Capítulo 6 | El Incidente

Mackenzie Hilliker

5:40 pm ~ JUE 12/11/2037 ~ Hartzell St, Pacific Palisades.

Estaba de camino a casa, iba junto a Barbara, mi hermana, quien es dos años menor que yo. Ya nos encontrábamos a dos manzanas de casa, veníamos de la universidad; al menos yo, ella viene de la secundaria, pero como me queda de camino, mi madre insiste en que pase siempre a buscarla.

«Que fastidio»

—¿Qué piensas hacer hoy Mack? —preguntó mi hermana.

—No sé, creo que me voy a juntar con Jessica, vamos de compras al Walmart —respondí desinteresadamente.

—¿Puedo ir?

—¿No tenías tarea que hacer? —pregunté, como quién no quiere la cosa. Ella negó con la cabeza a manera de respuesta— De todas formas, pregúntale a mamá —le respondí con mi típico tono odioso.

Seguimos caminando, sólo nos faltaba una cuadra, ya se podía ver la casa desde aquí. Es una casa bastante grande, compuesta por la planta baja, el primer piso y, por último, el ático; por otro lado, está el sótano.

Luego de caminar un poco más, llegamos. Como siempre, nos recibieron nuestras mascotas, Max y Brisa, dos pequeños poddles, Max es mi mascota, Brisa es de nuestra madre, a pesar de que Barb insiste en que es de ella. Ambos estaban en el patio, como de costumbre, Brisa estaba jugando con su juguete preferido, una ardilla de peluche sin cabeza y con la cola bastante desgastada. A pesar de que tiene muchos otros juguetes, ese nunca dejó de ser su preferido.

Abrí la puerta de la casa con mi llave magnética, mientras entrábamos, un delicioso aroma llegó hasta nosotras, probablemente mi mamá estaba haciendo la cena.

Al llegar, saludamos a mamá, ella nos dijo que estaba haciendo pancakes, lo que explicaba ese dulce olor que percibimos desde que entramos a la casa. Luego, cada una de nosotras fue rumbo a su habitación, ambas subimos por las escaleras, yo seguí a la derecha y Barbara a la izquierda.

Finalmente, entré mi habitación. Las paredes de color coral contrastan perfectamente con las de color marfil, algunas de las baldosas del piso de madera de roble rechinaban ligeramente cuando caminaba por ellas. Se suponía que mi padre debería haberlas cambiado el fin de semana pasado, pero siempre lo olvidaba. Mi cama está en el lado izquierdo de la habitación, centrada en la pared, junto a dos mesitas de noche, de color blanco, una a cada lado de la cama. Encima de una de las mesas hay una lámpara de neón rosada; al frente de la cama está el Smart TV, y en la pared de al lado de la tele, está mi computadora reposando sobre el escritorio. Por último, está el armario, en la pared del fondo, al otro lado del televisor.

Tiré mi bolso a un lado de la cama, no sin antes sacar mi teléfono, y luego me acosté del otro lado de la cama a revisar mi teléfono, decidí entrar un rato en Facebook. Estaba revisando las notificaciones y contestándole unos mensajes a Matthew, un viejo amigo. Mientras bajaba por el muro, viendo las notificaciones, me llegó un mensaje de Jessica.

"Hola Mack, vamos de shopping hoy? Vi unos zapatos bellísimos, me los voy a comprar... Por cierto, Barbara va a ir?"

"Si Jessy, nos veremos allá a las 7 en punto. No sé si el animal vaya a ir" —le respondí con otro mensaje.

Salí de mi habitación y fui rumbo a las escaleras, bajé y fui a la cocina a ver si mi mamá había terminado la cena. Allí ya estaban Barbara y mi mamá preparando la mesa para comer, fui a servirme en un plato, pancakes con miel de maple y mantequilla, me serví un vaso de café frío y agarré ambas cosas para irme a comer al cuarto, como de costumbre. Al llegar a mi habitación, puse el plato y el vaso en el escritorio, al lado de la computadora, y puse un capítulo de una serie que Matthew me había recomendado.

Luego de cenar, bajé a llevar mi plato y a lavarlo, mi madre estaba viendo televisión en la sala con Brisa sentada en su regazo. Cuando terminé de utilizar el lavaplatos automatizado, subí al baño. Tenía que comenzar a alistarme para salir con Jessy, pero antes de entrar al baño me encontré con Barbara.

—¿A qué hora van al C.C.? —preguntó.

—A las 7:00 nos vamos a encontrar allá, pero debemos irnos antes, ¿vas a ir? —le respondí de mala gana.

—Sí, iré a bañarme —dijo ella. Yo simplemente asentí.

—Bien... Apresúrate entonces.

Entré al baño y como de costumbre puse algo de música mientras el agua caía sobre mí. Luego de unos minutos, ya me encontraba de vuelta en mi habitación, con la toalla enrollada, estaba terminando de secarme el pelo, para luego comenzar a vestirme. Luego de alistarme, decidí bajar a la cocina, se me había antojado una taza de café frío. Mientras disfrutaba de mi deliciosa taza de café, mi madre me llamó desde el patio trasero, para decirme que buscase unas bolsas de fertilizante que estaban en una de las cajas que hay en el sótano, así que bajé las escaleras y comencé a buscar lo que necesitaba.

Finalmente visualicé la caja del fertilizante, estaba al lado del viejo Yoshi de peluche de mi hermana, ahora tiene uno gigante en su habitación. Le llevé la bolsa de fertilizante a mi mamá, ella estaba arreglando el jardín, iba a plantar unos lirios que había traído mi bisabuela. Luego me fui a la sala, en donde se encontraba Brisa sentada en el mueble, me distraje un rato con el televisor mientras acariciaba a mi mascota, hasta que un mensaje de Jessica me recordó que ya debía irme.

"Ya estoy lista, salgo en 5 minutos".

Le respondí lo mismo y fui a buscar a Barbara para ver si realmente iba a ir o no. Barbara estaba acostada en su cama, ella ya se había arreglado, estaba esperándome mientras usaba su teléfono. Yo simplemente le dije que ya debíamos irnos. Fuimos al garaje y nos subimos al auto que me había regalado mi padre hace un par de meses, conduje el vehículo fuera del garaje y comencé a avanzar hacia el centro comercial que afortunadamente no estaba tan lejos, quedaba como a quince o veinte minutos de aquí.

Llegamos luego de que transcurriesen unos minutos, tardamos más de los esperado debido al tráfico que había. Estacioné el auto adecuadamente y juntas nos bajamos del mismo, luego subimos por las escaleras y nos sentamos en uno de los bancos que estaban cerca de la entrada, teníamos que esperar a Jessica. Transcurridos menos de cinco minutos —durante los cuales estuve revisando mi teléfono—, pude observar a Jessy atravesar la puerta principal.

—¡Mackenzie! —exclamó Jessica, ella salió corriendo a abrazarme como si tuviésemos siglos sin vernos.

—¡Jessica! —exclamé mientras la envolvía en un abrazo.

Luego de que Jessy saludase a mi hermana, empezamos a revisar numerosas tiendas por todo el centro comercial, y literalmente compramos al menos una cosa de cada tienda. Entonces, subimos al primer piso, y al entrar a la cuarta tienda —en la cual vendían teléfonos, accesorios y otros dispositivos electrónicos— casualmente nos encontramos con Nick, uno de nuestro grupo de amigos de toda la vida. Él estaba comprándose unos nuevos audífonos, probablemente ya se le dañaron los que tenía. No sé cómo sigue estropeándolos, si ya ni siquiera utilizan cables para funcionar, cosa que siempre dañaba.

—¡Hey, Nick! —saludé— que sorpresa encontrarnos aquí.

—¿Mack? —preguntó, como si no fuese obvio que era yo a quien estaba viendo— ¡Hey! ¿Cómo están, chicas? —Nick nos saludó con un abrazo, como de costumbre— Vine a comprar otros audífonos, los viejos ya se dañaron —dijo Nick con una expresión triste.

—Qué raro... —dijo Jessica con sarcasmo.

—Y... ¿Qué les trajo hasta acá? —preguntó Nick.

—Sólo vinimos a revisar algunas tiendas como siempre —dijo Barbara.

—No olvides los hermosos zapatos que me compré —dijo Jessy mientras levantaba una de las tantas bolsas que llevaba en sus manos.

—¿Si adivino de qué color son tus zapatos nuevos, me compras un helado? —preguntó Nick con una sonrisa en su rostro.

—Ya saben que no me gusta este juego... —dijo Jessica.

El color favorito de Jessy siempre ha sido el morado, tiene una extraña obsesión con comprarse cosas de ese color. Sus zapatos nuevos no eran la excepción.

—Si no fueses tan obvia con tus compras, tal vez ganarías —dijo Barb.

Luego de ir juntos a la heladería, estuvimos un rato caminando por los pasillos del lugar hasta que decidimos salir al balcón que había en la feria de comida, para tomar un poco de aire.

—¿Qué piensan hacer mañana? —preguntó Jessica.

—Encerrarme en mi cuarto por otra semana —dijo Nick.

—¿Qué no tienes que ir a la universidad? —preguntó Barbara.

—No me lo recuerdes —dijo Nick riendo ligeramente.

—¿Y si vamos al cine en la tarde? —sugerí.

—Me parece una excelente idea —dijo Barbara.

—A mí no me miren, yo paso... —dijo Nick.

—¿Qué te arrastremos fuera de tu cuarto? —dijo Jessica— Perfecto.

—Ja, ja. Muy grac... —Nick se detuvo súbitamente— ¿Qué demonios es eso?

Entonces, fue cuando todo comenzó.

A lo lejos, había una extraña niebla verde acercándose hacia acá, y delante de aquella bruma espesa, había un montón de gente huyendo. No entendía nada de lo que estaba pasando, no sabíamos de dónde provenía ese gas, ni por qué la gente estaba huyendo de él como si sus vidas dependiesen de ello, pero ninguno de nosotros pensaba quedarse aquí a averiguarlo.

Volvimos a entrar al centro comercial y corrimos junto al resto de personas hacia las escaleras más cercanas. Cuando llegamos a planta baja, el caos no hizo más que empeorar. Un grupo de extraños soldados apareció en la entrada, todos tenían máscaras antigás en sus rostros, y parecían estar buscando a alguien.

—¿Qué mi...? —Nick comenzó a hablar, pero el sonido de los disparos lo interrumpieron.

—¡Corran! —exclamó Barbara asustada.

No sabíamos qué diablos estaba pasando, pero no nos detuvimos hasta que llegamos al estacionamiento. Corrimos a toda velocidad hacia mi auto y una vez estuvimos todos adentro, presioné el acelerador. Al comenzar a subir por la rampa principal, tuve que detenerme abruptamente, debido a que la niebla verdosa ya estaba adentrándose por allí. Con los nervios de punta, retrocedí lo más rápido que pude para dirigirme a la salida trasera, la cual estaba completamente libre de la niebla, así fue como logramos salir.

Volteé hacia la derecha y ya se podía ver la niebla verdosa acercándose hacia la rampa trasera, habíamos salido justo a tiempo. El único problema era que la niebla estaba comenzando a cubrir todas las calles que nos sacarían de aquí, la calle de la derecha estaba casi totalmente cubierta por la niebla, además había un grupo de vehículos negros bloqueando el paso por completo, supongo que tenía algo que ver con los soldados que aparecieron hace un momento. La calle del frente estaba llena de aquel gas, además era una calle ciega, nos quedaríamos atrapados de todas formas. Hacia la izquierda había una ligera pared de niebla que provenía del frente, era nuestra única salida. En ese momento tuve una loca idea, que no sabía si funcionaría, pero era nuestra única opción. Puse el sistema de aire acondicionado en el modo reflujo, de manera que no entrase el aire del exterior, recirculando el aire que estaba adentro del vehículo, así evitaríamos todo tipo de contacto con aquella extraña niebla. No sabemos exactamente lo que hace, pero por alguna razón la gente está huyendo de ella.

Atravesamos la pared de gas que se encontraba acercándose a nosotros y seguimos por el camino de la izquierda, todo había salido bien. Por alguna razón, un ligero escalofrío recorrió mi cuerpo, cosa que decidí ignorar, no tenía tiempo para pensar en estupideces ahora mismo. Simplemente continué conduciendo, adentrándome por calles que ni siquiera sabía que existían, Nick estaba usando el GPS para guiarnos, de forma que no nos encontrásemos con algún callejón sin salida. Según él, lo más inteligente era evitar las avenidas principales, debido a que podrían estar repletas de tráfico, y si este asunto de la niebla era algo grande —cosa que parecía ser cierta—, nos quedaríamos atrapados allí.

Ya faltaba muy poco para llegar a casa, pero aún no podíamos cantar victoria, la niebla estaba acercándose a nosotros desde diferentes direcciones. Yo seguía conduciendo lo más rápido que podía, teniendo cuidado de no estrellarme con nada ni con nadie, no era la única que estaba tratando de huir de la niebla.

—¡Espera! —exclamó Jessica, ocasionando que me sobresaltase. Frené bruscamente, en medio de la calle.

—¿Qué pasa?

—Mira, allá —dijo ella señalando por la ventana trasera.

Allí estaba él, corriendo lo más rápido que sus piernas se lo permitían, estaba tratando de huir de aquella niebla. Se trataba de Chris, uno más de nuestro grupo de amigos de toda la vida, traía una bolsa de pan en sus manos, probablemente venía de la panadería que quedaba por aquí cerca.

«Los panes de allí son realmente buenos, pero ese no es el punto»

—¿Mackenzie? —preguntó Chris, luego de observar mi auto deteniéndose justo frente a él.

—No, soy Matilda, la anciana de la esquina —dije con sarcasmo.

—¡Sube de una vez! —dijo Nick, observando con desespero como la niebla se acercaba cada vez más hacia nosotros, mientras sostenía la puerta trasera para que esta no se cerrase.

Chris subió al auto velozmente y yo volví a presionar el acelerador mientras él cerraba la puerta. Seguí conduciendo el auto por diversas calles, siguiendo las indicaciones de Nick, hasta que finalmente pudimos visualizar nuestras casas a lo lejos, afortunadamente la niebla verdosa no había llegado aún a esta zona. El portón comenzó a abrirse apenas detectó al vehículo acercándose, me estacioné adecuadamente y todos comenzaron a bajarse del auto. Jessica se encargó de cerrar el portón manualmente, mientras yo me bajaba del vehículo.

—¡Cierren todas las ventanas! —exclamé, cuando recordé que la niebla verdosa podría adentrarse a través de ellas.

Nos separamos y comenzamos a correr hacia las diversas ventanas de la casa para cerrarlas todas. Yo subí junto a Barb para cerrar las ventanas de los cuartos, mi hermana subió hasta el ático para cerrar la única ventana que había allá arriba. Fui a la habitación de mis padres y fue cuando caí en cuenta de que ellos no estaban por ninguna parte de la casa... Los llamé a sus respectivos teléfonos, pero ninguno de los dos atendía. Decidí enviarles un mensaje, espero que respondan pronto, me preocupa el hecho de que pueda haberles pasado algo.

Esperé que Barbara bajase del ático para bajar las escaleras junto a ella.

—¿Nos encerramos en el sótano? —preguntó Jessy.

—Sí, pero esperen, debemos llevar comida y agua —respondí.

Fuimos a la cocina a buscar comida y agua, subí rápidamente a mi cuarto para buscar el ordenador portátil y el cargador.

—¡Apresúrense! —exclamó Chris, quien estaba observando a través de la ventana como la niebla se acercaba.

Cuando ya teníamos todo lo necesario, bajamos todos por las escaleras; éstas llevaban a una pequeña habitación, el sótano en donde mi mamá tenía un montón de cajas guardadas, en el suelo había una escotilla metálica que llevaba al "bunker" como lo llamaba Chris. Bajamos por unas escaleras de mano, haciendo una especie de cadena, pasándonos todas las cosas que habíamos traído. Cuando ya no había más nada, Chris, que fue el último en bajar, cerró la escotilla. Empezamos a meter todo en el refrigerador que teníamos allí abajo especialmente para casos de emergencia como éste. Probablemente tendremos que durar varias horas aquí encerrados, tal vez incluso algunos días, esperando a que se disipe aquella extraña niebla verdosa.

Parte II

Matthew Walker

5:30 am ~ DOM 15/11/2037 ~ En algún lugar.

Ya habían transcurrido al menos tres días desde que nos trajeron aquí. Me encontraba acostado en la cama, contemplando el techo, hasta que finalmente decidí levantarme. Me senté en la cama y observé las paredes grisáceas, viendo detenidamente el reloj digital que había en la pared. Eran exactamente las 5:30 am, según este reloj; aunque, tal vez esa ni siquiera era la hora real, definitivamente no se puede confiar en estas personas. Luego de darme una ducha fría y cambiarme de uniforme, caminé hacia la pequeña nevera y saqué una lata de jugo de durazno.

«Me pregunto si ya habrá alguien despierto a esta hora»

Todavía no ha sonado la usual alarma de siempre, así que era poco probable. De todas formas, salí de mi habitación y me asomé por la barandilla, mirando hacia abajo para comprobarlo. Para mi sorpresa, logré visualizar a alguien en la oscuridad. Bajé al piso inferior para ver si lograba ver cuál era su número, pero estaba demasiado oscuro como para lograr detallarlo, así que decidí acercarme a él. Cuando estuve lo suficientemente cerca, pude detallar que había dos números, parecían ser un 2 y un 1, tal vez era Lukas. Me acerqué lo suficiente a él como para lograr ver el número completo en la oscuridad.

Era un 31, algo muy extraño. Se supone que éramos treinta personas, debía ser un error... ¿No?

—No deberías estar aquí tan temprano... ¿No crees? —dijo él, volteando su cabeza ligeramente hacia mí, estaba de espaldas, así que no podía ver quién era, aunque dudo que la oscuridad me dejase detallarlo de todas formas.

—¿Quién eres?

—Eso no importa ahora, Matthew Walker... Nos veremos pronto. Por cierto, disfruta tus últimas horas junto al calor de la calefacción, algo me dice que la extrañarás —respondió él.

Su voz me pareció familiar, pero no lograba asociar en dónde la había escuchado antes.

—¿De qué estás hablando? ¿Cómo demonios sabes mi nombre? —pregunté, estaba algo confundido. Intenté acercarme a él, pero comenzó a alejarse rápidamente, supongo que quería ocultar su identidad.

—¿No sabes nada? Bueno, de todas formas, lo descubrirás muy pronto —fue lo último que dijo antes de desaparecer en la oscuridad.

Corrí hacia él, intenté buscarlo por toda la habitación, pero fue en vano. Era como si nunca hubiese habido alguien más en ese lugar, como si se hubiese materializado desde la oscuridad hace unos segundos y luego hubiese vuelto a la nada. Fue algo realmente extraño.

Escuché un ligero siseo, que me sobresaltó un poco, probablemente se trataba de Alessia o Christina. Subí por las escaleras que llevaban hacia las diferentes habitaciones, hasta que llegué al piso en el que se encontraba mi habitación, allí afuera estaba Alessia con sus codos recostados del barandal, supongo que ella era la que me estaba llamando.

—¿Quién era ese?

—No sé, no logré ver su cara con la oscuridad, pero... Algo me dice que es alguien importante... —expliqué, mientras observaba para todos lados, pensando en que alguien podría estar escuchando nuestra conversación— Deberíamos entrar, Lexi.

Luego de entrar en mi habitación, seguimos hablando acerca del misterioso Trigésimo Primero. Al rato, llegó Christina tocando la puerta, ella se unió a nuestra conversación al instante, así que le expliqué todo lo poco que había visto. No podía dejar de preguntarme: ¿Quién demonios era ese sujeto?

El reloj marcó las seis en punto, y la alarma sonó inmediatamente, era la misma de los días anteriores. Luego, como de costumbre escuchamos esa voz robótica indicándonos que era la hora del Desayuno. En la misma pared en donde se encontraba el reloj, se abrió una pequeña compuerta metálica, de donde salió una bandeja de comida. El desayuno era dos Sándwiches con queso, lechuga y tomate, además tenían kétchup. Alessia y Christina se fueron a sus respectivas habitaciones para tomar sus desayunos. Luego de unos minutos, Jared haría el aviso habitual de que iríamos a hacer una sesión de entrenamientos en cinco minutos, debíamos escoger con quién iríamos a entrenar, nuevamente sería en parejas. Estos días que han pasado hemos estado entrenando bastante duro, los instructores nos han dado indicaciones bastante útiles que nos ayudaran a sobrevivir en donde sea que nos vayan a llevar esta vez.

Decidí volver a ir al entrenamiento con Clemence, juntos entramos en la misma sala que las últimas veces. Luego de hacer algunos estiramientos, agarré el arco para calentar un poco; Clemence agarró unas katanas y se dirigió a una zona especial, había una máquina que le arrojaba cosas, las cuales ella debía esquivar o cortar, según las katanas lo permitieran, a ella le iba bastante bien, se movía con gran destreza y lograba acertar cada una de sus acometidas. Yo seguía apuntándole a la diana, atinándole casi siempre en el centro.

Luego de que nuestro instructor saliese de la habitación, fuimos hacia el campo de tiro, mientras le contaba a Clemence lo ocurrido con el misterioso Sujeto 31. Luego de practicar un poco con una Beretta 92 volví a probar con la M-16, el retroceso ya se sentía como algo habitual, y había mejorado en cuánto a mi puntería. Clemence intercambiaba entre distintos fusiles, pude reconocer fácilmente un fusil AK-47 y uno AK-103, de algo me tenían que servir todos esos juegos online de disparos que solía jugar con Albert en el PS7. También volví a probar con uno de los rifles que había usado ayer. Luego de varias arduas horas, ya había terminado el primer entrenamiento de hoy.

—Ya pueden salir de las salas de entrenamiento, volverán en la tarde para su última sesión de entrenamiento, la cual deberán aprovechar al máximo... —dijo Jared a través de unos altavoces que estaban en algún lugar de la sala de entrenamiento— Mañana empezará todo.

Empezamos a salir de la sala y me encontré con Alessia y Christina, ellas estaban hablando sobre algo, hasta que notaron que estábamos acercándonos.

—¡¿Escucharon que mañana empieza?! —chilló Christina.

—¡Si! —comentó Mia, quien acababa de llegar junto a Sarah— Esperen... ¿Qué es lo que empieza mañana?

—El Experimento, supongo, para eso nos secuestraron en primer lugar —dije.

—Me pregunto a dónde nos mandarán esta vez... —dijo Sarah.

—Probablemente a un lugar frío, según lo que me dijo ese sujeto misterioso esta mañana... —dije.

—¿Qué tipo misterioso? —preguntó Mia con curiosidad.

Les conté a ellas rápidamente acerca del misterioso sujeto que vi esta mañana. Luego, Jared comenzó a ordenarnos para llevarnos hacia el gran comedor, los guardias nos indicaron el camino. En el comedor había una silla para cada uno, cada una con un número en el espaldar. Como siempre, estaban de un lado los que números impares y del otro los números pares, estas personas tienen una clase de obsesión con el orden. La comida estaba servida, había un gran banquete con diversos platos, sopas, salsas, postres y el típico pollo frito justo en el centro.

Había un gran silencio, nadie hablaba, no sé la razón. Y no creo que alguien se atreva a hablar con el silencio que reinaba en la sala. Tuve el presentimiento de que esta sería la última comida decente que tendría en mucho tiempo, sentía que nos estaban alimentando como simples cerdos que iban a ser llevados pronto al matadero.

«Aún no lo sabíamos, pero... De cierta forma, así era»

—¿Por qué crees que nadie habla? —dijo Alessia en un casi inaudible susurro.

—No tengo ni la menor idea —dije de forma casi inaudible.

—¡Cállense! —susurró Christina.

—¡Tu primero! —la imitó Alessia.

—Mejor nos callamos todos que si no nos van a sacar de aquí o que se yo —susurré.

—¿Qué tanto hablan? —susurró Mia.

—Ya vino la otra... —dijo Alessia algo irritada, aunque en un tono muy bajo, casi inaudible— Mejor cállense todos.

—¿Desean algo? —preguntó Jared, en voz alta. Podía sentir su mirada taladrándome la nuca.

—No, estamos bien... —dije, volteando ligeramente la cabeza— Gracias.

A partir de ese momento nadie habló, hasta que terminó el almuerzo y nos regresaron a la sala en dónde estaba el complejo de las habitaciones. Decidí ir hacia mi habitación, quería aprovechar el tiempo para descansar un poco. Apenas entré, me recosté en la cama, estaba pensando en cómo sería el lugar al que nos iban a enviar mañana.

«En ese momento, no tenía ni la menor idea de quehabría allá, nunca pude llegar a imaginar todo lo que tendríamos que enfrentaren ese lugar. Lo único que sabía con certeza, era que teníamos que seguirentrenando duro, porque no iba a ser nada fácil el salir de allí con vida».

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