12
Jimin levantó la mano, apoyándola sobre el cristal frío que lo separaba de ella, mientras las lágrimas seguían cayendo por su rostro. La criatura, oscura y deformada, avanzaba lentamente hacia la niña, su respiración pesada resonando en la sala. El tiempo parecía ralentizarse mientras Jimin buscaba desesperadamente una solución.
—¡Jimin! —gritó Agust desde atrás, forcejeando con Yoongi, quien apenas podía mantenerse de pie. —¡No puedes enfrentarte solo a esto!
Pero Jimin ya no escuchaba. Todo su ser estaba centrado en Rose, en la criatura que se acercaba cada vez más a ella. Su mente luchaba contra las emociones, pero el dolor de ver a su hija en peligro lo consumía. Él sabía que si se rendía, su hija podría vivir, pero ¿A qué costo? ¿Qué le harían después?
—Detente. —susurró Jimin con voz quebrada, mirando al techo como si la persona detrás de los altavoces pudiera verlo. —Yo me entregaré… pero déjala ir.
—Tú vienes a nosotros, Promise. —La voz respondió de inmediato, con un tono triunfante. —Y la niña vivirá.
Yoongi, quien estaba apoyado contra Agust, intentó hablar, pero un fuerte gemido de dolor lo interrumpió. Agust lo sostuvo con fuerza, sus ojos fijos en Jimin, impotente ante la situación.
—No tienes que hacer esto. —dijo Agust, su voz baja y grave. —Encontraremos otra manera.
Pero Jimin negó con la cabeza. No había otra manera, no para él.
—Cuida de ella… y de él. —Jimin murmuró sin volverse a ver a los gemelos. —Esto termina hoy.
Con un último vistazo a su hija, Jimin dio un paso hacia adelante, hacia la puerta que lo separaba de la criatura y su destino. Jimin avanzó hacia la puerta de metal que lo llevaría a la criatura, el eco de sus pasos resonando en el silencioso pasillo. Su corazón latía con fuerza, pero su decisión estaba tomada. Justo antes de llegar a la puerta, sintió la mirada de Agust sobre él, el peso de la culpa y la desesperación reflejadas en los ojos de su compañero.
—Jimin, por favor… —la voz de Agust apenas era audible, desgarrada por la impotencia.
Jimin no respondió. Sabía que cualquier palabra en ese momento solo debilitaría su resolución. Si se detenía, si miraba atrás, temía no poder seguir adelante. Sabía que Agust y Yoongi no lo entenderían, pero para él, no había otra opción. La vida de su hija estaba en juego.
El panel a un lado de la puerta brilló en rojo, esperando su confirmación. Jimin respiró hondo y, con un temblor en las manos, colocó la palma sobre el lector. La puerta se abrió con un chirrido, revelando una sala oscura y fría, donde la criatura lo esperaba.
Dentro, la atmósfera era densa, como si el aire mismo estuviera cargado de maldad. La criatura, una figura retorcida y deformada, lo observaba con ojos carentes de emoción, pero llenos de poder. Sus garras aún manchadas de sangre, el resultado de incontables experimentos fallidos.
—Promise… —susurró la criatura, su voz reptante llenando la sala.
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