Capítulo 25 | Prófugos

12:23 am ~ MAR 24/11/2037~ Brentwood Heights.

Estacionamos justo detrás de donde se encontraban los vehículos de los psicópatas. Debido a la frecuencia de sonido que emitía el vehículo señuelo, gracias a lo que hizo Nick, los psicópatas estaban totalmente aturdidos. A nosotros no nos afectaba debido a los pequeños protectores que nos dio Nick justo antes de llegar. Procedimos a bajarnos de los vehículos y luego nos acercamos hacia uno de los soldados que se encontraba en el suelo, arrastrándose débilmente, tratando de alejarse de allí. Nick y Maxim fueron a quitarles sus dispositivos de comunicación, en caso de que intentasen comunicarse directamente con la base.

—Alto allí —ordenó Clemence.

El sujeto simplemente siguió arrastrándose débilmente.

—¿Acaso no la oíste? Levántate del maldito suelo si no quieres que te levante a patadas —amenazó Chris. Por un momento, me recordó a su padre.

El sujeto que yacía en el piso, como pudo se volteó para mirarnos y se quedó sentado en el suelo.

—¿Qué quieren de mí? —dijo él algo atontado.

—Simple, queremos información... Y más te vale que no nos mientas... —comenzó diciendo Clemence— Comencemos con una pregunta fácil, para comprobar que puedes decir algo coherente en ese estado, psicópata: Nos quieren volver a capturar, ¿verdad?

—Sí, ustedes son unos de los fugitivos más buscados por el señor Collins —respondió débilmente.

—Bien, muy obediente... —Clemence asintió— Vamos con la siguiente pregunta: ¿A qué te refieres con «unos» de los fugitivos más buscados? —dijo Clemence haciendo mucho énfasis en la palabra unos— ¿Acaso hay otros sujetos que escaparon o algo por el estilo?

Los ojos del sujeto se sobresaltaron. Parece había hablado más de la cuenta.

—No les puedo decir nada, o ellos me matarán... —dijo el sujeto muy asustado.

—Oh, con que no puedes decir nada... —dijo Maxim, para luego levantar al sujeto con ambos brazos y empujarlo hacia uno de los vehículos, luego le dio un puñetazo en toda la nariz, la cual le empezó a sangrar al instante. El sujeto inmediatamente se agarró la nariz con ambos brazos, finalmente Maxim le asestó un golpe en todo el abdomen, dejándolo sin aire.

Avancé calmadamente hacia el sujeto.

—Te repetiré la pregunta que hizo ella, —dije mientras señalaba a Clemence con mi dedo índice— ¿A qué te refieres con «unos» de los fugitivos?

—Está bien, está bien... —comenzó diciendo el asustado sujeto, respiró y luego continuó hablando— Hace bastante tiempo, unos de los antiguos trabajadores de Marcus Collins escaparon debido a un desacuerdo entre ellos y el mismo Collins, eran dos o tres los que escaparon, no se sabe con exactitud...

»Se presume que saben casi todo acerca de Marcus y sus experimentos, debido a que eran trabajadores de muy alto rango, estaban por debajo de Jared, el subdirector. Ellos huyeron hacia el norte, hacia Canadá. Nunca más se supo de ellos. Los buscamos por todas partes, pero luego de un tiempo, no pudimos encontrar ningún rastro de ellos.

—O ustedes son bastante inútiles e incompetentes, que es lo más probable; o ellos no quieren ser encontrados y se escondieron demasiado bien —dijo Christina.

—Probablemente sea lo primero —dijo Alessia.

—Muy bien, siguiente pregunta, ya sabes lo que pasará si no respondes... —amenazó Clemence mientras señalaba a Maxim, el cual tenía una sonrisa malévola en su rostro, estaba sosteniendo el cuchillo táctico de Mia— ¿Qué sabes acerca de los experimentos? ¿Marcus está tramando algo nuevo? —finalizó Clemence.

—Me temo que sobre eso no sé mucho, soy un simple soldado al que enviaron a buscarlos. Lo único que sé es que Marcus planea hacer algo grande, con los que no escaparon del experimento... —confesó el peón de Marcus— Supongo que hará algo con los de...

—¿Con los de qué? —pregunté.

—No, no es nada import...

—Dilo —amenazó Maxim, llevando el cuchillo al cuello del sujeto.

—Supongo que hará algo cuando termine con el otro experimento...

—¿Hay otro experimento? —preguntó Maxim.

—Sí, pero me temo que no se ningún detalle acerca del mismo.

—Ni se te ocurr... —Maxim fue interrumpido.

—Déjalo, no está mintiendo... —Clemence hizo una pausa— ¿Sabes dónde tienen encerrados a todos los que no pudieron escapar?

—Deben estar encerrados en alguna parte del edificio principal, está bastante cerca del lugar dónde estaban ustedes encerrados durante el experimento... —respondió— Tal vez hayan visto alguna de las entradas cuando escaparon.

—¿Hay algún lugar en específico en donde guarden a sus prisioneros, rehenes, o algo por el estilo? —preguntó Alessia.

—No exactamente, pero por lo más probable es que estén en los pisos subterráneos, en donde hay más seguridad —respondió el sujeto.

—¿Qué hay de los mejorados? ¿Sabes algo de ellos? —preguntó Sarah.

—Sólo sé que todos ellos fueron parte del Experimento 400, uno que fue muy importante... —confesó, haciendo énfasis en la palabra «muy»— Además, está lo obvio, tienen mejores reflejos, más resistencia y fuerza física. Todo su sistema está potenciado, ya no son humanos comunes y corrientes —respondió.

—Bueno, creo que eso es todo lo que necesitamos saber por ahora —dijo Clemence.

—Deberíamos irnos ya, de lo contrario podrían sospechar al ver que ninguno de ellos se ha movido de este sitio, probablemente van a mandar más psicópatas —dijo Nick.

—Ya encendí los autos, vámonos —dijo Mackenzie.

—Esperen, ¿a dónde vamos a ir? —preguntó Mia.

—A Canadá, ¿no es obvio? —dijo Jessica con un tono de obviedad y una ceja levantada.

—Oh, cierto... Tiene sentido. Ignoren lo que dije —dijo Mia.

—Ella siempre anda perdida en las nebulosas, ¿verdad? —inquirió Barbara, mientras señalaba a Mia.

—Sí, Barb. Siempre —asentí.

Luego de que todos subimos a los vehículos, nos fuimos de allí, ahora teníamos un objetivo, un lugar al que debíamos ir. Sería un viaje largo, iríamos hasta Canadá con la esperanza de encontrar algunas respuestas, necesitábamos encontrar personas que pudiesen ayudarnos, nosotros solos, por nuestra cuenta, no podríamos ganar esta guerra. Ellos podrían ayudarnos a entrar a rescatar a Albert y a Lukas, según el sujeto al que interrogamos, ellos deben saberlo todo acerca de Marcus y sus experimentos.

Clemence iba conduciendo la minivan plateada, mientras Mackenzie nos seguía justo detrás en su vehículo. Llevábamos al menos cinco minutos en la vía, desde que decidimos irnos hacia Canadá, todos estábamos ensimismados en nuestros pensamientos, hasta que Alessia decidió romper el silencio.

—Esperen, deberíamos ir a buscar unas cuántas provisiones antes de tomar la autopista, ¿no creen? —dijo Alessia, lo que ocasionó que Clemence pisara súbitamente el pedal del freno. Mackenzie frenó segundos después.

—Oye, Lexi tiene razón —dije, observando a Clemence.

—Regresaremos a mi casa, nos abastecemos y luego nos vamos a Canadá —dijo Clemence.

—¿Qué pasó? ¿Por qué se detuvieron? —preguntó Chris.

—Vamos a casa de Clemence a buscar provisiones, luego nos iremos —respondí.

—Vámonos ya, entonces —dijo Mackenzie.

Afortunadamente no habíamos avanzado mucho, así que aún estábamos relativamente cerca de la casa de Clemence, por lo que no tardamos tanto en regresar.

Nuestro corto y divertido viaje, podría resumirse en Alessia poniendo música, nosotros cantando un poco y Clemence quejándose porque la música sonaba demasiado fuerte, a pesar de que ella también cantaba con nosotros en ciertas partes. Y así, luego de unos cuántos minutos ya estábamos bajándonos de los vehículos para ir a recoger provisiones.

Clemence fue junto a casi todos nosotros para buscar provisiones para varios días, debido al largo viaje que nos esperaba. Mientras más provisiones tuviésemos, tendríamos que hacer menos paradas. Chris y yo, nos quedamos junto a Nick en el carro de Mack. Nos encontrábamos curioseando que era lo que estaba haciendo Nick en su portátil mejorada.

—¿Qué son todos esos puntos rojos? —preguntó Chris mientras señalaba distintas zonas de la pantalla de la laptop, supongo que estaba tratando de señalar al montón de puntos rojos que estaban esparcidos por una especie de mapa virtual.

—Son ellos, los psicópatas... —Comenzó a explicar Nick— Nos están buscando por todas partes.

—No hay ninguno peligrosamente cerca, ¿verdad? —pregunté con una ceja levantada.

—No Matt, no te preocupes... —dijo Nick— En caso de que eso ocurriese, una alarma sonaría para advertirnos al instante.

Entonces, no sé si fueron los poderes de hacker de Nick, o simplemente el destino demostrando que nos odiaba tanto que, tras pequeños momentos de tranquilidad, el caos hacía su aparición para equilibrar el universo o algo por el estilo...

«En fin, el punto es que una alarma empezó a sonar, tal como lo describió Nick»

En la pantalla había varios puntos rojos cerca de dos grupos de puntitos verdes, que supongo que éramos nosotros y los demás, que todavía estábamos dentro de la casa.

Ellos estarían aquí en segundos.

—¿Justo como esa alarma? —preguntó Chris haciendo énfasis en la palabra «esa».

—Oh, están cerca —dijo Nick un poco alarmado.

Afortunadamente, los chicos ya venían saliendo de la casa, y para mi sorpresa, venían en vehículos hacia aquí, supuse que, con muchas maletas llenas de provisiones. Estaban conduciendo tranquilamente por la pequeña carretera que llevaba desde el garaje de Clemence hasta la calle.

—¡Rápido! Hay psicópatas cerca —advertí, para que apresurasen el paso.

—Es una broma, ¿cierto? —preguntó Alessia, quien estaba conduciendo un vehículo rojo, del cual se bajaron Clemence y Sarah, con bastante equipaje que llevaron a la minivan plateada.

—No Lexi, ¿crees que justo ahora es buen momento para bromas? —Respondí.

—Yo perfectamente podría bromear en cualquier mo... —Chris fue interrumpido.

—¡Cállense y ayuden con estas maletas! —dijo Mackenzie, quien venía en otro vehículo, uno blanco. Nick, Chris y yo decidimos ir a ayudar.

Una vez terminamos de guardar las maletas, observamos que había un carro cruzando justo hacia esta calle. Debemos irnos ya.

—¡Entren al auto ya! —exclamó Jessica, quien ya se encontraba dentro del vehículo de Mackenzie.

—Cuida mi auto con tu vida —dijo Mackenzie quien me estaba entregando las llaves.

—Ni que fuese la primera vez que conduzco —dije. Ella me asestó una mirada amenazadora de todas formas.

Nick, Chris y yo entramos en el auto de Mackenzie lo más rápido que pudimos, Jessica ya estaba dentro. Mackenzie y Barbara iban en el vehículo blanco, Alessia, Christina y Mia iban en el rojo; por último, Clemence, Sarah y Maxim iban en la minivan plateada.

Estábamos avanzando a toda velocidad por la Av. N. Kenter, mientras éramos perseguidos por varios vehículos negros dispuestos en fila. Teníamos que despistarlos de alguna forma, de lo contrario no podríamos huir hacia Canadá, no con ellos pisándonos los talones. Teníamos que hacer algo.

Nick había instalado un sistema de micrófonos con los que podíamos hablarnos como si estuviésemos frente a frente, a pesar de que estuviésemos a muchos metros de distancia, así que decidí que era hora de probarlo.

—¿Alguna idea? —pregunté, mientras seguía conduciendo.

—Tengo un plan muy bueno... —comenzó explicando Clemence— Pero, para eso tendremos que desviarnos un poco del camino principal.

—¿Cuál es tu plan? —preguntó Alessia.

—Dejarlos sin salida, de modo que podamos ganar tiempo para finalmente entrar en la carretera principal, la cual nos llevará directo hacia Canadá —dijo Clemence.

—Deberías ir tu adelante, tú sabes exactamente donde llevaras a cabo el plan —dijo Mackenzie.

—En efecto —afirmó Clemence mientras tomaba la delantera.

Entonces, Mackenzie, Alessia y yo nos pusimos en los bordes de la carretera, para que Clemence pudiese pasar por el medio sin ningún problema. Ella nos guiará a partir de ahora.

—Bueno, estamos en el Boulevard Sunset, debemos llegar a la Avenida Constitution para poder lanzar la bomba adhesiva, que al explotar derrumbará parte de la carretera principal; ellos tendrían que dar la vuelta para poder alcanzarnos, con lo que ganaríamos mucho tiempo —explicó Clemence.

—No puede fallar, es muy buen plan —dijo Christina.

—Bien, crucen aquí hacia la derecha —dijo Clemence.

—¿Qué vayamos hacia la izquierda? —bromeó Chris.

Los vehículos negros estaban cada vez más cerca de nosotros, por lo que tuvimos que acelerar aún más. Ya estábamos por llegar a la Avenida Montana, en la que teníamos que cruzar para seguir nuestro camino hacia el lugar que Clemence indicó.

El tiempo parecía pasar mucho más lento de lo normal, como si el momento estuviese estirándose poco a poco a medida que nos acercábamos al sitio. Era un plan un poco arriesgado y sólo teníamos una oportunidad.

«Un error podría significar la muerte»

No, tal vez no la muerte, pero...

Ciertamente, un error ocasionaría algo peor que la mismísima muerte en persona.

Tal como habíamos acordado, cruzamos hacia la Av. Montana, la cual terminaba con una curva pronunciada que nos conducía hasta la Av. Bringham. Los vehículos negros no parecían disminuir la velocidad, por lo que a pesar de que conducíamos a través de curvas, no podíamos disminuir la velocidad. Cosa que podía llegar a ser un poco riesgosa.

Y así pasaban los segundos, que... Insisto, parecían trascurrir cada vez más lento.

Cada vez estábamos más cerca de la Av. Constitution, en donde sería el momento de la verdad. Nos faltaba ya sólo cruzar al final de esta calle.

Los segundos parecían convertirse en horas. Era como si todo ocurriese en cámara lenta; pero, al mismo tiempo todo transcurría demasiado rápido como para darnos cuenta.

Ya estábamos en la avenida indicada. Afortunadamente, los vehículos que nos perseguían estaban un poco lejos, lo que facilitaría el plan. Sarah iba conduciendo la minivan plateada, debido a que Clemence iba a ser la que arrojase el detonante que nos iba a permitir escapar.

Justo cuando pasamos por debajo de la autopista, Clemence lanzó la bomba con toda su fuerza, la cual se adhirió instantáneamente al asfalto. En menos de cinco segundos, ya estábamos del otro lado de la autopista, cruzando hacia la izquierda, hacia el Boulevard S. Sepulveda.

Y entonces, la bomba explotó. La autopista comenzó a desmoronarse, cayendo encima de los vehículos negros, obstruyendo el paso a los vehículos que venían detrás.

Lo habíamos logrado.

—¡Si! —comenzamos a exclamar todos a destiempo.

—Ok, esta ocasión requiere música para celebrar —dijo Alessia, mientras conectaba el iPod al reproductor.

Whatever it Takes de Imagine Dragons comenzó a sonar a todo volumen, vaya oportuno.

No pude evitar acordarme de Albert, debido a que ésta es una de sus canciones preferidas...

Aun así, todos comenzamos a cantar al unísono al llegar al coro de la canción, estábamos realmente felices. Nuevamente habíamos vuelto a ser simples adolescentes, viajando a través de la carretera. Era otro de esos momentos en los que te das cuenta de que la vida no es tan mala como lo parece.

Después de todo, finalmente íbamos a ser libres. Nos habíamos librado de esos rastreadores, y, por lo tanto, de los psicópatas, pero...

Ahora éramos prófugos.

«Un único pensamiento recorría mi mente: Ellos volverán... No tenía duda de ello, lograremos nuestro objetivo, estaremos preparados para cuando eso suceda... Ganaremos esta vez, cueste lo que cueste»

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