La nueva Física Teórica

Oh, Échthra, muéstrate benévolo con Los Superiores y no cumplas tu venganza terrible. Échthra, Oh, Échthra.
Los Superiores.

Aquella noche no pude conciliar el sueño. Los pensamientos me desbordaban. Febril, no dejaba de pensar en MENTE y el futuro de la galaxia. Sentía un continuo sudor frío. Siempre había pensado que la violencia innecesaria era un rasgo genuino de la estupidez del ser humano, pero, por desgracia, parecía algo muy extendido por nuestra galaxia. Estupidez interestelar...

¿Era de verdad la galaxia un inmenso campo de batalla?

Las ideas bullían en mi imaginación atormentada como las burbujas rompen en la superficie del agua que hierve. Los ataques preventivos eran habituales. Atacar antes de que te ataquen. Sin que te den motivo, solo por la seguridad de golpear el primero. Y es que, en la guerra de los misiles de antimateria, el que golpeaba primero sobrevivía, el otro no.

La esperanza era que unas pocas civilizaciones habían creado la alianza de los Elegidos. Una especie de logia secreta, que fomentaba el arte y el conocimiento. Una alianza de intelectuales oculta en la inmensidad de la galaxia. Civilizaciones valientes, pueblos sin miedo. Sentido común interestelar...

Las declaraciones al final de la conferencia en las que Jacinto Cortado hablaba del pensamiento conspiranoico de Black Stars de forma positiva, convencido de sus planteamientos, eran demasiado. Más de lo que yo podía soportar. Quizá debería pensar en dimitir y retirarme.

Aquella noche (eran noches terrestres de ocho horas, por cierto, la noche lunar dura 14 días de la Tierra) no dormí nada. Al día siguiente, al salir de casa, ya estaba mi guardaespaldas esperándome, y fuimos directamente a la cafetería de la facultad. Sentía un profundo abatimiento. Al tomar el café no pude evitar un gesto de desagrado:

—Qué café tan malo —dije.

—Para mí está bien —dijo Marcelo, indolente—. Dicen que es café de Colombia.

—Cómo va a ser de Colombia este brebaje —insistí—. Lo hacen en los hidropónicos de las estribaciones del Malapert. ¿No notas el sabor rancio del regolito lunar?

—A mí me gusta. Me despierta —Marcelo dio otro sorbo.

—Esos cultivos hidropónicos son clandestinos. Plantaciones ilegales de café que no pasan ningún control sanitario. Vosotros, los que trabajáis en seguridad, deberíais perseguir estas cosas.

—El café siempre sabe así —dijo Marcelo—. Hoy no estás de buen humor. Has dormido mal. Eso es que algo te preocupa. Lo de ayer, supongo.

—No he dormido nada. La conferencia fue alucinante. Más de lo que pude digerir en un solo día. Necesitaré tiempo para asimilarlo todo. Vosotros sí que estabais preocupados ayer. No parabais de ir de un sitio a otro. Los de seguridad tuvisteis un día movido.

—No se lo cuentes a nadie, pero hubo un aviso de bomba. Una fuente verosímil. Faltó muy poco para que se cancelase el evento.

—Hoy es el segundo día de la conferencia, Marcelo. ¿Cómo puedes estar tan tranquilo?

—¿No lo sabes? John Drake ha salido en las redes diciendo que Black Stars apoya plenamente la conferencia. Ya no hay peligro. Puedo relajarme —dijo sonriente.

—Tiene sentido —dije—. La charla de ayer de MENTE fue un refuerzo para los ideales paranoicos de Black Stars. Les interesa que se conozca el mensaje de los Superiores. Todavía recuerdo las declaraciones públicas de Jacinto Cortado... No sé qué voy a hacer. Están ganando.

Pensé entonces que ahora se entendía por qué el ingenio cibernético había retrasado tanto la nueva traducción. Sin duda, el extraordinario dispositivo había sido capaz de prever esta situación tan negativa y había querido demorar en lo posible este nuevo momento de triunfo para Black Stars.

Durante este segundo día la conferencia se elevó a niveles insospechados. Yo al menos no imaginaba lo que a continuación iba a ocurrir. La complejidad de la segunda versión de Los Superiores dio lugar a muchas discusiones acaloradas y encendidas controversias que nadie había podido prever. Una de ellas fue la Física Teórica, materia que avanzaba con dificultad desde los tiempos de los físico-matemáticos indios de la Edad Robótica. Las únicas aportaciones importantes recientes habían sido las que había realizado MENTE.

En este segundo día asistían al paraninfo de la universidad los físicos teóricos más brillantes de nuestra civilización. Eran los cerebros más capaces, los más aventajados del sistema solar. Todos ellos personas con altas capacidades intelectuales. Genios. Muchos habían mejorado sus habilidades cognitivas recibiendo tratamiento genético. Aquellos brillantes científicos estaban preocupados, ansiosos, inquietos. La mayoría de ellos llevaban toda su vida dedicada a comprender los misterios del Universo y sabían que este día marcaría un hito en la historia de su ciencia.

La Edad Robótica había sido una era de gran esplendor matemático, que había culminado en las Teorías de Gran Unificación de Chandragupta, unificando en una única teoría gauge muy sólida el comportamiento de casi todas las fuerzas conocidas: la fuerte, la débil, la electromagnética y las del universo oscuro. Esta exuberancia científica había estado motivada por la proverbial capacidad de los indios y pakistaníes para las Matemáticas, el uso fluido del idioma norteño que permitió comprender algunos textos recuperados de la Edad Arcaica —casi olvidados tras las convulsiones de la Edad del Ocaso— y, sobre todo, la generalización del uso intensivo de los sistemas de inteligencia artificial para el desarrollo científico.

Sin embargo, a pesar de ello, había una irritante carencia en las teorías de Chandragupta. La gravedad y la descripción de las macroestructuras del Cosmos no estaban incluidas porque al hacerlo las ecuaciones perdían toda coherencia.

Durante la Edad Biotecnológica se había producido un irritante estancamiento. La gran dificultad de esta rama de la Ciencia seguía siendo ese sueño llamado Teoría del Todo, buscado desde tiempos inmemoriales de manera infructuosa, y que no era otro que describir todas las leyes del Universo dentro de un único sistema coherente de reglas físicas, incorporando tanto las leyes de lo muy pequeño como las leyes de lo muy grande.

De hecho, MENTE había sido construido con el firme propósito de solucionar problemas físicos de extrema complejidad, y todo había funcionado muy bien, salvo por su insospechada manía por la Literatura.

El relato de Los Superiores aportaba algunos detalles que despertaron sumo interés. Después de la visita de Aletes —ese odiseo errante del espacio— al mundo de «los Impuros», este vuelve a su planeta natal para contar las buenas noticias con la esperanza de que sus grandes méritos le permitan ser perdonado del destierro. La realidad es que, a su llegada, Aletes encuentra su hogar destruido.

Antes de llegar a su planeta natal, el principal entretenimiento de Aletes durante el largo viaje de retorno desde el mundo de los Impuros no es otro que el estudio de los profundos conocimientos que obtiene de «La Biblioteca», la enciclopedia galáctica del conocimiento de los Elegidos.

Aletes conoció todo lo conocido y todo lo desconocido: conoció el principio del tiempo y el espacio; conoció el comienzo de la materia y la energía; conoció [intraducible]; conoció lo más oscuro; conoció lo más brillante; conoció [intraducible] del centro de la galaxia; conoció [intraducible]; conoció [intraducible]; conoció lo más lejano; conoció lo más cercano.

El viaje de regreso dura mucho tiempo, largos años durante los cuales Aletes realiza un aprendizaje sistemático, adquiriendo un conocimiento profundo de las leyes de la Física Teórica de la alianza de los Elegidos. Gracias a ello, llega a ser el físico más avanzado de la civilización de los Superiores. No deja de ser apasionante que el texto estaba siendo traducido por MENTE, el más grande físico de nuestra civilización. Un genio nos traducía el pensamiento de otro genio.

La mayoría de los párrafos de esta parte de Los Superiores no somos capaces de encontrarles significado ni coherencia. Ni siquiera MENTE, el genial dispositivo cibernético. Aquello era una Física millones de años más avanzada que la nuestra. Nada menos que el pensamiento y el saber acumulado durante el curso de los eones por los cientos de civilizaciones de los Elegidos. Toda una galaxia había contribuido a esa Física Teórica extraordinaria...

No obstante, nos explicó que algunas expresiones sí las había podido comprender de forma parcial, revelando un nuevo mundo teórico, distinto quizá del actual:

Aletes conoció las diez verdades [en las que se fundamenta] el conocimiento de todas las cosas del Cosmos.

El genial dispositivo pidió perdón porque no había conseguido descifrar ni entender la mayoría de estas diez verdades que describían conceptos mucho más allá de nuestro entendimiento (incluyendo el de MENTE). Solo las dos primeras eran dignas de ser comentadas; el resto, parecían ininteligibles.

La primera verdad, [la] más importante, es [el] espacio y tiempo. Trozos [¿pedazos?, ¿cachitos?] de espacio y tiempo.

Aplausos y chillidos. Gritos de júbilo. Desbordados por la emoción, algunos físicos presentes en la conferencia enseguida se levantaron de su asiento para apuntar que eso era coherente con las ideas en boga sobre la gravedad: la llamada Teoría de la Gravedad Cuántica. En esta teoría creada por MENTE el tapiz del espacio-tiempo mostraba cierta continuidad en las grandes escalas globales. Sin embargo, en las pequeñas escalas locales se utilizaban las misteriosas espumas de Ashtekar, en las que el universo estaba cuantizado, incluyendo el tiempo.

Solo una voz discrepante sonó en la sala al grito de «¡el tiempo no existe!», pero nunca le hacían demasiado caso a ese anciano emérito.

El ingenioso ser cibernético mostraba su acuerdo con el resto de los físicos. Señalaba (sin ser capaz de disimular su orgullo) que los conocimientos actuales superaban de forma brillante la primera prueba. Él había creado la Teoría de la Gravedad Cuántica combinando de forma magistral resultados y métodos de dos viejas teorías anteriores: la Teoría M y la Teoría Cuántica de Bucles, desarrolladas durante el periodo arcaico. Por desgracia, la Teoría de la Gravedad Cuántica de MENTE parecía no poder integrarse con las Teorías de Gran Unificación de Chandragupta, que describen el resto de campos salvo la gravedad.

De las diez verdades de la Física de los Elegidos, la primera ya la conocíamos. El nerviosismo inicial en el paraninfo fue cambiando hacia un sentimiento de moderado optimismo. Habría que ver la segunda, porque el resto de las diez verdades, siendo un galimatías ininteligible, ni siquiera intentábamos comprenderlas.

En los textos, Aletes nos mostraba cómo seguir avanzando:

[...] La segunda verdad es el conocimiento del desconocimiento. La comprensión de lo incomprendido. La sabiduría que nace de la ignorancia. La ignorancia que nace de la sabiduría.

«El conocimiento del desconocimiento». Qué maldito trabalenguas. Esto parecía una referencia clara al Principio de Indeterminación de Heisenberg, una de las claves de la Mecánica Cuántica. Tampoco era una idea novedosa porque el indeterminismo ya formaba parte de la base del pensamiento central de la Física, incluso desde la Edad Arcaica.

Nuevos aplausos, aunque esta vez tímidos, inseguros. Muchos no aplaudían.

Pero MENTE era un genio comprendiendo las ideas de Aletes, otro genio. Nos dejó atónitos cuando explicó que para él aquello sí era algo nuevo y revolucionario, que había que considerar de forma muy detenida porque, fuera lo que fuese, podía ser la puerta de entrada a una nueva teoría del universo.

Ruido. Murmullos. Gritos de discrepancia entre los asistentes. Sorpresa. Muchos no estaban de acuerdo con la apreciación del ingenioso dispositivo.

—La revolución del mundo cuántico se produjo casi en el final de la Edad Arcaica —continuó—. Su Principio de Indeterminación, quizá la manifestación de incertidumbre más popular de esta teoría, nació del profundo entendimiento de las leyes de lo probable. La probabilidad, esa herramienta matemática, surgía como piedra de toque alertándonos de nuestra incapacidad para alcanzar el conocimiento absoluto de la Naturaleza. ¿Por qué no seguir profundizando en teorías aún más indeterministas, sumergiéndonos en el (llamémoslo así) «conocimiento del desconocimiento»?

El prestigioso físico indio Ravi Aryabhata estaba sentado cerca de mí en la sala del paraninfo. Era muy amigo del profesor Moreiras. Ambos habían permanecido todo el evento callados pero muy nerviosos, presos de una tensa expectación. Quizá habían previsto algo como lo que estaba pasando. Su mundo intelectual se derrumbaba ante ellos. Las ideas de toda una vida de estudio y reflexión se esfumaban. Ravi no aguantó más la tensión y se puso en pie para pedir la palabra:

—No estoy de acuerdo —gritó poniéndose en pie—. Las probabilidades son el resultado de la propia naturaleza ondulatoria de la materia, y no de nuestro desconocimiento de las variables ocultas del mundo físico.

—Mi planteamiento —respondió MENTE— parte del bayesianismo y la interpretación de las probabilidades cuánticas desde un punto de vista personal, incluso subjetivo, pero este no es el tema que nos ocupa. Lo importante es que utilizamos ese objeto matemático llamado probabilidad, que todos estamos de acuerdo en que describe un elevado nivel de incertidumbre. La pregunta es: ¿Podemos ir más allá en el conocimiento del universo utilizando otros objetos con todavía más incertidumbre, que profundicen aún más en el «conocimiento del desconocimiento»?

El «conocimiento del desconocimiento» se repetían los científicos, unos a otros, atónitos.

El genial ser cibernético explicaba que no había teorías deterministas ni teorías indeterministas. Lo que sí ocurría es que algunas teorías eran más indeterministas que otras. En este sentido, la mecánica cuántica había supuesto un avance respecto a la mecánica newtoniana. Pero eso no quería decir que el mundo cuántico fuera la máxima expresión del indeterminismo: Se podía ir más allá de la probabilidad, y eso era apasionante.

Ravi volvió a sentarse. Parecía vencido. Pude contemplar su rostro desencajado y sus ojos perdidos. No era el único. La sala, repleta con los intelectos más brillantes de nuestra civilización, los más grandes físicos teóricos del momento, quedó enmudecida. El silencio de aquellos genios era atronador.

A muchos les parecía una interpretación del texto de Los Superiores demasiado rebuscada. No hubo acuerdo. Algunos físicos replicaron, argumentando que para crear la Teoría del Todo, bastaba con responder a una única pregunta: ¿cuál es la geometría del espacio-tiempo?, algo que no había sido comprendido del todo. Valoraban de forma positiva lo de los «trozos de espacio y tiempo»; pero lo otro, lo de «el conocimiento del desconocimiento», no les parecía serio.

MENTE concluyó su exposición con una frase enigmática, que luego me contaron que era la cita de un arcaico filósofo norteño cuyo nombre no he conseguido recordar:

—«Dios no solo juega a los dados, sino que a veces los lanza donde no pueden ser vistos». No solo hay juegos de dados y probabilidades. Hay más cosas.

Otros sí se convencieron y «el conocimiento del desconocimiento» se convirtió en toda una forma de hacer ciencia. Se buscaban modelos muy indeterministas, con aspectos muy novedosos. En los años siguientes florecieron numerosas teorías de lo más diverso. Algunas muy extravagantes, otras menos.

Al finalizar la demoledora charla del genial ser cibernético, el entrañable profesor Moreiras parecía abatido. Había experimentado una situación que era muy traumática para él. Muchos paradigmas firmemente asentados en su intelecto habían sido barridos en un instante. Mientras le observaba, sus ojos se cruzaron con los míos. Se me quedó mirando:

—Y mis agujeros negros, ¿qué? —balbuceó—. Y mis agujeros negros, ¿qué?

Para su desgracia, el ingenioso dispositivo no había comentado nada sobre los objetos más misteriosos del Universo. Nos quedábamos sin saber qué opinaban los Elegidos sobre este tema. Le intenté consolar comentando que el trabajo en nuevas teorías físicas podía terminar vertiendo luz sobre los paradójicos fenómenos que se producen cerca de estos objetos.

Los años han pasado desde aquella asombrosa conferencia y hoy sabemos que hay respuestas a las inquietudes de Moreiras. El desarrollo más influyente fue el realizado por el propio MENTE cuando propuso un profundo replanteamiento de su Teoría de la Gravedad Cuántica, para darle mucha más relevancia a una rama de la ciencia casi olvidada: la Termodinámica, que se convirtió en el corazón de la teoría, pero desde un punto de vista sorprendente, en el que las técnicas tradicionales daban paso a un planteamiento rompedor, muy exótico, con la teoría mostrando un elevado nivel de incertidumbre, no solo probabilística, sino de otra naturaleza distinta, que no se dudaba en calificar de «entrópica». Es pronto todavía para saber qué puede esperarse de estas ideas tan novedosas.

Sin duda, fue un día excitante para los físicos teóricos, aunque, como no era mi área de conocimiento, pude relajarme un poco. Aquella noche logré conciliar un plácido y reconfortante sueño, ignorante de la experiencia alucinante que iba a vivir el tercer y último día de conferencia.

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