El túnel de agua

EL TÚNEL DE AGUA
*.*.*

—Sistema de apertura de la puerta número 13 en 10, 9, 8...

El corazón se me detuvo con la cuenta regresiva y volvió como locomotora al presenciar delante de mi la lentitud con la que esa torcedura se adueñan de sus carnosos labios. Una ladina y estremecedora mueca que solo duró un instante.

—Es momento de partir—espetó la orden.

Apenas pude percibir el movimiento de su mandíbula antes de verlo darme la espalda y moverse en dirección a la 13.

Me aparté del escritorio sintiendo como mi cuerpo tomaba voluntad propia y lo seguía por detras en tanto las paredes que bloqueaban la puerta empezaban a desplegarse hacia abajo.

Detuve el paso cerca de él y alcé la mirada cuando la
ventanilla se dejó ver, mostraba una pequeña parte de aquel pasillo cuyo gas escapando de las tuberías cubría gran parte de su interior.

La alarma sonó en toda el área y la voz computalizada anunció la apertura. Detuve la respiración con el sonido metálico que emitió la puerta antes de empezar a correrse, mostrándonos cada vez más el largo camino al otro lado.

Estaba vacío, nada más que un profundo y escalofriante silencio era lo único que emitía el corredizo, como también ese perturbador gas escapando de las tuberías, el cual seguía esparciendose frente a nosotros cubriendonos apenas el camino.

El roce en mi hombro me hizo pestañear, movi la mirada clavándome en su ancha espalda, fue el primero en cruzar el umbral y detenerse a un metro de mi. Por otro lado, yo me quedé tiesa como una piedra observando como movia la cabez con suma lentitud, revisando con sus parpados cerrados.

A pesar de que confirmó antes que no había ninguna criatura, empecé a dudar de mis propias palabras. Me aterraba que al recorrerlo y estar lejos de la única zona que bloqueaba puertas, fuéramos acorralados enseguida por criaturas como esas y no pudiéramos escapar.

—¿Te has arrepentido?

Su crepitante voz emergiendo con esa misma ronquera volvió a estremecerse. Negué con la cabeza aun cuando sabía que él ni siquiera me miraba, y tras tragar, movi las piernas saliendo del area también. No pasó un solo segundo cuando al estar a centímetros de su espalda, él volvió a moverse apartándose de mí.

Lo seguí en silencio, y pronto fuimos rodeados por el gas, el cual para colmo dificultaba la claridad del panorama al frente.

Me sentí como si estuviera a punto de desenvolver el regalo más atroz y aterrador de la faz de la tierra. Obligada por las circunstancias a abrirlo y tomarlo entre mis manos para experimentar de él pese a lo mucho que no quería. Conocer lo que era todo ese misterio que se resguardaba en su interior, y que bien sabía que terminaría atormentándome más de lo que ya estaba.

Levanté el rostro apenas atisbando las gruesas tuberías rotas encima de nosotros y un par de ellas completamente destruidas juntos a una farola que colgaba con sus cables. Otro problema era ese, la iluminación en el corredizo alumbraba menos que la del área roja y no era a causa del gas. La electricidad fallaba, provocando que el resto de las farolas no dejaban de parpadear, oscureciendo por instantes nuestro entorno. Dibujando sombras a lo largo de las paredes que solo me escogían de hombros.

Para colmo, mi mente no evitó hacer comparaciones, este tipo de cosas sucedia en las películas de horror segundos antes de que el personaje fuera atacado o aun peor asesinado, lo cual hacía que fuera aun más aterrador. Solo esperaba que esa tipica ficción no fuera una realidad para nosotros pese a que la mayor parte de lo que sucedia aquí, ya lo era.

Lo peor era que, de los dos, yo era la más alterada, la que no dejaba de lanzar miradas con rapidez ni dejaba de contar los metros que creabamos cada vez más lejos del area roja. El hombre frente a mi, por otro lado, permanecía con una inquebrantable firmeza e inponencia como si supiera desde ya que no encontraríamos ningún contaminado por ahora.

Como quise que su tranquilidad me contagiara.

Inclinó su rostro apenas un centímetro, suficiente para dejarme dibujar ese perfecto perfil y detenerme en las espesas pestañas negras que adornaban sus feroces orbes. Bajó esas persianas enrojecidas y por esos segundos permaneció así.

Era misterioso el modo en que mantuvo esa frialdad inmovil, como si estuviera viendo algo en alguna parte de enfrente. Eso repentinamente me hizo mirar también, el pasillo extenso apenas alumbrado a causa de una que otra farola rota, era un poco más claro debido a que las tuberías en el techo no estaban rotas.

—¿Ves algo?—temi tener una mala respuesta.

—No— respondió, y quedé ensimismada al ver como su manzana de adán se marcó cuando habló.

—Menos mal—susurré sin dejar de observarlo. Movió unos centímetros si rostro hacia la pared de su lado, ocultándose por completo su perfil.

Su capacidad de mirar el calor corporal de un cuerpo, era impresionante. Un don que seguramente para quienes trabajaron aquí sería algo normal, pero para alguien como yo que no recordaba lo que hacía en ese lugar, era un nuevo descubrimiento. Perturbador. Desconcertante.

Todavía no me acostumbraba a nada de él. Pero era útil. Sin él, seguramente no sobreviviría por mucho tiempo.

— ¿Hay otro experimento? —mi voz se escuchó ahogada a causa de la tela en mi boca. Lo miré fijamente, su escandaloso perfil y ese cabello alborotado.

—No ha pasado un minuto desde tu pregunta anterior.

—Perdón, es que estoy asustada—sinceró—, y como viste a la pared crei que...

Abrió sus orbes rasgados y los entornó a mí, atrapándome con las manos en la masa de que lo había estado contemplando este tiempo.

—Si veo algo te mantendré al tanto —recalcó sin voltear a mirarme.

Quise golpearme la cara cuando me di el tiempo de volver a reparar en todo su aspecto. No lo estaba haciendo con malas intenciones, sino que todavía no podía creer que fuera creado con un físico como ese.

Traté de ignorarlo, porque contemplarlo no era lo más impórtate aquí, sino sobrevivir. Pero era inevitable que cada parte de mi ignorara esa rasgada mirada que estiraba mis nervios, uno tras otros hasta hacerlos añicos.

— ¿Sigue sin haber na...? —Mi lengua estuvo a punto de trabarse cuando quise detener la pregunta. Otra vez lo estaba haciendo, estaba siendo paranoica —. Lo siento, no puedo evitarlo.

Él no dijo nada permaneciendo en la misma posición, enderezando su rostro y extendiendo sus parpados enrojecidos.

Dejé de verlo sintiendo como mis pies se endurecieron repentinamente al volver me al pasadizo. Tuve que pestañear para aclarar el panorama sombrío. Estabamos llegando a un lugar más espacioso y rocoso. Parecía que recorríamos una enorme imitación de cueva, y a nuestro alrededor, se extendían otros pasadizos.

Miré debajo de mis pies cuando toqué algo delgado y duró. Me llevé una gran sorpresa cuando encontré que estaba pisando nada más y nada menos que unas vías de tren. Eso no era todo, había un auto de carga... o una clase auto espacioso al frente de uno de los pasillos, el cual parecía estar sobre las riedas.

Mordi el labio siguiendo las vías que se dividían en dos caminos diferentes, quise acercarme al auto y revisarlo con intenciones de encontrar algo que nos sirviera, pero me detuve...

Una clase de viento sopló desde alguna dirección. Quedé un poco anonada sintiendo como esa frescura escalofriante se mesclaba en la piel de mi cuerpo. Apreté las tontas tijeras en mis manos y volteé a mirar a Rojo 09 quien se mantenía aun paso de mi. A diferencia de mí, que mi cuerpo temblaba de inseguridades, el de él era inmune al miedo, prácticamente no tenía ni una sola pizca de duda.

— Son tantos caminos, ¿cómo sabremos cuál tomar? — susurré más para mí que para él.

Teníamos muchas posibilidades, todas a fin de cuentas, llevaban al peligro.

— ¿Puedes ver algo?— quise saber, pero me arrepentí de inmediato cuando al entornar mi rostro en su dirección, vi la forma tan brusca en que torció su rostro con los parpados cerrados y en dirección a uno de los tuneles. Y lo supe, aunque esperaba equivocarme—. Dime que no.

—Sí.

Respiré hondo y detuve en mi pecho el oxígeno, revisado enseguida cada pasadizo del que se desataba un atroz silenció.

—Debemos tomar un pas...

—Silencio— su espesa orden estúpida por lo bajo me apretó los labios.

¿Por qué? Es lo que quise preguntar, ¿esa cosa estaba demasiado cerca que podía escucharnos?

Los segundos pasaron y no dejé de revisar cada uno de los corredizos con el temor de que una monstruosidad aparecier. Era el momento de escobdernos, pero él se mantenia en esa posición, con los brazos tensos y esa severa torcedura en sus labios en tanto la piel de sus parpados se movía perturbadoramente al tiempo en que su rostro lo había.

Estaba siguiendo a esa cosa.

Solo esperaba que se alejara en vez de venir, y que fuera solo una y no más. En todo este tiempo no deje de ver aquel túnel, hundiéndome en el eco de gotas de agua cayendo en alguna parte, tenebroso y aterrador.

No llevábamos ni la mitad de una hora fuera del area y ya estábamos en peligro.

Retrocedí un paso y estuve a punto de retroceder más cuando...

Cada uno de mis músculos se contrajo a causa de esos largos dedos deslizándose inesperadamente sobre la piel de mi mentón, su agarre y su intenso calor perforaron cada una de mis celular adormesiendo mis sentidos. Alzó mi rostro cuando me sostuvo con más fuerza el mentón y fue entonces que me hundí en sus esfericos orbes sintiéndo el impacto.

Apenas podía percibir el carmín de sus iris, estaban tan oscuros que se perdia en el color negro de sus escleróticas, dándole un aspecto más inquietante, sobre todo con esos mechones sombresndo su rostro.

—Un movimiento en falso y estarán siguiendonos.

Su advertencia me dejó helada, sin embargo, no me soltó, deslizó su mirada especialmente en mi cuello, justo donde su lengua había saboreado tiempo atrás.

—Ahora mismo tienen su propia presa. Pero temo que tu aroma sea un problema desde este momento. Hueles delicioso, hasta para mi eres toda una tentación.

Sus palabras me aceleraron el corazón y me llenaron de miedo. Dos sensaciones tan confusas en la que no pude evitar dejar de mirarlo.

—Podrian percibir este olor y seguirnos el rastro. En el peor de los casos, se percatarian de tu temperatura y nos seguirían sin posibilidad de escondernos o, se darían cuenta de nuestras vibraciones —Sus palabras susurradas me desinflaron.

—¿Vibraciones?

Quede confundida, él dio un paso más cerca de mí y sin soltar mi mentón, alzó el rostro cerrando sus parpados y echando una mirada severa al rededor.

— Somos una raza mejorada de ustedes.— siguió susurrando —. Si las conversaciones en ese ordenador son ciertas y todos los experimentos que fueron incubados están contaminados y libres, entonces tenemos pocas probabilidades de encontrar rápidamente la salida.

Temblé ante su lenta exhalacion humecediendome la sensible piel de los labios.

—Debes saber que hay experimentos con olfato desarrollado, visión térmica y un oído activamente desarrollado, algunos incluso pueden sentir las vibraciones que provocamos con los movimientos... No todos tienen estas habilidades, pero la mitad hereda 2, por otro lado, quienes pertenecen a mi área y a las dos más avanzadas, las heredan todas, lo que quiere decir que debemos ser sigilosos y cubrir cuanto antes tú aroma.

Entenebreci, era tanta información en tan solo segundos. Tuve que obligarme a no procesarlo todo al mismo tiempo ni hacer preguntas y simplemente tomarlo, aceptarlo y actuar rapidamente.

— Pe-pero, no hay nada viniendo hacían nosotros...— susurré —, ¿cierto?

Su cabeza se movió tenuemente en negación:

—Siguen apartandose—recalcó cortando con la cercania, apreté el pecho cuando sentí el roce endurevido de su torso perforandome con su intenso calor —, y por esto tenemos que movernos con cuidado. Por ahora te mantendrás frente a mí para evitar que tu aroma deje un rastro mayor. No permitiré que nadie te lastime, aun menos me permitiré lastimarte.

Lo miré fijamente perdiéndome en la caricia de su aliento sobre mi mejilla. Si seguía recordandome que mi aroma era una tentación para él y me tenia así de cerca, me haría dudar... ¿Cuánto tardaría para tener más hambre?, ¿y que tendríamos que hacer para que él comiera? ¿Y si no comía cuanto soportaría? Eran preguntas que me cruzaban y que sabia que por ahora eran un punto a parte.

—¿Qué túneles son seguros? — pregunté en voz baja, apenas retrocediendo de su calor.

Hizo un movimiento con la mandíbula señalando los primeros dos frente a nosotros y uno más a su izquierda. Me pregunté hacia dónde llevaban y solo darles una mirada, fui capaz darme cuenta que, en la pared de piedra que dividía el túnel de enfrente en dos, habia un croquis. Uno enorme y aparentemente cubierto por una capa de cristar que  se extendía casi por completo en toda la extructura.

Un mapa.

Y me aparté de él, cuidando que mis pisadas no produjeran ruido, el mapa apenas se notaba debido a la poca luz y al color que mantenía debajo el cristal. Encima del marco se extendía una clase de sello con dos siglas en forma de serpiente: "Cg", y debajo de ellas " Laboratorio central de genética artificial humana—animal."

Examiné su interior llevándome una disgustada sorpresa.

Entendí lo que Michelle informó en el primer mensaje que envió y toqué la parte superior que se extendia como la construcción de una planta electrica, y luego deslice la mano a la parte inferior, la cual se dividían en un montón de centros, salas de laboratorio, areas, habitaciones, almacenes y túneles que iban en bajada numérica.

Estabamos a dos pisos de la superficie.

—Estamos bajo tierra— exhalé las palabras y quise golpear el cristal—... bajo tierra.

El escozor me nubló la vista, esto era insoportable. Sin embargo, me rogué a mantener la calma y seguír analizando rápidamente las estructuras internas no sin antes echar un mirada a los otros túneles cuyo silencio se sentía como el filo de una naranja en el cuello.

Busqué un lugar igual al que ahora mismo estábamos, y pronto lo hallé. Este era el segundo centro de transforte y carga, el cual conectaba a todas las demás instalaciones del laboratorio y al comedor central, pero, a ninguna salida externa. No había ninguna indicación sobre una salida de este lugar, nada, en el croquis no se mostraba una escalerilla que llebara a la planta electrica.

Era claro que debía una salida. En alguna parte estaba, pero, ¿en dónde?Seguí bucando sintiendo el estrés, entre más veía más sentía que era una clase de ciudad subterránea con la forma de un laberinto. Habian zonas de habitaciones enumeradas alfabéticamente y...

Aquí esta. Un grito interno que quiso salir de mis labios cuando encontré el área naranja como si hubiera encontrado un baúl de los tesoro. Pero esa emoción cayó en picada cuando me di cuenta de la distancia a la que estaba de nosotros.

No estába tan apartada, pues el área que se encontraba al extremo de todo era el área negra, y cerca de la misma, el área verde.  Sin embargo, llegar al área naranja nos llevaría horas, tomando en cuenta de que además de recorrer un gran camino para llegar, tendríamos que hacerlo cuidadosamente lenta debido a esas cosas. 

 Si no había ningun indicio de salia en el mapa, entonces debiamos encontrar al grupo de sobrevivientes o buscarla por nosotros mismo. Croquis como estos debían haber en otras partes y como los túneles se clasificaban por numero, sabríamos qué camino tomar para llegar más pronto a las áreas.

—Para llegar al area naranja tenemos que cruzar d...

La voz se me escapó al igual que el aliento cuando esa mano gruesa y caliente rodeó mi antebrazo.

De un jalón me devolvió al lugar donde antes estaba. Le clavé la mirada cuando su agarre se volvió un poco más fuerte, pero me estremecí tan pronto cortó la distancia entre nosotros con un par de pisadas.

El terror me rasgó las entrañas con el recuerdo del laboratorio. Su agarre en mis brazos era el mismo que hizo cuando se echó sobre mí.

—Silencio —espetó, su comisura izquierda tembló—. Se acerca uno.

Un frio aterrador se paseó de mi columna hasta mi nuca con un cosquilleo que logró que hasta el último de mis cabellos se pusieran en punta. Alcé la mirada queriendo ver los tuneles y saber de cual provenía cuando de repente, todo musculo se me estremeció al sentirlo inclinarse sobre mi, rozando la piel de sus carnosos labios sobre la fragilidad de mi oído.

Su caliente aliento penetrandome los nervios me dejaron aun más endurecida.

—Entra al de tú derecha y ten cuidado donde pisas —ordenó con esa susurrante ronquera, remarcando esa erre y con una lentitud tan enigmática que todavía me dejó afectada.

Enderezó su rostro rígido y con la mandíbula apretada me hizo un movimiento que pronto entendí. Si actuaba con apenas calma era porque esa cosa todavía no sabia que estábamos aquí, aun así estaba acercándose y era suficiente para escapar antes de que se percatara de nosotros.

Me soltó el brazo y girando al tiempo en que revoloteaba la mirada en cada túnel para serciorarme de no encontrar nada peligros saliendo de su interrior, me adentré al de la derecha. El espacio era angosto debido al transporte que estorbaba la entrada, algo que nos benefiviaria solo si aquella cosa tenía el mismo tamaño que las otras monstruosidades.

Tuve la vaga idea de revisar su interior de soslayo... y me mordí la lengua cuando encontré partes de un cuerpo mutilado en el asiento del copiloto.

El calor se evaporó de mi cuerpo antes de sentir los retortijones inclinándome a causa del fétido aroma provocandome nauseas. Me rehusé a vomitar llevándome el cuello de la camisa a cubrirme la boca y nariz. Se lo comieron. La mayor de sus restos mostraban los huesos rotos, no habían organos y le habían arrancado la cabeza así como una de las piernas que hacia falta...

Así de peligrosas eran esas cosas. Así de infernal era este laboratorio.

Aceleré el paso cuando esa amplia mano me empujó levemente de la espalda. La vista del auto fue cubierta por su ancho torso y quise echar una mirada al centro que dejábamos atrás, queriendo saber si nada salia todavía ni se daba cuenta de nosotros, pero no pude ver nada más que él y esa oscuridad cada vez más impregna por detrás.

Misma oscuridad que también se cerñia delante de nosotros.

Comenzaba a arrepentirme de abandonar el área.

(...)

Había farolas quebradas y las pocas que aún quedaban estaban fallando. Iluminaban en un par de pestañeos y, se apagaban, oscureciendo todo a nuestro alrededor, y para colmo, cada vez más tardaban en encender.

La electricidad estaba fallando, tan solo esperaba que no terminaramos a oscuras.

El túnel, por otro lado, aparentaba no tener un final, y con la penumbra no podíamos ser capaces de saber con qué nos encontraríamos o, una vez llegáramos delante de otros pasillos, cuál tomar. Debi sacar el mapa.

De cualquier forma, nuestra supervivencia dependía de tomar solo los corredizos que estuvieran libres y estaba aliviada porque desde que dejamos el centro nada nos perseguía, ni mucho menos nos hallabamos con más restos.

Un frio inestable subió desde las planta de mis pies hasta mis rodillas debilitándolas. Las luces ya no encendieron esta vez.

Tragué con fuerza y no dejé de caminar en tanto escuchaba ese goteo que era el único sonido alargandose en ecos en alguna parte del túnel. Por instinto, entorné el rostro encima de mi hombro recordando al hombre que todo este tiempo permaneció detrás de mi, y aunque sabia que no miraría su silueta, me inquietaba no sentirlo.

Su presencia, entre tantas tinieblas, parecía que dejó de existir. ¿Sigue detrás de mi? Porque tampoco escuchaba su respiración.

Extendí— más por temor que por curiosidad—, mi brazo levemente hacia con la intención de encontrarlo. No paso mucho cuando su mano atrapó los dedos de la mía, encogiéndome los músculos de un susto. La aparté de inmediato cuando sentí la fuerte presión de su calor al rodear mi muñeca, y abracé mi cuerpo para encontrar el calor que perdí con su roce de piel.

No sabía si sentirme aliviada o preocupada porque solo eran unos centímetros lo que lo apartaban de mí. No, en realidad, esta vez me sentía más aliviada de tenerlo cerca.

— ¿No ves temperaturas? —Con la pregunta me refería a las temperaturas corporales.

—No— respondió sin más, su voz ronca y grave terminó desaparecieron a causa del constante goteo.

— ¿Puedes mirar en la oscuridad? —curioseé.

Seria otra de sus habilidades añadida a la lista, aunque también me preguntaba si podía escucharlos a la distancia o, como dijo él, sentía las vibraciones de sus movimientos. Tenía tantas preguntas e inquietudes sobre su existencia, sus capacidades y el objetivo de este laboratorio, pero todavía debía guardarmelas y enfocarme en lo más importante. Sobrevivir.

Algo suave y fresco fue rodeando mi calzado hasta cubrirlo por encina. Quedé en shock un segundo antes de caer en cuenta de que se trataba de agua. Pero, ¿por qué había agua?

Debía deberse a alguna tubería de agua rota por este rumbo. Sin embargo, eso no explicaba por qué mientras más recorríamos el túnel, la presión del agua subía de mis tobillos hasta unos centímetros de mis pantorrillas.

Algo andaba mal.

Que hubiera agua no me molestaba, de echó podía ser una gran idea para amortiguar el sonido de nuestros pasos mientras no fuera abundante.

Pero que en cuestión de segundos empezara a cubrir por encima de nuestros muslos, me preocupó. Era como si estuviéramos bajando, el laboratorio tenía desniveles, incluso en aquel mapa indicaba las bajadas y subidas que había entre los tuneles, algo que se normalizada cuando se llegaban a las instalaciones o salas, pero esta bajada y ese nivel de agua era....¿Como es que llenó tanto de agua?

No. Esto no podía provenir solo de las tuberias. Debia haber algo más.

De un segundo a otro, casi la mitad de mi cuerpo terminó hundiéndose cuando repentinamente mis pies dejaron de sentir las vías y cayeron varios centímetros a un suelo más abajo.

Traté de no altearme con el miedo que empezaba a contrarrme los huesos y proseguí, rogando que el el desnivel dejara de bajar porque la helada agua empezaba a cubrirme las costillas, poco faltaba para que lo hiciera con mi pecho también.

Largué un suspiro de alivio al saber que mis propios pensamientos se habían cumplido cuando el agua dejó de cubrirme el pecho y el suelo permaneció plano.

Me ladeé y un roce cálido a lo largo de mi hombro me estremeció. Creo que es su torso.

— Todo sigue oscuro —susurré alzando un poco más los brazos para sacar las tijeras del agua—, hay mucha agua y no hemos llegado al final de este túnel.

—No hace falta mucho para eso.

Otro nuevo estremecimiento se adueñó de mi con el apenas roce de su aliento acariciándome la coronilla. Lo tengo tan cerca.

— Bien, pero me estoy sintiendo un poco arrepentida—Abracé mi cuerpo a causa del nuevo frio, y se me escapó un tirite—. Esto se está poniendo cada vez más ho...horrible.

—Tranquila.

—¿C-cómo voy a estar tranquila cuando no recuerdo si sé nadar?

Y el agua estaba helada. Helada hasta la santa medula, ¡demonios!

Noté pronto cuando alcé la mirada, que una de las farola en el techo parpadeó enrojeciendo y estallando. Di un respingón pegando inesperadamente la espalda en su tosco torso y palpando mi trasero con la dureza de uno de su muslo. O eso creía que era.

Los cristales golpearon el agua sin provocar sonido alguno, y cuando el silencio volvió, más fuerte que antes, comencé a sentir una fuerte opresión, y un terror que poco a poco escarbaba más en mi cuerpo.

Podía soportar el silencio en el área roja, pero no aquí, sabiendo que cualquier monstruo podía aparecer de un momento a otro porque no había ni una sola puerta bloqueada que nos protegiera ahora.

—Tendrás que soportarlo— Un jadeo se me escapó inesperadamente ante la vibración ronquera tan potente emitiéndose contra mi espalda y su cañiente aliento removiendome los cabellos —. A unos metros más esta una división de pasillos, llegaremos en cuestion de minutos.

Las vellosidades se me erizaron aun más, algo enloqueció detrás de mi pecho y no pude creer el cosquilleo deslizandose a lo largo del abdomen al ser consiente de lo apretada que me mantenía a su cuerpo como si quisiera ocultarme en su calor protector.

Asentí sin decir nada, repitiendo mentalmente sus palabras y aceleré mis pasos. En tan solo minutos, tenteé en acercarme a la pared a mi derecha, quería sostenerme de algo solo si el agua subía. Pero tan pronto di unos paso más adelante, un ahogado chillido de arrepentimiento salió de mí garganta al momento de hundirme completamente en el agua.

Saqué la cabeza respirando con fuerza, los brazos se agitaron cuando contra mi voluntad una corriente me arrastro hacía el lado contrario. Hacia la entrada a un nuevo pasillo.

Busqué cómo darme la vuelta y encontrar de donde sostenerme cuando no encontré suelo, era mucho más hundo de este lado y si había una corriente, quería decir que estábamos cerca del lugar donde provenía toda em agua, lo cual quizás, seria peligroso.

Sacudí los pies y mi brazo de tanto moverse atrapó algo duro de lo que me aferré.

Creo que no sé nadar...

De repente, esas grandes manos viriles me tomaron de la cintura con tanta agilidad y rotunda facilidad, devolviéndome a la profundidad del agua de la que ya mismo quería salir. A punto estuve de soltar de retorcerme cuando al ser rodeada por sus fuertes brazos y atraida a ese caliente cuerpo tosco, mis labios al palpación ese grueso músculo remarcandose bajo la empapada tela que reconocí como su pectorale.

Y me dejó azorada y alterada cuando al aferrar las manos en su torso y mover las piernas, sentí la suya meterse entre las mías, rozandome la entrepierna con su gruesa rodilla.

— ¿Q-qué...?

Sus labios presionandose contra mi coronilla me arrebató la voz.

—Silenció.

Solo entonces supe que algo estaba poniéndose mucho peor que la cascada de agua pronunciandose en alguna parte.

Un sonido se escuchó. Era más un gruñido bajo y extraño alargándose en el pasillo en el que nos encontrábamos.

La piel se me escamo solo pensar lo que sería.

Me removí para escapar, teníamos que hacerlo antes de que nos encontraran o sería demasiado tarde.

—No—su voz entre dientes y su aliento perforandome la coronilla—. Esta cerca...

Negué contra su pecho.

—Si no nos move...

El rugido volvió más potente cerrabdone la boca y me apreté aún más a su cuerpo.

—Respira hondo —su aspera orden me erizó la columna.

Y entonces...

Fui sepultada en la profundidad del agua ahogando mis palabras en un espasmo. Nos giró pegándome a la rocosa pared y apreté mi boca a su pecho ocultando que las burbujas salieran de ella.

Los segundos acontecieron eternos en tanto sentia como me cubría con su inmenso cuerpo, arriesgándose más que yo.

Una presión golpeó nuestros cuerpos poco después de que el gruñido bestial se escuchara ahogado desde nuestro posición. Fue cuando lo supe, ese experimento contaminado estaba a pasos de nosotros, a una distancia tan corta en la que el horror me aseguro que sí, definitivamente se daria cuenta de nuestra presencia.

O eso crecí cuando la fuerza del agua dejó de golpearnos y sus gruñidos disminuyeron cuando nos pasó de largo. Estuve por estremecerme de alivio, pero el terror terminó de enterrarme toda pizca de esperanda cuando pude sentir como las vibraciones de sus potentes pisadas se detenía de nuevo y peo aun, no demasiado lejos de nosotros.

Temblé.

Hice lo posible por no moverme, pero la ausencia de oxigeno empezaba a arder en mis pulmones, comprimiendome ambos órganos y tensandome los músculos. Me apreté a su cuerpo fundiéndose en su intenso calor y ahogué un chillido cuando supe que iba a abrir la boca de desesperación.

No iba sobrevivir, pero seguramente él sí. O salía para respirar y ser presa fácil para la monstruosidad, o me quedaba en el agua y moría ahogada. O...

Una tercera opción brotó en mi mente antes de empezar a oscurecerse, porque no, no iba a dejarme morir, eso era lo último que quería. Lucharía para sobrevivir pasara lo que pasara.

Así que extendí mis manos a lo largo de su rostro, buscando su rostro y cuando encontré su ancha quijada que pronto sostuvw, me estiré tanto como pude para chocar los labios con esa suave textura carnosa y tensa, y abrirla de tal forma que quedáramos unidos.

Robaría su oxígeno.

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