(28) ♤Conducto Mental♤

Mala idea, no, no. MUY MALA IDEA. ¿Qué diablos ocurría? ¿Cómo que Chase tiene una hermana? ¿POR QUÉ DIABLOS ME SIENTO TAN FUERA DE CONTEXTO?

Tomé la muñeca de Five y me hice espacio entre los mercenarios para ir hacia donde estaba mi padre hablando con Siete, notoriamente preocupado.

—No puedes luchar así como así, es peligroso—trata de hacerla entrar en razón.

—No puedo dejarla así, tengo que salvarla. No la voy a matar—explica intentando acercarse al campo, pero él rodea sus dedos en su brazo.

—Es peligroso. ¿Qué no viste lo que le hizo al otro Ramigüis?

Siete le sostiene la mirada y aprieta la mandíbula zafándose su agarre.

—No puedo dejar que la misma historia se repita—decreta la albina decidida dándole la espalda.

Mi padre se queda estático y observa sus hombros plenamente confundido.

—¿Cuál historia? ¿A caso estás demente? Estás yendo a la boca del lobo, Rachel.

Ella se gira bruscamente y con los puños cerrados lo mira.

—No quiero que se repita la historia de Nueve.

—¿Nueve?—papá intenta acercarse a ella, pero la contraria se niega.

—Yo la maté, maté un Ramigüis. No logré salvarla. Y no dejaré que a ella le ocurra lo mismo que a Nicole. No quiero que la olviden. No cuando puedo hacer algo para evitarlo.

—¡A Nueve la olvidaron porque era solo un sucesor! Con Molly no ocurrirá lo mismo. Regresa mamá—pide Five dolorosa.

Se da la vuelta y avanza hasta el campo de arena.

—¡Mamá!—Five trata de alcanzarla, pero rodeo su cuerpo con mis brazos para que no la siga—Seven, sueltáme. Es peligroso, Molly es poderosa.

—No dejaré que tú también corras peligro—murmuro atrayéndola hacia mí y ella se mueve como un renacuajo.

—¡Seven! ¡Déjame! ¡Ella puede morir!

—No haré que corras peligro—repito sin vuelta atrás.

—¡No quiero seguir perdiendo a más nadie, joder!—solloza quedándose quieta y pasándose las palmas por el rostro—no quiero quedarme sola.

Poco a poco voy soltándola y aunque ella no se mueve, puedo presentir su necesidad de alcanzarla. Papá se pone a mi lado y toca mi hombro, tenso. Tiene el rostro un poco amarillento y los labios resecos con la frente cubierta por una delgada capa de sudor.

—Vamos a acercarnos. Si ella necesita nuestra ayuda se le hará más fácil encontrarnos—concluye peinando su castaño y abundante cabello hacia atrás.

Lo analizo lentamente y asiento serio caminando hacia el campo por el que Siete había desaparecido.

Estábamos del lado opuesto al de la hermana de Chase, Molly Petrova. Ella estaba sentada en el suelo en la posición de un felino al sentarse. El hombre que la acompañaba acaricia su cabellera castaña. Los ojos grisáceos de la chica poseían vasos sanguíneos muy enrojecidos que daban un poco de miedo. Su rostro demacrado con pómulos muy marcados se asemejaban al de una calavera. De seguro había sido hermosa, pero ahora solo parecía la versión femenina de Tarzán.

Siete estira su cuerpo y algunas partes le truenan como si no hubiera hecho algo como esto desde hace muchos años. A pesar de que ella mantenía una condición física similar a la de un adolescente, era obvio que poseía signos de vejez, como el repentino calambre que le dio en la espalda y papá tuvo que ayudarla a erguirse.

Vuelvo a observar a Molly mientras que el árbitro se posa con su silbato en el centro del campo y frunzo el ceño cuando al sujeto a su lado le entregan un maletín, eran hombres vestidos con trajes, de seguro guarda espaldas. Abrieron la maleta y dentro de él relucía algún tipo de jeringa. Él la toma con cuidado y el filo brilla con la luz. Un líquido rojo lo llenaba, era similar al que había visto en los frascos rotos del laboratorio, pero parecía más denso, más turbio. El hombre sin nada de piedad clavó la inyección en el cuello de Molly y ésta se estremeció como una persona al recibir cargas eléctricas. Las venas de su cuerpo se oscurecieron hasta adoptar un tono opaco y sus pupilas se dilataron tanto que su ojo terminó siendo completamente negro.

Siete terminaba de enderezarse para volver a mirar a su oponente. La divisé pasar saliva y ella sintió mis ojos sobre su cuerpo, se volteó y me regaló una sonrisa tan genuina que te hacia jurar que nada malo estaba pasando. Pero si estaba pasando, algo muy malo ocurría aquí.

Primero, esto era una arena de combate clandestina entre Ramigüis. Y segundo, esa cosa que le había inyectado el hombre a Molly era como una droga que la hacia perder la conciencia, porque pasó de tener una actitud ligeramente maníaca a una completamente bestial, como si fuera un animal o un monstruo.

—Que nuestras oponentes se pongan en posiciones—exige el árbitro.

Papá observa a Siete con preocupación y ella esboza una casta sonrisa acariciando su cabello como viejos amigos.

—Deséame suerte—le pide tranquila, pero no puedo decir lo mismo de él.

—Prometeme que no morirás—ordena firme aunque con miedo ocultado.

Ella aguarda en silencio y eso lo hace apretar la mandíbula.

—¡Prometelo!—exclama frustrado y tengo que sostener su hombro cuando noto que se marea.

—Haré todo lo posible—afirma viendo a su hija que permanece con los puños cerrados sobre su falda—¿Confías en mí, cariño?—le pregunta pacífica.

Five mueve la cabeza de arriba a abajo afirmando.

—Entonces deja esa cara larga—pasa sus dedos por las lágrimas a descendían de los pómulos de su primogénito—todo saldrá bien.

—¿Están preparados?—grita el árbitro dándole la señal de avance a Siete.

—Háganme barras—nos sonríe antes de avanzar al campo.

Quedo entre Five y papá y con ambos así de preocupados dudo que esto saldrá bien.

Siete se planta con firmeza a unos metros de distancia de Molly mientras que la susodicha mueve los dedos ansiosa, caminando de una esquina a otra.

—Ya saben las reglas, hasta que no haya sangre la lucha no acaba y su mayor premio será el corazón de su contrincante para obtener su poder—explica el árbitro con las manos extendidas hacia las dos chicas.

Veo a Five con los dientes apretados y deslizo mis dedos entre sus manos para tranquilizarla.

—Ella es fuerte—digo con tranquilidad.

Five niega con la cabeza y me mira preocupada.

—Molly es muy poderosa, Seven. ¿Quién sabe cuántos poderes a obtenido luchando?

—Pero de nada sirve tener tantos poderes, si no sabe usar el suyo característico.

Ella suelta una risa amarga.

—Ese es el problema, Sev. Su poder característico es la explosión positrónica, y lo sabe controlar muy bien.

El silbato suena y ahora sí me a abarcado un poco –bastante– la preocupación.

Molly camina en círculos alrededor del campo, como un León enjaulado que espera su momento de escape. Siete no se inmuta, pero está alerta ante cualquier cosa.

—¿Molly? ¿Me recuerdas? Soy Siete—musito fijándose en cada uno de sus movimientos—tenemos que hablar, dejemos esto de lado y vamos a llevarte a casa.

Y en un pestañeo, Molly corrió a la velocidad del viento y la tomó del cuello para intentar ahorcarla.

—Bueno, creo que no quieres hablar—mascullo Siete apartándose al darle un empujón con las piernas.

Molly retrocedió y Siete cayó al suelo con una rodilla clavada en la arena.

—La reina—mascullo Molly con voz gruesa—tu poder será exquisito—sonríe de lado y una de sus abundantes cejas se levanta.

Siete abre los ojos como platos y Molly vuelve a correr hacia ella, pero la reina fue más inteligente y se teletransporto a sus espaldas.

—Molly, no vengo a pelear—aclara apacible intentando acercarse a ella.

—Pues que lastima, porque yo vengo a hacer todo lo contrario.

Lanza potentes golpes contra Siete, pero la contraria los esquiva sin esfuerzo alguno. Ya veo porque es la Suprema. Molly aprieta la mandíbula y su rostro sucio expresa ferocidad innata.

—Hablemos, Molly—Siete la obliga a retroceder a unos cuantos metros.

La castaña se balancea por la fuerza y su cabello despeinado le cubre ligeramente los ojos de cazador.

—Seré la más poderosa, y no me interesa si con ello acabo con el reino—se retuerce levemente mientras que las ramificaciones en su blanca piel se expandían aún más.

Siete hunde el entrecejo y analiza la anatomía de Molly con detalle.

—Si ahora crees que la realidad es sólo vivir cómodamente y seguir tus propios caprichos, ¿Puedes atreverte a llamarte un Petrova?

Molly suelta una risa ronca.

—¿De verdad crees que sigo siendo un Petrova?—inquiere con amargura la castaña—ahora soy solo Molly—alza su brazo hacia un conjunto de estatuas y ensancha sus labios—la futura Suprema.

De pronto, las estatuas parpadean y se despegan de su base rompiéndose en pequeños fragmentos. Quedo petrificado y miro a Five cuando cada escultura de piedra cobra vida y caminan hacia el campo portando las armas empedradas de sus obras.

—¿Qué demonios...?—aludo pasmado.

—Poder de animación, de seguro lo ha robado—murmura Five asombrada—el poder de traer a la vida los objetos inanimados.

—Esto se pondrá feo—mascullo dando un paso hacia atrás.

—Creo que ahora tu única opción es luchar—alardea Molly y señala a Siete con los dedos formando la figura de una pistola.

Las estatuas rodean a la reina y ella está alerta observando por el rabillo del ojo a todas. Eran cinco en total. Uno corre a sus espaldas con haldie alzado preparado para traspasar su corazón, pero Siete lo sorprende teletransportándose y haciendo que la escultura clave el arma en la otra frente a él.

Molly mira a Siete, aún sin perder su sonrisa de grandeza y las estatuas vuelven a ir contra ella. Una tiene una cadena de piedra e intenta matar a la reina con el peso de ésta. Detrás de Siete viene otra escultura con una espada y ambos corren hacia ella con la intención de masacrarla.

Los dos corren a su puesto desde diferentes direcciones y con un solo movimiento de brazos utiliza sus poderes de telequinesis. Atrae la haldie de la estatua que rompió y la colocó de manera horizontal frente a ella, provocando que las esculturas que venían a atacarla se clavaran en ella como botanas.

Las destruyó utilizando su poder al hacer un puño en su mano.

Quedó una sola que permanecía en posición de defensa frente a Molly, pero Siete, sin siquiera molestarse, la fragmentó con su elevado nivel mental.

—Pensé que el mundo no te agradaba, ¿Entonces por qué tantas ganas de vivir?—consulta Molly inmutable.

—El mundo puede ser muy despiadado, pero a la vez excesivamente maravilloso.

—Pero que estúpida—arruga la cara.

Molly toma a Siete desprevenida y le lanza algún tipo de rayo blanco que la hace retroceder sorprendida. La sustancia que lanzó congeló la arena en un área e hizo que la peliblanca la observara perturbada.

Crioquinesis. ¿Cuántos poderes había obtenido esa mujer?

Empieza a atacar a Siete y aunque no la ha logrado alcanzar ha llegado a congelar gran parte de la arena y eso hace que al correr sobre ella se complique. Se vuelve tan resbaloso que Siete cae al suelo y se desliza boca abajo clavando las uñas en el hielo intentando buscar el equilibrio.

Molly se acerca a ella caminando y toma el cabello de Siete clavándole un rodillazo en el centro del rostro. La albina soltó un gruñido de dolor y levantó la cara dejando ver un rastro largo de sangre que descendía de su nariz.

Siete intenta levantarse de nuevo, pero otro golpe la hizo escupir sangre. Five tenía la respiración agitada por el susto y mi padre parecía querer intervenir.

Molly se pone a horcajadas en su cuerpo y la comienza a golpear en el rostro. Siete levanta los brazos como escudo y mira hacia todos lados como si quisiera crear un plan. De pronto, la reina se teletransporta y desaparece de la vista de todos.

Se oyeron susurros de asombro, ¿A dónde se había ido? Se preguntaban todos. Molly frunció el ceño y contemplo cada esquina del campo confundida.

Aunque algo llamó mi atención en el momento de su desaparición, y era un ligero olor a quemado. Busqué por todos lados para ver de donde venía y alcé mi rostro esbozando una sonrisa.

Astuta.

Siete estaba sobre el candelabro con velas que iluminaba la guarida del mercado y con un solo tirón, rompió la cuerda e hizo que la lámpara se cayera. Todos levantaron las cabezas y se apartaron al notar la sombra del candelabro venir sobre ellos. Molly, que estaba en el centro del campo, alzó la cara y abrió los ojos como platos cuando todo el peso de la lámpara recayó sobre su cuerpo. Y las velas del anterior derritieron el hielo de la arena.

Un gran silencio inundó el lugar y todos miraban con sorpresa el candelabro hecho pedazos esperando una de respuesta de Molly, pero nada. Su dueño se puso de pie alterado y rodeo su boca con sus manos.

—¡Sal de una vez, Molly!—gritó rabioso.

No recibió respuesta.

—¡Ponte de pie, joder! ¡No seas un puto monstruo débil!

Silencio denso.

—Molly...

Siete nos miró alerta y después observó el candelabro. ¿Ganó? ¿Así de fácil? Creí que sería más difícil.

Aunque no debí adelantarme a los hechos.

Las piezas del candelabro comenzaron a temblar y todos tenían sus ojos fijos en el sonido de los cristales moviéndose. Una mano se estrechó a la luz y una sonrisa de alivio se plasmó en el rostro del hombre vestido con piel de animal.

Una mano cubierta de venas negras se apoyó de las piezas rotas y otra también salió enviándome un escalofrío. La imagen de Molly apareció entre los escombros llena de suciedad, golpes, rasguños y sangre. Ella miró a Siete con rabia y seguido eso, se desató el caos.

La verdadera lucha había iniciado, donde los golpes, la sangre y los gritos se salían de control. Las personas debían apartarse para no verse afectados y un chillido desgarro la garganta de Five al ver que Molly le había arrancado el brazo a su madre con los dientes.

Siete gruño, pero volvió a regenerarse, moviendo los dedos para tomar agilidad. Vio a Molly ir hacia ella y con un reflejo rápido, alzó uno de los escombros del candelabro y se lo lanzó sin la necesidad de tocarlo.

Molly cayó de espaldas en el suelo con la arena alzando algún tipo de humo marrón. Siete camina hacia ella y la toma de los brazos inmovilizándola.

—Déjame llevarte a casa, no hay porque pelear—intenta convencerla Siete.

Molly se resiste y el agarre de su oponente se intensifica hasta el punto de clavar sus muñecas en la arena y derramar sangre de su piel.

—Molly....

La nombrada deja de defenderse y se queda quieta con los ojos cerrados, inerte, como si hubiera perdido la vida. Siete deja de forzar su agarre y mira su rostro preocupada y pálida, pero su expresión termina tornándose confundida cuando la castaña empieza a reír.

—Estabas tan cerca de la victoria—alude y de la nada, Siete se aparta con las manos en la cabeza—pero siempre tuviste que ser tan patética.

¿Pero qué mierdas?

Siete se arrodilla en el suelo y aprieta los ojos negando con la cabeza. Algo en mí empezó a doler y también llevé mis dedos a mi cabello.

—Quise dejar lo mejor para el final.

Suelto un gruñido al mismo tiempo que Siete y Five me mira asustada.

—¿Sev? Mírame, ¿Qué tienes?—toma mi rostro.

Veo a Siete y ella da un grito potente que se me contagia mientras se estremece en la arena. Five ve a su madre y después a mí, y suelta un suspiro asustado.

—Los está torturando—le dice a mi padre que estaba buscando la manera de ayudarme.

—¿Cómo?—pregunta perdido y sin aliento.

—Su poder característico, lo está utilizando—se giró hacia su madre que empezaba a golpearse la cabeza contra la arena para evitar el dolor—Seven y mamá están conectados mentalmente por Cinco, ella depositó sus recuerdos en Seven y Molly está torturando a mamá a través de ellos.

Me arrodillo en el suelo y me coloco en posición fetal sin soportar las punzadas que llegan a mi cerebro. La cabeza me duele y quiero gritar. El dolor es desgarrante. Es como si me intentaran arrancar el cráneo del cuerpo.

—Están sangrando—exclama papá alterado.

Five se pone de rodillas a mi lado y toma mi rostro. Siento algo caliente bajar de mi nariz y mis ojos me arden a niveles insoportables.

—Seven, mírame—pide y aunque todo el sonido a mi alrededor es como un cuchillo dentro del cráneo, su voz me relajaba.

—Me duele....

Varios reflejos e imágenes torturan mi mente. Momentos que no son míos, sentimientos ajenos, cosas extrañas. Diviso flashes que me provocan martillazos dentro del cerebro. Todo me duele. Es horrible.

—Seven, tú y mamá tienen una ventaja, están conectados. Y si quieres salvarnos debes tomar todo el dolor de ella—habla Five, pero su voz se convierte en eco dentro de mí.

—¿Estás loca?—espeta papá atemorizado.

—Deben confiar en mí—exige viéndome a los ojos—Seven, llévate todo el dolor a tu interior. Conéctate con mamá y has pasar por un conducto todos los recuerdos y emociones.

—Me duele—mascullo colocando mi frente en el suelo y sintiendo la sangre bajar de mis orejas.

—Seven, por favor. Solo tú la puedes ayudar.

Un grito sale de mis labios y veo a Siete que parece mareada. La sangre sale de su boca, nariz y orejas. Sus ojos se tornan blancos cada vez más y Molly mantiene su mano en su frente sin ningún atisbo de remordimiento.

Aprieto mis manos contra mi cabeza e intento concentrarme. Llévate sus recuerdos, toma sus recuerdos.

Siete, ayúdame.

Trato de dejar la mente en blanco para conseguir el conducto del que Five habla, pero es imposible. Un recuerdo tortuoso llega y es una chica vestida con tan solo una camisa de fuerza, está sentada en una roca y un horrible olor llena mis fosas nasales. Junto a ella hay alguien, un chico. Miro su rostro y lo reconozco, es mi padre de joven. Él mueve los labios de arriba a abajo hablando. Ella solo lo oye confundida, pero embelesada a la vez. Se suben a una limusina, llegan a un apartamento y discuten en un comedor. La chica está dentro de una habitación y mi padre junto a ella, ambos hablan con tristeza, pero después se reconcilian. Pero algo cae del cuello de la chica, mi padre lo recoge y frunce el ceño, enseña algo como un collar y el número Siete se plasma en el dije.

Recuerdo el collar que conseguí tras mi casa. Ese collar..... Ese collar era mi ducto.

Busco en mi bolsillo el maldito accesorio y a penas mis dedos hacen contacto con él mientras lo saco y papá y Five lo ven con asombro, el ducto se abrió.

Solté el collar de golpe y me retorcí en el suelo sintiendo la avalancha de dolor venir sobre mí. Un montón de recuerdos, un millón de información. Todo me hace gritar y sangrar. Mis ojos no lo soportan y las lágrimas desbordan por mi cara.

—No soy un monstruo—repito las palabras de Siete en alto.

Trato de ver lo que pasa a mi alrededor, pero estoy aturdido, todo se ve borroso y tan lejano. Logro captar el movimiento de unas siluetas y todo se aclaró por un instante en el que Siete y yo cruzamos miradas.

—Creo que hay veces en la que la gente tiene que morir... aunque no me guste—murmuro antes de tomar la cabeza de la chica y golpearla contra el suelo.

Todo se convirtió en un caos en mi cabeza, todo pasaba como rollo de películas mientras que mi mente explotaba. Pero de la nada, todo quedó en blanco dentro de mi cerebro. El caos cesó y el dolor se alivió. Parpadee varias veces intentando adaptarme y al sentir mis ojos por completo me tope con la profundidad oscura del iris de Five.

—¡Tenemos a una ganadora!—exclamó el árbitro a sus espaldas.

Fruncí el ceño viendo a Siete al lado del árbitro, quien sostenía su brazo alzado. Junto a ellos yacía el cuerpo despedazado de Molly con el corazón bombeando a un lado de ella. Me entraron unas inmensas nauseas y una oleada de vómito obligó a Five a apartarse de mí.

—Déjalo salir—mi padre me acarició la espalda.

Una viscosa sustancia roja tiñó el suelo y limpié mi boca con el pecho agitado y aún sintiendo un poco de dolor de cabeza.

—¡Molly!—gritó su antiguo dueño yendo hacia Siete y encararla con odio—¡Mira lo que le hiciste!—señaló el cadáver furioso—¡Ella iba a ser la más poderosa! ¡Ella me volvería el dueño de todo!

Una cachetada resonó en el campo. Había sido el sujeto que le propinó una fuerte bofetada a Siete en la mejilla. Papá apretó los puños e intentó ir, pero retrocedió de inmediato cuando Siete, con tan solo un golpe bajo la mandíbula, lo hizo volar hacia el techo hasta caer en el suelo de golpe, dando un fuerte crujido de huesos rotos.

—MONSTRUO—gritó el hombre que era socorrido por sus guardias, quienes miraban a Siete temerosos y dudosos antes de sacar a su jefe del campo.

Siete negó con la cabeza y los divisó a todos.

—Mi especialidad es desgarrar la carne. Quien esté interesado en experimentar mi habilidad de primera mano, que se acerque—reto desafiante y eso fue suficiente amenaza para que nadie se acercara.

Diviso a Siete arrodillarse frente al cadáver de Molly y recoje el corazón del suelo, teletransportándose y volviendo nuevamente ahora sin el órgano en la mano. Ella me miró y aún con el rostro pálido y el cuerpo débil, traté de levantarme. Papá me ayudó y Siete caminó hasta nosotros con el rostro lastimado y el cuerpo ensangrentado.

—Gracias—me agradeció con sinceridad.

Sonreí un poco.

—Somos un equipo, no podía dejarte solo—alcé mi puño y ella lo atisbo divertida.

—Somos un equipo—chocó los puños conmigo.

—¡Intrusos!—exclamó alguien desde una esquina.

Mierda.

Todos abrieron el paso y al fondo del campo habían dos hombres lastimados y rabiosos señalándonos. Uno de ellos caminaba adolorido con una mano en la entrepierna.

Y cuando creí que esto no podía empeorar.

—¡Son intrusos!—acusó Ben, el hombre al que había noqueado en el baño.

Todos empezaron a murmurar y su amigo con coleta de caballo se plantó contra nosotros.

—¡Han matado a Creig!

Sabía que estos tipos iban a ser un verdadero dolor de bolas.

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