Capítulo 19 | Huida

6:58 am ~ LUN 23/11/2037 ~Bosque ubicado a las afueras del Experimento 407b.

La luz solar se colaba entre las hojas de los árboles, iluminando ligeramente nuestro sendero. Finalmente habíamos escapado de aquel lugar, sí... Pero esto estaba lejos de terminar. Nos encontrábamos ante un bosque cuyos límites no podíamos observar, estábamos corriendo tan rápido como nuestras piernas nos lo permitían. Ya éramos libres de aquel experimento, pero teníamos que alejarnos de aquí lo más pronto posible, debíamos escapar de aquí, escondernos en donde ellos no nos pudiesen encontrar, así que teníamos un largo camino por recorrer. Estábamos avanzando a través de los árboles, teniendo cuidado de no tropezar con alguna rama y estrellar nuestras caras súbitamente contra en el suelo; los árboles de este bosque eran demasiado frondosos, y el terreno bastante irregular, no era lo ideal para correr, pero eso no nos iba a detener. Las alarmas podían escucharse todavía a lo lejos, ese distante sonido estridente era un gran recordatorio constante: «Ellos saben que escapamos, y van a salir a buscarnos en cualquier momento, y muy seguramente no se rendirán hasta volvernos a encerrar. Debemos estar bien lejos de aquí para cuando eso ocurra»

Estuvimos varios minutos así, corriendo y corriendo sin mirar atrás. El tiempo incluso había dejado de tener sentido, simplemente seguíamos avanzando sin parar, sacando fuerzas de dónde no teníamos. Cuando consideramos que ya nos encontrábamos bastante lejos de los muros, fue cuando comenzamos a disminuir el ritmo, estábamos realmente agotados, pero aun así decidimos que debíamos seguir adelante y no detenernos, o de lo contrario, todo esto podría haber sido en vano. Sólo podíamos seguir caminando a través de este bosque que parecía no tener fin.

Los árboles se entrelazaban perfectamente entre ellos, evitando que cualquier mínimo rastro de luz solar pudiese abrirse paso hasta la superficie, creando una sensación de encierro total. Era como si todo el mundo hubiese quedado resumido a este bosque. Sólo había árboles y más árboles, alguno que otro arbusto y un poco de césped y rocas en el suelo hecho de tierra. Algunos de los árboles tenían musgo en ellos, para variar.

Además del sonido de nuestras pisadas —las cuales apenas se oían— no se escuchaba ninguna otra cosa a nuestros alrededores. Había un silencio perturbador en el lugar. No había señales de vida por ningún sitio. No habían pájaros en el cielo, ni animales en la superficie.

Nada, sólo nosotros.

Mi mente ahora mismo, era un mar de preguntas sin respuesta: ¿Qué pasará con todos los que quedaron atrapados adentro? ¿Albert y Lukas lograron escapar? ¿Qué habrá pasado con todas las personas paralizadas? ¿Se los habrán llevado? ¿Estarán experimentando con ellos también? ¿En dónde estarán nuestras familias? ¿Mi mamá estará bien? ¿Los abuelos habrán logrado esconderse de todo este caos? ¿Qué nos esperará al salir de este bosque y volver a la civilización? ¿El mundo habrá seguido su curso como si nada? ¿O nos encontraríamos con un escenario post-apocalítptico?

Y, por último... Estaba esa pregunta que nunca ha salido de mi mente desde que inició el Experimento.

«¿Cuál es la finalidad de todo esto?»

Quisiera saberlo todo, tener respuestas a cada una de mis preguntas, pero... Evidentemente nadie más las sabe, excepto aquellos que experimentaron con nosotros. Marcus Collins tiene las respuestas a todas nuestras preguntas, y pienso obtenerlas a como dé lugar. Aunque, actualmente no podemos hacer más que escapar, pero ese es sólo el primer paso. Por más que lo intentaba, las preguntas no dejaban de invadir mi mente a medida que avanzábamos por este bosque...

«Debería intentar despejar mi mente, no conseguiré nada bueno preguntándome lo mismo una y otra vez...»

Los anaranjados árboles poco a poco dejaban caer algunas de sus hojas, las cuáles variaban un poco en sus colores, algunas eran amarillas, otras anaranjadas; unas parecían brillar en la luz del sol, otras eran bastante opacas. El clima estaba a una temperatura más o menos agradable, definitivamente no había calor, pero tampoco había demasiado frío.

Ahora es cuando realmente me doy cuenta del descuidado aspecto que llevamos ahora mismo. Estamos sucios y parecemos unos dementes recién salidos del manicomio, deambulando en medio del bosque con armas en todas partes, como si estuviésemos en una guerra imaginaria, producto de nuestra esquizofrenia paranoide. Nuestros ojos se notaban cansados, y estaban acompañados de ojeras justo debajo de ellos. Necesitábamos descansar apropiadamente, pero justo ahora no era el momento, debíamos seguir huyendo de aquí, salir de este bosque y llegar a la civilización cuanto antes.

Y así cada vez me sumergía más en el océano de mi mente, en mis pensamientos. A pesar de que había intentado despejar mi mente, cada vez iba más y más profundo, tan profundo que ya la luz del sol no podía observarse. Entonces, una voz me sacó de esas profundas aguas, devolviéndome a la realidad.

La cruda realidad.

—Bueno, no me gustan los silencios incómodos, así que como ninguno de ustedes se digna a romperlo, seré la voluntaria —dijo Christina.

—Bueno, podrían estar persiguiéndonos, así que todos nos estamos enfocando en salir de este lugar —dijo Alessia.

—Tienes razón, pero... —Christina haría una pausa— Aun así, no deberíamos encerrarnos en nuestras propias mentes —Christina se detuvo unos segundos, y luego volteó a vernos—. Es irónico como a veces, llegamos a ser nuestros peores enemigos —dijo Christina.

—Vaya, estás filosófica hoy —dijo Mia, en tono de broma.

—Lo peor es que la niña tiene razón —dijo Alessia.

—¿La niña? —protestó Christina— Si sabes que soy mayor que tú, ¿verdad?

—Cuando crezcas un poco, hablamos —dijo Alessia, sonriendo.

—¿Escucharon eso? —Clemence súbitamente cambió el tema de conversación, mientras observaba hacia diferentes direcciones.

—Cada vez que alguien pregunta eso, pasa algo malo —señaló Maxim.

—Muy cierto —dijo Mia.

—No sé a qué te refieres, Clemence... —dijo Sarah— No escuché nada.

—Me refiero a eso —dijo Clemence, señalando a unos soldados que estaban a varios metros de nosotros. No podían vernos desde dónde nos encontrábamos, pero nosotros sí podíamos verlos a ellos.

Afortunadamente, ellos no nos habían visto. Estaban recorriendo el lugar, pero en dirección opuesta a la nuestra, definitivamente venían de afuera del bosque, y se estaban dirigiendo hacia el Experimento.

Era bastante extraño, tenían unas distintivas insignias en sus uniformes, el mismo símbolo estaba en sus espaldas, pude distinguir dos letras.

«N.R.»

—Pensé que los soldados llegarían directamente al experimento, para comenzar a perseguirnos desde allá... —dije.

—Tienes razón... —dijo Clemence— Es bastante raro, si quisieran rodearnos, entonces hubiesen más soldados por aquí cerca.

—Como sea, deberíamos irnos... —dijo Alessia— Sean quiénes sean, no quiero que nos encuentren.

—Lexi tiene razón... —dijo Christina— Vámonos cuanto antes.

Comenzamos a caminar apresuradamente, con cuidado de no hacer mucho ruido, lo cual era un poco difícil, debido a las ramas y hojas que había en el suelo. Afortunadamente logramos perder de vista a los soldados, y entonces empezamos a correr nuevamente.

Probablemente ya haya un grupo numeroso buscándonos, ellos podrían encontrarnos en cualquier momento, cada segundo que trascurría era crucial, así que íbamos tan rápido como nuestras cansadas piernas nos lo permitían.

Las hojas caían al suelo, una tras otra, y los árboles no dejaban de aparecer uno tras otro en nuestro campo visual. Este bosque era realmente inmenso, y eso no era lo pero de todo. Lo peor, era que no teníamos ni la más remota idea de en donde estábamos exactamente. Podríamos estar en medio de la selva amazónica y ni siquiera lo sabríamos con certeza. Pero no, no tiene pinta de que estemos en El Amazonas. Tampoco creo que estemos en otro país, probablemente seguimos en Los Ángeles, sólo que estamos bastante lejos de casa.

—¿Creen que Albert y Lukas habrán logrado escapar? —dijo Alessia.

—Estoy seguro de que lo lograron —afirmé.

—¿En ese caso, no deberíamos esperarlos? —preguntó Christina.

—Bueno, la verdad es que sería complicado reunirnos en este bosque, no sabemos qué dirección puedan haber tomado... —dijo Clemence— Lo más sensato, sería llegar a la ciudad.

—Sí, necesitamos llegar a mi casa... —dije— Si Albert ha de comunicarse con nosotros, necesitamos algo que est...

—¿El telefonito? —preguntó Christina.

—¿Qué es eso, por cierto? —preguntó Maxim.

—Es una especie de walkie-talkie de larga distancia. Puede recibir llamadas como si fuese un teléfono satelital, y también puede pasar desapercibido en los radares... —expliqué— Mi abuelo tiene uno idéntico en su casa, solíamos usarlo para comunicarnos.

—Genial —dijo Maxim.

—Bueno, entonces no hay mucho que podamos hacer de momento —dijo Alessia, algo desanimada.

—Todo saldrá bien, Lexi... —dije.

Así que, simplemente seguimos movilizándonos a través del bosque, sin tener la certeza de a dónde llegaríamos, sin saber qué estábamos haciendo realmente, no teníamos rumbo alguno.

Sólo sabía que teníamos que huir, no podemos dejar que ellos nos vuelvan a atrapar.

«Eso definitivamente no volverá a ocurrir. No... La próxima vez estaremos preparados para cuando lo intenten»

Parte II

7:00 am ~ LUN 23/11/2037 ~ G.E.O. Nivel -10. Zona Restringida

El sonido de sus apresuradas pisadas hacía eco por el blanco pasillo. Marcus Collins avanzaba a toda prisa y con el ceño fruncido. Parecía como si fuese a exterminar con su mirada al primero que se le apareciera al frente. Algo había salido terriblemente mal y ellos habían logrado escapar de allí. Sus planes habían fallado medianamente, sus movimientos habían sido los erróneos.

A pesar de que había tenido la jugada perfecta, a pesar de que todas las piezas estuvieron en su sitio, a pesar de que tenía todas las de ganar... Esta vez el tablero le había fallado. Todo era a causa de la salida de la Sección 16.

No, no era sólo por eso.

Era porque alguien les había dejado pistas, pistas con las que descubrieron que la salida se encontraba allí, porque ni el Sujeto Dieciséis, que estuvo desde el principio al lado de ella pudo hallarla.

Alguien lo había traicionado y estaba más que dispuesto a averiguar quién era.

Finalmente había llegado a la puerta de máxima seguridad, la cual sólo él y Jared como su segundo al mando podían abrir. Marcus colocó su rostro en frente del lector de retina, el cual comenzó a escanear cada detalle del ojo derecho de él, luego una luz verde se encendió y la puerta comenzó a abrirse. El salió y luego de cinco segundos, se cerró aquella puerta, la cual encerraba los más oscuros secretos de aquella organización. Detrás de esa puerta se encontraba la clave de todo.

Comenzó a avanzar hasta el ascensor, el cual lo llevaría directamente a la Sala de Reuniones, en dónde todos lo estaban esperando. Llegó al ascensor y entró en él, luego presionó uno de los botones, el cual tenía un número diez. El ascensor comenzó a subir a gran velocidad. Marcus Collins pudo sentir esa extraña sensación que se tiene al subir en un ascensor, como si la gravedad se intensificara por un momento. El ascensor comenzó a disminuir su velocidad, a medida que el medidor que estaba encima de la puerta indicaba que ya iba por el Nivel 9. Finalmente se detuvo en el Nivel 10 del edificio, las puertas se abrieron y Marcus salió de la cabina.

Las personas iban de un lado al otro, movilizándose a través de los intrincados pasillos del lugar, algunos tenían carpetas en sus manos, unos vestían batas de laboratorio blancas.

Mientras él caminaba por el pasillo hacia la sala de reuniones, la gente lo saludaba con respeto, Marcus Collins era la mayor autoridad, y le temían por lo mismo. Algunos parecían incluso estar evitando su imponente mirada.

Collins llegó a la sala de reuniones, abrió la puerta y pudo sentir como todas las miradas se enfocaban en él. Habían algunas personas esperándolo en sus respectivos asientos, había una única silla vacía. Él fue y se sentó al final de la sala, en el asiento que estaba en el frente y por encima de todos, como si fuese un juez a punto de dirigir una corte.

—Bueno, dejémonos de formalidades y vayamos directo al grano, —comenzó diciendo Marcus con una voz audible, que se resonó por toda la habitación— Los sujetos 2, 5, 6, 7, 8, 9 y 10 escaparon esta mañana a las 06:57 para ser exactos...

»Hablaré claramente y sin rodeos. Iré al punto. Hay un traidor entre nosotros, el cual dejó una serie de pistas en distintos lugares, con las que los sujetos anteriormente mencionados pudieron hallar la salida de la Sección 16.

—¿Cómo ha podido pasar esto? —preguntó uno de los que se encontraban en la multitud.

—Quisiera saberlo más que nadie... Pero, lo que venía a pedirles, es que inmediatamente envíen más escuadrones en la búsqueda de los sujetos fugados. También quiero ahora mismo un grupo que vaya a capturar a todos los que quedaron adentro, el Experimento 407b será interrumpido...

»Además, quiero que vaya otro grupo para buscar a los mejorados, necesitan atención médica ahora mismo —ordenó Marcus.

Varios de los sujetos que estaban en la multitud, comenzaron a sacar unas pantallas táctiles, luego comenzaron a presionar diversos botones, con los que estaban ordenando a los sargentos a dirigir los escuadrones hacia el bosque. Tenían que buscar hasta en el más mínimo rincón.

Debían encontrarlos a todos y traerlos de vuelta cuanto antes, o sufrirían las consecuencias, las cuales serían drásticas.

—También quería aprovechar esta pequeña reunión para mencionar algo muy importante... —dijo Collins— El Experimento 407b fue un éxito, a pesar de los inconvenientes. Quisiera haber probado unas cuántas cosas más, pero... Ya tenemos la información necesaria. Ya podemos empezar con los preparativos para la Fase Dos —sentenció Collins.

—P-pero aún no ha culminado el Experimento 407a, todavía falta prep... —comenzó diciendo uno de los asustados científicos que estaba entre la multitud.

—No les pregunté si estaba o no todo listo... —dijo Marcus Collins calmadamente— Les estoy avisando que, desde ahora, tienen 7 días para el inicio de la Fase Dos... Tienen todo ese tiempo para realizar los preparativos necesarios.

—¿Algo más, señor? —preguntó uno de los científicos.

—No... —Collins negó con la cabeza— Ahora largo de aquí.

Inmediatamente todos comenzaron a levantarse de sus asientos, para entonces dirigirse hacia la puerta. Todo el mundo parecía estar apresurado. Marcus Collins podía llegar a ser muy severo algunas veces.

Sólo quedó una persona en la habitación, la cual no se había levantado de su asiento.

—¿A quiénes vas a elegir para iniciar la Fase Dos? —preguntó el único sujeto que se había quedado en la habitación.

—Todo a su tiempo, Jared... —comenzó diciendo Marcus— Pienso usarlos a todos, como ya te había comentado, pero... Debo reconocer que tengo una malvada idea en mente ahora mismo —dijo, mientras una sonrisa malvada se comenzaba a formar en su rostro.

—¿Vas a elegir a los Sujetos 12 y 21? —Inquirió Jared.

—Eres muy observador, Jared... —dijo Marcus— Acertaste.

—Lo observador lo saqué de ti, padre —dijo Jared.

—Bueno, en eso tienes razón, hijo —dijo Collins sonriendo ligeramente.

—¿Qué harás con los mejorados?

—Pensaba en proseguir con su entrenamiento, los resultados fueron mucho mejores de los esperados... Ellos también serán partícipes de la Fase...

Una súbita llamada de video entrante interrumpió su conversación. La persona que estaba detrás de la pantalla parecía bastante preocupada y hasta algo agitada.

—Señor, me temo que tenemos más problemas... —dijo el sujeto con algo de temor.

Marcus Collins suspiró.

—¡¿Qué hicieron ahora, inútiles?! —dijo Marcus Collins, quién parecía que iba a estallar de la furia.

—Es Dylan Greenwood, y no está sólo... —dijo, lo que ocasionó que la expresión de Marcus se tornara completamente sombría.

—Parece que tendremos compañía —dijo Jared, sonriendo.

—Eso parece... Encárgate de recibir adecuadamente a las visitas, Jared.

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