Giro # 2
Al fin estaba en el pueblo, rodeado de su gente. Habían varios vendedores ambulantes, niños corriendo y personas simplemente caminando por las calles.
Jimin mostró su mejor sonrisa a todos, abrió sus manos como pidiéndole un abrazo al aire.
Un chico que recogía piedras en el suelo lo vio y no perdió el tiempo en dejar de pensar que parecía un total estúpido haciendo eso.
Astutamente se acercó, pensaba que era un comerciante adinerado o quizás un pariente de la nobleza.
—¿Tiene oro? —preguntó señalando sus bolsillos.
—¿Quiere oro?
—Si —asintió varias veces desesperado— ¿Tiene?
—Ahora mismo no tengo amigo mío.
Jimin lo dejó atrás con la palabra en la boca y dándole unas palmaditas en la espalda.
Se metió dentro de la multitud. Vio varias mercancías con un precio demasiado elevado para la baja calidad que tenían y protestó por ello, recibiendo una desagradable respuesta de los vendedores.
Probó varios platos caseros para nada iguales a los de la realeza y sintió ganas de vomitar. Cómo la comida podía saberle tan asquerosa ¿Qué comían estos hombres y mujeres?
—¿Cómo no me va a pagar? —protestó la mujer al Jimin negarse a pagarle—. Si comió aquí debe pagarme.
—Señora con el debido respeto, su comida sabe horrible. No puedo pagar un servicio que me parece poco satisfactorio.
—Es usted un maleducado —aseguró la señora—. Si le sabía mal porque se la terminó de comer. La hubiera dejado desde el primer momento. Joven grosero. No me pague, no lo necesito, pero no lo quiero volver a ver.
A Jimin le estaba empezando a molestar haber venido a visitar su pueblo. Las personas le parecían demasiado egocéntricas, la comida apestaba y los productos necesitaban ser cambiados.
En cuanto fuese rey debía cambiar todo. Cuanto trabajo, pensó.
La noche volvía a caer, Jimin aún no conseguía donde dormir. Se acercó a un grupo que estaba sentado en el suelo en forma de círculo.
Le causo curiosidad aún más , al ver cómo hacían girar una botella en el centro.
En cuanto la botella se detenía, dos de esas personas se apartaban de los demás y se metían dentro de una casa y no los volvió a ver salir dentro de mucho tiempo.
Jimin pensó que seguro era una especie de forma para poder quedarse a dormir en ese lugar.
Entonces quiso formar parte de ese convenio por así llamarlo.
-
Quedaban en el círculo cinco personas quitando a Jimin: tres chicos y dos chicas.
—¿Podría participar? —preguntó humildemente, no espero respuesta, se sentó sin más. Pensaba que nadie se negaría a brindarle hospedaje.
—Una cara nueva —dijo alarmadamente una de las chicas—. Es guapo —le sonrió—. ¿Cómo te llamas?
—Jimin —contestó—. Me gustaría una habitación con una cama matrimonial, por favor.
Todos se quedaron con la boca abierta al ver con la gran honestidad que hablaba Jimin.
—¡Eres de los míos! —uno de los chicos gritó, era el más fuerte y grande de todos—. Mi nombre es Seok Jin, solo dime así, no digas mi apellido. Estos dos son : YoonGi —parecía callado y no le hizo mucho caso al pelirubio—. Y este es Jungkook — Este último no paraba de mirar a la chica que había recibido a Jimin, se le notaba que tenía algo pendiente con ellas.
—¿No nos presentarás a nosotras? —él negó y ella se quitó su zapato para lanzárselo—. Mi nombre es Cheil —se señaló muy entusiasmada—. Ella es Hili, mi hermana. Si tienes suerte conocerás a nuestras otras dos hermanas. Aunque no creo que salgan de allá dentro.
—No saldrán —afirmó Jungkook y le dedicó una mirada algo lasciva a Cheil—. Así seremos tú y yo si conseguimos entrar juntos.
—No estés tan seguro , Jungkook —lo atacó.
Jimin estaba desesperado por ir al baño. Se mordía los labios y jugueteaba con sus dedos. Cheil lo notó nervioso y le tocó un hombro.
—¿Estás bien, pequeño? —se notaba preocupada. Jimin asintió—. Él me gusta —le susurró esto último a su hermana y Jungkook dejó de verla y comenzó a ver al futuro rey. Le comenzaba a caer mal.
—¿En qué consiste esto? —preguntó el rubio señalando la botella.
Jungkook recogió el objeto del centro y sirvió su contenido en un vaso.
—La botella decide quiénes entran en la casa —afirmó—. Si no entendiste —dijo al ver cómo abría los ojos—. La boca de la botella señala a una persona y la parte de abajo señala a la otra. A la persona que le toque la boquilla debe decidir lo que harán adentro.
—¿El trato?
—Exactamente —dejó escapar una risita—. Pero me doy cuenta de que estamos desiguales. Hay cuatro chicos y dos chicas.
—Algunos formarán pareja —susurró YoonGi soñoliento.
—Gíremos la botella —anunció Jungkook—. El que se quede afuera hoy no dormirá calentito.
Jimin debía tener fe en que lograría entrar en esa casa, ir al baño y poder dormir calentito costara lo que costara.
En cuanto la botella se detuvo, quedó la boca para Jimin (no pudo dejar de saltar de la alegría) y la base para Cheil.
Jungkook puso mala cara y Cheil se levantó muy feliz. Le acercó la mano a Jimin para ayudarlo a levantarse y este cedió.
Dentro de la casa, se quedaron en la sala. Cheil cerró esa parte con cortinas y se sentó al lado de Jimin. Su cara mostraba una sonrisa tímida y sus ojos lo veían expectante.
—No se como hacer el trato —reveló.
—¿Cómo no vas a saber? Eres un hombre.
—El género no incluye este tipo de cosas.
—A mí me parece que sí, porque son más liberales que nosotras.
—¿Donde queda el baño?
Cheil se metió un pelo tras su oreja.
—No me imaginaba que me hiciera este tipo de propuesta, mi señor —su sonrisa ocultaba algo, se tapó la boca con su mano—. Vamos al baño.
Cheil lo guió hasta al baño e intentó entrar detrás de él, pero Jimin la detuvo.
—Solo yo, por favor —le cerró la puerta en la cara.
Jimin estaba más tranquilo y despejado. Vio su reflejo en el agua de la palangana del baño y vio que de su nariz caía sangre. Se la limpió y maldijo, seguro era debido al insecto que le había picado.
Volvió a la sala con Cheil, está lo esperaba sentada de una forma diferente. El hanbok de ella estaba ligeramente levantado dejándole ver una pequeña parte de sus piernas. Eso sería una gran vista para cualquier hombre, pero no para Jimin.
—¿Qué hace? —preguntó.
—Nada —dijo volviendo a una postura normal—. ¿Planeas hacer algo conmigo esta noche?
—¿A qué te refieres?
—¿No jugarás conmigo?
—¿Jugar? —alzó una ceja—. No creí que quisieras ¿A qué quieres jugar?
—¿Cómo no voy a querer? —chasqueó su lengua —. Estoy esperando a que juegues conmigo desde que entramos. Cómo sea —bufó—. Yo decidiré cómo jugar.
Cheil se acercó al futuro rey y sin pedirle permiso tocó el lazo que que amarraba su hanbok. Comenzó a desatarlo con cuidado y lo comenzó a desvestir.
Jimin pensaba que estaba haciendo el trabajo de una sirvienta, ya que estás lo desvestían así, pero le molestaba que lo hiciese tan rápido.
Cheil al terminar de quitarle toda la ropa, no dudo en dejar una marca en su cuello, después de morderle.
—¿Por qué tan silencioso? —preguntó ella.
—¿Por qué no lo estaría?
—¿No te dolió?
—No ¿Qué hiciste?
—Te hice un chupón.
Los labios de Cheil se volvieron morados y de ellos comenzaron a nacer unas venas azules que se esparcían por todo su rostro. Su cabeza se inflaba y se notaba en sus acciones que le costaba respirar hasta que explotó. Toda su sangre ensució las paredes y a Jimin, quien después de pestañear dos veces comenzó a gritar.
Salió de la sala corriendo y se detuvo en seco al ver como sobre el suelo estaban Hili y Jin en pleno acto sexual.
Sin embargo, no le hizo mucho caso a eso y les gritó que Cheil había explotado. Ninguno les creyó y continuaron en lo que hacían.
Jimin no sabía que hacer. Se encontraba casi desnudo, despeinado y cubierto de sangre.
Se abrazaba así mismo por el frío de la noche, en cuanto sintió un ligero roce en su cuello. Una daga había tomado por sorpresa. Estaba hincándole en el cuello, tiernamente hasta que cortó un centímetro y del susto el atracador dejó caer el arma al suelo.
—Me asustaste —Dijo Jimin al ver quien era.
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