(07) ♤Conexiones♤

Llego a casa después de una larga práctica de fútbol. Abro la puerta lleno de cansancio y lanzo mi mochila a un lado de la entrada. Camino por el corredor y me quedo estático frente al umbral de la sala al reconocer una cabellera rulosa detrás del espaldar del sofá jugando con Rachel y su cachorro. Con los labios muy abiertos entro al lugar y me planto quieto a un lado de ellas.

—¿Hera?—parpadeo varias veces tratando de comprobar que no sea una ilusión.

Ella se gira hacia mí y ladea los labios enseñándome en sus ojos dos colores diferentes.

—Seven—se levanta de la alfombra y me rodea con sus brazos.

Termino aceptando que me abrace y hago lo mismo hundiendo la cara en el espacio de su cuello.

—Cuanto te extrañé—musita acunando mi rostro entre sus manos.

—De verdad estás aquí—digo plenamente atónito.

—He venido para visitar a mamá y a la familia. Además mañana será la cena familiar—alude sonriente y no pude evitar hacer lo mismo.

Hera Sorní, hija de mi tía Sasha. Ella era una de las únicas de mi familia con las me podía abrir y expresar sin ser tan cortante o amargado. Simplemente ella me entendía y sabe cómo sobrellevarme. No le digan a nadie, pero es mi prima favorita.

Se había mudado de Los Ángeles cuando empezó la universidad en Washington y nos visita solamente en fechas importantes. Pero verla aquí de nuevo, me hace sentir mejor y menos estresado con todo lo de los asesinatos.

—¿Y cómo han estado todos?—pregunta lanzándose en el sofá en tanto yo hago lo mismo a su lado.

—Muy bien, aunque Seven a estado saliendo con una chica—ronronea Rachel en el mueble individual frente a ambos y la fulmino con la mirada.

—¿Estás saliendo con alguien?—Hera enarca una ceja divertida.

—¿Qué? Claro que no—espeto resignado.

—¿Entonces no se te hace familiar el nombre Five?—inquiere la mocosa y tengo que contenerme, mucho, muchísimo para no ahorcala.

Hera vuelve a observarme socarrona.

—No, ella tiene novio y es solo una intensa fan de papá y compañera de clases. Ella y yo no somos nada. Y además nunca saldría con alguien como ella—explico irritado cruzándome de brazos.

—Está bien, te creo—mi prima alza los brazos con inocencia.

—Y tú, deja de ser tan chismosa—le bramo a Rachel, quien empieza a hacer un berrinche.

—¡Mily!, Seven me dijo chismosa—grita enfurruñada.

La mujer de limpieza aparece en la sala y me da con el plumero en la cabeza.

—Deja a tu hermana, Sev—reprocha y hago una mueca notando como Hera trata de contener sus risas.

—Y después dices que no tienes favoritos—mascullo y Mily vuelve a retirarse con Rachel detrás de ella, la cual me saca la lengua antes desaparecer de la sala.

Ruedo los ojos y Hera libera sus carcajadas rodeándome con uno de sus brazos.

—Como extrañaba esto.

—¿Clara sabe que estás aquí?—pregunto dejando que ella se recueste en mi hombro.

—Había venido conmigo, pero se fue con tu madre a su cita con el manicurista. Yo quise esperar a que vinieras—se encoge de hombros y sonrío un poco.

—¿Y qué tal ese novio tuyo? ¿Cómo era que se llamaba? ¿Alan, Aron...?

—Alois. Sé que no te agrada por el hecho de ser un Ramigüis, pero al menos haz el esfuerzo de saberte su nombre—rectifica robándome una sonrisa.

—Es que ni siquiera se consideraría un Ramigüis, yo lo veo más bien como un sireno.

—Solo por tener poderes marinos no significa que sea un sireno, Seven.

—Le salen aletas cuando lo mojas, Hera. Es un sireno.

—¿Podemos dejar de hablar de sirenos, por favor?—rueda los ojos con gracia.

—Yo solo preguntaba por educación—me burlo.

Paso el resto de la tarde con Hera disfrutando de sus excéntricas y estúpidas anécdotas de su universidad.

Al caer la noche mamá aparece en casa junto con papá y Clara. Mi madre suelta un chillido al verme y corre a abrazarme tan fuerte hasta el punto de ahorcarme. Papá solo se limita en reír y dice que estará en su oficina haciendo unas cuantas cosas. En cambio, mi prima Clara miraba a mamá llena de agotamiento cuando ella se acerca a su lugar y la agita por los hombros eufórica.

—¡Nos hicimos la manicura!—la mayor muestra sus uñas y obliga a Clara a hacerlo tomándola de la muñeca.

—Genial—murmuro con sarcasmo.

—Quédense a cenar. Le diré a Mily que prepare tu favorito, Hera—le guiña un ojo dejando su bolso sobre la mesa.

Mamá se retira y Clara se deja caer en el sofá llena de agonía.

Clara Griffin, la media hermana de Hera. Después de los líos amorosos que la hermana de mi padre, Sasha, tuvo con un actor de cine, se casó con Tony, el ex representante de papá y tuvieron a Clara como fruto de su amor.

La oji azul resopla cansada y se inclina hacia adelante alcanzando vagamente un libro que yacía sobre la mesa y abrazándolo cual bebé al reencontrarse con su madre.

—Mi libro. Al fin—sus ojos brillan al mirar el techo como si hubiera visto una luz divina.

—¿Qué es eso?—pregunto frunciendo el ceño.

Ella abre el objeto y huele las hojas como una lunática.

—Pues esto, mi querido primo, es el mejor libro de misterio en el mundo—me enseña la portada.

—¿Asesinato en el Orient Express?—leo el título.

—Lo leía antes de que tu madre me arrastrara con ella al spa—le da un escalofrío y levanta sus pies en la mesa—ahora, no me hablen, no me llamen, no molesten y si es posible, ni siquiera respiren cerca de mí. Quiero leer en paz—pide amenazante y se recuesta al espaldar comenzando con su lectura.

—Subiré a mi habitación a cambiarme—le aviso a Hera poniéndome de pie.

—Claro, yo iré con mi tía—sonríe imitando mi acción y tomando el camino contrario al mío.

Subo las escaleras y la oscuridad de mi habitación me recibe. Enciendo la luz y me despojo de mi ropa para ponerme mi pijama. Pero al querer ponerme la camisa de algodón oigo un extraño sonido desde mi ventana. Frunzo el ceño cuando el ruido se intensifica y me acerco al cristal dejando la parte superior de mi atuendo en la cama.

Trato de encontrar en la penumbra el generador del sonido y termino abriendo la ventana para asomar mi cabeza hacia el exterior. Pero casi me da un paro cardíaco al toparme con Five aferrada como un gato asustado de cabeza al árbol que da contra mi habitación.

Ella intenta no resbalarse y echa la cabeza hacia atrás dejando que todo su cabello blanco apunte hacia el vacío.

—Hola—saludó con inocencia.

Hizo un ademán, aunque limitó el movimiento volviendo a clavar sus uñas en la rama en donde colgaba.

—¿Five? ¿Qué diablos haces en mi ventana?—inquiero sacando la cabeza y sorprendiéndome de su nivel de locura.

—Y-Yo... Yo necesitaba hablar contigo—balbucea intentando no caer—¿Me dejarás entrar ya o tengo que firmar algo para que lo hagas?—espeta asustada.

—¿Sabes que existe algo llamado puerta?—enarco una ceja.

—¿Y sabes que existe algo llamado pasar desapercibida?

—Te aseguro que colgada al borde de la muerte en una rama no te hará pasar desapercibida.

—¿Me ayudarás a pasar o no?—pide irritada y asustada a la vez.

Niego con la cabeza y me acerco a ella estrechándole mi mano para que salte a la ventana. Sus dedos temblorosos empiezan a extenderse y se agarra de mi palma provocando una extraña energía entre ambos. Ella me mira y da salto hacia mí. La atrapo con mis brazos para que no se caiga y entra a mi habitación tomándome de los hombros para no caerse.

El tacto de la piel de sus manos con la de mi espalda me hace pasar saliva y ella repara el escenario notando que se ha aferrado más de lo debido a mi cuerpo y se aparta con la cara completamente roja. Suelto una risa y recojo mi camisa para ponermela.

—¿Tienes prospecto de barbie? Eres chismosa, intensa, irritable y ahora acosadora—me cruzo de brazos y ella arruga la boca.

—Necesitaba hablar contigo, y pasar por la puerta traería muchas sospechas. Me has pedido que no llame mucho la atención—alude indignada.

—Dile eso a mis vecinos que han pensado que eres un tigre Albino en un árbol.

—¿Podrías dejar de molestarme?—infla las mejillas.

—El arte de molestarte es mi razón de vivir—me burlo con sarcasmo y ella rueda los ojos.

—Solo diré lo que quiero decirte y me largaré de aquí antes de que comiences con tus tontas burlas—bufa resoplando como un toro—Seven, en mi pueblo las cosas también se están poniendo un poco raras. Oí a mis padres decir que tenían una reunión con un invitado misterioso por lo que está ocurriendo aquí. Los escuché, Seven. Con mis propios oídos escuché a mi madre decir que el asesino es un Ramigüis—murmura y ahí está lo que temía confirmar—y ni siquiera ellos saben quién es, pero ahora la seguridad del pueblo se multiplicó y desean interrogar a todos los del reino. Mis padres temen a que los lazos entre nosotros se rompan y si no encontramos al asesino y los humanos se enteran de que es un Ramigüis quien quiere destruirlos, se creará una guerra entre especies.

Ella suena preocupada y me paso las manos por el cabello afligido.

—Debes detener a quien sea que esté detrás de esto de inmediato, porque si vuelve a nacer esta guerra como la de hace años, ahora sí alguna de las dos especies se extinguirá.

—Nos estamos enfrentando a un Ramigüis muy poderoso. Solos no podremos—la miro a los ojos y Five se relame los labios.

—Necesitamos extendernos, Seven. Y creo que para eso necesitaremos la ayuda de Chase.

—¿La del idiota?—doy un soplido de burla.

—Chase es muy poderoso en nuestro reino y controla sus poderes mejor que nadie. Se podría considerar que su poder característico es uno de los mejores dentro de la tabla de poderes. Tal vez parezca insensato, pero Chase es más astuto de lo que aparenta y será de gran ayuda.

—Ya me basta con tenerte a ti y a los otros dos Ramigüis en el grupo, ya con Chase si se crearía una guerra—me niego rotundamente.

—Mientras más mejor—coloca su mano sobre mi antebrazo tratando de convencerme.

Suspiro profundamente procesando su propuesta. Podría ser buena idea incluir a Chase, porque aunque me cueste admitirlo sus poderes son muy útiles, pero no puedo estar un segundo a su lado sin tener la necesidad de ahogarlo con el agua del inodoro.

Ian, Keira, Kang, Five, Tyler y Kylie, quienes se unieron después de que mi prima descubriera lo que intentábamos y ahora Chase. Éramos un grupo un tanto especial, pero me preocupa su eficacia.

Five me hace ojitos al verme dudar y el puchero que hace apretando más sus dedos contra mi brazo me hacen mirarla con la mandíbula tensa.

—Él y más nadie. Las vacantes se cierran—espeto y ella ensancha sus labios de manera abismal.

—¡Eres el mejor!—suelta brinquitos tan animados que ya hasta me imaginé arcoíris detrás de ella.

Me da un sonoro beso en la mejilla y me quedo estático al sentir el tacto de sus labios contra mi piel.

Me siento acalorado y me acomodo el cuello de la camisa viéndola fijamente. Ella hace lo mismo, pero ahora más calmada y con el pecho agitado por dar tantos brincos.

Su expresión divertida se esfuma pasando a una seria cuando doy un paso hacia ella. Five no se aparta y alza la cabeza para mirarme mejor. Como si ya no tuviera el propio control de mi cuerpo, mi mano empieza a subir por su brazo, dejando que las yemas de mis dedos rocen la áspera tela de su manga. Alcanzo su rostro y se le tiñen las mejillas de carmín.

Su piel es tan suave como el algodón y tan blanca como el marfil. Mi pulgar alcanza la comisura de su boca e inconscientemente la entre abre sin apartar sus ojos oscuros y centelleantes de los míos.

Me inclino más hacia ella y Five imita mi posición dejando su pequeña mano cerca de mi mandíbula y oreja.

Sus labios me muestran una sonrisa pura y es inevitable no hacer lo mismo.

La puerta es abierta a la par y ambos nos apartamos por inercia mirando hacia mis espaldas.

Hera yace con ambas manos sosteniendo el umbral de mi habitación y nos observa con la boca tan abierta que una mosca visitó su cavidad bucal y ella terminó tosiendo como loca.

Cuando se recompuso volvió a alternan la mirada entre Five y yo, y mientras la chica a mi lado era una manzana andante, yo solo rogaba que no comenzara a gritar como loca.

—¡Sí salías con alguien!—chilla eufórica y la tomo del brazo obligándola a entrar y cerrando la puerta detrás de ella.

—No salimos juntos, ella es mi compañera de estudio. Teníamos que recrear una obra para literatura de Romeo y Julieta—miento sentándola en mi cama e intentando convencerla.

—¿Y cuándo entró? No te vi en la puerta—la señala con imprudencia y Five me ojea.

—Romeo siempre visitaba la ventana de Julieta, yo también quería intentarlo para darle más sazón a la historia—justifica nerviosa.

—¿Y no es Seven quién debería estar en la ventana?—Hera ladea la cabeza.

—Intercambio de roles, siempre los hombres tienen que ser los que den el primer paso. Estamos en el siglo XXI, ahora las mujeres también podemos tomar la iniciativa—responde decidida y Hera entrecierra los ojos poco convencida.

—Ya veo—me vuelve a mirar de una forma que comprendo bien antes de ponerse de pie—tu madre me pidió que te dijera que bajaras a cenar, si quieres puedes venir a acompañarnos—se dirige a Five.

La Ramigüis me observa asustada y niega con la cabeza.

—G-Gracias, pero yo tengo que volver a casa.

—¿Cómo te llamas?—interroga Hera con una sonrisita.

—Five.

—Un gusto, Five. Yo soy Hera, la prima de Sev. ¿Quieres que te abra la puerta?—pregunta con una sonrisa malvada y sé lo que quiere intentar.

Toma esa excusa solo para sacarle información de lo que pasó en realidad.

—Five se irá por la ventana para no perder la chispa de Romeo, ¿No es así, Five?—la miro de una forma fingida para que entendiera mi indirecta.

A ella le cuesta captarlo, pero luego da un respingo acercándose a la ventana.

—Sí, no se puede perder el encanto de la historia si quieres sacar un 10—pasa un pie al otro lado.

Pero al hacerlo se le resbalan los dedos y la tengo que atrapar de la muñeca para que no se caiga de espaldas.

Se te ha salido el corazón del susto, eh.

Ella sonríe apenada y Hera nos analiza como una lunática en la esquina de la habitación.

—Si quieres sacar un diez deberías intentar al menos saber cómo salir y entrar de una ventana—mascullo y la ayudo llegar a la parte saliente del tejado.

—Seguiré practicando—da un salto hacia el árbol y empieza a descender como una garrapata.

Sonrío de manera inconsciente cuando llega al suelo y me giro para volver a ver a mi prima que me observa entretenida.

—Ya estás perdido.

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