(29) ♤Intrusos♤

—¿Cómo que intrusos?—cuestionó Siete mirándonos a Five y a mí ceñuda.

Su voz me hizo salir de mi repentino trance y me pasé las manos por el cabello soltando una risita con cierto tinte de nerviosismo.

—Tal vez sin querer los golpeé en el baño porque descubrieron que venimos del laboratorio y......

Me vi interrumpido por una bala que rozó las puntas de mi cabello de repente.

—¡Corran, se los explico luego!—exclame tomando a Five de la muñeca al ver a un montón de personas tratando de alcanzarnos.

Jamás había vivido una persecución tan intensa en mi vida.

Empezamos a correr y una multitud comenzó a perseguirnos. Íbamos a tal rapidez que por un segundo me consideré un Ramigüis.

—¡Siete, utiliza tu teletransportación!—sugerí a su lado.

Pero una tanda de disparos nos obligó a separar caminos al encontrarnos con un montón de personas con jaulas desordenadas y mesas por doquier como un laberinto. Busqué a papá y a Siete con los ojos, pero no los encontré y maldecí a mis adentros corriendo con Five. Si Siete no estaba con nosotros no podíamos teletransportarnos y ahora que nos separamos y estamos perdidos el uno del otro, no podrá encontrarnos fácilmente.

—¡Ahí hay dos!—acusó el hombre de ropa de piel de animal con un montón de gente tras él tratando de alcanzarnos.

Sentí como uno de ellos estaba literalmente respirándonos en la nuca y miré a todos lados en busca de un plan.

Tomé a Five de la muñeca escuchando como el hombre cargaba su arma y le apuntaba directamente al cráneo de la chica en medio de la persecución y antes de que pisara el gatillo nos hice resbalar en el interior de unas mesas que bloqueaban el camino. Todos se detuvieron y nosotros aprovechamos eso para salir y volver a correr. Ellos hicieron añicos la mesa y se abrieron espacio lanzando las jaulas de los Ramigüis que bloquearon su sendero.

Sentía el pecho de Five pesado, ya que su respiración empezó a tornarse bastante agitada. Sabía que ella no poseía la misma condición física que los otros Ramigüis, así que era sencillo deducir que ya su energía se estaba desgastando. Pero no podía decir lo mismo de la servidumbre que nos seguía.

Corro a paso veloz por varios puestos y justo al captar la salida en lo alto, chocamos con alguien. Caemos los dos sobre él y trato de levantarme notando que hemos chocado con Tyson.

—¿Qué demonios pasa?—espeta viendo a la multitud que nos sigue—¿Y por qué están siendo perseguidos?

Miro sobre mi hombro con la adrenalina a mil y vuelvo a ver a Tyson lleno de sudor.

—Solo, corre.

Un fusil nos hace cubrirnos la cabeza y éste termina destruyendo uno de los puestos a nuestro costado.

—¿Qué hicieron ahora, niños?—nos sermonea mientras nos toma de los brazos para que volvamos a correr.

—Es una larga historia—mascullo con el aliento cortado.

—¿Al menos han descubierto algo?—inquirio e hice una mueca—genial—alza los brazos enojado—tienen suerte de que al menos el tío Tyson si ha conseguido algo—alardea con aires de grandeza.

Un disparo llega a nuestro lado y Tyson nos obliga a cruzar por otro camino. De la nada, un hombre de dos metros se lanzó sobre nosotros y logró tomar a Five del cabello obligándonos a detenernos.

El sujeto era enorme, con piel muy pálida y cabello estilo punk. Sus pupilas son tan pequeñas que parecen dos puntos oscuros en medio de la blancura de sus ojos. Posee muchos tatuajes y noto un gigantesco piercing en la lengua cuando se relame los finos y resecos labios de manera asquerosa y con la punta de un cuchillo acaricia el cuello de Five.

—Hueles tan dulce—pasa su nariz en la zona en donde pone el arma.

—No la toques—ordeno dando un paso hacia él.

El hombre alza el rostro y vuelve a sacar la lengua como si fuera un tic.

—¿Dime dónde están las drogas de Craig y la princesita será toda tuya?—hace acariciar el filo en su pálida piel.

Aprieto los puños y Tyson me toma del hombro para que me tranquilice.

—Danos a la chica si no quieres que esto se ponga feo—exige el castaño poniéndose frente al hombre para encararlo.

Un grupo de malhechores que acompañan al sujeto apuntan con un montón de armas a Tyson, pero él ni siquiera se inmuta.

—Dame las drogas y será toda tuya—repite el de tatuajes.

Tyson estira sus brazos y después hace lo mismo con su cuello.

—Bueno, después no digas que no te lo advertí.

Seguido a esas palabras, Tyson golpeó a todos los hombres hasta desarmarlos y quedé tan, pero tan perplejo porque por un segundo creí que era de esos típicos científicos nerd de las películas que no tenían ningún tipo de habilidad física. El grupo terminó noqueado en el suelo y Tyson tomó una de las armas y apuntó al sujeto con firmeza.

—Dame a la chica.

El otro no quiso ceder y presionó más el filo contra el cuello de Five. Ella respira rápidamente y me mira asustada.

—Las drogas o la mato—amenaza con tono grave y Five suelta un grito cuando él presiona más y más.

—No entiendo porque siempre les gusta ir por el peor camino—niega Tyson haciéndome una seña antes de presionar el gatillo.

Corrí hacia Five y el hombre, y golpee su entrepierna haciendo que suelte a la peli blanca y tumbarla conmigo al suelo para que la bala impacte entre sus dos ojos.

—Muevanse—nos ordena cogiendo otra arma y guardándola en su cinturón.

Retomamos la persecución al volver a oír la multitud y miré a Tyson aún plasmado por lo que hizo.

—Pensé que eras un idiota—aludo anonadado viendo como dispara a nuestras espaldas y mata a varias personas.

—Oye, me ofendes muchísimo—destruyó unos puestos para bloquear el camino de nuestros enemigos—estuve siete años en la marina antes de convertirme en científico ¿Sabes?

Se indignó y después cambió de expresión señalando las escaleras.

—Allá está la salida, ¡Suban!—exclama deteniéndose para disparar a las personas que nos seguían mientras nosotros subíamos.

Su pistola se quedó sin balas cuando ya Five y yo llegamos a la cima, y la lanzó al suelo subiendo cada peldaño como si fuera súper Mario.

—¿Dónde están sus padres?—nos pregunta en tanto corremos por el pasillo empedrado para llegar a la salida.

—Los perdimos cuando empezaron a seguirnos—explica Five pasando saliva.

Logramos salir del mercado y suspire sin saber a dónde ir. Esta no era mi ciudad, no sabía que hacer.

Me impaciente y me pasé las manos por la cara aturdido. Miré el suelo exasperado y me quedé quieto al notar que varias piedras temblaban sobre el pavimento.

—Tenemos que encontrar a sus padres—dice Tyson, pero calla de golpe en el instante en el que el sonido de un motor nos hace elevar el rostro asustados.

—Mierda.

Tres motos salieron disparadas del techo del callejón y cayeron justo a nuestras espaldas. Tyson extendió sus brazos a los costados para protegernos y yo entrelace la mano de Five con la mía.

—Devuelvan las drogas—ordena uno de los motorizados apuntándonos con un revólver.

—A la cuenta de tres vas a gritar, Five—masculla Tyson al ver como el hombre carga el arma.

—Las drogas, ahora.

—Uno....

Retrocede y el sujeto hace sonar el motor.

—Dos...

—¡Las drogas o están muertos!

Baja de su moto poniendo el cañón en la frente de Tyson dando gritos.

—Tres—habla mientras pone sus manos sobre su nuca.

—¡MAMÁ!—grita Five con tanta potencia que siento mis oídos sangrar.

Me cubro las orejas y todos hacen lo mismo a excepción de Tyson, quien toma el brazo armado del hombre y con su mano le dispara a sus dos acompañantes que se retorcían en los asientos. Después golpeó al sujeto y lo dejó inconsciente en el suelo.

Tyson corre hasta una de las motos y se sube moviendo las manillas y haciendo rugir los motores.

—Tomen una, Siete encontrará la ubicación de Five en....—mira su reloj apresurado—diez minutos exactos.

Se oyen más disparos del otro lado y gritos desde la caverna de abajo. Me subo a una moto y Five también se sube a otra con rapidez. La multitud sale del mercado y los tres arrancamos con tanta potencia que las motos se alzaron y cayeron al suelo de nuevo cuando cruzamos fuera del callejón.

—¡Atrapen a esos imbéciles!—exclama uno de ellos en alto.

El viento chocó en mi rostro a penas dimos el giro, Five andaba a mi lado y Tyson en el otro dejándome a mí en el centro. Logré oír el sonido de otras motos a nuestras espaldas y me giré sobre mi hombro para verificar si era cierto.

Dios, eran cientos.

Tyson se quitó su reloj y lo alzó viendo hacia atrás.

—Diez minutos—dijo oprimiendo un botón del anterior y aumentando la velocidad—no nos podemos separar hasta que el tiempo se acabe—avisó con la voz alzada mientras entrábamos a una especie de pueblo.

La gente comenzó a gritar y a hacerse espacio en tanto conduciamos. Nos comienzan a disparar y miro a Five preocupado, además, ¿Cómo es que ella sabía conducir una moto? Habían muchas cosas que aún no conocía de ella, pero sé que me encargaré de saberlo todo. Absolutamente todo.

Cuando vi a ese hombre poniéndole el cuchillo en el cuello sentí que todo se había detenido. Si hubiera perdido a Five en ese momento nunca me lo perdonaría, porque yo he sido el que la ha arrastrado a todo este desastre. Ella es una simple minion brillante y no deseo que su luz se apague por mi culpa. Este asesino está destruyendo todo, tanto directa e indirectamente. Cualquier cosa que pasa con mi vida, él está involucrado. Es como una plaga, es arrasadora y cuesta detenerla.

No me interesó acabar con los puestos del centro, pero esto era de vida o muerte. Las personas salían despavoridas y gritaban horrorizadas al vernos pasar como un relámpago.

Uno de los motociclistas estaba muy cerca de Five y alzaba su brazo de forma temblorosa portando un arma.

—¡Five, detrás de ti!—advertí con el corazón latiéndome a mil.

Ella se giró y movió las manillas aumentando su avance. Fue directo hacia una montaña diminuta. A la velocidad que iba no era nada normal. Y el temor me abarco cada vez más al ver los dedos del hombre muy cerca del gatillo. Pero esa pequeña minion era más astuta de lo que aparentaba. Five se sube por una pequeña rampa echa con cachivaches dejando tras ella un gran desastre que obliga al sujeto a chocar con un puesto de verduras. La chica corre por los techos de los puestos como la puta ama de las motocicletas y hace saltar su medio de transporte dejándome boquiabierto al volverla a ver junto a mí.

—Peli blancas—comenta Tyson a mi lado—lo sé, a mí también me enloquecen.

Muevo la cabeza saliendo del trance y lo miro dando un rotamiento de ojos. Él vuelve a ver el reloj con impaciencia y acelera al notar que varias motos volvieron a alcanzarnos.

Tres de esos hombres empezaron a chocar la parte delantera de su moto contra la parte trasera de la mía. Podía ver a través del retrovisor como uno de ellos quería tomarme del cuello. Intenté acelerar más, pero no era como si supiera mucho acerca de motos. Jamás he estado ni siquiera en una persecución. Todo esto es muy nuevo.

Tyson se percata de mi intento y ahora son cuatro detrás de mí. Genial, soy la carnada más fácil. Y la verdad fue que creí que yo era el desastre, pero también la moto comenzó a presentar unas cuantas fallas.

—No, no, no—musité viendo como se quedaba sin gasolina.

Divisé a Five y a Tyson desaparecer como rayos y coloqué mis manos tras la nuca al ver como era rodeado y todos me apuntaban.

—¡Baja de la moto!—ordena ese hombre vestido de piel de animal y hago lo que pide—rodillas en el piso.

Aprieto la mandíbula y con mucho cuidado pongo una rodilla en el pavimento. El hombre camina hasta mí y me pone el cañón en la boca. El pecho se me agita, pero no me inmuto.

—Tienes cinco segundos para decirme dónde están las drogas o sino eres hombre muerto.

—No hablaré.

—¡Que hables!

—No quedará ninguno de ustedes.

Recibo una patada en el estómago que me hace retorcerme.

—Habla de una vez. Tienes cinco segundos o te mataré.

El rugido de los motores me hace mirar de reojo. Atisbo el reloj de muñeca de uno de los motociclistas y vuelvo a ver al maldito que tenía al frente con firmeza.

Uno.....

—¡Habla!—me toma del cabello.

Dos....

Todos me rodean y llevan sus dedos al gatillo.

Tres....

—Tu tiempo se termina.

Cuatro...

Me saca el cañón de la boca y lo lleva hasta mi frente.

Cinco...

—No digas que no te lo advertí—sonreí de medio lado.

Y antes de lo que esperaban, una de las motos impactó desde un costado contra aquel hombre y las personas que lo conducían se lanzaron hacia mi puesto cayendo sobre mí y de pronto, el ruido a nuestro alrededor fue nulo.

—Auch, creo que me fracture una costilla—masculla Tyson con todo su peso sobre mí.

—Yo creo que me quedé sin cuerpo—espete alejando al hombre.

—¿Estás bien?—me pregunta Five separándose de mi puesto.

Asiento lentamente y noto que tiene un gran rasguño en el abdomen, le sangra un poco y me acerco a ella para tomarla.

—¿Qué pasó?—consulto preocupado.

—Fue cuando el hombre me perseguía—murmura con una mueca.

Diviso que ya no estamos en el pueblo y ahora volvimos al área 51. Papá estaba en una esquina y Siete se encontraba junto a nosotros con la respiración agitada.

—Joder, eso fue agotador—se queja la reina tomando una profunda bocana de aire.

Oigo un diminuto quejido por parte de Five y su abdomen me preocupa porque no paraba de sangrar.

—Debemos curarte eso, Five—aludo tomando su muñeca con cuidado para no lastimarla—está sangrando mucho—le digo a los mayores.

Tyson se pone de pie rápidamente y desordena el escritorio lleno de cadáveres para buscar un botiquín. Papá lo ayuda y Rachel se recuesta en una silla cerrando los ojos como si le doliera mucho la cabeza. Siento a Five en una de las camillas del laboratorio y ella hace una mueca de dolor al subir. Tiene el rostro sucio y lleno de rasguños, pero sigue viéndose espléndida aunque esté en su peor momento.

Trato de acomodar las almohadas para que pueda recostarse y se aferra a mi brazo clavándome las uñas del dolor.

—Siento que he visto muchas películas, pero esta no es la típica escena en donde el protagonista se quita la camisa e intenta curar las heridas de su amor—bromea con la voz arrastrada y elevo una de las comisuras de mis labios.

—Si querías que me quitara la ropa solo tenías que preguntarlo—aparto unos mechones de su frente y ella ríe viendo como Tyson llega con las cosas.

Saturan la herida y me impresiona lo fuerte que es Five. Podría jurar que haría un escándalo, pero no, es muy valiente.

Dejaron a Five reposando en la camilla mientras salíamos para conversar acerca de lo que vimos y me recosté contra la pared cruzado de brazos siendo todo oído.

—Craig era parte de ese mercado, es el chico que inició la masacre. Alteraba eso para enloquecer a los Ramigüis y volverlos más violentos.

¿Eso?

¿Qué es eso?

—¿Cómo logró vender tantos Ramigüis sin que nos diéramos cuenta?—inquiere Siete confundida.

—¿Recuerdas las desapariciones de los Ramigüis que nos ayudaban en el área 51 del año pasado? La mayoría de los desaparecidos estaban ahí y de seguro los demás están muertos por culpa de laz peleas clandestinas. Craig formaba parte de un complot y se encargaba de raptar a cada uno haciéndolos pasar por desaparecidos. Jamás pensé que él sería capaz de algo así.

—¿Pero qué tenía que ver el asesino en todo esto?—indaga papá confundido.

Lo pensé un poco. ¿Por qué el asesino lo hizo?

—Tal vez nos quería hacer abrir los ojos—musito entendiendo todo y ellos me miran extrañados—el asesino lo ve todo, él está en todos lados. Tal vez por eso dejó las palabras Experimento Suelto y no la S. Él quería que esto pasara, que nosotros mismo viéramos con nuestros propios ojos y entendiéramos que el peligro estaba suelto. Quería que viéramos lo inhumanos que pueden llegar a ser los humanos.

Todos se quedan en silencio y mi padre me sostiene la mirada.

—Es una buena deducción—afirma girándose hacia Tyson—pero debes descubrir más.

—Claro que lo haré.

Papá asiente y me toma del hombro.

—Creo que es hora de regresar a casa—revuelve mi cabello y ruedo los ojos.

Veo a Five a través de la ventana que separaba el pasillo del laboratorio y ella estaba recostada con los ojos cerrados, respirando con pesadez. Se ve tan serena, tan tranquila, pero quién sabe cuántos monstruos la invaden por dentro. Esta situación nos está hundiendo, y de la peor manera.

—Sí, volvamos—murmuro viendo a Siete que suspira agotada.

—Todo lo tengo que hacer yo—espeta irritada tomándonos de las manos—ahí vamos.

Nos teletransporto a la entrada de nuestra casa y nos hizo una mini reverencia antes de desaparecer.

Papá me sonríe y saca las llaves para abrir la puerta. Meto mis manos dentro de mis bolsillos y consigo mi celular ahí dentro. Lo saco y lo enciendo sonriendo un poco, pero aquella sonrisa se desvanece cuando la pantalla se pone negra y un mensaje anónimo acapara el vidrio.

Desconocido: Muy bien hecho, Seven Parks. Tienes mis respetos. Pero recuerda no confiar en nadie.
—S.

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