6. Por favor, ¡no lo hagas!

6. Por favor, ¡no lo hagas!

Anduvimos lo que a mí me pareció aproximadamente media hora, aunque puede que fueran más minutos. A cada paso que dábamos, el terreno se hacía cada vez era más resbaladizo; debido a la constante humedad, producida por las frecuentes tormentas que caían en este pueblo. Mis sandalias ya estaban cubiertas de lodo y me costaba dar un paso hacia delante, sin hundirme aún más en él. La oscuridad tampoco ayudaba mucho a esta última tarea, pero contaba con la suerte de tener instalada, en el teléfono, una aplicación que funcionaba como una linterna. No alumbraba mucho, aunque al menos gracias a ella no iba a ciegas. Harry, sin embargo, había sido previsor y se había embarcado en esta aventura con una buena linterna con la que podía ver al menos hasta diez pasos más allá, desde la posición en la que él se encontraba. Aunque me habría gustado poder utilizar esa luz que su linterna proyectaba, tenía que mantener la distancia y procurar que no se diera cuenta de que lo había estado siguiendo desde la playa.

Harry debía de ser deportista o si no, debía mantener una buena forma física, ya que otro adolescente en su lugar, ya se habría cansado de andar. Incluso yo, que practicaba sur, empezaba a encontrarme fatigada.

El terreno había empezado a adquirir pendiente, y mis primeras sospechas de que Harry se dirigía al acantilado, iban tomando fuerza. Pero si de verdad esto era así, ¿por qué iría hasta allí? ¿Estaba borracho y quería hacer el indio? No, eso no podía ser, porque andaba perfectamente bien y no parecía desorientado o confundido en ningún momento. Ni siquiera estaba cansado, debía conocer el camino tan bien como a la palma de su mano.

Estaba tan absorta en mis pensamientos y cavilaciones, que tropecé, sin darme cuenta, con una rama y caí al suelo. El golpe no había sido muy duro, mas me había empapado entera de barro. Aun así, hice acopio de la poca fuerza que me quedaba y me aferré al tronco del árbol más cercano. Traté de levantarme del suelo como pude, intentando hacer el menor ruido posible. Durante lo que fueron los diez segundo más largos de mi vida, aguanté la respiración y me mantuve abrazada al roble, a la espera de que Harry se diera la vuelta y me pillara espiándolo y siguiéndolo. Mi mente imaginaba la cara que el chico de ojos verdes pondría al verme, y con la misma nitidez; era capaz de proyectar la mirada de rabia pura, que convertiría su verde esmeralda en oscuridad. Cerré los ojos, inspiré y esperé.

Tras varios minutos de espera, escuché cómo Harry seguía su camino y no queriendo quedarme atrás y a oscuras, emprendí la marcha tras él.

Finalmente, decidió detenerse y yo suspiré aliviada. No era una gran fan del senderismo, y sin duda alguna, esta era la primera vez que hacía una ruta tan larga. Aparté el mechón de pelo negro que caía por mi frente y amenazaba con quedarse pegado a esta, debido a la mezcla de lodo y del escaso sudor que perlaban en ella.

Volví a abrazarme a otro roble y guardé mi teléfono en el bolsillo trasero de mis tejanos. Mis ojos no tardaron mucho en acostumbrarse a luz de la que Harry disfrutaba gracias a su linterna. Mantuve mi cara pegada al tronco, por si a caso a Harry se le pasaba por la cabeza la idea de darse la vuelta y volver por donde había venido. Sin embargo, no lo hizo. Harry dejó la linterna en un tronco caído y se aproximó despacio y sin prisa aparente, hacia el filo del acantilado. Recogí mi pelo en una coleta maltrecha, porque en ese momento todo me estorbaba. No podía creer lo que Harry iba a hacer. ¡Quería acabar con su vida! Se iba a tirar y yo lo iba a ver todo. No, no pensaba permitírselo. No iba a dejar que acabara con su vida. Si necesitaba ayuda, yo estaba dispuesta a dársela y a aconsejarle.

-Por favor, ¡no lo hagas!-grité saliendo de mi escondite.

Harry giró sobre sus pies y se dio la vuelta sin ninguna pizca de asombro aparente en su tez. No estaba sorprendido de verme ahí, sabía que lo había estado siguiendo todo este tiempo. Mis mejillas adquirieron un tono rojizo en cuestión de segundos.

-No sé por qué, sabía que tú debías de ser la idiota que me estaba siguiendo.

Sus ojos volvían a ser de ese verde oscuro con el que me había abrasado la otra vez que me pilló infraganti. Ahora mismo debía de dar pena ajena, parecía una estúpida cotilla de lo peor.

-Puedo ayudarte, no tienes por qué hacerlo. Si necesitas ayuda, yo puedo escucharte-trató de interrumpirme, pero se lo impedí.-Escucha sé que a veces las cosas parecen que no pueden ir a mejor, y que por el contrario, solo van de mal en peor; pero no te desesperes. Siempre hay esperanza, una solución o una luz al final del túnel, o como quieras llamarlo. Así que, piensa en tu familia y no lo hagas-suspiré dando mi discurso por acabado.

Había expuesto mis argumentos de forma rápida, nunca había hablado tan rápido y sin pausa, incluso me había quedado sin aire, y vergonzosamente, había boqueado en busca de él. Cuando quise volver a tomar el turno de palabra, Harry me interrumpió:

-¿Quieres parar?-al ver que me callé continuó.-Gracias, creía que no pararías, que te asfixiarías y que al final, la muerta serías tú.

-Muy gracioso, teniendo en cuenta que estabas a punto de haberlo sido hace unos minutos, si no hubiese sido por mí-ironicé y me crucé de brazos indignada.

No podía creer la desfachatez y el cinismo con los que actuaba. Le había salvado la vida y ahora él en lugar de agradecérmelo, se burlaba de mi posible muerte por asfixia.

-No iba a suicidarme, solo te ponía a prueba.

Ahora el que se cruzó de brazos esperando mi reacción fue él.

-¿A prueba?-ahogué un jadeo.

¿Todo esto había sido una estúpida prueba? Creía que iba a morir, y lo que es más, me había preocupado irrevocablemente por el hecho de que pudiera pasar y por que no ocurriera. Y él se quedaba ahí pasmado y decía que todo era una prueba.

-Sí, quería ver hasta que punto eras capaz de salvar tu pellejo, dado el episodio de tu torpe y estrepitosa caída. Quería saber si serías capaz de salir de tu escondite y detenerme.

Creía que había sido cuidadosa, mas él sabía todo. Sabía hasta que me había caído sin siquiera haberse dado la vuelta. No podía describir con palabras la vergüenza que sentía en ese instante.

-Y si no hubiera salido, ¿te habrías tirado?-le provoqué.

Harry se encogió de hombros y negó con la cabeza.

-Ni siquiera pillarte con las manos en la masa vale tanto-replicó.

-Eres idiota. Todos aquí lo sois. Liam, Louis, Zayn y tú-exploté dejando que toda mi rabia fluyera.-La única cuerda es Megan.

Harry sonrió divertido ante mi ataque de histeria momentánea, y llegué a pensar que quizás al caerme al suelo, me había dado un golpe tan fuerte en la cabeza, que tal vez, no estaba hablando con Harry, sino con Louis; y el golpe hacía que lo viera distorsionado y que me lo imaginara con otro rostro. Podría ser, pero no lo era.

-Me alegra ver que te divierto-mascullé.

-No lo haces, es solo que por una vez, estoy de acuerdo en algo contigo. Todos los que has nombrado son unos idiotas, incluso Megan; a la que tanto defiendes. Acabará por decepcionarte-explicó con su voz lenta y grave.

-¿Cómo puedes estar tan seguro?-inquirí cansada de su escrutinio constante.

La forma en la que me miraba me ponía los nervios a flor de piel y lo único que se me ocurría para distraerme, era cambiar el peso de mi cuerpo de pie.

-¿No vas a contestarme?-Fingí desesperarme.

-No debería hacerlo, aunque pensándolo bien tal vez si lo hago, me libraré de que me sigas hasta mi casa-hizo una pausa esperando a mi reacción y bajo mi mirada furiosa continuó hablando.- Lo sé, porque los conozco a todos. He ido al colegio con ellos desde que era pequeño.

Cansada, decidí sentarme en el tronco en el que Harry había depositado su linterna. Me entretuve tratando de quitarme el barro de la cara, pero en vez de eso, lo extendí aún más. Debía de estar poniendo muecas graciosas en mi empeño, pues Harry trataba de no reírse, mas no podía esconder lo inevitable, y dos hoyuelos hicieron acto de presencia en sus mejillas. Él realmente era perfecto y hermoso. El adjetivo guapo se le quedaba pequeño. Debí quedarme mirándolo fijamente como un imbécil, ya que se aclaró la garganta incómodo ante mi mirada.

-¿No quieres saber nada más?-preguntó alzando una de sus perfectas cejas castañas.

Sí, sí quería. Pero si dejaba que la curiosidad me llevara por sus lares, entonces ya no habría final y Harry pensaría que era una cotilla sin remedio. Por extraño que pareciera, no quería que el pensara eso de mí. Tenía mucho orgullo y decidí morderme la lengua y no preguntar.

-No-dije con la voz más aguda de lo que pretendía, sonó más como una queja.

-Si no tienes nada más que decirme, entonces me voy-se giró dispuesto a marcharse.

No sabía qué hacer estaba desorientada, perdida y sobre todo, muerta de la vergüenza. Quería volver a casa, pero para eso necesitaría la ayuda de Harry y él ya se había ido. Me entretuve mirando cómo las olas llegaban hacia el acantilado e imaginé cómo chocaban con el rompeolas, llevé las rodillas a mí pecho, las rodeé con mis brazos y enterré mi cara en ellas, deleitándome en el sonido de las olas chocando y rompiéndose continuamente.

Entonces escuché un ruido detrás de mí y me preocupé. No sabía qué clase de fauna habitaba en este bosque, ¿y si había algún jabalí? Me di la vuelta lo más rápido que pude y traté de mantener la calma, pues sabía que lo animales podían oler el miedo y que si eso sucedía, en ese momento todo estaría perdido.

Sin embargo, el ruido no había sido producido por ningún jabalí, era Harry el ser que se acercaba a mí saliendo de la oscuridad y de entre los matorrales. Lo miré alzando una ceja, cuestionándole por qué había decidido dar media vuelta y volver.

-Se me ha olvidado la linterna-se excusó.

Se acercó hasta ella y la cogió entre sus manos, sin tapar en ningún momento la lente por la que la luz salía proyectada. Estaba dispuesto a emprender su camino de nuevo, cuando lo agarré del brazo e impedí su marcha.

-No puedes dejarme aquí y menos sin luz-dije.

-Tal vez, deberías haber pensado en ello antes de seguirme, ¿no crees?-repuso sin más.

-Por favor, no sé volver. Estoy perdida-supliqué.

Si Harry no se apiadaba de mí, seguramente, y aunque por dentro me mueriese de rabia e impotencia, acabaría llorando a moco tendido. Estaba realmente agotada de todo, estaba deshecha moralmente. No podía más y solo acababa de comenzar a vivir aquí. No aguantaba a Louis, no soportaba la actitud de Liam y Harry me había descubierto y llamado cotilla. Nada estaba saliendo cómo esperaba y para colmo iba a llorar, acción que no solía realizar porque tenía una gran dificultad para ello y solo me salía en casos extremos.

Harry chasqueó la lengua molesto, pero finalmente asintió y accedió a que lo acompañara, aunque me puso una condición:

-Si te llevo de vuelta, dejarás de espiarme, ¿de acuerdo?-propuso.

-Tampoco me paso la vida espiándote, eh. Tengo cosas que hacer y de las que ocuparme-me defendí ofendida.

Harry se cruzó de brazos y alzó una ceja expresando su sarcasmo.

-Lo que tú digas-espetó.-Pero ya te he pillado dos veces.

-Está bien, dejaré de seguirte-musité y estiré la mano dispuesta a sellar el trato.

Harry parecía reacio a estrechar mi mano con la suya, pero finalmente deslizó su mano junto a la mía y le dio un ligero apretón. Y creo que fue en ese momento también, cuando no solo mi mano contactó con su piel, sino que mi mirada se quedó prendada de la suya y pude sentir cómo el tacto de su mano suave, fuerte y grande; mandaba miles de señales de confusión, nerviosismo y emoción por todo mi cuerpo. Estaba deleitándome con la sensación, cuando Harry se apartó y cortó nuestra breve conexión y contacto.

-Vamos, ya está demasiado oscuro. Si nos quedamos más tiempo, ya ni siquiera la linterna podrá ayudarnos.

Holi bebitas preciosas. Siento haber tardado tanto en subir, pero no sabía qué hacer con el personaje de Zayn, desde que se fue he tenido problemas de inspiración con la trama. Pero ya está solucionado!
Gracias por leer!
Os adoramo!
Besitos by Cici:)

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