Contaminado
CONTAMINADO
*.*.*
(...)
Con una mano apretando las picudas tijeras que ocultaba bajo el muslo, me mantuve atenta a la galleta de chocolate que se llevó a su boca.
No hubo gesto en su rostro conforme masticaba y por el modo tan indiferente en que lo hacía era como si comerlas fuera ya algo habitual para él. Aunque quizás, lo estaba aparentando todo.
Estar tan cerca de él me ponía en mucho riesgo después de leer esos mensajes, pero había algo que quería averiguar. Su canibalismo. Si los mensajes eran ciertos, lo cual parecía ser después de verlo abriendo su boca sobre el órgano, quería decir que quizás este tipo de comida no le satisfaceria. Le sabría mal, le provocaria nauseas por el cambio de apetito. O tal vez, a pesar de ser canibal también podía comer comida normal. O no. En realidad, especular y hacer mis propias conclusiones sin saber nada más fuera de esa conversación, era estresante.
Por otro lado, habia una parte de mí que queria aferrarse a su humanidad. Me salvó del experimento de la incubadora 10 y su brazo que antes era un montón de tentáculos estaba completamente bien ahora mismo, nada extraño se había movido bajo la piel de sus manos. No había deformidad en alguna parte de su cuerpo, nada, ahora mismo parecía un hombre común a excepción de esos perturbadores orbes que no sabia si su forma y color eran a causa de lo que fuera que los contaminó.
Además, ese tal Ronny aseguró que eran peligrosos, que eran agresivos, que no reconocian y atacaban, pero no había ningún comportamiento agresivo en él, no estaba intentando atacarme.
¿Eso seria suficiente para confiar? Repitió más de una vez que no era peligroso para mi y que no me lastimaria. ¿Acaso su razón era porque lo saqué de la incubadora?
Estabamos atrapados en esta área solo nosotros dos y quién sabía cuanto se tardarían los del área naranja en llegar y sacarnos de aquí, así que esperaba que sus palabras fueran sinceras y no tratara de hacerme daño después.
Mordí la galleta observandolo a él hacer lo mismo, pude notar el leve temblor en su comisura, un gesto asqueado que me mantuvo inmovil. La dejó sobre el envoltorio y tomó la gaseosa de fresa de mi mano, rozando sus dedos con los míos, y bebió de ella. Pero el líquido tan solo tocó el interior de su boca, terminó escupiéndolo todo.
—¿Qué es esto?— arrastró en una queja, alargando esa enigmática mueca.
No sabía si simplemente era porque nunca antes la probó o, lo había hecho, pero ahora su sabor cambió para él porque fue expuesto a quién sabía qué cosa volviéndolo canibal.
—Supongo que nunca has bebido gaseosa de fresa...— dije, viendo como se limpiaba los labios con el dorso de su mano—. O quizas sí, pero por alguna razón ahora te sabe horrible, ¿la galleta también te supo mal?
Si todo le sabía mal, era porque estaba contaminado, ¿no? Pero si estaba contaminado y ese contaminante lo volvía un canibal... Dejé de pensar cuando arqueó una ceja.
—¿Nunca has probado una gaseosa?
—No es extrañar que desconozca su sabor. No permiten que bebamos nada más que agua—enfatizó entre dientes.
¿No los dejaban? O sea que otros decidían qué darles de comer...
—Entonces agua será—mencioné, apartándome para levantarme.
Volví a las bebidas, esta vez tratando de alcanzar desde el agujero en la parte trasera de la máquina, agua potable. En tanto sacaba una gaseosa para mi, no dejaba de recordar los mensajes entre la pareja.
Daesy no le respondió después de un tiempo, pero sí hizo lo que le pidió, colocó el temporizador para triturarlos y luego abandonó el área. Y entonces aparecí yo, o, ¿acaso fui yo la que puso el temporizador en vez de ella? ¿Me habré encontrado con esa mujer?, ¿los conocía a ambos?
¿Acaso fue ella la que me golpeó en la cabeza?
Saber la respuesta a eso en comparación a todo lo demás, se volvió insignificante.
Di una mirada al cadaver de la criatura recordando de nuevo esa escena antes de revisar desde mi lugar las ventanillas de cada puerta. Me pregunté qué tipo de virus o lo que fuera habían soltado en las sondas de sus incubadoras, y si acaso habían más como él, experimentos contaminados que no atacaban y que no eran agresivos. ¿podrían existir más?
Tal vez no estuvo tan expuesto a ese contaminante y por eso era distinto. Aun así, esos tentáculos que le salieron de los dedos... Dejé de pensar y volví al centro, arrodillame a varios centímetros apartada de él.
Le ofrecí el agua una vez quité el tapón, noté como arqueó una ceja mientras la tomaba, recostando con una inquietante delicadeza sus dedos sobre los mios. Tan solo sentí ese intenso calor atravesandone la piel con una sensación confusa, me escapé enseguida de su toque sintiendo ese pasmo entenebrecido deslizándose en mis huesos.
Acercó la botella y se la empinó haciendo un vaivén en su manzana de adan. Recorrí su brazo derecho, los músculos resaltando bajo su piel, adornados por gruesas venas que bajaban y se cerñian sobre sus manos, nada inusual. Nada anormal.
Un nuevo temor se apoderó de mi, ¿y sí más a delante llegaba a deformarse? Si esto era solo el inicio de lo que empezaria a ocurrir le por el contaminante.
¿Qué sucedería si no solo era su brazo el que terminaba deformándose o del que terminaran saliendo esos tentáculos? Si se deformaba como lo hizo el otro y el experimento del área negra, entonces era evidente que intentaría lastimarme.
Estaba deseando que los otros llegaran ya, o mejor aun, ir y enviar un mensaje desde la computadora avisandoles de él. No, si hacía eso probablemente no querrían venir por mí. Sería arriesgado, ella misma lo dijo.
Dejé de pensar en ello, concentrándome en el hombre frente a mi. Me sorprendió ver que con dos tragos mas se terminara la botella. Se limpió los labios y dejó recargar su cabeza en el respaldo de la máquina para exhalar entrecortadamente.
— ¿Te sientes mejor? — pregunté—. ¿No te duele nada más?
Di por sentado que así era ya que había dejado de sudar. Me estiré cuando no respondió, y dejé que mi dorso tocara parte de su frente. Ya no tenía tanta fiebre, y solo habían pasado minutos desde que se puso mal, se estaba recuperando rápidamente, ¿la fiebre sería la causa de ese contaminte que soltaron?
—¿No sientes que algo se mueve dentro de tu cuerpo?— Hice la pregunta recordando los tentáculos. Estaba segura que los tentaculos eran alguna deformación porque estaba contaminado, pero de lo que no estaba segura, era cómo estos se mantenían dentro de él.
¿No le perturbaba eso si quiera? Tener todas esas cosas dentro de él...
Cerró sus parpados dejándome apreciar las venas rojas que se le marcaban, y no me respondió.
—Te dejaré descansar.
Tan solo hice un movimiento empujandome para levantarme con intenciones de ir a la computador, su brazo de estiró con una perturbadora velocidad y sus calientes dedos rodearon mi muñeca en un agarre firme que me inmovilizó.
—Quédate.
No fue una orden, sino una petición de la cual dudé.
—Dije que no te haré daño. Deja de apretar las tijeras y vuelve aquí.
Llevé las tijeras al bolsillo trasero, sin embargo, no dejé de apretarlas. Tragué con fuerza cuando siguió sin soltarme y vi a la computadora antes de enfocarme en sus parpados enrojecidos y recordar algo más.
— ¿Cómo pudiste verme en la incubadora? —pregunté, tratando de no aterrarme. Regresé al suelo acomodando mi peso sobre las rodillas otra vez—. Además de la máscara de oxígeno tenias escamas sobre los ojos, ¿como supiste que estaba aquí?
—Puedo ver tu temperatura corporal, así como sentirla también—respondió, dejado que su pulgar resbalara por la piel de mi mano. Cada toque enviaba una descarga eléctrica a mi cuerpo, llegando a un punto en que sus dedos juguetearon con cada uno de los míos que estaban endurecidos y temblorosos.
No sabía cómo apartar mi mano, quería deshacerme de su agarre, pero temía que provocara una mala reacción en él.
— ¿Co-con los ojos abiertos o cerrados? —mi voz tartamudeó. Miré la forma en que separó sus labios carnosos, y luego, miré como sus dedos obligaban a los míos a estirarse hasta tener la palma abierta y que, la suya, se entrelazada.
Por todos los cielos, ¿qué esta haciendo? Rogué porque dejara mi mano en paz. Estaba asustandome, no dejaba de temblar.
— Cerrados—aclaró mi duda, también, dejó que sus parpados se levantaran para tenerme cautiva por sus orbes rojos, esa mirada a la que nunca me acostumbraría. Reparó nuevamente en mi rostro—. Aunque prefiero verte de este modo, así puedo contemplarte con más claridad.
Quedé tiesa cuando paso su mirada por una parte específica de mi cuerpo, en escote que mostraba la camisa de tirantes, mis pechos que resaltaban no solo con la piel sudorosa y sino con mi agitada respiración.
—Tu físico se ve diferente al mío sin una...
—¿No será por que una mujer y tú un hombre? —interrumpí. Esta vez, cuando sentí sus dedos volviendo al jugueteo, aparté mi mano acercándola a mi estómago. Eso hizo que su mirada bajara hasta ella—. Voy a revisar los pasillos— dije, rápidamente cortando la conversación, dejando que toda esa tensión se acumulara en mis músculos.
Me puse en pie, apartándome de las incubadoras.
Solo entonces me deshice de toda la tensión en los músculos con una larga exhalación. No dudé en tomarme la mano y revisarme los dedos. El calor de los suyos inquietantemente seguía palmeando mi piel, la palma de su enorme mano cubriendo la mía.
La forma en que jugó con mis dedos, el cómo tomó cada uno y lo acarició entre sus yemas... me confundia, no me gustaba como se sentía, su calor tan estremecedor era penetrante.
No me dirigí a las puertas si no a la computadora revisando el mismo chat. Habian mensajes nuevos de la mujer.
—. Ya enviamos a un grupo. Deben tener en cuenta que están al otro extremo del laboratorio, se van a tardar en llegar. No salgan y no abandonen el área hasta que los hombres lleguen.
Se tardarían, eso solo aumentó mi ansiedad porque existía más probabilidad de que algo peor ocurriera fuera por el hombre con el que estaba atrapada o por otra cosa.
No había otra advertencia además de esa, entonces solo quedaba esperar y mantenerme apartada de él. Releí la conversación entre la pareja y revisé el reloj en reversa de la puerta número 13. Faltaban 19 horas para que se desbloqueara. Lo único bueno de esto era que la cámara que aparecía en la pantalla no mostraba más a la criatura en el pasillo. Así que una vez fibalizara estaríamos a salvo todavía.
Lo que también me relajaba solo un poco, era que no aparecía ninguna otra criatura.
No, más importante, cuando esos hombres llegaran, ¿sabrían abrir las puertas? Si no, y nosotros tampoco, ¿cómo saldríamos del área?
Me estoy preocupando por algo que ni siquiera sé cuando sucederá.
— ¿Qué diferencía físicamente un hombre de una mujer?
Respingué ante la estremecedora ronquera de su voz levantándose detrás. Giré de golpe encontrándo su enorme y sombria masculinidad a solo pasos de mi.
El corazón se me aceleró golpeándose el pecho peor que una locomotora y no pude creer que el calor incrementara en mi cuerpo a causa de la intensidad de esos feroces orbes carmín que no desataban una sola emoción. Frívolos, pero intensos.
Dio un paso amenazando con descomponerme las piernas al darme cuenta de había algo peor que su presencia inesperada.
¡Esta sin la bata puesta!
¿Es que no le incomodaba estar completamente desnudo frente a mi?, ¿mostrandome sus bolas?
No bajes la mirada, no la bajes, no te desenfoques.
—¿Po-por qué quieres saber?— me obligué a levantar la mirada de esos anchos pectorales y colocarla en su rostro—. Deberías saberlas.
Solo entonces no supe qué era peor cuando el tiempo se detuvo para apreciar la vista momentánea de su brazo elevándose y sus largos dedos apartándose los mechones de la frente. Los amontó sobre el resto de cabello negro y largo, engrosando el bíceps bajo sus camibos venosos, quede aun más perdida cuando apartó su mano y sus facciones viriles tomaron una fuerza imponente y temeraria.
—Puedo saber qué partes con solo mirarte— pronunció con lentitud y un incomodo estremecimiento en mi abdomen me removió —, pero he visto muy poco y no sé sus nombres.
No pude entender por qué sacaba tan repentino interés cuando estábamos en peligro y ni siquiea tenía cara de ser un inocente en esos temas. Pero, me intrigaba, ¿qué tanto le habrán enseñado como para desconocer las diferencias en ambos sexos?
— ¿Conoces los nombres de tus extremidades? — curioseé.
—Brazos—espetó. Hizo un ameno movimiento con la palma de su mano, para levantarla y rozarse los labios y tocarse el pecho—. Boca, pecho...
La boca y el pecho definitivamente no eran una extremidad.
—Ahora que puedo verte—Se detuvo dejando que sus orbes cayeran con una estremecedora amenaza encima del escote en mi pecho y aunque solo fue por un segundo, un cosquilleo involuntario en el abdomen me dejó extrañada —, es más grande.
Santo Dios, ¿estaba hablando en serio? ¿De verdad no sabía las diferencías teniendo ese rostro atractivo, mirada perversa y una voz ronca y profunda? ¿No me estaba jugando una broma o algo parecido?
—Piernas— Palmeé cada lado de mis muslos—. Compuestas por muslo, rodilla, pantorrilla pies y dedos del pie.
¿Qué estoy haciendo? Y lo peor es que él estaba desnudo mientras se lo explicaba.
—¿No te incomoda estar desnudo?— se sintió la frustración en mi voz.
—¿A ti te incomoda?—inquirió y no supe si el tono de su voz tiraba a jugueton, pero el modo en que me miraba me aceleraba el corazón como una locomotora.
— Por favor vístete—casi lo rogué.
Y lo que no esperé fue ver como elevaba parte de sus carnosos labios en una tan inesperada sonrisa ladina que retorció sus facciones de forma tan enigmática que quede atrapada.
Y helada ante el asomo de sus colmillos que le daban una presencia sombria.
—Si con eso terminaras de explicarme...
Me dio la espalda y rogué por mantenerme en su cabellera castaña en tanto atravesaba las incubadoras y descolgada con un par de sus largos dedos la bata de las palancas.
Se la colocó con tanta facilidad cubriendo de mi vista toda esa tentacion trasera hasta que volteó. Pestañeé al verlo avanzar, moviendo sus largas piernas conforme se abotonaba uno a uno los botones de la bata a partir de su abdomen.
No pude apartarle un solo momento la mirada ni cuando se abotó las mangas, cualquiera lo confundiria con un hombre normal vistiéndose para salir.
¿Qué tanto le habrán enseñado? Para saber hablar, caminar y vestirse era difícil creer que desconociera las diferencias entre una mujer y un hombre.
Eso quería decir que no siempre estuvieron en una incubadora.
—¿Mejor?— Alcé la mirada de sus pectorales que todavía se asomaban debido al par de botones desafortunados todavía en esa zona a esos orbes que se mantenían con un atisbo de curiosidad—. Si mis piernas te incomodan, lamento decirte que no hay pantalones aquí.
Algo parecido a una sonrísa quizo dibujarse en mis labios. Era un poco jugueton también. Y al menos sabía lo que eran los pantalones o para que se usaban.
Senti que mis pies tomaron voluntad propia moviéndose y deteniéndose a centímetros de él, al igual mis brazos que se levantaron y para cuando me di cuenta ya estaba tomando los botones sobrantes.
—Te faltaron estos.
Abroché el ultimo y sentí por un instante que vestía una muñeca de porcelana, era una extraña sensación que me resultaba bastante familiar.
Listo. Tentaciones cubiertas.
— ¿Cuanto tiempo estuviste en la incubadora? —cuestioné tras dar un paso lejos de él.
Sus orbes carmín, enigmáticos y escalofriantes en contorno con sus escleróticas negras, se encontraron con los mios con una inesperada seriedad.
—Nos mantienen dormidos la mayor parte del tiempo —Me sorprendieron sus palabras —. Pero el tiempo en incubacion depende de cada etapa de maduración.
¿Etapa de maduración?
—Y cuando los sacaban, ¿a donde los llevaban?
—A nuestra habitación.
Hubo algo que no entendí.
—Entonces, si salias de aquí, ¿no deberias saber como abrir estas puertas?— lancé una mirada a una de las tantas que habían, no esperando encontrando con esa comisura remarcandose ante el apretón en sus labios.
—¿Crees que te menti cuando dije que no?
Su repentina seriedad me hizo pestañear, ¿esta molesto?
—Si tengo que añadir más verdad para creas en mi, lo haré—recalcó—. Una vez que salimos de incubación, nos colocan una máscara que no solo nos prohibe mirar las temperaturas, también desprende descargas eléctricas si tratamos de quitarla.
Un escalofrio se paso a lo largo del cuerpo y recordé las extrañas mascaras que colgaban en la pared junto a los casilleros y detrás del vidrio temblado. Se refería a esas, ¿cierto?
Los tenían controlados, era claro que si alguno intentaba escapar, utilizaban los dardos. Por eso estaban junto a las mascaras.
Probablemente nos los trataban como personas. No imaginaba qué tanto debieron sufrir en este lugar, ni cómo fue su vida al estar incubados y encerrados. No, que experimentaran con ellos no era vida.
—¿Experimentaban con ustedes después de sacarlos?
—Llega un punto en que dejan de hacerlo—esbozó—. He llegado a ese punto.
—¿O sea que ya no experimentaran contigo? —Me arrepentí de preguntar, era obvio que quiso decir eso y por supuesto, debido a las circunstancias, eso ya no sucedería.
No pude evitar sentir esa angustia solo pensar todo lo que tuvieron que hacerle para convertirlo en lo que ahora era.
— ¿Antes fuiste un hombre normal?— Ante mi pregunta su ceja hizo un leve movimiento—. Quiero decir, con escleróticas blancas y...
—No.
Un latido se detuvo en mi pecho con la asperidad de su voz. De pronto esa mirada carmín perdió brillo fundiéndose en una terrible oscuridad.
—Las escleroticas a las que tanto temes cuando me miras, mi sangre regenerativa, entre otras habilidades, son parte de mi naturaleza.
Más perpleja no pude quedar. ¿Parte de su naturaleza?
—Fui creado en este lugar. Nací aquí.
Me perdí en mis pensamientos y sin evitarlo giré parte de mi cuerpo mirando la conversación en la computadora. Ellos lo crearon, no, seguramente yo también trabajo aquí, así que era parte de esto.
¿Como pudimos crearlos así?, ¿con qué propósito? ¿Qué tanto daño les hicimos?
¿Por qué razón decidí trabajar aquí?
Una gran duda se abalanzó sobre mi distinta de las otras, ¿qué le sucedería a él cuando los hombres llegaran y lo miraran? ¿Cuando miraran sus ojos y supieran que es otro experimento contaminado?
Lo matarían.
Sí, lo matarían.
— ¿Vas a enseñarme?
Alcé la mirada y un pequeño estremecimiento sacudió todos mis huesos: desde el más grande hasta el más pequeño de ellos. Sus orbes fijos sobre los míos, adquirieron un color más penetrante, más perturbador.
— ¿El qué?
Sus cejas se hundieron con misterio, dejó que sus orbes pasaran por mi cuerpo, de arriba abajo, solo para dar otro paso y romper un poco más nuestra distancia. No me moví, sin embargo, pero no me gustaba que se acercara tanto.
Me ponia nerviosa.
—Las diferencias entre tu cuerpo y el mío —insistió.
Evalúe sus palabras. Si así lo decía, entones habían muchas diferencias entre nosotros, empezando por sus colmillos, terminando por su sangre sanadora y capacidad de ver temperaturas.
— ¿Tienes mucha curiosidad?
—No puedo dejar de verte y notar las muchas diferencias— sostuvo y contemplé lo que pudiera de esos colmillos que resaltaban entre sus labios.
Respiré hondo y tragué con fuerza ese nudo de nervios.
—El pecho— empecé llevando mi mano por encima de mi pecho voluptuoso—. Se desarrolla de este modo solamente en la mujer. A los hombres les sale más vello que a nosotras, sobre todo en el área del rostro y pecho— dije y apunté a su cuerpo—. Los hombres tienen testículos que son los que te cuelgan entre las piernas, nosotras... no. Nosotras desarrollamos más curvas en el cuerpo que ustedes, o una voz más aguda que la suya. Fin.
Ante la última palabra, arqueó la ceja, de nuevo ese extraño calor hormigueo mis mejillas. Me sentí avergonzada y arrepentida de explicarle aquello.
—En vez de estas cosas, deberíamos estar haciendo algo para nuestra supervivencia. Dijiste que podías ver temperaturas, ¿no puedes saber si alguien o algo se aproxima a nosotros?
No lo dije de mala manera, pero era cierto. Y si él podía ver temperaturas, así que podrías usarlo para nuestro bien y seria más sencillo prepararnos en caso de que otra de esas cosas se acercara al area o, acercarnos a la puerta en la que los hombres llegarian.
Esa masculinidad se aseveró chasqueó la lengua y alzó con una inquietante seriedad la mirada sobre mi, su mandíbula se apretó antes de pasarme de largo y rozarme del hombro.
—Revisaré la zona y te mantendré al tanto.
Fue lo único que oi decir detrás de mi en tanto el hormigueo se esparcia sobre cada centímetro de mi piel. Salió del centro y no pude evitar seguirlo con la mirada, se aproximaba a las primeras puertas, a pasos firmes.
Cerró sus parpados y sin detenerse a ver en las ventanillas, movió con severa lentitud su rostro a lo largo de la pared. Estaba revisando, y con cada segundo que pasaba más tensa me sentía, esperaba que no encontrara algo peligroso.
Siguió su recorrido del otro lado, apartándose con esa misma aura misteriosa y frivola. No había ningún solo gesto, no un solo fruncir en su entrecejo, ni siquiera un movimiento titubeante que lo detuviera y lo hiciera volver la cabeza. Su seguridad inquietaba, pero tranquilizaba también, era como si no encontrara nada.
Esperaba que así fuera.
Lo que seguia desconcertandome era saber que podía ver temperaturas atraves de la piedra y el metal, tal como lo hizo conmigo cuanto tenia puesta su mascara de oxígeno.
Su habilidad era tan impresionante como la capacidad de su sangre.
Y es que veía temperatura tal como algunos reptiles, ¿quién diría que podían lograr algo que solo existía en ficción y hacerlo hombre? ¿De qué más era capaz?
Pero saber que la ciencia se incrementó tanto como la maldad del hombre, no solo era impresionante y aterrador, sino triste.
¿A qué tanto lo habrán sometido para crearlo de este modo? ¿Cuántas veces estuvo dentro de esa incubadora? Antes de él y ellos, ¿quienes más existieron?
¿Cómo los trataban? Si para sacarlos del área les ponían máscaras que daban descargas eléctricas, y para meterlos en la incubadora les clavaban una al cuello. No imaginaria qué mas les harían.
¿Habrá sufrido mucho en este lugar?
Solté un largo suspiro cuando sentí el peso de mis preguntas, esas dudas que empezaban a amontonarse como mi curiosidad y temor por él.
Lo matará cuando sepan que esta contaminado. Pero hasta este momento, no mostró ser peligroso todavía...,¿lo dejarian vivir si supieran que no era peligroso?
Aunque, en realidad no había pasado mucho desde que lo liberé, así que no sabía cómo estaría dentro de unas horas. Por favor, cumple tus palabras.
Me senté frente a la computadora tomando el mouse y leyendo los últimos mensajes. Había algo que me tenia un poco confundida con lo que Michelle informó, dijo que no podían comunicarse con los de la planta electrica. El problema era que no entendía qué tenia que ver ellos con esto ni por qué quería comunicarse cuando era mejor pedir ayuda a oficiales, soldados y a la marina. O tal vez ya lo hicieron.
Claro que lo hicieron. Era lo más importante.
Seguramente pidieron ayudas desde el momento en que los experimentos se contaminaron y empezaron a atacar.
No. Quizás la ayuda ya estaba aquí.
Escribí mi pregunta y la envié en seguida. Un bostezo abandonó mis labios y recargué parte de mi rostro en la palma de la mano en tanto esperaba una respuesta que nunca llegó.
Cerré los parpados y no supe en que momento me dejé desvanecer en el sueño.
(...)
Un constante tintineo me removió sobre el escritorio y extendí los parpados.
Al principio la vista se me nubló así que tallé mis ojos y los abrí de nuevo para enfocarme en esa amplia mano aferrándose al escritorio, las gruesas venas que se dibujaban perfectamente desde sus nudillos hasta lo largo de su antebrazos.
Algo quiso acelerarse en mi pecho y subí al instante la mirada solo para que todo mi cuerpo se congelara.
Orbes color sangre, profundos y espeluznantes se mantenía con frialdad sobre mi, me observaban con tanta profundidad que ni siquiera pude respirar. Ni siquiera pude moverme, atrapada en ese rostro viril.
Las terribles sombras que se dibujaban sobre su tersa piel, oscureciendo terriblemente esa depredadora mirada, me entenebrecieron de miedo...
Un jadeo, nada silencioso, escapó de mis labios cuando fue su dedo cálido el que acarició mi labio inferior un par de veces, y lo estiró hacía abajo para observar mis dientes, o lo que se pudiera ver de ellos.
Y se inclinó sobre mi, cubriendome con su enorme sombra, comprimiendome el cuerpo en sensaciones que me dejaron como presa.
—Quiero verlas— escuchar su voz tan cerca de mí y que su aliento humedeciera mi rostro, me estremeció.
Mi cuerpo reaccionó y me aparté del escritorio más rápido que una mosca escapando del mata moscas. Lo mire, aún perturbada y con la respiración acelerada, preguntándome por cuánto tiempo había estado contemplándome de esa forma tan...
Incorporó toda su ancha figura debajo de esa bata blanca que solo cubría hasta la mitad de sus musculosas piernas.
— ¿Ver qué? — Traté de normalizar mi respiración, elevando mucho el rostro para poder ver su endemoniada mirada carmesí.
—Las diferencias— dijo sin siquiera trabarse—. Ya vi lo mío, y lo tuyo, pero ahora quiero ver más de tu cuerpo debajo de tu ro...
—Wou, no—lo paré alzando las manos y al mismo tiempo levantándome de la silla—. No, no, no, no y no. Eso no va a suceder porque en lo unico que debemos pensar es en cómo sobrevivir y cómo saldremos de aquí, ¿entendido?
Su comisura izquierda tembló y pude percibír en un nanosegundo esa torcedura divertida en sus carnosos labios.
—Como ordenes —arrastró sin apartarme la mirada y mucho menos desvanecer ese perfecto hoyuelo que resaltaba.
No sabíamos qué estaba ocurriendo. Estábamos atrapados, estábamos en peligro. Trituró a una de los suyos y mató a otra criatura cuyo corazón casi se comió, y por si fuera poco salieron tentáculos de sus brazos y..., ¿le parecía divertida mi reacción? Las mejillas me ardian y no supe si fue porque me sentía nerviosa bajo su intensa mirada carmín, o furiosa porque a pesar de su broma,se veía tan descaradamente atractivo y no había una parte de mi que lo negara.
Este sujeto estaba loco, y yo también por verlo de ese modo.
Iba a responderle cuando me perturbo algo...
Su mirada se oscureció más de lo inusual. Sus facciones se tensaron, y en un instante y con rotundidad, torció su rostro mirando encima de su hombro.
—Alguien se acerca.
Sus palabras me sorprendieron y no dude en ver la misma dirección que él. Se apartó acercándose a una de las principales puertas, decidí seguirle por detrás con la respiración pesada y la mano buscando las tijeras.
No sabía si sentirme sorprendida o preocupada. Sorprendida porque quizás eran los sobrevivientes del área naranja, asustada porque quizás no.
— ¿Q-quién o qué se acerca? — pregunté, temerosa por la forma en que miraba una de esas puertas.
Su silenció dejó en suspenso todo. Llegó a la séptima puerta, ladeó el rostro con esa tensa severidad y analizó el corredizo, través del gas que se escapaba de los tubos en el techo.
Los segundos se hicieron eternos.
No hubo sonido alguno hasta que... Una figura más oscurecida se dejó apreciar en la profundidad. Apenas era visible. Cada vez se hacía más grande hasta tener la extraña forma de una persona corriendo.
Los colores se fueron aclarando hasta el punto de ver a un hombre con barba y una escopeta aferrada a sus manos, corriendo a nuestra puerta. Esa emoción en mi cuerpo que quiso crecer, se apagó cuando encontré toda esa sangré en la parte de su hombro izquierdo... Le faltaba un gran pedazo de carne en esa zona. desde aquí podía ver el hueso del hombro salido, como si algo se lo hubiese querido arrancar.
Su rostro giró revisando asustado detrás del corredor, como si estuviera cerciorándose de que nada lo persiguiera. Volvió la mirada a nosotros, y abrió la boca, empezó a moverla como si hablara pero su voz fue algo que nunca logré escuchar.
Sin embargo no hacia falta escuchar ni saber leer labios para entender que, por la forma en que movía su brazo sano una y otra vez hacía los lados, pedía que abriéramos la puerta...
Cosa que no sabíamos cómo.
Y entonces respingué. La alarma sonó con escándalo en todo el laboratorio antes de amortiguar su sonido con el fondo de una voz computarizada ya reconocida.
—Alerta múltiple intruso, alerta múltiple intruso. ExNe 27, 24 y 21 aproximándose a la puerta número 7, acceda al sostema para dar acceso o bloqueo.
Las piernas se me debilitaron con solo escuchar todos esos números. Sí, lo estaban persiguiendo y lo peor es que eran tres experimentos. Tres experimentos deformes se aproximaban. El sujeto de ojos azules llegó tan cerca que golpeó el vidrio varias veces manchándolo de sangre, sus labios seguían moviéndose, pero tan solo miraron al hombre a mí derecha, su rostro palideció. No se esperaba a Rojo 09.
Volvió a verme con los ojos sobresaltados, negó con la cabeza y se giró para acomodarse el arma en el brazo sano, apuntando entre todo el gas.
Volví a mirar rápidamente el resto del pasillo, teniendo un gran debate intenso que me desesperaba. Salvarlo o no, pero no se alcanzaba a ver nada más que el humo, ¿teníamos tiempo suficiente antes de que esas cosas llegaran para hallar la manera de abrir la puerta y salvarlo?
No importaba. Sí él era del área naranja o no, teníamos que salvarlo. Era un sobreviviente, alguien más que conocía este lugar mejor que nosotros. Alguien que podía ayudarme a salir de este laboratorio, viva.
—Voy a abrir la puerta—avisé, girando para echarme a correr pero esa mano varonil apretandome la muñeca tiro de mi regresandome a centímetros de él.
—Bloquéala— ordenó, su agarre fue fuerte esta vez en mi brazo.
—Pero él...
—Bloquéala— recalcó con un tono más imponente—. La apertura permitida es para el experimento, ¿lo entiendes? Una vez abierta no se cerrara hasta que él entre.
El sonido amprtiguado de las balas siendo disparadas me volvió la mirada al hombre, una figura tan alta que casi llegaba al techo se acercaba entre las sombra del corredizo... se arrastraba agrandándose más. Una cabeza se alargó con claridad, era de piel pálida, tenía nariz, tenía una boca manchada de sangre, y unos ojos completamente negros en los que no podía encontrar pupilas.
¿Qué era eso? Su cuello era terriblemente largo como el de una serpiente, y se balanceaba a los lados mientras que, cada vez más, se arrastraba cerca del hombre. Visualicé el resto de su cuerpo y jadeé otra vez, estremecida. Solo podía ver una gran parte de lo que parecía ser su estómago desnudo tan ancho y gordo que apenas cabía en el pasillo y parecía a punto de explotar, algunos lados de sus costados se estiraban como si algo dentro de su cuerpo quisiera romper su piel para salir. Y la última cosa. No tenía piernas, o al menos desde mi lugar no podía mirarle las extremidades... Retrocedí, cubriéndome la boca, era obvio lo que sucedería a continuación.
Él no tenía escapatoria, no había a donde correr, estaba acorralado.
—Lo matará — murmuré atormentada por esa cosa que cada vez más se acercaba.
—Él ya está muerto— Su voz me entenebreció.
—Alerta múltiple intruso, alerta múltiple intruso. ExNe 27, 24 y 21 aproximándose a la puerta número 7, acceda al sostema para dar acceso o bloqueo.
Vi como el hombre se persignaba y llevaba la boca del arma por debajo de su mandíbula, pero ni siquiera pudo jalar el gatillo cuando aquella cabeza, al agrandar su boca y mostrar todos esos colmillos idénticos al noveno, se estiró velozmente y encajó sus colmillos alrededor del rostro del hombre. El cuerpo de hombre se golpeó contra la puerta, y sus manos se lanzaron al rostro de esa bestia, luchando a últimas.
Grité, claro que lo hice y quedé ensordecida por el sonido, en shock, petrificada en mi lugar cuando le arrancó en un tirón gran parte de la cara, dejando solo el resto de los huesos del rostro y el cuero cabelludo. La sangré salió disparada hacía la ventanilla, quedando solo algunas partes visibles para dejar ver como se tragaba el rostro del hombre y como en tan solo segundos, golpeaba la ventanilla de nuestra puerta con su cabeza.
Se lo tragó... No supe en que instante dejé de respirar, pero estaba segura que iba a desmayarme. No pensaba en nada más que en eso, que en esa atrocidad devorandolo. ¿Qué clase de virus soltaron para que sucediera eso?
Algo me apartó de la puerta haciéndome tambalear, reaccionar, volver a la aterradora realidad en la que la pared comenzó a agrietarse por la fuerza insistente de los golpes.
Fue tarde cuenta me di cuenta de que Rojo 09 ya no estaba junto a mi, volteé encontrándolo aproximándose al centro de las incubadoras. Le perseguí, acelerando más los pasos cuando recordé que debiamos bloquear la puerta.
Fue cuestión de segundos para verlo a él inclinarse sobre el computador, tomar el mouse y hacer el trabajo en un instante.
—Bloqueo activado—su voz computarizada seguida de ese sonido metálico, me tranquilizo, pero no lo suficiente.
No, porque esa puerta se abriría en 24 horas y además, la numero 13 también lo haría pronto. Y nadie sabía si otros monstruos aparecerían en las siguientes puertas, monstruos peores que esos.
Era horrible.
Una perturbadora vibración apenas retumbando en alguna parte, me volteó con fuerza a la puerta que fue bloqueado, y aunque la pared había dejado de cuartearse, los golpes seguian escuchándose al otro lado, lejos, pero se sentian en esta dirección.
Esa cosa seguía golpeando, ¿es que no lo detenían las descargas? Con el corazón en la boca, revise la enorme pantalla sobre mi, la imagen de la cámara en ese pasillo estaba oscura, no había imagen, no servia.
—No se detiene...
—Lo hará — su asperidad ni siquiera me tranquilizo y apreté las tijeras al estomago donde esa pesadez crecía tanto como mi miedo.
De repente se detuvo, las vibraciones secaron, los estruendos ya no se escuchaban.
Me desinflé con demasiada fuerza, sintiendo ese leve temblor esparciendose en mis piernas.
—Ya paso Pym, ya paso—me repetí.
De pronto sintiendo una opresión en el pecho que me derramó las lagrimas. Mamá era quien me decía esa misma frase cada vez que algo malo sucedía, era el modo en que me consolaba.
Debían estar buscándome ahora mismo. Debían estar desesperados por mi desaparición. También lo estaba, por eso tenia que hallar el modo de volver con ellos.
Limpié las lagrimas sobre mis mejillas volviendo al recuerdo de como esa monstruosidad le arrancó el rostro al hombre. ¿Y si él era del área naranja y eso significaba que el resto también murió? Entonces no habría salida, nadie vendría por nosotros, no saldríamos nunca de este maldito lugar.
Giré de golpe sobre mis talones sin siquiera esperar hallarme frente a frente con él. Estuve a punto de respingar, pero tan solo vi su rostro, negué aterrándome más. Reconocí esa mirada sombría fija sobre mí, tan misteriosa, escalofriante y tensa, como si estuviera advirtiéndome de algo.
Sí.
Algo peor estaba a punto de llegar.
Y eso no tardó en avisarnos.
—Alerta intruso, alerta intruso. ExNe 29 en la puerta número 16, ExVe 34 y 33 en la número 21. Acceda a sistema para solicitar acceso o bloqueo.
(...)
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