II. Destinos lejanos.
꧁¿Y qué tal si el destino tenía otros planes?꧂
Golpeteos incesantes marcaban el ritmo de su creciente ansiedad. Angella lo había contactado hacía sólo unas horas para verificar que su hija estuviese con él. El nervioso muchacho asintió, diciendo que la joven había ido a cenar a su departamento, que toda la tarde había estado con él y que lamentaba el haberse olvidado de avisarle.
― Justo ahora está dormida, señora Bright Moon ―tartamudeaba―. Mañana por la mañana haré que se comunique con usted, no se preocupe.
Colgó sin más, simulando una sonrisa. Odiaba tener que mentirle a la que entonces era su jefa, pero sabía que de otra forma Glimmer se encontraría en problemas y su cariño latente hacia la chica no se lo permitía. Sin embargo, era evidente que algo no andaba bien, incluso si la joven había huido de casa o simplemente se había retrasado en llegar, lo primero que hubiera hecho sería contactarlo, pues él era su mejor amigo.
La última vez que la había visto fue al mediodía corriendo por los pasillos de la universidad, pero no pudo cruzar palabra alguna con ella. Su preocupación por el bienestar de Glimmer fue incrementando, y angustiado volvió a tomar su teléfono para hurgar entre sus contactos; si él no tenía pistas sobre Glimmer, seguro alguien más se las daría.
La psicosis comenzó a alterarle los pensamientos; controlando sus movimientos y el temblor en sus manos terminó por llamar al primer número en su lista de amigos en común con Glimmer: Mermista.
La joven no era mucho de su agrado por su actitud petulante y altanera, sobre todo con los de la clase Noble, la clase a la que Bow pertenecía; además era un verdadero dolor de cabeza cuando comenzaba a alardear sobre las playas etherianas que poseía su padre, pero no tenía más opción, la idea de que a su querida Glimmer le hubiese sucedido algo malo no lo dejaba respirar.
El teléfono pronto dio línea, dejando sonar prolongadamente el pitido, cuando éste fue cortado Bow se apresuró a hablar.
― ¿Mermista?
― ¿Quién es? ―respondieron.
― ¿Sea Hawk? ―Bow parecía completamente confundido.
Un bufido femenino se escuchó del otro lado.
― ¡Ugh! ¿Cuántas veces te he dicho que no tomes mi teléfono sin mi permiso? ―se escuchó un golpe seguido de un quejido masculino―. ¿Quién es?
― Ah... ¿Mermista?
― ¿Bow? ―cuestionó―. ¿Qué pasa?
El joven se aclaró la garganta intentando ignorar lo sucedido.
― Me preguntaba si sabías algo de Glimmer, no he podido contactar con ella desde-
― ¿Glimmer? ―interrumpió―, estaba muy extraña esta mañana, pero no he sabido nada de ella; no entró a las últimas clases ―su tonó cambió a uno ligeramente más burlón―. ¿Se metió en problemas?
Bow guardó silenció unos segundos. Mermista nunca fue una persona de muchas palabras; además, siempre hubo cierta tensión entre ella y Glimmer pues la arrogancia de ambas chocaba constantemente. Sin mencionar que el hecho de que se encontraba con su novio dejaba más que claro que Bow estaba importunándolos y la chica quería terminar lo antes posible con la engorrosa llamada. El joven terminó agradeciendo el tiempo de la Princesa y colgó antes de que ésta cuestionara más acerca de Glimmer.
Siguió buscando entre su lista de contactos; el nombre de Perfuma apareció frente a él y sus ojos se iluminaron llenos de esperanza. Sin duda la chica sería de mucho más ayuda que la anterior Princesa; la siempre honesta y transparente Perfuma, no había forma de que ella le guardara secretos.
Colocó el dedo sobre la pantalla, dudando momentáneamente si llamar o no, sabía que la joven era una maravillosa persona, pero honestamente había algo de tensión entre ellos desde que su relación había terminado el año anterior. Mordió su labio intentando contener su negatividad y la llamó.
― ¿Hola? ―la melodiosa voz de Perfuma resonó al otro lado. Bow guardó silencio durante varios segundos―. ¿Hooolaaa? Si eres uno de esos pervertidos telefónicos llamaré a la policía-
― ¡No, no, no! ―interrumpió el joven―. Perfuma, soy yo.
― ¡Oh, Bow! ―exclamó la otra con más alegría de la que el moreno esperaba―. Que sorpresa, cariño. ¿A qué se debe tu llamada?
― Ah yo... s-sólo quería saber si tenías alguna información sobre Glimmer, no ha vuelto a casa y estamos muy preocupados por ella ―carraspeó―. No contesta mis mensajes... temo que le haya pasado algo.
― Oh... tu llamada es por ella ―Perfuma trató de disimular su decepción y aclaró su garganta―. No he sabido nada de Glimmer desde la mañana; ahora que lo mencionas, no entró a clases y estuvo muy distante con Mermista y conmigo ―se acomodó sobre el sofá a su lado para seguir narrando―, creo que tiene que ver con aquella Ordinaria-
― ¿Ordinaria? ―interrumpió Bow, estaba realmente confundido, ¿cómo era posible que la Princesa más importante de Etheria tuviera contacto con una Ordinaria? Ni siquiera tenían permitido alejarse de la zona residencial de Corona, aunque conocía muy bien a Glimmer, obedecer las reglas nunca fue su fuerte.
― S-Sí ―siguió Perfuma al caer en cuenta que había terminado por develar el secreto de su amiga sin notarlo―. Hace unos días fuimos a tomar un café a la zona de Ordinarios... se suponía que sería divertido, pero Glimmer tuvo un pequeño enfrentamiento con una chica Mundana.
― ¿Enfrentamiento? ―Bow quedó helado―. Perfuma, ¿Glimmer salió herida?
― Tranquilo, Romeo ―bromeó―, la pobre no pudo lanzar ningún ataque... "digno" y terminó humillada frente a esa chica, seguramente por eso estuvo evitándonos, pero... ¿huir de casa sólo por eso? Es demasiado dramático, incluso para ella, ¿no crees?
― Perfuma, debo encontrarla ―refutó Bow―, ¿dónde está esa cafetería?
― Oh, cariño, ¿piensas ir? A estas horas ya debe estar cerrada, es muy tarde para que-
― Perfuma, sólo dime dónde está, por favor ―cortó en seco.
La pobre muchacha no tuvo más remedio que acceder. Le dio una descripción detallada del establecimiento junto a la dirección de éste, Bow se apresuró a anotar todo en un pedazo de papel. Perfuma también le mencionó que aquella joven Ordinaria era una Mundana, tenía la piel morena, ojos heterocromáticos y orejas felinas; estaba segura que le ayudaría a averiguar más sobre el paradero de Glimmer.
Bow agradeció con un tono cálido y cortó la llamada, tomó las llaves que colgaban detrás de la puerta y salió rápidamente hacia su automóvil. Condujo por casi media hora a través de las obscuras y solitarias calles de Etheria, hasta llegar a la dirección que Perfuma le había dado, se quedó mirando la fachada del lugar, era tal y como la joven lo había descrito, pero más deteriorado. Corrió a asomarse por el cristal de la puerta; dentro, las sillas estaban acomodadas sobre las mesas, todo estaba demasiado obscuro para mirar más allá de uno o dos metros, pero no había mucho que pudiera observar, todo estaba completamente vacío, ¿y cómo no?, pasaban ya de las diez de la noche, Perfuma tenía razón y Bow lo sabía.
El joven sacó su celular de la bolsa delantera de su pantalón y escribió un último mensaje de texto, poniendo en él todas sus esperanzas para que Glimmer le respondiera.
«Glimmer, tu madre me ha contactado hace unas horas. ¿Dónde estás? Todos estamos muy preocupados por ti, por favor llámame.»
― Bow.
Estaba comenzando a exasperarse, se sentía en un callejón sin salida; no tenía ni una sola pista de Glimmer y eso lo ponía cada vez peor. Levantó la mirada hacía el obscuro cielo de Etheria, ya no llovía, pero la humedad aún permanecía sobre la acera y en el aire que chocaba contra sus mejillas. Estaba analizando cada una de sus opciones, volver a casa o dormir en el auto y esperar a que abrieran la cafetería por la mañana. Volvió a bajar la mirada acompañado de un suspiro resignado, se dirigió hasta su auto limitándose a abrir la puerta del conductor y justo cuando estaba a punto de subir, logró notar un último rayo de esperanza.
Pegado en el vitral del establecimiento, junto a la puerta, se hallaba un letrero donde solicitaban un nuevo gerente, tenía el número de la dueña del lugar. Bow corrió hasta éste para mirarlo más de cerca, ¿cómo es que no lo había notado antes? Después de sentirse un idiota por unos pocos minutos se dispuso a llamar al número descrito en el anuncio.
S E S O L I C I T A
Puesto: Gerente.
Especie: Sin importancia.
Clase: Ordinaria.
Interesados comunicarse al 666 - *** - ***
Con: Shadow Weaver.
El nombre de la dueña hizo que al pobre chico le temblaran las piernas. Shadow Weaver era una reconocida empresaria que poseía cientos de establecimientos de distinta índole por toda Etheria. Era una hechicera poderosa que se había ganado el respeto de sus semejantes dentro de Corona, pero también tenía la fama de ser una mujer fría y cruel, dispuesta a todo con tal de conservar el poder que ya tenía y si podía... obtener más. A él, como un joven Noble, el contacto con este tipo de personas siempre lo habían puesto nervioso, honestamente de no ser por Glimmer y la familia Bright Moon, él definitivamente no habría salido de su burbuja al querer mantener contacto sólo con personas de la clase Noble.
Pero todo era por el bien de Glimmer, estaba convencido de que debía hacerlo por ella... y por ella, estaba dispuesto a todo.
Llevó el teléfono hasta su oído, los segundos que estuvo sonando el pitido de la línea fueron los más largos de toda su vida.
― ¿Si? ―respondió una áspera voz femenina.
Bow tragó saliva crudamente e intentó disimular su nerviosismo.
― L-Lamento mucho molestarle a esta hora ―dijo.
― Ya lo creo, mocoso ―siguió la otra con irritación―. ¿Acaso no has visto la hora?
― Sí, sí, lo siento mucho ―aseguró―, es sólo que realmente me urge saber sobre una de sus empleadas, señora Weaver.
― ¿Y no pudiste esperar hasta mañana? ―replicó―. Será mejor que me dejes en paz con estas tonterías infantiles o me las pagarás.
Bow escuchó como ésta se separó del teléfono, dispuesta a terminar con la llamada.
― ¡Espere, por favor, no cuelgue! ―suplicó―. Creo que una de sus empleadas está involucrada en la desaparición de mi amiga...
― ¡Que osadía! ―recalcó, indignada―. Ustedes los Ordinarios siempre buscando la forma de culpar a los demás por sus propias desgracias, son tan patéticos.
― ¡No soy Ordinario! ―protestó―. Y mi amiga tampoco ―guardó silencio unos segundos para después aclarar su garganta―, de hecho creo que la conoce, su nombre es Glimmer, Glimmer Bright Moon.
El silencio se apoderó de ambos lados de la línea. Shadow Weaver dejó escapar un suspiro lleno de indignación, odiaba tener que atender los pedidos de un muchacho insolente a mitad de la noche, pero conocía el nombre, conocía a la chica. Glimmer era una Princesa realmente reconocida en Corona; si ella estaba indirectamente involucrada con su desaparición perdería todo lo que había logrado conseguir hasta ahora.
― ¿De qué empleada se trata? ―dijo.
― Ah... n-no sé su nombre ―respondió―, pero puedo describírsela...
Con la voz aún temblorosa por la casi amenaza que le había hecho a una de las mayores hechiceras de Etheria, Bow describió con lujo de detalle a la joven felina que antes había tenido un enfrentamiento con Glimmer, enfrentamiento del cual Shadow Weaver ya estaba enterada.
― Catra ―musitó ásperamente―. Esa niña estúpida, le dije que se alejara de ella...
― ¿Perdón?
Si bien Shadow Weaver se había enterado de la pequeña pelea entre Glimmer y Catra del día anterior gracias a las cámaras de seguridad, nunca creyó que la felina estuviera causando problemas de nuevo y menos tan pronto. Se levantó de la cama para rebuscar entre los papeles acomodados en un mueble metálico de varios cajones y sacó el expediente de la joven. La mujer era demasiado estricta con sus empleados por lo que mantenía un extenso orden con respecto a cada uno de ellos. Sabía que en el expediente de la chica encontraría la información que necesitaba.
― Te enviaré su dirección ―dijo y colgó antes de que Bow pudiera decir algo más.
A los pocos minutos el joven recibió un nuevo mensaje de texto.
«Av. Whispering Woods. No. 5201-7.
Será mejor que seas discreto con este tema, muchacho. No quiero que esa niña tonta me involucre en una de sus estupideces.»
― S.W.
Catra era la empleada más antigua de Shadow Weaver, pero también con quien peor se llevaba debido a la actitud irreverente y descarada de la joven hacia sus superiores; ella sola había logrado hacer renunciar a cinco gerentes y tres meseras, sin mencionar que de vez en cuando discutía con los clientes cuando alguno la trataba de forma despectiva, tal como había sucedido cuando conoció a Glimmer. Pero siempre que la mujer intentaba despedirla, ésta encontraba la forma de sobresalir en su empleo, dejándola sin más opción que el de permitir que se quedara, aunque tal vez ahora las cosas serían diferentes.
Bow exhaló con una mezcla entre alivio y angustia, una por dejar de lado a Shadow Weaver y la otra porque esperaba que esta vez por fin consiguiera respuestas sobre Glimmer. Volvió hasta su auto, dispuesto a encontrar a su Princesa a toda costa.
Catra yacía recostada en el sofá junto al comedor, su brazo reposaba despreocupadamente sobre su frente mientras movía de atrás hacia delante su pierna colgante del borde de éste. No había logrado conciliar el sueño, la presencia de Glimmer en la habitación continua perturbaba su tranquilidad. «Realmente no estuvo mal» repetía en su cabeza, «pero es una Princesa».
Si bien Glimmer parecía demasiado tranquila con lo suscitado, tanto que había logrado caer en un profundo sueño desde que tocó la almohada, Catra simplemente no podía dejar de pensar que eso no parecía darle el gusto que necesitaba, era un simple placer momentáneo. ¿Lo volvería a hacer?, un dilema la atormentaba entre el «sí», el «no» y el «tal vez». El hecho de que se tratara de una habitante de Corona aún le calaba el orgullo, pero el placer... era una lucha de sentimientos constante.
La puerta resonó con fuerza, Catra se levantó de golpe, ¿quién demonios era a esas horas? Se dirigió hasta ésta, tropezando con todos los objetos que habían quedado esparcidos por el suelo después de su "actividad" de unas horas antes. Abrió lentamente, asomándose por una rendija, pero Bow fue más lejos y empujó la puerta tan bruscamente que ésta se azotó contra la pared. El joven tomó a la estupefacta chica por los hombros, zarandeándola.
― ¿Dónde está Glimmer? ―interrogó.
Catra miró fijamente los cansados ojos del moreno, saliendo de su trance. Se alejó de él tan rápido como pudo y tomó el trapeador que se hallaba junto a ella, apuntándole con éste.
― No sé quién demonios seas... ―masculló la felina, agitando el objeto frente al joven, quien se limitó a levantar las manos, como si le estuvieran apuntando con el arma más peligrosa del mundo―, pero si vuelves a ponerme un solo dedo encima...
La mirada furiosa de la morena se clavó en el asustado muchacho que había causado más revuelo del que quería. Retrocedió unos cuantos pasos.
― Escucha, no quiero problemas ―dijo―. Es sólo que estoy buscando a mi amiga y-
― ¿Y por qué crees que irrumpir en mi casa te ayudará a encontrarla, pervertido? ―reincorporó su agarre.
― Porque ella y tú tuvieron una discusión ayer ―respondió―, su nombre es Glimmer, si la has visto-
― ¿Discusión? ¿Glimmer? ―Catra bajó el objeto―. ¡Ah! Hablas de Brillitos.
― Bri... ¿qué? ―Bow estaba confundido e indignado―. ¿Cómo te atreves a llamar de una forma tan irrespetuosa a mi Princesa? ―Catra inclinó la cabeza con una ceja alzada―. Q-Quiero decir... a la Princesa Glimmer...
La puerta de la habitación detrás de ellos se abrió lentamente, dejando salir a una adormilada joven de cabellera rosada.
― ¿Bow? ―preguntó mientras se restregaba los ojos para evitar que la luz siguiera lastimando sus pupilas―, ¿qué haces aquí?
El moreno se aproximó hasta ella a toda velocidad, dejando de lado a la confundida felina. Nadie además de él lo había notado, pero su corazón se aceleró en cuanto vislumbró a Glimmer en el umbral de la puerta de la habitación de Catra. El enorme peso que cargaba sobre los hombros desapareció en ese instante al ver a su "mejor amiga" sana y salva. La tomó entre sus brazos, pegándola contra su pecho y escondiendo su rostro entre sus rosados cabellos.
― Me alegra tanto que estés bien ―susurró, sentía sus ojos humedeciéndose―. Estaba tan preocupado por ti...
― B-Bow...
Glimmer se encontraba consternada, la candidez del muchacho le erizaba la piel. Desde siempre Bow se había preocupado por la joven, muchas veces poniéndola a ella antes que a nadie más; sabía que le importaba, pero ahora estaba impresionada por el gesto tan dulce que había tenido con ella.
― Estuve buscándote por todas partes... ―siguió.
― Nunca creí... ―musitó Glimmer―, que vendrías a buscarme...
Bow sonrió, separándose de la chica y levantando delicadamente su mentón hasta él.
― Glims... ―dijo―, iría a buscarte hasta el fin del mundo.
Glimmer abrió los ojos sorprendida ante la declaración del chico, sus mejillas comenzaron a enrojecerse. Catra miraba la escena fijamente, no estaba indignada y mucho menos celosa, simplemente no entendía la situación; un Noble literalmente había allanado su casa para encontrar a su Princesa desaparecida... la cual, por cierto, no estaba tan perdida.
Pero eso no era lo peor de la situación, sino el hecho de que Catra, a diferencia de Bow y Glimmer, nunca había sentido ese sonrojo interno que le hacía palpitar el corazón con más fuerza que un huracán. ¿Tal vez eso era lo que le hacía falta? ¿Cómo podría encontrarlo? ¿Cómo podría ella hallar a su princesa perdida?
Miró la escena que, aunque intentara evitarlo, le causaba cierta incomodidad; se aclaró la garganta para cortar la acaramelada situación. Bow dirigió su atención hasta ésta y su rostro se puso como un tomate al analizarla de cuerpo completo, cosa que no había podido hacer al inicio, pues estaba muy concentrado en evitar que lo sacara a golpes del lugar.
La chica llevaba sólo sus bragas y una camiseta ajustada de la cual sobresalían ligeramente sus pezones. Intentó desviar la mirada hacía Glimmer, pero no había notado que la única ropa que la joven llevaba encima era la blusa del uniforme mal abotonada. El moreno cubrió su rostro con ambas manos, causando que el sonrojo de la Princesa incrementara, la chica corrió hasta la habitación por la prenda faltante: su falda, y mientras saltaba de un lugar a otro intentando colocársela miraba a Bow, completamente avergonzada.
― N-No es lo que tú crees... ―balbuceó.
Catra enmarcó una ceja y se limitó a mirar al moreno mientras cruzaba los brazos.
― Eso depende ―sonrió arrogante―, ¿qué es lo que crees?
Glimmer la fulminó con la mirada, ésta sólo se encogió de hombros. Bow miró a la menor, llevaba todo el uniforme arrugado y los cabellos desordenados, quería pensar que se trataba de un malentendido, que no era lo que se estaba imaginando; pero era casi imposible no creer lo que él creía. Sintió un pinchazo en el pecho, si Glimmer realmente estaba interesada en esa chica Ordinaria, ¿qué podía hacer al respecto? Era bastante linda, lo aceptaba, pero en el fondo sentía que no merecía a Glimmer, no merecía a su Princesa.
Se sacó la chaqueta de encima y la colocó sobre los hombros de la chica de melena rosada.
― ¿Vas... a quedarte aquí? ―preguntó.
Glimmer negó mirándolo a los ojos, Bow le sonrió tenuemente y tomó el bolso de la joven mientras ésta caminaba hacia la salida, dirigiéndole una última mirada a Catra antes de cerrar la puerta detrás de sí.
La felina, aún confundida con todo lo sucedido desde que había salido de trabajar, se dirigió hasta su habitación, esperando poder conciliar el sueño. Se tiró sobre la cama, envolviéndose entre las sabanas. El olor de Glimmer inundaba la cama, inundaba la habitación, inundaba su pequeño apartamento. Un olor soberbio y claro, una combinación entre perfume costoso y agua de rosas.
El reloj marcaba las 19:30 hrs, pronto la cafetería cerraría; faltaban unos pocos clientes en terminar su merienda, la mayoría de los empleados se había marchado. Catra se encontraba al fondo, recogiendo una pequeña mesa que se hallaba junto a un viejo sofá de dos plazas que según Shadow Weaver funcionaba de decoración y les daba comodidad a los clientes; para Catra, la mujer sólo tenía pésimos gustos.
Scorpia hizo una seña a su compañera, despidiéndose de ella, Catra le correspondió con una sonrisa que se borró de inmediato al notar que Glimmer entraba al establecimiento después de chocar contra Scorpia en la entrada. La morena se quedó en su sitio, Glimmer miraba de reojo hacia todas partes buscándola, Catra podía notarlo y con una sonrisa narcisista se acercó hasta ella.
― No esperaba verte por aquí, princesa ―soltó.
Glimmer se sentó a la mesa más cercana a ella. Colocando su bolso sobre ésta y recogiéndose el cabello con gesto pretencioso.
― Café gratis de por vida ―respondió―, ¿recuerdas?
Catra la miró desde arriba con una sonrisa desdeñosa y se alejó hasta la cocina durante varios minutos; volvió hasta ella con una taza grande de capuchino, colocándola sobre la mesa y sentándose frente a la joven.
― No había tenido noticias de ti desde hace una semana ―siguió Catra, mirando detenidamente cómo la chica llevaba el borde de la taza hasta sus labios―, ¿tu novio te regañó la otra noche?
La menor escupió lo poco que había tomado de café; intentó disimular limpiándose con un paño de seda que llevaba en su bolso, dejando en él un poco de su labial rosa pálido.
― N-No es mi novio ―confirmó―. Bow y yo sólo somos amigos...
Catra rodó los ojos, incrédula; y volvió su atención hasta la joven, no había notado que usaba labial, al menos la ocasión anterior no lo llevaba, ¿qué hacía que esta vez fuera distinta? Una idea atravesó su cabeza y sonrió con picardía.
― ¿Qué le dijiste exactamente sobre lo que pasó?
― Que estábamos en una pijamada ―respondió despreocupadamente y volvió a sorber del café.
Catra soltó a reír a carcajadas.
― ¿"Pijamada"? ―se burló―. ¿Así le llaman en Corona?
Glimmer frunció los labios, indignada.
― ¿Y qué esperabas que le dijera? ―protestó―. No planeaba decirle que terminé metiéndome con una Ordinaria en su apartamento.
La felina se inclinó sobre la mesa hasta el rostro de la Princesa.
― No parecías muy disgustada esa noche, Brillitos ―susurró. La miró furtivamente de arriba hacia abajo―. ¿Lo disfrutaste tanto que has regresado por más?
La menor se levantó de golpe, dejando caer la silla detrás de ella. Catra hizo lo mismo, mirándola con una sonrisa burlona. Glimmer se aproximó hasta la chica, apuntándole con el dedo.
― Es obvio que a ti no te molestaría decirle a todos tus amiguitos Ordinarios que tuviste un... "encuentro casual" con una Princesa de mi altura ―masculló pretensiosa―, pero yo tengo una imagen que cuidar.
La más alta tomó la mano de la chica, tirando de ella hasta acercarla lo más posible a sí.
― Me queda claro, princesa. Tan testaruda como siempre ―se acercó hasta su rostro seductoramente―. ¿Por qué no guardas ese estúpido título de la "niñita difícil de conseguir" por hoy y nos divertimos un poco? ―soltó su agarre, separándose ligeramente de ésta―. ¿No es esa la razón por la que estás aquí?
Glimmer retrocedió indignada; a decir verdad no había planeado ir a verla aquel día, simplemente llegó hasta ahí después de caminar sin rumbo una vez que había salido de la universidad. Pero no podía negarle que desde la última ocasión se había retenido a sí misma para no ir a buscarla.
― Mi turno termina a las ocho ―anunció Catra―. La cafetería estará vacía para entonces, por si quieres quedarte.
Se alejó con la frente en alto, dejando a la pobre Glimmer aturdida. La menor volvió a tomar asiento para continuar con su café; esperó durante treinta minutos, de vez en cuando seguía a Catra con la mirada mientras ésta recogía las mesas a su alrededor. Su insistencia por no marcharse provocaba que el ego de la felina creciera hasta las nubes.
Cuando la cafetería quedó completamente vacía, Catra se encargó de cerrar muy bien la puerta principal; se giró hasta Glimmer, quien aún estaba inmóvil en el mismo sitio, y se dirigió hasta ella con una sonrisa llena de malicia.
― Así que decidiste quedarte ―dijo.
― Puedo irme en cualquier momento ―bufó la otra, levantándose de la silla.
Catra la retuvo, obligándola a sentarse de nuevo e inclinándose sobre ella.
― ¿Por qué tanta prisa? ―sonrió―. ¿Temes meterte en problemas por no volver a casa temprano?
Glimmer desvió la mirada, sin responder una sola palabra. Esta vez la joven llevaba el uniforme deportivo de Bright Moon College, una blusa de algodón color crema y unos shorts a juego de tono púrpura. Catra se inclinó aún más sobre la chica y descaradamente desabotonó los shorts de ésta; Glimmer quedó inmóvil en cuanto notó que la morena comenzaba a introducir lentamente su mano en éste, Catra utilizó la punta de su dedo medio para acariciar con suavidad sobre la ropa interior de su compañera quien cerró los ojos con fuerza mientras contraía las piernas.
― No te resistas, princesa ―musitó, acercándose a su cuello.
La chica sintió un escalofrío recorriéndole la columna al percibir el cálido aliento de Catra contra su piel. ¿Cómo era posible que con tan poco pudiera causarle tantas sensaciones? La morena tomó los shorts por la parte inferior y tiró de ellos hasta que terminaron en el suelo. Volviendo a su postura original, deslizó hacia un costado delicadamente la única prenda que Glimmer llevaba entre las piernas, y comenzó a estimular su clítoris con movimientos lentos, circulares y pausados. La Princesa retuvo los gemidos en su garganta.
― Déjame escucharte ―ordenó la felina.
Introdujo su mano libre por debajo de la blusa de la joven, masajeando uno de sus senos con suavidad. Glimmer se irguió al sentir la mezcla de sensaciones atravesando todo su cuerpo. Catra pudo interpretar los gestos de su compañera y detuvo su trabajo, deslizó las bragas de la chica hasta dejarlas en el suelo. Acercó su rostro hasta el suyo, pegando sus labios a los de ella, fundiéndose en un beso apasionado. Glimmer enredó sus piernas en la cintura de la felina y desabrochó su pantalón, deslizándolo hasta el suelo. Catra la miró con una ceja alzada; la menor se colgó a ésta, enredando sus brazos a su cuello.
La mayor la tomó con fuerza y caminó con ella hasta el sofá deteriorado de Shadow Weaver, se dejó caer sobre éste. Glimmer se hallaba sentada sobre sus piernas y con una mirada febril arrancó su blusa y desabrochó con lentitud su sostén, dejando en libertad sus abultados pechos. La morena la miró de arriba abajo, mordiendo sus labios mientras delineaba con caricias sus curvas. Glimmer sonrió con malicia y aproximó sus manos hasta las ropas de la joven para quitar las últimas prendas que llevaba encima.
La miró seductoramente y se inclinó sobre ella, obligándola a recargarse en el respaldo del sofá, jugueteó con su lengua dentro de la boca de la morena mientras masajeaba sus acaramelados senos. El tibio órgano de la felina se introducía bruscamente dentro de su boca, ambas clamaban por más entre balbuceos entrecortados. El orgullo de Catra volvió a dominarla y se irguió, colocando sus manos en la espalda baja de su compañera, pegándola más a su cuerpo, quería sentirla por completo, sentir la suavidad de su ser contra su zona más frágil.
Glimmer comenzó a moverse de atrás hacia delante, impulsada por el estímulo de sentir tan cerca a la joven felina, dejando escapar leves gemidos que sólo eran silenciados por la morena cada vez que introducía su lengua entre los labios de la soberbia Princesa. Los movimientos de la menor lograban no sólo estimularla a ella sino también a su compañera quien parecía estar disfrutando el roce de sus pieles desnudas, el cómo los senos de Glimmer golpeaban contra su pecho, logrando que sus rosados pezones se frotaran contra su piel, causándole una sensación suave y placentera.
La excitación comenzaba a dominar sus sentidos, Catra deslizó su mano a través de la entrepierna de Glimmer y con sus dedos medios frotó el interior de la zona sensible de la joven, notando lo humedecida que se encontraba.
― ¿Te estás divirtiendo, princesa? ―sonrió con arrogancia.
Con su mano libre estrujaba sus muslos violentamente, obligando a Glimmer a moverse con más brusquedad contra su cuerpo y así poder estimularla también. De vez en cuando Catra resoplaba agitadamente contra el pecho de la chica, ésta aferraba sus arregladas y perfectas uñas a los hombros de la joven cada vez que se movía con suavidad dentro de ella.
La castaña podía sentir como sus dedos estaban cada vez más húmedos, comenzó a frotar su clítoris con dulzura, haciendo que Glimmer dejara escapar gemidos fugaces. La posición en la que se encontraban era perfecta para que ambas sintieran la suavidad de sus zonas chocando una contra la otra y la mezcla de tibios fluidos que escurría entre sus piernas, logrando incrementar el estímulo mutuo.
La inmensa combinación de sensaciones acorralaba su cordura, Catra dejó que su cuerpo siguiera estimulando al de Glimmer mientras dirigía sus dedos dentro de la vagina de la joven, penetrándola con movimientos suaves logró que la menor se contrajera contra ella, embistiéndola ligeramente; Catra sabía que entre más placer sintiera Glimmer más le haría sentirlo a ella también, así que siguiendo sus instintos aceleró el movimiento de sus dedos. Invitándola a correrse sobre éstos.
Glimmer aferró su agarre sobre los hombros de Catra, sus gemidos fueron incrementando su intensidad y aceleración, moviéndose cada vez más contra el cuerpo de la felina y llegando al punto del éxtasis total.
― B-Bow... ―gimió la menor.
Catra, desconcertada, se separó de ella. Glimmer la miró avergonzada, y con las piernas aún temblorosas se puso de pie.
― ¿Qué fue lo que dijiste? ―preguntó la morena.
Glimmer guardó silencio, agachando la mirada con el rubor hasta las orejas. Lo había arruinado, de verdad lo había hecho; pero no entendía cómo había sucedido.
― Yo... ―intentó articular.
― Ahórratelo ―interrumpió Catra, indignada.
Se levantó del sofá y caminó velozmente para recoger su ropa que se hallaba regada por el piso de la cafetería. Se vistió a regañadientes, tan rápido como pudo.
― C-Catra, yo... ―Glimmer intentaba llamar su atención, pero la joven estaba demasiado ocupada ignorándola mientras seguía recogiendo el pequeño desastre que habían causado―. No quise...
La morena se acercó hasta ella, dándole bruscamente su bolso.
― Creo que lo mejor es dejarlo hasta aquí, princesa.
Glimmer se sobrecogió al sentir la gélida mirada de la felina que hacía sólo unos minutos estaba disfrutando su cuerpo desnudo y que ahora la ignoraba como si se tratara de otra mesa vacía.
― ¡Fue sólo un estúpido error! ―protestó―. ¡Deja de ser tan inmadura!
Catra se giró hasta ella, molesta.
― ¿Inmadura? ―replicó―. ¡Fui yo quien te acaba de hacer tener un orgasmo, no él!
La joven de cabellera rosada frunció el entrecejo, avergonzada. Se acercó hasta ella para tomar su ropa del suelo y vestirse.
― Bueno, tú también acabas de tener uno ―refunfuñó.
― Uno que no duró lo suficiente porque se te ocurrió pensar en tu novio.
― ¡Ya te dije que no es mi novio!
― ¿Ah no? ―la miró, irritada―, entonces, ¿por qué pensaste en él mientras estabas teniendo sexo conmigo?
Glimmer guardó silencio, ¿cómo esperaba que le respondiera algo así? Ni siquiera ella entendía lo que había sucedido, simplemente se dejó llevar... nunca creyó que Bow se aparecería en su cabeza en ese momento exacto y mucho menos que diría su nombre estando con alguien más.
― Entonces, ¿se acabó? ―preguntó con ligera decepción.
― Sí, se acabó ―suspiró Catra―. Igual no iba a funcionar, quiero decir... tú y yo... nunca hubiéramos tenido nada más que sexo.
― Nunca dije que quisiera algo más que eso.
― Al menos coincidimos en algo.
Catra se encogió de hombros, tomó sus cosas y abrió la puerta del lugar, dándole paso a Glimmer para que saliera. El gran problema de ambas es que no lograban ver más allá de sus egoístas y carnales deseos. Las consecuencias nunca les preocuparon, siendo sólo dos simples jóvenes desenfrenadas retando al sistema que se les había impuesto; nunca se habían visualizado juntas en el futuro, como bien lo habían dicho, su relación no era más que sexo, el que terminara de aquella manera no debía causarles ningún problema, apenas se conocían y sus pequeños "encuentros casuales" se irían con el viento; pero... ¿y qué tal si el destino tenía otros planes?
Tal y como lo habían acordado, Glimmer y Catra cortaron cualquier tipo de contacto que pudiesen tener durante las siguientes cuatro semanas. La morena parecía sobrellevarlo perfectamente bien, paseándose de un lugar a otro, yendo a la universidad de Fright Zone en sus ratos libres para tomar una que otra clase al azar y después volver al trabajo. Pero Glimmer era una situación distinta, no era como si le afectara el estar tanto tiempo lejos de los brazos de Catra, pero últimamente su humor había disminuido notablemente.
― ¿No piensas probar bocado, Glimmer? ―Angella miraba a su hija.
Pocas eran las veces que ambas podían estar desayunando juntas antes de que alguna de las dos se fuera hacia Bright Moon, normalmente Angella era la primera en irse para mantener todo en orden antes de que las clases comenzaran, pero aquel día había dejado todo listo desde la noche anterior por lo que aprovechó su breve tiempo libre para tomar el desayuno junto a su única hija.
A la joven Princesa no parecía importarle en lo más mínimo que su madre estuviera ligeramente preocupada por su salud; observaba el plato con el ceño fruncido, toda esa mezcla de vegetales hervidos y carne le provocaba náuseas. Últimamente había estado demasiado distante, no sólo con su familia, sino también con sus amigos en la universidad, sobre todo con el joven Bow a quien evitaba a toda costa después del incidente que tuvo la última vez que había estado con Catra. Lo cual era bastante difícil, el moreno estaba prestando su servicio social a la madre de la joven, por lo que la mujer en términos estrictos era su "jefa" y constantemente se topaba con él cuando volvía a casa o entraba a la oficina de su madre.
Tomó una cucharada de vegetales hervidos y la llevó hasta su boca, degustó un poco el sabor a mantequilla y especias. Tragó con dificultad; en pocos segundos notó como la comida volvía por su garganta, se levantó de la mesa y corrió hasta uno de los tres baños que había en el primer piso de la mansión Bright Moon, cerrando la puerta detrás de sí.
Inclinándose sobre el retrete terminó devolviendo lo único que tenía en el estómago desde la noche anterior. Sentía ligeras punzadas en la boca de éste, no era la primera vez que experimentaba náuseas matutinas, pero sí la primera que terminaba vomitando. Angella llamó a la puerta.
― ¿Glimmer? ―su tono albergaba ligera preocupación―. ¿Estás bien?
Glimmer se levantó, tirando de la cadena y enjuagándose el rostro en el lavamanos de mármol junto a la puerta. Abrió topándose con la mirada angustiada de su madre y avanzó a paso firme junto a ella, tan tranquilamente como si nada hubiese pasado.
― Deberías despedir a esos incompetentes que tienes en la cocina ―dijo―, usan demasiadas especias en toda la comida, sabes cuánto odio eso.
Angella rodó los ojos desaprobatoriamente; Glimmer suponía que eso calmaría cualquier preocupación innecesaria por parte de su madre, y de ella. No entendía mucho sobre lo que le estaba pasando en esas semanas recientes, pero suponía que era normal, su cuerpo se había acostumbrado a no probar bocado hasta pasado el mediodía y desayunar tan temprano con su madre posiblemente alteró su metabolismo provocándole el vómito.
― Voy a adelantarme ―anunció. Tomó su mochila y salió por la puerta principal sin dejar que Angella pudiera objetar contra su actitud irreverente.
Glimmer podía simplemente teletransportarse al lugar que mejor le pareciera, pero generalmente lo evitaba pues su energía no era eterna y ese tipo de magia siempre la agotaba de más, era un sentimiento que prefería eludir.
Normalmente llegaba a la universidad en el auto que tenía disponible sólo para ella, pero esta vez había decidido caminar; sabía bien que su destino no era Bright Moon College y no quería que nadie interrumpiera su objetivo.
Se dirigió hasta los límites de la zona residencial de Corona y tomó el primer autobús que encontró para llevarla hasta el centro de la zona Ordinaria. Su orgullo le gritaba que se detuviera, que diera la media vuelta y volviera a su vida habitual llena de lujos y privilegios; pero su impulsividad la obligó a seguir. Llegó hasta la última parada, donde, a unos pocos metros, se hallaba la cafetería.
A paso dudoso se aproximó hasta el establecimiento, pero no tuvo el valor de entrar, miró a su alrededor, también había pequeñas mesillas afuera, tenían sombrillas empolvadas y una que otra silla estaba rota, pero era mejor que enfrentar a Catra de lleno. Tomó asiento, protegiéndose en la sombra de la enorme sombrilla y comenzó a hojear el menú que se hallaba sobre la mesa, simulando interés.
― ¿Tú de nuevo? ―escuchó a su lado.
Catra se hallaba de pie junto a ella, esta vez no llevaba el soso uniforme del trabajo, sino un top negro deportivo que hacía juego con unos pants con franjas rojas. Parecía más bien un uniforme escolar.
― ¿Qué le pasó a tu-
― Vine a pedir el día ―interrumpió Catra al notar el interés de la menor―. Hoy tengo entrenamiento en Fright Zone y-
― ¿Fright Zone? ¿Hablas de Fright Zone University? ―cuestionó sorprendida―. ¿Estudias ahí?
Catra alzó ambas cejas. La verdad es que nunca le había dado oportunidad a Glimmer de conocerla y bueno, la joven tampoco parecía muy interesada, pero de una u otra forma había omitido el pequeño detalle de que aún permanecía en la universidad. Sus horarios de trabajo le permitían asistir a clases de vez en cuando y otras las tomaba en línea, era una vida difícil, después de todo debía mantener su empleo si quería comer todos los días, y aunque era algo tedioso, de vez en cuando le resultaba placentero estudiar. Además, era parte del equipo deportivo de la universidad, por lo cual le daban una beca que también le ayudaba a solventar sus gastos; sin duda tenía una vida realmente ocupada, pero sabía cómo no ahogarse en ella.
― ¿Te sorprende?
― No, no... yo sólo... ―Glimmer miró el menú en sus manos―. Vine por uno de mis cafés gratis, pero supongo que hoy no-
― Ni hoy ni nunca ―replicó Catra―. Ya te había dicho que este estúpido juego tenía que parar.
Glimmer intentó objetar, pero la felina ya se había marchado, entrando a la cafetería. La joven se dejó caer de lleno sobre la silla, ¿qué estaba haciendo? No podía creer que de verdad había terminado por ir a buscarla, «y todavía tiene el descaro de echarme» pensó. De nuevo el impulso la movió, se puso de pie y se adentró a la cafetería, captando la mirada desaprobatoria de Catra; la pasó de largo y se dirigió hasta los baños que se encontraban al fondo del lugar.
Catra exhaló con pesadez, frotándose la frente con irritación y la siguió. Debía terminar todo de una u otra forma. Entró. Las puertas de los tres pequeños cubículos que se hallaban a su derecha estaban abiertas de par en par, parecía que Glimmer se había asegurado de que el lugar estuviera completamente vacío. La joven se encontraba mirándose al espejo vanidosamente.
― Te dije que te fueras ―insistió la mayor.
La Princesa la pasó de largo, girando el seguro de la puerta detrás de ellas y mirándola con una sonrisa llena de picardía.
― No me digas que no me extrañaste... ―musitó.
Comenzó a desabotonar su blusa, Catra levantó la mirada, conteniendo el sonrojo que la invadía. Se aproximó hasta ella, acorralándola contra la puerta a sus espaldas, su delgada mano izquierda se recargaba junto a su rostro sobre la puerta metálica mientras su mano contraria acariciaba con suavidad sus senos, rozando su rostro con sus labios.
Glimmer soltó un gemido agudo e intentó aferrarse al cuello de la chica, pero Catra no se lo permitió; se alejó de la joven, extendiendo su mano frente a su rostro y como si se tratara de un inocente vals, tiró de ella, haciéndola girar hasta que la espalda de la confundida Princesa quedó pegada contra el pecho de la morena.
Rodeó el cuerpo de Glimmer con sus brazos, enredando su cola felina en sus muslos, posó su barbilla sobre sus hombros, lamiendo su oreja mientras masajeaba sus pechos con su mano izquierda y con la mano dominante hurgaba dentro de su falda, acariciando las humedecidas bragas de su compañera.
― Te voy a decir un secreto, princesa ―susurró―, no te extrañé en lo más mínimo...
Se separó de ella con brusquedad, Glimmer estaba tan helada como un muerto. ¿Qué acababa de suceder? ¿Acaso una simple chica Mundana la había... rechazado? Sus pupilas comenzaron a temblar, incrédulas. No podía creer lo que estaba sucediendo, Catra realmente la había humillado, había denigrado su orgullo, lo había pisoteado.
― Este no es lugar para ti ―siguió Catra, sin inmutarse―. Será mejor que te vayas y no regreses más.
La morena no estaba orgullosa de su acción, pero no encontraba otra forma de sacarse a Glimmer de encima, sabía que su destino no era estar juntas y aunque lo fuera, ella no lo deseaba así. Se sentía lo suficientemente degradada por Glimmer, utilizada sólo como un objeto sexual mientras pensaba en aquel chico de la otra noche, no era lo que Catra deseaba.
La joven Princesa salió de la cafetería a toda velocidad, intentando evitar las miradas indiscretas de los clientes con los que se cruzaba; no se sentía bien, la cabeza le daba vueltas, quería volver a casa, pero no podía hacerlo, tampoco tenía ánimos de llegar a la universidad. A decir verdad, de ser por ella, habría permanecido encerrada todo el día en aquel obscuro baño hasta que anocheciera.
Se abrazó a sí misma, intentando pensar en qué hacer ahora que sentía que no tenía un lugar al cual ir. Una chica chocó contra ella, interrumpiendo sus pensamientos.
― ¡Hey, fíjate por donde caminas! ―reclamó.
― L-Lo siento tanto... ―se disculpó la otra, captando la atención de la joven.
― ¿Perfuma?
― ¿Glimmer?
Ambas quedaron perplejas, mirándose mutuamente.
― ¿Qué haces aquí? ―cuestionaron al unísono.
Glimmer bajó la mirada, no podía decirle las razones por las que se encontraba frente a aquella famosa cafetería que ya le había causado cientos de problemas.
― A-Ah... intenté teletransportarme a la universidad y... creo que no resultó muy bien ―mintió―. ¿Y tú?
Perfuma parecía no creer mucho la versión de su amiga, pero no quiso seguir cuestionando. En cuanto la atención de Glimmer se clavó en ella, la chica llevó inmediatamente sus manos detrás de la espalda. La rubia llevaba un pequeño objeto el cual la había distraído mientras caminaba, por ello terminó impactando contra Glimmer.
― Ah... yo... ―tartamudeó―, necesitaba comprar algo...
Perfuma no era muy buena mintiendo, Glimmer la miró con una ceja alzada, sabía que le estaba ocultando algo, pero prefirió no preguntar más sobre el asunto.
― ¿No piensas ir a clases? ―preguntó. Perfuma negó con un gesto apenado.
― Supongo que tampoco estaba en tus planes, ¿eh? ―mencionó la rubia. Glimmer desvió la mirada al recordar que, en realidad, no tenía ningún sitio al cual ir―. Hey, ¿quieres ir a mi casa? No está lejos, podemos ir en mi bicicleta.
La chica de cabellera rosada miró a su amiga quien le dirigía una sonrisa pura y honesta; su bicicleta se encontraba aparcada a pocos metros delante de ambas. Glimmer se colocó en la parte trasera de ésta mientras Perfuma conducía, la familia de la chica era demasiado apegada a la naturaleza por lo que rara vez utilizaban automóviles aunque tuvieran el suficiente dinero para comprarlos. Glimmer lo respetaba, aunque no se imaginaba yendo en bicicleta todos los días a la universidad.
El hogar de Perfuma no se encontraba lejos de la zona de Ordinarios, de hecho estaba muy cerca de la frontera entre la zona Ordinaria y la zona residencial de Corona. Se detuvieron frente a una enorme mansión de paredes color crema que estaban cubiertas, casi por completo, de musgo y enredaderas con flores coloridas.
Glimmer bajó de un salto de la bicicleta, por un momento sintió como el piso se movió debajo de sus pies y cayó de rodillas al suelo. Perfuma se aproximó hasta ella.
― Cariño ―la miró angustiada―, ¿estás bien?
― Sí, tranquila ―volvió a incorporarse con ayuda de la rubia―, creo que me bajé muy rápido, es todo.
Perfuma acompañó a Glimmer hasta la entrada de su hogar, ambas atravesaron el enorme portal de madera obscura que tenía talladas flores con detalles exquisitos. El interior de la mansión era increíble a la vista, las paredes relucían de macetas con distintos tipos de flores, por la barandilla de las escaleras se alzaba una enredadera de hojas verdes y frondosas. Ambas subieron hasta la habitación de Perfuma, era un poco más pequeña que la de Glimmer, pero no dejaba de ser acogedora, la luz cálida que entraba desde la ventana le daba un toque pacífico. La Princesa se dejó caer sobre la mullida cama de sabanas color crema.
― Siéntete como en casa ―añadió Perfuma―, debo... ir al tocador, ya vuelvo.
La rubia se adentró al baño que se encontraba junto a su enorme ropero de madera de roble. Glimmer asintió con una sonrisa y se recostó sobre la cama, miraba el techo, era distinto al de su habitación, mucho más sencillo, típico en Perfuma. Un grito agudo salió de la puerta del baño. Glimmer se levantó de golpe.
― Perfuma, ¿estás bien?
La puerta se abrió, dejando salir a la chica con una sonrisa de oreja a oreja.
― ¡Acaba de llegarme mi periodo! ―anunció con alegría.
Glimmer la miró confundida.
― ¿Y eso es bueno porque...?
La rubia se acercó hasta ella, tomándola por los hombros.
― Tuve un retraso de dos semanas y temí lo peor ―respondió―, por eso estaba en la zona Ordinaria, ahí nadie me conocía y podía comprar una prueba de embarazo sin que lo supiera toda Corona- ―se detuvo de golpe, mirando a Glimmer, angustiada; de nuevo había hablado de más―. No le digas a nadie, por favor...
― No lo haré ―afirmó Glimmer―, pero no lo entiendo... ¿cómo?
― En la última reunión en la casa de Mermista ―siguió Perfuma―, la reunión a la que no quisiste ir... ―aclaró su garganta―. Conocí a un chico, aunque ahora no recuerdo su nombre... ―Glimmer alzó una ceja―, el punto es que no recordaba mucho de lo que sucedió esa noche y al notar que tenía un retraso, bueno... me asusté.
Entonces lo que Perfuma ocultaba de Glimmer era la dichosa prueba de embarazo que al final nunca utilizó porque justo llegó su periodo. La Princesa de cabellera rosada reía en el interior ante todo los extraños acontecimientos que la rodeaban en las últimas semanas; pero algo no andaba bien y comenzó a analizar la situación.
― Perfuma... ―llamó―, ¿qué día es hoy?
La joven la miró confundida.
― Ah... martes, creo ―respondió.
― No, no, no ―sacó su celular de la bolsa de su falda, mirando la fecha y quedando petrificada. Su periodo debió haber llegado hacía más de tres semanas, ¿de verdad había estado tan distraída que no lo notó?―. Mierda.
Perfuma interpretó la atónita mirada de su amiga, volvió al baño y tomó la prueba, que aún estaba cerrada, entregándosela.
― C-Creo que la necesitas más que yo...
Glimmer la miró angustiada, tragó saliva en seco y la tomó. Abrió el pequeño paquete de cartón y sacó el pedazo de plástico de éste. La miró con las manos temblorosas, tenía una mezcla de colores rosa y blanco, suponía que fue diseñada para dar buenas noticias a la mayoría de las personas; pero para ella, lo que sea que viniera, no sería una buena noticia.
― N-No... ―volvió a estirarla hasta Perfuma―. No la necesito... es imposible.
― Cariño ―Perfuma se agachó a su altura, mirándola directamente a los ojos―, seguro es un malentendido, pero... más vale prevenir que lamentar, ¿no?
Glimmer soltó un suspiro resignado y se dirigió hasta el baño, cerrando la puerta detrás de sí. Leyó las instrucciones más de cuatro veces antes de realizar el procedimiento necesario, se sentía estúpida, por más que lo intentara procesar era algo que no le cabía en la cabeza. Se encontraba sentada sobre la tapa del retrete, su respiración permanecía agitada, jugueteaba con sus dedos sobre sus piernas para intentar persuadir el rápido latir de su corazón. La prueba estaba sobre el lavamanos, esperando a que el reloj marcara el tiempo límite.
― He hecho cosas estúpidas ―gruñó, llevando su cabeza hacia atrás―, pero esta podría ser la reina de todas.
La angustia incrementaba, los segundos parecían horas; si aquel resultado era positivo toda su reputación caería en picada, sus privilegios serían revocados, ¡tendría que vivir como una Ordinaria! Porque sí, sabía perfectamente que aquella criatura era de Catra, no cabía duda, los tiempos coincidían y no se había acostado con nadie más en los últimos tres meses, sin duda se trataba de ella. Conocía bien las reglas de Corona, en primer lugar meterse con una Ordinaria ya de por sí era mal visto, pero... ¿tener un hijo con una?
Pero no, no podía pensar en eso, todavía ni siquiera miraba el resultado, tenía que dejar se hacerse ideas absurdas, ambas eran chicas, era biológicamente imposible... ¿verdad?
La alarma de su teléfono resonó sobre la caja del retrete, era hora. Tomó la prueba con la mirada en el techo y la colocó sobre sus piernas. Exhaló profundamente, las manos le sudaban, debía terminar con todo eso de inmediato. Agachó la vista hasta el mortífero objeto, dos líneas se dibujaban sobre la diminuta ventanilla de éste.
― Mierda... ―susurró, aún sin podérselo creer―. Mierda... mierda... ¡mierda!
Lanzó la prueba positiva hacia la pared, recargó sus codos sobre sus muslos, frotándose las sienes; las lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos, la mirada gélida de Catra atravesó sus pensamientos.
«Será mejor que te vayas y no regreses más» habían sido sus últimas palabras. Glimmer sonrió con ironía, ¿qué es lo que iba a hacer ahora? Prefería cambiarse el nombre, incluso el color de cabello y huir, a enfrentarse con la verdad ante sus padres.
Sabía lo que le dirían: «Glimmer, ¿acaso eres estúpida? ¿Cómo pudiste meterte con una Ordinaria?». No quería escuchar eso, no podía decirle a sus padres, no podía decirle a nadie, se sentía tan sola, tan acorralada... tan asustada.
Era oficial, su vida estaba completamente arruinada.
Perfuma golpeó la puerta del baño.
― Glimmer, cariño ―llamó―, ¿todo bien?
La angustiada joven se puso de pie y se dirigió a abrir la puerta, intentando retener las lágrimas que ya estaban desbordándose por sus ojos. Fue entonces cuando Perfuma lo supo.
― Oh... cariño...
― Mis padres van a matarme ―murmuró Glimmer con la voz entrecortada. Perfuma la envolvió entre sus brazos sin saber qué decir.
La joven Princesa secó sus lágrimas, sabía que no podía quedarse de brazos cruzados y aunque le hubiese encantado ser consolada por Perfuma y las deliciosas galletas que solía preparar cuando alguien estaba triste, volvió a buscar su teléfono.
«Bow, necesito verte lo antes posible»
― Glimmer.
No tuvo que esperar demasiado, el joven había respondido su mensaje tan pronto lo recibió.
«Claro, estoy en la biblioteca con Entrapta. ¡No tienes idea de lo mucho que sabe de tecnología!»
― Bow.
La chica guardó su celular y miró a Perfuma con una sonrisa forzada.
― Debo irme, por favor no-
― Tranquila ―interrumpió―. No le diré a nadie.
Glimmer agradeció con la mirada y se dispuso a teletransportarse, sabía que perdería mucha energía, pero en ese momento no tenía más alternativa. Apareció frente a la biblioteca de la universidad Bright Moon, un hermoso edificio de paredes blanquecinas y relucientes cristales que dejaban ver la mayor parte de su interior.
Se propuso entrar, pero su nerviosismo y ansiedad no le permitieron notar a la chica que se dirigía hasta ella, mirando un mapa de la universidad. Ambas chocaron, cayendo al suelo. Glimmer no podía creer que esa fuera la segunda vez que le sucedía durante el día.
― ¡Cuánto lo siento! ―se disculpó su agresora.
La chica se levantó rápidamente, extendiendo su mano hasta Glimmer para ayudarla a ponerse de pie.
― No te preocupes ―murmuró ésta con falsa amabilidad. Alzó la mirada para toparse con una hermosa joven que la observaba llena de angustia con sus penetrantes ojos azules, llevaba sus dorados cabellos atados en una coleta alta que caía sobre su hombro.
Glimmer tomó la mano de la joven y volvió a incorporarse frente a ella, sacudiendo su uniforme.
― Lamento mucho haber chocado contigo ―volvió a disculparse―, es sólo que soy nueva y este lugar es enorme, y- ―observó la distraída mirada de Glimmer―, ¿segura que estás bien?
― ¿Eh? Ah... sí ―respondió.
A decir verdad, el golpe la había preocupado ligeramente, ¿pudo haber lastimado al bebé? Sacudió su cabeza, intentando esfumar aquellos pensamientos, ¿a quién le importaba? Además, ni siquiera tenía tanto tiempo.
― Oye... ―llamó la rubia, sonrojada―, ¿podrías indicarme cómo llegar a la biblioteca?
Glimmer enmarcó una ceja y levantó su dedo índice en dirección al enorme edificio que se alzaba junto a ambas.
― Oh... gracias... ―sonrió avergonzada, intentando averiguar su nombre.
― Glimmer ―respondió con una sonrisa altanera―. ¿Y tú eres?
― Oh, claro, que torpe ―se disculpó―, soy Adora. Mucho gusto.
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꧁Glimmer Bright Moon꧂
Antipática, engreída y pretenciosa. Hija única de la familia Bright Moon, rebelde por naturaleza. Siempre se mete en más problemas de los que puede controlar. Ambiciosa y sobresaliente, posee un poder mágico que la mayoría de hechiceros envidian.
¡De nuevo Wattpad arruinando todo con la censura forzada!
¡Gracias por leer!💖💖
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