20 - El niño que no tuvo opción
Abrí mis ojos, pestañeando con lentitud. No tardé en acostumbrarme a la poca iluminación del ambiente. Con solo echar un vistazo supe que me encontraba en la habitación de antes. Las paredes sucias, la luz titilando, la puerta metálica, todo estaba exactamente igual.
Cerré mis ojos con fuerza e intenté no entrar en pánico, regulando mi respiración. No servía de nada si no lograba conservar un poco de calma. Necesitaba la cabeza fría... sin importar cuánto miedo tuviera.
Me arrastré hacia una de las paredes, donde recargué la espalda con cansancio. El movimiento me hizo notar una sensación molesta en la muñeca. Una mueca fastidiada apareció en mi rostro y un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando una leve sospecha se instaló en mi pecho.
No. Por favor.
Con lentitud, como si tuviera temor de confirmar mis dudas, llevé la otra mano hacia mi muñeca. Mi respiración se cortó al sentir el frío metal, lo cual era tan extraño, pero a su vez tan predecible.
—Tiene que ser una maldita broma.
Pero no lo era.
Ojalá lo fuera.
—¡Voy a matarte, Viktor! —grité con furia, mirando la cámara.
—Conoces las reglas —respondió desde el otro lado. —Ya no tienes el implante, pero sí un brazalete. Es básicamente lo mismo.
Chasqueé la lengua, enfadada.
Otra vez tenía un maldito aparato controlándome, como si nada hubiera cambiado. Como si Hydra aún me estuviera acechando. Lo odiaba. Odiaba todo lo que estaba sucediendo. Sentía ganas de gritar y de destrozar todo lo que tenía a mi alrededor.
Estaba furiosa y me sentía impotente... asustada. Pero sabía que perder el control era lo peor que podía pasarme en este momento. No podía dejar que mis sentimientos me gobernaran.
—Déjame adivinar —fingí pensar, intentando sonar calmada. —Si me lo quito, moriré.
—Nos vamos entendiendo —dijo, burlesco. —Si giras la muñeca probablemente sientas algunos piquetes. Bueno, son agujas incrustadas en tu piel. Un mal movimiento cortará tus venas y morirás desangrada antes de que puedas escapar.
—Taaaan predecible.
—Descansa un poco. Tú y yo aún no hemos terminado —murmuró y se sintió como una sentencia.
—No, aún no —susurré para mí misma.
Que ni crea que podrá salvarse de esta. Lo mataré con mis propias manos.
Me puse de pie. En cuanto lo hice, mi mirada recayó inconscientemente sobre la puerta. Ahora sabía que sólo podía abrirse desde el exterior. No podía derribarla a golpes, el metal era demasiado grueso y yo me encontraba demasiado débil. Apenas podía levantar mi maldito trasero del suelo.
No podía seguir aquí. Lo que sea que Viktor pensaba hacerme, presentía que sería peor de lo que Hydra me hizo en el pasado. Sus métodos eran mucho más dolorosos... y perturbadores. Hydra nunca tuvo en cuenta la ética o la moral, pero Viktor ya era otro nivel. La forma en la que hablaba sobre mis poderes hacía que mis vellos se erizaran. Sonaba tan cínico, tan peligrosamente obsesionado.
Era la definición literal de «científico loco». La personificación misma.
Me ubiqué en medio de la habitación. Observé las cuatro paredes con detenimiento, buscando algo que pudiera ayudarme. Irregularidades, agujeros, grietas, lo que sea. Hasta la más mínima cosa podría ser importante para mi huida.
No sé cuánto tiempo había pasado observando la habitación cuando me decidí a examinar más de cerca una de las paredes.
Era la que se encontraba a la izquierda de la puerta, mirando desde mi perspectiva. Había notado que estaba mal construida. Parecía que en medio de su construcción se dieron cuenta que no había tanto espacio, decidiendo continuarla un poco más adelante.
En vez de estar construida de forma recta más bien estaba en diagonal. Como consecuencia, la habitación no era exactamente cuadrada.
Qué pésimo trabajo.
Pero ahora yo me beneficiaría de eso.
Me acerqué a esa pared y comencé a tantear la superficie con mis manos. Ejercí una leve presión, confirmando la firmeza de esta. A continuación pegué una oreja al cemento y con una mano comencé a darle pequeños golpecitos. Oí con atención el sonido que estos provocaban, apenas si respiraba con tal de oír los golpes. Trataba de hallar un hueco, una parte que podría ser derribada con facilidad.
—Vamos —susurré, sin perder la esperanza a medida que avanzaba.
Ya había golpeado y oído la mitad de la pared, pero seguía sin encontrar alguna irregularidad. Mis esperanzas no decayeron, se mantuvieron como en el momento que comencé. Golpeé cada parte de la pared y cuando comenzaba a perder la paciencia que no tenía, una parte sonó diferente.
Sonreí, triunfante.
Era casi al final de la habitación, muy cerca del rincón, pero eso en realidad no me importaba tanto. Procedí a tantear esa parte de la pared y, por el sonido que hacía al ser golpeada, no tardé en descubrir que era más delgada que cualquier otra parte, por lo tanto sería más fácil de derribar.
Servía para poder escapar, pero era consciente que, teniendo la cámara de vigilancia, todo se complicaría. Podía apostar que Viktor vigilaba cada uno de mis movimientos, eso era obvio, así que tenía que hacer que esa desventaja se transformara en una ventaja.
Y sabía perfectamente cómo...
Un estruendo proveniente de la puerta envió mis pensamientos a segundo plano. Volteé, asumiendo una posición de ataque. Inevitablemente mi cuerpo tembló. Aún así me esforcé por verme fuerte e intimidante.
De seguro me veía como un pedazo de mierda muerto, pero lo que contaba era la actitud.
Estaban a punto de abrir la puerta y no me importaba nada más que escapar. No iba a soportar más experimentaciones y haría lo posible por liberarme. No pasaría el resto de mi vida encerrada entre cuatro paredes solo con permiso de ir a un maldito laboratorio.
La puerta se abrió.
No lo pensé dos veces.
Solté un grito, como si eso fuera a darme fuerzas, y corrí hacia la puerta. No me importaba nada más que escapar, ser libre. No me importaba con quiénes tuviera que luchar para lograrlo. Lo haría, sin importar qué.
En ese momento, dos agentes aparecieron del otro lado de la puerta. No me tomé el tiempo de examinarlos, solo me lancé sobre uno de ellos y comencé a golpearlo. Soltaba manotazos y patadas a diestra y siniestra. Mi vida literalmente dependía de eso.
Di lástima. No había logrado hacerle ni un rasguño al agente cuando logró sacarme de encima y arrojarme nuevamente al interior de la habitación. Y no solo hicieron eso, sino que también arrojaron a otra persona muy cerca de mí. Todo pasó muy rápido y antes de que pudiera ponerme de pie, los agentes se marcharon, cerrando la puerta detrás de ellos.
Solté una maldición, furiosa, y miré el cuerpo que yacía frente a mí.
Genial. Ahora éramos dos.
(...)
Recargué la mano sobre mi rodilla y comencé a moverla con impaciencia. Miré el cuerpo que yacía en medio de la habitación. Por lo poco que había visto desde la distancia, sabía que era un hombre, probablemente un adolescente.
No sabía cuánto tiempo pasó desde su llegada, pero calculaba unos veinte o treinta minutos. En todo ese lapso no se movió ni un centímetro. No sabía si estaba vivo o muerto y no me había atrevido a acercarme para averiguarlo. Por alguna estúpida razón, me disgustaba la idea de encontrarme con un niño-barra-adolescente muerto.
Hice un sonido de desaprobación con la boca y me puse de pie, dejando de lado aquellos estúpidos pensamientos. Ya qué. Lo examinaré más de cerca.
Si murió, será mejor pedir que lo saquen de aquí antes de que comience a apestar. Sonaba cruel, pero estuve frente a la muerte tantas veces que ya casi no provocaba nada en mí.
Sí, sonaba cruel y triste.
Me arrodillé junto a él y ladeé la cabeza para poder verlo mejor.
Efectivamente era un adolescente. Sus facciones lo demostraban. Se veía delgado y su piel era más pálida de lo normal, pero no sabía si era su genética o lo que sea que le pasó. Tenía un aspecto indefenso y débil. La expresión en su rostro me hacía creer que dormía tranquilamente, pero el estado de su cuerpo dejaba al descubierto la terrible realidad.
No estaba nada bien.
Después de meditarlo unos segundos, llevé dos dedos a su cuello para tomarle el pulso. Estaba vivo.
Me sentí extrañamente aliviada. Pasó de "no importarme" a preocuparme porque, vamos, era solo un niño que no merecía vivir esto. No importaba si había hecho cosas malas o no, ninguna persona merecía pasar por estas atrocidades.
Y me encontré sintiendo pena por él porque tal vez no sobreviviría, pero si lo hacía, tendría que vivir con las consecuencias de esto. Los recuerdos lo perseguirán y el trauma será difícil de superar. Lo sabía porque era lo mismo que sucedía conmigo y me enfurecía pensar que un niño atravesaría el mismo infierno que yo.
Entonces la compasión me invadió. Sentí la necesidad de acabar con todo esto, de salvarlo. Era un sentimiento que había sentido antes. Era el mismo que sentía cada vez que veía a Bucky ser controlado y torturado por Hydra.
Miré hacia la cámara, conteniendo el impulso de destruirla con mis propias manos.
—Vas a pagar por todo lo que has hecho, Viktor —amenacé y una sonrisa burlesca se me escapó. —Mira que la venganza se me da muy bien.
Bajé la mirada hacia el mocoso después de pronunciar esas palabras. Mi expresión se suavizó al verlo.
Tenía un aspecto terrible, como si estuviera enfermo, pero sabía que no se debía a eso. Las experimentaciones de Viktor lo habían dejado en un estado deplorable. Era obvio que eso era lo que sucedía, sino no estaría aquí.
Jamás hubiera imaginado que Viktor involucraría a niños en esto. Pensaba que, al menos, tendría un poco de decencia y respeto por los demás, más si se trataba de niños. Ahora me daba cuenta que Viktor no tenía respeto por nada ni nadie.
De repente, los ojos del mocoso se abrieron y me observaron con verdadero terror. Su expresión se contrajo y la desesperación lo dominó. La intensidad de emociones negativas que se reflejaban en sus ojos, me paralizó. No fui capaz de reaccionar o pronunciar palabra alguna.
Pero él sí fue capaz.
Y vaya que el trauma ya comenzó a hacer de las suyas.
—No —pronunció en un susurro aterrado. —¡No, por favor! ¡No quiero!
Comenzó a soltar patadas y puñetazos con desesperación, tratando de alejarme. Por su reacción supe que me confundió con algún secuaz de Viktor. El miedo en su rostro me desconcertó e hizo que mi pulso saltara. De alguna forma me transmitió todo su temor, lo cual me abrumó.
—¡Estoy cansado! ¡Por favor, no lo hagan! —continuó gritando y esta vez logró alejarse de mí.
Y cuando estuvo lo suficientemente lejos supe que debía hacer algo, sobre todo porque continuaba gritando despavorido.
—No voy a hacerte daño. —Fue lo primero que dije. —No estoy con ellos, no soy como ellos.
Mi respiración se aceleró al oír sus gritos espantados y ver que trataba desesperadamente de hallar una forma para huir de lo que creía que iba a sucederle en ese momento.
—Por favor... —susurró en un sollozo que me partió el corazón.
Mi pecho se oprimió dolorosamente al ver que se hizo bolita en un rincón de la habitación, esperando lo peor mientras lloraba desconsolado. Tenía heridas en el rostro y su cuerpo temblaba, al igual que su voz cada vez que susurraba súplicas.
¿Cómo era capaz de hacerle esto a un niño?
Yo había pasado por lo mismo. Conocía lo abrumador y asfixiante que podía ser pasar por tantas horribles experimentaciones, pero él era un niño y no merecía vivir esto.
Con lentitud me senté en el suelo, a solo unos metros de él. Mis movimientos eran lentos y predecibles para no asustarlo. Eso era lo último que deseaba.
—Sé lo aterrador que puede ser —comencé diciendo, suave. —He estado en tu lugar en más de una ocasión y sé lo que es no tener a nadie. Como tú, yo también estuve sola.
Sus sollozos disminuyeron al oírme y levantó la cabeza para observarme. Su mirada era una mezcla de temor y desconfianza.
—No voy a hacerte daño. Lo prometo. Es que no quiero que estés solo —sonreí, intentando demostrarle que no tenía malas intenciones. —¿Me dejas ayudarte? Solo quiero eso.
—Esto duele —dijo con la voz quebrada. —Yo solo quiero... quiero volver a casa.
Más lágrimas rodaron por sus mejillas y tuve que hacer un gran esfuerzo para que mis ojos no se cristalizaran.
—Sí, duele, pero es más doloroso cuando te das por vencido —traté de darle fuerzas. —Mantente fuerte y podrás salir de aquí. Yo voy a ayudarte.
No sabía muy bien qué hacer o decir. Nunca fui una persona abierta o de las que saben consolar a alguien, pero lo intentaba. Él necesitaba a alguien. Necesitaba esperanza, creer que este dolor no sería para siempre y que podría sanar.
—No puedes ayudarme —declaró, limpiando sus lágrimas. —Jamás podremos salir de aquí... no vivos...
—Sí podremos —aseguré, acercándome. —Desearán jamás haberse metido con nosotros.
Él asintió levemente, aunque aún me miraba con desconfianza, pero por lo menos ya dejaba que me acercara.
Mi sonrisa creció mientras me acomodaba frente a él. Nuestras piernas estaban a cierta distancia, ni tan lejos ni tan cerca, lo que hacía que él comenzara a relajarse.
—¿Cómo te llamas?
Bajó la mirada.
—Ben. —Su voz salió rasposa y grave. —Me llamo Ben Collins.
—Yo soy Valerie. Valerie Adams.
Le tendí la mano y él la tomó para estrecharla con algo de duda. Fue un apretón suave, cansado.
—¿Sabes por qué estás aquí?
Me interesaba saber si él tenía algo especial o si estaba aquí por simple capricho malicioso de Viktor.
—No. Yo solo salía de clases y... de un momento a otro ya me encontraba en este lugar —dijo, la duda aún sonaba en su voz.
Bueno, eso no me decía nada y aún me quedaban muchas dudas, pero no iba a presionar más con ese tema.
—¿Y dónde estabas? ¿Por qué no te vi antes? —pregunté y cuando no respondió agregué: —Lo siento. Son muchas preguntas. No tienes que responder si no quieres.
Él se apresuró a negar con la cabeza ante mis palabras.
—No, está bien, es solo que... pasó mucho tiempo desde la última vez que hablé con alguien. —Una sonrisa triste se asomó a sus labios.
—Ya no estás solo. Ahora me tienes a mí —soné más sincera de lo que esperaba. —Y voy a sacarte de este lugar.
—¿Cómo? —cuestionó, acurrucándose aún más. —He intentado escapar, pero son muchos guardias. Siempre me atrapan y... nada bueno sucede.
Sus palabras me dejaron en claro que Viktor usaba el mismo método que Hydra. Intentar escapar y ser descubierto significaba una golpiza.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo al recordar aquellos tiempos en los que me golpeaban hasta quedar inconsciente. Se volvía peor cuando me daba cuenta que ahora Ben vivía eso.
Cerré mis ojos por unos momentos. Necesitaba alejar todos esos pensamientos. No hacían más que orillarme a perder el control.
—Tengo algunas ideas, pero no un plan definido —susurré, abriendo los ojos para mirarlo.
Ben se inclinó hacia adelante. Quise sonreír cuando noté que comenzaba a confiar.
—Estuve memorizando el lugar, tratando de encontrar una salida —susurró de la misma forma para no ser oído por Viktor. —Nunca he llegado tan lejos como para hallarla, pero...
—Pero ahora somos dos.
Un plan comenzó a maquinarse en mi cabeza tan rápido como pronuncié esas palabras. Necesitábamos conocer cada rincón de este lugar para hallar una salida y saber cómo burlar a los guardias.
—¿Cuánto has explorado?
—No mucho, de hecho —confesó, avergonzado. —Al salir de aquí hay un pasillo no muy largo, de unos treinta y seis pasos, luego se divide en dos. El derecho es el más largo, ahí está el laboratorio, aunque sigue más allá, pero no he llegado tan lejos —informó con lentitud, tratando de recordar cada detalle. —Y del izquierdo solo sé que no es muy largo y que luego se divide en tres.
—¿Eso es todo?
—Sí. Lo siento —hizo una mueca.
—No, está bien. Has logrado mucho —sonreí un poco. —Después de todo, ¿cuánto tiempo llevas aquí?
—No lo sé. Perdí la cuenta en la tercera semana.
Asentí, pensativa. Era muy probable que llevara al menos un mes aquí. Tal vez más. No estaba segura.
Para el tiempo que llevaba aquí, había explorado muy poco. Casi nada. Eso quería decir que incluso era difícil salir de esta habitación. Más con todos esos guardias. Me preocupaba estar aquí, sobre todo porque no estaba convencida de que fuéramos a sobrevivir mucho tiempo.
—Estoy agotado... —murmuró Ben, recostándose en el suelo.
Un sentimiento de lástima me invadió. Era algo que odiaba sentir, pero el estado de Ben era deplorable. Temía que muriera antes de poder salir de aquí.
—El suelo no parece ser una buena almohada —dije, haciendo que se reincorporara para mirarme.
Con lentitud me moví hasta sentarme junto a él, apoyando mi espalda en la pared. Lo miré mientras palmeaba mis piernas, invitándolo a usarlas como almohadas. Sus ojos se abrieron con una mezcla de sorpresa y confusión.
—Tal vez no sean tan suaves como una almohada, pero es mejor que el suelo.
Después de meditarlo unos momentos, Ben volvió a acostarse, pero esta vez apoyando su cabeza en mis piernas. Se removió como si estuviera durmiendo en una cama.
—Es mucho mejor —susurró y su voz sonó más animada. —Sonará egoísta, pero agradezco que estés aquí. Al menos ya no estoy solo.
Una sonrisa sincera apareció en mi rostro.
A pesar de lo que sufría, yo también agradecía haber terminado aquí. De no haber sido así, jamás hubiera sabido sobre todo el daño que Viktor causaba y no hubiera tenido la oportunidad de detenerlo.
Después estaba Ben. Él necesitaba de alguien. Yo no había tenido a nadie cuando Hydra me capturó, pero no dejaría que eso le sucediera a él.
Solo era otro niño que no tuvo opción.
~ ~ ~ ~ ~
¡Hola! Les traigo noticias :))
Hay un apartado solo para extras de la saga. Está en mi perfil por si quieren leerlo <3
Los extras publicados hasta ahora no tienen ningún spoiler porque son sobre la época en la que Valerie y Bucky estaban en el ejército.
[Fin del spam xd]
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