#15 Amelia

Tu padre enviudó cuando tu tenías 5 años; varios años después decide rehacer su vida con una linda señora de nombre Amelia quien pasaría a ser tu madrastra desde que tienes 15 años

Amelia es una señora de muy buen ver, es alta, incluso más que tu, tanto que tu rostro queda a la altura de sus lindos pechos copa C; es rubia y de ojos azules, con un gran trasero

Amelia es muy amable contigo, no te trata como si fuera tu madre sino como tu amiga

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Una tarde llegabas del colegio y ella te espera con la comida lista, aquel día tu padre llegaría tarde así que estaban solos

Amelia: ¿Cómo estuvo el día de hoy?

Respondes que algo pesado pero siempre es relajante llegar a casa, ¿Y a quien no le sería relajante poder contemplar ese lindo trasero dentro de aquellos jeans ajustados?

Amelia: Te comprendo

Ella se pone en cuclillas para buscar dentro de un estante, dándote la espalda. Amelia no se da cuenta que sus cacheteros rosas sobresalen un poco de sus jeans y mucho menos de que la estas mirando

No lo piensas mucho, puede pasar como una simple broma así que pones en marcha tu idea; te acercas poco a poco hacia ella y con un veloz movimiento tomas aquella sexy ropa interior y tiras con todas tus fuerzas, te fijas y con la ropa interior entre sus nalgas, le puedes ver perfectamente la raya

Amelia: ¡¿Qué rayos me estas haciendo?! ¡Ouch!

Empiezas a entrar en razón pero no das marcha atrás, tiras más alto hasta que escuchas aquella prenda crujir, ahí ella te toma de la muñeca y hace que la sueltes

Amelia: ¿Acaso estas loco?

Entras en razón por completo y escapas a tu habitación, el castigo que recibirás ronda tu mente una y otra vez. Hace mucho terminaron los castigos a base de nalgadas, los de ahora los consideras peores ya que te dejan con el cuerpo lleno de dolor; cosas como ir a preparar cemento a las construcciones de tu padre durante todo el día, eso basta para dejarte sin movimiento durante unos días

En la noche tocan la puerta de tu habitación, con temor abres y tu padre junto a Amelia entran. Amelia tiene su ropa interior en las manos, durante el castigo la extiende para que la veas, ahora tienen varios agujeros en la parte trasera, producto del calzón chino

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Llegas a casa con el cuerpo deshecho; cuatro días seguidos de hacer cemento y moverlo a carretillas con una pala, tu sólo

Luego de bañarte te lanzas al sofá

Amelia: Hola ¿Cómo estuvo el día?

La miras con algo de gracia, respondes que muy cansado y te disculpas por el calzón chino

Amelia: Ya quedó en el pasado, creo que el dolor que sientes ahora es mayor al que sentí durante casi un minuto

Asientes con la cabeza, no necesitas recibir un calzón chino para saber que tiene razón

Amelia: Sólo que aún no te doy mi castigo

La miras con curiosidad por lo que acaba de decir

Amelia: Quiero decir, tu padre ya te dio el suyo pero ¿Qué hay del mío? Fue mi trasero y mi ropa interior los que sufrieron a manos de ti

Ahora la miras con incredulidad, estas tan adolorido como para reír, ella te levanta y te da la vuelta, dispuesta para hacerte calzón chino y lo logra. Te susurra algo al oído

Amelia: Siendo sincera me gusta mucho hacer calzón chino, aunque detesto recibirlos; y desde que me hiciste uno he tenido sed de venganza

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Recibiste calzones chinos a manos de ella durante ese día, cinco para ser exactos; el asunto dejó de ser justo ya que sólo le habías hecho uno, ahora era tu turno de castigarla

Pasan un par de días y la oportunidad perfecta llega, tu padre sale de viaje y justo consigues pruebas para librarte de otro posible castigo

Esperas a que Amelia salga de bañarse y espías para ver el momento en el que se ponga la ropa interior

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Entras de forma brusca dándole un susto, le das la vuelta y la empujas hacia la cama, ella cae con su trasero muy expuesto

Amelia: ¿Qué rayos haces aquí? ¡Largo!

No dejas que se levante, tomas sus bragas rosas con flores y las examinas haciendo comentarios sobre la ternura de su ropa interior

Amelia: ¡Para! ¡No..

Se quedó en shock cuando tiras muy alto, tanto que su trasero se levanta un poco, te burlas de su expresión en cuánto la vez con un espejo

Haces que se enderece y aún te burlas, desabrochas su sujetador rojo el cual casi cae al suelo y por un momento le logras ver el pezón

Amelia se atrapa el sujetador antes de que caiga y con el cubre sus pechos, estando sonrojada y consiente de lo que alcanzaste a ver

Te ofreces para abrochar de nuevo el sujetador y ella acepta sin captar lo que vas a hacer. Tiras aún más alto y el tirante del sujetador lo pasas por los agujeros de las piernas de aquellas tiernas bragas

Amelia: ¡Ouch! ¡Ouch! ¡Ya sueltame!

Respondes que el castigo aún no termina, logras hacer que ella se acueste bocabajo sobre tus piernas, mencionas recordar un castigo de cuando eras pequeño el cual te dio ella y no pudiste sentarte en un largo rato; ella comprende lo que vas a hacer y se retuerce para intentar escapar

Amenazas con tirar más fuerte de su ropa interior si sigue así, haciendo énfasis en el elástico de la prenda y que seguro durará un rato de calzones chinos

Amelia tiembla pero hace caso; sueltas en primer golpe con la Palma abierta en aquel trasero redondo y regordete, tu madrastra se sacude un poco y suelta un gemido leve de dolor, en parte por la nalgada y en parte por que al sacudirse la ropa interior se le metió más profundo

Le das nalgadas a Amelia durante un rato, hasta que sus nalgas quedan de un tono rosa intenso, admites que siempre quisiste darle una nalgada

Amelia: Pues me acabas de dar más de una...

Dice mientras frota ambas manos en su retaguardia

Aprovechas que te dio la espalda para terminar el castigo; aún con las bragas enganchadas al sujetador, tomas el resorte y tiras hacia ti, ella siente molestias ya que sus pechos están siendo aplastados con su sujetador y sus bragas se hacen un lugar cada vez más profundo

Amelia: ¡Eso duele mucho! ¡Para!

No le haces caso, sigues tirando hasta que el sujetador se rompe y vuela por los aires, liberando aquel par de maravillas de pezón rosado; Amelia ahora está de rodillas en el suelo mientras cubre sus pechos, con tu pie la empujas para que quede en cuatro patas y con ese mismo pie evitas que su trasero se eleve mientras sigues tirando

Tu madrastra no deja de gemir del dolor hasta que el último crujido cesa, sus bragas tiernas, ahora rotas, las sostienes como un trofeo y las metes en su boca

Te vas de la habitación amenazando con decirle algo que ella hizo a tu padre, algo que le dará un castigo peor, por último le das una nalgada y te vas

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