12. ¿Le gusta o no le gusta?

¿LE GUSTA O NO LE GUSTA?
*.*.*


Tercer recuerdo de Pym

Frente a mí, el hombre de aspecto joven, extendió su mano morena y tomó la cortina blanca para abrirla e invitarme a pasar al cuarto de la sala 9. Y tan solo me adentré, y él lo hizo detrás de mí, mis ojos quedaron clavados en una delgada y alta figura femenina que de alzó rápidamente de la cama individual.

Entré en trance.

—Pym, ella es blanco 09— presentó Ahiren, el examinador del experimento delante de mí.

No había una sola palabra que pudiera explicar cómo estaba sintiéndome en ese momento. Pero mi corazón latía tan desbocadamente asustado y ansioso que parecía a punto de agujerearme el pecho con la necesidad de escapar de la realidad.

Jamás pensé sentirme tan aplastada, comprimida y atrapada entre dos espadas tan filosas que un solo roce producía un profundo corte en mi piel. No sabía cómo tomar la situación, como reaccionar. Lo que si estaba claro era que yo no quería esto...

Yo no quería llevarle la pareja a rojo 09.

Ese experimento femenino que ahora mismo se encontraba frente a mí, de piel blanca y cabellera negra tan perfectamente cortado hasta sus hombros perlados que se alcanzaban a ver a causa de que las mangas se le habían resbalado de su brazo, dándole un toque más sensual a su hermosura.

Porque ella era hermosa.

Se reconstruyó un nudo en la garganta cuando reparé en su perfecto rostro sin una pisca de pecas o manchas, por segunda vez. Observé esa mirada grisácea tan trasparente y cristalina que uno podría quedar embelesado y sin darse cuenta. Repasé en sus carnosos labios de un tamaño delgado y marcado, de comisuras suaves y color rosado. Suaves... Seguramente eran suaves.

Más suaves que los míos.

A rojo 09 le gustaría, eso era seguro, porque no solo parecía hermosa e inocente a primera vista, menos por su cuerpo de curvas delicadas y un buen busto de por medio, un tamaño que incluso sobrepasaba el mío. No, también su forma de pensar o actuar, su examinador, quien fue el que me trajo hasta ella, me dijo que era muy buena en las conversaciones, le gustaba inventar historias y contárselas a él. A rojo 09 también le encantan las historias, escucharlas sobre todo...

Tenían algo en común después de todo.

¿Y por qué eso me producía un mal sabor de boca? Un retorcijón en el estómago y un vuelco espantoso en el pecho que hundía mi ceño solo pensar que ellos se llevarían bien, que a él le gustaría ella como pareja, y que él le susurraría en el oído cuanto quería besarla y abrazarla, tal como lo hizo conmigo alguna vez: cuando me consoló por la muerte de mi pequeño experimento.

Odiaba esos sentimientos.

No me agradaban todas esas sensaciones que por mucho tiempo traté de ignorar y detener y aun en este momento en el que solo faltaban dos días para que rojo 09 fuera incubado por última vez, no lograba eliminarlos. Saber que se iría al bunker, haría su vida al lado de otra mujer y que no volvería a verlo, hizo despertar todos esos sentimientos que traté de ignorar, maquillarlos como causa de las feromonas de rojo 09.

Al principio creí que era eso, que por ser tan escalofriantemente atractivo con su imponente figura y esa mirada depredador estaba atraía por él, sintiéndome tan expuesta y necesitada de un toque, de un beso, de algo más que caricias. Daesy me dijo que las feromonas te embelesaban, te hacían sentir de esa manera tan necesitada y excitada hasta hacerte caer, y por ese momento estaba tan asustada que no sabía cómo actuar con él. Pero con el paso de los meses me di cuenta de que era algo más que carnal lo que sentía por él, lo descubrí una vez cuando después de jugar un buen rato, él quiso leerme una de las historietas que le traje de mi habitación. La forma en que leía con una profundidad que les daba vida a los personajes de la historia, fue lo que me dejó embelesada, no pude dejar de escuchar su voz e imaginar que esa historia y los personajes de los que él hablaba, éramos nosotros.

Entonces lo supe cuando una pregunta llegó a mí, una que tuvo tanto significado que supe que no eran sus feromonas las que hacían efecto solamente en mí. Sino él y lo que era él. ¿Podemos tener juntos una vida? Mi mente se había hecho la fantasía de un nosotros, pero con el paso del tiempo en que aun seguí tratando de esconder esos sentimientos, descubrí que esa pregunta tenía una respuesta tan cruel e insensible que cuando llegaba cada noche a mi habitación las lágrimas brotaba de mis ojos, mojando y quemando la piel de mis mejillas.

Al final él se iría al bunker con su pareja y a mí me pondrían a cuidar de otro infante, y posiblemente nunca lo volvería a ver. Así era como terminaba, pero al menos el bunker era una mejor opción, hasta donde sabía por Daesy, en los bunkers ya no experimentaban con los experimentos, le daban una habitación amueblada, ropa y comida, los dejaban salir de sus cuartos y conocer a otros. Aunque me pregunté cuál era el objetivo de todo eso o la razón de por qué crearon a los experimentos, la idea de que les dieran un poco más de libertad no me molestó.

El mayor deseo de rojo 09 era terminar su última maduración para liberarse de su examinadora y de todo lo que ella le hacía... él quería ir al bunker, así que mi trabajo era cumplir su deseo. Al menos, eso era lo único bueno que podía hacer por él, eso y el tener que elegir una pareja asegurándome de que fuera conforme a sus gustos.

Por otro lado, Jazme —la examinadora a la que contrataron para liberarlo y la cual nunca lo liberó porque 09 se negó— me dijo hace tres días que a él le parecía hermosa su pareja, y que él dijo que ya quería intimar con ella. Apretarse contra su cuerpo y besarla... Básicamente cumplí ese objetivo desde mucho antes de que se conocieran.

Y seguramente, al mirar su foto de perfil, él habría olvidado el momento en que mencionó lo mucho que quería besarme... Sacudí mi cabeza, si seguía pensando en esas cosas terminaría estancada otra vez en lo mismo, y no podía permitirme cumplir lo que seguramente era un capricho mío para arruinar el deseo de rojo 09 de ir al bunker con su par

Debía aceptar el hecho de que no podía hacer nada, era imposible. Solo habría sufrimiento.

— ¿Hay algún problema, Pym?

Un escalofrío sacudió los huesos bajo mi piel cuando reaccioné a la masculina voz de Ahiren, dándome cuenta de que había estado mirándola en silencio por mucho tiempo sin decir nada. Carraspeé, sintiéndome repentinamente nerviosa, tonta al estar pérdida en mis pensamientos.

—No, ninguno, es que ella es muy hermosa—mencioné en un ápice nervioso.

Y a pesar de que, si había un problema, fui sincera al llamarla hermosa. Miré como el experimento femenino estiraba sus comisuras en una leve sonrisa frente a mí, una sonrisa provocada por mis palabras que me desgarró el pecho.

Sí le sonreía de esa forma a rojo 09, él estaría encantado...

— Ho-hola blanco 09—la nombré a voz temblorosa, y pata acabar con mis nervios, ella tenía la misma clasificación que rojo 09—. Soy la examinadora de tu pareja, rojo 09. Soy quien te llevara hoy a su...

Una clase de nudo interfirió con la salida de mi voz, y fue como si por ese instante estuviera a punto de arrancármela para siempre. Tragué tratando de recuperarla mientras esa mirada grisácea se contraía a causa de mi repentina pausa.

No ahora Pym. No arruines esto. Rogué a todo mi interior, aclarando otra vez la garganta, no quise mirar en ese instante a su examinador que seguramente estaba observándome con fundidamente. Así que sonreír lo más sincero que pude, aunque para ser franca, no me salió del todo bien.

—Yo te voy a llevar a su cuarto, para que tengan su primera no-noche, ¿ya estás lista? — terminé preguntando, ella estaba a punto de responder, abriendo sus labios rosados, cuando alguien más respondió por ella:

—Lo está —habló Ahiren, dando unos pasos para acercarse a la mesa junto al cuerpo del experimento, y tomar una pequeña mochila gorda—. Le preparé un cambio para cuando se junten.

Miré nuevamente la mochila que pronto me extendió.

—Hay batas extras en el cuarto de rojo 09—informe, sin tomarla, viendo la morada zafiro del examinador—. Una de ellas podría quedarle.

—Vi su perfil, y la talla de mi pareja es diferente a la mía— su voz, escuchándola por primera vez hizo que mi mirara cayera al suelo. Si voz era muy dulce, y por el tono era seguro que ella podría cantar una canción entonada a rojo, 09—. Soy muy delgada, hasta mi propia ropa me queda grande.

Se miró sus hombros desnudos a los que pronto levantó la manga para cubrírselos, y entendí que era cierto, la mayoría de las batas para los experimentos eran tallas más grandes debido a que la mayoría nacía con los hombros anchos, pero ella tenía una anchura de hombros pequeña. Un poco más y esa bata que llevaba puesta terminaría resbalando de todo su cuerpo.

—Cierto, un cambio te vendría bien-fue lo único que pude decir en tanto tomaba el asa de la mochila entre las manos del examinador para colgármela—. ¿Vas a llevar otra cosa? — le pregunté.

Ella asintió sin disminuir un poco su sonrisa, giró sobre sus talones y se devolvió a la cama de la que tomó su almohada y el cobertor doblado. Verla abrazar ambas cosas contra su pecho, me desinfló el tórax.

—Seria todo—repuso sonriente, tan sonriente que me costaba creer que ser emparejada con un completo extraño y pasar toda una noche para intimar, no le gustaba. Que era todo lo contrario y si le gustaba...

Mordí mi labio, en ese instante recordé también lo que Ahiren, su examinador, me dijo antes de traerme al cuarto de ella. Dijo que ella estaba emocionada por irse al bunker con su pareja, y aunque sabía que cualquier experimento estaría feliz de que su día para hacer algo parecido a una vida, estaba muy cerca estaría igual de emocionado. Sin embargo, él agregó que a ella le atraía mi experimento, se había preparado últimamente para la noche en que intimaría con rojo 09.

No quise imaginar de qué manera estaría preparando para eso, pero al final estaba claro que le atraía rojo 09, y una vez que lo conociera, le gustaría. ¿A quién no? Él era sensación,

—Ya es hora de que te la lleves— me recordó Ahiren, y a modo de invitación me hizo una debilidad señal. Dejando que sus piernas se encaminaran a la cortina para alzarla.

Noté lo mucho que le urgía que nos fuéramos, que me llevara a su experimento. Por otro lado, para ser franca yo si quería tardarme en llevarla al cuarto de rojo 09.

—Bien— musité antes de sonreír apenas y encaminarme al umbral, ella pronto me siguió, acomodándose a mi lado. A diferencia de Ahiren, él solo se quedó al pie del cuarto, siguiéndonos con la mirada.

Y a pasos lentos, como si tuviera todo el tiempo del mundo, nos dirigimos a la recepción donde tuve que firmar el permiso de nuestra salida, y que había recogido a la pareja de mi experimento. Después de eso, el resto del camino, traté hacerlo mucho más lento, saliendo hacia el corto pasillo que ella pronto recorrió sin ninguna pisca de emoción. Algo que me desconcertó, ya que salir de las salas era algo que no se les permita a los experimentos.

— ¿Ya te habían sacado? —pregunté al ver que incluso, una vez llegado a los pequeños escalones de bajada a la plaza, ella solo dio una mirada sonriente al rededor, y nada más.

—Quince veces— respondió, para mi sorpresa—. Mis duchas estaban en reparación y nos transfirieron a las duchas de nuestros vecinos, pero también mi examinador me paseaba en la plaza por mi buen comportamiento.

Ceñuda observe su perfil suave y perfecto. Nunca había escuchado que un examinador tuviera el permiso de hacer eso, yo quise hacerlo, y no me lo permitieron con rojo 09. Ahiren debía tener amistades en el área de la dirección para que pudiera tener el permiso de sacar a su experimento quince veces de su sala. Pero que la sacara a la plaza me hacía pensar que fue un buen bien examinador, no como el resto que nomás hacían su trabajo para ganar dinero, sin importarles sus experimentos.

— ¿Sacó a 09 rojo a la plaza? — su pregunta me retorció los intestinos, me hizo bajar el rostro y clavarlo en el césped que comenzábamos a pisar.

—Pedí muchas veces ese permiso, pero jamás me lo aceptaban— fue mi respuesta con desilusión.

— ¿Entonces que hizo para mantenerlo ocupado?

—Jugamos mucho— mencioné al final, dándole una corta mirada para saber que ella estaba observándome con ilusión —. Dibujamos, pintamos, contamos historias y jugamos a un montón de juegos.

— ¿09 rojo se divirtió mucho? — tuvo curiosidad, apenas asentí como respuesta—. Mi examinador me daba más cuentos que juegos, y me dejaba pintar y dibujar también. Me encantaría jugar con él.

Apreté mis labios sin saber cómo reaccionar. Repentinamente sintiéndome incómoda.

—¿No tienes la tensión acumulada? — se me ocurrió preguntar a causa del silencio, sintiéndome tonta al recordar que a los del área blanca no se les acumulaba la tensión tanto como a los del área verde.

Lo que sabía de ellos era que, si permanecían sin movimiento más de un mes, si se les acumulaba, aunque apenas sentían los síntomas.

—A mí no se me acumula, siempre estoy en movimiento— explicó ella alistándose su bata desde el estómago—, pero una examinadora me dijo que cuando se acumula la tensión un mínimo en nuestro cuerpo, intimar es mucho más placentero—agregó, y no supe que gesto llevaba en mi rostro, pero no esperaba eso como una respuesta.

Una respuesta que produjo el sabor amargo perforando cada centímetro de mi esófago conforme escalaba hasta mi garganta. Era un asqueroso sabor. No quise preguntar qué examinadora le había hecho, porque ayer, después de que saliera por la comida de rojo 09, me llegó un mensaje de Jazme, informando que su trabajo había terminado y que dejara que la tensión se le acumulará, ya que, con la atracción hacia su pareja, el sexo sería mucho más placentero.

Se me revolvió el estómago, arrepentida de haber hecho esa pregunta cuya respuesta se sentía como una estaca en mi pecho.

— ¿La dejaste acumular entonces?

—No, pero ella me dijo que él si la dejó acumular para mí— hizo saber, y todos los ánimos decayeron con esas palabras, llevándose hasta mis fuerzas.

(...)

Aunque hice lo posible por hacer tiempo, llegamos más rápido de lo que no quise. Mis piernas se detuvieron temblorosas frente a esa cortina. Sentí un gran vuelco en el estómago cuando moví uno de mis brazos con mucha duda para tomar la cortina. Los dedos de mi mano temblaban mucho cuando rozaron con la tela suave y espesa, estaban tan duros que sentía que se me romperían.

Miré detrás de mí una vez que tomé la cortina que llevaba al cuarto de rojo 09. Esos orbes griseas estaban atentos a mí, y por la manera en que se tomaba de las manos podía ver lo mucho que estaba nerviosa.

—Espera aquí— pedí con amabilidad, pero muy dentro de mí, mi ser era un desastre. No espere su respuesta y me apresuré a adentrarme sin ella, solo para sentir ese shock golpearme el cuerpo de escalofríos cuando lo primero que vi, fue su pecho a centímetros de mi rostro.

Subí mucho el rostro como una diminuta reacción de mi cuerpo antes de endurecerme, esa depredadora mirada tan intensa como penetrante estaba sobre mí, observándome atentamente.

—Pensé que no vendrías hoy— sus carnosos labios se movieron con delicadeza, entonando una voz grave que crepitó con nerviosismo mi ser. Sentí su aliento cálido abrazar mi rostro con tanta suavidad que casi quedé embelesada—. ¿Dormiste? —me preguntó, noté la forma en que sus orbes se movían reparando en mi rostro con delicadeza y preocupación—. Te vez mejor.

Eso me hizo sonreír con sinceridad. Olvidarme de lo que se hallaba del otro lado de la cortina. En realidad, solo dormí unas pocas horas y fue porque mi cuerpo ya no podía soportar seguir despierto, pensando en él y en lo que haría este día con su pareja.

—Tú aun tienes ojeras— comenté al darme cuenta del tono oscurecido de la piel bajo sus hermosos orbes —. ¿Descansaste?

Ladeó su rostro, hubo un brillo de curiosidad en sus orbes tan tierno y enigmático que no pude dejar de verlos.

—Sí, también lo hice, tuve un buen sueño hoy —compartió, sin dejar de observarme, o al menos por unos segundos ya que subió su rostro clavando la mirada en la cortina—. ¿Quién es ella?

Y aunque me pregunté a quién se refería, recordé al experimento que esperaba por entrar. Todo ese maravilloso momento que se estaba construyendo a nuestra alma rededor, se desmoronó. No sonrisa también lo hizo al igual que mi mirada cayendo al suelo.

—Tú pareja— murmuré, no importaba en que tono lo pronunciara, él lo entendería.

Los nervios se balancearon sobre todo mi cuerpo cuando al darle una corta mirada, sus cejas terminaron hundidas sobre sus ojos, era un gesto confuso y asombrado.

— ¿Mi pareja? — repitió con el mismo gesto.

—Me pidieron esta mañana recogerla—tan solo lo dije, ese gesto se desvaneció, su rostro se construyó en una severidad que me brindo temor—, por eso no llegué temprano aquí, tenía que traerla para que la conocieras.

— ¿Por qué? —escupió en un tono frio. No entendí su pregunta, mejor dicho, no quise entenderla—. Yo nunca te dije que quiero conocerla.

Se me oprimió el pecho, en tanto mi corazón se alborotaba a la inesperada seriedad de su grave voz. ¿Por qué no quería conocerla? fue lo primero que golpeó mi mente.

—Llévatela... —no fue una petición, se había escuchado más como una orden.

—N-no puedo— tartamudeé, tratando de soportar esa morada disgustada que me confundida, ¿por qué quería regresarla si le dijo a Jazme que sí quería imitar con ella? —, se quedará todo este día contigo.

—Yo no quiero eso— espetó, y sin esperarlo, una de sus manos se había aferrado al instante en mi brazo—. Llévatela, Pym, no la necesito.

Mi ceño se frunció todavía más confundida, pronunciando en mi cabeza su voz una y otra vez. Se estaba contradiciendo, él se contradecía con lo que dijo tres días atrás a la examinadora Jazme...

—Pero días atrás le dijiste a Jazme que querías imitar con ella —recordé sin poder evitar el shock en mi rostro, buscando una explicación en sus orbes que con mis palabras se contrajeron un poco—. Pensé que te pondrías feliz teniendo lo que podrías llamar tu primera cita con tu pa...

—Cuando dije eso no me refería a ella, Pym—su interrupción y aclaración estremeció hasta el más pequeño de mis músculos. Todo a nuestro alrededor quedó en silencio, solo nuestras miradas conectadas una con la otra, sin pestañeos, sin nada más que una observación en tanto mi cabeza lo procesaba, llenándose de preguntas.

¿A quién se refería? ¿Con quién quería intimar entonces sino era con blanco 09? Algo hizo click en mí deteniendo hasta mi pulso, una llama de intensidad quiso volver a estremecerme, pero me negué, me negué rotundamente a lo que eso significaba, me negué antes de que mi corazón revoloteara aceleradamente y los nervios descontrolaran mi cuerpo.

No podía. No podía suceder. Era imposible.

—Ella es muy linda—la voz me salió a punto de rasgarse, sentía que me faltaba el aliento así que respiré antes de continuar, esta vez sin poder mirarle a los ojos—. Te va a gustar blanco 09—dije, sacudiendo mi brazo para que él rompiera su agarre sobre mí, algo que sucedió en un solo movimiento—, ambos tienen cosas en comunes así que harás una muy buena vida con ella en el bunker.

Porque una vida conmigo no podía hacer...

Me golpeé mentalmente al sentir tambalearse esas barreras que había levantado para no herirme con la situación, pero otra vez, estaban a punto de colapsar. Me giré, evadiendo su mirada, evadiendo lo que fuera que él quisiera decirme, no quería escucharlo al sentirme tan frágil en estos momentos. Sí lo hacía, esas malditas lágrimas resbalarían de mis ojos. Así que hui, me apresuré a tomar la cortina con los brazos temblorosos, levantarla ante esa mirada grisácea que se había puesto sobre mí enseguida, llevando aun una sonrisa en sus labios.

—Pasa—le invité y ella ni siquiera dudó un segundo en hacerlo, con entusiasmo y emoción ni siquiera dudó en llevar su mirada y recorrerle el cuerpo al hombre detrás de mí... Al hombre cuya mirada había dejado de observarme con severidad, para observarla a ella.

Temblorosa, sintiendo el hielo hasta en la misma sangre, solté la cortina y volví mi cuerpo hacía Rojo una vez que ella se acomodó junto a mí, tomándose de sus pequeñas manos y alzando un poco más esa sonrisa rosada en sus labios ante él. Los retorcijones en mi interior aumentaron, cientos de voces comenzaron a insultarme en mi cabeza, había culpa, pero había temor.

—09, Ella es blanco 09, tu pareja—lo último casi terminaba susurrándolo al levantar la mirada y mirar esos obres rojos que no me correspondían, se mantenían atentos a la pelinegra. Reparando en su bonito rostro para darse cuenta de lo mucho que se parecía a la Blancanieves de la historia que le conté hace un día—. Pasaran todo este día, juntos— dije, sin dejar de mirar como amos se contemplaban, como rojo 09 dejaba que su mirada penetrante dibujaba cada facción de ella e incluso esos labios sonriendo de maravilla.

Una acción que empuñaba mi corazón.

—Ya quería conocerte—su saludo de voz tan sincera me detuvo la respiración, intentó escarbar en mi oprimido pecho al ver la comisura oscura del labio izquierdo de rojo 09, estirarse—. Mi examinador me llama Luxy, así que me gustaría que tú me llamaras así también.

Eso sí no lo esperé, me había sorprendido tanto que comencé a pestañear ¿Luxy? ¿Le habían puesto nombre a ella? Miré a rojo 09, y ese extraño estirón en sus labios que no sabía si era el inicio de una sonrisa o una mueca, pero al final él no dejaba de mirarla.

—Luxy—su ronca voz, la nombró, y tan solo saber cómo se escuchaba ese nombre en sus labios me oprimió el pecho bruscamente fuerte—. No se escucha mal.

Esto estaba torturándome, pero solo tenía que respirar, ¿verdad? Respirar y reaccionar, luego esas sensaciones heladas y revoltosas desaparecerían. Sí, se irían.

— ¡B-bien! —exclamé, dejando que mis piernas se movieran a toda prisa para pasarlos de lado, aproximándome a la mesa y descolgar la mochila—. A-ambos han de tener hambre así que dejaré esto en la mesa e iré por sus desayunos, luego podremos jugar los tres juntos, ¿les parece?

Giré al terminar de hablar, encontrando que ambos se habían volteado a verme, haciendo un incómodo y estrangulador silencios que me mantuvo desesperada por escapar de esos orbes que nuevamente estaban en mí. Pero tan rápido como nuestras miradas se conectaron, él fue el primero en romper todo contacto para devolver la mirada a la mujer junto a él que asentía y apenas respondía en una tonada dulce de voz.

—Solo trae el desayuno a mi pareja, no tengo hambre—recalcó él. Noté rápidamente el endurecimiento en sus cejas, como mantenía un poco el fruncir de su frente y sus labios levemente estirados en una mueca fría—. Pero tengo una duda...

— ¿Cu-cuál es? —cuestioné, pestañeado confundida.

—Este día es para que nosotros dos nos conozcamos, Pym — la pausa que dejó, congestionó mi respiración, la acalambró y congeló con su continuación: —. ¿Por qué tienes que estar presente? Arruinarías nuestro día.

Hasta el más pequeños de mis nervios terminó congelado, todo mi cuerpo inmóvil vaciándose como primera reacción del golpe de sus palabras. Una vació tan siniestro y helado, que por primera vez me sentí muerta, sin embargo, ese vacío no duró de demasiado cuando los nervios volvieron con mucha más fuerza al sentir ardes mis ojos. Me sentí repentinamente asustada, ansiosa de correr muy lejos al saber que algo dentro de mí, pronto iba a explotar.

—Oh...—fue lo primero que pude soltar, respirando con demasiada rapidez, pero ni siquiera sentía que el oxígeno estaba ayudándome—. Tienes razón, les arruinaría su momento—Sonreí a duras penas cuando mi expresión demostraba lo mucho que eso me había lastimado. Eso era algo que no quería mostrar, no podían verme en este estado—. Entonces iré por sus desayunos, y me iré.

—Me parece bien—Mi mentón tembló nuevamente con la frialdad de sus palabras, me di cuenta de lo molesto que él estaba, y también de lo idiota que estaba siendo yo en estos momentos al no querer darme cuenta de por qué.

Aunque muy dentro de mí ya lo sabía.

—Me iré—solté, repentinamente sintiendo mi rostro arder, repentinamente siendo observada por la mirada de blanco 09, confundida seguramente por la forma en que nos comportábamos.

(...)

Sequé mis lágrimas rápidamente antes de levantar la charola de la mesa frente al bufet del comedor, respiré lo más hondo que pude, y exhalé con fuerza sintiendo ese dolor aun en la superficie de mi garganta, era el nudo que rojo 09 había construido a parte del nudo creciente en la boca de mi estómago.

Traté de no pensar más en lo que varios minutos atrás había ocurrido, manteniendo mi mente vacía de todo pensamiento, repitiéndome una y otra vez que esto terminaría pronto, que solo debía entregar los desayunos y regresar a mi habitación con Adam. Ellos se emparejarían y él le haría el... él le haría el...

Él le haría el amor a ella...

Mordí mi lengua con rotunda fuerza y aceleré mis pasos, recorriendo todo el resto del comedor, pasando las mesas rectangulares y redondeadas, siendo ignorada por todos los presentes que se acomodaban en las sillas y disfrutaban de sus desayunos. Al menos, ellos disfrutaban lo que yo ya no podría disfrutar.

Salí de las amplías puertas que pronto cubrieron de mi vista el resto del comedor, acallando incluso todas las conversaciones que se creaban en su interior. Pero tan solo di unos pasos sobre el pasillo blanco frente a mí, una mano aferrándose a mi hombro por detrás me detuvo enseguida. Me giró en un segundo jalón solo para darme cuenta de quién se trataba.

Era Daesy, la examinadora y cuidadosa del área de maduración, o el área de infantes. Ella era la chica con la que más hablaba en el laboratorio, y cuando me la encontraba, la mayor parte de tiempo lo hacía en el comedor, muy pocas veces era en el área de trabajo.

— ¿Estas bien? —la voz de Daesy apenas entró por mis oídos. Se lamió sus labios pintados de purpuras y se acomodó un par de mechones negros detrás de su oído —. Pym, llevo gritándote un buen tiempo y me ignoraste.

—Perdón, no te escuché, estaba pensando en unas cosas y ya sabes...—respondí apenas, dándole una rápida mirada a su aspecto. Ella no parecía muy convencida de mi respuesta por la forma en que sus orbes me observaban, sospechando de mí.

— ¿Estabas llorando? —me preguntó, la sorpresa me hizo pestañear, me hizo querer golpearme físicamente

—No he dormido muy bien—mentí—. Apenas dormito, pero me siento fatigada por todo el trabajo que me han dado.

Ella asintió con sus labios apretados, la verdad es que eso también era cierto, así que no le había mentido a la única chica que al parecer se preocupaba por mí en el laboratorio.

—Supongo que los desayunos son para tu experimento y para ti—comentó observando los dos platillos de porcelana de hot cakes con huevo tierno y varios trozos de tocino. Y yo asentí, esa sí era una mentira, era para rojo 09 y para su pareja. A pesar de que él no quería desayunar, no podría dejarlo sin comer—. Ronny y yo estamos desayunando, y justamente estábamos hablando de los incubados y los experimentos adultos que entraran al bunker dentro de la próxima semana, él tuyo lo hará una vez finalizado su maduración, ¿cierto?

El nudo en mi garganta creció, no quería hablar de eso. Al menos no este día, no tenía ánimos de hacerlo.

—Perdón, pero tengo que volver ya, hablamos después, ¿te parece? —inquirí. Forzando una falsa sonrisa que ella no pareció creerse. Y no esperé una respuesta de su parte para despedirme: —. Hasta luego, Daesy.

Le di la espalda, alejándome con cada paso más y más de la entrada del comedor. Estaba segura que Daesy me preguntaría más tardé si en verdad estaba bien, ella era fácil para saber que algo no andaba bien entre las personas, pues había estudiado psicología. Nuevamente vacié mis pensamientos y me concentré en volver a la sala de entrenamiento, lo cual en cuestión de minutos llegué, teniendo como único panorama, la cortina del cuarto de rojo 09... ahora, el cuarto de blanco 09, también.

Volví a respirar, llenar mis pulmones del oxígeno, mi mente de inmediato comenzó a contar los posibles pasos que faltaban para llegar a ese umbral. Y cuando lo hice, me tomé varios segundos para actuar, respirando hasta saciarme, ocultándome mientras detrás de una máscara con forma de una apretada sonrisa en mis labios, y cuando estuve segura de que esa sonrisa no se desvanecería, acomodé la charola en un solo brazo para poder tomar con el otro la cortina y alzarla.

Solo entonces cuando pasé debajo de ella y mis dedos la soltaron, supe que me había equivocado. La sonrisa desfalleció de mi rostro, así como todo lo que reconstruir para sentir que ninguna otra cosa que sucediera me lastimaría.

Pues en eso también me equivoqué.

Ni siquiera pude durar un segundo mirando la escena, o como el cuerpo de rojo 09 que se mantenía sentado sobre su colchón, con sus piernas abiertas, permitía que el cuerpo de ella se acomodara entre ellas, muy, pero muy cerca de él... O como esa sonrisa se dibujaba en los labios rosados de ella, mientras ese brazo masculino se mantenía alzado, con los dedos de su mano acariciando un mechón de cabello que acomodaba detrás de esa blanca oreja.

Y para empeorar mi estado, su otra mano se mantenía anclada en la cadera de ella, presionando con sus dedos esa parte como si se aferrara.

La atracción entre ambos estaba comenzando... y yo estaba de tercio, impidiendo mi trabajo.

Bajé la mirada en dirección a una de las sillas cuando tan solo vi que ese rostro se torció y me atisbó con seriedad. Pronto dejé que mis piernas sin fuerza se movieran para inclinarme y dejar la charola repleta de comida en la mesa.

—09, a ti también te traje el desayuno, aunque posiblemente no lo comas—informé al incorporarme, pasando de mirar a la mujer, a mirarle a él con una reforzada y diminuta sonrisa que apenas alcé en mis labios—. Será mejor que coman de una vez antes de que se les enfrié.

Ella se apartó, alejándose de las piernas de Rojo con la misma sonrisa en sus labios mientras se me acercaba con la mirada echada a los platillos en la mesa

—Me encantan los hot cakes, muchas gracias.

Le retiré la mirada sin poder soportarlo, pasando a recoger la única bolsa que dejé junto a la mochila de ella, para colgármela en uno de mis hombros, tantas ganas de llorar, y todo ese dolor tragándomelo, empezaba a pesarme.

—Volveré dentro de cinco horas para traerles su comida—avisé, apresurándome a llegar al umbral y levantar la cortina por tercera vez—. Y cinco horas después les traeré su cena, de ahí en adelante ustedes estarán solos...—tragué forzadamente, esta vez obligándome a ver a rojo 09, como él me había seguido con la mirada hasta el umbral, una mirada que no quise estudiar—. Estarán solos para que lo que hagan lo que tengan que hacer. 

LOS AMO MUCHISISMO <3

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