Epilogo
—¡Vamos tarde! —exclamó la rubia, buscando entre el desastre sobre la mesa las llaves de la motocicleta de su prometida.
—¡Lo sé, lo sé!
Catra salía de la habitación con el cabello completamente empapado, con una toalla sobre los hombros, secándolo tan rápido como podía, pero le resultó peor pues terminó por encrespándoselo todo.
Adora la miró aguantándose la risa, se aproximó hasta ella e hizo todo lo que pudo para mantener el cabello en su lugar, Catra adoraba tenerla tan cerca, levantar la mirada ligeramente y observar sus labios rosados y brillantes, se abrazó a su cintura y clavó su rostro en su pecho.
—Debemos irnos... —suspiró Adora con una sonrisa.
Catra gimoteó, Adora la separó de ella y besó su frente, pero Catra no iba a perder la batalla. La miró de vuelta, con una sonrisa pícara. La rubia permaneció inerte, pérdida en los heterocrómicos ojos de la felina.
—¿Qué sucede, cariño? —preguntó Catra—. ¿El gato te comió la lengua?
Adora le sonrió retadora.
—Es sólo que eres hermosa, Catra —soltó.
La castaña dio un ligero salto hacia atrás con las mejillas completamente sonrojadas, Adora había volteado las cartas a su favor, tomó el mentón de la joven y lo alzó hacia sí, robándole un beso que marcó sus labios lentamente, los ojos de Catra, completamente abiertos, se plantaron en los parpados relajados de Adora, ese gesto tan despreocupado hizo que la castaña se olvidara de todo lo que estaba a su alrededor, se separaron para guardar aire, las mejillas sonrojadas de Catra provocaron una sonrisa burlona en la rubia.
—Soy yo quien normalmente dice ese tipo de cosas —objetó Catra, aún avergonzada.
Adora soltó a reír.
—Lo sé —dijo—, pero ahora que estás a mi lado, no volveré a privarme del sentimiento de tenerte conmigo.
Catra volvió a besar sus labios con delicadeza.
—No voy a dejarte ir jamás, princesa —dijo con ligera sorna—, eres mía, para siempre.
—Eso me ha quedado claro —bufó Adora con una sonrisa y mostrándole su dedo anular con el anillo de compromiso.
Catra se sonrojó sólo de recordar aquel momento, después de siete años de relación, por fin le había pedido matrimonio a quien consideraba el amor de su vida.
El teléfono de Catra comenzó a sonar con insistencia y la felina no tuvo más remedio que responder.
—¡¿Dónde estás?! —se escuchó del otro lado, Glimmer sonaba alterada—. El evento comenzó hace diez minutos.
—Mierda —Catra colgó y tomó las llaves de la motocicleta de las manos de Adora.
Ambas salieron corriendo del apartamento.
Llegaron hasta el teatro principal de Corona, porque sí, después de lo acontecido con Shadow Weaver, se dieron incontables movimientos sociales que permitieron que las clases en Etheria fueran disipándose poco a poco hasta el punto de desaparecer, la discriminación hacia Ordinarios cesó casi por completo, pero para Catra eso ya era ganancia, sabía que gran parte de la evolución social se debía a la existencia de sus hijos, dos niños híbridos nacidos entre una Ordinaria y una Princesa de Corona, eran una invitación a la diversidad entre las clases y a la posibilidad de formar un mundo mucho más unido y tolerante.
Catra se adentró apresuradamente al teatro, seguida de cerca por Adora; la gente se retiraba del recinto, pudo notar de inmediato que varías familias acompañaban a las protagonistas del evento, había sido un recital de ballet y las niñas que lo habían montado salían orgullosas con ramos de flores y coronas, acompañadas por sus familiares y amigos.
—Por fin decidiste venir —escuchó detrás de sí.
Glimmer la observaba con los brazos cruzados y una mirada asesina que sólo había mostrado cuando le anunció que estaba embarazada. Iba acompañada por la mayoría de sus amigos, Scorpia acompañaba a Perfuma, con quien había iniciado una relación no hacía mucho tiempo. Bow y su hijo no parecían estar cerca, tal vez se habrían desviado a la dulcería, al muchacho le encantaba consentir a los niños a quien prácticamente veía como a sus hijos y sí, los niños lo veían y admiraban como a un padre. Incluso Micah, quien logró recuperarse de su maldición impuesta por Shadow Weaver, salía del teatro acompañado por Angella, ambos llevaban una relación un tanto distante con su hija y sus nietos, pero hacían todo lo posible por mejorarla y remediar sus errores del pasado, lo cual Glimmer valoraba.
Catra tragó en seco y sintió un terrible escalofrío.
—Lo lamento, estuvimos algo atareadas en la mañana con la cafetería y salimos tarde y luego el tránsito y...
—Ahórratelo —interrumpió Glimmer—, no soy yo a quien le tienes que dar explicaciones —Catra bajó la mirada, estaba avergonzada, Glimmer sabía que jamás hubiera sido su intención faltar a un evento tan importante, se acercó a ella y suspiró para recobrar la tranquilidad—. Se quedó en su camerino, no saldrá hasta que todos se hayan ido, ve a hablar con ella.
Adora miró alentadoramente a Catra y ésta se alejó nerviosa en busca de su hija.
Tocó la puerta dos veces, pero no obtuvo respuesta, abrió cuidadosamente. Del otro lado se encontraba un diminuto cuarto con no más que un tocador decorado con brillantes luces led y un sofá de terciopelo frente a él. En él se encontraba una niña de siete años, llevaba un vestido blanco con olanes y sus zapatillas de ballet a medio anudar, estaba recostada boca abajo, escondiendo su rostro en uno de los cojines del sofá.
—¿Puedo pasar? —preguntó Catra, con el nudo en la garganta.
No obtuvo respuesta.
Se aproximó hasta el sofá, arrodillándose junto al rostro de su pequeña. Escuchaba el llanto ahogado de la niña y no pudo evitar sentir el corazón achicándosele.
—De verdad lo lamento, cariño —dijo, pero sentía que las palabras no bastaban esta vez—, intenté llegar a tiempo, pero me fue imposible...
La niña se levantó del sofá, molesta, se dirigió hasta el tocador y tomó su mochila de éste, dispuesta a salir de la habitación.
—Scarlett, cielo —la detuvo Catra—, por favor, habla conmigo.
La niña giró su mirada hasta ella, con el ceño fruncido y los ojos de un color distinto, Catra sabía que su hija tenía un poder mágico muy similar al de su madre, sus emociones controlaban su magia y sus emociones se veían reflejadas en sus ojos que, aunque originalmente tenían la heterocromía y mismo color que los de ella, viraban a otras tonalidades cuando la niña se molestaba o se ponía triste, incluso cuando estaba demasiado feliz, los ojos siempre le cambiaban a colores diferentes, no tenía un patrón determinado y era algo que Scarlett adoraba y de lo que solía enorgullecerse.
Esta vez los ojos violetas y azules de la pequeña, que estaban inundados en lágrimas, se clavaron en su madre.
—Ah, mamá —dijo, fingiendo que apenas notaba la presencia de la chica—. Llegas tarde, el evento terminó y no estuviste ahí para verlo.
Catra sintió el corazón en el puño, Scarlett sin duda había heredado el carácter directo de Glimmer y la tenacidad de ella.
—Lo sé... —respondió avergonzada, no tenía idea de cómo remediar la situación—. No pude medir el tiempo... de verdad nunca fue mi intención faltar a tu recital, cielo.
—Era muy importante para mí —sollozó la niña—, tenía un lugar reservado para ti...
—Cielo, estuvimos atendiendo la cafetería toda la mañana, surgieron varios inconvenientes y como dueñas teníamos que estar presentes, no ha sido sencillo —explicó Catra—, si pudiera hacer algo para remediarlo...
Scarlett permaneció en silencio, un agobiante silencio para Catra. La niña sabía que la felina no era una mala madre, desde el primer momento en que le permitieron volver a verlos, estuvo ahí cada día. Cuando alguno de los dos niños llegaba a enfermarse, Catra y Adora corrían para socorrer a Glimmer y Bow, tanta era su cercanía que los niños amaban a Adora como a una madre, aunque vivieran con Glimmer y Bow, amaban tener una familia tan grande. Catra jamás había faltado a nada que fuese importante para cualquiera de sus hijos, asistía a todas las prácticas de ballet de Scarlett y a las clases de piano de Set, su hermano, por segundos, menor.
Pero con todo el asunto de la boda y la cadena de caferías que la felina y Adora habían inaugurado, su agenda había estado ligeramente más apretada, aquel día en especifico habían tenido que solucionar problemas con proveedores que nadie más podía solucionar y eso les había tomado más tiempo del que habían supuesto. Sin mencionar que de camino al teatro hubo un embotellamiento que les quitó treinta minutos de tiempo; pero Catra sabía que no tenía excusa ni perdón por lo que había hecho, lo sabía mejor que nadie.
Se acercó hasta la niña y acarició su mejilla, limpiando sus lágrimas.
—Perdóname, mi princesa —le dijo—, sabes que tu hermano y tú serán siempre lo más importante para mí, los amo más de lo que podrías imaginarte y haría cualquier cosa por ustedes.
La niña levantó la mirada hasta cruzarse con los ojos de su madre.
—¿Prometes que vendrás al próximo recital? —preguntó, con los labios encaprichados.
—Seré la primera en llegar, amor —respondió Catra con una sonrisa llena de dulzura.
Scarlett se lanzó a los brazos de su madre, abrazándose al cuello de Catra y escondiendo sus ojos aún lagrimeantes en el hueco de éste. Era lo único que la pequeña esperaba, que su madre estuviera ahí para ella, Catra a veces no lo notaba, pero sus hijos la adoraban como a nadie, sólo querían estar cerca de ella y Scarlett, aunque dolida, confiaba en que su madre jamás rompía una promesa.
La puerta del camerino se abrió nuevamente, Set se hallaba del otro lado, llevando los brazos llenos de caramelos que había comprado para hacer sentir mejor a su hermana. En cuanto vio a Scarlett abrazada a Catra se quedó quieto por varios segundos, la felina lo miró de reojo y le sonrió, invitándolo a abrazarla también, Set dejó los dulces en el suelo y se abalanzó sobre ellas.
Catra permitió que ambos pequeños se acurrucaran contra su pecho, sintió un escalofrío cuando recordó la primera vez que los había tenido así: el día que nacieron y tuvo que arrebatárselos a Glimmer, el día que su mayor pesadilla cobró vida, el día que la arrestaron y que por más que intentó ponerlos a salvo por poco los pierde.
Ahora, después de poco más de siete años, volvía a tenerlos entre sus brazos, abrazándola con cariño, cariño que alguna vez creyó no merecer; pero esta vez sería diferente, sabía que los protegería sin importar qué, nadie volvería a hacerles daño, ni a ellos ni a nadie que ella amase.
Tenía ganas de mostrarles lo que había sido de todos después de la derrota de Shadow Weaver y la relación que Catra mantenía con sus hijos y con Adora, espero les haya gustado, muchas gracias por todo su apoyo.
Les dejo una ilustración más, hecha por mi bonita Grinux a quien pueden seguir en Instagram y a quien agradezco todo el apoyo que puso en mí para escribir esta historia y las ideas que me fue dando a lo largo de su elaboración, tqm corazona 💖
Un abrazo enorme a todos. Muchas gracias por leer.
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