Capítulo 8 | Muévete o Muere (Parte 2)

-:-- pm ~ LUN 16/11/2037 ~ En Algún Lugar.

El puente había comenzado a derrumbarse. Corrí hacia adelante rápidamente, tratando de recorrer los últimos metros del trayecto antes de que el puente se desprendiese por completo, pero era algo imposible, definitivamente no iba a lograrlo.

«¿Este será mi fin?»

El puente comenzó a caer, como pude me aferré a una de las tablas de madera, por un instante, todo pareció transcurrir con lentitud, en cámara lenta. El puente chocó con el muro, yo me llevé una leve contusión en la cabeza. El carcaj de deslizó desde mi hombro hacia el brazo, ocasionando que dos flechas cayesen al vacío. Como pude, acomodé el carcaj y escalé el puente, que había quedado reducido a unas escaleras de mano. Una de las tablas de madera se rompió, ocasionado que casi me cayese al vacío por segunda vez. Con dificultad, pude llegar a la cima, en donde exhalé una gran bocanada de aire luego de tirarme en el suelo a descansar un poco, mi vista aún estaba ligeramente nublada por el golpe que había recibido en la cabeza.

«Eso estuvo cerca»

Me incorporé mientras pasaba una mano por mi frente, limpiándome el sudor y la sangre que había emanado de mi reciente herida. Saqué una botella de agua del bolso y empecé a tomar el agua como si no me hubiese hidratado en semanas, me tomé la mitad de la botella sin preocupación, aún tenía otras siete botellas llenas aparte de esta. Continué avanzando hasta que pude observar el final de esta sala del puente, había otro pasillo que llevaba a la siguiente sala amplia. Mientras caminaba por el pasillo, decidí sacar una de las dagas, por si había algún otro mutante aguardando en la siguiente habitación. Caminé sigilosamente, mientras observaba con detenimiento en todas las direcciones, pero sólo lograba observar niebla.

Eventualmente, pude escuchar múltiples aleteos haciendo eco por toda la sala, guardé la daga rápidamente y saqué el arco, preparé una de mis ocho flechas restantes y apunté hacia arriba. Un ave extraña salió volando hacia mí, le disparé la flecha, atravesando una de sus alas, ocasionando que cayese hacia el suelo. Corrí hacia ella y le di el golpe final con una de las dagas, luego recuperé la flecha. Observé el cadáver detalladamente, aquella extraña ave era como una especie de mezcla de un águila real y un cuervo, con el pico un poco más grande. Recogí la flecha que había usado y me preparé para enfrentar a las otras aves, la niebla no me permitía ver exactamente cuántas eran. Dos aves emergieron de la densa capa de niebla, le disparé a una de ellas, tumbándola al instante; luego tuve que esquivar la acometida de la segunda ave, disparando una flecha que la criatura alada esquivó ágilmente. Mientras el ave daba la vuelta para volver a encararme, disparé una flecha que logró derribarla al instante.

Cuando pensaba que todo había terminado, cinco de esas aves salieron al mismo tiempo de aquella densa capa de niebla que cubría el techo de la estancia, tenía que dispararles a todas sin fallar, o podría encontrarme en graves problemas. Dos de las criaturas aladas se aproximaban desde ambos lados, le disparé a la más cercana, la flecha impactó en el cuerpo, derribándola al instante. Lo más rápido que pude, le disparé a la otra, la cual se había acercado demasiado a mí, la flecha atravesó su cabeza, el ave cayó a un par de metros de donde me encontraba.

Las tres aves restantes comenzaron a dar vueltas en círculos encima de mí. Estaba tratando de apuntarles, pero se movían demasiado rápido como para siquiera intentar acertar. Disparé una flecha que falló terriblemente, seguida de otra flecha que impactó justo en el ala izquierda de una de las aves. Las dos aves restantes descendieron en picada hacia a mí, con la intención de atacarme con sus garras, derribé una de ellas con la última flecha que tenía, pero la otra siguió bajando en picado. Cubrí mi rostro con uno de mis brazos y saqué una de las dagas con el otro, el ave, me hizo rasguños leves en el brazo, luego trató de arrancarme un tajo de piel con su pico. Logré herirla en una de sus alas, pero aun así alzó el vuelo, aunque de una forma irregular. El ave desapareció entre la niebla. Rápidamente fui a recoger una de las flechas que estaba en el cadáver de una de esas aberraciones, y me preparé para dispararle apenas volviese a aparecer. Escuché el aleteo a mis espaldas y me volteé lo más rápido que pude, el ave descendía una vez más en picado para atacarme, pero no logró ni siquiera acercárseme debido a la flecha que había atravesó su cráneo. El águila-cuervo se desplomó, expulsando sangre oscura de su herida. Pude recuperar cinco de las ocho flechas que utilicé contra las aves; entonces, continué avanzando hacia el final de la sala. En medio de la habitación, había un baúl que contenía una botella de agua, diez flechas más, varios cartuchos estándares de municiones para armas, una granada explosiva y dos duraznos.

«Algo me dice que no volveré a conseguir tantas cosas en un mismo lugar»

Troté hacia el final de la sala, en donde pude observar una gigantesca puerta de piedra que estaba completamente cerrada, esa debía ser la salida de esta estructura. No tenía ni la menor idea de cómo abrirla, tenía que pensar y observar el entorno detalladamente. Al lado de la inmensa puerta, había un panel numérico, lo que significaba que necesitaba alguna especie de código para poder atravesar esa puerta. Acerqué mi mano hacia el panel para insertar un código, pero me detuve súbitamente justo antes de presionar cualquier botón de la pantalla, probablemente se activará alguna trampa si introduzco el código equivocado, la sala es lo suficientemente grande como para tener artilugios escondidos. Empecé a inspeccionar la sala detenidamente, tenía la sensación de que el código estaba por aquí cerca. Deslicé mi mano por la pared, para ver si encontraba algo, hasta que noté una especie de relieve oculto entre el musgo de la pared, eran dos pequeños botones, los cuales decidí presionar al mismo tiempo. Una pequeña parte de la pared se abrió, revelando un pequeño compartimiento en el que había una nota de papel, con una secuencia de números escrita en ella.

"1010011110010111000111101001110100111011111101110110001110110"

Ése tenía que ser el código que me iba a ayudar a salir, debía serlo. Me dirigí hacia la puerta e introduje cuidadosamente el código en el panel numérico, comprobando un par de veces que estuviese bien escrito. Antes de apretar el botón, guardé la pequeña nota de papel en mi bolsillo, tal vez me sería útil después. Presioné el botón verde, que debía ser el que activase el mecanismo. La puerta empezó a abrirse, una luz brillante y cegadora comenzó a inundar la sala, instintivamente cubrí mi rostro mientras me preguntaba qué me esperaría afuera.

Mis ojos tardaron un poco en acostumbrarse a la intensa luz del exterior, pasaron unos segundos hasta que finalmente pude observar el nuevo entorno. Un frío lugar amplio, en el que la nieve cubría todo el suelo, era un lugar inmenso cuyo final no alcanzaba a ver desde aquí. Estaba nevando ligeramente, pequeños copos de nieve descendían del cielo, cayendo en los árboles, algunos se quedaban en mi cabello. Decidí sacar el gorro y los guantes, la temperatura era mucho más baja aquí afuera, y sufrir de hipotermia no estaba dentro de mis planes.

Comencé a avanzar por la nieve, la cual no era muy profunda. Había pinos y más pinos a mi alrededor, algo que podría parecer normal, en contraste con las criaturas que había observado en este lugar, pero ni siquiera los árboles parecían reales. Debían estar modificados genéticamente, debido a que eran mucho más grandes que los que estaba acostumbrado a ver.

Cada vez me alejaba más de aquella estructura de grandes paredes de piedra con musgo, la cual se extendía hacia los lados, probablemente rodeando el lugar, parecía no tener fin. Observé que la gran puerta que me mantenía encerrado allá adentro tenía tallado el número 7 envuelto en el verdoso musgo. A lo lejos pude observar una inmensa puerta idéntica que parecía tener un número 8 grabado en ella, aunque también podría ser un seis, la niebla no me dejaba observar con claridad. Al parecer el lugar estaba dividido en Secciones. Yo salí de la Sección 7, por lo que, siguiendo la lógica, mis amigos no deberían estar muy lejos.

Me dirigí hacia la izquierda, atravesando los árboles y movilizándome a través de la nieve. El gran bosque de pinos parecía extenderse por una gran parte del territorio. No sabía a dónde ir ni que debía hacer exactamente, así que solamente seguí caminando, esperando no encontrarme con alguna criatura mutante o incluso otra persona que pueda intentar matarme para robar mis pertenencias. Estaba algo cansado, así que decidí buscar un lugar para dormir.

Lo único que podía observar era nieve y más nieve, además de las paredes musgosas que hay a lo lejos, y los árboles, los cuales observaba detenidamente para ver si encontraba algo oculto detrás de ellos. Finalmente conseguí algo, era un baúl metálico tapado por la nieve, el cual no dudé en abrir. Había una llave y una nota de papel con dos palabras escritas: "Mira debajo".

«¿Mira debajo? A qué se refi... Oh claro, es tan obvio»

Moví el baúl y quité la nieve que había debajo, revelando una escotilla con cerradura, inserté la llave, y halé la escotilla, parecía ser una pequeña sala subterránea. Descendí por las escaleras de mano, las cuales estaban un poco oxidadas y entonces, cerré la escotilla. Ante mí había una sala pequeña con una pequeña especie de fogata eléctrica. Además, había un mueble de madera con cojines.

Me quité el cinturón en el que estaban las dagas, junto con ellas, y procedí a dejar todo en el mueble, junto con el arco y el carcaj. Saqué uno de los panes y una de las botellas de agua del bolso, calenté el pan en la fogata, y procedí a comérmelo, luego tomé un poco de agua y me fui al mueble, en donde había dejado todas mis pertenecías. Saqué el saco para dormir del bolso, lo extendí en el piso y me acosté dentro de él. Estaba algo cálido, y para mi buena suerte, era mucho más cómodo de lo que aparentaba. El cansancio hizo de las suyas en poco tiempo, me quedé dormido un par de minutos después.

Parte II

-:-- pm ~ LUN 16/11/2037 ~ Habitación subterránea.

«Estábamos completamente rodeados, dispuestos a atacar, la nevada tormenta iba de mal en peor, cada vez el viento fluía con más intensidad, los mutantes parecían osos polares, sólo que estos tenían escamas en vez de pelaje, sus ojos eran completamente negros e inexpresivos, se estaban acercando lentamente hacia nosotros, ya se encontraban a menos de un metro de nosotros, justo nos iban a atacar y nosotros pensábamos responder con todo lo que teníamos. Y entonces, ella llegó, y no estaba sola...»

Me desperté sobresaltado. Últimamente he tenido sueños muy extraños... Estaba en la Habitación Subterránea, aquí pude dormir tranquilamente, es probablemente el mejor refugio que encontraré en este lugar, pero sé perfectamente no puedo quedarme aquí para siempre, tengo que movilizarme y agilizar el paso, o de lo contrario, nunca encontraré la salida de este lugar. Salí del saco para dormir y lo guardé nuevamente en el bolso, luego decidí hacer una revisión de mis cosas. Actualmente, tengo siete botellas llenas de agua y una que tiene menos de la mitad, bastantes municiones para diversas armas de fuego, una granada común, un paquete grande de galletas dulces, cuatro manzanas, dos panes, el saco para dormir, dos duraznos, un arco y el carcaj con quince flechas; por último, las dos dagas y el cinturón para cargarlas. Luego de realizar esa especie de inventario que me ayudó a saber qué era lo que tenía, me dispuse a salir de aquel refugio, para seguir explorando el entorno nevado. Me coloqué el cinturón y puse las dagas en sus respectivas fundas, luego agarré el bolso en el que había guardado todo; por último, agarré el arco y el carcaj.

Subí por las escaleras de mano y abrí la escotilla, la cual estaba nuevamente cubierta de nieve, probablemente nevó durante toda la noche. El cielo estaba despejado, todavía estaba bastante oscuro, podía observar perfectamente la luna y cientos de estrellas que decoraban el cielo nocturno. Debía ser poco más de la medianoche, debido a que la luna se encontraba casi en el punto más alto según mi percepción visual. Cerré la escotilla volviéndola a esconder con la nieve y colocando el baúl encima. Entonces, comencé a avanzar logrando observar nada más que nieve y más nieve, además de la gran pared musgosa a lo lejos, hacia mi izquierda.

Y entonces, tres disparos resonaron a lo lejos, seguidos de extraños alaridos inhumanos.

Empecé a observar a mi alrededor, para ver si veía a alguien, o algo, pero no lograba vislumbrar nada fuera de lo común. Me subí a uno de los pinos, intentando visualizar de dónde provenía el sonido, ver si había alguien allí afuera. Seguí caminando hasta que logré escuchar unas pisadas a lo lejos, por lo que me escondí detrás de un montón de nieve que estaba delante de mí. Era un grupo de tres personas, según las voces que pude escuchar; susurros inentendibles llegaron a mis oídos, ellos pasaron caminando a pocos metros de mí, aún no me habían visto. Cuando ya estaban lo suficientemente lejos, me asomé para ver quiénes eran, cosa que quisiera no haber hecho.

No eran humanos.

Eran una especie de aberración extraña, unas criaturas mutantes de forma humanoide, debían medir al menos un metro setenta, sus extremidades eran delgadas al igual que su contextura. Tal vez en algún punto fueron humanos, pero ya no quedaba rastro de ello, además de su forma. Eran horribles, sus pieles grisáceas parecían estar quemadas y descompuestas; además, tenían escamas en el dorso de sus extremidades. También desprendían un horrible hedor.

Apenas los observé, ellos voltearon e inmediatamente comenzaron a correr hacia mí a gran velocidad. Rápidamente, saqué una flecha del carcaj y le disparé a uno, acertando en su cuello, derribándolo al instante. De la herida, comenzó a emanar una sustancia espesa, negruzca, que debía ser su sangre. La criatura se retorció en el suelo, hasta que finalmente dejó de moverse. Disparé una segunda flecha, que impactó en el pecho del otro mutante, en donde debía estar su corazón, él también terminó cayendo al suelo. Al tercer mutante lo fallé, por lo que tuve que sacar una de las dagas, la cual logré clavarle en la caja torácica, haciendo un corte bastante profundo en la zona inferior derecha; mientras esquivaba su golpe deslizándome hacia la izquierda por la nieve, el mutante tropezó con mis piernas, cayéndose a la nieve. El segundo, el que tenía la flecha en el pecho, procedió a arrancársela, quebrándola en el proceso, levantándose como si nada hubiese pasado, ignorando la sangre que salía de su herida. Aquella atrocidad comenzó a correr hacia mí, así que lancé una flecha la cual se enterró en todo su ojo, matándolo finalmente. El tercero volvió por el segundo round, esquivé su embestida y logré apuñalarlo en la base del cráneo con la otra daga. La aberración dejó de moverse al instante, así que yo procedí a sacar ambas dagas de su cuerpo, mientras grandes cantidades de esa sangre viscosa emanaba de sus heridas.

Mientras limpiaba las dagas, algo se me abalanzó encima, empujándome hacia la nieve. Era el primero de los mutantes, el que había herido en el cuello con una de las flechas, aquel que creía muerto. El mutante humanoide trataba de arañarme con sus filosas uñas que salían de sus largos dedos grisáceos, yo trataba de zafarme de él, pero era realmente fuerte. Con dificultad, pude agarrar una de las dagas, las cuales se me cayeron cuando el mutante se me tiró encima. Estaba tratando de clavarle la daga en la frente, pero el mutante logró quitarme la daga, asestándome un golpe en el brazo con el que la sostenía. Con mis dos manos, trataba de impedir que la bestia me apuñalase con la daga, pero su fuerza parecía aumentar cada vez más, y la daga estaba cada vez más cerca de causarme una herida mortal. Además, por más golpes que le asestaba con las piernas, no podía librarme de su agarre.

«Moriré si no salgo de aquí en este instante. Estoy prácticamente inmovilizado, y mis brazos ya comienzan a agotarse...»

Justo cuando ya no podía sostener más la daga, en el último segundo, un disparo certero atravesó lateralmente el cráneo de esa aberrante mutación viviente.

—Eso estuvo cerca... —dijo una voz masculina, tenía un ligero acento que no lograba identificar del todo— ¿No crees? —Él extendió su mano para ayudarme a levantarme.

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