34. La boda
Y el día finalmente llegó, la boda de Zach y Jazmín.
Kevin bajó de la camioneta siendo rodeado por el equipo de seguridad y acomodando el botón de su saco en el proceso. Observó los carros de los paparazzis estacionarse a distancia de la iglesia ya que los habían seguido.
Charlie sujetó con fuerza su bolso de mano y después de dejar salir un sonoro suspiro aceptó la ayuda de Kevin y bajó del auto.
—Que guapo te ves con esos lentes oscuros —señaló las gafas para el sol que él llevaba.
—Gracias —sonrió, y entrelazó los dedos de su mano con los de ella.
El vestido de Charlie era de tirantes color negro, material sedoso y con la espalda afuera.
—Debo admitir que ahora que estoy aquí no me siento tan molesta.
—¿No? —Kevin señaló el auto—. ¿Entonces por qué nos hiciste a Lewis y a mí escuchar Look What You Made Me Do todo el camino?
Charlie sonrió angelicalmente y con su otra mano tomó un pedazo de la parte baja del vestido para comenzar a subir las escaleras principales de la iglesia, cosa que le dio una buena vista a Kevin de las piernas de su novia y los tacones negros demasiado sexis que calzaba.
—Pensamientos sanos, pensamientos sanos.... —susurró al estar entrando dentro de la capilla.
Buscaron asiento bajo la atenta mirada de todos los presentes ya que, por estar rodeados de tres guardaespaldas, llamaron la atención mucho más de lo que se esperaban.
—Creo que jamás me acostumbraré a esto —comentó Charlie al estar ya en la tercera banca de filas del lado izquierdo.
—Claro que sí, ya verás.
—Si usted lo dice, señor popularidad.
—Hey, nunca dije que todas las ventajas de ser un nerd fueran buenas —besó su mejilla y ella rió.
Los siguientes minutos Charlie se dedicó a escudriñar el lugar con la mirada. La decoración era hermosa, el color principal de la boda era el dorado con blanco y las flores eran las orquídeas. Se puso a pensar que de no ser esta la boda de su hermano con la emperatriz del mal, le hubiese parecido muy bonito todo.
Reconoció a muchos familiares suyos y también a los padres de Jazmín.
—Necesito ir al baño antes de que esto empiece —avisó Charlie al ponerse de pie.
—¿Quieres que te acompañe? —Kevin la observó.
—Ya los tengo a ellos —señaló con la barbilla a sus dos guardaespaldas parados a no mucha distancia.
—De acuerdo... —aceptó y ella se alejó de allí para intentar buscar entre los pasillos del lugar el baño de damas.
Siguiéndola de cerca los hombres la acompañaron hasta que entró por la puerta equivocada y sus pasos frenaron al ver a Jazmín sobre una silla terminando de ser arreglada.
—Lo siento —dijo rápido—. Puerta equivocada.
—¡Charlie! —Jazmín la llamó antes de que saliera.
Soltando una pequeña maldición giró y le hizo una seña a los hombres para que esperaran afuera mientras ella volvía al interior del lugar.
—Hola.
—Me alegra que vinieras, de verdad pensé que no lo harías —Jazmín se levantó de la silla y se apresuró a su encuentro.
Charlie frunció los labios al ver el hermoso vestido blanco. Sin duda alguna parecía una princesa.
—Por supuesto, no podría perdérmelo —dijo, sarcástica.
Jazmín miró al equipo de estilistas.
—¿Podrían dejarnos solas un momento? Solo será un minuto.
—Claro —susurró uno de ellos y comenzaron a salir hasta que estuvieran solas.
Charlie la miró con rostro cansado.
—Escucha, Jazmín, no quiero discut-
—No —todo rastro de amabilidad se borró del rostro de Jazmín—. Tú escúchame bien, estúpida malcriada, ya acepta que perdiste. Gané y se acabó, tu hermano y yo estamos a nada de casarnos y ninguno de tus malditos intentos por separarnos pudo con nosotros.
—Eres una...
—¿Qué? ¡¿Una qué?! —dio un paso amenazador y Charlie también—. Vamos, Charlie, creo que ya me has llamado de tantas maneras que me hiciste inmune a tus insultos.
—¡No lo amas! —Charlie estalló—. Estás aquí vestida de blanco luciendo como un maldito ángel cuando en realidad eres el demonio hecho persona.
—¡¿Quién mierda se casa por amor hoy en día, Charlie?! ¡Reacciona, carajo! La vida no es un cuento de hadas.
Kevin volteó ya preocupado por el tiempo que se ha demorado Charlie. Lewis subió sus hombros al no saber porque no han regresado así que Kevin se puso de pie y su guardaespaldas lo siguió.
Al caminar con velocidad por el pasillo logró visualizar el tumulto de gente y los hombres que se supone deben cuidar de su novia esperando detrás de una puerta.
—¿Qué ocurre? ¿Dónde está Charlie?
—Hablando con la novia —respondió uno de los guardaespaldas.
—¿Qué mierda les ocurre? Charlie jamás ha tenido una conversación que no termine en golpes con esa chica.
Kevin se acercó más a la puerta y pegó la oreja a la misma.
—...Ese que está allí esperando a unir su vida a la tuya es mi hermano.
—¡Hermanastro! —Jazmín corrigió con una media sonrisa.
—¡ES MI MALDITO HERMANO, JAZMÍN!
Jazmín comenzó a reír a carcajadas.
—Eres más idiota de lo que pensé, pero ¿qué esperaba? Siendo la hija berrinchuda de una mujer igual de loca no se podía esperar menos.
—No metas a mi madre en esto —Charlie dio otro paso al frente.
Por el pasillo una persona más comenzó a acercarse.
—Pero, ¿qué diablos ocurre aquí? —El chico de audiovisual llegó al grupo detrás de la puerta—. ¿Dónde está Jazmín? ¿Ya se puso el micrófono? Debo probarlos antes de que camine al altar.
Kevin volteó a verlo.
—¿Jazmín tiene un micrófono puesto? —preguntó, apurado.
—Sí —respondió una de las estilistas—. La ayudé a ponérselo antes de que se colocara el vestido.
Kevin sonrió de lado y tomó al chico por el cuello de la camisa sacándolo de allí a toda velocidad.
—Vamos, irás a probar ese micrófono a todo volumen ya mismo.
—¿Qué? —preguntó asustado, pero Kevin se mantuvo a paso firme casi arrastrándolo de nuevo al interior de la iglesia.
Ya casi todos estaban en posición para el inicio de la ceremonia.
—¡Hazlo ya mismo! —gritó al muy asustado chico que sin perder tiempo comenzó a teclear cosas en su laptop detrás de los controles audiovisuales.
—Espera a que le diga mis amigos que conocí a Kevin Daniels —dijo sin dejar de teclear cosas y luego subió el volumen de todas las bocinas de la iglesia.
—...Solo quiero que sepas una cosa Jazmín, puede que hayas ganado en esta oportunidad, pero eres mala, ¿lo escuchas? Mala. Gente como tú no llega muy lejos en este mundo.
Zach se encuentra en una esquina de la iglesia junto a Vivian que está acomodando su corbata. Miró al techo sin entender del todo porque está escuchando a Charlie.
—¿Qué? —susurró el rubio.
—¡Bravo! —Jazmín exclamó—. ¿Quieres que te aplauda por tu persistencia? Tú, mejor que nadie, deberías entender mi situación. ¿Por qué te haces la maldita santa?
—¿De qué hablas? —Charlie ladeó la cabeza sin entender.
—¡De Kevin Daniels, tarada! ¡Es obvio que estás con él por la misma razón que yo estoy con tu hermano, por el dinero y nada más!
Un murmullo colectivo y sorprendido inundó la iglesia.
—¡Cuando lo conocí ni siquiera sabía quién era el hombre frente a mí! ¿De verdad comparas el amor que le tengo a Kevin con tu situación?
—¿Amor? Diablos, ahora si me arrepiento de haberlo convencido de invitarte —Jazmín soltó a reír y Zach sintió su corazón caer a sus pies en miles de pedazos—. Ningún regalo caro vale esto.
—¿Pensabas que les traíamos un regalo? —Charlie no puede creerse a Jazmín—. ¿Por eso me invitaste? ¡¿También te quieres acercar a mí solo por Kevin?!
El rubio corrió lejos de Vivian y bajo la mirada de todos comenzó a buscar la habitación donde él sabe que ellas están.
—¿O por qué estoy aquí? ¿Querías restregarme en la cara que ganaste? Pues bien por ti. Ya arruinaste el matrimonio de esa pobre chica al estar coqueteando con su esposo así que... ¿Por qué no arruinar el tuyo?
—Yo no arruinaré su matrimonio, mi ex no me supera y eso es algo que yo no controlo, además Zach me ama, ¿lo olvidas? Jamás podría dejarme.
Zach abrió la puerta de un solo golpe y ambas se asustaron al verlo allí con la respiración agitada.
—¡Zach! ¿Qué crees que haces? No puedes verme antes de la boda, tontito —Jazmín volvió a su tono dulce—. Es de mala suerte.
Charlie bufó.
—Yo me voy de aquí —Charlie subió sus manos al aire e intentó salir de la habitación, pero Zach la tomó del brazo con suavidad.
—No —dijo, serio.
—Si se quiere ir que se vaya, ya sabíamos que no iba a comportarse en la boda y es mejor que...
—¡Cierra la boca, Jazmín! —Zach la miró con ojos filosos y eso la tomó por sorpresa.
—Mi amor —se acercó más a ellos—. ¿Por qué me hablas así? ¿Qué te ocurre?
—Ocurre que quiero el maldito anillo de regreso y que te alejes de mí para siempre, ¿me oyes?
—¿Qué? —su rostro se transformó en miedo.
—Tu micrófono —explicó Kevin al aparecer por detrás de ellos—. Está encendido y todos en la iglesia escucharon la discusión.
—Oh, cielos —Charlie comenzó a reír, más que nada porque Kevin le guiñó el ojo y se dio cuenta de que él de seguro tuvo que ver con eso.
Jazmín se arrancó el micrófono del vestido, asustada y con manos temblorosas.
—¡Zach! Es mentira, ella me obligó a decir esas cosas. Charlie es la culpable de todo este mal entendido.
—Vean a esta loca de mierda —Charlie la miró sin poder creer las tonterías que dice.
—¡Jazmín, el anillo! —Zach estiró su mano libre—. ¡Ahora!
—Permíteme —Charlie se zafó del agarre de Zach y caminó hasta ella.
—¡No! —Jazmín forcejeó, pero Charlie se lo quitó del dedo de un solo jalón.
—Parece que después de todo... El pez si muere por su propia boca —susurró antes de girarse y entregarle el anillo a Zach.
Zach le dio una última mirada a su ex futura esposa y salió de la habitación.
Kevin tomó a Charlie de la mano y también se alejaron de allí.
—¿Pero qué pasaba por tu cabeza? ¡Estuviste tan cerca, niña tonta! —Gritó la madre de Jazmín al entrar a la habitación hecha furia—. Tenías que arruinarlo todo, ¿verdad? ¡Te dije que podías regodearte en la cara de esa chica después de la boda!
—¡Déjame en paz! —gritó Jazmín de regreso y estrelló una de las lámparas al suelo—. ¡Ugh! ¡La odio tanto! ¡Odio a Charlie con todo mi ser!
Zach comenzó a bajar los escalones de la entrada principal de la iglesia con lágrimas rodando por sus mejillas.
—¡Espera! ¡Zach! —Charlie gritó y Kevin la dejó libre viendo desde la cima el cómo lo alcanzó a mitad de las escaleras.
Su hermano no pudo evitar abrazarla y llorar sobre su hombro.
—No quiero que digas que lo dijiste —susurró entre sollozos.
—No lo diré —Charlie palmeó su espalda.
—Me siento tan estúpido, Charlie.
—No digas eso.
Zach se separó y la miró a los ojos.
No hay señales de un ''te lo dije'', pero si un ''estoy aquí para ti''.
—¿Cómo es que siempre lo supiste?
—Intuición de hermana menor —subió los hombros.
—Lamento no haberte creído desde un inicio.
—Eso ya no importa.
—¿Mis hijos? ¿Dónde están mis hijos? —Vivian apareció a un costado de Kevin, luciendo preocupada.
—Allí —respondió él y señaló con su quijada en dirección al centro de las escaleras.
—Ay, mis niños —Vivian llegó hasta ellos rodeándolos en un abrazo.
Charlie quiso zafarse, pero recordó lo mucho que ha extrañado a su madre, a pesar de todos los altibajos, así que no dijo nada y disfrutó del contacto mientras duró.
—Me siento tan estúpido —admitió Zach cuando el abrazo grupal terminó y arrancó la flor a un costado de su pecho.
—No eres estúpido —Vivian negó de inmediato.
—Bueno... —Charlie alargó la palabra.
—¡Charlotte! —su madre la regañó y Zach soltó a reír.
—¿Qué? ¿Solo porque está triste hay que mentirle? —bromeó.
Kevin notó que el ambiente en la mitad de las escaleras parecía más relajado así que, volvió a ponerse sus gafas para el sol y decidió acercarse.
—Hola —Charlie lo abrazó por la cintura y él sonrió de costado.
—Debo admitir que fue un intento de boda que nunca olvidaré —dijo él y Zach volvió a reír muy a su pesar.
—Ni yo —admitió Zach.
—Nadie —Charlie negó.
Zach miró el anillo de compromiso que brillaba en la palma de su mano y se lo extendió a Kevin.
—Perteneció a mi abuela paterna —explicó y Kevin tomó la sortija en silencio—. Espero que le des mejor uso algún día. Vamos, mamá —Vivian se aferró al brazo de su hijo.
—¿Te veo para la cena mañana? —Vivian preguntó a Charlie y ella asintió.
—Claro —fue lo que dijo antes de que ellos bajaran las escaleras.
Estando ahora solos Kevin observó más a detalle el anillo.
—Ni se te ocurra proponerme matrimonio con ese anillo, Kevin Daniels —Charlie lo señaló—. Al llegar a casa guardarás esa sortija maldita en lo más profundo de la caja fuerte.
Él soltó a reír y guardó el anillo dentro de su bolsillo.
—Lo que usted diga, señorita Charlotte.
—Vamos —comenzó a bajar las escaleras—. Tengo hambre.
—¿Cuándo no? —Kevin se burló.
—Charlie —Tony comenzó a bajar las escaleras a toda velocidad—. ¡Lo lograste!
Ambos se voltearon a verlo y antes de que la chica pudiese decir algo Kevin la soltó de la mano y se acercó a su encuentro lanzando un fuerte puñetazo directo a la cara de Tony haciendo que cayera sentado sobre los escalones a su espalda con suma confusión surcando sus ahora adoloridas facciones.
—¡Oh, por Dios, Kevin! —Charlie llevó una mano su boca ahogando una sonrisa burlona.
—¿Pero cuál es tu maldito problema? —Tony se levantó.
Los guardaespaldas se acercaron para rodearlos a ambos a la vez que le daban una mirada amenazadora, cosa que hizo que Tony retrocediera sus pasos.
—Si alguna vez en tu vida piensas en siquiera volverte a acercar a mi novia o en ponerle de nuevo un dedo encima desearás no haberte cruzado en mi camino nunca, ¿me entiendes?
Charlie sonrió al sentir su corazón latir con frenesí.
Tony llevó sus dedos a su labio inferior limpiando la sangre.
—Te veré en la corte pronto, Antony —Charlie le hizo saber—. Esto se acabará de raíz.
—Mis abogados se pondrán en contacto —susurró Kevin, al volver a acomodar su traje.
Estando dentro del auto, Lewis volteó a verlos por el retrovisor.
—¿Ahora a dónde?
—No lo sé —Kevin miró a Charlie—. ¿Te gustaría ir a la playa?
—¿Vestidos así? —ella miró el atuendo de ambos.
—¿Por qué no?
Charlie se inclinó para quitarse los tacones y sonrió.
—Primero compramos comida para llevar y luego a la playa, ¿sí? Se me antoja hamburguesa y papas fritas.
—Suena como una cita perfecta, remolino.
❁❁❁
Al bajar del auto Charlie comenzó a correr por la arena sintiendo la brisa salada sobre su rostro.
Notando el atardecer, Kevin la siguió.
Él también se había quitado los zapatos, el chaleco de su traje y se arremangó la camisa blanca hasta los codos.
—¡Acelera el paso, anciano! —gritó ella desde la orilla de la playa con el agua mojando sus pies descalzos y el borde del vestido.
—¿De verdad me acabas de llamar anciano? —se hizo el ofendido.
—Tal vez —pasó sus brazos por los hombros de Kevin.
—¿Te he dicho lo mucho que me encantas?
—Mmm, creo que no —ella negó con una media sonrisa.
—¡Qué mentirosa! —se apresuró a tomarla por la cintura y la elevó haciendo que ella enrollara sus piernas alrededor de su cintura.
—Bueno... Bueno, puede que lo hayas dicho por ahí.
—Parar en esa cafetería y conocer a la chica loca que le gritaba a su hermano fue la casualidad más bonita que pudo pasarme.
—Basta —Charlie se sonrojó. Él comenzó a bajarla lentamente otra vez sin dejar de verse a los ojos—. Cuando te vi por primera vez no tenía idea de que te convertirías en el hombre que me enseñaría a querer de nuevo.
—Aunque esto apenas está iniciando y el recorrido promete ser largo, quiero que sepas que estoy dispuesto a darlo todo, ¿de acuerdo? De ti quiero saber cada mala maña, cada locura que salga de esos labios. Quiero ver cada sonrisa y también estar para consolarte en cada llanto. Charlie, no tienes idea de cuánto tiempo este hombre te ha esperado para amarte con cada fibra de su ser.
—Yo sin maquillaje y tú con bata de baño —Ella sonrió—. Dormir sobre tu pecho y tomar café por las mañanas luego de besarte al darte los buenos días. Lo sé, esto apenas comienza y sí que promete ser largo, pero esta loca también te amará con cada fibra de su ser durante el recorrido.
Mirando esos ojos marrones, Kevin pensó en cómo existiendo un mundo lleno de posibilidades, desastres, desamores y locuras, logró encontrarla.
Como en un mundo donde él pensaba que nada podría tomarle desprevenido, los gritos de Charlie lo hicieron una mañana de febrero y todo cambió por completo gracias a una pequeña moneda de veinticinco centavos y el noble corazón de Quinn al trazar inconscientemente el camino para que se volvieran a encontrar.
Un mundo que le parecía tan gris, aburrido y en ocasiones absurdo es el mismo dónde... Existe Charlie.
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