08 - Tercer recuerdo
Observé que H revisaba la nave que Steve había capturado luego de perseguir al asesino de Erskine, quien había intentado huir en ella. Su ceño se encontraba fruncido y lucía frustrado por no poder descifrar la tecnología del artefacto.
Lo conocía perfectamente como para saber que no poder resolver un problema era su más grande pesadilla. Aquello lo hacía sentir como un tonto y eso provocaba que su ego se dañara.
Dios salve a quien se atreviera a burlarse de él por no poder comprender esa tecnología.
—¿El gran ingeniero mecánico, Howard Stark, no puede identificar la tecnología de una nave? —Me burlé.
Dios me salve.
H rodó los ojos ante mi comentario. Inmediatamente soltó la pinza que sostenía y se apoyó en la nave, mirándome con una ceja arqueada. Su mirada era desafiante.
—¿Y tú podrías?
Me enderecé orgullosa y mi pecho se infló con grandeza. Él soltó una exhalación, evitando reír.
—Podría hacerlo con los ojos cerrados, H —mentí.
La verdad era que no podría hacerlo. Era experta en el uso de armas, pero no en la tecnología. Definitivamente eso no era para mí, por algo solo me encargaba de entrenar a los soldados.
—No me digas H. —Se quejó.
Ahogué una carcajada ante su queja, haciendo que él soltara un suspiro. Aunque se quejara sabía que no le molestaba que lo llamara así. Después de todo, aquel apodo había salido de la cabecita de una niña con muy poca imaginación: yo.
—Lo siento, señor Stark —dije con voz aguda, fingiendo ser una de esas asistentes que tanto le gustaban.
Una sonrisa socarrona se asomó a sus labios.
—Si no te conociera tan bien, diría que tratas de atraer mi atención —comentó, entre coqueto y divertido. —No quisiera que te hicieras falsas ilusiones, cariño.
Bufé, mientras rodaba los ojos. Debí esperar ese tipo de respuestas. Ser un mujeriego era parte de él.
—Y me perdiste —dije, cruzándome de brazos. —A veces creo que debería regalarte un poco de humildad.
Él levantó sus cejas y asintió con la cabeza, sin creer en mis palabras.
—Como si tú no presumieras ser la mejor Teniente Coronel —acusó.
Entonces mi mirada recayó sobre el Coronel Phillips y el senador Brandt, quienes caminaban hacia nosotros. Este último lucía molesto, supongo que se debía a lo que había sucedido hace tan solo unas horas.
La muerte de Erskine significaba que el Proyecto Renacimiento había fracasado en cierta parte. A decir verdad, en la mayoría. La fórmula del suero se había perdido con Erskine y tardarían años en recrearla, aún si los mejores científicos del país lo intentaran.
No teníamos nada, ni un ejército de Super Soldados. Solo teníamos a Steve y no creíamos que fuera suficiente. Aún no estábamos seguros de las recientes habilidades que había obtenido. No podíamos poner nuestras esperanzas de ganar la guerra en una sola persona, además eso afectaría directamente a Steve.
—Se ven furiosos —susurré y H levantó la mirada.
—Prepárate para lo que viene —susurró también.
El Coronel Phillips y el senador Brandt se acercaban con pasos rápidos y firmes. Lucían algo alterados y parecían tener apuro. Luego de la muerte de Erskine, el Coronel se había marchado por unas horas. Probablemente para planear lo que haríamos a continuación ahora que todos nuestros planes se habían derrumbado. No tenía ni idea de las decisiones que había tomado en las últimas horas.
—Coronel Phillips, mi comité exige respuestas —presionó el senador, llegando hasta nosotros.
—Bien, díganos cómo un espía alemán llegó a mi instalación secreta en su auto —respondió el Coronel Phillips, deteniéndose frente a H. —¿Qué tenemos?
—Modestia aparte —dijo H y quise reír porque sabía lo que venía a continuación. —Soy el mejor ingeniero mecánico de la Nación, pero no sé qué hay aquí adentro, ni cómo funciona. No conocemos esta tecnología.
Sabía que se sentía frustrado al no poder descifrar la nave alemana.
—¿Y quién sí? —cuestionó el senador.
—Hydra —informé, entrelazando las manos detrás de mi espalda. —Si leyera nuestros informes lo sabría.
—Dirijo varios comités, teniente.
En ese momento Peggy se adentró al lugar, seguida de Steve. Ella comenzó a explicarle al senador qué era Hydra y este oía con atención, aunque con cada palabra que Peggy pronunciaba se confundía aún más. Steve, por otro lado, solo miraba la escena mientras oía lo que hablaban. Parecía querer intervenir, aunque no se animaba a hacerlo.
Opté por ignorar aquella charla. Giré mi cabeza y dirigí mi mirada hacia H, quien observaba al Coronel y al senador.
—No estuvo tan mal —dije en un susurro, atrayendo su atención.
H soltó un suspiro y nuevamente guió su mirada hacia el Coronel Phillips.
—Me sorprende que creas que terminó —murmuró.
—Teniente —llamó el Coronel, interrumpiendo mi conversación con H.
Presioné mis labios en una fina línea y miré a H, este me sonrió. Podría apostar que estaba orgulloso de tener la razón siempre. Ignorando su burlesca mirada me puse pie y caminé hasta posicionarme junto al Coronel Phillips.
—Hablé con el presidente en la mañana —informó sin mucho interés. —Desde hoy el SSR fue reasignado.
Sus palabras hicieron que frunciera el entrecejo, sin dudas esa noticia me confundió. No esperaba que el Coronel Phillips tomara aquella decisión.
—¿Coronel? —preguntó Peggy, sin comprender muy bien.
—Llevaremos la lucha a Hydra. Prepárese agente Carter —ordenó y luego me miró. —Usted será reasignada a la Infantería 107 en Azzano.
Fruncí el entrecejo, en total desacuerdo, al oír aquello.
—¿Qué?
—Lo que oyó —respondió secamente, luego miró a H. —Y usted, Stark, nos vamos a Londres hoy.
Las palabras del Coronel dejaron sin habla a todos los presentes.
No quería dirigir la 107. Quería quedarme junto al Coronel porque sabía que él estaría involucrado directamente en la lucha contra Hydra y yo quería estar allí, no en la 107. Creía que la principal guerra era contra Hydra ya que tenía los recursos para vencernos, por eso tenía interés en ir hacia donde sea que se encontrara aquella división y estando en la 107 no podría hacerlo. Sería una pérdida de tiempo.
Pero al Coronel no le importaba lo que yo quisiera.
Él no esperó ninguna contestación por parte de nosotros y luego de dar las órdenes comenzó a alejarse inmediatamente.
—Señor —Steve lo detuvo. —Si va a ir a buscar a Schmidt, quiero ir.
—Los experimentos van al laboratorio —negó con brusquedad.
—El suero funcionó —repuso Steve, tratando de convencerlo.
El Coronel soltó un largo y pesado suspiro, mirando a Steve con desaprobación.
—Pedí un ejército y solo te tengo a tí —comentó, decepcionado. —Tú no eres suficiente.
Tensé la mandíbula al oír las palabras del Coronel Phillips. Estaba en desacuerdo con aquello. Era consciente que tal vez no era suficiente con Steve, pero no tenía por qué hablarle así. Que fuera la persona a cargo no le daba el derecho de ser grosero.
Di un paso al frente, dispuesta a protestar.
—Coronel...
—No quiero oírla, teniente —cortó.
Y se marchó antes de que pudiera detenerlo. Steve se apresuró a salir detrás de él.
Solté un gruñido por lo bajo al ver que me había dejado con las palabras en la boca. De soslayo observé que H reía al ver mi expresión de decepción por haber sido asignada a la 107.
—No estás en posición de protestar —advirtió Peggy, posicionándose junto a mí.
Chasqueé la lengua y me crucé de brazos, manteniendo la mirada clavada en el lugar por el que se había marchado el Coronel.
—Lo sé —admití con pesar. —Solo lamento perderme tu historia de amor con Rogers.
Inmediatamente Peggy me dio un codazo al oírme, aunque tenía una pequeña sonrisa en el rostro. Había logrado conocerla muy bien en poco tiempo, por lo que sabía que Steve le atraía. Peggy se hacía la dura, pero por dentro era un terrón de azúcar.
—Lo único que debes lamentar es que tu romance con Stark se interrumpa por la distancia —comentó, burlesca.
—Dios, Peggy, no —murmuré e hice una mueca, imaginando cómo sería salir con él. —H y yo somos amigos desde siempre. Es como un hermano.
Frente a nosotras, H nos miraba con el entrecejo fruncido. Una mueca de asco se abrió paso por su rostro. Reí al percatarme de que había oído lo que Peggy había insinuado.
—Enserio, tienen que dejar de pensar en eso —protestó H, dirigiéndose a Peggy. —Yo nunca saldría con Valerie.
—Corrección, yo nunca saldría contigo —respondí con superioridad.
A mi lado Peggy intercalaba la mirada entre yo y H. Se cruzó de brazos y una sonrisa apareció en su rostro.
—Y es por esto que todos piensan que son pareja —intervino, señalándonos.
—¡Dios, no! —exclamamos H y yo, haciendo una mueca de desagrado.
Nunca saldría con ese idiota, era como un hermano para mí, aunque nadie lo creyera.
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