21. Estás mirándome así, otra vez.

Manip by: @RebeccaAnaMaria
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21. Estás mirándome así, otra vez.

Ir a un mercado de antigüedades un domingo, parecía ser la mejor idea para pasar el tiempo. Sin embargo, una vez que estabas allí, te arrepentías al ver semejante ajetreo, provocado por la ansiedad de la gente al querer encontrar una ganga.

Siempre había amado tener, ver o saber algo sobre cosas con cierta antigüedad. Desde pequeña, había sentido atracción por lo de antaño. Siempre había soñado con ser arqueóloga, historiadora o, en un último lugar, una decoradora de casas antiguas. Las historias eran mi pasión y supongo que por ello, me sentía siempre tan atraída a querer saber más.

Hacía rato que me había separado de Liam, ya que mientras que él buscaba cromos antiguos de viejas leyendas del béisbol, yo prefería buscar algún libro de segunda mano, que fuera interesante y que estuviera a buen precio. Paseé entre el gentío observando cada puesto con atención.

Un ráfaga de aire se despertó, haciendo que mi vestido largo y estampado ondease ligeramente. A pesar de estar casi a finales de abril, el tiempo no nos daba un respiro. Continuaba lloviendo, de vez en cuando, durante la noche; pero por el día, hacía bastante calor creando así un clima asfixiante. Así que, había optado por un vestido holgado y suelto de tirantes, pero que me llegaba hasta los pies. Y lo agradecía, porque a pesar de la presencia del sol, las nubes parecían querer taparlo de un momento a otro. A lo lejos, observé cómo varios libros se abrieron debido al aire y cómo sus páginas pasaban rápidamente.

Me encaminé hacia aquel puesto y cuando estuve frente a él, pasé mis dedos por las tapas duras y blandas de varios ejemplares. Amaba el olor que desprendían los libros, la textura de sus hojas y la vejez que presentaba el color de éstas. Comprar libros nuevos me producía una sensación de bienestar, pero adquirir alguno que ya había pertenecido a alguien con antelación era aún mejor. Pues un libro nuevo podía contarte una historia, pero uno de segunda mano podía contarte varias. Podías saber qué página marcó al lector anterior, o cuál lo emocionó hasta tal punto, que lo llevó al borde de las lágrimas. Además, a veces, si contabas con mucha suerte, podía leer jugosas anotaciones.

Después de leer varias sinopsis, encontré uno que capturó mi atención por completo con solo leer su título: Orgullo y Prejuicio.
Siempre había querido leer ese libro, había escuchado numerosos comentarios de las aventuras del señoe Darcy y Elizabeth. Y en aquel mismo momento, lo tenía en mi poder.

No tardé en preguntarle al dependiente cuánto pedía por el libro. Ni siquiera me planteé regatear. Deseaba aquel libro con toda mi alma, que parecía estar ligada a Elizabeths tanto reales como ficticias.

Una vez que el libro pasó a estar bajo mi poder, me dirigí hacia la primera sombra que se hallaba más lejana del marcado y que estaba debajo de un árbol. Me senté y comencé a devorar las páginas de mi nueva adquisición.

Varias horas pasaron y, a media mañana, cuando iba por el décimo capítulo, el bochorno que sentía producido por el sol y el aire caliente, me obligó a ponerme en pie y encaminarme hacia un puesto de helados de leche. En los alrededores de Fallen Angels, había varias granjas y de ellas se extraía leche de vaca con la que hacía helados naturales y ecológicos. Añadiendo un poco de canela, tenías una obra maestra. Su sabor era indescriptible.

Estaba terminando de pagar mi helado, cuando sentí un tirón en la parte baja de mi vestido. Dirigí mi mirada hacia aquel punto, para observar cómo una niña rubia de ojos azules y llorosos, requería mi atención. No parecía tener más de cinco años.

-Perdona-hipó-. Te he confundido con mi mamá.

Me agaché para estar a su altura y sequé un par de lágrimas con ayuda de mis pulgares. Acto seguido, coloqué un mechón tras su oreja para evitar que se le quedase pegado a la cara.

-¿Te has perdido, pequeña? ¿Recuerdas dónde viste por última vez a tu mamá?-pregunté preocupada.

No pude evitar que mi corazón se rompiera en mil pedazos ante la imagen que tenía ante mí. La niña estaba tan asustada, que me costó trabajo no rodearla con mis brazos y abrazarla. Pero no quería asustarla y que huyera.

Esperé varios minutos hasta que su respiración se relajó y volvió a su estado normal. A lo lejos, un niño de unos nueve o diez años, se aproximó hacia nosotros, probablemente era su hermano mayor.

-Marie, no corras. Si nos separamos entonces nunca encontraremos a mamá-le reprochó el niño.

Marie comenzó a llorar de nuevo sin saber qué decir o hacer para que su hermano parase de acusarla y culparla.

-No llores pequeña, encontraremos a tu mamá. ¿Te apetece un helado?-dije tratando de distraerla.

La niña asintió a pesar de no estar convencida de mis palabras. Su hermano dirigió su mirada hacia mí y supe que él también quería un helado.

Por fin, Marie pareció tranquilizarse mientras devoraba el dulce. Su hermano por el contrario hundía la cuchara sin quitarme la vista de encima. Parecía no fiarse de mí y no lo culpaba, era normal que conforme su edad avanzaba, el niño empezara a perder su inocencia y a desconfiar de todo lo extraño o nuevo.

Un rato después, los conduje a ambos hacia la sombra más cercana e, inesperadamente, Charlie, como me dijo que se llamaba el hermano de Marie; comenzó a mojarla en una fuente. Ambos empezaron una guerra de agua que no parecía tener fin.

Me vi obligada a meterme en medio para evitar que cogieran un resfriado, ya que estarían mojados hasta que encontrasen a su madre y pudiesen volver a casa. Lo que no imaginé, era que ambos se pondrían de acuerdo para salpicarme hasta que acabé tan mojada como ellos.

Para cuando logré sacarlos de la fuente, observé a lo lejos cómo mi tío y Liam se iban a casa. Me recriminé mentalmente por haberles dicho que se podían ir sin mí, pues ahora necesitaba la ayuda de Josh que seguro sabría qué hacer con los niños.

Me senté en medio de la acera a esperar a que el destino se apiadase de mí. No podía llevarlos a otro lugar y arriesgarme a que su madre no los encontrase. Solo me quedaba esperar y entretenerlos de algún modo.
Cuando menos lo esperaba, una mujer alta y rubia apareció frente a mí y acompañada de su marido que le acariciaba la espalda para relajarla, se llevó a sus dos pequeños después de darme miles de veces las gracias.

Y sí, había conseguido salir vivita y coleando de un lío, pero el problema residía en que ahora era yo la que no sabía volver a casa.

Suspiré frustrada, estaba mojada, hambrienta y perdida. Lo único que tenía en mi poder era una mochila en la que tenía un monedero vacío, pues me había gastado el dinero en mi helado, el de los chicos y el libro. No había traído mi móvil, ya que había gastado toda la batería escuchando música y navegando en Internet. Era un completo desastre.

Enterré la cara entre las rodillas como si ese simple gesto fuera a devolverme toda la tranquilidad que había perdido y a solucionarme todos mis problemas. Al menos, me estaba relajando que ya era un paso muy importante para mí.

-¿Sabes que si lloras echarás por la borda la imagen de chica valiente que tengo de ti, verdad?

Solo con escuchar su voz, la sombra de lo que parecía ser una sonrisa se formó en mis facciones. Por mucho que intentase alejarme de él, o que él mismo me lo exigiera, siempre nos encontrábamos. Y sí, puede que yo fuera la Luna y él la Tierra, que yo girase a su alrededor constantemente para protegerlo, pero a veces se producía un eclipse y, por una vez, era él, el que me necesitaba y velaba.

Levanté la vista y lo miré fijamente, estaba perfecto como siempre, pero había algo distinto en él. Sonreía y sostenía una tarrina de helado en sus manos, parecía un niño pequeño con sus increíbles hoyuelos. Era extraño verlo de nuevo sin su bandana y con su pelo suelto al aire sin que le importase.

-Te he visto jugando con los niños. Algún día serás una buena madre-bromeó jocoso.

-No lo creo.

Su presencia alteró toda mi perspectiva y, de repente, todo carecía de importancia y estar a medio día cerca de un parque en medio de un mercado, parecía ser el mejor plan del mundo. Porque eso era lo que Harry me transmitía a través de sus ojos verdes: esperanza.

Esperanza de que todo podía ser posible, de que volvería a casa con su ayuda, de que él pasaría página y olvidaría a Elizabeth. Esperanza de que él se fijaría en mí.

-¿Quieres?-preguntó tendiendo la tarrina hacia mí, mientras él tomaba asiento a mi lado.

-Sí, gracias-dije quitándosela de las manos junto a la cuchara.

Y sí, cuando estaba preocupada, ya fuera por un examen, un problema familiar o personal, me daba por comer dulces. No es que arrasara con la comida y me diera atracones, pero sí que picoteaba varias veces al día. Así que, hundí la cuchara y me la llevé a la boca dejando que mis papilas degustaran el helado, para después, emitir un jadeo de placer involuntario.

Harry me miraba fascinado como si nunca hubiera visto a nadie comerse un helado. A lo mejor, no me estaba admirando, sino que simplemente estaba asustado porque estaba devorando su helado con ansia y temía que me lo comiera sola.
Con verdadero pesar y la cuchara aún en la boca, le tendí la tarrina de nuevo.


-No, puedes quedártelo. No soy muy fan de la leche de todas formas-respondió negando con la cabeza.

-¿En serio? ¿Y qué desayunas?-pregunté sin poder evitar que mi voz adquiriera un tono de reproche.

No le estaba juzgando, pero era raro que no le gustara la leche, teniendo en cuenta que había comprado un helado hecho de ella.

-No he dicho que la odie. Pero prefiero un helado de chocolate. Además, hay gente que desayuna zumo.

Y a pesar de lo que Harry pudiera pensar de mí, no pude contenerme y me puse a reír sin más.

-¿De qué te ríes?-cuestionó alzando una de sus perfectas cejas castañas.

-De que no sé cómo volver a mi casa y, sin embargo, estoy preocupada porque no te guste la leche-expliqué-. Zayn tiene razón, paso demasiado tiempo contigo.

Harry se limitó a fruncir el ceño ante mis palabras. Y después de meditarlo, mientras que yo llevaba otra cucharada a mis labio dijo:

-A lo mejor no deberías pasar tiempo escuchándolo a él.

Tragué lo más rápido que pude a pesar del frío que el bocado desprendía en mi boca.

-Parad ya con ese rollo. No sé qué mierda hay entre vosotros, pero yo no quiero estar en medio-sentencié y me puse en pie-. Si queréis actuar como cavernícolas y mataros entre vosotros es vuestro problema, no el mío.

Harry también se reincorporó hasta quedar a mi altura, metafóricamente, pues él me sacaba al menos una cabeza y media.
No parecía estar molesto por mi insulto, pero eso ya lo sabía. Daba igual lo que le dijeras, parecía estar en una zona de confort de la que nunca salía, a excepción de aquella noche en la playa en la que saltó por los insultos que Louis nos dedicó a ambos.

-Tienes helado en la nariz.

-¿Qué?-pregunté confusa.

Siempre me hacía lo mismo, yo le decía algo y él cambiaba el tema. Tenía unos límites muy claros que nunca me iba a dejar traspasar.

-Estoy harta de ti, sabes-solté sin dudar.

-Sigues teniéndolo en la nariz.

-Oh, Dios. Cállate-ordené frustrada por su actitud.

Y lo que ocurrió a continuación, me dejó sin respiración por lo que parecieron ser horas, aunque en realidad solo fue cuestión de segundos.

Harry se inclinó hacia mí y con sumo cuidado, retiró el helado que tenía en la punta de la nariz con su dedo índice. Después, se lo llevó a la boca, lo saboreó y pasó la punta de su lengua por su labio inferior sin apartar su mirada de la mía. Verde contra marrón.
Y, sin embargo, en mi interior miles de colores y estrellas fugaces.

Cuando la tensión del ambiente se apoderó de mí, me di la vuelta dispuesta a huir de aquella situación. No era la primera vez que me fijaba en un chico, de hecho había salido con uno en California. Nada serio, que superase los ocho meses de relación. Pero con Harry todo era diferente, sentía que perdía el control de mi ser y que ahora dependía de él, y no me gustaba esa sensación.

No pude avanzar mucho, cuando Harry se puso frente a mí cortándome el paso.

-Eres buena para dar consejos pero no para aplicártelos. ¿Doble moral, eh?-dijo divertido.

-Aparta tengo prisa.

-Ni siquiera sabes a dónde vas, Teddy.

Sus palabras me entraron por un oído y me salieron por el otro, incluso, pase por su lado como si nada. Necesitaba recuperarme, desintoxicarme de él, liberarme.

-¿No eras tú la que decía que debía vivir y pasar página?-cuestionó haciendo que me detuviera de nuevo.

-Esto no se trata de mí, Harry. Yo solo quiero...

-¿Qué quieres?-inquirió cogiéndome la mano y girándome para que quedase frente a él.

Se aproximó hacia mí, hasta que mi aire era el mismo que el que él respiraba. Pude notar como en su aroma quedaba un resto lejano del olor a tabaco, como si hubiera fumado hacía varias horas. No me dio tiempo a analizar las otras esencias, que componían su olor tan característico, cuando inclinó su cabeza hasta que mi frente quedó apoyada contra la suya. Cerré con fuerza los ojos, si aquello era una prueba que me estaba haciendo para ver lo que sentía por él, se estaba pasando.

-¿Quieres besarme Teddy?-inquirió con su voz raposa y lenta. Pronunció mi nombre como si degustara en su paladar cada sílaba que lo componía.

Sabía que estaba destinada a perder, que mi razón estaba en contra de mí y que no apoyaba a mis sentimientos para nada. Pero aun así, me dejé llevar por la esperanza que vi de nuevo en sus ojos y susurré con un hilo de voz:

-Sí.

No fui consciente de mi respuesta hasta que sentí el roce de sus labios contra los míos. Estaba pasando, Harry me estaba besando. Con riesgo de morderle debido a mi ímpetu, pasé mis brazos alrededor de su cuello y me incliné hacia él para recibir, un poco más, de aquel néctar que sus labios me proporcionaban.
Él, por su parte, bajó una de sus manos hacia mi baja espalda, mientras que la otra se apoderó de mi nuca para profundizar el beso, al facilitarle el acceso de su lengua en mi boca.

Estaba completamente extasiada, movía mis labios sin ser verdaderamente consciente de lo que estaba haciendo. Sabía que aquello era real, pero parecía tan fantástico que no podía creerlo o, tal vez, mi mente estaba muy ocupada, ordenando a mi lengua que se acompasara al ritmo de la de Harry, que ni siquiera tenía tiempo de analizar lo que estaba pasando.

Cuando el ritmo se me hizo imposible de sobrellevar, me vi obligada a detener el beso y romper nuestra unión momentánea. Cerré los ojos de nuevo, deleitándome con el tacto de sus manos. Harry suspiró varias veces hasta que su respiración y la mía volvieron a su estado normal.

-Pensé que nunca lo harías-dije mirándolo fijamente.

-Estás mirándome así, otra vez.

-¿Así cómo?-pregunté sin saber a que se refería.

Acabábamos de compartir un momento increíble y, de nuevo, había vuelto el Harry enigmático con sus acertijos y adivinanzas.

-Con ilusión. No puedo prometerte amor, Teddy. Estoy demasiado roto para sentirlo-pronunció apartando la mano que mantenía firme en mi cintura.

-Entonces, ¿por qué me has besado?

Si se atrevía a decirme que lo había hecho porque se lo había pedido, le daría un puñetazo y no me importaría romper la magia del momento. Al fin y al cabo, él la se la había cargado primero.

-No puedo prometértelo, pero puedo intentarlo. Tenías razón en lo que dijiste, necesito volver a brillar.

Hola bebés, soy yo de nuevo. Primero, siento haber tardado tanto en subir, pero me quedé bloqueada. Sabía lo que quería que pasara porque lo apunté hace tiempo, pero no sabía cómo redactarlo para haceros sentir lo que yo sentí en mi mente al imaginarlo. Segundo, gracias por seguir leyéndome y apoyándome 17Black cada día tiene más leídos y votos y eso me llena de orgullo, ya que sin vosotros no sería posible.
Espero que os haya gustado el cap.

Besitos by Cici:)
¡Os adoramo💕😳!

PD: ¿no os encanta el manip? 😍
PD2: ¿creéis que Harry de verdad está dispuesto a intentarlo o lo ha hecho para que lo deje tranquilo?
PD3: aguante #TeamZeddy aún queda mucho. Ambos teams tendrán sus momentos.
Me encantan vuestras teorías💕

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