(31) ♤Dime, Five♤

El campo más grande de todos Los Ángeles estaba repleto de un montón de personas. Las gradas estaban llenas de espectadores, familiares y hasta Ramigüis. Mis padres permanecían sentados y vestidos con las camisas del equipo y mi número, con la cara pintada de rojo y negro para asimilarse a nuestros colores, llevaban guantes gigantescos y hasta Chip, el perro de Rachel, tenía un jersey miniatura de Los Lobos de Los Ángeles. Me hacia sentir bien como ellos me daban ánimos desde lejos y me gritaban que era el mejor. Keira y Kang también estaban aquí, al igual que mi tía Audrey junto a Kylie y su esposo, ellos junto a todos nos animaban. Hera vino con Clara a vernos, y mi tío Tony las está acompañando. La madre de Tyler también está dándonos ánimo, ella es muy aficionada por los deportes y desde las gradas nos gritaba estrategias deportivas. Hasta Chase estaba tratando de darnos ánimo y me dio un poco de risa verlo con el rostro pintado del equipo. Los padres de Ian se encontraban aquí, pero ellos estaban sentados en una banca que poseía varias flores a su lado y un retrato de su hijo.

Todos estaban aquí apoyándonos, pero ninguno era la persona a la que quería ver. Five dijo que vendría por su cuenta, pero ya el partido va a comenzar y ella aún no ha venido.

Nuestro querido entrenador, el tío Juno nos tenía a todos en un círculo para hablar. Aunque también se encontraba nuestro entrenador real y a pesar de que no puede hacer mucho debido al yeso, él nos daba sus ánimos desde la banca. Él permanecía entre Tyler y yo, y tomó una gran bocana de aire mientras se acomodaba su gorra.

—Este es el partido que tanto habíamos estado esperando, tardamos día y noche trabajando mucho por esto, así que quiten esas caras largas—nos sonríe un poco—sé que hemos perdido mucho estos últimos días, pero somos una manada de lobos, fuertes y que no se rinden. Y quiero que hoy se diviertan y ganen este partido. Apuesto a que Ian hubiera dicho algún chiste de mal gusto en medio de esto, pero nosotros haremos honor a su nombre, honor a nuestro jugador número uno y haremos que celebre desde el cielo por nuestra victoria. Porque somos lobos, si uno cae, lucharemos todos.

Él puso su mano en el centro y todos lo miramos conmovidos. Sabíamos que nada sería lo mismo sin Ian, él literalmente era el jugador número 1, él era el alma del equipo, él que nos ayudaba a seguir avanzando. Y sé, que él hubiera querido que le restegremos en la cara a esos gatos grandes que nosotros, Los Lobos, somos superiores.

—Por Ian—puse mi mano sobre la del entrenador esbozando una casta sonrisa.

—Por Ian—se une Tyler imitando mi acción.

—Por Ian—se unió otro.

—Por Ian.

Y poco a poco el equipo empezó a crecer y a cobrar vida.

—¿Qué somos?—vociferó el entrenador emocionado.

—¡LOBOS!—chocamos los cinco y nos dividimos para ir a nuestras posiciones.

El entrenador me tomó del hombro antes de que vaya a mi puesto y me dio una palmadita.

—Sé que puedes.

Asentí con la cabeza y fui a mi lugar.

Observé a nuestro grupo oponente del otro lado. Eran un montón de idiotas que integraron a varios Ramigüis en su equipo y eso me parecía un poco injusto, aunque en el nuevo mandato las reglas son claras. Ningún Ramigüis puede utilizar sus poderes durante el partido y de ser así, será descalificado.

El árbitro hizo sonar el silbato y empecé a correr con la pelota rodando por mis pies.

Uno de los leones trató de quitarme el balón, pero corrí con más rapidez recordando cada segundo que pasé con los Ramigüis. Ellos eran superiores y mi convivencia junto a su especie me hizo aprender muchas cosas.

Tenía a un montón de jugadores persiguiéndome y la arquería estaba a muchos metros. Uno de ellos logró quitarme la pelota y solté un refugiado yendo hacia él. Era un Ramigüis y el muy imbécil era rápido, pero no hasta el punto de activar su poder. Tyler se le atraviesa y le quita la pelota mientras que otros tratan de quitársela a él. El rubio se la pasa al jugador número tres y él trata de llegar a la arquería.

Sigo corriendo dando fuertes pisadas sobre el césped y veo a la defensa del equipo contrario. El número tres le devuelve la pelota a Tyler y un grito de emoción se oye desde las gradas.

—¡Tú puedes, Ty!—exclama Kylie alzando una banderita.

Mi amigo sonríe para si mismo y me mira moviendo la cabeza.

—Estrategia 5, 6, 7—exclamó pasándole el balón al jugador seis—¡Cinco!

El chico la recibió y corrió escapando de los leones que querían robarle la pelota.

—¡Seis!—me pasó el balón.

Yo era el que estaba más cerca de la arquería y tenía a dos Ramigüis de Cambridge pisándome los talones. Divisé al arquero en posición. A tres jugadores más viniendo a mis lados. Y solté una gran patada que me hizo caer al pasto de forma agresiva.

—¡Siete!—exclame y el balón rozó el hombro del arquero hasta marcar el primer gol.

Todos los de nuestra grada comenzaron a vociferar y Tyler se acercó a mí para ayudarme a ponerme de pie.

—Bien hecho, Sev—me dio una palmada en el hombro.

El juego volvió a comenzar y aunque íbamos muy bien al principio terminamos empatados. A cada segundo miraba las gradas en busca de esa cabellera blanca. Pero nada, ella no llegaba. ¿Me ha dejado plantado?

Estábamos en el último tiempo y me encontraba tan cerca de anotar un gol, hasta que de pronto, siento como algo atrapa mis piernas hasta el punto de hacerme caer bruscamente. Mi cabeza choca contra el suelo y suelto un quejido sintiendo un gran dolor en el cráneo. El árbitro toca el silbato y saca tarjeta roja. Tyler y el entrenador se acercan a mi puesto y me sientan sobre el césped mientras que uno de los paramédicos se acerca con un botiquín.

—¿Estás bien?—pregunta Tyler preocupado.

—¿Qué demonios fue eso?—consulto sintiendo como me pasan alcohol por una herida en mi frente.

—Uso de poderes—comentó mi entrenador enfadado.

Miro mi pierna y diviso como el césped había creado algún tipo de enradera en mi tobillo para hacerme caer. La saco de un tirón y me pongo de pie haciéndole una seña al público de que estoy bien cuando noto la preocupación.

—Se realizará un penalti—habla tío Juno poniéndose de pie—y tú lo harás—me señala con firmeza—este es nuestro punto final para ganar y se lo dejaré a mi mejor jugador.

Tyler lo mira indignado.

—Gracias, papá—ironiza Tyler y su padre ríe acariciando su cabeza.

Me pongo de pie y observo como el jugador que me hizo esto fue expulsado y sentado en una banca. Malditos Ramigüis. Casi me hacen ver estrellitas. O a Ian.

Voy hacia el punto de penalti y vuelvo a ver hacia las gradas con una horrible sensación en el pecho.

Ella no vendrá.

Aprieto la mandíbula y miro al portero dando un gran suspiro.

Vamos, Seven. No falles.

Vuelvo a ver a las gradas. Si tan solo ella estuviera aquí.

Me fijo en el balón y me pongo en posición. Mis manos están bastante temblorosas. Esta es mi oportunidad. Este es mi momento. Por el equipo. Por Ian. Por todos.

—¡VAMOS, SEVEN!

Una vocecita grita desde las gradas y giro mi rostro confundido viendo hacia las sillas. Mi corazón empieza a latir a toda velocidad cuando mis ojos conectan con el profundo cielo nocturno de los orbes de Five. Se tuvo que subir en una de las sillas para así poder gritar. Sí vino. No me dejó.

—¡Vamos, Seven!—Rachel también gritó uniéndose a Five.

Todos las miraban como locas, pero después mi padre se puso de pie.

—¡Vamos, Seven!—exclamó acompañado de mi madre.

Todas las personas comenzaron a hacer lo mismo y me arrebataron una sonrisa. Miré a Tyler y él me hacia un asentimiento de cabeza dándome que entender de que lo lograría.

—¡SEVEN, SEVEN, SEVEN!

Todos aclaman mi nombre y mis pupilas no se apartan de los ojos de Five.

Decidido, empiezo a correr y observo con fijeza y decisión al arquero que se pone en posición. La gente me anima, mi familia me anima, Five me anima, y corro hasta el balón para patearlo con tanta fuerza, que por un segundo, el campo quedó en completo silencio. Juré que la pelota se volvería fuego por la velocidad en la que volaba y al pobre portero no le dio tiempo de procesar su pérdida, porque ni siquiera sintió cuando el gol ya había sido anotado.

Y de pronto, el campo estalló en gritos y aplausos. Mis labios se ensancharon y no sé cómo terminé con el trofeo entre mis brazos y siendo cargado por el equipo que gritaba mi nombre.

Alcé el trofeo al cielo y ellos me bajaron mientras corrí hacia mi familia que me recibió con los brazos abiertos.

—Ese es mi hijo—felicita papá con una inmensa sonrisa.

Keira también me abraza y Kang me da los cinco. Mis tíos también me felicitan y Kylie camina hacia mí con una expresión dramática.

—Wow, Sev. Eres casi tan bueno como yo—alardea dándome un abrazo y ruedo los ojos.

—Idiota.

Hera y Clara también se acercan y ambas me abrazan felizmente.

—Felicidades, Sev—felicita Clara con una sonrisa.

—Cuando vayas a las grandes ligas espero que no te olvides de mí—alude Hera y le revuelvo el cabello divertido.

—Jamás, idiota.

Ellas se van y diviso a Chase viniendo hacia mí.

—Nada mal para un humano como tú—se hace el indiferente.

—Admite que soy el mejor—comento desafiante.

—Sabes que ni en mis peores pesadillas lo haría—choca los cinco conmigo.

Keira lo llama a mis espaldas y se retira alzando las cejas con gracia. A lo lejos diviso a Five, se veía muy hermosa con el atardecer tras ella. Su cabello blanco le rozaba los hombros, sus cortas piernas yacían al descubierto mostrando su blanquecina piel, su cabeza estaba cubierta por un gorro de lana rojo que hacia sobresaltar con más detalle sus delicadas facciones. La nariz respingona con algunas cuantas pecas claras, los pómulos marcados y enrojecidos, los ojos grandes con una inmensa profundidad, los labios voluptuosos decorados por una enérgica sonrisa. Ella simplemente era perfecta, desde cuando se ríe, se enoja, se entristece o se avergüenza. Me gusta todo de ella. Me gustan sus ocurrencias, su inocencia, su lado duro, su amabilidad, su manera de ver el mundo. Five es tan diferente a mí en todos los sentidos.

Éramos la luz y la oscuridad. Completamente contrarios, pero así fue como nacieron las estrellas en el oscuro cielo.

Caminé hasta ella y Five me mostró su más grande sonrisa antes de venir a abrazarme con fuerza. Su cabeza se hundió en el espacio de mi cuello y acaricie su cabello apreciando su cercanía. La había estado extrañando tanto. Extrañaba todo de ella. Sus ojos, sus sonrojos, sus besos, sus palabras.

Me aferre a ella y me di el gusto de apreciar su olor, su esencia única. Five era simplemente única. Y me odio a mi mismo por haberlo notado tan tarde.

Ella se separa y observa a mis espaldas, me giro un poco y diviso a Chase de brazos cruzados a muchos metros de nosotros. Five trata de sonreír de nuevo.

—Felicidades, Sev.

Vuelvo a ver a Chase y muevo la cabeza tomándola de la muñeca y arrastrándola conmigo a la parte trasera de las gradas.

—¿Sev, a dónde me llevas?—pregunta confundida y me detengo cuando llegamos al sitio para más privacidad.

Nos sostenemos la mirada durante largos segundos, y no lo soporté más.

Tomé su rostro entre mis manos y atraje sus labios a los míos. Su sabor dulce se apoderó de mi boca y sentí que la vida me volvió al cuerpo. Pase de ver todos gris a encontrarme rodeado de malditos unicornios y arcoíris. Ella subió sus dedos a mi mejilla y correspondió mi beso con la misma intensidad.

Extrañeba esto.

Abro espacio entre sus labios y acaricio su interior tomándola de la cintura. La pasión abarcó el escenario y sus manos no soltaban mi cuello. Su tacto suave ocasionaba las mejores fantasías. Y disfrutaba cada momento de cercanía como si fuera el último. Y me lamento mucho de haber abierto mi bocota.

Ella se aparta un poco y respira con pesadez observando mis ojos un tanto entristecida. Frunzo el ceño y Five niega lentamente.

—Lo siento—musita soltándome para pasarse las manos por el rostro—lo siento, Sev. Pero no podemos seguir con esto.

Sus palabras me hacen apartarme también y verla descomprendido.

—¿Por qué?

—Lo hago por tu bien.

Sus ojos se enrojecen y la retina se torna brillosa. Detrás de mí siento un fuerte golpe y retrocedo anonadado encontrándome con un furioso y muy enojada Chase. ¿Pero qué demonios?

—¿¡Qué diablos creías que hacías!?—me espeta dando zancadas con la intención de volverme a golpear.

¿Pero qué carajos?

—¡Chase! ¡Alto!—exige Five interviniendo entre ambos.

—¿Para esto querías que te siguiera? Para ver como me engañabas con este—escupe enojado y doy un paso hacia atrás desconcertado.

¿Ella le dijo?

—¿Five?—la miro confundido y ella tiene los ojos cristalizados.

—Siento que esto tuviera que ser así, pero ya no podía seguir. No podía, Sev—musita con un tono lleno de impotencia.

—¿Qué quieres decir?

—Creo que ya no debemos estar juntos.

En aquel instante, al oír esas palabras, se me arrugó el corazón. Los pensamientos se me van. El aire me comenzó a faltar.

—¿Por qué?—lo único que siguió de pie fue mi voz, temblorosa y necesaria para soltar esa interrogante que empezó arderme desde adentro.

La melancolía corrió por mis venas y ella no era capaz de verme al rostro.

—¿Por qué?—repetí con más firmeza.

Five tomó una bocana de aire y se acercó más a Chase.

—Esto simplemente no está bien. Tú eres un humano. Yo un Ramigüis. Fuiste una mala influencia para mí. Yo en ningún momento quise hacer esto. Solo tú—su respiración se corta y noto que trata de contener las lágrimas.

Mentira.

Chase aprieta la mandíbula y da indicio de querer volver a golpearme, pero Five le sostiene el puño para que se tranquilice.

Alterno mis ojos entre ambos y me siento fatal. Me siento engañado, enojado, indignado. Muchas emociones mezcladas en un solo segundo.

—Solo te seguí por lástima. Te seguí con el asesino, por lástima. Te besé, por lástima. Todo lo que hice por ti, fue por lástima—las lágrimas resbalaban por sus pómulos y eso me confundía más.

Si tanto me odiaba, ¿Por qué me correspondía con tanta pasión?

Acabo de ser humillado.

Empecé a asentir lentamente y ella se fijó en cada uno de mis movimientos con detalle.

—Dime, Five—aprieto los labios resignado—¿Qué se siente, Five? ¿Qué se siente lastimar mi orgullo? ¿Mi ego?

Ella niega y sus ojos se humedecen más.

—¿Para qué hacerme llorar? ¿Por qué fuiste capaz de decir todas esas mentiras y sentirte tan bien?

Five se arrincona contra Chase y dejé de lado mi orgullo, mi supuesta hombría y me mostré vulnerable frente a ella. Dejé que el dolor drenara. Y una lágrima descendió desde mi ojo.

—Dime, Five. ¿Qué se siente ver llorar a una persona frente a tus ojos por tu culpa?—el rencor y el dolor en mi voz eran visibles—de verdad quiero saber cómo carajos puedes tener los cojones de estar aquí y decir cada una de esas estupideces sin sentirte una mierda. ¡Dime, Five!

Mi pecho empezó a subir y a bajar. Chase intenta dar un paso hacia mí, pero ella vuelve a impedírselo.

—Solo fui un juguete para ti, ¿Es eso cierto, Five? Porque déjame decirte que todo lo que sentí sí fue real. Porque amé y amo cada maldita cosa de ti, y me jode ahora sentir un inmenso amor-odio hacia a ti, pero es que tú no me has dado más opción.

—Seven, no, por favor—ruega en un susurro sin verme a la cara.

—Pude hacerte sentir la misma mierda que tú me estás haciendo sentir ahorita. Tuve el poder de lastimarte, pero no lo hice porque confié en ti y juré que nunca lo harías.

La reparo con repugnancia y rencor.

—Pero me equivoqué, en verdad me equivoqué—solté una risa sin gracia—Dime, Five. Dime, ¿Qué se siente destruir lo único real que tenías?

—Seven, de verdad yo....

—El asesino quizás tenía razón, el mundo está mal. No podía confiar en nadie. Ni siquiera en ti—me encogí de hombros—¿Quién sabe? Quizás tú eres el asesino.

—Seven—me ruega.

—¿Quién sabe? Quizás todo este tiempo solo quisiste lastimarnos.

—Seven, para.

—¿Quién sabe? Al final resultaste ser un verdadero monstruo, uno peor de los que a tu madre atormentaban.

—Seven, por favor...

—Sí, eso eres, Five. Tú eres el verdadero monstruo.

Una bofetada resonó de la nada y tenía a Five frente a mí viéndome enojada y con los ojos repletos de lágrimas. Me toqué la mejilla y ella tenía la respiración agitada.

—Tú no sabes lo que es ser un monstruo, Seven—reprocha severamente.

—Tienes razón, no lo sé. Porque yo no soy uno—miro a Chase y de nuevo a ella—los Ramigüis sí—tenso la mandíbula—esto se acabo.

Me inclino a recoger mi mochila.

—Lo hago por tu bien....—musita en la lejanía antes de que me diera la vuelta.

Algunas personas deberían venir con un cartel de advertencia.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top