Capítulo 12 | El Final de la Zona Nevada (Parte 1)

Christina Lawrence

-:-- pm ~ MIE 18/11/2037~ Zona Nevada.

Estaba huyendo.

La nieve caía ferozmente del cielo, sentía que mi rostro ardía del frío, a medida que avanzaba a toda velocidad, dando grandes zancadas por la nieve. Ellos seguían allí, tratando de alcanzarme, emitiendo sus extraños gruñidos mientras me perseguían, cinco más de ellos habían aparecido quién sabe de dónde y se habían unido a los otros ocho bichos humanoides que me perseguían. Como pude, me di la vuelta mientras seguía avanzando, para dispararles con mi subfusil MP7, logré asestarle a uno en la pierna, derribándolo al instante, uno de los mutantes que venía detrás, se tropezó cayéndole encima.

Volví a disparar y logré darle a uno en el cuello y a otro de ellos en el torso y en la pierna. Era realmente difícil apuntarles mientras corría por mi vida, pero no podía detenerme aquí, un paso en falso podría ser el fin.

Seguía avanzando y disparándoles cómo podía, ya sólo quedaban tres de ellos. Entonces, presioné el gatillo nuevamente para acabar con uno de ellos, y nada sucedió.

Me había quedado sin balas.

«Esto no puede estar pasando»

No podía correr eternamente, ya mis piernas estaban que no podían dar un paso más y el aire frío quemaba mi garganta cada vez que inspiraba tratando de recobrar el aliento.

Tendría que enfrentarme a ellos, debía dejar atrás toda mi ansiedad y ser positiva.

«Puedo con ellos, claro que puedo. Tengo un maldito tridente»

Me detuve abruptamente, decidida a encarar a los tres mutantes restantes. Agarré el tridente, el cual estaba puesto en mi espalda, gracias a una correa que me permitía llevarlo allí. El primero de los mutantes se abalanzó contra mí, yo lo atravesé con el tridente en el torso, acabando con él fácilmente. Le asesté una patada para que su cadáver cayese encima del otro mutante que venía, luego le realicé una cortada diagonal desde su cuello hasta su brazo, entonces lo golpeé con el mango del tridente para tumbarlo al suelo; finalmente, atravesé su cráneo con el extremo puntiagudo del tridente. Levanté mi vista para ver por dónde venía el tercer y último mutante, pero éste había desaparecido.

«O eso era lo que yo creía»

El mutante se me abalanzó por detrás, tirándome al suelo. Me volteé para no estar indefensa ante esa cosa, y comencé a darle patadas mientras intentaba levantarme, pero sus manos me retenían mis piernas. El mutante me arañó en el muslo, y luego se impulsó para tratar de clavarme sus uñas en el cuello, yo le asesté una patada para tratar de zafarme, pero era inútil.

El tridente había caído lejos de mí y no lograba alcanzarlo, estaba en una situación crítica, debía hacer algo y tenía que hacerlo ya. Entonces, tuve una loca idea que podría salvarme la vida. Agarré mi MP7 y golpeé al mutante en su cabeza con la culata repetidas veces, logrando así zafarme de su agarre, luego agarré el tridente, y justo cuando el mutante se iba a abalanzar sobre mí, atravesé su torso con el arma.

Estaba exhausta, así que me tiré en la nieve por unos segundos para recobrar el aliento. Ya estaba por anochecer, así que tenía que encontrar algún sitio en donde dormir. Me encontraba caminando a través del bosque, buscando algún lugar ideal para dormir; probablemente terminaré durmiendo en uno de los árboles otra vez.

Y entonces, fue cuando lo vi.

Uno de los árboles era diferente al resto. Su tronco era considerablemente más amplio que el de los demás, incluso sus ramas eran diferentes. Me acerqué a él y comencé a examinarlo, hasta que encontré una inscripción bastante peculiar, tenía la forma de un cuadrado perfecto, lucía completamente anormal allí, en medio de la corteza del árbol.

Decidí presionarla para ver que ocurría.

Un sonido metálico resonó en el interior del tronco luego de presionar aquella parte, la cual se había hundido. Una parte de la corteza comenzó a abrirse, había unas escaleras que llevaban hacia abajo, podría tratarse de un refugio en el que pudiese pasar la noche. Finalmente me ayudó el ser positiva hoy.

Descendí por las escaleras y llegué a una habitación subterránea, era de forma circular y medía al menos ocho metros de diámetro. Había espacio de sobra para colocar mi saco de dormir. Al fondo del lugar, había un baúl, en el cual pude conseguir distintos cartuchos con municiones, algunas de las cuales me servían para mi subfusil; además, también había tres granadas, una daga y una Beretta 92. Revisé cuidadosamente el baúl, y descubrí que tenía un compartimiento secreto, en el cual había varias barras de pan integral, un par de botellas de agua de un litro y un sándwich empaquetado al vacío. Me aseguré de que la entrada estuviese cerrada y entonces me relajé.

Había antorchas artificiales que iluminaban la estancia, por lo que no tenía problemas de visibilidad, y una fogata eléctrica mantenía el lugar con una temperatura agradable. Estaba hambrienta, así que procedí a comerme el sándwich, el cual encontré increíblemente delicioso, incluso tenía algo de salsa. Tomé un poco de agua y me dispuse a descansar.

En momentos así me ponía a pensar en qué sería de mi familia, mi hermana, mi mamá... ¿Habrán logrado protegerse de la niebla verde? Sólo espero que estén bien, sea donde sea que se encuentren; debo ser positiva, sé que pronto encontraré a los chicos y saldremos todos juntos de aquí y todo volverá a la normalidad.

Estaba a punto de conciliar el sueño, cuando un ruido proveniente de la puerta me trajo de vuelta al mundo de los vivos. Había ocurrido una explosión allá afuera.

«¿Qué demonios fue eso?»

Un segundo estruendo pudo escucharse allá arriba, algo había golpeado fuertemente la puerta. Decidí actuar.

Rápidamente agarré el subfusil y le recargué las municiones, por si acaso... Entonces, la compuerta se abrió, y un mutante cayó hacia el suelo, golpeándose con las escaleras. Era alguna especie de felino, de pelaje negro, sus ojos eran completamente azules, además tenía varios implantes metálicos. Comencé a dispararle, pero las balas parecían no afectarle mucho, debido a que su blindaje metálico lo protegía bastante. El mutante corrió hacia mí para tratar de atacarme, yo me lancé hacia la izquierda para poder esquivarlo. Traté de agarrar mi tridente para poder herirlo, pero la bestia fue mucho más rápida y se me abalanzó encima, hiriéndome en el brazo con sus garras. Le asesté una patada, pero fue en vano. El felino rugió fuertemente, abriendo sus fauces por completo, dejándome observar sus dos filas de colmillos afilados.

«Este será mi fin»

Justo cuando pensé que iba a morir, tres disparos seguidos acabaron instantáneamente con el felino mutante. Una gran sensación de alivio recorrió todo mi cuerpo.

—¿Estás bien? —preguntó ella, extendiéndome su mano para ayudarme a levantarme.

—¡Mia! —tomé su mano y me levanté, para luego envolverla en un abrazo— ¡Me salvaste la vida!

—Sí, bueno... Tampoco es para tanto. Tu hubieses hecho lo mism...

—Hey, estás sangrando —la interrumpí.

—Oh, descuida... Tengo algunas vendas en el bolso.

—Vale, te ayudaré a limpiar esa herida.

Luego de tratar nuestras heridas, cerramos la puerta para poder descansar un poco, Mia me contó todo por lo que había pasado hasta ahora, ambas estábamos exhaustas, y necesitábamos dormir un poco.

Desperté luego de unas cuantas horas, me era difícil conciliar el sueño. A pesar de que estábamos bastante seguras aquí adentro, perfectamente escondidas, mi mente no dejaba de estar alerta. Mia parecía estar durmiendo plácidamente, decidí no molestarla. Necesitaba despejarme un poco, tenía demasiadas cosas en mente ahora mismo.

«Salir a tomar aire fresco me vendría bien»

Puse el tridente en el soporte que tenía en mi espalda y agarré el subfusil, por si acaso. Entonces caminé hacia las escaleras, tratando de hacer el menor ruido posible y abrí la puerta del refugio. Ya había dejado de nevar prácticamente, el cielo seguía ligeramente nublado, pero podían verse algunas estrellas. La temperatura había descendido bastante, por lo que me puse el gorro y los guantes para contrarrestar el frío.

Comencé a caminar por los alrededores, contemplando el entorno. En otra situación, este sería un viaje hermoso, el lugar era agradable, de fondo podían verse algunas montañas cubiertas parcialmente por la nieve, y los gigantescos árboles cuyas hojas tenían blancas pinceladas eran realmente dignas de admirar.

«Si tan sólo no estuviese encerrada en un experimento mortal...»

Entonces, escuché una rama partiéndose a la mitad, lo que solamente podía significar una cosa: Ya no estaba sola.

Rápidamente comencé a observar hacia todas las direcciones, en búsqueda de aquello que había provocado el sonido, hasta que al fin lo pude ver. Era otro de esos mutantes humanoides, pero éste era diferente, su piel era un poco más oscura, aunque mantenía los mismos tonos grisáceos. Además, portaba una especie de ligera armadura de color negro que lo protegía casi por completo, dejando solamente su cara y brazos desprotegidos.

Esa cosa estaba de espaldas, por lo que no me había visto y tampoco me vería venir. Atravesé su torso con el tridente, justo en la zona en la cual debería estar su corazón, el mutante emitió un corto alarido antes de morir.

Examiné de cerca su cadáver, tenía rasgos femeninos, unos cuantos mechones de sucios cabellos blancos se desprendían de su cráneo, éstos parecían haberse quemado ligeramente.

«Me pregunto si en algún punto, estas cosas fueron... Humanos»

Estaba a punto de levantarme cuando una mano posándose en mi hombro me hizo sobresaltarme, ocasionando que perdiese el equilibrio y cayese a la nieve mientras gritaba del susto.

—¡Me asustaste! —chillé. Mia estalló en risas.

—¿Enserio? —preguntó ella sarcásticamente, aún envuelta en su ataque de risa— No me había dado cuenta.

—Ja, ja... —la miré con mis ojos entrecerrados— Muy graciosa —no pude evitar esbozar una ligera sonrisa.

—¿Qué haces aquí afuera?

—Necesitaba tomar algo de aire, despejar mi mente... —dije— Tenía muchos pensamientos en la cabeza, no pude dormir muy bien que se diga.

Mia se sentó junto a mí en la nieve.

—Te entiendo perfectamente... —dijo ella mirando al horizonte nevado— Últimamente he tenido demasiadas cosas en mente, dudas, sobre todo. No dejo de pensar en todos los que quedaron allá afuera, paralizados... —Mia hizo una pausa— Apenas llevamos poco más de tres días aquí encerradas, pero pude sentir que estaba volviéndome loca entre toda esa nieve, los árboles y los malditos mutantes esos...

—Sí... —suspiré— Ha sido realmente duro pasar a través de todo esto mientras nuestras mentes no podían dejar de pensar en qué estará pasando allá afuera. No dejo de pensar en si mi hermana estará bien, si habrá logrado escapar, esconderse, o si tal vez... La capturaron y la tienen encerrada en alg...

—No pienses en eso... —Mia me interrumpió— No ganarás nada mortificándote con esos pensamientos.

—Bueno, tienes razón... —levanté mi mirada del suelo y la observé— Es graciosamente irónico que Matthew y los demás siempre dicen que soy la persona más positiva que conocen, porque justo ahora no me siento así.

—Está bien sentirse mal de vez en cuando, pensar que todo va a salir mal por más que te esfuerces en conseguirlo, porque si piensas positivamente todo el tiempo, te llevarás muchas más decepciones de las que deberías, verás las cosas como tú las quieres ver y no como en realidad son... —Mia hizo una pausa— La realidad puede ser bastante cruel, simplemente míranos a nosotras, dos chicas con unos cuántos días de entrenamiento de defensa propia y cierta experiencia en el área de la supervivencia, encerradas en medio de éste páramo nevado lleno de criaturas asesinas.

—Vaya, no lo había visto de esa forma... —hice una pausa— Gracias, Mia.

—No hay de qué, Blondie.

—¿Blondie?

—Me pareció un buen apodo para ti. Ya sabes, por tu cabello...

—Oh, ya veo lo que hiciste —sonreí.

—Bien, creo que deber...

Un estruendoso y grave alarido resonó a través del viento, helándome la sangre instantáneamente, causándome un escalofrío que recorrió toda mi columna vertebral.

—¿Qué demonios fu...?

—¡Corre! —exclamé al observar aquello.

Decenas de mutantes venían a gran velocidad hacia nosotras, aún estaban bastante lejos, pero si no nos vamos de aquí ahora mismo, probablemente no saldremos de esta con vida.

Comenzamos a correr lo más rápido que nuestras piernas nos lo permitían, teníamos que despistarlos de alguna forma, no podíamos correr eternamente, y tampoco podíamos enfrentarnos a tantos de ellos al mismo tiempo. La única opción que teníamos ahora mismo, era correr hasta dejarlos atrás.

En cierto punto, tuvimos que comenzar a dispararles, debido a que más mutantes venían llegando por los laterales. Mia se encargaba de dispararles a los que nos venían persiguiendo, acabando con varios de ellos fácilmente, gracias a la potente cadencia de fuego de su subfusil Colt. Yo me encargaba de abatir a los que salían por los laterales, impidiendo que llegasen hasta nosotras.

Mia lanzó una granada hacia uno de los árboles, ocasionando que varias ramas comenzaran a arder. El árbol que recibió el impacto más fuerte se vino abajo, aplastando algunos mutantes en el proceso, y deteniendo el avance de la gran horda que nos estaba persiguiendo.

Continuamos movilizándonos sin aligerar el paso, teníamos que aprovechar la ventaja que la granada nos había concedido.

Llegamos al final del bosque, ante nosotros había una zona bastante amplia, estábamos en la cima de una pequeña colina, a lo lejos podía observarse una montaña bastante alta, en cuya base podía verse una luz encendida, era fuego. Probablemente se trataba de una fogata encendida, lo que sólo podía significar una cosa, ya sea para bien o para mal: Pronto tendríamos compañía.

Descendimos la colina y luego nos tomamos unos segundos para descansar e hidratarnos, necesitábamos recobrar el aliento.

—Oye, nosotras solas no podemos contra toda esa horda que se nos vendrá encima en breve...

—¿Y qué sugieres? —pregunté— ¿Tienes algún plan? —inquirí.

—De hecho, sí... —Mía hizo una ligera pausa— Hay una pequeña probabilidad de que alguno de nuestros amigos esté en esa cueva, entonces... —Mia sacó algo de su bolso— Planeo usar esta bengala para llamar la atención.

—Bueno, podría funcionar, pero... —dije— ¿No crees que es algo arriesgado? Literalmente nos estaríamos poniendo un blanco en toda la sien, recuerda que tenemos una horda de mutantes que está a punto de llegar.

—La idea es crear una distracción para los mutantes, lanzaré la bengala para distraerlos, y cuando se amontonen allí, lanzaré estas granadas para acabar con varios de ellos... Con suerte, alguien vendrá a ayudarnos al ver tanto alboroto; si hay más de una persona allá, debe haber alguien haciendo guardia, y si no se da cuenta de la ruidosa horda, definitivamente notará las explosiones.

—Bueno, podría funcionar... Es peor que no hacer nada y quedarnos aquí a morir.

Ambas recargamos municiones, y nos escondimos detrás de unos árboles que había en todo el medio de la planicie nevada. El sonido de la horda aproximándose cada vez era más notorio, nuevamente un grave y fuerte alarido resonó por todo el lugar. El ambiente se había tornado realmente tenso, ese bramido no parecía de este mundo, era como si las puertas del mismísimo averno se hubiesen abierto ante nosotras, y ese estruendoso rugido bestial fuese el grito de guerra que anunciaba la llegada inminente de aquellas criaturas infernales.

La horda de mutantes se detuvo allí, en la cima de la colina. Pude ver como en medio de ellos se alzaba un ser gigantesco, debía medir al menos dos metros, definitivamente esa cosa había sido el causante de aquel alarido infernal. Era realmente corpulento, portaba distintas piezas de una armadura de color negro, dicha coraza dejaba varios puntos débiles en los cuáles podríamos herirlo.

«En tan sólo unos segundos, finalmente llevaríamos a cabo nuestro plan. No sabíamos si iba a funcionar, pero era nuestra única opción... Sea lo que sea que pase, lucharé hasta el final»

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