Charlie miró de reojo a los dos hombres junto a ella.
—Bueno esto no es en absoluto extraño. —Susurró.
—Solo estamos aquí para mantenerla segura, señorita —respondió uno de ellos en tono amable.
—De lo contrario el jefe nos mata —bromeó el otro.
Charlie sonrió de costado y comenzó a mirar a su alrededor.
Hoy había expresado que después del trabajo quería ir al parque para encontrarse con Stella, Kevin no se mostró muy convencido en dejarla ir sola ya que al llegar a casa él todavía tenía trabajo pendiente así que no podría acompañarla.
La discusión en el auto le pareció a Lewis muy graciosa ya que Charlie decía que podía cuidarse sola y no necesitaba seguridad y Kevin comenzó a enumerar cada uno de los accidentes que Charlie había tenido en días anteriores y los que posiblemente tendría en el parque, al final se llegó al acuerdo de que en vez de tres guardias sólo dos la iban a acompañar.
—¿Pueden ayudarme a encontrar a una chica trigueña, más o menos de mi estatura, cabello negro corto con mechones rojos y rosa?
—¿Como esa de allí que viene paseando perros? —dijo uno de ellos señalando a la distancia a Stella.
—¡Esa misma! —Charlie se apresuró a caminar en dirección a la chica.
Stella al notar a Charlie frente a ella se quitó sus audífonos y arqueó una ceja.
—¿Quiénes son estos grandes y musculosos hombres? Y lo más importante, ¿uno es para mí?
Charlie intentó contener la risa al ver que los hombres mantienen un semblante muy serio y Stella parece disfrutar mucho de la situación.
—Ya te extrañaba —admitió Charlie.
Stella le pasó tres correas.
—Ya sabes cómo es esto.
—Sí —Charlie se agachó para acariciar la cabeza de los perritos y sonrió ampliamente cuando vio sus colitas moverse de un lado a otro al reconocerla—. Stella, han sido unos días muy locos —dijo cuando se levantó y prosiguieron a caminar.
—Viniendo de ti, lo creo... ¿Por qué tienes guardias de seguridad? ¿Ya se dieron cuenta de que eres un peligro para ti misma?
—Muy graciosa —Charlie entrecerró los ojos.
—Cuéntame, Charlie, he extrañado tus historias.
Charlie tomó una profunda respiración y comenzó a contar todo.
Una parte de ella dudó por instantes omitir detalles, como Tony siendo un abusador cuando se emborracha, pero Stella le inspiraba confianza, desde el día uno lo ha hecho.
—Jamás había entendido la frase "Una persona te puede hacer sentir en días lo que alguien no logró en meses" pero ahora que estoy con Kevin, las cosas son... Diferentes.
—Define lo que "diferente" significa —pidió Stella.
Charlie detuvo el paso, los tres perros que lleva de la correa aprovechan para sentarse y Stella sonrió de lado al ver la cara asustada de la castaña.
—Tenemos solo dos semanas de conocernos y ya vivimos juntos —susurró como si el decir eso fuera tan peligroso que nadie debería oírlo.
—Nosotras también tenemos casi el mismo tiempo de conocernos y mírame —Stella subió los hombros—, soy capaz de saltar para defenderte de cualquiera que venga a molestarte, te juro que aún no me olvido de la pretenciosa y molesta pelirroja del otro día.
—Gracias, Stella.
—¿Por qué me agradeces?
—Por aceptar ser mi amiga y escucharme.
—¡¿Bromeas?! —exclamó demasiado alto—. Una amistad que inicia a partir de ser atrapadas y luego rescatadas por bomberos es sin duda una amistad que durará toda la vida.
—Aw —los ojos de Charlie se iluminaron—, entonces bendita sea mi mala suerte por hacer que nuestros caminos se encontraran.
Stella le dio un suave empujón al hombro.
—Gritona, sé que eres una buena chica, algo torpe, pero muy divertida. Créeme estaremos juntas para siempre.
Prosiguen caminando.
—Mañana es mi graduación de la universidad —comentó Charlie.
—¿En serio? Eso es genial.
—Sí, esta mañana antes del trabajo pasé a buscar mi nueva toga y birrete, y también a pagar y pedir disculpas por haber "perdido" el anterior.
—No lo conozco, pero después de lo que me has contado hoy, no soporto al tal Tony.
—Lewis, el chófer de Kevin, me comentó que Tony fue hoy a Daniels Empire de nuevo, pero los de seguridad ni siquiera le permitieron entrar al edificio.
—Kevin, por otro lado... Ese si suena encantador —subió las cejas de arriba a abajo.
Charlie se sonrojó.
—Lo es.
—¡Oh! Ya sé que te puedo regalar mañana.
—No tienes que...
—¡Una canasta de cupcakes red velvet!
Los ojos de Charlie se abrieron con emoción.
—No tienes que dudar en darme ese regalo —Charlie terminó la oración y una sonrisa divertida adornó su rostro.
—Solo me tienes que dar tu dirección y...
Stella no terminó la frase porque alguien frente a ellas carraspeó llamando la atención de ambas.
—¿Mamá? —Charlie arqueó una ceja, la confusión era grande—. ¿Qué haces aquí?
—Es un parque, Charlie... Ya sabes, un espacio público que-
—Mamá, este lugar queda a media hora de tu casa y tú no necesitas caminar en un parque cuando tienes un patio trasero enorme y lleno de árboles.
Vivian subió sus manos en alto y Stella solo observó con desconfianza a la mujer.
—De acuerdo, en realidad estoy aquí con Jazmín.
—Oh, parece que después de todo tendré la oportunidad de darle un golpe a la maldita —susurró Stella.
Vivian la miró como si fuese un bicho raro.
—Como decía... Estoy aquí con Jazmín porque estábamos organizando tu fiesta.
Charlie y Stella se miraron entre ellas unos segundos antes de volver la vista a Vivian.
—¿Qué fiesta?
—Mañana es tu graduación, Charlie. ¿Acaso creías que el que mi única hija se gradúe de la universidad no sería motivo para celebrar?
—¿No es esta la mujer que metió tus cosas en bolsas negras, te cortó los fondos y echó de casa? —preguntó Stella, obviamente no muy contenta ante la presencia de Vivian.
—Lo es —Charlie asintió.
Vivian sonrió con pesar.
—Charlie, sabes muy bien porque lo hice y aunque quizás no fue lo correcto, tú...
—Sí, mamá, no fue lo correcto —Charlie la señaló—. No puedo creerte, es más... De todo lo que has dicho lo único que mi cabeza puede procesar es el hecho de que me estás organizando una fiesta con Jazmín... ¡Con Jazmín!
—¡Charlotte! Intento tener una conversación contigo y tú solo te alteras como una loca.
Los labios de Charlie se fruncieron de la impotencia al ver como a poca distancia Jazmín viene acercándose y en sus manos sostiene con fuerza una agenda.
—Esto es una puta broma. —Charlie chasqueó la lengua.
—¿Señorita? —dijo uno de los guardias—. ¿Quiere que intervengamos?
—Puedo manejarlo, chicos —le respondió y volteó para ver a Jazmín que se mantiene en silencio a un lado de Vivian.
—Charlie, hija, intenta razonar.
—¿Razonar? —repitió, incrédula—. ¡Mamá!
—Sí, eso es lo que necesitas hacer. ¡Tu hermano se casa en dos semanas y ni siquiera se hablan!
Charlie se quedó en silencio unos breves segundos.
—¿Dos semanas? —repitió cuando recuperó la respiración.
Aunque ella pensaba que eso no le importaría en lo más mínimo, más cuando hace varios días le dijo a Jazmín que no lo hacía, el oírle a su madre decirlo sólo volvió el hecho más real.
—¿Qué tengo que hacer para que podamos pasar la página, Charlie? —los ojos de la pelirroja se cristalizaron—. Ya estoy harta de pelear contigo.
—¡Cállate, Jazmín!
—Sí, cállate, Jazmín —repitió Stella tampoco creyéndose las palabras de la chica.
—¿Ves lo que haces? —los ojos de Vivian miraron mal a su hija—. Envenenas a todos los que están a tu alrededor. Tienes veintitrés años, Charlotte, deja de comportarte como si fueras una adolescente y ponte los pantalones de adulta.
Charlie arqueó una ceja.
—No —sentenció.
Hasta los guardaespaldas se sorprendieron del tono frío y áspero de Charlie al responderle a su madre.
—¡Basta! —Vivian explotó—. Basta de tanta discusión, ¡ya estoy harta!
—¡¿Y cómo crees que estoy yo?! Pones por encima de mí a una tipa que llegó a nuestras vidas hace solo dos años. ¡Dos putos años, mamá!
—Charlie.
—Entendería el desprecio por parte de Jazmín, ya que cada vez que nos vemos una de las dos termina llorando o lastimada, pero tú eres mi mamá. Yo debería ser la que...
Vivian soltó una risa amarga e incluso le aplaudió.
—Tú sí que eres hija de tu padre.
Charlie frunció el ceño.
—¿Eso que mierda significa?
—Siempre encuentras la manera de victimizarte en vez de aceptar la culpa. Típico de los Lawrence.
Charlie tomó una profunda respiración y prefirió por su propia salud mental no seguir discutiendo.
—Déjame decirte que estás señalando con el dedo acusador a la "víctima" incorrecta y cuando el teatro de Jazmín y su familia se caiga frente a tus ojos y los del inepto de Zach, entonces... Y solo entonces, procederé a hablarles solo para decir que se los dije.
—Entonces nunca nos hablarás —dijo Vivian muy segura de sí y levantando el mentón con orgullo.
Charlie sonrió de lado al recordar el consejo de la abuela de Kevin —Eso lo veremos. —dijo y prosiguió a guiar a los perros en otra dirección mientras Stella y los guardaespaldas le siguieron en silencio.
❁❁❁
Charlie salió al patio trasero en busca de Kevin tan pronto llegó a casa.
Lo vio sentado en una de las mesas junto a la gran piscina con el teléfono al oído y la laptop de su propia marca abierta frente a él.
El clima fresco de la tarde ya le está dando paso a la noche y por ello el viento le causa escalofríos al irse acercando.
—No, me parece tonto tener que discutir sobre esto cuando ya he dicho miles de veces que el lugar no puede pasar de cien personas. ¿Acaso el organizador del evento no recibió mi e-mail?
Al verlo con el semblante serio Charlie sonrió ampliamente y lo rodeó por los hombros dejando un beso en su cuello. Kevin se relajó y pasó una mano por los brazos de Charlie apresándola junto a él.
—Zuleika, soluciónalo, ya debo irme —Kevin bajó el celular y volteó un poco la cabeza para mirar a Charlie—. ¿Cómo estuvo tu caminata por el parque?
—Tal y como todas las anteriores a esa: caótica —susurró sobre sus labios.
Kevin sonrió antes de besarla y Charlie no tuvo idea como de un segundo a otro quedó sentada en las piernas de él.
—¿Quieres contarme lo que pasó? —preguntó Kevin cuando rompió el beso y la miró con atención.
—No vale la pena, solo mi mamá siendo mi mamá y Jazmín siendo Jazmín —lo rodeó por los hombros y lo observó igualmente con atención—. ¿Quién es Zuleika?
—Mi publicista. Estábamos hablando del evento para el lanzamiento de un nuevo producto que sacaré al mercado pronto —una sonrisa burlona se deslizó en sus labios—. ¿Por qué?
—Curiosidad.
Kevin rió y bajó la pantalla de la laptop.
—De acuerdo, chica curiosa. Vamos adentro, ¿tienes hambre?
—Oh, Kevin, el día que responda no a esa pregunta, preocúpate.
Él hizo una falsa cara de miedo.
—Anotado, preciosa —le guiñó el ojo.
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