21. ¿Crees que le gusto?
Al bajar del auto, lo primero que Charlie notó es que el cielo se encontraba nublado y lo más seguro es que una tormenta viniera en las próximas horas.
Mientras caminaba en silencio junto a Kevin observó de costado que Lewis los venía siguiendo muy de cerca a la entrada del centro comercial.
—¿Con quién nos encontraremos? —preguntó ella al ya estar dentro del lugar.
Kevin no dijo nada ya que mantuvo la vista fija en la pantalla de su celular mientras texteaba.
Charlie frunció el ceño al ser ignorada, pero el gesto desapareció de inmediato ya que Kevin bloqueó el aparato para guardarlo en el bolsillo de su chaqueta y tomar a Charlie de la mano entrelazando sus dedos.
—Pensé que iríamos a buscar las puertas para tu casa —insistió ella ante el silencio.
—De hecho... —Kevin dejó la frase en el aire porque una voz que ambos reconocen habló.
—¡Hola! —Quinn se levantó de la banqueta en la que estaba sentada y Charlie miró a Kevin.
—¿Qué está sucediendo?
—¡Mañana de chicas! —respondió Quinn y se acercó para saludar a ambos con un abrazo rápido.
—¿Qué? —dijo Charlie ahora más confundida—. ¿Kevin? —volteó a verlo.
Él subió la mano de Charlie para dejar un rápido beso en su dorso y la soltó.
—Lewis, cuida de ellas y de mi ahijado —le estrechó la mano.
—Lo haré, Kevin.
Charlie no lo notó, pero en ese estrechón de manos Kevin le pasó la tarjeta de crédito negra a Lewis. Quinn sí se dio cuenta y por eso se rió en voz baja.
—Kev... ¡Ugh! —Charlie lo vio perderse entre las personas a su alrededor.
—¿Vamos? —Quinn sonrió.
—No sé qué está pasando, pero no me agrada.
Charlie tomó asiento donde previamente estaba sentada Quinn.
Quinn le da una mirada rápida a Lewis que sigue manteniendo una distancia de ellas y soltando un suspiro dijo—: ¿Qué sucede, Charlie? —se sentó a su lado.
—No lo sé, tú dime. ¿Kevin te contó?
—Sí.
—¿Todo?
—Casi todo, supongo que solo me dijo lo que necesitaba saber.
—¡Dios! —se llevó las manos al rostro—. Esto es tan vergonzoso.
—No hay nada de qué avergonzarse aquí.
Charlie volteó a verla. Sus ojos comenzaron a cristalizarse.
—Siento que es demasiado.
—¿De qué hablas?
—De esto —la señaló—. No deberías estar aquí para comprarme ropa luego de que el idiota de mi novio hizo lo que hizo.
—Charlie.
—Kevin no debería ofrecerme el quedarme en su casa solo porque mi mamá prefirió a la emperatriz del mal y al tonto de Zach antes que a mí.
—Charlie.
—Y yo no debería querer ir de regreso con Tony solo para darle un golpe justo en la entrepierna por ser tan inmaduro, pero...
—¡Charlie, basta! —Quinn sacudió los hombros de Charlie.
—Lo siento —la miró, apenada.
—La vida da muchas vueltas, eso es seguro y parece que la tuya da muchas, pero... Hoy literalmente tienes a Kevin Daniels besándote la mano y dejando una tarjeta de crédito negra solo para ti.
—¿Dejó qué? —puso la vista en Lewis.
Este sacudió con una media sonrisa la tarjeta en su mano.
—Como dice mi madre... No hay mal que por bien no venga.
Charlie hizo un gesto desdeñoso.
—De seguro no soy la primera, ni tampoco la última a la que Kevin aceptará en su casa.
—Bueno, Kevin es un buen hombre, eso sí te lo puedo asegurar. Jamás se negará en brindar ayuda a alguien que lo necesite, pero... Está vez es... Diferente.
—¿Diferente? ¿Cómo que diferente? —un destello curioso iluminó los ojos de Charlie y Quinn sonrió al notarlo, si para algo era buena, es para observar todo siempre con mucha atención.
—No quiero que esto suene imprudente, pero ¿Ustedes dos ya...? —las mejillas de Charlie se tornaron rojas de inmediato—. Tomaré eso como un sí.
—Pero, ¿y eso que tiene que ver?
—Kevin puede ser muchas cosas, pero no un hombre que se acuesta con alguien en la primera noche que están a solas juntos.
—¿Eso qué significa? ¿Crees que le gusto?
—Estás aquí, conmigo, a punto de gastar miles de dólares en ropa. Yo diría que sí.
—Wow.
—Pero aquí la pregunta que vale es... ¿Kevin te gusta a ti?
Algo se retorció en el estómago de Charlie, una sensación amarga la invadió y quiso creer que fue por causa de la pastilla del día de después, pero en realidad era miedo.
—Estoy demasiado asustada como para admitir algo.
Quinn ladeó la cabeza y con su mano acarició uno de los brazos de Charlie.
—Te comprendo, no tienes que decir algo ya mismo, pero odiaría mucho que uno de mis mejores amigos termine lastimado —hizo una mueca llena de pesar—. Kevin es un buen hombre y no merece perder el tiempo con algo que quizás no lleve a... ¿Nada?
—No —Charlie abrió los ojos, asustada y negó—. No, Quinn, yo no busco lastimarlo, no podría...
Las palabras quedaron atoradas en su garganta porque Quinn la abrazó.
—Tranquila —dijo la rubia aun sin soltarla.
Charlie sonrió de lado, sus ojos están llenos de lágrimas sin derramar y aferró sus brazos por los hombros de Quinn.
—Ya se que lo dije antes, pero eres un ángel, Quinn Vance.
Quinn se echó a reír antes de romper el abrazo y dijo—: No lo digas mucho que comenzaré a creerlo.
❁❁❁
Kevin golpeó varias veces la puerta del departamento de Fredie.
Su mejor amigo gruñó antes de abrir y le arrojó un cojín directo al rostro.
—¡Tengo resaca, deja el escándalo!
Kevin carcajeó por lo bajo mientras recogía del suelo el cojín y se adentraba al departamento siguiendo a Fredie hasta la enorme sala de estar donde aparentemente estaba durmiendo.
—Fredie, hice algo estúpido.
—¿Más estúpido que hacer una fiesta un lunes sabiendo que tienes que ir a trabajar el martes por la mañana? —dijo sin abrir los ojos.
—Aw, es bueno que tengas conciencia culposa, pero de nada me sirve si aún así estás aquí todavía vistiendo la ropa de anoche y pareciendo un zombie.
—¿Tú tampoco estás trabajando o sí? —se apoyó de sus codos y arqueó una ceja.
—No, pero yo soy el jefe tengo permitido ausentarme y llegar tarde, tú mismo dijiste eso hace unos días.
—Touché, bro.
Fredie volvió a desplomarse sobre su espalda cerrando los ojos y Kevin abrió la bolsa de papel que traía en su mano para sacar la botella de agua y las aspirinas que pasó a comprar antes de llegar allí.
—Siéntate y bebe esto —le ordenó y Fredie soltó un suspiro cansado antes de levantarse y aceptar las pastillas con el agua—. También pedí comida a domicilio que debe llegar en cualquier minuto.
—¿Sancocho panameño? Dime que es sancocho panameño, porque justo ahora lo necesito para revivir.
—Ya lo sabes —Kevin le guiñó el ojo.
—Te amo, Daniels —le lanzó un beso y cerró la botella cuando ya había tomado las dos pastillas—. Si fuera mujer ya te habría abierto las piernas y dado herederos.
—Lo sé. —Kevin tomó lugar en el sofá individual fijando la mirada al techo.
Fredie miró a su mejor amigo ya que cuando le dice cosas así Kevin responde siguiendo el juego y bromeando de vuelta, no un simple ''lo sé''.
—Muy bien. ¿Qué sucede? ¿Qué hiciste?
—Charlie y yo tuvimos sexo —respondió sin mirarlo.
—¡¿Qué?! —Fredie se levantó y enseguida cerró los ojos porque su propio grito le dio dolor de cabeza.
—Ajá y ahora me siento extraño.
—¿Quizás porque la chica tiene novio y desde que le puse el ojo te has encargado de recordarme eso? Bueno, quizás solo te lo estabas recordando a ti porque también le tenías ganas —llevó una mano a su pecho y fingió indignarse—. ¡Oh, señor Daniels, usted es un cochino!
—Fredie, basta —Kevin se levantó del sofá—, esto es serio, sabes que yo no soy esa clase de persona, por lo general espero más tiempo antes de... Ya sabes.
—Ay, por favor —Fredie bufó—, ¡Yo lo hago todo el tiempo! Mientras haya consentimiento mutuo no es un crimen coger con alguien que apenas conoces.
—Exactamente, Fredie, ella no es alguien que conocí en un bar y luego traje a casa para coger sabiendo que se irá por la mañana —lo señaló—, es mi secretaria. Debo verla todos los días.
Kevin resopló molesto y tomó asiento otra vez en el sofá.
—Sigo sin entender el drama, Charlie es hermosa y sexy, deberías estar feliz de que tuvieras algo de acción anoche —también tomó asiento dónde estaba acostado y se llevó una mano a su entrepierna—. Yo estoy seguro de que no hice nada, pero aun así me duele demasiado mi...
—Rajesh, ¿has visto mis zapatos?
La voz de una desconocida hizo que Kevin abriera los ojos en sorpresa y Fredie frunció el ceño al ver a una sexy morena de largo cabello negro salir de su habitación vistiendo una de sus camisetas.
Kevin rió al ver la épica cara de confusión de su mejor amigo que se puso de pie y escaneó de arriba abajo a la chica.
—Kevin... ¿También puedes verla?
—La veo —asintió desde su lugar.
La morena subió su mano saludando a Kevin coquetamente y Fredie rodó los ojos.
—Bueno, parece que también tuve acción —señaló detrás del sofá la ropa y los zapatos de la chica cuyo nombre no se inmutará en preguntar.
—Oh —ella se apresuró a tomar sus cosas—. ¿Quieres tu camiseta de regreso? —dijo cuando ya había desabrochado dos botones.
—Quédatela, linda, que sea un recuerdo de la noche que tuvimos y no puedo recordar —la tomó de un brazo y la hizo caminar con velocidad fuera del apartamento.
—Pero...
Kevin no pudo contener la risa desde su lugar.
—Una cosa más, ¿usé protección? —ella asintió—, ¿fue mutuo el deseo de coger? —ella volvió a asentir—, perfecto, gracias, eso es todo.
—Pero, Rajesh... —protestó—. ¿Ni siquiera un beso de despedida? O ¿Un café?
—¡Adiós! —Fredie cerró la puerta.
—Wow —Kevin negó con fingido pesar.
—Cállate, Daniels —Fredie le sacó el dedo del miedo—, no eres mejor que el resto de los hombres.
Kevin subió sus manos.
—Hey, tú se tú, pero por lo menos yo si le di un beso por la mañana a la chica con la que me acosté y le preparé un café.
—Déjame adivinar, ¿también le preparaste desayuno? —caminó hasta él y se inclinó para verlo a la cara.
—Sí.
—Ya te perdí —hizo una mueca reprobatoria—, eso no fue una cogida de una noche, eso fue el inicio de algo. Solo espero que sepas lo que haces, recuerda que debes verla todos los días y ese rostro es bastante precioso como para ignorar.
Cualquier rastro de burla se fue del rostro de Kevin.
—Lo sé.
—Mientras llega la comida, medita sobre tu situación y yo iré a tomar una ducha, cuando salga podremos seguir con esta conversación como las viejas chismosas que somos —carcajeó.
Kevin rodó los ojos y se recostó nuevamente en el sofá para ver el techo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top