un corazón de vampiro. Era un proyecto de una de las humanas de último año. Odiaba a los vampiros y según ella sus hormigas algún día los eliminarían de este mundo.

Felicité a Tamara, pero cuando ella me respondió el saludo mi mundo se vino a bajo.

—Felicidades a ustedes dos, ya te hacía falta un poco de lujuria Ariel; y Hella, ahora somos hermanas de mordida, ese collar no sirve de nada.

—¿Hella? -¿Sabias que cuando nace un vampiro este cambia su nombre para proteger el suyo verdadero?. Pues yo empecé a odiarlo en ese instante

Me volví hacia Hella y lo que vi en sus ojos me caló en el alma que ahora no poseo.

Fue mi error, pero me llené de nervios y le grité. Le grité para preguntarle que en donde...

¿En donde tenía una marca?

Ella se levantó el ruedo del pantalón y yo dejé de respirar.
Diminuta, casi imperceptible, un rasguño que bien podría ser por una rama.
Pero su olor era funesto para mí.
Por eso cuando la perdí de mis brazos no la pude encontrar de inmediato. Ya no olía a ella y lo único que estaba percibiendo era el olor de Hella impregnado en el Muchi que traía el chico.

Di dos pasos hacia atrás sin creer lo que veía. Cayendo en la cuenta de mi pesadilla más temible.

Hella me veia feliz. Con una sonrisa de ojo a ojo, su piel morena tomaba un color pálido que en esos momentos lo sentí como si yo estuviera muriendo.

Y no me malinterpretes, ella estaba feliz y yo no.
Pero es que no me entienden.

Ella anhelaba ser vampiro. Yo la anhelaba a ella. La amaba de una manera casi imposible para un vampiro.

Nosotros tomamos sangre, obvio, todos lo saben. Pero no humana, o al menos no dependemos de ella. Al igual que los humanos, comemos animales y cualquier tipo de alimento.

Pero la sangre humana es un manjar; es la delicia más codiciada entre los de mi clase. Y como si se tratase de vinos, no a todos nos gusta el mismo.
Hay sangre dulce, amarga, ácida y demás pero, para cada vampiro existe una sangre especial. Un manjar de una vez en la vida solo creado para ti.
Muchos dicen que es casi imposible que si te encuentras con ese manjar no te vuelvas loco.

Pues yo estaba loca por Hella, y su sangre.

Y ahora pues ¿Por qué si quería beberme la sangre de Hella y ella quería ser un vampiro, la obligué a que usara el maldito collar?

Pues porque soy una idiota idealista de lo correcto.
Y repito, a pesar de que su sangre me vuelve loca y la deseo con todo el corazón, yo la amo.

La primera vez que vi a Hella no importó quien era. De hecho, esa misma semana, cumpliendo lo que el libro de anatomía vampírica decía, pensaba dejarme llevar por el impulso y vaciarla, beber toda su sangre y morir en paz, diciendo que había probado el cielo.

Pero una semana bastó para que no lo hiciera.
Esta vida es muy extraña y las personas lo somos aún más.

El mismo día que había decidido cometer el crimen me tocó clases de anatomía con Hella. Fuimos compañeras de laboratorio.

En un momento dado y sin dar muchos detalles a pesar de que es uno de los recuerdos más vivos y latientes de mi memoria, Hella me dijo que la matara.
No que la matara. Ella dijo que quería ser como yo.
Y yo sonriendo con malicia le dije que sí. Le prometí que la morderia, yo la convertiría. Eso dije a pesar de que en mi mente pasaban otros pensamientos un poco más oscuros.

Cuando cayó la noche y caminaba cantando en dirección al cuarto de Hella, caí en cuenta que su puerta estaba abierta. Me estaba esperando.

No entré y reaccioné. Se lo había prometido, yo la convertiría. No la mataría.

Hice todos los trámites y cursos para ser alguien legal de convertir humanos. Al mismo tiempo la relación con Hella aumentaba, siempre insistiendo en que cometiera un crimen y probara su sangre.
No sé como, o siquiera si era cierto pero Hella sabía que anhelaba su sangre.
Me tentaba con ella cada vez que podía, una y otra vez yo retenía mis impulsos. Hella sabía que yo era la única que ansiaba beberla y que lo haría sin pensar en las leyes; pero tanto ella como yo nos equivocamos.
Le tomé tanto cariño que luego se convirtió en pasión, en amor.

Al ver ese rasguño. Oler la putrefacción siendo dueña de mi Hilary, de mi sangre. Mi manjar de los dioses. Esa humana perfecta que anhelaba un mundo de demonios.

Me era imposible de soportar.

Recuerdo que vagué por el colegio varias horas hasta que el mismo chico regordete me encontró llorando en el baño.

Le conté cómo me habían arrebatado la vida y él solo me dio un cachetazo.

No volví en sí luego de ese golpe antinatural que me proporcionó el chico, en ese momento sentía que me habían robado algo en mí y no pude averiguar qué era. Hice cosas funestas por volver a recuperar eso que me faltaba.

Eso bastó para que reaccionara y tomara mi decisión. Saldría de Ultra Mundo a como diera lugar, en ese momento no podía volver a encontrarme con Hella.

Aún la amo, lo haré por la eternidad que me resta debido a su misma existencia ya que...

Al tratar de recuperar el sabor de mi sangre maté a todo aquel que podía haberme robado. Yo sabía que si extinguia la llama de aquel que la había convertido, mi manjar volvería a correr por sus linda venas.

Esa misma noche cometí el crimen más atroz que se había visto en mucho tiempo.
Con mis propias manos casi extingo a mi propia raza, tomando su vitalidad y volviéndola en más años de espera, por que sí; aguardaré toda mi vida si es necesaria hasta volverla a ver y sentir lo mismo que sentí la primera vez que la vi.
Es un poco estúpido pensar que la sangre dulce de Hella vuelva a correr por sus calientes venas pero este mundo vive de las imposibilidades y yo vivo en él.

Tengo mucho que aguardar pero sé que la volveré a encontrar, no me rendiré hasta que ambas volvamos a ser felices.

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