22. Los amigos se hieren con la verdad, para no destruirse con la mentira.
¡Feliz año preciosas mías! Lo he dicho como un millón de veces, pero muchísimas gracias por todo el apoyo que me habéis dado en estos meses en los que, de nuevo, me he aislado de wattpad para centrarme en mí y reponerme.
Pero no hablemos de cosas tristes, 17Black está de vuelta y aunque parezca que no, este cap está cargadito de cosistas que espero que analicéis al milímetro y me comentéis lo que pensáis al respecto.
¡Os adoramo!
Besitos by Cici:).
22. Los amigos se hieren con la verdad, para no destruirse con la mentira.
Estaba tan ensimismada guardando los cuadernos de las clases pasadas, que no fui consciente de la presencia de Megan a mi lado hasta que me tocó el brazo con uno de sus dedos.
Cubrí mi boca con la palma de la mano ahogando un bostezo. No había conseguido pegar ojo la noche anterior por culpa del maldito examen de francés que tendría al día siguiente. No era la mejor alumna, y si a eso se le añadía que me había pasado las últimas clases distraída por culpa de mi compañero de mesa, obtendría un precioso deficiente firmado con mi nombre.
Había tratado de relajarme despejando mi mente con otros pensamientos, pero no había mucho dónde elegir, pues cuando no estaba pensado en Harry, mi mente vagaba tratando de descifrar que se ocultaba tras los datos que tenía sobre Elizabeth. Comenzaba a pensar que estaba obsesionándome, por lo que me había planteado seriamente alejarme de Harry y de Zayn lo máximo posible en los próximos días.
A pesar de que creer que era la mejor decisión que podía haber tomado, en mi interior, me sentía como una gran hipócrita, pues tenía muy claro que no iba a cumplirlo. Mucho menos ahora que había conseguido que ambos chicos abriesen un poco su coraza y me dejasen echar un pequeño vistazo a su interior. Sobretodo uno de ellos, aquel que me había hecho dar numerosas vueltas en la cama y suspirar frustrada contra la almohada: el chico de los increíbles orbes del color del jade.
Con una templanza que no me caracterizaba y que pocas veces hacia acto de presencia, había esperado a que Harry diese el siguiente paso, sin embargo, no lo había hecho. Por ello, había decidido ser yo, de nuevo, la que tomase la iniciativa. No iba a dejar que pasase otro día más sin que aclarásemos el tema.
Megan captó mi atención, otra vez. La pequeña Tomlinson se había cansado de estar esperando a que bajara de las nubes.
-Tierra, llamando a Mars, ¿hay alguien ahí?-preguntó dándome un golpe flojo en la frente con su puño.
-No es gracioso que hagas chistes con mi apellido-musité cruzándome de brazos.
Me había pasado toda mi infancia escuchando cosas similares, en realidad, no me importaba demasiado. Pero quería evitar que alguien lo escuchase y se lo transmitiera a Louis. No necesitaba recibir más burlas de su parte, ni siquiera si éstas procedían de su hermana pequeña.
Maldito imbécil, aún no le había devuelto lo de la taquilla, ya que a pesar de mis numerosas protestas, mi madre me había obligado a prometerla que lo iba a dejar estar. No estaba preparada para ver a su pequeña envuelta en una guerra que, bajo su punto de vista, estaba destinada a perder antes de que empezara siquiera. Lo que ella no sabía, es que la droga había sido una de las numerosas batallas que aún me quedaban por librar. Porque estaba segura de que Louis no lo iba a dejar estar, o tal vez, empezaba a tener una paranoia como Liam me había sugerido.
-Es difícil resistirse cuando pasas más tiempo en Marte que aquí. ¿En qué estás pensando ahora?-inquirió chasqueando sus dedos delante de mi cara.
-En todo y en nada. Temo lo tranquilo que está-pronuncié acompañando mis palabras con un ademán de cabeza, cuya finalidad no era otra que señalar a mi oponente.
Louis, ajeno a nuestras inquisidoras miradas, se mantenía absorto en los labios de su novia Kristen. Y pensar que creía que ella mantenía una relación en secreto con Zayn. Qué idiota había sido. La pobre no podía estar más ciega por su chico. Tanto, que según me habían contado, le había perdonado varias infidelidades.
-Me da pena, no sé cómo no se da cuenta que él no vale la pena y que sólo está jugando con ella-solté sin morderme la lengua.
Acto seguido, me arrepentí. Pues a pesar de ser traicionada o arriesgarse a que sus sentimientos fuesen rotos, al menos ella luchaba. Yo ni siquiera sabía si debía pelear o contra qué luchar. Elizabeth ya no existía y por mucho que envidiaba el amor que Harry sentía por ella, no podía desear que olvidase su recuerdo. No podía ser tan egoísta como para arrebatarle lo único que le pertenecía y le quedaba de ella. Él no había podido estar con ella en vida, pero al menos ahora podía tenerla de alguna manera, aunque fuera la más extraña de todas. No iba a hacer que la olvidara, no. Sólo tenía que transformar su cariño y su recuerdo, pero no luchar contra él para destruirlo.
-Lo mismo podría pensar ella de ti. Kristen sabe que Louis seguirá ahí, pese a todas sus gilipolleces, como ha hecho otras veces-soltó sin dilación-. No quiero hacerte daño, Teddy. Pero quizás no deberías ilusionarte tanto con Harry.
La miré aguantándome las ganas de abrir la boca y dejar que ésta tocara el suelo. ¿Por qué me decía esto, Megan? Quizás había dejado a un lado su estatus neutral y había tomado optado por tomar partido por Louis. Al fin y al cabo, eran familia y yo sólo la prima de Liam.
Incómoda ante mi mirada pasó el peso de su cuerpo de un pie a otro, mientras se frotaba el puente de la nariz.
-Lo que quiero decir, es que todo el mundo sabe que Harry está muy cerrado en sí mismo. No ha superado lo de Elizabeth aún y no quiero que sufras. Él no te ha dado ninguna garantía salvo un simple beso-hizo una pausa.
Podía ver cómo los engranajes de su cabeza trabajaban a toda potencia, valorando el daño que sus palabras me habían causado. Y, finalmente, decidiendo si aún podía soportar un poco más antes de continuar.
Por primera vez, me arrepentía de haberle contado el pequeño secreto que mantenía con Harry a Megan. Quizás, había confiado demasiado rápido en ella. Leslie me había advertido sobre ella y me había repetido incontables veces que estuviera alerta. Pero me negaba a pensar eso.
<<Los amigos se hieren con la verdad, para no destruirse con la mentira>>.
Las palabras de mi madre pronto aparecieron en mi mente, sacándome de mi confusión e iluminándome. Sí, Megan sólo estaba diciéndome eso por mi bien.
Pero muy a mi pesar, no pude contenerme y le dije sin filtro alguno:
-Bueno perdóname por no estar regodeándome en su brazos, luciéndolo para ver sufrir a otras.
Sí, fue una clara indirecta por su relación con Dylan. Sinceramente, no sabía de qué parte de mi alma había salido eso. Pero haber consolado a Leslie continuamente esos días, mientras que Megan se paseaba de la mano de su nuevo lío, me había hecho efervescer.
Me había pasado, pero para ella sólo era un juego más, un chico más. Para Leslie, eran años de sentimientos encontrados.
La rabia pura inundaba mi sistema. No estaba siendo justa con Megan, lo sabía. Estaba comparando su situación de Leslie con la que yo sufría debido a Elizabeth. Tal vez, me afectaba el hecho de estar rodeada y ser quererida por todos aquellos que habían significado algo para ella.
Megan se fue, dejándome con la palabra en la boca. ¡Genial! Otra Tomlinson en mi contra.
Cerré de un portazo mi taquilla. ¡A la mierda las gentilezas! No estaba de buen humor, mi sangre hervía. ¿Acaso no lo hacía todos los días desde que me había mudado a Fallen Angels? Dejé que mi cabeza reposara contra el frío metal tintado de un azul marino que carecía de brillo. Irónico. Como si aquel simple gesto fuese a enfriar mi mente y a ahuyentar la niebla que me cegaba el juicio.
-Si sigues así, te quedarás sin amigos-dijo sin contemplaciones mientras guardaba su bloc de dibujo.
Su voz, su maldita voz. Profunda, grave y segura. Apuesto a que podía lograr cualquier cosa que se propusiera con ella.
Cerré los ojos, esperando a que cuando los abriera su presencia hubiera desaparecido, pero no fue así. Allí estaba él, con su camiseta blanca de maga corta y sus tejanos manchados de pintura, con su pelo desordenado por haber sido sometido por sus manos en un vago intento de controlarlo. Y, sin embargo, nunca me había sentido tan atraída hacia él como en aquel instante. Ni siquiera aquel día del vestido rojo.
Fue la calidez de su mirada de color miel, la que me hizo sentir cómo algo se retorcía en mi interior. ¿Qué era eso? ¿Miedo? No. ¿Incertidumbre? ¿Curiosidad? Sí, seguramente era eso. Aún pensaba que no era digna para que Zayn me concediera el honor de hablarme, pues él pertenecía al mismo círculo que Louis: el de los capullos sin escrúpulos con complejo de superioridad.
Pero aunque me jodía de sobremanera, tenía que aceptar que hacía tiempo que Zayn me había demostrado que estaba lejos de pertenecer a ese mundo. Él no era así. Y, sin embargo, no podía acabar de aceptarlo, pues eso me quitaba el único motivo que tenía para detestarlo. Tendría que buscar uno nuevo.
No es que me gustase odiar a la gente porque sí, pero no me parecía justo que sintiera aprecio por una persona que había aislado a la que se suponía que yo quería. Mas no podía dejar de sentirme mal por ser injusta. Zayn se había sincerado conmigo en la fiesta, me había exigido que no lo juzgara sin conocerlo. Porque, si me permitía ese lujo, entonces, ¿qué haría que me diferenciara de Louis? Sería exactamente como él.
-Si vas a darte golpes contra la taquilla, dímelo y vuelvo en otro momento-repuso con lo que parecía ser un amago de sonrisa formándose en sus labios.
-Quién sabe, a lo mejor necesitamos que mis neuronas logren sobrevivir hasta el próximo trabajo de filosofía.
Wow, ¿de dónde había salido eso? Porque siempre que Zayn se encontraba frente a mí, de forma automática sacaba mi instinto de defensa. Él ni siquiera me había atacado y yo había actuado como una completa borde.
-Perdona, he tenido un mal día-me disculpé cubriendo acariciando la mitad de mi cara en un vago intento por relajarme.
-No importa, supongo que esa me la merecía.
Negué con la cabeza. Hacían semanas que estábamos empate. No quería volver atrás y rememorar otras batallas.
-Por eso, no te preocupes del formulario. Yo lo haré-propuso.
-Zayn son treinta preguntas sobre nuestra opinión respecto al tema de la redacción, ¿estás seguro? Es demasiado trabajo, además estamos en época de exámenes.
Él se limitó a restarle importancia con la mano.
-¿Y si se da cuenta? Ya nos suspendió la primera vez. No puedo suspender otra vez-. Paré un momento antes de que empezara a parlotear sin sentido.-Mira, no creo que estés preparado para esto. Está más que claro que no has superado que tu novia se suicidara y yo...
No pude acabar la frase, cuando su cuerpo me tenía aprisionada contra la fría pared que formaban las taquillas a mi espalda. Él ni siquiera me estaba tocando, pero su mirada penetrante era mucho peor a que mis brazos estuvieran presos por sus manos.
¿Por qué había dicho eso? ¿Acaso hoy me había levantado con la lengua viperina? No paraba de soltar groserías por la boca.
Y sin embargo, en lugar de ofrecerle una disculpa y tratar de esquivar el tema, estaba totalmente prendada de la fuerza e ira que radiaba su mirada. Y de aquella extraña sensación que estaba produciendo a través de mi espina dorsal.
Lo más parecido que había sentido alguna vez, era la sensación que Harry me despertaba cuando estaba cerca de él. Pero ambas eran diferentes, pues Harry era tranquilidad y paz, como el vuelo de un águila, mientras que Zayn tenía el mismo ímpetu que un fénix batiendo sus alas. Y aquello me hacía sentir chispas, electricidad. Muy diferente al cosquilleo que mi corazón experimentó al besar al castaño.
-Ni se te ocurra volver a mencionarla. Deja de remover el puto pasado ya. Y no quieras repetir sus errores, Teddy-siseó dejando que sus pálidos y finos labios formasen una línea recta-. Responderé las preguntas y si tanto te preocupa la nota, entonces buscarás la forma adecuada de asegurar nuestro aprobado-pronunció esto último, a la vez que, dejaba caer el peso de su cuerpo en la mano que situó al lado de mi cabeza.
-Zayn, aléjate de ella-masculló Harry con sus manos apretadas y formando puños a ambos lados de su cuerpo.
-Así que ahora te has convertido en un caballero de armadura azul. Creía que eras del tipo de persona que prefería arruinarlas-sentenció el moreno sin un ápice de cobardía en su sangre.
La escena que estábamos formando debía ser tal, que hasta Louis dejó de meterle la lengua a su novia para sumarse al grupo que comenzaba a rodearnos.
Y allí estaba yo, detrás de ambos, observando cómo se acercaban el uno al otro; hasta el punto de estar frente a frente, esperando cualquier movimiento de su adversario para soltar el primer puñetazo. Pero no iba a dejar que eso pasara.
Tirando de la manga del abrigo negro, que apenas le llegaba hasta la mitad del muslo, obligué a Harry a que siguiera mis pasos y se alejase de la muchedumbre.
-¿Qué ha sido eso?-cuestioné casi sin voz cuando estábamos fuera del instituto, concretamente, en los aparcamientos delanteros.
Harry, en vez de contestarme, prefirió otorgarme su silencio y guardar sus manos en los bolsillos de su abrigo.
-No necesito una estúpida pelea de machos alfa. Ni un príncipe que acuda en mi rescate-dije casi bufando el aire que mis pulmones contenían.-Podía controlar la situación.
Llevé las manos al pelo queriendo tirarme de él para ver si aquello había pasado de verdad. Di una vuelta sobre mis pies, dando la espalda al chico que hacía un momento había estado a punto de pelearse por mí, pero que ahora me ignoraba. Coloqué varios mechones de pelo, que la brisa de aquella mañana, trataba tan desesperadamente de despeinar.
-No estabas controlando nada, en absoluto. Mira Teddy, conozco a Zayn y estaba hecho una furia. De lo contrario, no te habría aprisionado así. Puede ser un completo capullo, pero nunca le he visto hacer daño a una mujer.
-Mencione a Elizabeth, su suicidio-susurré jugando con mis dedos, pues no sería capaz de soportar su mirada y ver su dolor.
-¿Por qué te empeñas en sacarla siempre? ¿Hasta dónde estás dispuesta a llegar para quedarte a gusto?-reprochó haciendo uso de ese tono autoritario que usó la primera vez que nos vimos.
-No te atrevas a reprocharme tú también, ¿vale? Estáis jodidos, los dos. De hecho, estáis muy jodidos-suspiré frustrada sin saber muy bien qué decir-. Ni siquiera veis lo que tenéis a vuestro alrededor, la gente que se preocupa por vosotros. Estáis tan centrados en construir vuestra coraza interior y en destruiros, que no sois conscientes de la falta que le hacéis a la gente de vuestro alrededor. Liam echa de menos al antiguo Zayn.
Su mirada de reproche conectó con la mía pero no me dejé amedrentar por su verdor cabreado. No esta vez.
-Yo ni siquiera conocí al antiguo Harry, pero apuesto mi tabla, a que preferiría a aquel que sufría por sus sentimientos no correspondidos, a éste que tengo delante de mí, que parece un muñeco de hielo incapaz de sentir.-Rodeé mi cuerpo con mis brazos protegiéndome de lo que iba a decir a continuación:
-Preferiría mil veces al Harry no correspondido-sentencié mordiéndome la mejilla para evitar que fuese capaz de notar en mi voz, lo mucho que me afectaba; lo que estaba diciendo en aquel preciso momento.
-No parecía afectarte que fuese un frío y sin corazón hace unos días. Recuerdo perfectamente cómo te afferraste a mí, pidiéndome que te besara, jurándome que me darías una oportunidad.
-Sí, yo me aferré. Pero fuiste tú el que decidió besarme. No actúes como si yo fuese la única culpable de esa acción-pronuncié enfadada y cruzándome de brazos-. Al menos yo no huyo de mis actos y me escondo para no asumirlo.
-Así que, ¿todo esto es porque crees que estoy huyendo de ti? Te dije que necesitaría tiempo para arreglarme y tú aceptaste.
-Acepté ayudarte...
La distancia que nos separaba fue acortada por sus pasos. Ahora, estaba enfrente de mí y acunaba mis mejillas en sus manos, trazando líneas sin sentidos sobre ellas con ayuda de sus pulgares.
-Si quieres que te vuelva besar, sólo tienes que decirlo, Teddy.
Su frente se separó de la mía, pero su lugar fue rápidamente cubierto por sus labios que dejaron un casto beso en ella.
-Ni sueñes que siempre te suplicaré que me beses, Harry.
Deseaba que me besara, sí. Pero ya estaba harta de ser yo la que fuese siempre detrás de él. Así había sido desde que nos conocimos. Si él quería intentar algo de verdad conmigo, entonces tendría que asumir el control y tomar la iniciativa por una vez.
-¿Sabes que todo esto ha sido totalmente estúpido e irracional, verdad? Te encanta discutir sin más, lleves o no razón-dijo y mientras formulaba la pregunta, a su vez, dejaba que sus labios acariciasen los míos sin llegar a unirse del todo.
Él estaba jugando conmigo. ¿No era eso lo que había hecho desde un principio? La conversación que había mantenido con Megan cobraba sentido en mis pensamientos.
-Además, ni siquiera tienes derecho a quejarte porque te haya defendido. No después de que tú te has enfrentado a Louis por mí. Ma petite guerrière*.
Y anonadada por su perfecto acento francés, aprovechó para tomar posesión de mis labios como hacía días que no hacía. Y, de nuevo, me abandoné en sus brazos queriendo olvidar por qué había desperdiciado el tiempo discutiendo con él, cuando nuestras lenguas podían compaginarse y disfrutar la una de la otra en una danza con un principio claro, pero con un final aún por descubrir.
*Ma petite guerrière: mi pequeña guerrera.
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