18 - Sexto recuerdo

Abrí los ojos con lentitud y pesadez. Fue difícil mantenerlos abiertos, más cuando sentía que desfallecía con cada segundo que transcurría. Era una sensación terriblemente familiar gracias a los últimos meses. Me preocupaba el haberme acostumbrado a ser tratada como un experimento, pero la realidad era que me había transformado en uno. Quiera o no, lo era. Y lo odiaba.

Cuando recuperé la lucidez —o lo que más pude— observé a mi alrededor, tratando de identificar el lugar en el que me encontraba. No tardé mucho en hacerlo. Era el laboratorio que frecuenté durante los últimos meses. Ya ni siquiera sabía por qué me tomaba la molestia de mirar para identificarlo. Solo conocía este laboratorio y la sucia celda en donde me arrojaban a "descansar".

Había perdido la noción del tiempo después del primer mes y ya no sabía exactamente cuánto tiempo había pasado desde que me trajeron a este lugar. Se sentían como décadas, pero probablemente no pasó demasiado. De todas formas no me interesaba saberlo, solo me importaba mantenerme con vida. Sobrevivir era lo único que podía hacer y ni siquiera era una tarea fácil. Apenas pasaba las pruebas que me hacían. Cada líquido que ingresaba a mi cuerpo me quitaba un poco de vitalidad. Resistir se había vuelto lo más difícil de mi vida.

No me quedaba mucho tiempo, lo sabía, y no había nada que pudiera hacer.

Sentir la impotencia era lo peor. El no poder salvarme a mí misma era frustrante, más aún cuando yo era todo lo tenía.

Mientras examinaba el lugar, mis ojos fueron a parar sobre una camilla cercana a la mía y noté que sobre ella yacía una persona desconocida para mí. La confusión y la curiosidad me invadieron. Durante todo mi tiempo aquí no había visto a otra persona que no fueran un par de científicos y soldados soviéticos. Todo indicaba que esa persona llegó recientemente, lo cual era algo nuevo.

Entonces me moví y me coloqué de lado. Cerré mis ojos con fuerza al sentir un dolor insoportable en todo mi cuerpo y solté unos cuantos quejidos. Tomé grandes bocanadas de aire para superar el dolor y cuando lo logré, me senté sobre la camilla. Mis movimientos eran lentos y débiles. Apenas podía mantenerme despierta, por lo tanto apenas podía moverme.

Con lentitud y siendo lo más cuidadosa posible me bajé de la camilla. Mis pies descalzos sintiendo la frialdad del suelo y mi cuerpo estremeciéndose debido a la delgada bata que llevaba encima. Lo más rápido que pude me acerqué a aquella camilla. No quería que nadie me descubriera, si lo hacían tendría una larga sesión de tortura para "enseñarme" a obedecer órdenes.

Mis vellos se erizaban con solo recordar la última vez que se habían encargado de castigarme por no obedecer.

Aún no había llegado a la otra camilla cuando fui capaz de ver el rostro de la persona. En ese momento mi mundo se detuvo y me olvidé de todo lo que me rodeaba. Solo pude prestarle atención a su rostro y no pensé en nada más que en la persona que tenía frente a mí. No me importó ser descubierta.

—¿Bucky? —El aire se escapó de mis pulmones.

Sin poder controlar mis emociones, una gran y deslumbrante sonrisa apareció en mi rostro. La felicidad me embriagó. El verlo después de tanto tiempo fue como un soplo de esperanza, sin embargo mi sonrisa desapareció cuando caí en cuenta de las circunstancias de nuestro reencuentro, las cuales no eran para nada buenas.

Aquí, todo lo bueno era destrozado y cuando ya nada quedaba, la oscuridad se adueñaba de tí.

Me acerqué ansiosamente a él, atropellándome con mis propios pies. Una vez a su lado, solo pude examinarlo, sin poder creer lo que mis ojos estaban viendo.

Bucky estaba malherido, muy malherido. Llevaba un hermoso tapado azul, pero este estaba en su mayoría manchado de sangre. Entonces posé mi mirada sobre la manga izquierda y descubrí que su brazo no estaba. Esa era la razón por la que sangraba en gran cantidad.

«¿Qué sucedió?», me pregunté de inmediato.

Esa y muchas otras preguntas invadieron mi mente.

Llevé una mano a su mejilla y acaricié delicadamente su magullado rostro. Fue durante un breve momento ya que mis manos temblaban sin control alguno y temía tocarlo más de lo necesario. No quería dañarlo aún más. Se veía tan frágil. Parecía que en cualquier momento se rompería.

Odié verlo de esta forma.

Solo quería que su rostro tuviera esa expresión divertida típica de él, no que estuviera repleto de cortes y sangre.

—Bucky, abre los ojos, por favor —susurré.

No reaccionó a mi voz y temí lo peor. Una sensación sofocante invadió mi pecho y el aire comenzó a faltarme. No recordaba la última vez que había estado tan asustada como en este momento. El pensar que Bucky estaba al borde de la muerte me hizo sentir desesperada. No quería que esto acabara de esta forma, aún teníamos mucho por vivir... juntos.

—Bucky... —rogué con la voz quebrada.

El aire regresó a mis pulmones cuando vi que comenzó a abrir los ojos con lentitud. No estaba del todo inconsciente, pero en cualquier momento lo estaría. Estaba muy débil.

—Bucky —repetí y esta vez no pude resistirme a tocar su mejilla.

Entonces él reaccionó.

Clavó su mirada en mi rostro y me miró con fijeza, como si no creyera que yo me encontraba frente a él. La confusión brilló en sus ojos, pero luego un intento de sonrisa apareció en sus labios, lo cual me hizo sonreír genuinamente.

Estaba feliz, a pesar de las circunstancias. Su sola presencia me transmitía calma y esperanza. Después de tanto dolor y sufrimiento Bucky llegó como un rayo de luz, pero me aterrorizaba que la luz en él fuera apagada por ellos... tal como hicieron conmigo.

Una cálida sensación abrazó mi corazón cuando Bucky posó su mano sobre mi mejilla y la acarició suavemente. Lo hacía como si estuviera comprobando que realmente era yo, como si le fuera difícil creer que estaba frente a él. Con lentitud acomodó mi cabello para observarme mejor. Tomé su mano entre las mías, ansiosa por su tacto, ansiosa por sentirlo conmigo. Su sonrisa creció.

—Valerie —murmuró con una nota de incredulidad en su voz. —Estás aquí...

Mis ojos se aguaron inevitablemente. Asentí repetidas veces, sin poder decir una palabra por el nudo que comenzó a formarse en mi garganta y me odié por eso. Tenía tantas cosas por decirle. Quería decirle lo mucho que lo había extrañado y la falta que me hizo. Había pasado tanto tiempo que comencé a perder las esperanzas, pero tenerlo a mi lado me fortaleció como nunca antes.

—¿Cómo llegaste aquí? —pregunté finalmente. —En este lugar no estarás a salvo.

Sentí que su agarre se debilitó súbitamente y, de no haber tenido su mano entre las mías, esta hubiera caído de vuelta a la camilla. Entonces sus ojos se cerraron y, aunque él trató de abrirlos, estos se cerraron otra vez involuntariamente. Luchaba por mantenerse consciente.

—Steve... —murmuró a punto de perder el conocimiento. —En el tren... nosotros...

Su voz se apagó antes de que pudiera completar la frase, por lo que no fui capaz de comprender qué había sucedido. Sus ojos se cerraron y esta vez no volvieron a abrirse, asustándome al instante. Desesperada moví su cuerpo, tratando de traerlo de vuelta. No funcionó y mi miedo aumentó.

Cerré mis ojos con fuerza al ver la cantidad de sangre en su ropa. Verlo de esta forma, al borde de la muerte, no tenía comparación. Algo muy malo le había pasado, pero no se comparaba con lo que le pasaría aquí. Hydra destruiría su integridad, acabaría con ese brillo que lo caracterizaba. No quería que sufriera todo lo que yo tuve que sufrir durante estos meses.

Apoyé mi cabeza en su pecho, llorando desconsoladamente. Lloraba por todo lo que había pasado. Hydra trató de quebrarme, pero me había mantenido fuerte hasta este momento. Ver a Bucky de esa forma fue lo que faltaba para tocar fondo.

¿Cómo habíamos terminado así? De un momento a otro nuestras vidas cambiaron drásticamente y ahora nos tocaba atravesar el mismísimo infierno, sin garantías de que lográramos sobrevivir. Y si lo hacíamos, ya nada sería lo mismo.

De repente la puerta del laboratorio fue abierta bruscamente. Levanté la cabeza, temerosa, y observé que por ella se adentró Zola junto a tres soldados soviéticos. Mi cuerpo tembló con solo verlos y los recuerdos de todo lo que me habían hecho me invadieron. Inconscientemente me aferré a Bucky, temiendo lo que fueran a hacer con nosotros. No quería que volvieran a separarnos. No podría soportar estar alejada de él otro minuto más, mucho menos sabiendo lo que eran capaz de hacerle... o hacerme.

—Ya es hora —anunció Zola, haciéndome estremecer.

Al instante uno de los soldados se acercó y me tomó de los brazos. Trató de separarme de Bucky, pero me aferré fuertemente a su cuerpo. No sé de dónde había sacado la fuerza para hacerlo, pero me alegraba haberlo logrado.

En ese momento Bucky volvió a abrir los ojos al sentir mi agarre desesperado y se alarmó al comprender lo que sucedía. Sus ojos se abrieron con preocupación y miedo. Lo primero que hizo fue tomar mi mano para mantenerme a su lado. Se negaba a dejarme.

—Valerie... —murmuró, mientras me sostenía suavemente.

Más lágrimas cayeron por mis mejillas al ver la expresión desesperada y dolida en el rostro de Bucky. Traté de sacarme de encima al guardia para que no me separaran de él. No quería perderlo de nuevo y lucharía hasta el último momento para evitarlo.

—Bucky —rogué entre sollozos, aunque sabía que él no podía hacer más que yo.

—No... no se la lleven —tironeó de mi brazo, pero no fue suficiente.

Y, de un solo tirón, el soldado me alejó de Bucky.

Él era notablemente más fuerte que yo —además me encontraba débil por todas las experimentaciones— por lo que no le fue difícil comenzar a arrastrarme lejos de Bucky. Mi exasperación aumentó. Pataleé y solté unos cuantos puñetazos para liberarme del agarre del soldado y correr nuevamente hacia Bucky, pero mis intentos no fueron suficientes.

No importaba lo que hiciera, él podía más que yo. Estaba en gran desventaja y no había nada que pudiera hacer.

Sus dedos se clavaron en mi piel, produciendo escalofríos en todo mi cuerpo. Su toque me disgustó y asustó. Había aprendido a odiar que alguien me tocara. Cada vez que alguien lo hacía salía dañada. Cuando ellos me tocaban me lastimaban y solo me mostraban oscuridad. Esa que consumía todo lo bueno en mí, dejando solo la desesperanza, el odio y la soledad.

—¡No! ¡Suéltame! —grité, temiendo a lo que fueran a hacerme. —¡Bucky, por favor!

—Valerie —murmuró más fuerte.

Trató de ponerse de pie, pero otro soldado lo obligó a recostarse sobre la camilla nuevamente. Forcejeó con las pocas fuerzas que le quedaban, pero tampoco fue suficiente. A medida que me alejaban de él, más se cristalizaban sus ojos. Las lágrimas amenazaban con salir.

Observé que Zola abrió una extraña cápsula y mi desesperación aumentó cuando noté que el soldado me llevaba directamente hacia allí. Nunca antes me habían hecho esto, por lo que era algo nuevo y desconocido. Me asusté de inmediato porque no sabía qué harían ni por qué.

—¡Bucky! —grité una vez más, sintiendo que el aire comenzaba a faltarme. —¡No! ¡No lo hagan, por favor!

Mis patadas y golpes se intensificaron y se volvieron más violentos. Bucky observó lo que trataban de hacerme, por lo que actuó de inmediato para impedirlo.

—No voy a dejarte —murmuró, rodando por la camilla hasta caer al suelo. —¡No voy a perderte de nuevo!

Con la ayuda de su brazo derecho, Bucky comenzó a arrastrarse por el suelo, tratando de llegar a mí. Aquello me partió el corazón y más lágrimas rodaron por mis ojos. Traté de regresar a su lado. En serio luché por hacerlo. Era lo que más deseaba en ese momento, pero no pude lograrlo. La impotencia me invadió de inmediato, haciendo que gritara furiosa y dolida.

Cuando mi garganta ardió, me di cuenta que los gritos y las lágrimas junto a la desesperación y el miedo me cortaron la respiración. El aire no llegaba a mis pulmones y sentía que un velo oscuro me asfixiaba.

No podía respirar.

—Sáquenlo de aquí —ordenó Zola.

Otro soldado tomó a Bucky y lo obligó a ponerse de pie. Comenzó a arrastrarlo bruscamente hacia la salida del laboratorio. Podía ver que ya no le quedaban fuerzas para resistirse, aunque él seguía intentándolo. Seguía luchando y gritando por volver a mi lado. En sus ojos podía ver la determinación. No se daba por vencido, aún cuando sabía que no podía hacer nada.

Era una imagen que jamás olvidaría.

—¡Valerie! ¡Déjenla!

Por otro lado, los dos guardias lograron meterme dentro de la cápsula, cerrándola por completo. A través de la pequeña ventanilla, observé que sacaban a Bucky del laboratorio. Golpeé el interior de la cápsula con insistencia, suplicando que me dejaran salir.

En ese momento Bucky volteó hacia mí y mi pecho dolió al ver que las lágrimas mojaron sus mejillas. Aquello era lo más difícil de afrontar. Lo estaban alejando de mí y no podía hacer nada más que observar cómo lo hacían. No podía evitarlo.

—Volveremos a encontrarnos —susurré, viendo que desaparecía de mi vista.

Y con tan solo tocar un botón, el interior de la cápsula comenzó a enfriarse, haciéndome temblar. Solo bastaron unos pocos segundos para que mi cuerpo comenzara a congelarse.

Una última lágrima rodó por mi mejilla.

—Seremos libres, lo prometo.

~ ~ ~ ~ ~

Y oficialmente comenzamos con la Parte dos de la historia :)

Esta se tratará principalmente del desarrollo personal de Valerie, pero también se centrará en su relación con Bucky ya que es fundamental para ella <3

PD: perdón por la demora 😔✋🏻

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