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Pangea.
2073.
El hombre tiene un entendimiento limitado. Y aún así, piensa que puede jugar a ser todopoderoso sin merecer un castigo.
Al inicio... parecía ser una buena idea.
Cuando el castaño abrió los ojos al final de su turno lo hizo exactamente por dos cosas: un dolor punzante en su pecho, y el ruido en el exterior de su cubículo para dormir.
El lugar estaba helado como de costumbre; pero aun así el escalofrío que le recorrió fue inmenso, tanto como para perturbar su paz. Faltaban solo unos minutos para que comenzara su ronda; así que en el fondo, agradeció haber despertado a tiempo.
Cuando se sentó sobre la cama, se amarró las botas antes de colocarse la camisa y fajarla con su cinturón, respirando con pesadez al quitarse el cabello de la frente y pasándose la mano por el rostro, de dónde su barba de un par de días era visible.
Estaba mareado desde que despertó pero eso no le impidió salir al corredor y ser testigo del revuelo que había en todo el recinto de ataque.
Usualmente no había mucho que hacer dentro del cuartel mientras los anfitriones no le dieran ninguna orden, así que ver a tantos individuos fuera de sus puestos de guardia le resultó inquietante.
—¿Por qué hay tanto alboroto? —dijo el castaño, cuya sola presencia hizo que varios de ellos guardaran silencio. Nadie le respondió, y él era demasiado impaciente. —¡Cadetes!—vociferó con una ceja alzada—. ¡Hice una pregunta!
Las mazmorras en las afueras de Pangea eran un lugar confinado, en donde aquellos seleccionados vivían con lo mínimo para no perder el enfoque de su sector:
Proteger, cazar y preservar.
—Venus —se animó a decir uno de los cadetes, quizás uno de los más jóvenes—. Atrapamos un Alfa, un alfa del exterior.
El castaño abrió los ojos, y sus labios formaron una línea recta. Esto no era algo que se viera todos los días.
—¿Un Alfa renegado?
—Sí, señor. Lo encontraron merodeando cerca de los cultivos del área sur.
—¿Dónde está? —dijo con rudeza. Sabiendo que un Alfa así rodando por los alrededores significaba más de ellos.
—En la arena, lo están haciendo pelear.
Sonrió complacido. Bueno, él era el capitán, y estaba muy feliz de tenerle un juguete nuevo a sus muchachos.
—Démosle la bienvenida, entonces —dijo. Ellos no eran el ejército de la nueva realidad, eran más como una secta.
Sí, cuando todo comenzó, definitivamente era una buena idea.
Tiempo atrás, cuando los noticieros internacionales lo anunciaron, el mundo entero vio con asombro el nacimiento del primer humano genéticamente alterado. Algunos con miedo, otros llenos de esperanza.
Setenta años en el pasado, todo lo que se dijo se cumplió sin saber que algún día tendría un costo.
"Será la solución a las enfermedades". Fue la premisa cuando la pareja que se había ofrecido como voluntaria finalmente confirmó el nacimiento del primer humano denominado como "Alfa".
"La próxima evolución del humano será veloz, será fuerte, tendrá la capacidad de sentir el peligro, y podría incluso curar a los demás, un líder innato, un... súper humano".
Vender una blasfemia como bendición a una humanidad que era completamente escéptica fue algo que resultó ser demasiado fácil.
A diferencia de otros seres vivos; los humanos cuentan la capacidad de entender conceptos complejos y abstractos, lo que les ha colocado como el depredador más peligroso de todo el ecosistema. Por eso pensaron que al unir las habilidades, y agudeza de otros animales a su sistema serían invencibles, más de lo que alguna vez podrían haber imaginado.
Algunos gobiernos lo dejaron a voluntad de sus pobladores; otros lo hicieron obligatorio para poder deshacerse de la tediosa tarea de velar por la salud pública.
Como si una abominación no fuera suficiente; la alteración de los cromosomas mutó hacia el extremo opuesto; duplicando el cromosoma X en el mismo individuo, lo cual no era una condición desconocida. Pero sumado a las feromonas animales, le dio origen al antítesis del súper hombre, con características aumentadas por el estrógeno, la capacidad de regenerarse a sí mismo y de gestar independientemente de su sexo.
A lo que se les llamó Omegas, al ser de complexión ligeramente más pequeña, menos agresivos en contraste; pero siendo más ágiles que el alfa promedio, más sensoriales, más perceptivos. Y al parecer, más inteligentes.
Por eso, no se les vio como un peligro... sino como una ventaja. Otra clase de súper humano, el siguiente paso al futuro. Se creyó que era un nuevo génesis pero en realidad sería la entrada a la hecatombe.
Cuando los médicos concluyeron que no era una condición mala, sino un nuevo nivel de supremacía, la forma en la que los genes evolucionados podrían transmitirse con más facilidad; la sociedad entera comenzó a aceptarlo como la nueva realidad.
Después del año dos mil y tantos, más de la mitad de la humanidad ya portaba al menos un súper genoma de nacimiento cuando entre alfas y omegas comenzaron a reproducirse, pues eran capaces de construir lazos y de sentirse a través de estos, como un sexto sentido ligado a la lealtad. Como animales a sus manadas, es decir, familias en el sentido humano.
Fue bueno, realmente lo fue. A través de eso se eliminaron enfermedades congénitas, problemas neurológicos, se encontraron nuevas formas de trabajo, incluso la educación y la consciencia social tuvieron un giro radical.
La mutación hizo de muchas mujeres seres el doble de desarrollados, fueron las que mejor controlaron la alteración. Tanto omegas como alfas tuvieron un gran impacto.
Cosa que repercutió también en los hombres omega; más audaces, resilientes, y rápidos, no sólo para actuar, también para pensar. Los prospectos ideales para ser una especie de élite.
Los alfas eran la fuerza de la sociedad, los omegas el cerebro y aquellos cuyo gen nunca se desarrolló, los betas, las manos.
Así que todo comenzó a ir más rápido; la industria, la tecnología, la reproducción, la vida misma. Y para los humanos, fue excepcional pero la tierra... no soportó tanto.
En cuestión de años, la sobrepoblación de la tierra causó escasez, que a su vez intentó ser satisfecha con los recursos naturales que no se dieron a basto. Y la contaminación... lejos de reducirse, no sólo terminó por hacer que las guerras comenzaran, y que esa parte animal que existía en cada humano se desatara.
Como es bien sabido, si se altera un ecosistema, la tierra se ve en desequilibrio y por ende, las especies empiezan a morir. Y en el particular caso de los súper humanos, aparecieron más mutaciones, una débil, y una demasiado inestable.
Era largo y complejo; pero una cosa era segura: los sobrevivientes no hablaban sobre el pasado, nadie quería saber nada de lo que había sucedido.
Los gobiernos mundiales tomaron una alternativa, reubicando a toda la humanidad. Se eliminó el concepto de "países" unificado naciones en un territorio al que denominaron Pangea, y los regados fueron dejados a la deriva mientras el fin del mundo ocurría.
Entonces la humanidad buscó ignorar su pasado para reconstruirlo solo entre aquellos que los líderes consideraron útiles.
Así que los Alfas renegados que se opusieron al nuevo orden social no eran bienvenidos dentro de la zona segura.
Y ese era el trabajo de la brigada de contención, quienes eran en su mayoría alfas jóvenes, asegurarse de que ningún polizón se atreviera a lastimar a los omegas, betas y gammas que vivían bajo el nuevo orden mundial.
Tales como el pelinegro que dentro de la zona de la Arena de pelea era obligado a luchar con dos perros salvajes que buscaban matarlo.
Era bien sabido por todos que si alguien venía de afuera de la zona, era un peligro y por el bien social, debía ser exterminado.
Todos lo veían desde arriba, apostando a que terminaría muerto en poco tiempo; pero se seguía defendiendo y eso hacía más entretenida la función de esa noche.
El encargado de la brigada, un Omega conocido como Venus, caminó seguido de los cadetes más jóvenes hasta llegar a donde los oficiales se divertían con el sufrimiento del polizón.
Ese dolor punzante que lo despertó se apareció de nuevo, cuando se acercó a la reja que dividía la arena de la tribuna y observó al alfa con curiosidad mientras lo analizaba.
Metro setenta y nueve; olor fuerte, como a carbón; para ser alguien que técnicamente vivía de la basura, se defendía bastante bien.
Abrieron otra compuerta, y de ella emergieron otros dos perros; pero eso no pareció ser suficiente cuando el polizón saltó hacia atrás para tomar uno desde su lomo para romperle el cuello de un solo movimiento.
Todos gritaron impactados, incluso Venus abrió los ojos cuando mató al segundo.
—No estoy seguro de que eso sea un Alfa —murmuró el segundo a cargo, un beta de alto rango. Nombre clave: Marte—. Actúa como un Delta loco.
Los deltas ni siquiera estaban a discusión, variaciones de los alfas, única forma de controlarlos: una bala en la cabeza.
Venus frunció el ceño por lo mucho que la nariz le dolía. —Es un Alfa, puedo sentirlo, apesta a quemado —le dijo sin poder quitar la vista de él.
Sin esperar que el polizón volteara a verlo, se encontró con su mirada; una que a pesar de estar llena de ira, pareció desconcertar cuando vio al castaño a la distancia.
—¿Taehyung? —dijo y se aproximó de inmediato hacia la cerca que los dividía.
Varios de los cadetes posaron su vista sobre Venus, quién no entendió porqué el Alfa loco le estaba hablando e intentó llegar a él.
Uno de los perros saltó, atacando por la espalda al pelinegro, quien recibió una mordida en el hombro y compungido de dolor se volteó de nuevo para arrastrar al animal por la grava e intentar asfixiarlo.
—Venus, hay que matarlo. Acabó con tres perros ya—dijo el pelirrojo a su lado, pero no obtuvo respuesta—. ¿Venus?
El castaño estaba paralizado, sin poder apartar la mirada del otro, cuya agresividad le llevó a morder al último animal para dominarlo y acabar así con todos sus oponentes, para después aproximarse a uno de los costados, en donde varias antorchas de fuego se encontraban para tomar una y quitarla de la pared.
—¿¡Quién es el siguiente!? —gritó causando conmoción, por su hombro sangrando y su ropa de por sí andrajosa aún más despedazada.
Marte no esperó instrucciones de su superior. Era cierto que los omegas estaban más desarrollados, pero tenían un defecto, y no se lo reprocharía pero las feromonas de Alfa parecían haberle afectado al otro, como golpeándolo.
—Mátenlo —ordenó el pelirrojo.
Las rejas se abrieron y muchos de sus candentes mejor entrenados se abalanzaron sobre el renegado para apuntarle y poder fusilarlo.
Pero cuando quiso avanzar, Venus le colocó la mano en el pecho para detenerlo. A él y a todos.
—¡Alto! —dijo saliendo del trance en el que por un momento se había sumido y caminó hacia donde los reclutas ya habían sometido al pelinegro arrodillándolo, y colocarle un collar de alambre, lo vio desde arriba—. ¿¡Qué haces aquí!? ¿¡A qué has venido!? —le gritó.
—Buscaba sauce, hay niños heridos en las afueras. Tengo que regresar.
—Qué patético... Pensar que hablarle de niños al Omega hará que no te mate, un clásico —dijo avanzando y burlándose de él—. Identifícate —le ordenó.
Pero el hombre pareció divagar cuando lo recorrió con la vista. Apenas parpadeó cuando volvió a decir:
—Taehyung... —El olor era débil pero era el mismo, era él, debía serlo—. Creí... creí que estabas muerto.
Venus apretó la mandíbula sin entender. Sus cuestionamientos parecieron afectarle, y extendió su mano para quitarle el arma a uno de los cadetes y apuntarle el mismo.
—Dije —recalcó colocando la punta del fusil debajo de su mandíbula, rozándole el cuello —, identifícate.
—Soy yo. Jungkook, tu esposo.
El silencio que se formó en todo el recinto solo se vió interrumpido por el exhale de asombro de todos cuando la mirada del Alfa pareció ser capaz de atravesar al otro.
—Te equivocas de persona —dijo el castaño que ni siquiera recordaba su nombre, molesto por la humillación que le hacía pasar frente a sus cadetes.
—Sé que eres tú. ¿Dónde está mi hijo, Taehyung? El bebé. ¿Dónde está?
El castaño negó con la cabeza cuando el pecho le dolió. Y al otro no le importó que todos lo observaran, había llorado tanto por ellos los últimos años.
—Está demente —se burló por lo mucho que se divertían con la gente así—. Llévenlo a una celda —ordenó—, el alfa loco, nos será muy útil en la mañana.
—¿Una celda? —musitó apenas cuando los cadetes comenzaron a reír por lo que eso significaba—. Taehyung, escúchame soy yo.
—Mi nombre es Venus —le dijo antes de voltear el fusil y golpearlo en la frente para desmayarlo—. Bienvenido a Pangea.
Este no era un apocalipsis, sino un nuevo éxodo.
Mayoritariamente ficción.
Contenido homosexual.
Omegaverse AU.
Si te ha gustado la idea, tanto como a mí cuando me animé a escribirla. Déjenme un comentario y un voto.
Manténgase con vida. J.S.
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