(16) ♤Yo hablo y tú corres♤
Cuando llegué a casa lo primero que hice fue escabullirme por el pasillo para evitar preguntas incómodas de parte de mi familia. Avancé en puntillas con los Jordan en las manos y comprobando a mis costados que no haya nadie. Caminé sigiloso y al visualizar a mi familia entera sentada junta en la sala, traté de correr, pero era como si mi madre tuviera un sexto sentido, porque justo en el instante en que traspase el umbral para ir a las escaleras, ella se volteó.
—¡Sev! ¿Dónde estabas?
Como algo que estaba tan cerca podía estar tan lejos a la vez.
Me di vuelta y force una sonrisa viéndola a los ojos. Mamá estaba leyendo un libro de cocina para principiantes—como si eso la ayudaría—Rachel jugaba con su perro en el centro de la sala y papá veía la televisión aburrido.
—Haciendo un trabajo—masculle tratando de volver a las escaleras.
—¿Con Tyler?—inquiere nuevamente y respiro hondo intentando no perder la paciencia.
—No—respondí seco y cortante.
—¿Entonces con Kylie?
—No, con ninguno de ellos mamá.
—Yo sé con quien—canturrea Rachel haciendo que me gire hacia ella como la niña del exorcista.
—Tú cállate mocosa—bramo señalándola acusadoramente y eso provocó que mi padre nos viera curioso y pendiente del chisme.
—Por decirme mocosa lo diré—me saca la lengua—estaba haciendo el trabajo con Five—sube y baja las cejas.
Me golpeé la frente con la palma de la mano.
—¿Tu novia?—mi madre contiene una sonrisa.
—¡No!
—Five....—musita mi padre—parece una linda chica. La acepto como tu novia.
—¡Que no es mi novia!
—Y se dan besitos a escondidas y muh muh muh—Rachel se abraza a si misma haciendo gestos exagerados de besos y le lanzo un cojín en la cara—además la salvó de un bravucón. Pobre Five.
—Rachel, hazle un favor al mundo y cállate—espeto malhumorado.
—No me culpes a mí, fue Ian quien vino a casa para contarnos el chisme—alude divertida.
—Espera, ¿Lo sabían?—acuso desdeñoso y todos fingen mirar a otro lado que no sea yo.
Maldito Ian.
—¿Qué? Todos esperábamos contexto de la situación—responde mi madre y volteo los ojos haciendo un gesto de indiferencia yéndome hacia las escaleras.
Subí a mi habitación y me senté en la orilla de la cama echando la cabeza hacia atrás mientras mis manos bajan por mi nuca recordando lo bien que se sintió lo de hoy. Excepto la parte en la que apareció su papá.
Cierro los párpados y mis venas se tensan al pensar en sus ojos oscurecidos, en sus labios entre abiertos y su minúsculo cuerpo bajo el mío.
Paso saliva poniéndome de pie y controlando mi respiración y pensamientos.
Me apoyé en el marco de la ventana tomando un poco de aire fresco, pero de pronto, veo a esa misma mujer de la biblioteca dentro de mi cabeza. Arrugo las cejas y mis uñas se vuelven pálidas tratando de recordar en donde la había visto, porque sé que ya la conozco. Ese rostro perfilado, ese largo cabello blanco, esos ojos claros e inexpresivos, ya los había conocido.
Esas constantes punzadas regresan a mi cabeza y varios destellos me ciegan. Aprieto los dientes y bajo la cabeza con fragmentos de recuerdos que no son míos, con cosas que yo no he vivido, con situaciones que jamás presencié.
Mis piernas pasan de estar quietas a estar corriendo. Mi habitación deja de ser ella y se convierte en el exterior con el cielo nocturno sobre mí. Mis pies dejan de estar limpios para ponerse sucios y llenos de astillas. Mi pecho sube y baja mientras que corro, solo corro, como si alguien me estuviera persiguiendo, pero lo único que veo es la estrellada atmósfera llena de penumbra y con el agua ondeante reflejando la luna.
Oigo gritos y tiroteos a mi espalda, pero yo solo corro tan rápido que ni siquiera el viento es capaz de llevarme el paso. Miro hacia atrás y una edificación blanca se está incendiando a mis espaldas, vuelvo a girar hacia el frente, pero me detengo en seco cuando me topo con unas alas majestuosas como la de los ángeles ensangrentadas, manchando la blancura del mitológico con el color carmín.
Aquel sujeto se da vuelta y quedo paralizado al encontrarme con el padre de Five. Él me sonríe débilmente y me estrecha su mano notando que posee muchos moretones en el rostro y tiene un aire más joven, como si tuviera mi edad.
—Muy bien hecho, Siete.
La mención de aquel nombre hace que una avalancha me lance al suelo y pestañeo varias veces mirando mis manos y verificando que sea yo otra vez y no ese montón de recuerdos ajenos que se apoderan de mí.
Me pongo de pie y como por inercia, mis ojos se fijan en el ahora limpio y brillante collar que yacía en mi escritorio y que había encontrado en mi patio.
Mientras las horas pasaban yo solo empecé a concentrarme en una sola cosa, en que hacer con mi relación con Five.
La había ayudado a engañar a su novio, aunque no me molestaba el hecho de saber que Chase fue tan idiota como para que le tomen el cabello frente a su nariz.
Estaba con Tyler e Ian frente a mi casillero guardando unas cosas, y le recrimine al último el porqué de sus chismes.
—Podrías dejar de gritarme como tu hijo y oírme por fin—Ian hace un mohín—no debes quejarte, al fin y al cabo por fin alguien logró ablandar tu duro corazón—me tocó el pecho con una mano y se la abofetee de malas ganas.
—Seven, ¿Estás seguro de querer seguir con eso? Chase es un bravucón y si se entera te hará papilla—se preocupa Tyler.
—Solo fue un momento de sexo, Tyler, tampoco es para tanto—me encojo de hombros cerrando la puerta de mi taquilla.
Él e Ian se miran entre sí.
—Yo creo que es más que eso, Sev—continua Tyler y permanezco impasible.
No volvería a admitir en voz alta que esa minion me traía a su merced.
—Es solo sexo, más nada. Sin sentimientos—miento profundamente.
Tyler me sostiene la mirada con una mueca asintiendo.
—¿Qué pasará si Chase se entera?
—¿De qué me tengo que enterar?
Hablando del rey de Roma.
Chase aparece a espaldas de mis compañeros y los rodea de hombros de forma amistosa y entretenida.
—¿Qué pasó ahora amigos?—inquiere viendo a Ian y a Tyler.
—Nada—contesto fríamente.
Él frunce el ceño.
—Se lo preguntaba a ellos, no a ti—brama hastiado.
—Estábamos hablando del asesino—contribuye Ian viéndome a los ojos—creo que descubrí algo que nos podría ayudar a saber quién es. Creo tener idea de quién es S.
Todos nos quedamos congelados. ¿En serio lo había descubierto o solo era una excusa de muy mal gusto?
—¿Qué descubriste?—pregunté seriamente.
—La respuesta está en un libro de la profesora Indivar. Ayer estaba husmeando entre su escritorio para cambiar mi F por una A, pero al hacerlo descubrí que ella estaba leyendo algo, antes de que la directora supuestamente la llamara. Por curiosidad leí el capítulo que estaba abierto y lo que encontré fue.....
La campana suena interrumpiéndolo.
—Oh, tengo clases. ¿Qué les parece si les termino de contar cuando acabe la escuela?—sugiere caminando de espaldas.
—Está bien—afirma Tyler y Chase hace puños con él.
¿Desde cuándo se llevan tan bien?
Miro a Chase con una desafiante aura y él hace lo mismo permitiendo que la tensión palpe en el ambiente. Sus ojos grises me detallan con salvajismo y superioridad, alzando sus cejas pobladas para contraer una expresión de burla. Me mantengo neutro fijando mis pupilas en la gargantilla de perlas que tiene y distrayéndome de pronto, con el carraspeo de Tyler.
—Nosotros también deberíamos volver—sugiere el rubio notando la tensión intermitente en que se envolvió.
—Vamos, amigo—sonríe Chase, y me pregunto si lo está llamando así solo para molestarme.
—Vayamos—gesticulo regañadientes caminando con ambos en el pasillo.
Los tres éramos totalmente opuestos, hasta nuestras posturas y maneras de caminar eran sumamente distintas. Chase avanzaba con un porte despreocupado, con la mochila colgándole de un solo hombro, con el cabello despeinado, las manos en los bolsillos y una posición algo jorobada. En cambio Tyler mantenía la espalda derecha, pero encogido, demostrándote que se sentía inseguro, temeroso; su uniforme era pulcro y bien planchado, y caminaba con pasos sigilosos, con pisadas suaves para no llamar la atención. En cambio yo, era como el punto neutro de los tres, no tenía mi uniforme tan perfecto como el de Tyler, pero tampoco era un desastre como el de Chase; mis manos se mantenían aferradas a los bordes de mi mochila mientras andaba por el corredor con la cabeza en alto, pero mirada inexpresiva, con pasos suaves, pero a la vez rápidos. Éramos un completo desbalance. Imagínense a los tres chiflados, pero versión siglo XXI.
Nos detuvimos al mismo tiempo frente a la puerta y Chase volvió a mirarme de aquella forma soberbia y es el primero en entrar al salón demostrando que siempre va en la cima de todo. Seguido él pasa Tyler. Y yo me quedo delante del umbral con las cejas arrugadas. Verifico los vacíos pasillos, alternando mi perfil de un lado a otro, y un escalofrío recorre mi cervical.
Alzo la cabeza topándome con el número 7 de nuestra clase y vuelvo a observar el camino entre los casilleros que yacían más solitarios que el medio oeste.
Doy una pisada dentro del aula y algo vibra en mi interior, pero lo ignoro cerrando la puerta a mis espaldas y dejando que la incertidumbre se quede afuera.
Todos en el salón estaban hablando y haciendo bullicio en tanto buscaba mi asiento junto a la ventana. De reojo veo a Chase con sus amigos y frunzo el ceño al no ver a Five.
—Muy bien alumnos, vayan a la página 777—pide el profesor Stein y todos empiezan a sacar sus libros.
De nuevo llega esa inquietud.
Encuentro la página y miro hacia el frente ladeando la cabeza, y con un pitido llenando mis oídos. Me giro hacia la puerta y el pomo se mueve rápidamente como si alguien estuviera intentando entrar, de pronto se abre y Five aparece agitada y con el cabello despeinado. Inconscientemente me roba una sonrisa y me cubro la boca con las manos al distinguir la actitud tan idiota que me ha otorgado.
—Llega tarde, señorita Five—reprime el profesor Stein ajustándose las gafas redondas que se sostiene en el puente de su nariz.
—Lo siento—se disculpa la contraria con los labios un poco temblorosos.
—Siéntese—ordena el hombre y ella asiente caminando entre los pupitres con la cabeza gacha.
Pasa por mi lado y por un segundo me mira de reojo antes de sonrojarse y seguir caminando hasta donde está Chase, tomando asiento a su lado.
La contemplo con disimulo y ella hace lo mismo. Estábamos en una guerra de miradas en donde un secreto comenzó a estar oculto. En donde solo ella y yo lo entendíamos. En donde los demás solo se convirtieron en los espectadores.
Desde el día que la conocí ambos teníamos el mismo secreto, un secreto que llevábamos oculto en la sonrisa del otro.
El profesor Stein empezó a darnos las indicaciones, pero mi mente solo podía concentrarse en la chica que se mantenía a escasos metros de mí.
La clase me pareció una tortura. Las horas pasaban de forma lenta, pero tan lentas como una tortuga.
Mi lápiz se movía sobre la hoja de mi cuaderno mientras expulsaba un prolongado suspiro de cansancio. Y en ese momento, la luz se cortó.
Fruncí el ceño dejando que mi antebrazo se apoye en la mesa y todo el salón quedó oscuro, excepto por la tenue luz de la ventana que se colaba al interior.
El profesor Stein también adoptó mi actitud y miro hacia la puerta confundido. Aquí nunca se iba la luz y era muy, pero muy extraño cuando algo parecido sucedía. Él se pone de pie y los alumnos murmuran cosas preocupados.
—Muy bien, todos pónganse de pie. Veremos que es lo que está sucediendo—pide el profesor y todos comienzan a tomar sus mochilas para levantarse.
Yo también lo hago, pero antes de caminar analizo el exterior desde la ventana, notando el cielo oscurecido y con relámpagos y nubes grises, amenazando con una futura tormenta. Los árboles se agitaban hacia un mismo lado por la fuerza del viento, pero lo hacían de una forma tan anormal que me planté allí por un tiempo más.
El canto de las aves llama mi atención y alzo la mirada visualizando como un montón de pájaros revoloteaban en manada hacia una misma dirección. Volaban de manera rápida, abrumante, como si escaparan de algo o de alguien.
La oscuridad tomó todo el cielo de Los Ángeles y al ver que los pájaros quisieron pasar sobre el instituto y uno cayó muerto sobre el umbral de la ventana por la que miraba, supe que algo iba mal. Que algo estaba ocurriendo.
—¡Alénjese todos de la puerta!—exclamo aturdido.
Mi pecho comenzó a subir y bajar al sentir mi respiración agitada. Me hice espacio entre los estudiantes, empujando a unos que otros y recibiendo varios insultos. Llegué a la puerta en donde el profesor Stein iba a tomar el pomo, pero antes de hacerlo, el sonido de la cerradura nos hizo callar a todos.
Miré con preocupación al hombre a mi lado y tomé la manilla con la intención de abrirla. Pero no sirvió de nada, porque ésta ya se había trancado.
Y en ese momento el terror si hizo que la escuela se sintiera pesada, ansiosa, como en las películas de miedo.
Miré a Tyler, luego a Kylie, después a Chase y por último a Five.
Volví a mirar hacia el frente, pero en cuanto lo hice, me arrepentí. Un disparo resonó en todo el lugar haciendo que nos cubrieramos los oídos y nos arrodillaramos en el suelo.
Cerré los ojos fuertemente y esperé a que el aturdimiento cesará. Cuando todo volvió a ser silencio, fui el primero en levantarme y el miedo abarcó todo mi sistema al ver que la ventanilla de la puerta se cubrió con gotas de sangre. Y lo sabía desde antes, desde que puse un pie dentro de este salón, que algo nos venía acechando desde hace tiempo.
Y entonces las pisadas apresuradas hacían eco en mi cabeza, los gritos empezaron a abrumarme y el segundo disparo desembocó el pánico.
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