IX. Desaparición.

꧁Todo va a mejorar꧂




Adora despertó después de varias horas de estar inconsciente, sus cansados ojos aún no se habían adaptado del todo a la brillante luz blanca de la habitación donde se encontraba.

—Al fin despertaste, querida.

—¿Dónde estoy? —preguntó con la voz entrecortada.

—No tiene importancia, de cualquier manera no volverás a salir de aquí.

La gelidez en el gesto de la hechicera heló la sangre de la rubia, Adora tomó todo el valor que le quedaba para volver a hablar.

—No serías capaz de hacerme daño, madre...

Shadow Weaver soltó una carcajada.

—Por supuesto que sí —afirmó con sorna—, tal y como lo hice con tus padres.

La pobre joven sintió un golpe en el pecho, el estómago quería volvérsele por la garganta.

—¿P-Por qué lo hiciste...?

—Necesitaba una coartada, Micah estaba dispuesto a hablar con la policía, el muy inepto era capaz de cumplir una sentencia con tal de proteger a su familia e iba a llevarme con él, no podía permitirlo —respondió—, así que tuve que hechizarlo. Pero las denuncias estaban hechas, nos buscaban por toda Etheria, si descubrían que habíamos sido nosotros..., tenía que encontrar a alguien más que cumpliera nuestra condena. Conocíamos a tus padres desde hacía años, ellos serían perfectos, pero no contaba con que tu madre era también una poderosa hechicera que logró contrarrestar todas mis maldiciones.

—Aquellos símbolos...

Shadow Weaver asintió con una tétrica sonrisa.

—Así que tuve que deshacerme de ellos, no sin antes haberlos incriminado, claro —acarició su rostro—, después saliste de tu habitación, aterrada y por poco me deshago de ti también, pero pronto la policía llegó y tuve que fingir que los había encontrado así. Y tú fuiste la defensa perfecta, el haber tomado tu custodia hizo que ni siquiera me voltearan a ver.

Adora hervía en furia, todo ese tiempo no había sido más que un escudo de la asesina de sus verdaderos padres.

—¿Y qué tienen que ver Catra y Glimmer en todo esto...?

—Catra fue sólo una herramienta para llegar hasta la adorada hija de Micah.

—Glimmer era tu objetivo desde el inicio...

—El hechizo que puse sobre Micah fue descubierto por Angella hace poco, ella sabía que su familia corría peligro, pero no sabía quién era quien los amenazaba —siguió, con cierta molestia en la voz—. Con el inesperado embarazo de la princesa, Angella se puso en mayor alerta, sabía que todo empeoraría cuando Glimmer no quiso deshacerse de esos niños, así que tuvo que sacrificarse guardando distancia de su hija para intentar mantenerla a salvo —rio a carcajadas—, esa idiota creyó que al enviarla lejos y con esa felina atarantada podría protegerla.

—Pero los niños no tienen nada que ver con esto y aún así te atreviste a...

—Ah, sí —respondió dándole poca importancia—. Al inicio sólo quería destruir a Glimmer por diversión, para que cuando Micah despertara de mi hechizo por el dolor de ver a su hija sufriendo, lo terminara asesinando, pero mis planes cambiaron cuando ambos niños nacieron —se alejó, caminando de un lado a otro con lentitud—. Verás, Adora, en este mundo las relaciones interespecie están estrictamente prohibidas por una buena razón.

—¿De qué hablas?

—Los hijos mestizos o híbridos nacidos de relaciones de ese estilo, pueden llegar a poseer un poder increíblemente alto de magia, sobre todo los hijos entre una Princesa de Corona y una descendiente directa del linaje extinto de los Magicats —Adora permaneció atónita—. Catra sigue con vida por una razón, y es porque ni siquiera ella sabe el poder mágico que lleva en su sangre, poder que yo deseo poseer, junto con el de sus asquerosos hijos híbridos.

—¿Quieres asesinarlos... a todos?

—Un paso a la vez, querida —sonrió, tomándola de las mejillas con fuerza—. Primero tengo que deshacerme de ti.




—¿Alguien ha visto a Adora? —preguntó Bow.

—No ha venido en días —respondió Perfuma.

—Es obvio —siguió Mermista, despectivamente—. Le da vergüenza después de todo lo que su madre causó, no me sorprendería que abandonara Etheria.

—¡No digas eso, Mermista! —la regañó Glimmer—. Todo lo que pasó no fue culpa de Adora, ella ni siquiera sabía lo que su madre era... espero que esté bien.

Perfuma reprendió a Mermista con la mirada y ésta sólo soltó un bufido, mientras ambas seguían desempacando las cajas con las cosas de Glimmer.

La princesa había decidido mudarse con Bow para mantener a la niña a salvo de todo y poder permanecer cerca del hospital en caso de tener noticias sobre el pequeño. En aquel momento el grupo de amigos estaba ayudándola a mover todas sus cosas, pues Glimmer había decidido no volver a dirigirle la palabra a sus padres.

Poco había pasado desde que la habían dado de alta del hospital, sin embargo, la desaparición de Adora era algo que no pasaba desapercibido para nadie, incluso para Mermista quien, aunque no lo demostrara, estaba preocupada por la joven.

La noche cayó demasiado rápido, y el grupo de amigos se encontraba ya agotado como para seguir con la mudanza, Glimmer agradeció a todos y volvieron a sus hogares.

—Hablaré con Catra —mencionó Bow, acercándose a ella—, tal vez ella sepa algo de Adora, tal vez la haya ido a visitar.

Glimmer sonrió, no creyó que se notara tanto su preocupación, pero no cabía duda de que Bow era el que mejor la conocía.

—Esas dos hacen bonita pareja, ¿no? —mencionó tratando de disimular su angustia.

Bow la miró con extrañeza.

—¿Por qué lo dices?

—Catra y yo nunca tuvimos nada serio, era sólo un juego tonto movido por el orgullo —respondió la joven—, aunque acepto que con el tiempo comprendí que estuve juzgándola muy mal. Shadow Weaver nos manipuló a ambas y ahora... las dos perdimos algo, ella su libertad y yo a uno de mis hijos...

Glimmer comenzó a llorar, no podía evitar sentir el dolor que cada día se hacía más grande, Bow se abrazó a ella.

—No digas eso... —dijo secando sus lágrimas—, él se pondrá bien, ya lo verás.

—¿Y luego qué? —exclamó ella con las lágrimas escurriéndole por las mejillas.

—¿"Y luego qué"? —cuestionó Bow—. ¿A qué te refieres?

—Todo esto... ellos no tendrían que estar pasando por todo esto, mi niño no tendría que estar en coma, ninguno de los dos tendría que tenerle miedo a nadie.

—Eso no es culpa tuya, fue Shadow Weaver...

—No puedo evitar pensar que de no haber empezado esto con Catra, ellos no-

—No estarían aquí —interrumpió Bow con seriedad—, pero lo están, y no es culpa tuya lo que han vivido —tomó sus mejillas—, lo único que está en nuestras manos es protegerlos, cariño, y yo voy a ayudarte.

—¿Lo prometes?

—Con mi vida, Glimmer.

La joven sonrió con dulzura.

—Lamento haberte involucrado en esto —antes de que Bow pudiera interrumpir, volvió a hablar—, pero no sé qué hubiera hecho yo sin ti en todo este proceso, gracias por permanecer conmigo.

Bow guardó silencio varios segundos, segundos que la ansiedad de Glimmer convirtió en horas, el moreno la tomó por los hombros y la llevó hasta sí, plantándole un beso largo y lleno de añoranza.

—Bow...

Glimmer se separó del joven delicadamente, clavando su mirada en sus ojos.

—Glimmer, cásate conmigo.

La joven retrocedió un centímetro, completamente impactada.

—¿Q-Qué? —tartamudeó.

Bow tomó valor, sabía que había hablado en automático, pero ya no pensaba echarse para atrás, tomó ambas manos de la chica, se arrodilló y mirándola a los ojos volvió a decir.

—Cásate conmigo. Sé mía de una vez y para siempre —tragó saliva—, sé que suena a una locura, pero por años te he amado, esperando volver a tener tu corazón conmigo...

Glimmer acarició su mejilla con una sonrisa.

—Mi corazón siempre estuvo contigo...

—¿Eso es un "sí"? —preguntó Bow, sonrojado.

La princesa asintió con una sonrisa de oreja a oreja.




Al día siguiente, Bow se aventuró desde muy temprano hacia la penitenciaria de Etheria, esperando poder obtener respuestas de Catra.

—No esperaba verte aquí... —mencionó Catra mirando al moreno—, pero ya que estás aquí...

Bow comprendió inmediatamente lo que la felina intentaba saber.

—Está... delicado —respondió—. Creemos que Shadow Weaver aplicó en él un hechizo que lo hizo entrar en coma... no saben cómo curarlo...

Catra estaba en completo shock. Pero el silencio del moreno siguió corrompiendo su cordura.

—No viniste sólo a darme la noticia ¿o sí...? —miró hacia los lados buscando a la rubia—. ¿No vino Adora contigo? Se supone que ella vendría a...

—¿No ha estado aquí? —interrumpió Bow, guardó silencio, cayendo sobre él por fin el peso de la desaparición de la joven—. No la hemos visto en días... prácticamente desde la última vez que vinimos aquí.

—No es posible... —exclamó la felina—. Bow, debes encontrarla, ella iba a buscar pruebas en contra de su madre, si Shadow Weaver la descubrió no quiero pensar en lo que hará con ella...

—Es imposible, esa mujer está en prisión...

—Conociendo a esa vieja bruja... lo dudo.

—H-Haré que la busquen, lo prometo.

Catra asintió con un gesto agradecido, estaba totalmente angustiada, pero no había mucho que pudiera hacer desde ahí. Un guardia abrió la puerta de la habitación y entendió que el tiempo se había terminado, se puso de pie y fue escoltada por ambos guardias hasta la puerta.

—Oh, ¿Catra...? —llamó Bow. La felina detuvo su andar para mirarlo directamente—. Tiene tus ojos —dijo, sacando de concepto a la joven—. La niña, tiene tus ojos.

Catra sintió como su corazón dio un pequeño salto y se marchó.

Los guardias la devolvieron a su celda, se dejó caer sobre el camastro junto a ella, las palabras de Bow no dejaban de resonar en sus felinas orejas: «Tiene tus ojos». La sonrisa condescendiente de Bow también le había dejado un amargo sabor, sabía perfectamente que él hubiese deseado que aquella niña tuviera sus ojos y no los de ella, pero a la vez se notaba contento de que al menos ella estuviera sana.

—Al menos ella... —soltó en voz baja.

La cruel carcajada de Shadow Weaver vino a su mente, el feroz deseo en sus ojos por dañar a Glimmer y a sus hijos por fin había tomado forma, aquella terrible mujer lo había logrado.

Aquel pequeño que hacía días había llevado en brazos envuelto en su chaqueta, ahora se hallaba entre la vida y la muerte.

—No, no, no dejaré que se salga con la suya.

Corrió hacia la puerta de la celda y llamó la atención de uno de los guardias, era un joven de mirada asustadiza que se encorvaba ligeramente, resaltaba a leguas que se trataba de un novato, puesto que todos en aquel lugar la trataban tan déspotamente que le parecía extraño que alguien la mirara a los ojos.

—Niño —le dijo—, necesito hacer una llamada, por favor.

—Pero acabas de tener una visita, reclusa —respondió el otro, tratando de denotar valor.

—Lo sé —dijo Catra—, pero olvidé pedirle algo importante...

—N-No puedo hacer eso —siguió el otro—, las reclusas tienen prohibido tantas libertades y-

—Escucha, escucha —le interrumpió, tratando de mostrarse lo más suplicante posible—, es importante que alguien venga a verme, de otra forma, la vida de mi hijo... de mi recién nacido, correrá grave peligro.

Aquellas últimas palabras causaron gran impacto en el joven, Catra había manejado perfectamente sus cartas, odiaba llegar a aquel extremo, pero ya no quedaba más tiempo para el orgullo.

Después de varios minutos en silencio, el joven abrió la puerta de la celda y accedió a escoltarla hasta los teléfonos. Una vez ahí le quitó las esposas.

—Tienes dos minutos, antes de que me castiguen por culpa tuya —dijo y le dio la espalda.

La primer llamada la envió directo a buzón, rápidamente marcó de nuevo, cada pitido era un aliento que se escapaba angustiante de su pecho, si Bow no respondía, ella perdería su única oportunidad.

¿Hola? —se escuchó por fin del otro lado.

—Bow, necesito pedirte un favor —dijo sin rodeos.

¿Catra? —siguió—. ¿Qué sucede? ¿Está todo bien?

—Necesito hablar con Glimmer —siguió—. Por favor, ¿puedes traerla?

¿Estás loca? —exclamó el moreno—. No sé si ella quiera verte...

—Cincuenta segundos, reclusa —interrumpió el oficial.

Catra tragó en seco.

—Lo sé, lo sé —respondió—. Pero es importante y urgente que venga, por favor, Bow... hazlo por esos niños.

Varios segundos de silencio se interpusieron entre ambos, segundos que Catra sintió una eternidad.

De acuerdo... haré todo lo posible.

Antes de que Catra pudiera agradecerle, la llamada se cortó, el tiempo se había acabado. Ahora no quedaba más que confiar en el muchacho y esperar.




Catra se encontraba sentada en la sala de espera, había pasado ya una semana desde su petición hacia Bow, pero no había obtenido respuesta hasta esa mañana, incluso había comenzado a dudar en si el moreno cumpliría con su palabra.

Glimmer había accedido a verla, una parte de ella de verdad anhelaba hablar con la joven, pero la otra parte estaba terriblemente avergonzada, no podía evitar sentir que le debía el mundo, y que ni todas las disculpas que pudiera ofrecerle le harían justicia a todo por lo que había pasado, ahora de verdad lo entendía.

La puerta se abrió y Catra dejó de respirar, la ansiedad en su pecho se sentía como una enorme carga que sólo incrementó cuando miró los púrpuras cabellos de la ex-princesa atravesándola. Bow parecía no estar de acuerdo con ella sobre entrar sola al lugar, no por Catra, de eso la felina estaba segura, sino por todos los demás.

—Señorita, ¿está segura? —cuestionó un oficial cercano—. Esta mujer...

—Sé lo que hizo —respondió Glimmer con seriedad—. No se preocupe por mí, gracias.

Glimmer avanzó hasta Catra y tomó asiento frente a ella, fue hasta ese momento cuando Catra notó el pequeño bulto que llevaba en brazos, y que hasta ahora no había hecho un solo ruido

—Es... —intentó hablar la felina, pero un quejido de la pequeña cortó su pregunta, y su aliento.

Glimmer asintió y descubrió el rostro de la niña con suavidad.

—No puedo mantenerla dormida mucho tiempo —sonrió.

Catra asomó la mirada con curiosidad, observando la combinación castaña y púrpura de sus suaves cabellos. Ya la había visto una vez, cuando la tuvo en brazos por primera vez, envuelta en su chaqueta, pero en aquel momento estaba tan angustiada por mantener a ambos con vida que le había prestado poca atención a cómo lucían.

Ahora era diferente, la tranquilidad con la que correspondía la sonrisa de su madre era incomparable, Catra no pudo evitar sonreír.

—¿Quieres cargarla? —preguntó Glimmer, captando la sonrisa de Catra.

—No, no sé si sea buena idea...

—Tranquila —respondió—. Eres su madre después de todo.

Glimmer se puso de pie y se colocó junto a Catra, entregándole a la pequeña en brazos, tranquilizó al guardia con una sonrisa antes de que éste se lanzara sobre Catra, y volvió a su lugar. La felina no tardó mucho en entrar en pánico en cuanto la pequeña comenzó a llorar por los brazos de Glimmer, pero la menor se negó a sostenerla nuevamente.

—Sólo mécela —le dijo, esperanzada a que la niña se tranquilizara.

Después de varios minutos, la niña por fin se calmó, y cuando Catra la llamó, ésta le miró con la misma curiosidad con la que su madre la miraba, entonces la felina supo que Bow había dicho la verdad: ella tenía sus ojos.

—¿Cómo es posible que... no me odies? —cuestionó—. Creí honestamente que no vendrías, y mucho menos que la traerías contigo... aunque, en realidad, no te hubiera culpado.

—Aún no entiendo lo que hiciste o por qué —respondió Glimmer y soltó un suspiro—. Pero soy consciente de que me salvaste de Shadow Weaver... a mí y a nuestros hijos.

Catra permaneció en silencio, mirando fijamente a la niña en sus brazos.

—Y Bow mencionó que tú y Adora estaban buscando al verdadero culpable —siguió—, y por fin atrapar a Shadow Weaver.

—Adora... —la felina miró a la otra—. ¿Han tenido noticias de ella?

Glimmer lamentó no haber podido tranquilizar la mirada impasible de Catra. Negó en silencio.

—Lo siento, seguimos buscándola.

—Brillitos... —llamó Catra, Glimmer la miró con una mueca de molestia y resignación—. Necesito encontrarla... y acabar con Shadow Weaver, de una vez por todas, por todo lo que nos ha hecho.

—Quieres que retire los cargos.

—¿Cómo es que lo...?

—Bow mencionó algo... y yo ya lo había pensado antes.

—¿Y qué opinas?

—Ya lo hice.

—¿Qué?

—Cuando llegué aquí —rio—. Sólo quería que la conocieras —suspiró—, no te dejarán ver a ninguno de los dos por un tiempo una vez que salgas, fueron las condiciones del servicio infantil.

—Es razonable... —aceptó con resignación—. Supongo que es el mínimo castigo que puedo tener después de toda esta pesadilla.

—Lamento mucho todo esto, Catra —soltó Glimmer. La felina la miró confundida.

—¿De qué hablas, boba? Nada de esto es culpa tuya.

—Tú fuiste quien nos rescató y-

—¡Y también fui quien los puso ahí en primer lugar! —interrumpió, con la voz entrecortada—. Por favor, princesa, si pudiera pasar la vida aquí metida y con eso asegurar que ustedes tres simplemente olvidarían todo este dolor... si con eso pudiera despertar a nuestro hijo, lo haría sin pensarlo...

El tiempo se había terminado, el guardia se acercó hasta ambas para notificarle a Glimmer que era hora de irse, la joven se puso de pie, tomó a la pequeña de los brazos de Catra y le dio un beso en la sien.

—Todo va a mejorar —le susurró—, pero primero tienes que encontrar a Adora.

Catra le respondió con una media sonrisa, y siguió al guardia hasta su celda, mañana a esa hora, saldría de ese lugar de una vez por todas. 

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