Capítulo 2. Circe


Los que cuidan las almas son pocos, los que la liberan de las presiones menos.

Yo, soy de las que los libera, y ese es justo el problema.

Me metí en este lío por querer ayudar a un hombre que fue mordido por una serpiente, ante mis ojos, sin embargo, el hombre me tendió una trampa y resultó ser este el venenoso y no el probre reptil.

¿Cómo no me di cuenta que el reptil ya estaba muerto? Simplemente porque usaron magia negra.

¡Fui una tonta! Por culpa de mi bondad estos aquí, atada contra un poste, a punto de ser incinerada.

Y se preguntarán  ¿Por qué brujos condenan o otros brujos a la hoguera? Simple, porque mi magia blanca, debilita la suya.

Porque la Luna me da más energi  mi que a ellos, así que si las brujas blancas morimos  ellos tienen más energía para ellos.

Debería estar aterrada, es verdad, por sobretodo porque tengo a un pueblo furioso que me está arrojando piedras y grita con fuerzas que me quieren ver muerta.

Y creo que esto les da más miedo ¿Oh? ¿Debería gritar de miedo? Quizás eso les tranquilice, estoy por comenzar mi acto cuando un sacerdote se acerca a mi, wow, era muy bien parevido y joven en comparación a los que yo he conocido en mi vida, y vaya que he vivido mucho.

—¿Quieres confesarte, hija mía?

Miré al guapo sacerdote, y levanté los ojos al público, cuando vi a Minerva parada entre el público, bien, creo que no tengo tiempo así que intento sacar mi mejor acto de debajo de la manga y comienzo a sacar lágrimas de mis ojos.

—Padre, confieso que no he sido una buena mujer... he amado fuera del matrimonio, me he enamorado del hombre de otra... y he ido de cama en cama, disfrutando de los placeres de la compañía, tanto de hombres, como de mujeres, y la verdad, padre, es que si no estuviera atada... yo lo estaría coqueteando, usted se ve tan, pero tan bien... oh, otro pecado que añadir a la lista... lo estoy coqueteando.

Cuando terminé de decir eso, una gran explosión se produjo del otro lado de la calle. Mi guapo sacerdote se distrajo al igual que todo el pueblo, y con ello, Minerva acababa de darme una señal.

— Ex ordine funem—susurro y la cuerda que sostenían mis manos desaparecieron.

Salté del escenario que me habían creado, y en menos de un segundo, tenía a todo el pueblo tras mio.

Arrojé un beso en el aire al apuesto padre, quien estaba atónito, y salí corriendo con el vestido incómodo, cuándo una decena de hombres se pusieron a correr tras mio.

Correr no es un problema, el problema es correr desnuda, con la heridas causadas por la varilla con la que me maltrataron ¡Humanos idiotas! Ojalá algún día entiendan cuantas cosas hacemos por ellos.

Me metí a un pasillo, para intentar perder a mis captores, y en ese mismo pasillo me encuentro con Minerva, quien hace dos movimientos de manos y yo ya tenía ropa.

—¡Son muchos! —Acusa corriendo conmigo. —¡Creo que es hoy!

—¡Usar ese hechizo! ¿Hoy?—Pregunto apenas, mientras voy generando obstáculos tras nuestro.

—Sí.

Minerva me estaba haciendo una propuesta arriesgada, me estaba pudiendo usar un hechizo que nos dejaron, es de salto en el tiempo, el problema, es que  no sabemos si es o no una trampa.

Pero cuando otro grupo de personas nos alcanza y cierra el paso, con antorchas en los brazos... no das más vueltas... simplemente, es hoy el día en que ese hechizo debe ser probado.

Tomo la mano de Minerva, miro al cielo, ofrezco mi energía a la luna, me pongo de frente ante mi amiga, mientas pongo mi dedo índice sobre su labio y ella hace lo mismo.

Los humanos están por acorralarnos, pero decido que no, hoy ellos no nos van a ganar.

— Rutrum tempore, solvere nodum, libertatem invenies—

Mordemos la piel de los dedos una de la otra, coloco la mancha de sangre sobre la frente de Minerva, y ella sobre la mía...

El hechizo salió del suelo cuál remolino, y con ello, nuestros cuerpos se volvieron nubes, y al cabo de 5 minutos, había sol, los humanos no estaban y nosotras aparecimos en medio de una especie de bosque, pero con mucho concreto y cemento.

—¿En donde estamos Circe?

—Ni puta idea. Solo sé, que no estamos en nuestro hogar.

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