Capítulo 13 | La Zona de Tormentas (Parte 2)

-:-- am ~ VIE 20/11/2037 ~ Zona de Tormentas.

Y fue entonces cuando desperté. Albert ya se había levantado, al parecer; Maxim seguía durmiendo plácidamente. Salí de la habitación, para ver si había alguien más despierto a esta hora. No encontré a nadie en el primer piso, por lo que decidí bajar al lobby, en dónde tampoco pude encontrar a nadie. Abrí la puerta principal y lo primero que noté fue que la lluvia había cesado; sin embargo, el cielo aún estaba nublado, con truenos sonando cada cierto tiempo, y uno que otro relámpago impactando a lo lejos, levantando tierra en el impacto. El granizo había dejado de caer y los tornados de arena se habían disipado, ahora sólo quedaban los trozos de hielo en el suelo y pequeños remolinos de arena que se formaban durante pocos segundos debido al fuerte viento frío que aún había.

—Al fin despiertas —dijo Albert, él venía junto a Clemence.

—Habló don madrugador... —dije con sarcasmo— Seguro fuiste a la cocina todo sonámbulo para buscar más galletas y entonces Clemence te despertó, de lo contrario te hubieses devuelto a la habitación para seguir durmiendo —dije.

—¿Cómo lo supo? —dijo Albert con una expresión desconcertada, sorprendido. Clemence se rio un poco.

—Tengo poderes —sonreí.

—Primera vez en la vida que te veo riendo —dijo Albert, dirigiéndose hacia Clemence.

—Ya deja de mirarme como si hubieses descubierto una nueva especie, sólo fue una simple carcajada —dijo Clemence con una mirada asesina.

—¿Todos se levantaron de mal humor? ¿O soy yo que ando sensible hoy? —dijo Albert mirando algo cautelosamente a Clemence, preocupado de que le fuese a clavar una de sus dagas justo en la arteria carótida común.

—¡Buenos días! —dijo Christina, que acababa de llegar.

—No son buenos, no estando aquí atrapados y sin saber cómo escapar —dijo Alessia, quien venía detrás de ella.

—Tienes razón, pero simplemente estaba saludando... —dijo Christina— Debemos ser optimistas, algún día tenemos que salir de aquí, de una forma u otra.

—Concuerdo con Tina... —dijo Albert— Saldremos de aquí, ya sea por la puerta de entrada, o en una bolsa para cadáv...

—¡Albert! —Alessia y Christina chillaron.

—¿Qué? —Albert protestó— ¡Sólo digo la verdad!

—Al, mejor cállate antes de que Alessia te meta en una de esas bolsas antes de tiempo... —dije, riendo.

«Y así comenzó nuestro quinto día atrapados en este lugar. Ya saben, lo usual»

Volvimos al edificio y entre todos comenzamos a preparar el desayuno, mientras conversábamos acerca de hacia dónde iríamos hoy. Poco después de nuestra conversación, Sarah y el resto llegaron a la cocina. Ya todos despiertos, con nuestras energías renovadas gracias al desayuno, decidimos trazar nuestro siguiente movimiento.

—Bien, hoy vamos a registrar este edificio a fondo... —dijo Clemence— Según el mapa que conseguimos ayer, hay muchos pisos subterráneos que aún no hemos revisado. Tal vez encontremos algo.

—Mantengan sus ojos bien abiertos, observen atentamente cualquier detalle que pueda ayudarnos a escapar de este lugar... Hasta lo más mínimo podría ser la clave... —dije, dándole a Albert una mirada que decía: "Por favor, se útil por primera vez en tu vida y encuentra algo".

—¿Qué? —Albert protestó.

—Nada —reí. Alessia no pudo evitar soltar una carcajada.

—Como sea, ya vámonos —dijo ella, sonriendo mientras terminaba de recoger sus cosas.

Allí empezó nuestra búsqueda, comenzamos examinando a fondo los dos estacionamientos que estaban por debajo de la recepción del hotel. Desafortunadamente, no encontramos mucho, sólo vehículos dañados y otros que podrían funcionar, pero que no tenían combustible. Albert se puso a revisar los autos uno por uno, creyendo que alguno tendría combustible, pero no encontró nada.

Le dije que no encontraría nada, pero él insistió. Al final, por supuesto que tuve razón. Primero, porque él es totalmente ciego que nunca ve nada; y segundo, porque estamos en un extraño edificio abandonado en medio de un lugar apocalíptico.

Me resigné a seguir buscando, me había quedado ensimismado en mis pensamientos.

Volví a dar un último vistazo a los estacionamientos, pero no encontré nada importante. Como sea, es mejor prevenir que lamentar, como suele decir mi abuela.

«Hablando de... Bueno, más bien pensando en mi familia, mis padres y mis abuelos. ¿Cómo estarán ellos? ¿Dónde estarán?... Sólo espero que esté bien...»

Dejé mis pensamientos a un lado y me enfoqué en seguir buscando, todos teníamos que seguir hasta encontrar algo. Seguí a los hacia las escaleras, había un cartel amarillo fosforescente que se podía observar en el pasillo, tenía un «-1» grabado en él. Descendimos las escaleras y exploramos con detalle todas las habitaciones, pero todas estaban vacías. En algunas, había ciertas marcas en el suelo, probablemente de alguna especie de maquinaria que antes estuvo allí.

Lo interesante comenzó cuando llegamos a las escaleras que llevaban al nivel inferior. Eran al menos veinte escalones, y al final de ellos había un corto pasillo que llevaba hasta unas puertas metálicas que no eran más que la entrada a un ascensor.

Maxim intentó llamar al ascensor, presionando el botón que había a un lado de las puertas metálicas, pero no ocurrió nada en lo absoluto. Maxim y Albert me ayudaron a abrir las puertas metálicas, cosa que se nos facilitó al usar una vara metálica que Maxim consiguió en el subnivel -1.

Ante nosotros, había un inmenso agujero que parecía no tener fondo. Había ciertas débiles luces amarillentas dispuestas simétricamente, al menos a unos dos metros de separación. Alessia utilizó su potente linterna, y entonces logramos visualizar la cabina del ascensor allá abajo, en lo que aparentaba ser el fondo. Comenzamos a bajar por unas escaleras de mano hechas de metal que estaban perfectamente soldadas a la pared. No hubo ningún inconveniente en nuestro descenso.

Llegamos hasta la cabina del ascensor, y destapamos la parte superior, para poder adentrarnos en él. Luego, abrimos las puertas metálicas del mismo, abriéndonos paso a la siguiente área de este extraño lugar.

Habíamos llegado a un pasillo bastante extenso, las paredes eran completamente blancas, el sitio parecía impecable. A ambos lados del pasillo, había diferentes puertas de madera, al final había una puerta doble de metal, que necesitaba un código para poder abrirse.

Comenzamos a revisar una por una las habitaciones, la primera era una especie de oficina, había una placa de metal, en la que antes había un nombre grabado, ahora sólo podía observarse un vestigio de lo que antes era una letra "C" maýuscula que parecía ser la inicial de su apellido. Había unos cuántos archivos, pero todas las carpetas dentro de ellos estaban vacías, la computadora que reposaba en el escritorio, requería una contraseña para acceder al sistema.

—Tal vez consigamos la contraseña en alguna parte... —dijo Alessia mientras caminaba hacia la puerta— Deb...

—¡Esperen! —dije— Antes, quiero probar algo...

—Vale, procura no bloquear el sistema de seguridad y todo estará bien... —dijo Maxim.

—Tranquilos, sólo lo intentaré una vez... —expliqué— Tengo una pequeña corazonada.

—Bueno, nosotras nos adelantaremos para revisar las otras habitaciones... —dijo Clemence, quien estaba debajo del marco de la puerta, el resto de las chicas ya había salido— ¿Vienen? —preguntó, dirigiéndose a Maxim y a Albert.

—Vale... —dijo Albert. Maxim asintió— Cualquier cosa nos avisas, Matt.

Me senté frente al escritorio, estuve observando la laptop detenidamente durante unos cuántos segundos hasta que por fin la abrí. Nuevamente apareció aquel nombre de usuario «Mark», que requería una contraseña para poder acceder al sistema. Tenía una loca y descabellada idea acerca de cuál podría ser la contraseña, pero no estaba seguro... Tal vez no estaba ni cerca de acertar, pero tenía que intentarlo.

«Triginta et Octo»

Contraseña incorrecta.

«Claro, no podía haber sido tan fácil»

Salí de la habitación un tanto decepcionado, y revisé las habitaciones hasta que por fin encontré a los chicos.

Estaban revisando un almacén gigantesco, había cientos de archivos verticales, con montones de carpetas llenas de información dentro. Esto tomaría su tiempo. Todos ya se encontraban revisando los archivos verticales, así que me uní a ellos. Pasaban los minutos y se volvió algo exasperante, pero debíamos revisar TODO, podríamos encontrar algo que nos ayude a salir de este lugar, después de todo es un experimento, tal vez quieren ver si alguien puede escapar de aquí gracias a su ingenio... Tal vez ese sea el objetivo de todo esto.

Algunos archivos estaban censurados, otros tenían la información sobre el inventario adquirido luego de ciertas compras probablemente clandestinas, en su mayoría eran compuestos químicos, materias primas y otros componentes, algunos de los cuales no eran del todo legales.

Finalmente encontré una carpeta que contenía varios archivos interesantes.

Experimento 407

Sujeto de Pruebas 31b

Nombre: R****** ********

Desafortunadamente, el nombre estaba tachado, sólo podía verse la inicial. Había más datos acerca del sujeto, tales como peso, altura, tipo de sangre y nacionalidad. En la parte superior derecha de la hoja, había un recuadro en donde debería estar una foto de la persona, pero ésta había sido arrancada aparentemente. En la parte inferior de la hoja había un apartado de «Observaciones» que probablemente contenía información acerca del experimento en cuestión, pero... La mayoría de los datos estaban censurados, por lo que no pude averiguar nada relevante.

Experimento 407

Sujeto de Pruebas 32a

Nombre: Aleksandra Jaworska

Los datos personales de ella no estaban tachados, pero no pude averiguar nada relevante, las observaciones también estaban censuradas. Los siguientes archivos eran similares, contenían información acerca de los sujetos de prueba en cuestión, y sus observaciones estaban completamente tachadas.

—¡Chicos! —exclamó Albert— Creo que encontré algo.

«Esperen ¡¿Albert encontrando algo?!... Definitivamente esto es el apocalipsis»

—¡OMG! ¡El mundo se va acabar! —Comenzó diciendo Alessia, mientras fingía desmayarse. Sarah y Mia estallaron en carcajadas. Alessia no pudo suprimir la risa y, aun tirada en el piso fingiendo estar desmayada, comenzó a reírse. Maxim no pudo evitar reírse ante la escena.

—¡El Apocalipsis ha llegado! —exclamé, para luego comenzar a reírme con los demás. Clemence simplemente sonreía mientras miraba divertida a Albert.

—¡El fin está cerca! —exclamó Christina fingiendo ansiedad y preocupación. Luego el silencio reinó la sala, mientras Albert nos dirigía una mirada asesina a todos. Aunque especialmente a mí, a Alessia y a Christina.

—¿Qué ibas a decirnos? —preguntó Christina aún con la sonrisa en su rostro.

—No, ya... —hizo una pausa— Nada, me voy —dijo Albert mientras fingía irse, sosteniendo en sus manos lo que sea que haya encontrado.

—¿Vieron? Hicieron llorar al b... —comencé a decir mientras me reía. Fui interrumpido al sentir el impacto de algo en mi cara. Era una carpeta con unas cuantas hojas en ella. Albert me estaba dirigiendo una mirada asesina, luego sonrió con malicia.

—Gracias —dije amablemente.

—De nada —respondió Albert con el mismo sarcasmo.

Comencé a mirar las hojas que estaban dentro de la carpeta, el resto se acercó para observar que había en esta carpeta. Habían varias hojas con información irrelevante acerca del hotel, cosas que ya sabíamos, principalmente. Pero, había un mapa incompleto en la última página. Parecía ser un mapa de la Zona de Tormentas.

Hay una "X" de color negro, junto a las palabras «Hotel». Hay una segunda "X", debajo de la cual dice «Puerta». Hay una página extraña que básicamente decía que encontrar este edificio era necesario para poder salir de la Zona de Tormentas, también mencionaba que la puerta necesitaba un código para poder abrirse...

«Ya empezamos con los códigos otra vez»

En el mapa se pueden ver varios edificios dibujados por todo el mapa. Probablemente, gran parte de ellos ya ha sido destruido.

—Creo que deberíamos ir a dónde está esa puerta, podría ser nuestra salida —dijo Christina.

—No creo que sea la salida definitiva del experimento, pero al menos podría ser la salida de la Zona de Tormentas... —dijo Clemence— Sería un gran avance.

—No perdemos nada intentando. Yo digo que vayamos —dije.

—Deberíamos dividirnos. La mitad de nosotros va, y la otra mitad sigue buscando la otra parte del mapa y el código que necesitamos... —Sugirió Sarah— así ahorramos tiempo.

—Bueno, tengo un código que tal vez sirva —dije, mientras sacaba de mi bolsillo la nota de papel en dónde estaba aquel código binario que abría la puerta de la Sección 7.

—¿De dónde lo sacaste? ¿Acaso eres un mago? —dijo Albert bastante sorprendido.

—Obviamente, estúpido muggle —dije con una mano en mi pecho, fingiendo estar ofendido. Albert se rio.

—Bueno, entonces mejor sigamos buscando la otra part... —Comencé diciendo, pero un grito interrumpió mis palabras.

—¡Encontré la otra parte del mapa! —dijo Mia con bastante entusiasmo.

—¡Vaya, que suerte! —dijo Sarah.

—En ese caso, nos iremos todos... —comencé diciendo— Pero antes, trae el mapa, vamos a unir ambas partes.

Unimos las dos partes, estas encajaban perfectamente, ahora teníamos un mapa completo de todo el lugar. En la parte superior del mapa, decía «Experimento 407b». El lugar en el que estábamos encerrados tenía la forma de una circunferencia perfecta, dividida de una forma bastante peculiar. Una de las mitades era la «Zona Nevada», la otra estaba indicada como «Zona Desértica». Entre ambas zonas encajaba el primer fragmento que conseguimos del mapa, la «Zona de Tormentas», que era bastante más pequeña que las dos primeras, pero considerablemente mucho más peligrosa. Alrededor de toda la circunferencia, había unas estructuras salientes, ordenadas en grupos de tres, cada una con un número, esas eran las Secciones, enumeradas del 1 al 30. Había doce secciones repartidas a lo largo del muro que bordeaba el exterior de la Zona Nevada, tres en cada extremo de la Zona de Tormentas, y las otras doce estaban en la Zona Desértica.

No había ningún indicio de secciones ocultas, tampoco de alguna especie de salida. Pero sé que debe estar escondida por algún lado...

—Bueno, qué más da. Tenemos el mapa, bla, bla, bla. Ya vámon... —comenzó diciendo Alessia, pero se vio interrumpida por el sonido de un seco golpe metálico que pudo escucharse claramente, venía del pasillo.

—¿Estamos todos aquí adentro, verdad? —preguntó Maxim.

—Sí... —afirmó Christina.

—¿Entonces qué dem...? —Maxim fue interrumpido por un segundo estruendo.

Todos salimos corriendo hacia el pasillo, para ver que rayos estaba pasando. Apenas llegamos, observamos que la puerta metálica doble del final estaba abollada, había algo detrás que estaba tratando de hacerse paso.

—Ok, creo que es hora de irnos... —dijo Albert— No sé ustedes, pero yo no quiero recibir visitas no deseadas.

Comenzamos a correr hacia el ascensor, pensábamos salir de aquí inmediatamente. Pero, aquella voz nos hizo detenernos justo a mitad del pasillo.

—¡Ayuda! —Un desesperado grito masculino pudo escucharse al final, provenía del otro lado de la puerta metálica.

«No podía creerlo. Había alguien atrapado allá adentro, y estaba en peligro... Teníamos que actuar cuanto antes»

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