III
Una semana había transcurrido desde que KyungSoo fue aceptado en KADI Corp., una semana llena de trabajo, agotamiento físico y el desenvolvimiento agradable y cómodo con otros omegas durante la hora del almuerzo.
En esos días, KyungSoo había descubierto lo tranquilizante que se sentía llegar a casa sin ser golpeado, amenazado o ultrajado, lo mucho que le agradecía su cuerpo por el descanso de los maltratos físicos y lo bien que se sentía su piel sin ser tocada.
En KADI todos eran bastante respetuosos, o al menos las personas con las cuales se desenvolvía diariamente. MinSung era un beta agradable, amable y atento. MoonByul resultó ser una alfa verdaderamente genial, una compañera de piso linda y educada, dulce, que hablaba tranquilamente con él en sus ratitos libre y le regalaba té en las mañanas.
ChanYeol, o el señor Park, como lo había conocido el primer día, era un alfa enérgico, feliz y podría decirse que un poco metomentodo, sin embargo, eso no lo hacía una mala persona ni mucho menos; era realmente un buen sujeto y KyungSoo ya no se sentía tan intimidado a su alrededor.
Mark y SooBin, los niños más jóvenes del área de mantenimiento, tenían diecinueve y dieciocho años respectivamente; fueron tan cerrados como una ostra durante los primeros días, pero ahora se animaban a platicar extendidamente con todos en el almuerzo. Hablaban sobre sus días en la escuela y las vivencias en sus casas. Ellos eran los bebés del grupo y los más cuidados por todos.
Y luego estaba el señor Kim. El presidente de KADI Corp.
KyungSoo había descubierto en esos días cositas sencillas de su personalidad cuando lo veía llegar a la empresa o pasaba a media tarde a su oficina para llevarse los residuos de la papelera o ayudarlo en la ordenanza de sus papeles.
Por ejemplo, había notado que no era un hombre de café, sino de chocolate caliente con galletas o té, que le gustaba el dulce (a juzgar por los numerosos desenvoltorios de caramelos tirados en la papelera), que hablaba con un tono de voz pausado, bajo, siempre amable y cálido y que su sonrisa era sincera. No era duro a menos que fuera necesario, tampoco gritaba nunca, no parecía estar de mal humor y siempre les preguntaba a todos cómo se encontraban.
Era un alfa tan diferente, tan particular y único en su especie, que KyungSoo no podía evitar mirarlo, pensar en él y preguntarse muchas cosas sobre su persona (era completamente entendible, tomando en cuenta su historial tormentoso con los alfas con los que había convivido anteriormente por cuestiones de trabajo).
Se dice que él es un poco como su padre y por eso se siente extrañamente enganchado al presidente, no porque su corazón se acelere al verlo o le parezca guapo, o porque su marca arda duramente al tenerlo cerca o goce de su aroma en silencio. No, es sólo el vago recuerdo de la familiaridad actuando sobre sus instintos y su mente, retorciendo todo de una manera particular y obligándolo a pensarlo mucho más de lo que hubiese deseado en un inicio.
KyungSoo siempre terminaba sintiéndose culpable y sucio al descubrirse recordando los labios del presidente, la intensidad abrasadora de su mirada fija, el tono tan particular y único de su piel y el porte elegante que muestra con sus trajes bonitos y bien planchados. Y eso es porque el señor Kim está con alguien, porque no le pertenece ni le pertenecerá nunca y porque SooJung era una buena mujer, amable y atenta, que no merecía que alguien como él se encontrara pensando (tan fuerte e indebidamente) en la imagen de su compañero.
KyungSoo nunca había sentido envidia por alguna pareja, no, no recuerda haber experimentado ese sentimiento jamás, porque era del tipo de hombres que pensaban que todo llegaría a su momento, siendo perfecto y dulce cuando estuviera entre sus manos.
Sin embargo, el sentimiento amargo comenzaba a fluir en sus venas cuando miraba a la pareja salir de la oficina del alfa tomados de la mano, sonriéndose el uno al otro brillantemente mientras se miraban a los ojos con cariño.
KyungSoo de repente tenía el deseo ferviente de poseer algo así para sí mismo, de tener a su propio compañero de vida a su lado, cuidándolo y viéndolo con adoración, justo como SooJung miraba al señor Kim todo el tiempo. Era algo nuevo, pero todo parecía serlo desde que había ingresado en KADI Corporations.
Por otra parte, BaekHyun había conseguido el empleo en la casa de la irritante señora Ji. Ahora tenía a su amigo en las tardes en casa, exhausto pero a salvo, y podía verlo un poco más repuesto que antes.
Era bueno notarlo así: sin tantos moretones en su piel y con una sonrisa más sincera y fluida que antes. Las cosas estaban cambiando en su pequeña familia y KyungSoo estaba contento al saber que era para bien.
Hoy estaban todos reunidos en la cafetería. Era la hora de comer y Mark se encontraba sentado a su lado, gozando de un almuerzo aparentemente delicioso mientras compartían una charla amena entre todos. El señor MinSung estaba con ellos, dejando escapar algunos chistes y anécdotas graciosas que provocaban risas tímidas y bajas y KyungSoo sonrió, sintiéndose cómodo entre todos.
En algún punto, Mark había girado el rostro y su mirada se había fijado en sus brazos cubiertos por el suéter delgado bajo el uniforme; sus labios formaron un pequeño puchero y formuló una pregunta suave y educada en su dirección.
ㅡ¿KyungSoo? ¿Por qué siempre llevas ropa de mangas largas, incluso en un día tan caluroso como hoy? ¿No te incomoda? ㅡla atención viajó a él de inmediato, miradas curiosas puestas sobre sus extremidades protegidas por la suave tela, y KyungSoo dejó de comer para llevar sus ojos a sus muñecas por un segundoㅡ.
Se lamió los labios con el corazón ligeramente acelerado y luego le sonrió, paseando su índice distraídamente por la zona.
ㅡLo hago porque intento ocultar una cicatriz que no me agrada ver. Así puedo pasarla desapercibida para mí y para los demás.
Con el silencio rondando en la mesa, KyungSoo subió la manga de su suéter perteneciente a la mano contraria a su marca de pertenencia, y les mostró la muñeca. En ella había una gruesa línea pálida que sobresalía de su piel, grande, que iba de lado a lado en la muñeca.
Era la marca de la presión, de la tristeza y la pérdida de su propio amor y dignidad. El primer daño grave que sufrió su cuerpo a manos de un alfa.
Los ojos de Mark se llenaron de pesar y vergüenza, notoriamente arrepentido por haber formulado su pregunta, pero KyungSoo sólo le sonrió con calma y dejó una suave caricia en su hombro, haciéndole saber de este modo que no estaba enojado ni mucho menos.
ㅡEstá bien, no es algo que duela demasiado ya. No te preocupes.
Lea, una omega de mediana edad, bajó la mirada a su comida silenciosamente y luego suspiró, colocando su mano suavemente sobre su dorso en una muestra clara de apoyo.
ㅡ¿Fue esa tu primera agresión? ¿a qué edad la tuviste, Soo?
MinSung se removió, un poco incómodo y con una mueca en sus labios murmuró ante el notable aire tenso y deprimente a su alrededor.
ㅡChicos, no es necesario hablar de cosas tristes...
ㅡSeñor MinSung, estas no son cosas tristes, es nuestra realidad. Tarde o temprano íbamos a tener esta conversación; somos omegas, hemos pasado por esto más de una vez en nuestra vida, por lo tanto, empatizar con estas situaciones es algo completamente normal. Espero que pueda comprender.
El mayor los miró por algunos segundos y finalmente asintió, soltando un suspiro en el trayecto. Lea volvió a mirarlo y KyungSoo retomó la palabra, paseando su dedo por el borde del vaso con jugo frente a él.
ㅡSí, lo fue. Tenía quince años y él fue el primer alfa para el cual trabajé. Al hombre le gustaba que le limpiara la casa, pero de un momento a otro quiso ensuciar las sábanas conmigo en uno de los tantos viajes laborales de su esposa ㅡmiró su muñeca lastimada, rememorando aquellas vivencias que creía más que olvidadas con una precisión escalofriante. Los gritos, las súplicas, el dolor, la sangre... todo estaba a flor de piel en su mente, sólo tenía que evocarlas para que se reprodujeran como una cinta, escena tras escena, en un bucle sin fin y extremadamente dolorosoㅡ. Me negué a entregarle mi cuerpo y este fue mi pago... esa fue la primera vez que casi muero. Si mi mejor amigo no me hubiera buscado, yo no estaría aquí contando esto.
Más de uno apretó sus palillos al escucharlo, sumidos en sus propios pensamientos, en sus propios recuerdos y su propia mierda personal.
Todos y cada uno de ellos tenía un pasado y un presente tan cruel como el infierno, todos tienen matices oscuros en sus almas, todos están dolorosamente corrompidos. Empatizar era fácil, entender era bastante sencillo.
Nada era bonito y rosa para gente como ellos, de su nivel, de su clase, siempre llevándose lo peor del mundo, tratados eternamente como escoria, como la basura más putrefacta sobre la faz de la tierra.
Era doloroso, difícil, no muchos sobrevivían a ello; por eso era algo significativo para todos mirarse a la cara en esa mesa. Eran sobrevivientes, estaban ahí, observándose y atestiguando la fuerza y el valor de cada uno, dándoles méritos silenciosos que nadie pedía, pero que se entregaban sin reservas.
Eran omegas, sólo ellos entendían sus mierdas, ellos y nadie más, por eso y por mucho más era fácil creerse una pequeña familia unida que se encontraría ahí para cada miembro. Eran una buena comunidad, despojados de una correcta comunicación, pero sincera, honesta y pura con los suyos.
La raza más leal de todas.
SunMi, otra omega de veintitrés años, tomó la palabra, queriendo desahogarse, aliviar la carga en su pecho, el dolor en su corazón, y nadie la detuvo de hacerlo porque todos necesitaban eso: confesar, sacar un poco de mierda. Estaba bien, y ellos la escucharían. Ellos se escucharían.
ㅡMi padre me golpeaba cuando mamá no estaba. Él me hizo varias cicatrices y me destruyó completamente cuando se aprovechó sexualmente de mí. Temo a los hombres por su culpa, me siento incómoda estando cerca de un alfa masculino y no sé si pueda ser capaz de superarlo alguna vez. Sólo deseo que mi pareja destinada no sea uno, yo... no podría soportarlo ㅡLea a su lado la abrazó y ella se dejó hacer, cerrando los ojos en el proceso y dejándose consentir. Mark fue el siguiente en hablarㅡ.
ㅡLa primera vez que me golpearon tenía nueve años. Papá era alcohólico, se echó a morir luego de que mi madre falleciera de cáncer y drenaba su dolor golpeándome. Estuve a punto de morir una vez, sin embargo, fui llevado a urgencias por mi tía. Me mudé con ella cuando me dieron el alta y continué con mis estudios muy lejos de mi padre; me gradué hace poco de la escuela y luego vine aquí para probar suerte. Quiero entrar a la universidad y sólo podría costear los semestres teniendo el sueldo que gano aquí. Fue un milagro que el señor Kim me admitiera, jamás lo hubiera pensado. Supongo que la suerte puede existir a veces ㅡSooBin encerró su mano en un agarre apretado y cálido, como el buen amigo en el que se había convertido para Mark, y cerró los ojos, apoyando su cabeza sobre la coronilla del menor de todos los presentesㅡ.
ㅡMi madre abusaba de mí ㅡdijo por lo bajo el chiquilloㅡ, esperaba a que papá se fuera a trabajar para encerrarme en su habitación y hacer de las suyas. Yo no podía defenderme, ella siempre decía que estaba bien, que no era algo malo, pero que debía guardar el secreto frente a papá porque si no lo hacía me metería en muchos problemas. Él la descubrió una noche, no esperaba que llegara temprano y se ha llevado la sorpresa de su vida. Papá enfureció, la alejó de mí y gritó mucho, la golpeó también mientras yo estaba ahí, desnudo, llorando y viéndolo todo. Los vecinos alertaron a la policía y ellos acusaron a mi padre de violencia doméstica.
»El juez lo encontró culpable y yo no pude hacer nada para ayudarlo, nadie me creyó, nadie le hizo caso al pobre mocoso llorón; pensaron que él me manipulaba y me metía miedo para ensuciar el nombre de mi madre porque era más factible creer en un omega que en un alfa iracundo... papá está tras las rejas sólo por haberme defendido de esa mujer, por quererme y protegerme. Quiero sacarlo de ahí un día, estudiaré derecho y luego demandaré a mi madre, yo... yo voy a devolverle su libertad.
Las lágrimas asomaron en sus ojos y el llanto llegó de forma inevitable.
Él estaba tan roto, tan solo y cargaba con tanto peso a cuestas siendo un pobre niño. Necesitaba a alguien en su vida que no lo lastimara, que lo escuchara y lo apoyara, y KyungSoo creía que ahí, luego de confesar esa parte tan dolorosa de su vida, había hallado a más de una persona que lo apoyaría en su camino, en el cumplimiento de sus objetivos. Serían sus hermanos, sus tíos, sus tutores, sus amigos... serían lo que él quería que fueran; no lo dejarían solo nunca más.
ㅡLo vas a lograr, SooBin... te vas a convertir en un hombre fuerte, listo y capaz y sacarás a tu padre de la cárcel, te lo prometo, ¿está bien? Él saldrá de ahí, tal vez no hoy o mañana, pero estará de nuevo a tu lado, ¿de acuerdo? ㅡafirmó KyungSoo con seguridad y el chico asintió, su rostro sonrojado bañado en lágrimas indetenibles y siendo ahora apoyado por Mark, que le secaba las lágrimas con parsimonia y lo arrullaba delicadamente, en voz baja, con cariñoㅡ.
Lea suspiró largamente y MinSung mantuvo su mirada sobre su comida sin terminar, pensativo, con el pesar fijado en su expresión, en su corazón, y Lea le dio un suave apretón en el brazo cuando SunMi se alejó de ella con los ojos hinchados y húmedos, pero significativamente más repuesta.
ㅡSupongo que es bastante tranquilizador, aunque suene un poco enfermo, estar en el mismo barco con más personas, ¿cierto? Todos tenemos tanta mierda encima que simplemente resulta aliviador no sentirse único en esto.
Secretamente, KyungSoo estuvo de acuerdo con ella.
.
KyungSoo se había quedado hasta tarde en el edificio porque había decidido ayudar a Mark y a SooBin con la limpieza de sus pisos.
Ambos tenían un par de oficinas sin ocupar, pero estaban llenas de cajas, papeles y muebles que debían ordenar y encontrarles sitio, por lo que KyungSoo acudió a sus llamados de auxilio y se dedicó a mover enormes escritorios y archivadores, temiendo que los muebles aplastaran al par de niños en el camino.
Estaba agotado físicamente cuando hubo acabado. Le dolía la espalda y los músculos de sus brazos ardían, pero a pesar de ello se sentía genuinamente satisfecho por haber sido de ayuda. Los tres se cambiaron de ropa y KyungSoo los acompañó hasta la estación de autobuses que solían tomar, bastante alejada de la empresa, pero queriendo dejarlos seguros en su camino hacia allá.
Se devolvió sobre sus pasos cuando los muchachos se subieron en su transporte y se puso en marcha para coger el subterráneo, temiendo y sintiéndose un poco incómodo al notar el cielo oscurecido.
Eso no era nada bueno, no para un omega solitario y sin pareja como él.
Suspiró, tratando de calmar su corazón, y apretó el ritmo de su caminata estando atento a sus alrededores, siendo extremadamente consciente de aquellas personas que lo rodeaban en su apogeo de ir a casa. Se abrazó con fuerza y casi grita de alivio al ver el subterráneo a unos pocos metros de distancia.
Fue entonces cuando una mano dura, fuerte y enorme se cerró alrededor de su muñeca y su cuerpo fue tirado en dirección opuesta, arrastrado hacia los edificios cercanos a KADI Corp.
Se permitió sentir terror y hacer presión para detenerse, para no seguir siendo trasladado lejos de la gente ni del subterráneo. Su corazón latía con dureza contra sus costillas, su rostro se había enfriado y palidecido y mierda, no podía detenerlo, no podía zafarse del agarre pétreo que lo impulsaba hacia adelante.
Quería llorar de angustia, sus ojos estaban calientes, amenazando con desbordarse mientras la espalda ancha delante de él lo llevaba hacia un callejón vacío, oscuro y frío y era empujado contra la pared de un edificio. Su boca tembló y las palabras no pudieron formarse para pedir auxilio debido a sus nervios.
Fue tomado rudamente por la mandíbula, su rostro fue echado hacia arriba y sollozó cuando notó unos rasgos mayores bien marcados y bañados en éxtasis y lujuria.
Un pulgar sucio y calloso recorrió su mejilla húmeda y un aliento fuerte y desagradable chocó contra su rostro. Su cuerpo entero tembló, su omega se encogió y un gemido inundado en dolor escapó de su garganta cuando llegó la explosión y el picor de una bofetada a su rostro.
ㅡAhora te vas a quedar calladito, cariño, no hagas nada estúpido y todo estará bien, ¿entendiste? Quieto.
Contrario a su orden, su llanto empeoró y se hizo más fuerte al sentir las manos grandes recorriendo sus muslos flojos, su cadera y colándose por debajo del suéter para tantear la piel de su pecho.
La boca podrida y asquerosa del tipo se dejó caer sobre su cuello, besando, lamiendo y mordisqueando la extensión de piel erizada por la repulsión, y KyungSoo se removió a pesar del miedo y la angustia porque no quería eso, porque necesitaba escapar y volver a casa.
KyungSoo no quería quedarse quieto y aguardar a que todo pasara, no quería manchar la pureza que le quedaba, no quería someterse una vez más, no por eso, definitivamente no para eso.
ㅡNo... no... ¡no me toques, no me toques! ¡Ayuda! ¡Ayúdenme, por favor, auxilio! ¡Suéltame!
El sonido de un nuevo impacto contra su rostro rompió el aire y KyungSoo jadeó cuando el dolor explotó de nueva cuenta en su mejilla; sin embargo, no se detuvo, no paró de luchar.
Se removió con más fuerza y desesperación, consiguiendo acertar un pisotón que lo hizo gruñir y volver a golpearlo, esta vez contra la pared, y sus manos se movieron, frenéticas, buscando desabrochar sus pantalones. KyungSoo lloró más fuerte, trató de golpearle la cara, hundir sus ojos con sus dedos, pero sus manos fueron sujetadas duramente por encima de su cabeza dolorida. Gritó cuando la pelvis del tipo chocó contra la suya y más lágrimas corrieron por su rostro cuando notó la erección contra su cuerpo.
Se sentía asqueado, ultrajado, mientras era sometido nuevamente y besado de forma húmeda y asquerosa.
Era tan injusto. Tan cruel.
ㅡPor favor, no... por favor... ¡por favor, déjame ir, déjame!
ㅡ¡Cállate, ¿no entiendes lo que te digo?! ¡Guarda silencio, maldición, y déjame disfrutar de esto, joder!
ㅡ¡No me toques, no lo hagas, déjame en paz, déjame ir, suéltam...! ¡Aah! ㅡexclamó cuando sintió un tirón y fue liberado del agarre que lo mantenía preso en su lugarㅡ.
No pudo evitar caer al suelo al perder el equilibrio y tampoco pudo retener las náuseas que lo llenaron de inmediato, así que no dudó en vaciar su estómago un segundo después junto a un cubo de basura.
Tan sucio, tan asqueroso.
Gemidos y golpes secos se escuchaban a un par de metros de distancia, pero KyungSoo no se animó a alzar la mirada. Se sentía tan débil y miserable que no podía moverse de su lugar.
Lloró mientras pensaba en su hermana y en BaekHyun, en lo preocupados que estarían por él si no regresaba, en el futuro de JiHyun, en la promesa que le había hecho. Lloró al recordar a su padre, siempre tan protector y cuidadoso con ellos, lloró por sus tontos ideales de mantenerse intocable en ese sentido, al ser invadido por el deseo de sólo ser visto y atendido por su pareja destinada.
Era un desastre tembloroso y sollozante en una esquina de un callejón apestoso. KyungSoo era una broma de hombre, una criatura destruida.
ㅡDios... Dios ㅡse quejó y suplicó continuamente, encogido en su lugar mientras abrazaba sus piernas, sintiendo dolor en su rostro caliente e hinchado, sin parar de llorar ni dejar de temblar en aquella oscuridad abrumadoraㅡ... por favor... por favor... haz que pare, que pare...
ㅡ¡KyungSoo! Hey, KyungSoo... maldita sea, ese hijo de puta... tu rostro. Dios.
Entonces escuchó una respiración agitada y dura y una voz conocida. Lo llenó el aroma fuerte y puro de la canela y su marca ardió sobre su piel cuando una mano cálida y conocida se dejó caer cuidadosamente sobre su hombro, acariciándolo con suavidad.
Su corazón agitado dio un vuelco que le robó la respiración y no se sintió capaz de alejar el toque, no pudo, porque en medio de toda esa mierda el contacto se sentía bien, tranquilizador.
Correcto.
ㅡEstá bien, está bien, pequeño, estoy justo aquí, estoy contigo. Ya ha pasado todo.
Recibió silenciosamente algunas caricias sobre su cabello y sus mejillas y no se quejó cuando fue tomado en brazos por Kim JongIn y fue llevado a un auto lujoso, caro y de color negro con sus ventanas polarizadas.
KyungSoo se encogió en su pecho, desbordado en lágrimas resentidas, y cerró los ojos cuando fue colocado en el asiento de copiloto y, posteriormente, asegurado con el cinturón sobre su pecho agitado. Fue vagamente consciente de JongIn rodeando el auto y dejándose caer a su lado antes de ponerse en marcha rumbo a quién sabe dónde. No le importó en ese momento, no ahora, sintiéndose tan destruido física y mentalmente, realmente ya nada tenía importancia en ese instante.
En un semáforo en rojo, JongIn había aprovechado para conectar el bluetooth de su celular y había llamado a alguien con una expresión seria e impenetrable. La voz de MoonByul se escuchó no mucho después en el vehículo.
ㅡ¿Señor?
ㅡByul, necesito que busques el número de contacto de la familia del señor Do y los llames. Infórmales que Do KyungSoo se encuentra conmigo y pasará la noche en mi departamento, que por favor no se preocupen y que él se encuentra bien. Mañana tendrán los detalles y explicaciones de lo ocurrido, ¿de acuerdo?
ㅡOh... sí, señor, de inmediato.
ㅡGracias, buenas noches y discúlpame por molestarte a esta hora.
ㅡNo se preocupe, señor Kim, está bien.
ㅡVale, adiós.
ㅡAdiós, señor.
La llamada finalizó entonces y KyungSoo se atrevió a mirar a su acompañante, más silencioso ahora que se sentía a salvo, pero sin dejar a un lado su desahogo personal. JongIn lo miró de reojo, consciente de su observación, y puso el auto en marcha cuando la señal del semáforo cambió a verde.
ㅡLamento si he sido un poco atrevido, creí que sería mejor curar sus heridas y darle un cambio de ropa y descanso antes de que se enfrente a su familia. No hay segundas intenciones en mis actos... ¿puedes creerme, KyungSoo? ㅡpreguntó suavemente, en un tono bajo, honesto y dulce, y KyungSoo le creyó. No sabía por qué, y definitivamente no tenía idea de por qué sentía confianza y seguridad a su lado, pero estaba confiando en él, estaba aceptando aquello porque lo creía un buen hombreㅡ.
JongIn era diferente, lo sabía, lo había presenciado con su propia carne al ser rescatado de aquél hombre, y ahora estaba cuidándolo.
KyungSoo no podía creer en muchos alfas, joder, no creía que pudiera darle muchos votos de confianza a alguno, pero con JongIn todo era tan nuevo, distinto, refrescante y relajante que no podía hacer más que permitirle encargarse de él en ese momento.
No podía recurrir a nadie más ahora mismo, así que aceptaría a su jefe con los brazos abiertos luego de que éste se arriesgara sin dudarlo para salvarlo. Merecía un voto de confianza, realmente lo hacía.
Asintió en silencio y él le dio una pequeña sonrisa reconfortante, a pesar de la oscuridad notable en su mirada y el apretón duro sobre el volante. KyungSoo no pensó demasiado en ello y apoyó la sien en la ventana a su lado, cerró los ojos y simplemente se quedó ahí, aguardando por algo distinto y nuevo, por una cura para su corazón.
Había dejado de llorar para cuando llegaron al edificio donde residía el alfa.
Era inmenso, precioso y caro, imponente y gigante. Una montaña de color azul que se confundía con negro debido a la oscuridad de la noche. JongIn aparcó su auto en el estacionamiento y lo ayudó a salir, aunque no fuera necesario, sosteniéndolo por la muñeca con agradable amabilidad.
Cerró los ojos, ignorando nuevamente el ardor en la zona tocada por sus palmas cálidas y el desenfreno en su pecho, y se dejó guiar en silencio hacia los elevadores. JongIn marcó el botón con el último piso y la caja metálica no tardó en ponerse en movimiento.
Allí pudo observar su reflejo a través del espejo pulido. Su cara estaba maltratada e hinchada, con marcas de golpes sobre su piel pálida. Había un rastro de lágrimas ensuciando sus mejillas, su ropa estaba desarreglada y arrugada y sus pantalones estaban desabotonados. Era un desastre; KyungSoo sentía vergüenza de sí mismo.
Notando su aflicción, JongIn se atrevió a abrazarlo por los hombros y KyungSoo se dejó caer sobre su costado, cerró nuevamente los ojos, censurando su visión de aquella fea imagen, e inhaló una gran bocanada del aroma del más alto para intentar calmarse una vez más.
Segundos después fue conducido por un amplio ático de pisos baldosados, grandes sofás en una sala de estar aún más grande sobre una peluda alfombra gris, un ventanal espectacular con un piano de cola blanco a su lado, un balcón en el segundo piso y una gigante cocina con electrodomésticos de primera. Ahí todo era de tamaño colosal y aspecto caro; no obstante, le daba un aire cálido y cómodo propio de un hogar.
KyungSoo no supo cuánto tiempo estuvo abstraído por todas las cosas a su alrededor, pero fue el tiempo suficiente como para permitirle a JongIn prepararle un té y extenderlo en su dirección con una pequeña sonrisa.
ㅡAquí. Bebe esto, te hará sentir mejor. Puedes sentarte en el sofá; ponte tan cómodo como si fuese tu propia casa, por favor. Yo iré a buscar el botiquín de primeros auxilios para curar tus heridas, ¿bueno? ㅡasintió, aferrándose a la delicada y tibia porcelana entre sus manos mientras se sentaba en el cómodo mueble y JongIn le dedicó otra sonrisa antes de perderse en quién sabe qué parte del lugarㅡ.
Una vez solo, KyungSoo se dedicó a tomar su té humeante y fragante. Estaba bien, era delicioso y su cuerpo comenzaba a entrar en calor. Sorbió por la nariz, sintiendo como sus mocos se aflojaban de forma desagradable y miró sus muñecas lastimadas con una mueca.
Dolían mucho. La piel estaba maltratada, sonrojada y las huellas de las manos de su atacante se mantenían impresas sobre la superficie pálida y delicada. Esas manos rojas se habían unido a sus cicatrices numerosas y ahora tenía innumerables marcas que ocultar.
JongIn apareció en ese momento con una pequeña carga entre sus manos. Tenía el botiquín y sobre él una muda de ropa y una toalla, además de un par de pantuflas pequeñas y mullidas. Lo colocó todo su lado sobre el sofá y se remangó la camisa, aparentando tranquilidad.
Reparó entonces en lo guapo que lucía sin el saco y la corbata, con una imagen más relajada que lo hacía verse mucho más joven. A KyungSoo verdaderamente le gustó verlo así.
ㅡCreo que sería bueno si antes te das una ducha; supongo que quieres asearte, ¿verdad? ㅡy KyungSoo también había notado la falta de formalidades a la hora de dirigirse a élㅡ.
ㅡEs lo único que deseo en este momento ㅡse sinceró en voz baja y JongIn asintió, comprendiendo de inmediatoㅡ.
ㅡDe acuerdo. El baño más cercano se encuentra en aquella puerta, justo frente a nosotros. Puedes usarlo con confianza. Ahí tienes a tu disposición una barra de jabón y champú. Mientras te aseas, yo prepararé la cena.
Bajó la mirada a sus manos y la bebida en ellas y KyunSoo se perdió por un segundo en su mente, en lo asqueado y sucio que aún se sentía, en la desesperación naciente por limpiarse y borrar todo rastro de aquellas caricias y besos indeseables.
Se estremeció al sentir aquello en su piel, tan vívidamente que temió que se estuviera repitiendo, y JongIn se sentó a su lado con precaución, colocó la punta de su dedo índice en el centro de su frente y con ello estaba de vuelta a la realidad. Su mirada hablaba sobre preocupaciones y atenciones y KyungSoo trató de relajarse para no causar mucha más relevancia a los sentimientos perturbadores que llenaban a su acompañante.
ㅡHey, trata de mantenerte aquí conmigo y de no pensar. Te harás daño si revives lo ocurrido. Lo que importa es que estás bien y ahora te encuentras a salvo, ¿de acuerdo? No lo recuerdes, KyungSoo, trata de ocupar tu mente en mí y en lo deliciosa que quedará la cena para los dos. Sé que no soy el más indicado para pedirte que hagas esto, también sé que no es fácil para ti, pero quiero que te encuentres mejor.
Y él lo pensó. Sopesó sus palabras y buscó fortaleza en el almacén empobrecido en su interior. Afortunadamente aún había algo de eso, así que lo tomó y le dio uso.
Al final, KyungSoo decidió hacerle caso por el momento. Él decidió olvidar una vez más.
Su sonrisa y su mirada valían la pena, era algo bueno para recordar, para revivir, su rostro agraciado, su aroma y su voz... eran buenas cosas en las que pensar.
Asintió y el más alto retiró la tacita pobremente llena de sus manos, la colocó en la mesa frente a ellos y KyungSoo se puso de pie, tomando la ropa y las pantuflas que JongIn amablemente había buscado para él.
Abrazó las prendas contra su pecho y hundió la nariz en ellas. Canela, limpio y una textura suave y cómoda. Era sencillamente el paraíso.
ㅡYo... muchas gracias por todo, señor Kim, realmente... yo no sé qué hubiera pasado si...
ㅡEstá bien, no tienes que agradecerme por nada. Y puedes llamarme JongIn, estamos fuera de la oficina así que he dejado de ser tu jefe, además, eres mayor que yo por dos años y puedes tutearme con total tranquilidad ㅡle guiñó un ojo y KyungSoo trató de reprimir la pizca de emoción en su corazón, sin éxito algunoㅡ. Ahora ve al baño, yo iré a la cocina y nos encontraremos ahí cuando estés listo, ¿vale?
ㅡVale.
ㅡHecho.
Así, ambos tomaron rumbos distintos.
KyungSoo se metió en el baño silenciosamente y suspiró al ver que, al igual que el resto del ático, el espacio ahí era amplio, limpio y cómodo.
Se desnudó luego de asegurar la puerta y colocó su ropa en el mesón del lavamanos, luego se metió en la ducha y dejó que el agua fría empapara su rostro y su cuerpo sudado.
Aprovechó la esponja corporal que se encontraba ahí y se restregó duramente la piel enjabonada hasta dejarla roja y sensible, y aunque dolía un poco al tacto, se sintió significativamente mejor después de ello.
Lavó su cabello con el champú a su disposición y lo suavizó con el acondicionador, y cuando lo creyó necesario, cerró el paso de agua y comenzó a secarse, sintiendo repentinamente a su estómago gruñir. Realmente estaba hambriento, después de vaciar su mente y deshacerse de los recuerdos, él podía sentir hambre. Podía notar otras cosas.
Una vez seco, cogió el boxer nuevo y se lo puso, luego la pijama, un conjunto un poco amplio, pero que se le ajustaba bastante bien a las caderas, de color azul y con figuras de ositos y pingüinitos estampados; era bastante infantil para pertenecerle a un hombre en sus treinta años, pero de alguna forma resultaba ser adorable y lindo.
Secó su cabello húmedo con la toalla, que luego colocó en la cesta para las toallas sucias a su derecha, cepilló sus dientes con un cepillo sin usar para deshacerse del olor agrio y desagradable del vómito y se calzó las pantuflas suavecitas antes de salir de ahí.
Afuera el aroma a comida se había reunido con vigor. Había un chisporroteo animado llegando desde alguna parte y su corazón dio un vuelco al escuchar Fly Me To The Moon en las bocinas. ¿A JongIn le gustaba ese tipo de música? Era algo bastante emocionante porque KyungSoo disfrutaba verdaderamente de ella. Le recordaba a su infancia junto a sus padres, le hacía sentir seguro y feliz.
Se acercó tímidamente a la cocina, sintiéndose mejor ahora que estaba limpio, y se quedó pasmado al ver al alfa cocinar.
Era la masculinidad pura y perfecta desenvolviéndose sin preocupaciones en una cocina, bailando al ritmo de la música sin dejar a un lado la concentración en su trabajo sobre la sartén.
Era tan hermoso, hermoso e increíblemente magnífico haciendo lo más básico del mundo. KyungSoo quería conservar esta imagen para toda la vida.
JongIn lo miró de reojo al sentirlo llegar y una sonrisa se plasmó en sus labios gruesos y rojos, le señaló el banco tras la barra y luego dijo con su característica amabilidad:
ㅡSiéntate, esto casi está. Espero que no te molesten las frituras a esta hora, porque es lo único que he hecho.
KyungSoo sonrió al comprobar sus palabras por su propia cuenta, notando las papas fritas en un plato enorme y las piezas de pollo ya listas a su lado. Lo único saludable que consumirían sería una ensalada sencilla, pero a KyungSoo no pudo importarle, mucho menos hizo caso a la hora mostrándose en el reloj del mesón de la cocina.
No podía ser un quisquilloso por cosas como aquellas teniendo un pasado en el que muchos días tuvo que pasar hambre para alimentar a JiHyun. Era lo de menos.
ㅡNo me molestan, así que no debe... no debes preocuparte, JongIn.
ㅡ¡Genial! Eres del tipo de hombres que me agrada ㅡdijo con comodidad y seguridad y luego apagó la hornilla de la cocina y sacó las últimas piezas de pollo de la sartén para dejarlas sobre papel absorbente por un momento mientras preparaba lo demásㅡ.
Le llevó un plato lleno con comida y un poquito de salsa de tomate, además de una jarra llena con jugo de durazno y un par de vasos, y luego él le hizo compañía a su lado con su propia comida y una sonrisa satisfecha en los labios.
ㅡEso es todo, ahora a comer.
No tuvo queja alguna por el sabor de la comida. El pollo estaba más que delicioso, demonios, era la gloria misma, tan bueno que más de una vez había soltado un pequeño y vergonzoso gemido de deleite puro ante la explosión inigualable de sabor en su boca.
Eso había hecho feliz a JongIn (que nunca camufló sus sonrisas amplias y complacidas al ver sus gestos llenos de placer), y ambos disfrutaron de ello cómodamente, con tranquilidad y sin necesidad de hablar, sólo escuchando a Sinatra de fondo y alcanzándose los vasos de jugo entre sí.
KyungSoo trató de no mirar demasiado al hombre a su lado porque no quería incomodarlo ni incomodarse a sí mismo; sin embargo, se sentía tan agradecido y tan embelesado que era imposible no hacerlo, no apreciarlo y deleitarse con su imagen viril, con sus dedos masculinos sujetando las piezas de pollo y sus antebrazos desnudos...
KyungSoo se envaró en su lugar, estático y dejando caer su propio alimento al ver con incredulidad y el corazón en la garganta el tatuaje grisáceo sobre la piel bronceada de la muñeca de JongIn.
Sus ojos se ampliaron, porque la imagen era conocida, era jodidamente idéntica a la suya, su marca de pertenencia, y eso no podía ser, era sencillamente imposible porque JongIn tenía una pareja estable, JongIn no estaba a su alcance y el llamado de su alma y el despertar de sus instintos estaban allí por una simple atracción que debía ser pasajera, no por eso, no porque ellos estuvieran destinados... eso definitivamente tenía que ser un error, debía serlo, no podían...
ㅡ¿Pasa algo, KyungSoo, te sientes mal? Te ves algo pálido ㅡla preocupación llenó su voz y KyungSoo, sin salir de su letargo, extendió sus manos temblorosamente hacia el brazo del menor y tanteó con su índice el grabado eterno en su pielㅡ.
JongIn se quedó muy quieto, dejándolo hacer sin perderlo de vista ni por un segundo, y KyungSoo jadeó sonoramente al sentir el relieve e hinchazón de la marca bajo sus dedos. ¿JongIn podía sentir lo mismo que él? ¿Cómo su marca palpitaba y se alzaba en su presencia? Era algo estúpido de tan solo pensarlo, pero era una casualidad demasiado increíble.
ㅡ¿KyungSoo?
ㅡTu marca...
ㅡ¿Sí? ¿Tiene algo malo? ¿No te gusta?
Todo lo contrario, a KyungSoo le encantaba interiormente, y ese era el problema.
Se mordió el labio inferior y se separó un poco de JongIn con las mejillas frías y el corazón martillando contra sus costillas, y lentamente y de forma cuidadosa, alzó la manga de la pijama y le mostró su propia muñeca, donde un tatuaje exactamente igual quedaba plasmado sobre su pálida piel.
ㅡLa mía es idéntica.
En la zona exacta, del tamaño exacto y una coloración idéntica.
No podía haber duda alguna. Aunque sonaba ridículo, como una mala broma y un chiste del destino, KyungSoo había encontrado a su pareja destinada, y este no era nada más y nada menos que su jefe, un hombre millonario en una relación estable.
Simplemente genial.
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