La guerra de los mundos

Los Superiores conocieron guerras. Conocieron la destrucción de mundos.
Los Superiores.

Tres años después, MENTE volvía a convocar una conferencia de prensa. Máxima tensión en el paraninfo de la Universidad de La Ciudad de la Luna. Quién sabe si podría cambiar nuestra concepción del mundo, el papel del ser humano en el Universo. En aquel texto podía haber respuestas fundamentales que la humanidad llevaba mucho tiempo intentando responder. Aquel día fue festivo en todo el sistema solar. Nadie quiso atender a ningún otro tema.

Toda una civilización escuchaba anhelante el mensaje de las estrellas.

Había además una gran preocupación por los avisos de bomba que llegaban de comunicantes anónimos. Los servicios de seguridad estaban muy inquietos, en una constante situación de alerta máxima. No paraban de descubrir indicios de que algo se estaba moviendo en Black Stars. Había sido detenido un técnico de mantenimiento de la universidad, pero se negaba a hablar. El sondeo de su intercomunicador revelaba que en algún sitio se había instalado un potente explosivo.

Sonia, el profesor Moreiras y yo nos habíamos sentado juntos. Éramos conscientes de los riesgos, pero ninguno ponía en duda su asistencia a la conferencia. Nadie lo hacía. Era casi una obligación ir. No ignorábamos que muchos de nosotros cambiaríamos en aquellos días, y para siempre.

Era una situación de extrema tensión y, como era habitual, MENTE no decepcionó. El ente cibernético empezó pidiendo disculpas por haber tardado tres años en liberar la segunda versión de la traducción del texto, pero es que —argumentó—, incluso él tenía limitaciones. Explicaba que no era una labor fácil. Por supuesto que no me lo creí. Él tenía capacidad para eso y mucho más.

MENTE planteaba varios días de conferencias para poder explicar los numerosos matices del relato de Los Superiores. Iba a ser intenso. Su nueva traducción seguía siendo parcial, apenas un 61 % del texto. El ingenioso dispositivo seguía sin estar satisfecho y pidió perdón otra vez por la falta de educación que —según él— suponía no poder realizar una traducción más completa.

Aquello sonaba a las palabras de siempre.

El relato continuaba con la historia de la civilización de los Superiores. Ya conocíamos la historia de Aletes, ese odiseo del espacio, en el que al volver a su planeta natal lo encuentra totalmente destruido.

En su retorno al hogar, Aletes [¿no encontró otra cosa?] que tristeza y pesar.

Dominado por el dolor, Aletes permanece en el planeta para investigar las causas de su destrucción. Parece que indaga en unos registros históricos en los que se describían las guerras que durante sus años de ausencia se habían mantenido con otras civilizaciones:

Los Superiores conocieron guerras.
Conocieron la destrucción de mundos.
Conocieron la muerte de estrellas.
Conocieron el fin de Los Enemigos.
Conocieron el fin de [intraducible].
Conocieron el fin de [intraducible].
Conocieron el fin de Los Guerreros.
Conocieron el fin de [intraducible].
Conocieron el fin de [intraducible].
Conocieron el fin de [intraducible].
Conocieron el fin de [intraducible].
Conocieron el fin de [intraducible].
Conocieron el fin de [intraducible].
Conocieron el fin de [intraducible].
Conocieron el fin de Los Perversos.

En una parte del texto se describe la guerra con los Enemigos. De alguna manera, los Superiores entran en conflicto con ellos:

¡Tragedia! Escuchad [al] sabio y [¿vengad?] la afrenta de Los Enemigos. Su [¿mera existencia?] es un insulto.

Y deciden atacarlos con lo que parecen misiles interestelares. A pesar de la utilización de la expresión 'naves' en el texto, en principio no parece razonable que enviaran grandes navíos tripulados como el que utilizaba Aletes, por ser mucho más caros y poner en riesgo vidas de personas e modo innecesario:

Tomad las naves y lanzadlas contra Los Enemigos. ¡Destruidlos! [, pero] antes [¿bebed? de] la Fuente del No Ser [intraducible] Llenad sus depósitos. Llenad sus [intraducible].

El «No ser» parecía algo importante. Hay abundantes referencias en el relato. Quizá representase una fuente de energía, algo así como un combustible utilizado en los viajes interestelares, o un material explosivo, o las dos cosas. Sin duda, esa «Fuente del No Ser» era algo que proporcionaba el poderoso «No Ser».

Era muy obvio. Aunque no parecía necesario que aportase más detalles, lo hizo y bastó una palabra para entenderlo: antimateria. MENTE aventuraba que la economía de los Superiores pudiera estar basada en la antimateria y, de alguna manera, una ingente cantidad de ese poderoso combustible fue lanzada a un planeta extrasolar para arrasarlo.

Tenía sentido. La antimateria era un magnífico combustible y explosivo. Toda su masa podía convertirse íntegramente en energía al entrar en contacto con la materia ordinaria, en comparación con la fusión nuclear que solo transformaba en energía un pequeño porcentaje de la masa total.

Las naves explotaron contra el planeta de Los Enemigos.
Los Enemigos no prevalecieron.

Era terrible contemplar la destrucción de toda una civilización. Y no era la única que los Superiores habían destruido. De hecho, había una larga lista de mundos arrasados por los misiles de antimateria de los Superiores. Resulta, sin embargo, que a todo el mundo le llegaba su hora. A ellos también:

Las naves explotaron contra el planeta de Los Perversos.
Los Perversos no prevalecieron.
Échthra el Vengador. Échthra el [intraducible], Échthra el [intraducible]. Échthra el Conquistador. Échthra, [¿nacido?] en el planeta de Los Perversos, [sintió] cólera [y quiso] venganza.

La cólera de Échthra da lugar al inicio de un prolongado asedio del planeta de los Superiores. (MENTE aseguró que la expresión 'Échthra' fue elegida ante las dificultades para encontrar una palabra más adecuada, pero no nos engañaba: todos sabíamos que era otra más de sus licencias literarias).

Échthra. Maldito [intraducible]. Malvado [intraducible]. Terrible [intraducible].
Échthra lanzó sus naves contra el planeta de Los Superiores.
Las [¿murallas?, ¿defensas?] del planeta prevalecieron y Los Superiores se [¿reían?].

De alguna manera, el sistema defensivo del planeta de los Superiores aguanta el ataque. MENTE sugería que podía ser algún tipo de defensa con antimisiles. Lo curioso es que los Superiores no contraatacan. Este aspecto no estaba claro en el texto. Quizás vieron destruido su sistema de misiles. Quizás tras arrasar el planeta de los Perversos no sabían cómo localizar y destruir a Échthra el Vengador, comparable a Aquiles en cólera en esta historia troyana.

El planeta de los Superiores continúa siendo atacado. Échthra vuelve a intentarlo sin suerte:

Échthra el Vengador, nacido en el planeta de Los Perversos.
Échthra lanzó sus naves contra el planeta de Los Superiores.
Las [¿murallas?, ¿defensas?] del planeta prevalecieron y Los Superiores se [¿reían?].

El troyano asedio se prolonga más de lo esperado mientras Échthra apenas puede reprimir su cólera. Al parecer su tecnología de la guerra no estaba muy desarrollada:

Los Superiores eran superiores a Échthra el Vengador, nacido en el planeta de Los Perversos, y Los Superiores se [¿reían?].

Poco se podía extraer del relato que nos diera indicaciones sobre cómo era Échthra, salvo que había nacido en el planeta de los Perversos y que sentía una profunda ira hacia los Superiores al ver destruido su mundo. Quizás estos no podían destruirlo bien porque desconocían su ubicación o porque su sistema de misiles había sido dañado durante el asedio. Lo que sí parece claro es que, aunque su tecnología estaba menos evolucionada, eso no le impedía realizar viajes interestelares. De hecho, Échthra viaja en persona al sistema planetario de los Superiores para realizar algún tipo de operación militar con el objetivo de sabotear algunas instalaciones.

Échthra el Vengador, nacido en el planeta de Los Perversos, viajó hasta la Fuente del No Ser de Los Superiores. El No Ser [¿se derramó?] sobre la estrella. La estrella de los Superiores estalló [como] mil estrellas. El planeta de los Superiores [fue] arrasado.
Los Superiores no prevalecieron.

El planeta de los Superiores termina siendo destruido, dejándolo tal como lo encuentra Aletes a su regreso. Ante las dificultades que presenta el planeta, Échthra intenta desestabilizar la estrella de los Superiores y todo el sistema planetario:

La charla de MENTE nos estremeció hasta el tuétano. Nos habían descrito la destrucción de la civilización de los Superiores. Todo un proceso de miles de años de evolución, de crecimiento y desarrollo; una sociedad culta y evolucionada, llena de personas con sus vidas, sus anhelos y sus ilusiones, destruida en un instante. El arte de la guerra del futuro se mostraba aterrador. Viéndose incapaces de destruir directamente un planeta bien defendido, llegaban escondidos en sus naves —como en un caballo de Troya cósmico—, para atacar su estrella.

El profesor Moreiras nos explicó que Échthra no tenía capacidad suficiente para destruir la estrella Epsilon Indi A, porque requería enviar una cantidad de antimateria demasiado elevada. Lo que sí podían hacer era desestabilizarla de modo temporal, afectando a sus campos electromagnéticos en determinados puntos clave, para producir fulguraciones y eyecciones de masa de la corona estelar muy potentes, que destruyesen la atmósfera de su planeta habitable.

En el texto de Los Superiores llamaba la atención lo que se denominaba la «Fuente del No Ser», que se interpretó como una fábrica de antimateria. Le pregunté a Moreiras cómo podían construirse esas máquinas:

—Técnicamente sería un reto colosal —respondió—. Imagino enormes aceleradores de partículas como los nuestros de la Tierra, pero de enormes dimensiones y en el espacio, en el sistema solar externo donde no perjudiquen a otras instalaciones.

—¿De dónde sacarías el plasma? —pregunté.

—Podría instalarse cerca de la órbita de Júpiter—continuó—, tomando hidrógeno del agua de sus troyanos o algunos de los satélites más externos del gigante gaseoso. El hidrógeno sería ionizado para encauzar el plasma hacia un inmenso acelerador de partículas.

—El sistema planetario Epsilon Indi A, además, de Karachi contiene un gigante gaseoso muy masivo. Aquí en el sistema solar podría sacarse del propio Júpiter—dije.

—Simplificaría la tarea, pero luego habría que extraer el plasma del pozo gravitatorio del masivo planeta, y eso sería costoso. Además, hay numerosas colonias habitadas en la zona.

—Suena complicado. No debería ser fácil construir esa megaestructura —dijo Sonia.

—Sería muy complejo, es verdad —dijo el profesor Moreiras—. Implica el manejo de gigantescas masas ionizadas moviéndose por el vacío del espacio. Para ello deberían desarrollarse enormes imanes superconductores que «pastoreasen» las masas de plasma y las acelerasen.

—Quizás Échthra alteró esos imanes de la fábrica de los Superiores para conducir la antimateria hacia su estrella —dijo Sonia.

La antimateria, los Superiores eran una sociedad basada en la gestión de la antimateria. Ellos nos mostraban el camino hacia el desarrollo de una civilización evolucionada que quisiera dominar los viajes hacia las estrellas. Pero teníamos que ser prudentes, porque también nos enseñaban el camino hacia la guerra y la autodestrucción.

No dominamos la producción y la gestión de la antimateria. Es algo demasiado avanzado para nosotros. La frontera de nuestro conocimiento técnico es la fusión nuclear. No obstante, aunque esta tecnología basta para construir una nave que nos lleve hacia las estrellas, solo están los diseños del proyecto Centaurus y ya no se tenía la voluntad de construir nada. Es —según se decía— escandalosamente caro, por no hablar de las amenazas que recibía de Black Stars cualquiera que plantease el proyecto en serio.

La antimateria proporcionaba un inmenso poder. Algunas civilizaciones, como la nuestra, éramos una amenaza para nuestro planeta Tierra, al que habíamos maltratado en exceso. Ellos, los Superiores, con su terrible antimateria, estaban supuestamente más avanzados, y se habían convertido en una amenaza para todo el sistema planetario, incluyendo su estrella.

El relato de Los Superiores mostraba que la galaxia había presenciado guerras atroces, en las que almirantes carismáticos lanzaban sus misiles terribles de antimateria y arrasaban civilizaciones llenas de personas inocentes. Mundos enteros arruinados...

Era una historia estremecedora. Toda esa riqueza llamada Vida, ese tesoro de la naturaleza, resultado de miles de millones de años de paciente y tranquila evolución, podía destruirse en un instante de violenta estupidez.

Eran habituales los ataques preventivos. La idea era destruirlos a ellos antes de que ellos te destruyeran a ti, aunque no mostrasen una actitud hostil. El espacio era como un enorme campo de batalla, con las civilizaciones escondidas, ocultas en sus trincheras para no ser un blanco detectable. Una galaxia llena de mundos dominados por las armas de antimateria se convertía en algo así como un inmenso ecosistema, donde las posibles presas permanecían camufladas, mimetizadas con el medio ambiente. De esta manera, permanecían escondidas, a salvo de los depredadores, es decir, de las civilizaciones más agresivas, siempre al acecho y a la espera de que algún planeta descuidado revelase su posición.

Solo unas pocas sociedades valientes habían tenido la grandeza de superar el miedo, y compartir secretamente su localización con otras civilizaciones nobles y pacíficas. Por supuesto, fueron las que más avanzaron. La alianza de los Elegidos había alcanzado un elevado nivel de desarrollo, construyendo una liga de mundos habitados que había entendido que el futuro pasaba por compartir, y no por la supremacía y la destrucción del otro. Sin embargo, era una alianza secreta, oculta a los ojos de los mundos violentos que, aunque más atrasados, podían causarles enormes daños con sus armas de antimateria.

—Me cuesta entender —dije desolado— cómo esas sociedades que se suponían evolucionadas pudieron cometer semejantes atrocidades.

Sonia se puso de pie, como si fuera a comentarnos algo importante.

—Porque en realidad no estaban tan evolucionadas —comentó—. En el pasado, los filósofos arcaicos consideraban la Escala Kardashov, que permitía clasificar el desarrollo tecnológico de las civilizaciones atendiendo a la cantidad de energía que podían gestionar. De esta manera, las del Tipo I eran las que tenían capacidad para movilizar toda la energía de su planeta, algo así como producir 1016 vatios en el caso de la Tierra. Esta es aproximadamente nuestra potencia actual.

—Somos del Tipo I —dije.

—Otras civilizaciones podían estar más avanzadas que la nuestra y ser del Tipo II. Es decir, tendrían capacidad para producir un nivel de energía comparable al que produce nuestro Sol: unos 1026 vatios.

—Yo diría entonces que los Superiores llegaron a ser del Tipo II —dijo Moreiras—. Gran parte de su sistema planetario podía ser como un inmenso acelerador de partículas, de enormes proporciones, dispuesto para la producción masiva de antimateria.

—Finalmente, se consideraban también las civilizaciones del Tipo III, que eran las que tenían capacidad para producir toda la energía de una galaxia, algo inimaginable.

—Estaban más avanzados, pero solo en el plano tecnológico —dije con amargura—. En el desarrollo social y moral eran unos auténticos asnos.

—Por supuesto, la Escala Kardashov era una clasificación teórica, los antiguos filósofos no conocían ninguna sociedad avanzada. Ahora, pasados muchos cientos de años, nos parece una clasificación algo pueril. El desarrollo tecnológico no es lineal, y puede haber civilizaciones que desarrollen más rápidamente unos medios que otros. Un caso es el de los incas. Eran tan viajeros como los Superiores. En su máximo esplendor llegaron a un desarrollo notable de las líneas de comunicación, basadas en la construcción de unos caminos del inca y el uso de animales de carga para el transporte. Por el contrario, su gestión de la información era menos efectiva, restringida a esos quipus empleados a menudo en temas contables. ya que no tenían un sistema de escritura avanzado. En el otro extremo podemos poner a los antiguos mayas, cuyo desarrollo energético estaba menos consolidado, pero con avances en las tecnologías de la información incuestionables, como fueron un sistema de escritura logosilábico, un sistema numérico posicional en base veinte, un extraordinario calendario y una Astronomía y Matemáticas muy avanzadas para su época, entre otras cosas.

—Quieres decir que no hay sociedades más o menos avanzadas, sino unas sociedades que evolucionan de una forma y otras que lo hacen de otra —comenté.

—Eso es. Los teóricos de las civilizaciones las clasifican según su tecnología atendiendo a la Escala Gomes (debida al astrobiólogo carioca Filipe Gomes), que atiende a la capacidad de gestión de tres aspectos: energía, información y materia. Es, en cierto modo, una ampliación de la Escala Kardashov abierta a más conceptos. De esta manera, puede haber casos de civilizaciones, como la nuestra, que aunque no tengan una gestión muy avanzada en temas energéticos, en otras áreas, como la gestión de la materia (sobre todo la materia orgánica, el soporte de la Vida) puedan haber realizado grandes avances. En este sentido, el ingenioso dispositivo había señalado que quizá teníamos un nivel de desarrollo biotecnológico comparable al de los Superiores.

Nosotros tres continuábamos hablando, pero no éramos los únicos. Tras la exposición de MENTE quedaban numerosos grupos de gente discutiendo aquí y allá por todo el paraninfo. Uno de los grupos más numerosos subió al estrado con decisión. Iba liderado por un joven que no conocía. Luego me enteré de que se llamaba Elías Santos, de la Facultad de Ciencias Políticas. Tomó la palabra y su voz sonó grave y solemne en los altavoces:

—¿No lo entienden? —La audiencia se volvió para mirar a aquel joven—. ¿Comprenden las implicaciones que tienen en nuestra galaxia las sociedades basadas en la antimateria?

Tras un breve silencio continuó hablando:

—Basta un poco de antimateria para destruir todo un sistema planetario, y con él, toda la Vida que acoge. Es normal que nunca hayamos conocido otras civilizaciones extrasolares. Están escondidas.

Ese gran misterio que tanto nos había inquietado durante siglos (¿Dónde están esas civilizaciones extrasolares?) había encontrado así una respuesta.

La nueva visión del relato de Los Superiores nos hizo cambiar a todos. Para siempre y de forma irremediable, pero algunos cambiaron más que otros. Se nos mostraba una galaxia parecida a un campo de batalla, e hizo que muchas personas se dejaran seducir por el mensaje paranoide de Black Stars, quizá en su versión más suave y menos violenta. El más destacado de ellos fue el rector de la universidad, Jacinto Cortado.

Jacinto formaba parte del grupo que había ocupado el estrado. Pude identificarle cuando se acercó al joven que hablaba. Al percatarse, este le cedió respetuosamente la palabra al rector. Iba a realizar unas declaraciones. Sus palabras me estremecieron tanto como el relato de Los Superiores:

Aunque rechazo y condeno de manera tajante cualquier actividad violenta del grupo Black Stars, es necesario conceder que hay algo de razón en sus planteamientos cuando nos piden cesar toda actividad en las estrellas que pueda poner en peligro a nuestra querida civilización.

Por lo que a mí respecta, nunca más serán enviadas sondas al Espacio Profundo.

Para muchos habitantes de la Luna que anhelaban el fin de la moratoria fue un duro golpe oír esas palabras del rector de la universidad. Otros aplaudieron fervientemente. No sé qué debió sentir João Pinto. Conseguí verle. Estaba sentado solo en la parte de atrás, con las piernas cruzadas, en actitud pensativa. No pareció inmutarse. El João que yo conocí habría utilizado toda su influencia para impedir este despropósito, pero eso era algo del pasado.

Durante las horas siguientes Black Stars inundó masivamente las redes con su discurso de miedo y odio. «Abandonemos la exploración del espacio», decían. «Ocultemos nuestro sistema planetario a salvo de los enemigos». La organización terrorista se veía reforzada por estas revelaciones de Los Superiores. Nunca habían estado tan firmes en sus planteamientos y tan seguros de sus propósitos; nunca habían tenido tantos seguidores.

Para finalizar, hay que señalar que el ingenioso dispositivo consiguió su objetivo en el primer día de conferencia. Muchos quedaron satisfechos con sus explicaciones y terminó acallando las dudas que pesaban sobre su sinceridad. Sin embargo, a algunos no nos abandonaba la sospecha de que había filtrado lo necesario para entretener a la masa de críticos. Ese canalla genial seguía sabiendo mucho más de lo que contaba, y algo se estaba moviendo.

Algo grande.

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