C a t o r c e
Se miraron entre ellos;
Mierda, si, sólo eso les faltaba. Era tiempo de pánico, mucho pánico.
Bakugou pudo ver mil y una revistas con letras rojas y grandes:
URAVITY PROVOCA DIVORSIO A LA MILLONARIA FAMILIA DE LOS TODOROKI
Dentro de ambos algo explotó, ochako estaba temblando, estaba bien frita si había sido su culpa el origen de la disputa que los llevó a una decisióntan drástica, Katsuki estaba revisando las tendencias de twitter como paranoico rezando no ver un Twitt pretencioso, y Youta,Youta miraba dudoso su celular, ansioso.
No sabía que escribir, como apoyarlo, ojos raros era tan delicado como un copo de nieve, no quería hacerlo sentir peor. Un rojo invadió sus mejillas de forma salvaje, estaba sintiendo culpa, culpa por haber arrastrado a su amigo a los problemas.
¿Espera, amigos? Se cubrió la cara, la había cagado enserio.
—En un rato regreso.
Sus padres voltearon aterrados, su retoño se ponía la chamarra de su padre y se dirigía a tomar las llaves.
Sus dedos se cerraron y sólo miró como las llaves flotaban. Ay no.
Con el pecho al frente y esa aura aterradora y seria estaba su madre interceptando la puerta.
—Eso si que no, jovencito. Suficiente hicimos con lo de esta mañana, si Momo te llega a ver te arranca la piel.
Katsuki lo tomó del hombro —no seas idiota, deja que el agua se calme.
Los miró como un cachorro regañado.
—¡Sus padres se van a divorciar, si ustedes hicieran eso! —oh no, había comenzado a imaginarlo ¿qué haría él sí sus padres se...
Esas cejas redondita de husky enojado se relajaron, de un imponente muro de hierro pasó a ser un chocolatito derretido. Las lágrimas se asomaron por sus ojos desconcertado a sus papás.
—¡No quiero que se divorcien, los amo mucho, son demasiado geniales!
En menos de un segundo tanto como Ochako y Katsuki estaban abrazando a su hijo. Katsuki dando palmaditas en su cabeza y Ochako dándole besitos en sus mejillas.
El mundo se le iría encima, seguro que Youta querría a un fiel amigo acompañandolo.
—Mamá, papá, no quiero que esté solo.
Y Bakugou arrancó enérgico la motocicleta —ponte el casco, mocoso.
Emocionado abrochó el casco y se aferró a la cintura de su padre, miró esperanzado a su mamá diciéndole adiós con confianza y escondió su rostro en la espalda de su papá. Olía tan bien, olía a estilo puro, a caramelo amargo y dulce café.
¡TAN GENIAL! ¡ZERO GROUND ERA TAN GENIAL EN SU ÉPICA MOTOCICLETA! ¡Y EL, UN SIMPLE MORTAL ESTABA DETRÁS SOBRE SU INCREÍBLE MOTOCICLETA A PUNTO DE EMPRENDER UN VIAJE ÉPICO!
Hay más de uno que vendería su riñón por un momento así, y el estaba ahí, apuntó de explotar de felicidad al caer en cuanta que la mismísima Uravity y Ground Zero eran sus padres.
El brillo en sus ojos llenos de emoción se notaban a millas.
El motor rugió y sonrió de oreja a oreja. Hiban a toda velocidad, esquivando carros y dando vueltas inclinadas.
—¡Ojalá un paparazzi nos vea y estemos en la portada de una revista! —chilló eufórico abrazando más fuerte a su papá. —¡Tengo que posar, de una forma tan cool como tu papá!
Empezó a hacer las poses más épicas que venían a su cabeza, hasta que miró por el pequeño espejo de la derecha.
Su papá siempre estaba serio o con el seño fruncido aunque su estado de ánimo no fuera el estar enojado, no aguantó la felicidad cuando una pequeñita sonrisa nació de su padre.
SU PADRE ES GROUND ZERO.
EL MISMÍSIMO LO LLEVABA GROUND ZERO EN SU MOTOCICLETA A CASA DE UN EXTRA
Sentía que vomitaria arcoíris.
El recorrido terminó y bajó decepcionado, ni un paparazzi.
—Bien, te ayudo a subir.
Miro confundido a su papá, pensó que lo harían como la gente bien, como mamá. Sonrió malicioso y subió a las manos de su padre que lo impulsó sobre la barda.
Era tan cool, sintió un flechazo al corazón.
—Tienes quince minutos.
Le mostró el pulgar a Bakugou y ágilmente saltó hasta el barandal de la azotea. Los ricos son tan ricos, pensó molesto mirando el enorme lugar, dónde podría estar el ojos raros?
Avanzó sigiloso y el aire le hizo percibir ese suave olor a menta. Corrió enérgico y saltó sobre la ventana de cortinas grises, ojalá que no sea la perra de coleta sino tendría que explotar su cara de amargada.
Se enredó y cayó de frente ¿por qué mierda los ricos usan cortinas tan grandes y estorbosas?
—Me lleva la puta madre —gimió aterrizando al suelo y levantando el rostro. Su nariz dolía, seguro que estaba roja.
La cara de ojos raros era invaluable, se río burlón pensando en el porqué no había llevado su teléfono para grabar esa cara tonta y sorprendía.
—¡¿Q-Qué haces aquí!? —secó sus lagrimas de inmediato e intentó ocultar el rojo de sus mejillas.
Se levantó perspicaz y sonrió triunfante —tu madre se pueden ir a la mierda. Pero no te preocupes, porque yo estoy aquí —posó drámatico y extendió su mano a los lindos ojos bicolor del extra irritados por el llanto.
Nervioso tomó la pequeña bolsita y miró ingenuo a Youta. —¿Qué es?
Sonrió mostrando los colmillos —¡Muajajajaja! ¡Drogas, que más!
Se sentó a su lado en esa enorme cama de sábanas blancas y se recargó en el hombro de su amigo —si, drogas.
Estaba tan cerca, podía mirar cada pestaña de sus ojos caramelo, miró avergonzado la bolsita entre sus manos, huyendo de la mirada burlona de Youta.
Lo abrazó por el cuello —¡Eres muy incrédulo, ojos raros! Es obvio que no son drogas —le quitó la bolsita y la abrió victorioso. —Es café envuelto en chocolate.
Ojos raros miró dudoso y tomó uno para meterlo a su boca.
—Mamá siempre me daba una de estas cuando me sentía triste —se dejó caer al cama y jaló al chico para que quedara recostado junto a él. Suspiró tranquilo y se dio la vuelta a ver...
Estaba color de las fresas, de sus ojos se asomaban lágrimas pequeñas y su cabello negro cubría sus cejas, parecía una obra de arte, pensó Youta.
Le flechó verlo tan herido, sintió ese instinto de protección surgir desde el fondo de su pecho.
—No te preocupes, todo saldrá bien, ya verás. Que sus problemas no te afecten, además recuerdo que eres mi amigo, puedes llamarme cuando quieras —sonrío amable. —Excepto los domingos, esos días son para mi mamá y papá.
Era tan jodidamente amable ¿por qué? Si es quien siempre anda malhumorado gritando en el salón y haciendo muecas de disgusto, y ahí estaba, dándole ánimos con una bolsita de Liverpool llena de café con chocolate.
—Me caes mal —dijo despacio intentando mirar a otro lado ¿qué no sabía lo que era el espacio personal? ¿Por qué tan cerca? Miró un poco molesto el rostro de Youta, con esa sonrisa burlona como si lo conociera todo, iba a abrir los labios para decir algo, pero sus palabras se congelaron al ver como su rostro se acercaba.
Sintió que su alma dejaba su cuerpo de la vergüenza. Los labios de Youta, los labios de Youta, pensó como disco rayado al ver que se acercaban.
La burbuja rosa crecía más dentro de su estomago, hasta que reventó junto a la frente que se pegó a la suya.
Le causó algo de molestia —¿Por qué haces eso?
Youta se alejó confundido y algo apenado, sabía que era algo infantil en ocasiones. —¡Te estoy apoyando¡ ¡Los conejos se piden perdón chocando sus frentes, los gatos se saludan chocando narices!
—¡Tu no eres un gato o un conejo! —de pronto esa tristeza y frustración se estaba volviendo enojo.
—¡No, pero para mí significa que te apoyo! —¿qué le pasaba? Sintió que su gesto fue menospreciado.
Ojos raros afiló la mirada acusatorio.
¿Por qué se sentía tan desilusionado?
Youta estaba perdiendo la paciencia, venía con perfectas intenciones.
—Ten más respeto por el espacio personas, no puedes ir por ahi entrando a casa ajenas.
—¿Qué?
Todo se fue a la mierda, no tenía tiempo para un ricachón mimado, enojado e insultado se levantó de la cama y caminó rápido a la terraza:
—Vete a la mierda, que tus mosos te limpien los mocos —gruñó para después saltar.
Sólo miró como él cayó ágilmente y trepó para huir. Aún así se sentía burlado, le dolía un poco el pecho ¿por qué?
Era culpa, así que escribió mil veces un texto para enviar disculpas.
Pasaron dos horas y solo veía su celular preocupado, se rindió y se metió a dar un baño. Su celular vibró a los minutos y corrió a abrir el mensaje:
Youta:
Come caca
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