Capítulo 17 | Una Salida (Parte 1)

??? ~ DOM 22/11/2037 ~Sección 31.

Así que... Después de todo, era cierto. No éramos treinta personas, tampoco éramos treintaiún sujetos de prueba. Había un total de treinta y ocho personas encerradas en este lugar. Y ese no era el único secreto que ocultaba este lugar.

«La muerte está siempre allí, a la espera de que alguno de nosotros de tan sólo una pisada en falso»

En el suelo, había un cuchillo ensangrentado, y en una de las paredes, había una lanza de metal clavada. La lanza había traspasado los resistentes ladrillos, agrietando la pared, quedando incrustada en ella. Había también un rastro de sangre, pero sólo eran pequeñas gotas que iban hacia el pasillo de la derecha. Definitivamente una lucha tuvo lugar aquí.

La habitación sólo tenía cuatro sitios a donde ir. Podíamos regresarnos por donde vinimos, podíamos seguir el rastro de las gotas de sangre, o también podríamos elegir cualquiera de los otros dos pasillos.

—¿Por cuál nos vamos? —preguntó Albert.

—Tenemos que ir por este... —dije, señalando al pasillo que tenía el rastro de sangre en el suelo— Creo que Clemence puede estar por aquí cerca.

—¿Clemence? —preguntó Sarah.

—Sí... —afirmé— ¿Recuerdan el mensaje escrito en la pared del pasillo que nos trajo hasta aquí? —hice una pausa— Ese mensaje lo escribió ella.

—¿Cómo estás tan seguro? —preguntó Mia— Podría haberlo escrito cualquiera.

—Bueno, ella estaba pendiente del asunto de las Secciones faltantes... —comencé a explicar— Desde el cañón, pudo haber entrado a alguno de los túneles que le llevaron hasta aquí. El «31» obviamente era un indicio de que el pasillo llevaba hacia esta Sección. La letra C es la inicial de su nombre, y el número 2 coincide con el de su uniforme.

—Tiene algo de sentido, pero... No puedo evitar pensar en que parece una de esas locas teorías conspirativas —dijo Alessia.

—Concuerdo con Alessia —dijo Maxim, Sarah simplemente asintió.

—Como sea, andando... Ya verán que tengo razón —dije, para luego comenzar a caminar a través del pasillo.

El rastro de sangre se dividía en medio del pasillo, las gotas seguían hacia el lado derecho, por la intersección del pasillo... Pero, hacia la izquierda habían pisadas de sangre en el suelo. Como si alguien hubiese seguido el rastro, hubiese pisado la sangre, y entonces hubiese ido al lado contrario. Decidimos seguir las pisadas, que nos llevaron hasta un camino sin salida.

«Alguien más quería despistarnos»

Esto parecía un laberinto, había múltiples pasillos por los que podíamos ir, pero ninguna salida aparente. Esto ya comenzaba a frustrarme.

«¿Dónde estás, Clemence?»

De pronto, escuchamos algo detrás de nosotros, eran unas pisadas. Al final del pasillo, a varios metros de nosotros, podía observarse una silueta humana. La figura comenzó a avanzar hacia nosotros, la luz comenzaba a revelar su identidad poco a poco. Lo primero que pude distinguir fue el número treinta y uno en su uniforme.

«Era él, el Trigésimo Primero»

El misterioso sujeto avanzó lo suficiente como para que su rostro quedase descubierto por la luz.

—¡¿QUÉ?! —exclamó Christina. Alessia y Albert también parecían estar en shock.

Y ellos no eran los únicos. Mis ojos no daban crédito a lo que estaban observando, a quién estaban mirando; simplemente no podía creerlo. No quería creerlo, me negaba completamente a la posibilidad de que él hubiese estado involucrado todo este tiempo. No podía dejar de pensar en que tenía que haber una explicación lógica detrás de todo esto. Tal vez, él también fue una víctima de...

«Por cierto, disfruta tus últimas horas junto al calor de la calefacción... Algo me dice que la extrañarás» —resonó su voz en mi mente.

No, imposible. Él ya estaba al tanto del experimento, sabía que yo iba a empezar en la Zona Nevada. ¿Quién sabe que más sabía del experimento para ese entonces?

«¿No sabes nada? Bueno, de todas formas, lo descubrirás muy pronto»

Creo que una parte de mí siempre lo supo desde el principio, cuando lo vi ese día, en la oscuridad. Tal vez una parte de mi subconsciente se negó a aceptar la realidad en ese entonces.

Rick Anderson era el Trigésimo Primero. Aquel a quien yo consideraba un amigo, ahora se encontraba frente a mí en el lugar de un traidor. Fue él todo este tiempo, claro que lo había sido. Por eso su voz me pareció familiar, por eso él sabía mi nombre.

Él estaba herido, por lo que no tarde en suponer que la sangre del rastro era de él.

—Hola, Matthew... —dijo Rick. Su expresión facial era completamente indescifrable.

—Richard —dije, con un tono neutral.

—¿Richard? —preguntó, mientras se llevaba una mano al pecho, fingiendo estar ofendido— ¿Dónde quedó el apod...?

—¡Cállate, traidor! —exclamó Albert, furioso.

—Relájate un poco, Albert... —dijo Rick en su típico tono jovial— Después de todo, si vinieron hasta acá abajo fue para divertirse, al igual que su otra amiguita —dijo él, con un dejo de superioridad en su tono de voz.

—¿Cuál amiguita? ¿Clemence está aquí? —Sarah preguntó desesperadamente.

—Oh, ella... La pobre no fue rival para mí —dijo Rick, con una tristeza fingida.

—¿Dónde está Clemence, Richard? —dije con un tono sombrío.

—Mejor aún. ¡¿Qué hiciste con ella, animal?! —escupió Alessia.

—Me divertí mucho, debo admitirlo, aunque recibí estas heridas... —dijo él, señalando sus cortadas. Una de sus heridas parecía haber sido hecha con una lanza, probablemente fue con la lanza metálica que estaba en el inicio de la Sección 31— Ella era realmente buena, el pelirrojo que la acompañaba... —Rick hizo una pausa— No tanto, fue incluso más fácil acabar con él. Fue algo decepcionante la verdad, pero... Algo me dice que me divertiré muchísimo más con todos ustedes —dijo Rick, con una sonrisa malévola en su rostro, y una mirada asesina.

—¿Si eres consciente de que te superamos en número, verdad? —dije, denotando la obviedad del asunto.

—Oh... —Rick hizo una pausa— Pues, eso no será un problema, Matt... —Justo cuando dijo eso, dos personas salieron detrás de él. Eran gemelos, una chica y un chico— Ya es hora de presentarles a mis amigos.

—Yo soy Damian White —dijo el rubio, quien tenía un uniforme igual al de nosotros, pero con el número treinta y siete, grabado en él.

—Y yo soy Samantha White —dijo la rubia, quien tenía un treinta y ocho, grabado en su uniforme.

—Y finalmente es hora de empezar la diversión —dijo Rick, quien comenzó a correr hacia nosotros, seguido de los gemelos White.

Todo parecía movilizarse en cámara lenta. Estábamos listos para enfrentarlos, parecía que el combate de nuestras vidas estaba a punto de empezar.

Inesperadamente, de uno de los pasillos de la intersección derecha del pasillo principal, salieron ellos. Clemence y Lukas corrían a toda velocidad hacia nosotros. Ella agarró algo que tenía amarrado a su cinturón, se trataba una de las granadas eléctricas.

—¡No! —exclamó Rick, furioso.

Clemence arrojó la granada eléctrica segundos antes de que Rick arrojase una lanza metálica hacia nosotros.

—¡Al suelo! —exclamé, abalanzándome sobre Albert, quien por poco fue atravesado por la lanza.

La granada eléctrica detonó al mismo tiempo que nosotros nos movimos para esquivar el ataque de Rick. La granada les propinó una potente electrocución a los tres que habían intentado atacarnos.

—Gracias, Matt —Albert me agradeció por salvarle la vida.

—Sí, sí, como sea. Hay que irnos ya, no podemos desaprovechar esta ventaja... —dijo Clemence.

—¿Por qué tanto alboroto? —preguntó Albert— Tan sólo son tres.

—Ellos están modificados genéticamente, los mejoraron —explicó Clemence, luego le hizo una seña a Lukas, y el disparó una granada adhesiva hacia el techo. Segundos después, la explosión derrumbó gran parte del techo del pasillo, bloqueando así el paso.

Ella tenía algunas pequeñas cortadas en su rostro, una herida leve que sangraba un poco en el lado derecho de su frente, y una herida un poco más grande en su pierna, la cual tenía una venda ajustada. Afortunadamente, no eran muy graves. Lukas estaba en un estado similar, con unas cuántas cortadas más.

—Clemence... ¿A qué te refieres con mejorados? —preguntó Mia.

—En pocas palabras, esa granada sólo les habrá hecho cosquillas... —dijo Clemence, sin un ápice de gracia. Dejando bien en claro que no se trataba de una broma— Ellos ya no son humanos comunes y corrientes.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Mia.

—Lukas y yo nos enfrentamos a Rick, y a pesar de que debíamos tener la ventaja al ser dos contra uno, nosotros éramos quienes estaban contra las cuerdas, él era quien tenía la ventaja, por increíble que parezca... —Clemence comenzó a explicarnos, mientras corríamos— Su fuerza es mucho mayor a la de una persona cualquiera, sus reflejos son excepcionales, sus movimientos son increíblemente rápidos. Resistimos lo mejor que pudimos, y logramos escapar.

—En resumen, ¿Quién puede hacerle frente a la Sicaria? Sólo alguien mejorado genéticamente podría llegar a hacerle un mísero rasguño —dijo Lukas. Clemence le lanzó una mirada asesina.

—¿Si sabes que no se dice s...? —Albert iba a corregirlo, pero Clemence la interrumpió.

—No tenemos tiempo para discutir de gramática, necesitamos un plan. La explosión sólo los retendrá por un rato, tengan por seguro de que los volveremos a encontrar.

—Clemence tiene razón... —dije— Y además de esos tres, aún quedan cinco individuos probablemente mejorados esperándonos en alguna parte del subterráneo. No hay que bajar la guardia.

Continuamos corriendo hasta que llegamos a la siguiente sala, era bastante amplia, y además de tener enredaderas y musgo en sus paredes, tenía unos extraños agujeros colocados de forma simétrica.

—Esperen, debe hab... —Clemence trató de advertirnos, pero se vio interrumpida por un sonido mecánico.

—Oops, creo que ya es algo tarde para advertir —dijo Mia, quien había pisado una baldosa del suelo. La baldosa se había hundido, provocando ese característico sonido metálico.

Flechas comenzaron a salir al azar por los agujeros, mientras las paredes de la amplia habitación en la que estábamos comenzaban a cerrarse, amenazando con aplastar nos, si durábamos mucho tiempo aquí. Clemence observó detenidamente las baldosas del suelo, notando que seguían un patrón, si estaba en lo cierto, sólo algunas de las baldosas que estaban marcadas activaban las trampas, tal como la que Mia había pisado accidentalmente.

—Bien, escúchenme con atención... —Ella hizo una corta pausa, asegurándose de que todos la estuviésemos escuchando— Podemos salir de este lugar, pero no tenemos mucho tiempo, podemos esquivar las baldosas trampa y las flechas si avanzamos ordenadamente. Síganme en todo momento.

Y así, sin mucha dificultad, pasamos a través de la habitación de las flechas sin recibir ningún tipo de heridas. Al final, había un baúl, el cual no dudamos en abrir.

Luego de abrirlo, otro sonido mecánico pudo escucharse, las flechas dejaron de salir y las paredes del pasillo comenzaron a retraerse, volviendo a su posición original. Había un único pedazo de papel adentro.

—¿Qué dice la nota? —preguntó Christina, mientras observaba a Clemence, quien había sacado la nota del baúl y la tenía en sus manos.

¿Quieren respuestas, no? Las encontrarán en la Sección 36 —dijo Clemence, leyendo la nota.

Observé la nota, y pude reconocer inmediatamente la caligrafía de Rick. Miré a Christina, quién también se había dado cuenta del asunto.

—¿Esa no es...? —preguntó Alessia.

—Sí, definitivamente la escribió él —dijo Christina.

—Pues... Vamos a buscar a ese maldito traidor —dijo Albert con el ceño fruncido.

—Sí. Deja que nos espere allá... —dije— Vamos a la Sección 36.

«Christina, Alessia, Albert y yo habíamos sido traicionados. Ese vil bastardo se había hecho pasar por nuestro amigo, para luego apuñalarnos por la espalda cuando menos nos lo esperábamos...»

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top