03 - La promesa y el soldado

El viento alborotaba mi largo cabello, pero aquello no me importaba en lo más mínimo. El sol del atardecer era cálido y teñía mi piel de un color anaranjado. El ambiente era agradable y confortable. Había solo unas cuantas personas en el lugar, lo que me agradaba aún más. Todo se mantenía igual a la última vez que estuve aquí, nada parecía haber cambiado.

Caminé a través del camino de piedras, uno que había hecho hace tiempo, hasta que finalmente llegué a un pequeño montón de piedras blancas. Una sensación nostálgica me invadió al ver la escena.

Parecía ser un montón de piedras hecho por niños, pero no era como cualquier otro montón. Era especial y lo había hecho por una razón.

Desde el momento en que desperté había buscado la tumba de mi madre, pero nunca logré hallarla. No sabía qué había pasado en su vida ni qué había hecho con su tiempo, por lo que no tenía ni la más mínima idea de dónde podría comenzar a buscar. Aún así la busqué.

Fueron meses en los que seguí cualquier pista para descubrir qué había sucedido con ella. No había sido una tarea fácil, ya que todas las personas que conocíamos habían muerto. Probablemente yo era la única persona que la recordaba.

Después de un tiempo, supe que en realidad nunca lograría hallarla. Entonces decidí dejar de buscar, pero eso no significaba que fuera a olvidarla. Ese fue el motivo por el cual llegué a esta playa de Nueva York. Era su favorita, amaba venir aquí. Éramos muy felices cada vez que poníamos un pie aquí. Tenía muy buenos recuerdos con ella en este lugar.

Decidí recordarla aquí y era algo que me hacía sentir acompañada.

—Hola, mamá —murmuré, dejando una rosa junto al montón de piedras. —Dije que volvería, ¿no? Aunque lamento que sea tarde, pero tú sabes, debía acostumbrarme a esta época.

Suspiré y miré el hermoso atardecer frente a mí.

Había pasado un poco más de un año desde la última vez que vine a este lugar, pero seguía igual que siempre. En ese momento, mientras disfrutaba de la hermosa vista y el perfecto clima, deseé que mamá estuviera aquí, a mi lado. Sin embargo sabía que eso jamás sucedería, solo podía imaginarlo.

—¿Sabes? Steve por fin me encontró —comenté recordando nuestro encuentro de ayer. —Sé que estuvo buscándome durante estos dos años y creo que, de cierta forma, esta vez dejé que me encontrara. Tal vez lo extrañaba o tal vez quería ver a alguien que me recordara mi antigua vida.

Durante mi estadía en Marrakech había sido muy cuidadosa y siempre estaba vigilando a mi alrededor, que Steve me hallara no era sorpresa. Cuando Wells me dijo que el Capitán América estaba cerca imaginé que podría encontrarme, sin embargo no hice el intento de huir. Creo que quería ser encontrada por Steve, eso me daría el empujón que necesitaba.

Me dejé caer al suelo, sentándome con las piernas estiradas, aún con la vista clavada en el amanecer. Solté un suspiro cuando una oleada de recuerdos vino a mí.

Recordaba cuando apenas era una niña traviesa que correteaba por toda la playa. Mamá enloquecía cada vez que veníamos aquí, siempre me regañaba por no usar protector solar. Recuerdo que odiaba usar aquel producto y más cuando mamá me colocaba mucho y me dejaba blanca como una hoja de papel.

Una sonrisa amarga se coló en mis labios.

—Extraño esos días en los que veníamos aquí... —Mi voz sonó quebrada. —Pero mi vida cambió cuando Hydra me hizo esto... y ahora tengo otras cosas que hacer, otras prioridades.

Hydra había arruinado mi vida. Me había robado la oportunidad de vivir como cualquier otra persona. Mis sueños fueron cruelmente destrozados por Johann Schmidt y Armin Zola. A ellos no le importó nada más que sus propios intereses, los cuales eran totalmente egoístas. Me alejaron de todas las personas que amaba y me arrojaron a épocas en donde no pertenecía. Me encontraba perdida en el tiempo y solo podía ver como todas las personas hacían sus vidas, mientras que yo aún me encontraba atrapada en mi pasado, del cual no quedaba casi nada.

Me lo habían arrebatado todo, pero esta vez me aseguraría de recuperarlo.

Lo haría. Tenía que hacerlo.

Me puse de pie, totalmente decidida. Estaba segura de lo que haría, siempre lo estuve. Desde el primer día supe qué hacer, pero por alguna razón lo posponía. Pero ya no más, ahora haría lo que tenía que haber hecho hace mucho tiempo. Cumpliré la promesa que hice años atrás, aquella que había sido olvidada en el tiempo.

—Voy a destruir Hydra.

Salí del local de comida rápida con una bandeja chica de papas fritas entre mis manos. No me alejé mucho del lugar, sino que me mantuve cerca. Di solo unos cuantos pasos antes de apoyarme en una de las paredes frontales del edificio y esperé a que llegaran. Llevé una papa a mi boca y disfruté de su delicioso sabor, mientras esperaba por la acción.

Golpeteé mi pie en el suelo, impaciente, al mismo tiempo que continuaba comiendo las papas. Estaba segura que no tardarían en llegar, pero me inquietaba y me molestaba esperar por tanto tiempo. No era una persona tan paciente que digamos. Quería que todo sucediera con rapidez, pero sabía que el mundo no funcionaba así. Y me frustraba.

Observé a las personas y a los autos que transitaban frente a mí. Todos estaban ensimismados y no prestaban atención a lo que sucedía a su alrededor, no parecía importarles en absoluto. Necesitaban un fuerte impacto para reaccionar y presentía que lo harían en tan solo unos minutos, para bien o para mal.

Había llegado a Washington hace unos días y desde entonces había estado pegada al Triskelion, vigilando a Pierce y a todas las personas que entraban y salían del edificio. Le había prestado atención a cada mínimo detalle y finalmente había logrado mi objetivo. Era sorprendente las cosas que podía averiguar con tan solo un poco de paciencia, aunque no me caracterizaba por poseerla.

En ese momento mis ojos se clavaron en una persona peculiar. Era un hombre de cabello largo y castaño. Llevaba un conjunto negro que se moldeaba perfectamente a su cuerpo y para cubrir su identidad usaba una máscara que cubría su nariz y boca, además llevaba una gafas oscuras. Si a eso le sumabas el lanzagranadas que traía entre sus manos, lucía como todo un asesino.

—Ah, debes ser tú —comenté, mirándolo con atención.

Entonces levantó el arma, apuntando a un coche negro que se movía con dirección a él, y segundos después disparó sin titubear. La parte inferior del automóvil estalló, levantando peligrosamente la parte trasera por los aires. El blindado negro no desaceleró en ningún momento, por lo que el soldado se hizo a un lado para evitar ser aplastado por el coche.

En cámara lenta vi cómo el coche impactaba contra el suelo nuevamente, quedando con las ruedas hacia arriba. Una gran nube de humo se abrió paso por el lugar y un fuerte olor a pólvora llegó a mis fosas nasales.

—Esa es mi señal —murmuré, dejando las papas fritas en el suelo.

Me teletransporté frente al coche negro.

La puerta estaba repleta de abolladuras, pero no se había salido de su lugar. El vidrio, al contrario, seguía intacto, aunque con algunas grietas. De una patada rompí el frágil cristal y me agaché para mirar a través del agujero. Me encontré con un hombre moreno que usaba un parche en el ojo izquierdo. Lo reconocí como Nick Fury, director de S.H.I.E.L.D.

Por lo que acababa de ver supe que no tenía ni idea de Hydra, pero comenzaba a sospechar y eso fue motivo suficiente para ser eliminado. Era una jugada clásica de Hydra.

Fury me miró confundido, pero luego miró detrás de mí. Volteé y vi que tenía el ojo clavado en el soldado, quien se acercaba hacia nosotros. Solté un suspiro. No quería enfrentarlo, pero tendría que hacerlo.

—Te daré tiempo, vete —ordené, enderezándome.

Rápidamente giré hacia el soldado, quien se acercaba dando grandes zancadas. Traía su arma en alto y caminaba con decisión, dispuesto a acabar con lo que había comenzado. Obedecía ciegamente las órdenes de Hydra.

—Tú debes ser el Soldado del Invierno —dije a viva voz.

Entonces se detuvo súbitamente ante mi comentario, pero no hizo ningún movimiento de ataque. Solo me miraba, expectante, lo sabía porque podía notar el peso de sus ojos sobre mí.

Decidí aprovechar la situación. Extendí mi brazo derecho hacia él y lo moví lentamente, formando un círculo en el aire. Al instante un gran, deformado y azul portal  se formó detrás del soldado. Tenía la apariencia de una gota de agua flotando en el aire.

Sonreí.

—¿Qué te parece si damos un paseo?

Flexioné mi brazo y el portal avanzó, succionando el cuerpo del soldado. Dí unos pasos, alcanzando el portal para adentrarme en él. Segundos después aparecimos en medio de un desierto, un lugar que había conocido durante mi estadía en Marrakech. Había estado aquí en algunas ocasiones mientras ayudaba a Wells con su trabajo.

Con una pequeña sonrisa observé que el soldado miraba a su alrededor con confusión, pero luego clavó su mirada en mí. Entonces, con una rapidez y agilidad impresionante, cargó su arma con otro explosivo y apuntó directamente hacia mí. Por un momento creí que no iba a disparar, pero me equivoqué totalmente. Él disparó sin siquiera dudar por un momento. Lo entendía, representaba una amenaza para su misión y debía eliminarme.

En ese momento un portal de tamaño mediano se abrió delante de mí, desviando el explosivo hacia el cielo. El soldado levantó la mirada cuando oyó el estruendo de la explosión. Una leve cortina de humo se extendió por el ambiente, haciéndome fruncir la nariz debido al olor a pólvora.

—Tuve que dejar mis papas para traerte aquí, ¿y así me lo agradeces? —comenté sarcásticamente. —Creo que mereces un castigo.

Moví mi dedo índice y creé un portal bajo sus pies. Al instante cayó por él, tal y como lo esperaba. Segundos después, a unos metros sobre el anterior portal, uno nuevo se abrió y por él apareció el soldado, pero entonces volvió a caer por el primer portal.

Con una sonrisa de diversión observé que el soldado caía a través de los portales, sin poder escapar de ellos. Se había vuelto un bucle y no dejaría de caer hacia la nada hasta que yo decidiera cerrar los portales.

Durante unos minutos estuve viendo que el cuerpo del soldado aparecía y desaparecía entre los portales. Fue hasta que pensé que ya era hora de volver, por lo que cerré los portales y el cuerpo del soldado cayó sobre la arena. Se puso de pie rápidamente y me miró. Aunque llevara la máscara y las gafas sabía que estaba furioso, después de todo había estado cayendo durante minutos.

—Lo siento, pero creo que debemos volver —murmuré, encogiéndome de hombros. —Hasta aquí llegaron nuestras vacaciones, soldado.

Estiré mi brazo y creé otro portal detrás de él. Antes de que lo supiera, fue succionado por este y segundos después yo me adentré en él. El ruido de las sirenas de los coches policiales y la ambulancia llegaron a mis oídos, aunque todavía no habían llegado al lugar del accidente. Estábamos de vuelta en Washington.

Miré a mi alrededor hasta que posé mi mirada en el soldado, quien volvió a cargar su arma y me apuntó nuevamente, listo para acabar conmigo. Bufé ante su insistencia.

Estaba por mandarlo lejos cuando una voz desconocida me detuvo.

—No —ordenó alguien detrás de mí. —La necesitamos con vida.

Volteé hacia el dueño de la voz y me encontré con un hombre. Su cabello era azabache y vestía un uniforme oscuro de agente. Arqueé una ceja al reconocerlo. Tenía razón al pensar que Hydra había ordenado el asesinato de Fury, sino él definitivamente no estaría aquí.

—Rumblow —murmuré, mirándolo de pies a cabeza.

—Flicker —dijo, mirándome de igual forma. —Tenía entendido que huías de Hydra.

Me encogí de hombros, fingiendo que aquello no era cierto. Sí, mi plan era regresar a Hydra como si nunca hubiera huido. Era excelente.

—¡Qué cosas dices! —exclamé, riendo falsamente. —Solo salí a dar una vuelta.

—Una vuelta de dos años.

Hice un ademán desinteresado y divertido, restándole importancia al asunto. Él arqueó una ceja, sin tragarse mis palabras. En realidad no me importaba si él lo creía o no, igualmente iría a la base de Hydra.

—Eres un exagerado —murmuré, acercándome a él. —¿Ya podemos irnos o esperamos una invitación?

Rumblow me miró, desconfiando totalmente en mí y mis palabras, pero finalmente nos subimos a un blindado negro y marchamos hacia la base de Hydra.

Que comience el juego.

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