Capítulo 12 | El Final de la Zona Nevada (Parte 2)
-:-- pm ~ MIE 18/11/2037~ Zona Nevada.
Mia me hizo una seña, para hacerme saber que lanzaría la bengala a la cuenta de tres. Tres segundos más tarde, la bengala salió volando, emitiendo su brillo rojizo incandescente. Decenas de mutantes se movilizaron al instante hacia la fuente de luz, Mia lanzó una granada cuando se empezaron a amontonar alrededor de la bengala, acabando con más de una docena de ellos en esa explosión. Teníamos suerte de que no eran muy inteligentes, o de lo contrario podrían incluso haber evitado la bengala, sabiendo que era una trampa.
Aquí fue cuando empezamos a correr, la cosa de dos metros emitió un funesto grito, y entonces los demás mutantes comenzaron a perseguirnos. Comenzamos a dispararles a medida que avanzábamos, la montaña estaba realmente lejos, mucho más de lo que parecía; no podíamos detenernos por nada del mundo, teníamos que seguir adelante, atacándoles con todo... Con suerte, la ayuda llegaría pronto.
«Y si no, estaremos acabadas en tan sólo unos minutos»
Entonces, un trozo gigantesco de madera salió despedido a toda velocidad hacia nosotras.
—¡¿Pero qué m...?!
—¡Al suelo! —me abalancé hacia Mia, para que pudiésemos evitar el impacto.
Ambas rodamos por la nieve, llevándonos un fuerte impacto en el proceso. El mutante gigante había arrancado una de las ramas de los árboles gigantes y la había arrojado hacia nosotras. Nos levantamos lo más rápido que pudimos y entonces reanudamos nuestra marcha, los mutantes habían ganado ventaja, y ahora se encontraban a no más de diez metros de distancia.
La aberración gigante lanzó otra rama, la cual pude ver a tiempo, por lo que simplemente nos detuvimos y la rodeamos luego de que impactase en la nieve. Pero, los mutantes se habían acercado muchísimo hacia nosotras.
Si algo no sucedía ahora mismo, no saldríamos de esta...
Mia arrojó su última granada, acabando con varios mutantes, y lanzando algunos cuántos al aire, pero eso sólo nos ganó unos cuantos minutos. Habíamos llegado a la mitad del camino para ese entonces, sólo nos faltaba la otra mitad del trayecto para llegar a la montaña.
Y desde allí, con los mutantes a punto de alcanzarnos, pude ver cómo la ayuda venía hacia nosotros. Una sonrisa invadió mi rostro al verlos, no podía creerlo.
—¡¿Necesitan ayuda?! —exclamó Matthew mientras corría hacia nosotras. Alessia, Albert, Clemence y Sarah estaban venían junto a él, estaba también un chico pelirrojo que recordaba haber visto antes, probablemente antes de entrar a alguno de los entrenamientos.
Matthew disparó dos flechas explosivas que acabaron con varios mutantes, Clemence disparaba con su arma, las balas se adherían a los mutantes y luego explotaban, acabando con otros cuántos en el proceso; Sarah abatía a varios con su ballesta, mientras que el pelirrojo les disparaba con una pistola. Nosotras nos unimos a la contienda, atacando con todo, disparándoles a quemarropa, parecía que podríamos lograrlo.
—¿Se puede saber cómo encontraron a semejante grupo de incinerados? —preguntó Albert, mientras les disparaba a los mutantes.
—¿Incinerados? —pregunté extrañada.
—Sí, los mutantes... Sus pieles están quemadas, entonces... Ya sabes, un apodo.
—¡Albert, no es momento! —dijo Alessia mientras les hacía cortadas con una katana a los mutantes que llegaban a atacarla.
—Estábamos en el bosque, tranquilas... Literalmente llegaron de la n... —comenzó a explicar Mia, pero fue interrumpida.
Un segundo gigante apareció desde el bosque, y decenas de incin... Mutantes venían junto a él.
—¡Y allí vienen los refuerzos! —exclamó el pelirrojo.
La segunda oleada de mutantes venía hacia nosotros, justo cuando nos quedaban apenas unos cuántos del primer grupo, justo cuando pensábamos que todo acabaría.
—¡¿Quién invitó a los hermanos de Juggernaut?!
—¿Podrías ser serio por primera vez en tu vida? —le recriminé— ¡No es momento para bromear!
—¡¿Qué no ven que trato de aligerar la situaciooooon?! —Albert hizo su voz mucho más aguda al final, debido a que tuvo que lanzarse hacia un lado para esquivar el ataque del gigantesco mutante, que ya había llegado hasta nosotros.
Nuevamente, realizó un embate con su puño, tratando de atacar esta vez al pelirrojo, quien esquivó su ataque moviéndose ágilmente hacia un lado, él le realizó un corte descendente con su espada que abarcó gran parte de su pierna derecha. Clemence fue a ayudarlo, utilizando una katana idéntica a la que tenía Alessia. La segunda horda de mutantes ya estaba a pocos metros de nosotros, por lo que tendríamos que enfrentarnos a todos ellos, al mismo tiempo que lidiábamos con Jugg... El gigante.
—¡¿Alguien tiene un plan?! —preguntó Sarah, mientras le disparaba a un grupo de mutantes que se acercaban
—¡Alessia! —exclamó Clemence, quién estaba luchando junto a Matthew y Sarah contra el mutante— ¡¿No tenías más de esas granadas sonoras?!
—¡Sí! —dijo ella, deteniéndose para buscarla en su mochila, mientras Albert y el pelirrojo la cubrían— ¡¿Pero creen que funcione con los gigantes?!
—¡No perdemos nada intentándolo! —dijo Matthew, mientras le disparaba a un grupo de mutantes que se les acercaban— ¡En todo caso nos libraríamos de los pequeños!
—¡Incinerados! —corrigió Albert.
—¡Tu cállate!
—¡Alessia! —insistió Clemence.
—¡Voy!
Alessia le quitó el anillo de seguridad y arrojó la granada hacia el gigantesco mutante, y en menos de cinco segundos, un fuerte pitido ensordecedor fue expulsado por aquella granada. Inmediatamente, todos nos cubrimos nuestros oídos, sentía que mis tímpanos iban a explotar; pero, a pesar de la incomodidad, una sensación de euforia recorrió todo mi cuerpo al ver como las decenas de incinerados caían como moscas al suelo.
—¡Lo logramos! —exclamó Mia.
—No canten victoria tan rápido, ahí viene el otro gigante.
Clemence tenía razón, aún teníamos que enfrentarnos a las dos bestias gigantes. Tuve que moverme rápidamente para esquivar la embestida del primer gigante, y entonces comencé a dispararle en la pierna, justo detrás de la rodilla. Matthew le disparó una flecha explosiva que dañó gran parte de su armadura.
—¡Me quedé sin flechas explosivas!
El pelirrojo, Clemence y Alessia se coordinaban para realizarle cortadas con las hojas de sus respectivas armas, Matthew le disparaba flechas en sus extremidades superiores cada vez que intentaba atacarlos, el gigantesco mutante parecía ser demasiado lento como para poder reaccionar ante los cuatro atacando al mismo tiempo, lo estábamos haciendo realmente bien.
Pero, la situación empeoró cuando una roca gigantesca voló por los aires, estaba a punto de caernos encima.
—¡Cuidado!
Casi nos habíamos olvidado del segundo mutante, y eso casi nos cuesta la vida, si no les hubiese advertido de aquella roca, alguien hubiese sido aplastado.
—¡Eh, tú! —exclamó Albert— ¡¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño, grandote?!
Albert comenzó a dispararle a quemarropa con su fusil, Mia se unió a él, el gigante comenzó a emitir alaridos de dolor, las balas finalmente lograban penetrar su dañada armadura. Sarah disparaba saetas en puntos clave, en donde la armadura no lo protegía, falló un par de veces, pero eventualmente logró darle en todas sus articulaciones principales, dejándolo prácticamente inmovilizado.
—¡Alessia! ¡Maxim! —exclamó Clemence— ¡Ahora!
Alessia le dio su katana a Clemence; y el pelirrojo, cuyo nombre recién había descubierto, lanzó una granada explosiva que derribó al mutante, dejándolo completamente aturdido. Clemence se subió en él, hasta llegar a su pecho, y entonces, le enterró las dos katanas en todo su corazón.
—¡Bien! —exclamó Alessia.
—¡Ahora solo queda uno!
—¡Una ayudita por aquí! —dijo Albert, quien se había lanzado al suelo para evitar una patada del gigante, luego rodó hacia un lado para evitar ser pisado por aquella bestia.
—¡¿Alguien tiene una granada?! —preguntó Sarah.
—¡Creo que ya las usamos todas! —respondió Matthew.
—¡¿Y entonces como rayos derribamos a esta cosa?!
—Tenemos que darle justo en los ojos.
—¡Tengo un plan! —exclamó Matthew— ¡Necesito que lo distraigan un momento!
—¡No se diga más! —dijo Albert mientras se levantaba— ¡Hey! ¡Yu-ju! ¡Sí, tú! ¡Cara de...! —Albert tuvo que moverse para esquivar el golpe, pero no logró reaccionar a tiempo. Él salió disparado hacia la nieve.
—¡Albert! —exclamó Alessia, preocupada.
—¡Estoy bien! —dijo él, tosiendo, levantando un brazo, su pulgar estaba levantado.
—¡Ten más cuidado, inútil! —exclamó Matthew mientras se preparaba— ¡Max, Clemence! ¡Ataquen sus piernas!
—¡Entendido!
Ambos se movilizaron hacia sus objetivos, cada uno realizó una cortada ascendente bastante profunda, abarcando casi toda la longitud de cada pierna. El humanoide gigante, emitió alaridos de dolor, y justo en ese momento, Matthew realizó su disparo. Una flecha atravesó el ojo izquierdo de la bestia, acabando con él al instante.
—¡Bien hecho, Hawkeye! —dijo Albert.
—¡Eso sí que estuvo intenso! —exclamó Mia.
—¡Chicos! —fui corriendo a saludarlos a todos.
—¡Menos mal que los encontramos aquí, si no ya estuviésemos más que muertas!
—Lo hicieron muy bien... —dijo Clemence— Ahora vayamos a descansar, todavía faltan varias horas para el amanecer, volvamos a la cueva.
—Realmente los extrañaba, me alegra haberlos encontrado a todos —dije.
—Sí, también me alegra saber que estamos casi todos juntos, sólo nos falta encontrar a Lukas y entonces nos iremos de aquí a como dé lugar —dijo Matthew.
—Sí, tenemos que encontrar esa salida —dije.
Todos juntos llegamos a la cueva, estuvimos hablando un rato, contando nuestras experiencias en este lugar. Cada uno de nosotros había pasado por pruebas difíciles, momentos críticos; pero, todos salimos adelante y ahora estamos aquí. Al rato, todos nos acomodamos para dormir un poco, distribuimos los turnos de guardia, quedando en que dos personas vigilarían dos horas mientras el resto duerme, y luego haríamos un cambio. Clemence y Matthew serían los primeros, luego los relevarían Alessia y Albert.
Estaba completamente exhausta, así que no tardé mucho tiempo en dejarme llevar en los brazos de Morfeo.
«En unas horas, finalmente encontraríamos el final de la Zona Nevada, finalmente estaríamos un paso más cerca de encontrar la salida. Pero, lo que ninguno de nosotros imaginaba, era que lo que nos aguardaba más allá de este páramo nevado, sería mucho peor a todo lo que ya habíamos enfrentado»
Parte II
Matthew Walker
-:-- am ~ JUE 19/11/2037 ~ Zona Nevada.
El sol radiante iluminaba mi rostro aún adormilado, la luz daba directamente en toda mi cara, fue lo que me hizo despertar. Luego de la intensa batalla contra los mutantes, volvimos a la cueva para descansar. La fogata improvisada que Clemence había hecho ya se había apagado, Alessia y Albert dormían plácidamente en sus sacos de dormir, Clemence estaba afuera observando el nevado entorno, Sarah y Maxim estaban sentados en la entrada de la pequeña cueva, Christina y Mia debían estar afuera. Yo aún tenía algo de sueño, pero ya era un nuevo día, así que debíamos aprovechar al máximo la luz para avanzar.
—Hasta que al fin despiertas —dijo Christina con un tono cómico, mientras entraba en la cueva.
—No me hagas reír... —dije sonriendo, mientras negaba con la cabeza— Tú te despiertas temprano cada tres siglos, así que no puedes quejarte.
—Levántate de una vez, estás a tiempo de observar el amanecer —dijo Mia entusiasmada.
—Si sabes que la luz del sol entrando por la cueva fue la que me despertó, ¿verdad? —dije— Puedo ver el amanecer desde aquí, genia.
—Se dice genio, no "genia". —dijo Mia.
—Sí, ya lo sabía. Lo hice a propósito. —dije, aún sentado en el suelo.
—Bueno, si no te levantas por las buenas... —dijo Christina— Lo harás por las malas —continuó Mia con una sonrisa malvada en su rostro, mientras lanzaba una mirada de complicidad dirigida hacia Christina.
Entonces ellas vinieron corriendo hacia mí y me halaron por los brazos, empujándome hacia afuera de la cueva, hacia la nieve. Christina puso su pie en medio, haciéndome tropezar, por lo que terminé sintiendo la fría nieve en mi rostro y mis manos descubiertas; me había quitado los guantes antes de dormir y ahora tengo las manos tan frías como un cadáver recién salido de la morgue.
—Gracias por lanzarme a la nieve, que amables son... Es exactamente lo que quería —dije sarcásticamente.
—De nada, no tienes que agradecerme, para eso están los amigos —dijo Mia con una sonrisa malvada apareciendo en su rostro. Luego estalló en una carcajada repentina. Christina se unió a su risa
—Al menos ya estás despierto... —dijo Clemence mientras observaba a Mia como si ella fuese una psicópata que estuviese teniendo una crisis mental— En un rato nos marchamos, tenemos que seguir buscando, tal vez encontremos algo que sea de ayuda.
—Bien, iré a despertar a los tortolitos —dijo Mia quien aún tenía aquella sonrisa malévola, acompañada de Christina, que también iba a despertar a los dormilones.
Las dos chicas estaban agarrando un poco de nieve del suelo para ir a lanzársela a Albert. Sarah observaba la escena, divertida, Maxim parecía no entender lo que querían hacer con la nieve.
—¿Qué piensan hacer con...? —Maxim hizo una pausa, su expresión cambió por completo— ¡Oh! Ya veo.
«La reacción de Albert definitivamente sería épica»
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