24. Paz


Vivian entró al invernadero y dejó la charola con dos tazas humeantes de café sobre la mesita del centro.

—¿Así que tuviste otro incidente con Charlie? —Tomó asiento a un costado de Jazmín en el gran sofá verde olivo..

—Sí, fue ayer en un restaurante, suegra.

Vivian inhaló una profunda respiración preparándose para lo que oirá.

—¿Qué sucedió?

Jazmín estiró sus manos para agarrar una de las tazas.

—Honestamente no tengo idea de cómo pasó —subió los hombros—. Zach y yo llegamos a Hortensias y de repente la loca de su hija ya estaba gritándome cosas e incluso me arrojó un tenedor.

—¡Dios mío! —Vivian negó con pesar.

—Y luego de forma muy injusta fuimos nosotros los que terminamos sacados del lugar, ¿puede creerlo? Suegra, esto ya se está saliendo de control, Charlie es un peligro para mi seguridad —sus ojos se cristalizaron—. Un día terminará matándome.

—No, no, no... —Vivian acarició el hombro de Jazmín—. No llores, Jazmín.

—Es que me cuesta entenderlo. ¿Qué mal le hice? Desde el momento en el que empecé a salir con Zach, ella me odia. Podía tolerar las groserías, pero ahora los pleitos se están volviendo físicos.

—Tendré que conversar con Charlie, tienes mucha razón, querida, esto ya está yendo demasiado lejos.

—Gracias, suegra, usted es la mejor —Jazmín sonrió de lado, triunfante.

—A todo esto... ¿Tony no trató de controlar a mi hija? Por lo general él siempre interfiere cuando puede.

Jazmín negó.

—No estaba allí con Tony.

—¿No? —dio un sorbo a su café, extrañada ante esa respuesta.

—No, estaba con otro hombre... Un tal Kenneth, no, Kelvin Daniels, o algo así —rodó los ojos—, él fue quien nos mandó a sacar del restaurante porque aparentemente es el dueño.

—¿Qué? ¿Charlie ya no está saliendo con Tony?

—Ni idea, pero ese Kelvin se me hizo conocido, siento que he visto su cara antes.

—¿En serio?

—Mejor salgamos de dudas —Jazmín dejó su taza sobre la mesita y sacó de su bolso el celular.

Al teclear «Kelvin Daniels» el autocorrector del buscador le redirigió a «Kevin Daniels» así que tocó sobre el nombre y sus ojos se abrieron a tope.

—¿Lo encontraste? —Vivian arqueó una ceja.

—No puede ser —Jazmín volteó el celular mostrando la página de Wikipedia de Kevin—. Es el creador de las Computadoras Empire, ya decía yo que se me hacía conocido.

—Yo tengo una laptop de la marca Empire —Vivian llevó una mano a su pecho, tratando de contener la impresión.

—Suegra, según esto, la lista Forbes señaló que Kevin Daniels es el tercer hombre más rico del mundo.

—¡¿Qué?! —dejó la taza a un lado—. Déjame ver eso —le quitó el celular a Jazmín.

—No lo entiendo —Jazmín negó frenéticamente—, ¿cómo es que Charlie pasó de salir con un tipo con un trabajo de 8 a 5 a estar con un multimillonario?

—¡Oh, Dios!

—¡¿Qué?! —la pelirroja frunció el ceño.

Vivian volteó el celular ya que había salido de la página de Wikipedia y entrado ahora a las fotos que salen en el buscador.

—Sí están saliendo —susurró Vivian.

La foto que le enseñó a Jazmín fue una donde salen Kevin y Charlie de manos agarradas saliendo del bar la caótica noche de San Valentín.

—Ahora míralo ahora aquí —Vivian mostró otra foto—. Casualmente jugando tenis con Mark Zuckerberg.

—Esto es demasiado extraño —susurró ahora Jazmín mientras tomaba de regreso su celular y lo bloqueaba.

—¡Vaya! —Vivian se ríe—. Debo admitir que jamás habría imaginado que Charlie iba a terminar saliendo con un multimillonario. ¿No es eso loco?

—Sí —Jazmín forzó una sonrisa—, ¿Quién iba a imaginarlo? —repitió entre dientes y tomó su taza para dar un largo sorbo al contenido.

❁❁❁

Al caer la noche, Kevin se encontraba riendo en una esquina de la cocina mientras Charlie le contaba una de sus muchas vergüenzas en público.

—¿De verdad quedaste llena de miel?

—Sí, fui un imán para las moscas todo el trayecto a casa.

—Eres un caso.

—Me lo dicen seguido.

—¿Qué se te antoja para la cena? —Kevin cambió de tema y se levantó de la silla alta para buscar dentro de una gaveta los menús de algunos de los restaurantes en que él suele comer.

—Mmm —Charlie tomó un menú de comida francesa y le dio una ojeada.

Kevin se mantuvo del otro lado de la isla viéndola con atención, esta vez no dejará pasar el tema ya que es evidente que le cuesta ver las letras.

—Charlie, esto es serio, no deberías andar por la vida sin tus lentes.

Ella soltó un suspiro y dejó el menú a un lado.

—¿En serio empezarás con eso?

—Sí.

—Entonces tú ordena lo que sea y yo me retiro.

—¡Charlie!

Ella bajó de un brinco de la silla y salió de allí.

Kevin rodó los ojos y la siguió hasta la habitación de él.

—¡No me gusta cómo me veo con ellos! —admitió cuando ya se había sentado en el borde de la cama—. ¿Feliz? Esa es la razón.

Él se cruzó de brazos y pegó la cabeza al marco de la puerta.

—Charlie, no se trata de si te ves bien o mal, los necesitas. Te estás haciendo un daño al no usarlos.

—¿Qué sabes tú de eso? Kevin, eres literalmente un hombre perfecto, si te pusieras lentes eso no afectaría en nada a tu imagen esculpida por los mismos dioses. ¡Mírate! Pasaron tanto tiempo contigo que no nos dejaron nada de belleza al resto de nosotros los simples mortales.

—Por mucho que me gustaría creer eso, la verdad es que no —Kevin negó. Se apartó de la puerta y caminó hasta su mesita de noche para tomar sus lentes—. No soy perfecto y... También soy parte del club.

Se puso los lentes y Charlie lo miró sorprendida.

—Oh por Dios, ¿cómo es que nunca te he visto con ellos?

—De día uso lentes de contacto, de hecho, los llevo puestos —se quitó las gafas y las puso en su lugar—, para mí es más cómodo así, pero por las noches mis gafas son mi gran compañía para leer o trabajar, ¿ves?

Kevin se sentó a su lado dándole un codazo juguetón.

—No lograste nada, Kevin, solo probé mi punto. Te ves perfecto con o sin lentes.

—No es verdad, a ver, déjame verte con tus gafas, ¿las tienes contigo? —Charlie asintió.

—Están en mi bolso, fue de lo poco que pude rescatar del departamento de Tony.

—Póntelos, si te ves mal juro que te lo diré, soy un hombre honesto y lo sabes.

Charlie dudó, pero accedió tomando valor bajo la mirada curiosa de Kevin.

—No te burles de mí —pidió al ponerse de pie y revolver su bolso—. Me veo ridícula con ellos.

Se los puso y lo observó.

Kevin sonrió, la chica se veía adorable y no entendía cuál era el problema.

—Charlie, ¿Quién te ha metido en la cabeza que te ves mal con gafas? Luces igual de hermosa, nada cambia en ti al tenerlas puestas, bueno... Quizás el que puedas verme mejor, ¿no?

Charlie se quedó en silencio. Claro que puede verlo mejor, si una borrosa versión de él era encantadora, una en alta definición era mucho mejor.

—Esto es estúpido —se quitó las gafas—. Sé que mientes, las gafas hacen que mis ojos se vean enormes y mi cara cuadrada.

—Eso no es verdad. Te ves hermosa.

Guardó los lentes sintiendo vergüenza, no puede creer que dejara que Kevin la viera con ellos.

—¿Podemos cambiar de tema?

—No —Kevin negó—. Si no te gustan las gafas, ¿por qué no usas lentes de contacto?

—Porque no puedo hacerme a la idea de meter pequeñas cosas plásticas en mis ojos, ¡no puedo! Soy muy torpe y me asusta que quizás si lo hago me haré un daño.

—No tanto como el que te estás haciendo ahora.

—Por favor, Kevin, déjalo. Esta conversación no viene ni al caso.

Tomó asiento junto a él nuevamente y comenzó a jugar con el borde de su camisa.

Kevin se levantó de la cama y fue hasta la mesita de noche para sacar un pequeño paquete que llegó esta mañana. Charlie frunció el ceño cuando Kevin se acuclilló frente a ella y le extendió el paquete envuelto en sobre color marrón.

—¿Qué es esto? —le preguntó al aceptarlo y notó que el sobre venía de New York.

—Ábrelo, es para ti.

Rompió la envoltura y su boca se abrió de la emoción cuando vio el libro que había en su interior.

¡¿Ella es Alcohol - Él es dolor?! —se inclinó para besarlo y seguido decidió bajar de la cama para quedar junto a Kevin en el suelo—. ¡Gracias!

Ambos se sientan de manera en que sus espaldas quedan pegadas al borde de la cama y Kevin sonrió al verla emocionada abrazar su nueva copia del libro.

—Quizás deberías abrirlo, hay algo más allí.

—¿Qué? —Charlie lo abrió y sus ojos no pueden creer lo que leen en la primera página blanca del libro.

«Querida Charlie,

Por allí me contaron sobre lo que le ocurrió a tu copia de mi libro y lamento mucho haya sido destrozado, espero que eso no desmotive tu lectura y con este nuevo puedas sumergirte de vez en cuando entre sus páginas.

Te envío un gran abrazo y espero conocerte algún día.

Con cariño, Hailey Winter»

Kevin carcajeò ante la épica cara de sorpresa y confusión de Charlie que relee más de tres veces lo escrito.

—¿Conoces a Hailey Winter? —volteó a verlo.

—Sí, tenemos años de amistad y es también una colega, Editorial Winter y Daniels Empire tienen negocios desde hace un tiempo.

—¡Conoces a Hailey Winter! —gritó todavía sin poder creerlo.

Kevin le quitó el libro y la miró fijamente.

—El libro es tuyo, solo si te pones los lentes para leerlo.

Charlie soltó un suspiro sonoro.

—No estás siendo justo, Kevin Daniels.

—Al contrario, siento que estoy siendo demasiado justo, Charlotte Lawrence.

—¡Ugh! —estiró su mano para tomar el libro, pero Kevin no lo cedió todavía—. De acuerdo.

—¿De acuerdo qué?

—Usaré mis lentes para leerlo.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.

Él le dio una sonrisa de labios cerrados y soltó el libro.

—Sí no cumples encontraré la manera de castigarte por mentirosa.

—Lo que tú digas, Christian. —Se burló y dejó caer su cabeza en el hombro de Kevin disfrutando mucho de la paz que él le brindaba.


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